Marlene Dietrich, una diosa hecha para el amor, de la cabeza a los

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Espectáculos
La Plata, miércoles 26 de diciembre de 2001
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UN SIGLO DE SU NACIMIENTO
Marlene Dietrich, una diosa hecha
para el amor, de la cabeza a los pies
La actriz alemana, que impuso mundialmente su estilo erótico y desenfadado, cumpliría mañana 100 años. Nació en Berlín en 1901. Pasó a la
fama con El ángel azul. Luego se declaró anti-Hitler y se radicó en Estados Unidos. En 1959 visitó la Argentina. Murió en París, el 6 de mayo de 1992
Mañana se cumple un siglo del nacimiento de la célebre actriz alemana
Marlene Dietrich, quien a comienzos
de los años ‘30 impuso su estilo de
diosa erótica en la legendaria película
El ángel azul, luego triunfó ampliamente en Hollywood y falleció en
París, a los 91 años.
Muchos de sus filmes contribuyeron a su fama, pero el que la catapultó a la notoriedad fue el citado Angel
azul, donde su Lola-Lola se sentó a
horcajadas en una silla, puso en primer plano sus largas piernas enfundadas en medias de seda negra, y cantó con tono entre displicente y cómplice: “Estoy hecha para al amor/ de la
cabeza a los pies”.
Melena rubia, esas piernas
-perfectas, cotizadísimas- y una voz
cuya ronquera ella acentuaba deliberadamente, Marlene pautó su vida
con misterios, como convenía a las
estrellas distantes y algo irreales de
aquel entonces: nunca se aclararon
debidamente los pormenores de su
juventud, si filmó o no antes de El
ángel azul, y si sus tendencias amatorias iban en una o varias direcciones.
Nacida en un hogar de clase media
en el barrio berlinés de Schöeneberg
como Marie Magdalene von Losch,
sus padres eran un teniente de policía
y la hija de una familia de relojeros, y
tras estudiar el violín -a los 15 años
ya integraba una orquesta en Berlín-,
probó la actuación teatral, de la mano
del renombrado Max Reinhardt.
Pudo haber filmado desde 1925 (se
le atribuye un papel en La calle sin
alegría, de Georg W. Pabst), aunque
resulta un enigma si intervino en una
Dietrich encarnó el paradigma de la “femme fatale”, suerte de diosa inaccesible al común de los mortales
quincena de títulos antes de El
ángel..., pero lo cierto es que oficiaba
como vedette de music hall cuando la
descubrió Josef von Sternberg, uno
de los grandes directores del cine alemán de entonces, y le propuso el rol
de Lola-Lola.
En realidad, el personaje principal
de El ángel azul -basado en una novela de Heinrich Mann- era el profesor
Unrath, encarnado por un Emil Jannings en la cima de su popularidad,
pero aunque su papel era más breve,
Marlene se destacó tanto como él al
animar a esa cantante que seduce al
riguroso profesor y lo hunde en un
torbellino de humillaciones y despropósitos.
De ahí a que Hollywood convocara
a Marlene y von Sternberg pasó poco
tiempo. Para crearle una rival a la
Los recuerdos en Alemania
Berlín, la ciudad natal de
Marlene Dietrich, conmemorará con numerosos actos el
centenario del nacimiento de
esa mujer que con su mirada
lasciva turbó a hombres y
mujeres por igual y se convirtió en el ícono de la femme
fatale. El 28 de diciembre, por
ejemplo, será celebrada una
fiesta “oficial” de cumpleaños
titulada “Marlene 100”, en la
que cantarán artistas de la
talla de Ute Lemper interpretando canciones de la diva,
como la famosa Estoy hecha
para el amor de la cabeza a los
pies, incluída en El ángel Azul.
Los incondicionales de la mítica Dietrich honrarán la memoria de la actriz el mismo día
del aniversario, el 27, con una
peregrinación a su tumba en
el cementerio municipal de la
capital alemana y con la colo-
cación de ofrendas florales.
