tr icor nio de guardia tr icor nio de guardia J avier Ronda Ilustraciones de Siro Primera edición, 2007 Segunda edición, 2008 Tercera edición, 2009 Ilustración sobrecubierta: Siro López © Del texto: Javier Ronda, 2007 © De las ilustraciones: Siro López, 2007 © Oberon. Grupo Anaya, S.A., 2007, 2008, 2009 Juan Ignacio Luca de Tena 15 28027 Madrid Teléfono 91 393 86 00 www.oberoneds.com ISBN: 978-84-9877-197-8 Depósito legal: M-11.363-2009 Impresión: Lavel, S. A. Humanes de Madrid (Madrid) Impreso en España Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. Para Ramón, Pilar y mis otros dos pilares, Javier y Pilar ÍNDICE Atestado 11. Haciendo un poco de historia 12. Y es que van como locos... 13. Si tienes que soplar, no conduzcas 14. Puntualizaciones al carné de conducir 15. Cruzando las últimas fronteras 16. Fauna ibérica. O el guardia y la tierra 17. Cosas de parejas muy verdes 18. Vacaciones en el mar… y en la montaña 19. Beneméritas faenas de capa y tricornio 10. Usted no sabe con quién está hablando 11. El arte de hacer atestados 12. Una imagen vale más que mil palabras 13. Mujeres con tricornio 13. Famosos y con tricornio 11 19 37 67 91 105 129 153 171 189 205 227 243 259 275 Atestado H ACE YA DOS AÑOS QUE APARECIÓ LA PRIMERA edición de Tricornio de guardia, una obra que pretendía —a través de las anécdotas más simpáticas y sorprendentes de la que va camino de bicentenaria historia del Cuerpo— divulgar el rostro más humano de la Guardia Civil y, por supuesto, hacer pasar un buen rato al lector, arrancándole según los casos una sonrisa o una carcajada. Nació Tricornio de guardia modestamente —como aquellos primeros quinientos guardias civiles del Duque de Ahumada—, pero también con mucha vocación, continuando de alguna manera otro libro nuestro anterior, De juzgado de guardia, donde los agentes de la Benemérita ya tenían cierto protagonismo, como aquel guardia civil que comparecía en un juicio como testigo luciendo su uniforme reglamentario, y al que un juez algo despistado le preguntó mientras le tomaba la filiación: «¿Cuál es su profesión?». Dos años después, y tras sucesivas reimpresiones, el despliegue de Tricornio de guardia ha confirmado nuestra idea del interés que despertaría una obra de estas características sobre la Guardia Civil. Durante este tiempo hemos tenido la oportunidad de presentar y firmar ejem- 14 plares de Tricornio de guardia en numerosos pueblos y ciudades de toda España, compartiendo las anécdotas aquí narradas con los lectores y conociendo por éstos otras nuevas que ahora, después de casi cien mil ejemplares, consideramos que es el momento de incorporar a la obra, manteniendo por lo demás el anecdotario original. En cualquier caso, no cabe duda de que la Guardia Civil tiene un protagonismo tan notorio en la vida de los españoles que merecía su propio libro de anécdotas. Conductores, peatones, delincuentes, ciudadanos de bien, autoridades, incluso extranjeros que visitan nuestro país… ¿Existe alguien que no conozca a la Guardia Civil? Estábamos seguros, además, de que la Guardia Civil conservaba, en su siglo y medio de vida, gran cantidad de historias singulares, y de aspectos curiosos y poco conocidos. Situaciones inauditas, aspectos poco divulgados o, simplemente, episodios que puedan arrancar una sonrisa en unos y en otros, y de las que todos podríamos ser protagonistas. Por estas páginas desfilarán guardias civiles que son requeridos por los ciudadanos para comprar dos docenas de uvas en vísperas de Nochevieja o para que les informen sobre cómo se pone en marcha el microondas, por no mencionar otros servicios más sorprendentes, como la señora que daba cuenta a la Guardia Civil de que su hija ya había salido de cuentas, porque se había convertido en toda una tradición familiar dar a luz en el vehículo de la Benemérita, camino del hospital. No faltarán 15 las consabidas escenas de tráfico —«Sople por aquí, por favor»—, alguna de las cuales han adquirido la categoría de verdaderas leyendas urbanas. Leeremos atestados no por ininteligibles menos sorprendentes. Y conoceremos toda una fauna de perros del Servicio Cinológico, animales exóticos incautados por el SEPRONA, rebaños descarriados y toros bravos que montan sus particulares sanfermines en cualquier aparcamiento. En no pocos episodios, han sido los propios ciudadanos quienes, con una salida inesperada, han dado lugar a la anécdota. Una señora soltera, ya de edad avanzada, que vivía como ama en la casa de un cura de pueblo, acudió a votar el día de unas elecciones. No llevaba encima el DNI, y para colmo, ni siquiera aparecía en las listas de la mesa electoral. A pesar de todo, la señora seguía empecinada en su derecho a introducir la papeleta en la urna. La discusión fue subiendo de tono y se hizo necesaria la presencia de los guardias civiles de servicio en el colegio electoral. —Pero vamos a ver, señora —trataba de argumentar el Presidente de la mesa—. Usted no figura en las listas, ni tampoco trae el DNI consigo. ¿Cómo hacemos entonces para que pueda votar? Todo ante la atenta mirada de la pareja de guardias civiles. —Pues yo vivo en la calle …, en la casa del cura. —Pero aquí no figura. 