Tezcatlipoca y Shiva, breve relación entre un dios - Inicio

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Tezcatlipoca y Shiva,
breve relación entre un dios azteca y uno hindú
RODOLFO CRUZ GARCÍA
El artículo presenta una comparación entre un dios del panteón azteca y uno del panteón hinduista. Primeramente se comentan los estudios comparativos en relación a temas mesoamericanos, tanto con culturas del
continente americano, como con las de otros continentes, en específico, de la India. Se pasa después a una
revisión del concepto de “creación” en ambas culturas para continuar con una descripción de las características
principales y de los atributos de las dos deidades en cuestión. Finalmente se comparan ciertos rasgos afines
entre ambos dioses.
Los estudios comparativos entre Mesoamérica y
otras áreas culturales han considerado principalmente a grupos de la América indígena, como
pueden ser las culturas andinas u otras culturas indoamericanas, como sus objetos de comparación
más cercanos. En estos casos las realidades sociales
y materiales de los dos pueblos en cuestión se han
tomado muchas veces como base para desarrollar
explicaciones de las similitudes a nivel simbólico,
que tal vez podrían tener su origen en situaciones
históricas comparables y aún en algunos casos las
explicaciones de tipo difusionista se han hecho
presentes, con diferentes niveles de aceptación por
la comunidad académica, pero siempre como una
posibilidad real. Un caso evidente es el de las afinidades habidas en ciertos temas religiosos de algunas culturas del llamado Suroeste de los Estados
Unidos con temas mesoamericanos, en este caso
las influencias pueden rastrearse en una serie de
contactos visibles y prolongados.
Por otra parte, las comparaciones con culturas
separadas de Mesoamérica por los grandes océanos también se han hecho presentes a lo largo del
tiempo; por ejemplo, resulta notable que casi desde el inicio de la investigación moderna sobre las
antiguas culturas de México han habido investigaciones que toman a culturas del mundo asiático, como la de la India, como objeto de comparación con otras de lo que luego se definió como
Estudios Mesoamericanos
el área mesoamericana. Ya Konrad Theodor Preuss
a principios del siglo XX había comparado cantos
religiosos de los coras con otros del Rig Veda, y
más tarde Paul Kirchhoff realizó investigaciones
al respecto e interesado en el hallazgo de ciertos
paralelismos religiosos entre ambas áreas culturales, llegó a especular sobre la posibilidad de contactos transpacíficos que se harían notar en esas
creaciones culturales. La teoría difusionista ha tenido seguidores que han abordado investigaciones
al respecto1, pero la investigación académica más
rigurosa parece en este sentido corroborar la originalidad del arte y las religiones autóctonas y, si
bien existen algunas hipótesis interesantes, como
la de una probable presencia tardía de pueblos de
origen polinesio, sobre todo en el sur del continente, en realidad no han habido aportaciones genuinas mayores de grupos de fuera del continente
que hubieran influido directamente en el desarrollo de los grupos autóctonos americanos o en sus
expresiones artísticas. Las civilizaciones americanas
describen a todas luces un proceso histórico autónomo en el cual se han gestado las características
que les son propias, sin la necesidad de aportes externos que impulsaran este proceso o lo afectaran
en su desarrollo.
