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Ejército, FBI, o Cascos Azules: ¿a quién le importa la soberanía?
A partir de los eventos recientes de Ciudad Juárez, donde fue ejecutado personal
del consulado estadounidense, la posibilidad no sólo de cooperación, sino incluso
de involucramiento de una fuerza no nacional para resolver el problema de
narcotráfico-inseguridad pública es inminente. La visita de la secretaria de Estado
y representantes de distintas agencias del gobierno de Estados Unidos lo hace
evidente. La distancia entre los conceptos: cooperación y lo que en otros tiempos
llamamos “intervención” o entre lo doméstico e internacional se diluye, y la
pregunta es sólo de procedimiento: ¿cómo será esa cooperación-intervención y
hasta dónde llegará?
Otra frontera conceptual que se empieza a diluir con el aumento de la violencia,
esto no sólo en Juárez sino en el país, es la que separaba los sucesos que
estaban relacionados con actividades del narcotráfico y las de actividades
criminales. Se suponía que sólo este último afectaba a ciudadanos promedio en su
vida cotidiana, mientras el primero lo conocíamos por los medios de comunicación.
Anteriormente se asumía que la violencia que el narcotráfico generaba estaba
acotada a lugares, regiones y personas involucradas en esas actividades. Pero
hoy día la violencia indiscriminada y la aleatoriedad que denotan los eventos más
recientes están cambiando la percepción del ciudadano. Esta sugiere que
cualquier persona, cualquier día en cualquier lugar del país, puede de pronto
encontrase en una situación de “fuego cruzado”.
En mayo de 2003 y junio de 2005 Parametría investigó sobre el nivel de
conocimiento que tenía el ciudadano a nivel nacional sobre lo que en ese
momento era un problema local: los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. Ya
hace cinco y siete años los niveles de conocimiento eran altos; 78% en 2003 y
93% en 2005 conocían del problema. Los asesinatos de los colaboradores del
consulado estadounidense medido el pasado fin de semana pasado registra
niveles casi de 100% de los que se enteraron. Los niveles de conocimiento de
alguna manera indican niveles de preocupación.
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En 2003, una pregunta que no asumía ningún escenario prospectivo terminó
siendo profética. Se pregunto: “Si el gobierno no tuviera la capacidad para resolver
el problema de los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez, ¿qué tan de acuerdo
estaría usted en que organismos de otros países como el FBI intervinieran en el
caso?” Los niveles de acuerdo con esta posibilidad van de 76% a 62% en los dos
años mencionados. Es decir, uno de cada cuatro o uno de cada tres ciudadanos
estuvo de acuerdo.
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El pasado fin de semana esta pregunta se cambió ligeramente por “Si el gobierno
de México no tuviera la capacidad para resolver el problema de la inseguridad en
Ciudad Juárez, ¿usted estaría a favor o en contra de que organismos de otros
países como el FBI o los Cascos Azules de Naciones Unidas intervinieran en
Ciudad Juárez?”. Al igual que en años anteriores, los niveles de acuerdo se
mantienen en 69%.
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Llevado este escenario al ámbito nacional, si bien baja en su aceptación, no deja
de ser mayoría quien prefiere el involucramiento de organismos extranjeros para la
solución del problema: “Si el gobierno de México no tuviera la capacidad para
resolver el problema de la inseguridad en el país, ¿usted estaría a favor o en
contra de que organismos de otros países como el FBI o los cascos azules de
Naciones Unidas intervinieran en todo el país?”. Aquí el nivel de acuerdo es de
57% contra un rechazo de 34%.
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Lo que indican estos números es que al ciudadano promedio no le preocupa la
nacionalidad de la fuerza pública que le resuelva un problema tan apremiante
como es el de la inseguridad. En los estados de frontera del país, la cercanía y
estrecha relación con el vecino del norte asume niveles de colaboración cercanos.
Es decir, están acostumbrados a ver de manera cotidiana a los estadounidenses
trabajar en México. Así ha sido para el caso de las mujeres asesinadas en Juárez.
Lo extraordinario es que a nivel nacional hoy día se asuma como una necesidad y
no haya el menor prurito nacionalista o preocupación por la soberanía. Una vez
que las capacidades básicas del Estado están cuestionadas, al ciudadano
promedio le importa poco la nacionalidad de quien le pueda brindar protección.
Esta predisposición pública es fácil de explicar. Primero, el promedio de la
población no sabe cómo lidiar con la información que recibe. La cantidad de
incidentes y los niveles de violencia que los medios de comunicación reportan son
inusuales. Es información difícil de digerir. Por ello, resolver el problema es
apremiante.
Y segundo, esta situación se agrava cuando no se tienen parámetros. Estos en
principio los debería de ofrecer el gobierno. Pero las cifras del número de muertos
no parece confiable. Y en algunos lugares del país la prensa está empezando a
dejar de cubrir numerosos hechos por sentirse amenazada. Es decir el
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“oscurantismo informativo” hace que nuestra imaginación se desborde. De allí que
otros medios de información, lamentablemente no validables, pasen a suplir estas
funciones informativas como son las redes sociales a través de Twitter, Facebook
o mensajes SMS. Condiciones inmejorables para la angustia colectiva.
Por ello no deben de sorprender los niveles de acuerdo de los mexicanos con la
idea de que una fuerza extranjera se involucre en la solución de un problema tan
grave. Aunque esta predisposición pública a la “intervención” sean una clara
muestra de cuestionamiento a nuestra soberanía.
FUENTES:
• PARAMETRÍA: Encuestas en vivienda. Representatividad: Nacional.
Número de entrevistas: 1,200. Nivel de confianza estadística: 95%. Margen
de error (+/) 2.8%. Diseño, muestreo y análisis: Parametría SA de CV.
Método de muestreo: Aleatorio sistemático con probabilidad proporcional al
tamaño. Unidad de muestreo: Las secciones electorales reportadas por el
IFE. Fecha de levantamiento: Mayo de 2003; junio de 2005 y marzo de
2010.
Artículo publicado en El Universal, 24 de marzo de 2010.
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