16 Uno de los guardias trató de intervenir para aclarar la situación: —Pero, señora, ¿el cura la ha empadronado? La señora miró de arriba abajo al guardia y repuso: —Sí… Pero empadronarme, lo que se dice empadronarme, sólo un par de veces, y ya hace de eso mucho tiempo. Desconocemos si se redactó el pertinente atestado o qué constaba en él sobre el padrón. Como periodista de sucesos y tribunales he tenido la oportunidad de conocer algunas de estas anécdotas y hechos peculiares de primera mano. Algunos de los casos que conocí, merece la pena compartirlos con nuestros lectores ahora: Hace unos años se había producido un asesinato en un pueblo andaluz que estaba en Feria en verano y la guardia civil buscaba al juez de guardia y a la forense para realizar el levantamiento del cadáver de la víctima. La forense estaba en mitad de unas sevillanas en una caseta. Tras ser localizada la doctora por el aviso, los agentes en el recinto ferial acompañaron a la forense a casa para que se cambiara y se quitara el flamante y reluciente traje de flamenca de color blanco con lunaritos. En el coche de la Benemérita una forense vestida de flamenca y una pareja de guardias civiles. La doctora, como en la serie CSI, llegó a su casa y en un periquete se 17 cambió, visto y no visto, mientras la pareja aguardaba en el vehículo. Como si fuera Emily Proctor en CSI Miami, la guapa forense se dirigía al lugar del crimen con pantalón, camisa y... algo más. Los agentes miraban a la forense como “de reojillo” y no le quitaban la vista de encima, mientras se acercaban a su destino. Cuando llegaron a la escena del asesinato y antes de que la forense abandonara el vehículo de la guardia civil, el cabo, mirándola de nuevo le dijo: —Tenga usted cuidado con las peinetas al salir del coche. A finales de los ochenta, en un pueblo de la sierra de Málaga, en pleno invierno, la guardia civil fue a buscar a la médico forense porque se había producido un crimen. Los agentes se presentan de madrugada en la casa de la doctora para llevarla hasta el pueblo de al lado donde se había producido el asesinato. Hacía mucho frío y debían de ser las cuatro de la mañana cuando los agentes llegaron a la vivienda. La forense se vistió como pudo y dejó el pijama debajo de la ropa, entre el frío que hacía y lo dormida que estaba. Cuando llegaron al pueblo y ya en el lugar del crimen uno de los agentes miró hacia los pies de la forense y le dijo: —No es por nada, señora forense, pero se le están viendo todos los ositos. Y es que el pijama asomaba por debajo del pantalón y le llegaba hasta los zapatos. Menuda inspección ocular. 18 Otros casos han sido el resultado de una paciente recopilación efectuada, bien de manera personal, o bien a través de las oficinas de prensa e internet. Buena parte de los testimonios proceden de los propios hombres y mujeres de la Guardia Civil, que han vivido o han ido contando —en algunos de los casos, casi como si de una tradición familiar se tratara— estas historias que ahora adquieren forma de libro. Vaya por delante, en cualquier caso, nuestro agradecimiento a todos ellos, sin cuya colaboración hubiera resultado imposible sacar a la luz estas historias. Y por supuesto, a los miles de lectores de la primera versión de Tricornio de guardia, que también nos han hecho llegar sus propias anécdotas o el relato de los sucedidos de los que ellos mismos fueron protagonistas. Uno de los capítulos más celebrados de la primera edición, «Una imagen vale más que mil palabras», nos ha inspirado la principal novedad de esta edición. A partir del encuentro que tuvo el papa Benedicto XVI con los miembros de la Benemérita, y que dio la vuelta al mundo con la imagen del Papa luciendo un tricornio, hemos incorporado otro capítulo de carácter gráfico titulado «Famosos con tricornio» y que como colofón de la obra, sirve para ilustrar —a traves de personalidades y personajes famosos o populares, o incluso del material proporcionado por algunos lectores— la relevancia social alcanzada por la Guardia Civil. El autor