Una nueva metodología a la hora de abordar el estudio de las plataformas carbonatadas Un estudio iniciado hace ya veinte años sobre los afloramientos del mioceno en Llucmajor y en el sur de Menorca ha sentado las bases para un acercamiento genético al conocimiento de los sistemas sedimentarios Palabras clave: carbonatos, plataformas, arquitectura de las facies. Keywords: carbonates, platforms, facies architecture. Es indudable que el acceso a la información genética de las especies, tanto a través del estudio de su traducción en aminoácidos y proteínas, como del estudio de la cadena misma de nucleótidos, ha provocado una revolución en la sistemática y la taxonomía. Aunque desde El origen de las especies de Charles Darwin, los biólogos, para decirlo de alguna manera, se acostumbraron a tener presente el aspecto evolutivo a la hora de diferenciar unas especies de otras, las características morfológicas, etológicas, ecológicas, bioquímicas, etc., utilizadas para la clasificación de animales y plantas no dejaban de ser un mero reflejo, una sombra proyectada. No fue hasta la utilización de técnicas genética cuando la sistemática pudo disponer de instrumentos más seguros a la hora de establecer el parentesco entre distintos taxones y, más aún, a la hora de lanzar hipótesis coherentes acerca de la génesis de los géneros y de las familias; en una palabra, a la hora de reconstruir los caminos evolutivos que desembocaron en la actual diversidad de formas de vida. Esto que parece tan evidente: definir un ser vivo sobre la base de su historia evolutiva, rememorar su filogenia, ha desvelado muchos errores anteriores, sobre todo no pocas analogías (procesos de convergencia) que habían sido interpretadas como homologías (parentescos reales). Pero, ¿qué pasa si en lugar de seres vivos nos enfrentamos al estudio de determinadas rocas sedimentarias, cuya génesis, como su nombre indica, está ligada a la acumulación de sedimentos? Más aún, cuando nos enfrentamos al estudio de ecosistemas fosilizados. Este es precisamente el caso de las plataformas carbonatadas (zonas marginales de los continentes cubiertas por aguas marinas, que se extienden desde la línea de costa hasta mar adentro) y del objeto principal del proyectos de investigación: Análisis comparativo entre plataformas carbonatadas; la arquitectura de facies en función de los cambios de producción de sedimento y acomodación, llevado a cabo por el doctor Lluís Pomar del Departamento de Ciències de la Terra de la UIB en colaboración con investigadores de la Universitat de Barcelona y financiado por el Gobierno español. Como también lo es del proyecto Stratigraphic and Diagenetic Models of the Upper Miocene Ref. Complex Llucmajor Platform, Mallorca, Spain, financiado hace algunos años por la Shell Research BV de Holanda y la Shell Internacional. Ambos proyectos son dirigidos por el catedrático y actual director del Departament de Ciències de la Terra de la UIB, doctor Lluís Pomar Gomà, quien dirige además otros proyectos en curso en colaboración con la Universidad Libre de Ámsterdam, la Universidad de Tecnología de Delft (Holanda) y el Geologisches Institut de la Universidad de Hannover. Hasta finales del siglo pasado, es decir hasta hace dos día como quien dice, el estudio de las plataformas carbonatadas se basaba en un conjunto de criterios de clasificación muy semejantes a aquellos que hemos comentado más arriba cuando nos referíamos a la sistemática biológica basada en rasgos de carácter morfológico. Una clasificación hecha sobre estas bases ha dado como consecuencia una cantidad ingente de modelos (sobre todo si se añade que muchos autores adoptan distintos criterios de clasificación); modelos basados en la distribución de las facies, que, cuando no constriñen y obligan a introducir con calzador nuevos casos bajo una misma denominación, se demuestran inservibles, incapaces de representarse más que a si mismos. Es lógico que se haya producido así si consideramos la querencia del ser humano a establecer modelos que compartimenten una realidad que es continua y la necesidad de establecer también pautas de predicción en base a esos modelos. Pero aun siendo lógico este modo de proceder y, en apariencia, ser ahorrador, en realidad se trata de un comportamiento poco efectivo y lleno de inexactitudes. Las clasificaciones llevadas a cabo sobre plataformas carbonatadas no