Pero aún sin pretender sustentar ningún tipo
de contactos o influencias de uno a otro lado, el
afán comparativista ha continuado expresándose
Nueva época, 10, enero-junio 2011
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TEZCATLIPOCA Y SHIVA, BREVE RELACIÓN
en trabajos que, ya desde la Historia del Arte, así
como desde la Historia de las Religiones, han observado similitudes entre creaciones e ideas de las
culturas mesoamericanas con formas y realidades
propias de lugares como la India.2
La validez de estos trabajos se ha planteado a
partir de la aportación que pueden otorgar al campo mismo del estudio de las religiones, por lo que
pueden brindar a un conocimiento amplio y tal
vez teórico del mismo, e incluso en la simple observación de convergencias artísticas o religiosas
pueden tener estos estudios un primer nivel de
expresión basado en el hallazgo mismo de la similitud y en los comentarios estéticos pertinentes
sobre sus modelos. Pero para llevar estos hechos a
un nivel interpretativo habría que tener en cuenta
algunos preceptos básicos del método antropológico, como lo es el de comparar solamente “lo que
es comparable”, es decir, considerar los hechos en
un contexto amplio, tomando en cuenta no solamente los aspectos religiosos, sino “el todo” de la
sociedad que los produjo y a partir de esto, destacar las similitudes cuando estas vayan más allá de
meras coincidencias aparentes y externas, sino que
puedan reflejar, tal vez, códigos semánticos o estructuras profundas de pensamiento. Así pues, deberá tomarse el conjunto de la vida social en que
se crearon los mitos o hechos de que se trate, pues
es en el entrelazado de elementos económicos, políticos y culturales donde puede hallarse una viabilidad para la comparación. A propósito del método comparativo, Yólotl González comenta:
Creo que debo recalcar que el método comparativo
es indispensable como parte de la investigación etnológica, pero siempre teniendo en cuenta dos tesis
del materialismo histórico, a saber: que las sociedades humanas son totalidades o sistemas en las que
los grupos sociales, las instituciones, las creencias, las
doctrinas están interrelacionadas y han de ser estudiadas en sus conexiones mutuas en lugar de tomarse
por separado; y, además, que las sociedades son sistemas intrínsecamente mudables, en las que se producen cambios debidos principalmente a las contradicciones y conflictos internos y el supuesto de que si
estos cambios se observan en gran número de casos
revelarán el grado de regularidad lo suficientemente
amplio como para permitir la formulación de enunciados generales sobre sus causas y consecuencias.3
En otra parte esta investigadora señala que utilizar
tal método no habría de conducir a estudiar hechos aislados sino: “una estructura en la que como
en un marco, los problemas particulares encuentren su lugar preciso y delimitado.”4
En el caso de las sociedades Mesoamericanas y la
de la India puede señalarse brevemente que, tanto
la india como la mesoamericana, son sociedades
fundamentalmente agrarias y con una marcada
diferenciación social y que, como observa González Torres, a grandes rasgos se puede dividir en un
sector de campesinos y agricultores, otro de guerreros y uno más de sacerdotes, presentándose a
partir de estos la conformación de toda una variedad de sub-grupos. En el aspecto religioso puede
señalarse que no obstante las evidentes diferencias
entre el hinduismo y las religiones mesoamericanas, se trata en ambos casos de religiones agrarias
y politeístas, con un elevado número de dioses y
diosas, muchos de los cuales aparecen de forma antropomórfica en relatos y leyendas.
No revisaremos aquí, por cuestión de espacio,
las características económicas y sociales de dichas
sociedades. Aún así creemos que podemos intentar una breve comparación entre dos dioses como
una forma de trazar algunas posibles semejanzas.
Shiva y Tezcatlipoca son sin duda dos de los dioses
principales en sus respectivos contextos. Pero antes
de abordar a cada uno es necesario comentar cuál
es el origen de la creación para ambas religiones,
pues ambos juegan en ésta un papel destacado.
En la religión hindú existe un sistema tripartito
con un dios creador, causa primordial de todo lo
existente, Brahma; un sustentador o preservador
del universo, Vishnu; y un tercero, contraparte del
anterior, que comprende un principio de inercia y
destrucción, que se personifica en Shiva. Sin embargo, en la literatura religiosa hindú se da el caso
de que lo mismo Shiva o Vishnu pueda tomar el
papel del dios creador dentro de la trimurti, la
trinidad hindú, dependiendo de la orientación
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de la fuente. Dentro de esta concepción hay otro
punto que se debe destacar y que está presente en
toda la religiosidad hindú: es la presencia de un
aspecto femenino que acompaña a cada deidad y
que se concibe como su fuerza o su poder activo,
apareciendo como consortes de los dioses. En el
caso de Brahma se describe cómo este se inventa
a sí mismo y cómo su shakti es creada también
por él, por medio de la meditación, para satisfacer
su propio deseo de reproducción. En las leyendas
y relatos míticos esta fuerza femenina personifica
a deidades que representan atributos específicos y a
las que se rinde un culto particular; así, Saraswati,
diosa de la sabiduría, sería la consorte de Brahma;
Lakshmi, se presenta como consorte de Vishnu y
diosa de la belleza y la buena fortuna, mientras
que Parvati, diosa de la montaña, es la esposa de
Shiva.5
Pasando al caso del mito cosmogónico nahua,
tenemos como creador principal a Ometeotl en el
cual existen ya de manera implícita una parte masculina, Ometecuhtli, y una femenina, Omecihuatl.
