Quinto centenario del descubrimiento de América

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INTO CENTENARIO
ESPAÑA
EN AMERICA
Por Luis Miguel Enciso
H
UEVA REVISTA se suma, con el número que el lector tiene
entre las manos, a las múltiples, y no siempre afortunadas,
celebraciones de este «año de las maravillas».
^^_
Los afilados dardos de la polémica han oscurecido, a
veces, lo que uno de los preclaros historiadores de las Indias llamara
«el más grande acontecimiento que vieron los siglos». Nunca, como
ahora, tiene vigencia, e intensa significación, la confluencia del «viejo mundo» y el «nuevo», el misterioso e inevitable diálogo de los dos
labios del Atlántico.
Descubrimiento, descubrimiento por antonomasia entre las empresas del descubrimiento, o encuentro, que tanto da, otorgaron a España, y a buena parte de Europa, una dimensión oceánica que ha permitido hablar de transculturación, de evangelización, de nuevo Estado, de luchas por la persona y el derecho, de lamentable torpezas,
avaricias o injusticias, y hasta de la génesis de la primera «Economí
Mundo» moderna.
Para discurrir sobre el complejo tejido de la «aventura americana»^
NUEVA REVISTA ha convocado a profesionales de la Historia responsables, exigentes y tocados por la gracia de la calidad. Guillermo
Céspedes del Castillo, Demetrio Ramos y Felipe Ruiz Martín, plantean ante el público interesado las claves de aspectos tan polémicos e
importantes como el significado del descubrimiento, la conquista, la
lucha por la justicia, las crisis demográficas, la acción evangelizadora, el oro y la plata llegados de las Indias, etc.
Los herederos de tan bastos y añejos fenómenos históricos dan
también testimonio de su modo de ver. Personalidades diversas y
valiosas, como Pablo Antonio Cuadra, Guillermo Morón y Jorge
Eduardo Arellano, hacen llegar a los lectores españoles el entrañable
latido de una América que tiene sus resortes propios, no siempre fáciles de definir, y sus indeclinables puntos de confluencia y, a veces, de
dolorosa confrontación con nosotros.
Luis Miguel Enciso es catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid y
director del Departamento correspondiente de dicho centro.
NUEVA REVISTA - MAYO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
1492-1992:
SIGNIFICADOS DE
•UNA CONMEMORACIÓN
AMERICA O EL
TERCER HOMBRE
Por Pablo Antonio Cuadra:
Guillermo Céspedes del Castillo
GENOCIDIO EN
AMERICA?
Por Demetrio Rumos
DESCUBRIMIENTO
LOS TESOROS DE 1
FLOTAS Y GALEONES
LLEGADOS
DE LAS INDIAS
Por Felipe Ruiz Martin
EL 12 DE OCTUBRE Y
SU VALORACIÓN
HISTÓRICA
Por Jorge Eduardo A rellano
NUEVA REVISTA -MAYO 1992
INTO CENTENARIO
•ES^^Bi
1492-1992:
SIGNIFICADOS DE
UNA CONMEMORACIÓN
Por Guillermo Céspedes del Castillo
S
ON tantos y tan diversos los actos ya
celebrados o previstos en numerosos
países americanos y europeos para este
año de gracia de 1992, que al ciudadano
— ^ de a pie no ia cabe duda de que algo
importante se rememora. De lo que no está tan
Colón y I M tripulado- seguro es de qué se trata: ¿del descubrimiento
nti hullgron tn 1492 europeo del Nuevo Mundo?; ¿del encuentro de
wli f motiilmot lila», razas y culturas que en él tuvo lugar a partir de
entonces?; ¿de la transformación del Atlántico de
una futa para rtytiar
barrera infranqueable en camino muy transitado,
d»«U • I I P I a Europa y como sugiere la exhibición sobre «El hombre, el
IBI niHiUnUí mueibuque y el mar» que va a inaugurarse en Genotrai da ora para qut va?; ¿de los nuevos horizontes físicos y mentales
ilrviaraa do «tímido a que nos han ¡do abriendo los humanos impulsos
poitoriow
de curiosidad y aventura, como pretende mostrar
la ya famosa «Expo» de Sevilla?; ¿de la disperM I a aawolloi paralas
sión mundial de especies vegetales y animales,
cual va a presentarse en «Simientes de cambio»,
la mayor de las exposiciones organizadas en el
Museo Nacional de Historia Natural de Washington D.C., y que ilustrará el papel histórico desempeñado en los cinco últimos siglos por el maíz, la
patata, el caballo, el azúcar y los microbios patógenos?; ¿o quizás de la invención de la contabilidad por partida doble, evocada en la muestra
sobre «500 años de técnicas contables» que se va
a inaugurar en Columbus, Ohio?.
