Protección pulmonar: ¿Hacemos nuestro mayor esfuerzo? Por: Lic. A. Suárez Rivero, Perfusionista Cardiovascular. Dra. N. Sánchez Torres, Especialista I grado Cardiología. La disfunción pulmonar es una de las complicaciones más frecuentemente observada en el postoperatorio de la cirugía cardiovascular con circulación extracorpórea (CEC). Y aunque la evidencia todavía es controversial acerca de si la CEC es responsable del 100% de las complicaciones pulmonares, los estudios comparativos (con y sin bomba) han demostrado una atenuación en la intensidad de manifestación del síndrome de respuesta inflamatoria (SRI) en los casos intervenidos sin CEC. La forma de presentación, de la disfunción pulmonar, varía desde la disnea leve postoperatoria hasta el florido síndrome de distrés respiratorio del adulto, manifestaciones estas presentes en el 2% de los pacientes operados con el empleo de CEC. La presencia de esta última entidad acarrea por si misma una mortalidad del 50%1. A esto sumamos que, de todos los pacientes sometidos a cirugía cardíaca, que en el postoperatorio requieren ventilación mecánica por más 48 horas, el 20% son aquellos en los que se ha empleado CEC 2. El objetivo primordial de la CEC es garantizar la perfusión de todos los órganos a la vez que permite la creación de las condiciones idóneas en el campo quirúrgico para el abordaje de las diversas patologías cardiovasculares. Ahora bien, en el caso del pulmón, ¿cuales son las condiciones a las que se encuentra sometido durante la CEC y cuales los mecanismos de daño? Durante la CEC, en primer lugar, los pulmones se dejan sin ventilar para favorecer el campo quirúrgico. Esto conlleva la formación de atelectasias generalizadas y la acumulación de secreciones, agravadas por las retracciones quirúrgicas. La reducción del tiempo de apnea, e intercalar ventilaciones manuales cuando lo permita la cirugía son de las medidas más frecuentes adoptadas por los equipos quirúrgicos, otras un poco más avanzadas incluyen el empleo de presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) durante la CEC3,4. Por otra parte la circulación a través de la arteria pulmonar se interrumpe, en los casos en los que se instaura un bypass total, o se encuentra severamente afectada, en los casos en que se establece un bypass parcial. Durante la CEC la única circulación remanente es la llevada al pulmón a través de las arterias bronquiales. Ahora si tomamos en cuenta que durante la CEC el empleo de hipotermia y de flujo CIRCULACIÓN PULMONAR Las arterias pulmonares originadas en el tronco de la arteria pulmonar, conducen sangre poco oxigenada del ventrículo derecho para su oxigenación en el pulmón. Sus ramas terminales se dividen en capilares alrededor de los bronquios. Por otra parte están las arterias bronquiales que son vasos muy finos que circulan por la cara posterior de los bronquios principales y perfunden el tejido conjuntivo del árbol bronquial. Estas pequeñas arterias se originan generalmente de un tronco único en la porción superior de la aorta torácica. En los bronquios terminales se establece un doble sistema de anastomosis: a) b) Arterio-venosas, entre arteriolas pulmonares y vénulas pulmonares. Arterio-arteriales, entre las arteriolas bronquiales y las arteriolas pulmonares. El primero de estos sistemas permite reducir el flujo de sangre hacia territorios pulmonares que se encuentran mal ventilados, al derivar el flujo hacia las vénulas a expensas del incremento del shunt intrapulmonar. Este es el llamado reflejo vasoconstrictor hipóxico pulmonar. El segundo sistema garantiza el aporte de sangre oxigenada a los alveolos, pues las arteriolas bronquiales no irrigan más allá de los bronquiolos terminales. El paso de sangre de las arteriolas bronquiales a las pulmonares esta condicionado por la mayor presión que existe en el sistema de las bronquiales dependiente de la aorta. Sitio Cubano de Cirugía Cardiovascular www.cardiocirugia.sld.cu Protección pulmonar: ¿Hacemos nuestro mayor esfuerzo? A. Suárez, N. Sánchez lineal, no pulsátil, así como la no ventilación, conllevan un aumento de las resistencias vasculares pulmonares y una disminución del flujo de las arterias bronquiales5. Tendremos como resultado final un pulmón mal perfundido y poco protegido durante la circulación extracorpórea. Sin embargo la isquemia relativa es responsable sólo de una parte del daño pulmonar, la