Estas dos deidades son los progenitores de otros
cuatro dioses por medio de los cuales completan
su labor de creación, pues son estos últimos los
que crean al mundo, al Sol, a la primera pareja humana, y dan origen al transcurso del tiempo. Estos
son el Tezcatlipoca rojo, llamado también Camaxtle;
el Tezcatlipoca negro, Quetzalcóatl y Huitzilopchtli,
según la Historia de los mexicanos por sus pinturas.
Es así que como primera diferencia entre el sistema hinduista y la religión nahua o azteca, tenemos
una concepción trinitaria de la creación, por una
parte, y dualista por la otra, ya que la presencia
de los cuatro dioses hijos de la pareja primordial
azteca puede verse como un desdoblamiento del
primer principio dual.
Sin embargo, es preciso resaltar que tanto en
uno como en otro sistema, como resultado de los
dos esquemas de creación resultan dos deidades
principales que adquieren un papel predominante
como actores divinos en subsecuentes relatos míticos y como objetos de un importante culto, en
cada caso. En la concepción nahua son Quetzalcóatl y Tezcatlipoca quienes presiden el mito de las
eras cosmogónicas, así como otros relatos, y llegan
a conformar ellos mismos un esquema de oposición dual con implicaciones incluso en la organización social y política. En el caso del hinduismo
son Vishnu y Shiva quienes representan por su parte las dos corrientes principales del culto hinduista, cada una con numerosas derivaciones. Puede
decirse que los creadores principales, tanto Brahma como Ometeotl, después de creada su obra, dejan a un lado su preponderancia que, en los mitos,
así como en el culto, recae con mayor fuerza sobre
todos los demás dioses. Podemos pasar ahora a revisar las características principales de nuestras dos
deidades, como lo son algunos de sus atributos o
de los relatos que describen su carácter.
Shiva, que significa “el radiante”, o “el dichoso”
es reconocido también como Girisha, “el señor de
las colinas”, Mritunjaya, “el que vence a la muerte” o Bhutesvara, “señor de los duendes”; es asimismo Yogesvara, “el señor de los yoguis”. Su esposa
es Parvati, diosa de las montañas, aunque a veces
esta es llamada con otros nombres, como Uma, o
se le concibe como consorte de otras diosas, como
lo son Durga o Kali. En sus representaciones Shiva
suele aparecer desnudo, o bien, vestido con una
piel de felino o de antílope, y frecuentemente sentado en la postura del loto. Lleva el pelo enredado en trenzas y una luna menguante en su cabeza,
además de una serpiente colgando de su hombro
o rodeando su cuello, o bien, una guirnalda de calaveras. Va cubierto de cenizas del crematorio, “las
cenizas del ascetismo”. Suele portar un tridente y
un tambor, pues es también Nataraja, señor de la
música y el baile. A veces se representa a un alacrán u otro animal ponzoñoso a su lado. Su vehículo es el toro Nandi el cual representa al concepto
del Dharma. Su morada preferida era en el monte Kailasa en los Himalayas, por donde se decía
que vagaba viviendo a la intemperie y practicando
grandes austeridades, aunque a veces aparece habitando también en la ciudad. Se dice que solía
reñir con su consorte, Parvati, pues esta lo acusaba
de amoríos con mujeres de mala reputación y de
ser fumador de hierbas. Su símbolo principal es
el linga. Como ya mencionábamos se le describe
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como “el destructor”, pues como dios de la danza
destruye el mundo después de cada ciclo cósmico
por medio de su baile tandava, además de aparecer como destructor de tres ciudades fantásticas
construidas por los asuras. Viaja acompañado de
fantasmas y duendes. Otros de sus apelativos son
Mahakala, “gran tiempo”, Bhairava, “el espantoso”, o Hara, “el raptor”.
En muchos relatos Shiva aparece como un dios
iracundo y castigador; por ejemplo, en una leyenda
se describe cómo Brahma creó a Saraswati y luego
la tomó como consorte, pero al ser ella su creación, se podía considerar también su hija, por lo
que la unión de ambos fue vista por Shiva como
un acto incestuoso, así que éste decidió cortar una
de las cabezas de Brahma. Después de esto Shiva
hubo de convertirse en un mendigo vagabundo
para así intentar expiar el pecado de haber decapitado a su creador. En otro relato Shiva corta la
cabeza de su hijo Ganesha, pues éste, a petición
de Parvati, guardaba la puerta del aposento donde
ella se bañaba, y al impedir el paso a su padre provocó su cólera y fue decapitado por él, quien luego arrepentido le colocó una cabeza de elefante.