Tampoco existe unanimidad, sino confusión y
antagonismos, acerca del significado de las conmemoraciones. ¿Se trata de celebrar acontecimientos
meritorios y creadores, sea mediante la construcción de un faro-mausoleo en Santo Domingo, o de
una estatua en Columbus, Wisconsin, o a través de
ia singladura transatlántica de réplicas de las naves
que la llevaron a cabo hace medio milenio? ¿Procede, por el contrario, denundar-en vez de celebraracontecimientos del pasado que reflejan, no la grandeza de los hombres, sino su arrogancia y brutalidad, tal como pretenden hacer en Quezaltenango,
Guatemala, los organizadores de un «Encuentro
continental» proyectado para Octubre próximo?
¿Es preferible reflexionar acerca de la dimensión ética de ciertos hechos históricos y de sus consecuencias, como lo ha intentado, por ejemplo, en Estados
Unidos, el National Council of the Churches of
Christ, por cierto, con resultados que -muy benévolamente- pueden calificarse de desafortunados? ¿O
sería mejor limitarse a estudiar esos hechos científicamente, tal se ha pretendido en el Congreso Internacional que en Diciembre último organizó la Real
Academia de la Historia? ¿O se trata, tal vez, simplemente de negociar, bien sea con el rodaje de películas y series televisivas sobre Colón, o provocando
corrientes turísticas por cualquier medio, o fabricando y poniendo de moda millones de camisetas,
NUEVA REVISTA-MAY01992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
Las carabelas efe Co/dn.
(Acuarela que se conserva
en él Musac Naval da
Madrid).
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« A M N A DLL^EOAt
UkU XVI
1—"1-
llaveros, encendedores y demás quincalla estampada con símbolos y motivos colombinos? No parece
ocioso despejar algunos de estos interrogantes y
puntualizar ciertos extremos polémicos.
I
Un largo proceso histórico
Colón y sus tripulaciones hallaron en 1492 seis
remotísimas islas, una ruta para regresar desde
ellas a Europa y las suficientes muestras de oro para
que sirvieran de estímulo a posteriores navegacionesa aquellos parajes. Aunque a tales hechos se les
considere hoy el descubrimiento de América, éste
no fue sino el resultado de un proceso histórico
complejo y de larga duración, cuyo inicio podría
remontarse hasta las navegaciones de los vikingos
y su llegada a desconocidas «islas» occidentales a
partir del año 983. Arribaron a ellas -como acaeció
a casi todos los descubridores hasta entonces- porque sus naves fueron arrastradas por vientos, temporales y corrientes mucho más allá de donde pretendían llegar. En cambio, cuando en 1434 inician
los portugueses sus viajes al Sur del cabo Bojador,
se proponen, no sólo ir cada vez más allá, descubrir
tierras y mares a la sazón desconocidos para los
europeos, sino también explorar la costa africana y
NUEVA REVISTA HAYO 1992
las aguas atlánticas de manera continua y sistemática, hecho que constituyó una importante novedad
en la historia de las navegaciones.
Las así emprendidas por los marinos del Algarve portugués progresaron hacia el Sur a un ritmo
hasta entonces increíble, gracias a la planificación
eficaz, la unidad de dirección y la continuidad en el
esfuerzo debidas al príncipe Don Enrique, hijo y
hermano de monarcas lusitanos, quien las financió en sus difíciles comienzos, las prestigió hasta
convertirlas en un buen negocio y creó en torno a
ellas una red de intereses suficiente para que se
transformasen, después de su muerte (1460), en
tarea nacional de su patria. Sin tan estimulante
liderazgo, los marinos de la Baja Andalucía se limitaron aparentemente al comercio y la colonización
de las islas Canarias, pero no dejaron de competir
con sus rivales portugueses en la navegación y tráfico del litoral descubierto, como lo demuestran
sus expediciones de corso a Guinea durante la
guerra luso-castellana de 1475-1479.
Las distancias recorridas, cada vez mayores,
exigieron grandes progresos en la náutica y la
construcción naval, pronto demostrados en la
rápida exploración del golfo de Guinea, completada en 1471-1475 pese a sus enormes dificultades.
Por entonces, e incluso antes de esas fechas, carabelas y pilotos del Suroeste peninsular eran capa-
l a i dlitaiMlfli roiorrldas, lado iroi mayor»,
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ESPECIA! £ QUINTO CENTENARIO
nas. A partir de 1492, numerosas expediciones llevadas a cabo a lo largo de un tercio de siglo, permitirían conocer el trazado de la orilla occidental del
Atlántico, como puede advertirse en el gráfico 2; ello
representaba la primera fase del verdadero descubrimiento de América por los europeos, tarea que
requeriría, hasta completarse, varios siglos de
exploraciones marítimas y terrestres.
I
Las «vueltas» en el
Atlántico central, en 1475
1: vuelta de Canarias por
Madaira.
