la insoportable suciedad del ser

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excretora no dejará de sorprenderse ante las diferencias existentes. A lo
largo de la Historia los hombres hemos manifestado una clara y cada
LA INSOPORTABLE SUCIEDAD DEL SER
vez más marcada tendencia a distanciarnos de nuestros excrementos.
Casi podría afirmarse que ese proceso evolutivo pomposamente
Casi todos los mamíferos utilizan excrementos, parásitos y otras
llamado "civilización"
ha consistido en un progresivo alejamiento de
suciedades para establecer algunos de los fundamentos básicos de su
estas funciones vitales. Desde los pozos negros, hasta las bacinillas, los
convivencia. La orina y las heces, como manifestación nítida de su olor
orinales y las tazas de water nos hemos esforzado en inventar una
corporal, dotan al animal de identidad y lo hacen reconocible dentro del
variada gama de utensilios que facilitan la rápida desaparición de la vil
grupo. Estas mismas sustancias son empleadas para marcar el territorio
materia. Para eliminarla o, al menos, para perderla de vista hemos
o, como contrapartida, para señalar la voluntad de invadir o de desafiar
construido sumideros, complejas redes de cloacas y desagües y hemos
al enemigo. Otras emanaciones anatómicas también cumplen funciones
culminado provisionalmente esta carrera aseptizadora construyendo
de primer orden e indican, entre otras cosas, el celo de algunas
esas secretas catedrales de porcelana y azulejos a las que solemos
hembras y los períodos de apareamiento. Los primates han hecho del
referirnos empleando términos eufemísticos. Llamamos al lugar "cuarto
despioje y del aseo una auténtica ceremonia que sirve para reforzar la
de baño", decimos que contiene elementos "sanitarios", dentro de él
posición jerárquica, propiciar la cohesión del clan y crear vínculos entre
utilizamos papel "higiénico" y, en el colmo de la contradicción, llamamos
algunos individuos. Podríamos ir aún más lejos y mencionar el papel de
"inodoro" al objeto que lo preside. De esta manera lo que para los
plastas y boñigas en el ciclo vital, su importancia para algunos insectos
animales es mucho más que una mera liberación fisiológica funcionando
como los escarabajos o la extraña propensión de ciertas aves a engullir
como signo por medio del cual el individuo se afirma, se convierte para
las deyecciones de sus crías. Pero baste lo dicho para comprobar que,
nosotros en desecho, en actividad vergonzosa, negativa y, como
en el comportamiento de un gran número de especies, el excremento,
consecuencia, negada o, al menos, ocultada. En definitiva, lo que para
el olor corporal y la suciedad cumplen un papel altamente funcional y,
los animales es marca, para nosotros es vacío o, lo que es lo mismo,
en ocasiones, ritual.
producto destinado a la evacuación.
¿Cómo hemos llegado a adoptar comportamientos tan opuestos a los
Cualquiera que compare estas prácticas animales con las relaciones
que son habituales en otras especies? ¿Cuáles han sido los
que nosotros mantenemos con los productos de nuestra actividad
mecanismos que nos han llevado a renunciar a nuestras elaboraciones
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más personales? ¿Por qué lo que fabricamos con tan complejas
sarro, las legañas, el cerumen o cualquier otra secreción -dejando
intervenciones de nuestro organismo y constituye una prueba palpable
aparte las genitales que, obviamente, están cargadas de connotaciones
de salud tan sólo nos provoca asco? Curiosamente, como si fuera
distintas-. Hoy en día el mal aliento, el olor a pies o la caspa pueden
natural un proceso tan antinatural, apenas nos paramos a pensar en
suponer la ruina profesional, incluso personal, de un individuo. Se ha
ello. Se pueden sin embargo aventurar algunas explicaciones. Desde un
llegado a tal punto que para algunos resulta reprobable quien no cumple
punto de vista antropológico se podría decir que, a lo largo de nuestra
con la sagrada obligación de la ducha diaria. Estas normas de
evolución, hemos conseguido suplir con eficacia las funciones que los
convivencia, no escritas pero de cruel vigencia, rechazan "lo sucio" e
excrementos cumplen para los animales. Somos una especie muy
identifican lo correcto con lo aseado y, lo que es más, establecen una
diferenciada fisionómicamente, de manera que no necesitamos recurrir
inexplicable ecuación entre lo limpio y lo bello, incluso entre lo limpio y
a
hemos
lo bueno. Una prueba indiscutible se encuentra en la estrecha relación
desarrollado un amplio muestrario de instrumentos y actitudes para
que muchas religiones establecen entre el pecado y la mancha. Casi
marcar nuestros respectivos territorios. Pero, aún en el supuesto de que
todos los ritos pretenden cumplir una función purificadora y abundan las
los excrementos hubieran perdido totalmente su función, eso no
figuras míticas de carácter inmaculado. Desde todos los puntos de vista
explicaría ese rechazo tan radical que nos pone al borde de la náusea
la porquería resulta condenable y el sucio acaba yendo al infierno.