En un relato más Shiva fulminó con el fuego interno de su tercer ojo a Kamadeva, dios del amor,
pues este interrumpía su meditación al inspirarle
un deseo apasionado por Parvati.
En otro relato Shiva bebió todo el veneno que
apareció en el momento en que los dioses batieron
el mar primordial, debido a esto su cuello adquirió
una coloración azul, por lo que se le llama Nilkanta, “cuello azul”. Una muy venerada advocación de
Shiva se conoce como Panchanana, “cinco caras”,
forma bajo la cual se le considera un médico y se le
dedican oraciones para sanar de las enfermedades.6
Shiva aparece en algunas leyendas como un
dios que actúa de manera independiente y que
enfrenta a veces a todos los otros dioses; un relato
narra cómo este dios, furioso por no haber sido
invitado al gran sacrifico de los dioses, irrumpió
en esta ceremonia y puso en fuga a la ofrenda misma, que en la forma de un ciervo fue perseguida
por el dios. En esta persecución cayó una gota de
sudor de la frente del dios, de donde surgió un ser
TEZCATLIPOCA Y SHIVA, BREVE RELACIÓN
IMAGEN 1. Shiva eliminando a un Asura
llamado Jvara, “la fiebre”, que desde ese momento deambula por la tierra. Shiva había sido injuriado por uno de los rishis reunidos en la asamblea previa a este sacrificio, quien habló diciendo:
“que aquellos que practiquen los ritos de Bhava
(otro apelativo de Shiva) sean herejes y se opongan a las verdaderas escrituras, y que, perdida su
pureza, confusos e ignorantes, con el pelo mate y
adornándose con cenizas y huesos, sobrelleven la
iniciación de Shiva en la que licores embriagantes
constituyen la divinidad.”7 Hasta aquí un breve
resumen sobre las características más sobresalientes de este dios.
Tezcatlipoca, el dios del Espejo Humeante, como
uno de los cuatro hijos de la pareja primordial, es
uno de los dioses creadores más importantes; Sa-
RODOLFO CRUZ GARCÍA
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hagún lo llama “dios principal”, Torquemada lo
considera también “el más principal de todos los
dioses” y lo llama “ánima del mundo”, son varios
los nombres y adjetivos que se le otorgan, revisemos ahora algunos de ellos.
Uno de sus nombres más comunes es titlacahuan, que significa “somos sus esclavos”; bajo su
apelativo de Yohualli Ehecatl, “noche viento”, se
expresa su característica de ser “invisible e impalpable”, apelativo que comparte con Ometeotl, el
creador dual. Se dice que Tezcatlipoca estaba en
todo lugar, que conocía los pensamientos de la
gente, además de ser quien otorga o quita prosperidad o pobreza a su antojo, sin que el hombre
pueda intervenir en su arbitrio, pues es también
Moyocoyani, “el que a sí mismo se inventa”, atributo que quiere decir: “que es todo poderoso, o
que hace todas las cosas, sin que nadie le vaya a
la mano.”8 Bajo el nombre de Necoc Yaotl, “el enemigo de ambas partes”, se le caracteriza como “el
sembrador de discordias”, y se dice que, cuando
estaba en la tierra, movía a guerras y enemistades.
Otro atributo es el de Moquequeloa, “el que se
burla”. Se le llama también Nezahualpilli, “príncipe del ayuno”. Bajo el titulo de Telpochtli, “el
joven”, presidía el Telpochcalli, “la casa de los jóvenes”, se le representaba por medio de un esclavo
joven y de apariencia intachable, que durante un
año era celebrado como encarnación de la deidad
para ser sacrificado al final de este periodo durante
la fiesta de Toxcatl. Sin embargo, Torquemada da
como interpretación de este título que con él se
representaba: “uno de los atributos de dios... dando a entender la inmutabilidad y permanencia de
dios, y que su vida no está medida con el tiempo,
antes el mismo tiempo corre con la permanencia y
eternidad de dios.”9
Algunos de los relatos en que aparece este dios
lo ubican como un detonador de acontecimientos
que conllevan caos y destrucción y que están ligados al final de una era. Es el incitador del pecado
en Tamanochan, cuando al seducir a Xochiquetzal
provoca la ruptura del árbol sagrado que comienza
a sangrar, lo que conlleva la expulsión de los dioses
a la superficie de la tierra. En el relato del fin de
Tollan, aparece de nuevo tomando múltiples formas como una serie de personajes que son siempre
agentes de gran conmoción. Como Tlacahuepan se
presenta en la forma de un ilusionista que hace bailar a un mozuelo en su mano, luego, al morir después de ser apedreado por una muchedumbre de
toltecas, nuevamente provoca la muerte de muchos
de ellos con su cadáver hediondo al ser arrastrado.