han provocado sino una serie de predicciones que si no han sido erróneas, al menos han sido muy arriesgadas y las consecuencias pueden resultar muy caras. El rasgo esencial de la línea de investigación capitaneada por el doctor Lluís Pomar es precisamente el punto y aparte que supone respecto al proceder anterior; un punto y aparte que reclama reflexión y no fórmulas mágicas; una propuesta, en fin, metodológica; un camino para obtener la clave que caso por caso nos permita hacer predicciones. La importancia de la propuesta reside en su sencillez, pero lo más sencillo es a veces lo más difícil de observar. El enfoque genético El enfoque genético propuesto por el doctor Pomar se basa en considerar la plataforma carbonatada como el resultado de un proceso en el que han intervenido factores bióticos, físicos, químicos, mecánicos, y teniendo en cuenta la relación entre todos ellos. Se trata de tener presentes todos esos factores con el objetivo de saber “cómo funcionaban” los ecosistemas que dieron lugar a los distintos perfiles deposicionales y a una determinada distribución de las facies en una plataforma carbonatada. Se trata, en realidad, de hacer paleoecología para poder comprender cómo y por qué nos encontramos con un determinado perfil y no con otro. Intentemos pensar, entonces, en términos ecológicos, en función de los ecosistemas existentes, aunque esos ecosistemas nos sitúen en el Mioceno Superior. La producción de sedimentos dependerá siempre de los sistemas biológicos, por tanto de la penetración de la luz y de la profundidad. También de los nutrientes, de la salinidad, de la temperatura, del oxígeno disuelto, del régimen hidrodinámico, etc. La distribución de los sedimentos originados por la biota dependerá de la medida y de la densidad de los bioclastos y de la energía hidrodinámica. Pero, además, será necesario tener en cuenta la actividad de concreción y cimentación de sedimentos por parte de algunas especies (corales, algas coralináceas, esponjas, briozoos, etc.). Finalmente los sedimentos podrán influir sobre animales y plantas y estos sobre la producción de carbonatos. De lo que ocurriera en cada momento en aquellos ecosistemas, dependerá lo que haya quedado “escrito” en el perfil de deposición y en cada facies. Dicho de otra forma, un perfil y una facies corresponden punto por punto a un conjunto muy concreto de condiciones batimétricas, biológicas, climatológicas… Sólo integrando todas esas condiciones obtendremos un conjunto de datos que nos definirán por si mismos lo que “ocurrió” y nos ha quedado “escrito” en la roca sedimentaria. La segunda y tercera fase del proyecto deben ser, primero, el estudio de los procesos diagenéticos posteriores a la sedimentación (conjunto de cambios fisicoquímicos de los sedimentos hasta la formación de una roca coherente) y, segundo, la comparación de la historia genética y diagenética de la plataforma con los perfiles sísmicos que se obtengan. Sólo así se podrán correlacionar datos sobre las propiedades reales del subsuelo con los resultados arrojados por las sondas. Esta aplicación de la metodología propuesta por el equipo del doctor Lluís Pomar es de gran importancia con vista a la extracción de fluidos en las plataformas carbonatadas (agua, gas, petróleo) porque permite una predicción más exacta de las características de los depósitos minimizando los riesgos de la extracción. Pensemos, por ejemplo, que una extracción de petróleo que no parta de unos mínimos de seguridad sobre las condiciones del depósito y de las características de la roca (porosidad, permeabilidad…) que lo envuelven, puede resultar nefasta y perjudicar el yacimiento, por ejemplo, provocando la intrusión de agua subyacente en el petróleo. La investigación que empezó hace ya veinte años con el estudio de las plataformas carbonatadas del Mioceno Superior en las Illes Balears, concretamente en Llucmajor y en el sur de Menorca, se ha transformado en el fundamento de una nueva metodología a la hora de abordar el estudio de estos ecosistemas fosilizados, una metodología que necesita de la integración de muchos factores, que rechaza la simplicidad de estereotipos basados en criterios puramente morfológicos, que necesita un mayor esfuerzo en la obtención de datos, pero que posibilita una caracterización mucho más exacta y, por tanto, es un instrumento mucho más adecuado para la predicción.