1 Mediaciones en la Investigación de la Filosofía Política Mediations on the Investigation of the Political Philosophy Por Alejandro Auat, docente e investigador en filosofía política, UNSE. Resumen: Las dos mediaciones mas importantes, no las únicas, por las que la filosofía política realiza su tarea son: las ciencias sociales y la praxis política. Mediaciones que contribuyen a situar la filosofía no sólo en un contexto histórico-social determinado sino también en una toma de posición respecto de lo que se pone en juego en la construcción de la convivencia. Palabras claves: mediaciones - filosofía política Abstract: The two most important mediations, which are not the only ones, political philosophy works on are social sciences and political praxis, mediations that contribute to situate philosophy both in a socio-historical context and in a particular standpoint of what is at stake in the construction of coexistence. Key words: mediations- Political philosophy Quiero proponerles la consideración de dos mediaciones necesarias para la investigación en filosofía política. Mediaciones que contribuyen a situar la filosofía no sólo en un contexto históricosocial determinado sino también en una toma de posición respecto de lo que se pone en juego en la construcción de la convivencia. Las dos mediaciones más importantes, no las únicas, por las que la filosofía política realiza su tarea son: las ciencias sociales y la praxis política. Respecto de las ciencias sociales, sostengo que no es posible hacer seriamente filosofía política sin un conocimiento más o menos profundo de alguna de las ciencias sociales, la que sea más pertinente según la temática a estudiar, o la que haya sido un complemento en la formación permanente del investigador. La sociología, la economía, la historia, la ciencia política, la psicología social, el derecho, la comunicación, etc., aportan el arraigo necesario para que la filosofía no sobrevuele impunemente la realidad ni hable un lenguaje incomprensible o enclausado. Pero sobre todo, para que el conocimiento de la realidad sea crítico: los filósofos no podemos darnos el lujo de pensar a partir de una mirada ingenua sobre la realidad. La primera ruptura con el “sentido común” (que cada vez más es construido y manipulado mediáticamente) es la de la crítica científica. Luego vendrá la crítica epistemológica de la misma mirada científica, y esto será una segunda ruptura. Pero ambas rupturas tienen como finalidad no el cuestionamiento total sino la aprehensión autoconsciente de la realidad. El rodeo por las ciencias sociales pone a la filosofía en una actitud modesta de escucha para encauzar mejor su reflexividad. El testimonio de la obra de Paul Ricoeur es una guía posible en el uso de estas mediaciones1. 1 Ricoeur recorre este rodeo en un gesto de tres momentos: la escucha, el compromiso y la fuga (Delacroix, 2008). La atención al otro y a lo otro, la recepción de la diferencia, aún a riesgo de perturbar la propia identi- 2 En segundo lugar, el compromiso con una praxis política que, en América Latina, no puede ser sino una praxis de liberación. Desde la polémica del siglo XVI sobre la humanidad y los derechos de los amerindios, pasando por la emancipación mental impulsada ambiguamente por Alberdi y su generación, hasta la filosofía de la liberación del siglo XX, el impulso al filosofar entre nosotros siempre tuvo como punto de partida el momento ético de la interpelación del otro como pobre, oprimido o dominado, y como lugar hermenéutico al compromiso político en un más amplio movimiento en el que la filosofía ocupa el momento reflexivo-crítico. Punto de partida y lugar hermenéutico que sitúan al filosofar en servicio a la vida, arrancándolo de inertes universalismos abstractos. En efecto, lo que se juega en estas mediaciones es la relación universal-particular, o mejor, un modo de entender esa relación. Desde que Aristóteles abrió un espacio para la filosofía práctica como distinta de la filosofía teórica (y de la filosofía poiética, aunque ésta quedó en el olvido), el tema se plantea recurrentemente por las tensiones entre la necesaria esquematización y abstracción operada por la teoría por un lado, y la incondicionalidad, irrevocabilidad y situacionalidad de la praxis por otro lado (Wieland, 1996). La filosofía política participa de estas tensiones, porque es filosofía (por lo tanto, teoría) y porque es política (no sólo referida a la praxis política sino que es una praxis política ella misma, en tanto práctica cultural inserta en un movimiento más amplio de emancipación o de dominación). El desafío está en mantener la