Visita a Quetzalcóatl en su ancianidad para “entregarle su cuerpo” y consigue con engaños emborracharlo para después hacerlo huir de Tollan. Como
Tohueyo se presenta como un huasteco desnudo
que anda vendiendo chiles, y que al ser observado
por la hija del rey Huemac, la enferma de deseo,
para luego tener que sanarla y desposarla, lo que
causa el encono de todos los dignatarios toltecas.
Después de las visitas del dios del Espejo Humeante a Tollan, la ciudad tolteca será abandonada
y sobrevendrá la ruina en toda la región. En otro
relato se dice que Tezcatlipoca apareció como un
habitante de Chalco que ebrio les salió al paso a
los brujos de Moctezuma que iban a ver a Cortés,
para mostrarles en una visión la próxima destrucción e incendio de la ciudad mexica.10
Dos de las advocaciones más importantes del
señor del Espejo Humeante son Huehuecoyotl y
Tepeyollohtli, el primero, el “coyote viejo”, es el
viejo dios de la danza y de la música, mientras que
Tepeyollohtli, que se traduce como “corazón del
monte”, suele representarse bajo la forma de un
jaguar y simboliza la fuerza de la tierra que se encuentra particularmente en los montes y cañadas.
En la revisión anterior hemos mencionado sólo
algunas de las características de los dos dioses, destacando los aspectos que nos parece que pueden
evocar ciertas semejanzas entre ellos. Hemos basado nuestra descripción, en ambos casos, en relatos
míticos originales y no observamos, en el caso de
Shiva, los aspectos del culto contemporáneo, pues
recordemos que, a diferencia de la religión de los
mexicas, el hinduismo es una religión viva, quizá
la más antigua del planeta al día de hoy. Nuestra
revisión es en cierta medida superficial, pues no
presenta un análisis a profundidad de los elementos que describe, ni se revisa el contexto histórico-
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TEZCATLIPOCA Y SHIVA, BREVE RELACIÓN
IMAGEN 2. Tezcatlipoca, códice Borgia, lámina 17
social. Aún así creemos que puede ser útil para
observar ciertos puntos en común a nivel general.
Ahora señalaremos cuáles pueden ser algunos de
estos rasgos comunes para comentarlos brevemente.
En el relato cosmogónico destaca primeramente el papel que tienen ambos dioses como agentes
destructores en una relación con el fin de periodos de tiempo y con las eras cosmogónicas por
extensión. Shiva se concibe como el destructor en
el esquema hindú de creación del universo, sistema tripartito, concebido como una creación
que es sustentada en su existencia por Vishnu y que
se destruye al final de cada ciclo cósmico por el
baile Tandava de Shiva como Nataraja, dios de la
danza. Tezcatlipoca, por su parte, es el principal
agente de destrucción de Tollan; este dios conforma además uno de los ejes del mito de las eras, en
la que se disputa con su hermano Quetzalcóatl la
creación y destrucción de los soles que presiden
a cada era. Ambos dioses tienen un carácter destructivo en relación a una idea del tiempo cíclico;
puede verse asimismo un cierto carácter punitivo;
en el caso de Shiva éste se muestra con una carga
moral más señalada que se observa, por ejemplo,
cuando corta la cabeza de Brahma para castigar su
acto incestuoso. Por su parte, en el caso del Espejo Humeante su papel en algunos relatos se define
más como culpable que como castigador, como es
evidente en el caso del mito de Tamoanchan. En
Shiva encontramos un aspecto culpable pero que
en su caso aparece como una carga moral sobre sí
mismo, pues suele arrepentirse de sus arrebatados
actos para luego buscar la forma de expiarlos. Por
otra parte, a Tezcatlipoca, como un dios castigador,
se le dedican rezos para que castigue y elimine a los
gobernantes cuando estos no sepan cómo servir a
su pueblo.