señales
olfativas
para
identificarnos.
Por
otra
parte
por el mero hecho de mencionarlos.
La parcialidad de todas estas explicaciones permite aventurar otras
Algunos justificarán estos comportamientos como una saludable
hipótesis que aclaren una entrega tan compulsiva al agua, al jabón y al
reacción profiláctica. Al fin y al cabo deposiciones y excreciones pueden
frote. El alejamiento de lo excrementicio podría interpretarse como la
ser focos de enfermedad. Aunque este argumento tiene una innegable
prueba más física de ese insistente afán por distanciarnos de las otras
base científica, cabría preguntarse si la radical separación de estos
especies animales. De esta forma conseguimos parecemos a ese ser,
factores de riesgo no incrementa nuestra inmunodeficiencia. Vivir en
libre de necesidades y contingencias, a ese ser en estado puro que
estado de asepsia impide que nuestras defensas se ejerciten y, a la
llamamos Dios y a cuya imagen y semejanza decimos estar hechos.
larga, puede hacernos más vulnerables. En cualquier caso los motivos
Desarrollamos así una conciencia de la diferencia y de la individualidad,
sanitarios no terminan de aclarar esta encarnizada batalla que
profundamente arraigada en nuestra cultura occidental, que nos impide
actualmente libramos contra la baba, el sudor, las mucosidades, el
pensarnos como parte, más o menos insignificante, de un todo cósmico.
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No nos resignamos a vernos como un conjunto de células, bacterias,
nuestro metabolismo lo que es tan esencial como inevitable. Ese
virus y demás bichitos funcionales o parasitarios y preferimos
estatus divino que tanto nos deslumbra y al que aspiramos con
considerarnos un ente único y compacto al que llamamos yo. Nos
vehemencia parece, desde este punto de vista, totalmente inasequible.
resulta difícil admitir la posibilidad de que seamos simplemente un
Podremos alcanzar una posición ventajosa en el Universo y forjar una
ecosistema dentro de otro ecosistema más amplio, demostrando de esa
imagen satisfactoria de nosotros mismos. Pero todos estos impolutos
manera una clara incompatibilidad con los planteamientos propios de un
montajes que sustentan nuestro orgullo como especie se vendrán abajo
pensamiento auténticamente ecológico. Sacrificamos las evidencias
en cuanto nos sintamos apremiados por el retortijón y debamos
fisiológicas en aras de una construcción imaginaria y sublimada de
rendirnos ante la llamada salvaje del intestino.
nosotros mismos. Negamos las materias que nos constituyen para
acogernos a las ideas o a los ideales que nos justifican y nos convierten
en exclusivos. El filósofo ha afirmado: "pienso luego existo". Una
percepción del hombre más integrada en los ritmos y procesos de la
naturaleza debería haberse limitado a decir: "digiero luego consisto".
No queremos reconocer que, antes de ser cualquier otra cosa, somos el
envoltorio funcional de un aparato digestivo que, al asimilar los
alimentos destinados a asegurar nuestra supervivencia, desencadena
un pútrido proceso de fermentación. Nos dedicamos con ahínco a borrar
las huellas de una actividad que consideramos innoble porque nos
parece
exclusivamente
animal.
Nos
impregnamos
en
colonias,
desodorantes y aftershaves para disimular nuestros auténticos aromas.
En lugar de ser cósmicos preferimos ser cosméticos. Así que ahora
olemos a Chanel, Dior, Eau de Rochas o a ambientador de pino. Hemos
sustituido la marca personal por las marcas comerciales. Sin embargo y
Antonio Altarriba
a pesar de todos estos esfuerzos, no hemos conseguido eliminar de
En Bilbao, junio de 1997
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