Por la noche, el Museo de Cine
de Berlín exhibirá filmaciones
privadas de la vida familiar de
la diva así como la única copia
existente de un legendario
concierto que dio en 1963 en
Estocolmo (Suecia).
En el Teatro Renaissance será
puesto en escena el musical
Marlene Dietrich, mientras que
en un conocido cine-club se
ofrecerá una amplia retrospectiva de las más de 40 películas
que rodó la artista.
En el Museo del Cine de Berlín
podrá ser vista hasta el 17 de
febrero la muestra Joven para
siempre en la que serán
expuestos por primera vez
numerosos objetos del legado
de la actriz, como fotografías,
correspondencia, trajes y vestidos, sombreros y portacosméticos.
prestigiosa sueca Greta Garbo, los
contratistas de la alemana la sometieron a un tratamiento médico afinándole la silueta y el rostro, y la erigieron en uno de los más duraderos
mitos eróticos de la historia del cine.
En esos primeros años en la llamada Meca del Cine, Dietrich trabajó
casi exclusivamente (siete películas)
a las órdenes de von Sternberg, con
quien la unía un vínculo no sólo profesional: los seis títulos posteriores
fueron Marruecos, Fatalidad, El expreso de Shanghai, La Venus rubia, Capricho imperial y Tu nombre es tentación,
y en ellos los personajes de Marlene
se asemejaban a Lola-Lola.
A mediados de los ‘30 el tándem
artístico-amatorio se deshizo, aparecieron las primeras Ligas de la Decencia, y de las damas de vida airada
Dietrich se deslizó al paradigma de la
“femme fatale”, una figura casi soñada, envuelta en seda, encajes y pieles,
suerte de diosa del amor, inaccesible
al común de los mortales.
En sus memorias, von Sternberg dijo de ella: “Se creía bella porque había posado repetidas veces para personificar a la mujer. Hay fotos suyas
muy poco favorecedoras, tomadas
antes del período de El ángel azul,
donde aparece como un ser inhibido,
casi impaciente por ocultarse. Conservo una de esas fotos entre mis papeles. En ella puede leerse: No soy
nada sin ti”.
Pero Dietrich ya no dependía de su
Pigmalion. A causa de la ruptura, y
con vuelo propio, el humor asomó en
sus films y sus personajes experimentaron un nuevo giro, el mito se
humanizó, la diosa bajó de su pedestal. Conducida por realizadores como
René Clair en Pasión fatal, Mitchell
Leisen en La gloria de todos, y Billy
Wilder en La mundana, Marlene tocó
la cuerda de la comedia, y con George
Marshall en Mujer o demonio, la de la
parodia.
A lo largo de su trayectoria filmó varias veces en Europa (Persecución,
Martin Roumagnac, Desesperación -a
las órdenes de Alfred Hitchcock-,
Sucedió en Montecarlo), pero con escasas excepciones el saldo fue mediocre.
Desde fines de los ‘50 sus shows como cantante (su repertorio abarcaba
desde clásicos de El ángel azul a temas
de protesta de Pete Seeger), que por
caso la trajeron a la Argentina en
1959, predominaron sobre su labor en
cine (Juicio en Nuremberg y El gigoló).
Su vida amatoria, tan intensa y cambiante como su carrera en el espectáculo, registra un solo casamiento formal (con el técnico de cine Rudy Sieber, de quien se separó al poco tiempo y con quien tuvo su único hijo,
una niña llamada María), y legiones
de amantes (los famosos Jean Gabin,
James Stewart y Erich María Remarque, por citar sólo tres), a los que
algunos agregan mujeres para explicar que Dietrich no conocía límites en
cuanto a tendencias sexuales.
Supo afrontar el rencor de algunos
paisanos cuando volvió a Alemania
en la posguerra (opuesta a Hitler, se
nacionalizó estadounidense en 1939),
pero a fines de los ‘70, renuente a volver a actuar, a las entrevistas y a los
honores, se recluyó en París, donde
falleció el 6 de mayo de 1992.
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