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En ambos casos el aspecto destructivo se presenta en relación con el concepto del tiempo;
ambos dioses son en sus respectivos contextos
representantes del tiempo que concluye. Como
Mahakala, Shiva, “el gran tiempo”, es también
“la gran muerte”, la luna menguante en su cabeza es sin duda una unidad de medida del tiempo
y símbolo del origen del calendario. Tezcatlipoca
presenta también relaciones evidentes con el concepto del tiempo. La relación Tezcatlipoca-Luna
ha sido estudiada por Michel Graulich, quien destaca sobre todo su aspecto de deidad nocturna en
oposición a Quetzalcoatl-Sol. En cuanto a su relación con el tiempo se puede observar la imagen
de Tezcatlipoca en la lámina 17 del códice Borgia,
así como en la última lámina del Fejervary Mayer;
en ambas láminas el dios aparece rodeado por los
signos del tonalpohualli, el calendario adivinatorio,
presidiendo “la cuenta de los destinos”, como patrono del Tonalpohualli o “señor del destino”. En
el caso del códice Fejervary Meyer, libro que Miguel León-Portilla ha interpetado como el “Tonalamatl de los pochtecas”, destaca que Tezcatlipoca
sea quien cierre esta obra, y que sea Yacatechutli,
patrono de los pochtecas, quien la inaugure, pues,
tratándose quizá de la representación arquetípica
del año para el grupo de los comerciantes, nuevamente Tezcatlipoca está presente al final para concluir otro periodo de tiempo, el del año. Esta relación de Tezcatlipoca con los periodos de tiempo
que concluyen es señalada por Guilhem Olivier
quien lo califica como “el dios que revela el destino funesto de los seres y de las eras.”11 La diferencia primordial con Shiva sería que en el caso de
éste es el universo entero el que llega a su fin por
medio de su baile; en el caso de Tezcatlipoca se trata de eras que se miden en una escala o dimensión
temporal mítico-histórica.
En un artículo en que presenta las relaciones
que se establecen entre Tezcatlipoca y los finales
de era, como un dios culpable o incitador de una
transgresión, Olivier relaciona a este dios con varios personajes que aparecen en momentos precisos para anunciar un cambio en el sentido histórico del tiempo, el fin de una era. Uno de estos
personajes es el jefe huasteco causante de la salida
de este pueblo del mítico paraíso de Tamoanchan,
acusado de emborracharse y de exhibirse públicamente sin el taparrabos; según expone Olivier
este huasteco puede identificarse con Tezcatlipoca
a través de sus relaciones con la desnudez y con la
embriaguez como transgresiones. En este sentido
se recuerda también la identificación del Espejo
Humeante como Tohueyo, el otro huasteco que
aparece desnudo en el mercado de Tollan y que no
es más que el mismo Tezcatlipoca en otro de sus
disfraces. Esta relación de Tezcatlipoca como huasteco resulta interesante. Las identificaciones de los
huastecos con una sensualidad abierta son frecuentes, en el códice Borbónico aparecen personajes con
grandes falos postizos y portando gorros cónicos
típicamente huastecos. Esta apreciación tendría al
menos parte de sus fundamentos en el culto fálico que era sin duda un elemento importante de
la religiosidad de los huastecos. Por otra parte, la
relación de Tezcatlipoca con el sexo se halla en su
advocación de Huehuecoyotl, deidad con evidentes
connotaciones lúbricas; no olvidemos que el coyote es una de las formas que el numen utiliza para
seducir a Xochiquetzal. Destaca el hecho de que,
no obstante el carácter seductor de Tezcatlipoca, en
este caso en su advocación de Huehuecoyotl, otra
de sus advocaciones es la de “príncipe ayunador”,
en la figura de Nezahualpilli.
Con respecto a Shiva podemos comentar que
el culto fálico se le asocia con el linga como una
de las figuras principales que lo representan. Si
bien el linga tiene un evidente simbolismo de fertilidad, es a la vez para los devotos consagrados a
este dios, símbolo del poder de contención; en ese
sentido Shiva es Digambara, “el desnudo”, lo mismo que es Yogesvara, “el señor de los ascetas”. No
obstante Shiva aparece también en algunos relatos
como una deidad de la que se menciona que tenía amantes y otras relaciones ilícitas fuera de su
unión con Parvati.
Si bien una relación directa más evidente entre el numen azteca y el culto fálico es difícil de
afirmar, su papel como seductor en distintos mitos
y el aspecto claramente lúbrico del viejo dios de
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TEZCATLIPOCA Y SHIVA, BREVE RELACIÓN
la danza nos lleva a plantear otro aspecto en que
estos dos dioses podrían tener una semejanza, la
música.