reperfusión promueve la liberación de radicales libres y la destrucción celular6. El secuestro pulmonar extenso de plaquetas y neutrófilos, secundario a la ausencia de flujo pulmonar y la interacción de estos últimos con el endotelio son otros de los factores aislados como causa de daño pulmonar7,8. La perfusión pulmonar (continua o intermitente) durante la CEC es una medida que ha ganado terreno últimamente y el término neumoplejia es ya aceptado y empleado por varios equipos en el mundo. Aunque el mantenimiento de la perfusión pulmonar durante la CEC continúa siendo controversial existe cierta evidencia acerca del beneficio del empleo de esta técnica. Diversos métodos se han empleado tanto en modelos experimentales animales y en humanos. En modelos animales, Liu y colegas reportaron el uso de una solución hipotérmica antinflamatoria compuesta por Glucosa 5%, Insulina 8 U/L, Na2HPO4 (6.4 g/L), NaH2PO4 (0.6 g/L), KCl (1.5 g/L), Manitol (2.5 g/L), Dextran de bajo peso molecular (30 g/L), Anisodamina (60 mg/L; Minsheng pharmaceuticals Corp, Hangzhou, China), L-Arginine (2.5 g/L; Gibco, Lifetechnologies, Rockville, MD, USA), Aprotinin (1,000,000 KIU/L; Trasylol, Bayer, Leverkusen, Germany), el pH fue de 7.4 con un contenido de sodio de 157 mEq/L y de potasio de 30 mEq/L. La infusión de la solución se realizó en el grupo de estudio a través de la arteria pulmonar, una vez realizada la parada cardíaca, a una temperatura de 4ºC y una presión de 40 cm de H2O empleando el método de infusión por gravedad. Se infundió un volumen inicial de 300 mL y luego 150 mL cada 30 minutos. En el grupo control se empleó el mismo protocolo pero usando Ringer Lactato como solución protectora. El estudio mostró que la actividad de esta solución puede ayudar a prevenir el daño pulmonar al obtenerse mejores resultados en las mediciones histológicas y de función pulmonar en el grupo de estudio9. La técnica del bypass bilateral sin el uso de un oxigenador y con el empleo de hipotermia profunda y parada circulatoria fue introducida por Drew y Anderson (DA) en el año 1959. A pesar de que en algunos reportes el método probó ser exitoso en la práctica clínica, el rápido desarrollo de los materiales y los oxigenadores han frenado su popularidad10,11. En otro modelo animal propuesto por Mendler y colaboradores este procedimiento mostró una disminución, con respecto al grupo control, de la presión pico en la vía aérea y del agua pulmonar extravascular (EVLW) con la consiguiente mejoría en la compliance pulmonar y la disminución de las resistencias vasculares pulmonares post-bypass. Mejorías significativas en la relación PaO2/FiO2 fueron también registradas, así como un menor conteo leucocitario12. En humanos, Richter y colegas diseñaron un estudio prospectivo aleatorio randomizado en el que incluyeron una población de 30 pacientes dividida en dos grupos de 15 sujetos; que fueron sometidos a cirugía de revascularización miocárdica. En un grupo se empleó la técnica de CEC convencional y en el otro se empleó la técnica de DA sin hipotermia profunda. Se canuló la aorta, se colocó una cánula de doble paso en la aurícula derecha y hasta la luz distal que se hizo avanzar hacia la vena cava inferior. El tronco de la arteria pulmonar se canuló a 2 cm de la Sitio Cubano de Cirugía Cardiovascular www.cardiocirugia.sld.cu Protección pulmonar: ¿Hacemos nuestro mayor esfuerzo? A. Suárez, N. Sánchez válvula pulmonar, con una cánula reforzada con alambre calibre 24 Fr. El bypass derecho fue iniciado y una cánula 28-34 Fr fue insertada en la aurícula izquierda empleado una sutura en bolsa de señora reforzada con teflón en el punto de unión de la vena pulmonar superior derecha. Se inició el bypass izquierdo y el paciente fue enfriado a 30-32 ºC. Para el ensamblado del circuito se emplearon dos reservorios colapsables (Venocard, Dideco) para cada lado de la circulación, los mismo estaban interconectados mediante una línea (shunt), que permaneció cerrada durante la CEC excepto cuando fue necesario balancear los niveles de ambos reservorios. Se conectó un intercambiador térmico en el circuito izquierdo. Los volúmenes de cebado fueron similares entre ambos grupos. Se emplearon dos bombas de rodillos StockerShiley manteniéndose un flujo derecho superior al izquierdo en un valor de entre 0.2 – 0.3 L/min. La ventilación pulmonar se mantuvo durante toda la CEC, disminuyéndose