tensión sin concesiones a ningún reduccionismo, ni teórico ni practicista. Ni racionalismo consensualista ni voluntarismo decisionista dan cuenta de la complejidad de la acción humana en el campo político. La reflexión situada desde las prácticas políticas latinoamericanas tiene mucho para enseñar a la filosofía política en este sentido. Estas prácticas resultan gravemente empobrecidas en su comprensión cuando se las piensa desde categorías fetichizadas, desligadas de sus contextos de origen y desvinculadas de todo compromiso vital. No obstante, hay que reconocer que la filosofía latinoamericana más genuina siempre ha estado atenta a las mediaciones analítico-hermenéuticas de las ciencias humanas y sociales, tanto para elaborar el momento ético de la interpelación del pobre como el momento reflexivo práctico de la crítica a la praxis de liberación (fig. 1). Momento ético Pobre Alteridad exterioridad Momento reflexivo-práctico Filosofía interpelación Praxis de liberación reflexión crítica mediación Ciencias humanas y sociales Momento gnoseológico Fig. 1 Y también en la filosofía latinoamericana encontramos los más conscientes intentos de superar el helenocentrismo, el eurocentrismo e incluso el occidentalismo, fijando la mirada en el locus enuntiationis (Dussel, 2007:555) como modo de situar la universalidad. Los conceptos y categorías de la filosofía política tienen que ser siempre remitidos a la situación particular en la que fueron elaborados para devolverles su sentido más pleno. Aunque ese sentido trascienda la particularidad y pueda dad, es un darle crédito al acordarle una parte de verdad. Pero luego, el distanciamiento para señalar el compromiso personal, las propias convicciones y el rechazo a las tentaciones reduccionistas. Y el tercer tiempo consiste en mantener la tensión resultantes de pensar juntos lo mismo y lo otro, lo universal y lo singular. Y para hacerlo, hay que inventar conceptos que son siempre mediaciones, siempre incompletas, para pensar juntas las tensiones. 3 ser retomado desde otras experiencias análogas, la remisión a la situación de origen forma parte constitutiva de su significado. De allí la necesidad de mantener una vigilancia ideo-crítica respecto de autores y teorías de los que nos apropiamos en nuestra tarea de investigación en filosofía política. Todo concepto deberá ser adaptado y corregido en su referencia a nuestra realidad. Y también habrá que inventar, venciendo la indolencia de nuestra razón, construyendo un sentido común emancipador (Santos, 2003). El lugar de la enunciación no es solamente gnoseológico sino también axiológico (Roig, 1981): hay opciones, hay posicionamientos, hay valoraciones en nuestra mirada, conformando un horizonte de precomprensión que debe ser explicitado y criticado para ser asumido conscientemente. Una consecuencia de la no explicitación de este “lugar” es el ocultamiento del posicionamiento político respecto del eje autonomía-dependencia en las relaciones intra e inter-nacionales (Lértora Mendoza, 2007), con su consecuente difuminación de los márgenes de decisión política con que se cuenta. De modo que un pensamiento situado, lejos de estrecharse en el análisis descriptivo de particularismos aislados, se abre hacia la consideración de contextos cada vez más amplios para la comprensión de la situación particular y de la posición política que se ocupa en ellos. En suma, creo que la investigación en filosofía política será fecunda en la medida en que explicite estas mediaciones que la acercan a su objeto, no como instrumentos para acceder a algo previamente constituido y que puedan luego dejarse de lado, sino como constituyentes del objeto mismo y por ello también, momentos necesarios de la tarea propiamente filosófica. Que eso es ser mediaciones y no medios. Bibliografía citada DELACROIX C., DOSSE F., GARCÍA P. (Dir.) (2008), Paul Ricoeur y las ciencias humanas, Nueva Visión, Buenos Aires. DUSSEL Enrique (2007), Política de la Liberación. Historia mundial y crítica. Ed. Trotta, Madrid. LÉRTORA MENDOZA Celina (2007), Decisiones políticas y pensamiento situado, trabajo desarrollado en el Taller sobre “Pensamiento situado” en el marco del II Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía, San Juan, 9-12 Julio de 2007. Inédito. Agradezco a la autora la fotocopia del original. ROIG Arturo Andrés (1981), Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, FCE, México. SANTOS Boaventura de Sousa (2003), Crítica de la razón indolente. Contra el desperdicio de la experiencia. Desclée de Brouwer, Bilbao. WIELAND Wolfgang (1996), La razón y su praxis, Ed. Biblos, Buenos Aires.