Huehuecoyotl es descrito como dios del baile y
de la música. Las implicaciones de este arte con el
ritual y la religiosidad de los aztecas no se limitan
al culto a un dios, sino que sin duda se extienden
a una gran parte del culto religioso. La música habría estado probablemente implicada en la actividad religiosa en general afectando quizá al panteón
en su conjunto y a la mayoría de las festividades.
Sin embargo, en relación a Tezcatlipoca existe un
elemento más que se puede mencionar en relación
a la música, se trata de la representación del Telpochtli por medio de un esclavo joven que era educado como el dios en persona, llevando la vida de
un príncipe, parte de la cual consistía en una instrucción musical; “el joven” paseaba por la ciudad
mientras tañía las flautas; al cabo de un año este
representante del dios iba rompiendo una a una
sus flautas mientras ascendía a la pirámide para ser
sacrificado, simbolizando tal vez con este gesto al
tiempo que concluye.
Como en el caso de Nataraja, la música nuevamente tiene una relación con el tiempo, como una
forma elemental de medir su transcurrir, pero al
mismo tiempo, a través de la danza, como la forma ritual más fundamental para percibir de manera colectiva un sentido trascendente del tiempo,
la música es una forma en la que el hombre se relaciona y experimenta con el sentido del tiempo,
quizá también a esto se deba la calidad de anciano
del viejo coyote de la danza.
Si bien hemos podido tal vez trazar ciertas semejanzas entre ambos dioses, estas se presentan
sin duda a un nivel general. No insistiremos en
las diferencias que se podrían enumerar entre ambos dioses, así como entre ambas religiones. Es
quizá en un nivel elemental donde hemos podido en este caso encontrar algunas convergencias
simbólicas, como son el carácter destructivo que
comparten ambos númenes y sus relaciones con
el concepto del tiempo y con la música, y a partir
de esto, algunos otros aspectos comunes a ambos,
como son sus relaciones con el sexo tanto como
fuente de placer, como en cuanto a un sentido de
contención y sublimación. Todos estos aspectos
parecen tener su punto convergente en una estructura dualista en la que los conceptos participan de
un pensamiento en el que los opuestos fundamentales buscan integrarse en figuras que los explican
de forma complementaria y nunca excluyente.
La división que estas dos deidades mantienen
con sus contrapartes, Vishnu y Quetzalcóatl, es en
sí una expresión dualista en la que se representa a
la divinidad conformada por un aspecto más señaladamente creativo, y otro más bien caótico y destructivo, y en esta medida como un símbolo de un
transcurrir del tiempo cíclico. De igual manera,
otros conceptos fundamentales como eternidad/
destrucción, placer/contención, culpa/castigo, se
agrupan de manera simbólica en dos figuras en las
que los aspectos opuestos dialogan y mediatizan
las realidades humanas y divinas. El campo conceptual en que esta forma de organizar la realidad
se hace presente debería ser entonces el siguiente
paso en una comparación religiosa, pues, como ya
señalábamos al principio, una estructura semejante puede indicar una historicidad semejante, o al
menos la posibilidad de otras convergencias simbólicas.
Notas
Algunos de los autores que sostienen la existencia de
contactos transpacíficos son: Gordon Ekholm, Robert
Heine Geldern, Gordon Wittaker, Walter Krieckberg y
Michael Xiu.
2
Pueden mencionarse estudios como los de Marja
Ludwika Jaroka o de Yólotl González Torres sobre deidades del panteón hindú y del mexica.
3
Yólotl González Torres, “Método comparativo en
el estudio de las religiones”, p. 119.
4
González Torres, “Taxonomía religiosa mesoamericana”, p. 46.
5
Wendy Doniger O’Flaherty, Mitos hindúes, p. 128.
6
Stella Kramrisch, Manifestations of Shiva, p. 211.
7
W.J. Wilkins, Mitología Hindú Védica y Puránica,
p. 204.
8
“Historia de los mexicanos por sus pinturas”, p. 24.
1
RODOLFO CRUZ GARCÍA
103
Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana, p. 71.
Guilhem Olivier, Tezcatlipoca, burlas y metamorfosis de un dios azteca, p. 287.
11
Guilhem Olivier, “Entre transgresión y renacimiento, el papel de la ebriedad en los mitos del México
antiguo”, p. 107.
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9
10
Bibliografía
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