en la medida que lo hacía la temperatura. Entre los resultados del estudio se encontraron una disminución de la IL-6 y la IL-8 en el grupo de DA. Los parámetros de intercambio gaseoso fueron más favorables al grupo DA con valores de PaO2 mayores así como menor shunt intrapulmonar. Los tiempos de estadía en UCIQ y los requerimientos de ventilación mecánica fueron significativamente menores en este propio grupo13. En otro estudio más reciente, De Santo y colegas emplearon la perfusión pulmonar continua durante la reparación de disecciones aórticas agudas tipo A (Stanford). Se realizó un estudio prospectivo en el que se agrupó una población de 22 pacientes que fueron divididos en dos grupos de 11 pacientes, asignándose alternativamente a uno u otro grupo. En ambos grupos, A y B, se dispuso de un circuito de CEC convencional, con una bomba de rodillos y oxigenador de membranas de fibra hueca de polipropileno. La canulación inicial se realizó por vía femoral y se procedió a la inducción de hipotermia profunda con una temperatura diana rectal de 18 ºC. Se canuló la vena cava superior y la perfusión cerebral retrógrada fue iniciada a flujos de 200 - 350 mL/m2, ajustados para mantener una presión de 20 mmHg en la vena yugular interna. Durante la parada circulatoria total con el empleo de hipotermia profunda (PCTHP), solo a los pacientes del grupo B, se les realizó la técnica de perfusión pulmonar continua. Para ello se usó sangre oxigenada a flujos de 300 ml/m2/min, infundida a través de una cánula 24 Fr colocada en el tronco de la arteria pulmonar. El drenaje se realizó mediante la colocación de otra cánula 18 Fr en la aurícula izquierda. En ninguno de los dos grupos se mantuvo la ventilación pulmonar durante el período de CEC, pero si se empleó una presión positiva al final de la espiración (PEEP) de 10 cmH2O durante todo el procedimiento. Entre los resultado de este estudio hallamos una recuperación más rápida de la relación PaO2/FiO2 en el grupo B, existiendo una diferencia significativa a partir de la cuarta hora posterior a la finalización de la CEC, acentuándose la misma hasta las 72 horas posteriores a la cirugía. Los requerimientos de ventilación mecánica también fueron menores en el grupo en que se empleo perfusión pulmonar (29.7 ± 12.7 horas) con respecto a los pacientes en que no se usó (61.1 ± 10.6 horas) 14. Se asignó un puntaje a los Rayos X de Tórax, empleando la escala propuesta por Murray y colaboradores15 y mediante el empleo de un radiólogo cegado al estudio. Los puntajes asignados fueron de 1.8 ± 0.78 y 0.81 ± 0.75, para el grupo A y B respectivamente. Esta diferencia fue estadísticamente significativa. Sitio Cubano de Cirugía Cardiovascular www.cardiocirugia.sld.cu Protección pulmonar: ¿Hacemos nuestro mayor esfuerzo? A. Suárez, N. Sánchez La perfusión pulmonar durante la circulación extracorpórea con el empleo de ventilación mecánica, CPAP o PEEP, parece ser ventajosa como medida de protección pulmonar durante la cirugía cardíaca con CEC, tanto en modelos animales como humanos. Sin embargo la técnica, un tanto más complicada, del bypass biventricular, que apuesta por la eliminación del oxigenador como superficie de contacto y el mantenimiento de flujos pulmonares más fisiológicos parecen no estar del todo justificadas. La colocación de dos cánulas suplementarias de tamaño suficiente para soportar los flujos pulmonares propuestos, con la consiguiente agresión miocárdica y entorpecimiento del campo quirúrgico, puede ser uno de los factores en contra. Por otra parte, la aplicación limitada a cirugías cardíacas cerradas, debido al alto riesgo de embolización en las abiertas, bien podría constituir el otro. El desarrollo actual de las sustancias más biocompatibles para recubrimiento de superficies tanto para oxigenadores, como circuitos, han desplazado en la actualidad a los oxigenadores como causa más importante o primaria de síndrome de respuesta inflamatoria y daño pulmonar. Sitio Cubano de Cirugía Cardiovascular www.cardiocirugia.sld.cu Protección pulmonar: ¿Hacemos nuestro mayor esfuerzo? A. Suárez, N. Sánchez BIBLIOGRAFÍA 1. Stephen C Clark. Lung injury after cardiopulmonary bypass. Perfusion 2006; 21: 225-228. 2. Taggart DP. Respiratory dysfunction after uncomplicated cardiopulmonary bypass [see comment]. Ann Thorac Surg 1993; 56(5): 1123-28. 3. 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