2: vuelta larga de Canarias.
3: vuelta de Arguim o
vuelta corta de Guinea.
4: vuelta de Guinea
propiamente dicha,
grandes flechas
sombreadas: corrientes
marinas;
Hechas negras finas:
vientos persistentes.
Para orientación del lector
se han señalado las
entonces desconocidas
Pequeñas Antillas ÍPAÍ y
costas suramericanas, así
como los archipiélagos de
las Azores (A¡, Madeira
(MI, Canarias ÍCI y Cabo
Verde ICV).
ees de realizar sin excesivo riesgo la travesía del
Atlántico, pero ignoraban que éste tuviese un límite y una orilla occidental situada a distancias para
ellos asequibles, Más larga y difícil que la ruta
transatlántica era la vuelta de Guinea, que les exigía navegar desde el golfo de ese nombre hacia el
Sur, en busca de vientos favorables, y alejarse
después hacia el Oeste, con objeto de aprovechar
los vientos alisios, mas no tanto como para que
les impidiera el regreso a Europa. Hasta alcanzar
las islas Azores, la navegación resultaba fatigosa y
peligrosísima, cual puede observarse en el gráfico
1; desde las Azores o sus proximidades, con vientos de popa, el viaje se tornaba seguro y rápido.
Durante la primera mitad de la vuelta de Guinea
y navegando en estación poco propicia, bastaba
encontrar un temporal o vientos inusualmente fuertes para que un buque de la época se viese arrastrado, sin posibilidad de evitarlo, hasta las Pequeñas
Antillas. En consecuencia y a partir de 1475, si continuaban las navegacionesa Guinea, era inexorable
y seguro que, más pronto o más tarde, en aguas del
Atlántico central se alcanzarían las costas america-
Fechas simbólicas
El primer viaje de Colón, no más difícil y peligroso que otros muchos anteriores y posteriores, aparece como uno de tantos en el largo proceso descubridor. No obstante, si la verdadera importancia de
un hecho histórico reside en sus consecuencias,
bien puede decirse que las navegaciones de Colón
a América y de Vasco de Gama a fa India hacen del
período 1492-1499 el comienzo preciso de la historia moderna. Antes de él, coexistieron en el mundo
varias grandes civilizaciones muy diferenciadas
entre sí, en cierto equilibrio y en relativo aislamiento mutuo. Después de estos años se inicia una nueva Edad -que más que Moderna debería llamarse
Europea-caracterizada por la multiplicidad de contactos e interinfluencias culturales, por la progresiva
homogeneización cultural del mundo y por la hegemonía política y tecnológica de la civilización europea sobre todas las demás.
Cierto que la Historia es un fluir constante en el
que, como en el caso de un río, no existen ni cortes
ni discontinuidades; cierto también que tampoco se
dan relaciones simples de causa a efecto, sino más
bien relaciones complejas en las que cualquier
hecho responde a numerosas concausas relacionadas entre sí. Pero asimismo es verdad que sin un
determinado grado de simplificación y organización
no se podía hacer inteligible la enorme heterogeneidad y aparente confusión del acontecer histórico.
Algunos hechos y fechas adquieren así un valor
emblemático y sirven para representar-sin que por
ello se falsee la Historia- el final de una situación y
el principio de otra, el ocaso de un sistema de valores y el ascenso de otro. En el pórtico de una Edad
caracterizada por el desarrollo de las comunicaciones y la progresiva homogeneización cultural del
mundo, parece correcto simbolizar en los dos grandes viajes marítimos de 1492-1499 los múltiples
cambios y novedades que iban a transformar el
mundo, a globalizar tanto la Historia como el destino de la Humanidad.
NUEVA REVISTA - MAYO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
mas luchas entre españoles
e indios acabaron an una
síntesis racial y cultural
vigorosa y fértil.
En el aspecto material, la rápida implantación en
América de casi todas las especies animales y vegetales domesticadas procedentes del Viejo Mundo,
supuso en el Nuevo una revolución ecológica que,
a la larga, resultó enriquecedora para la naturaleza y
útil para sus habitantes. La simultánea, aunque más
lenta, dispersión mundial de especies vegetales
americanas ha dejado en todos los demás continentes un balance general de análogos beneficios.
Mucho más que representar un signo de explotación y pillaje, los metales preciosos americanos permitieron la existencia de un comercio mundial y
actuaron como poderoso estímulo para el desarrollo económico no solodeEuropayde algunas regiones de Asia, sino de la propia América. Cierto que
todo ello no careció de efectos negativos y consecuencias desfavorables; cada cambio histórico ofrece posibilidades y riesgos, perspectivas ventajosas
y destructoras, luces y sombras, sin que sea posible
separarlas ni eliminar las no deseables. Lo que no
resulta justo es proclamar unas e ignorar otras.
Decir, por ejemplo, que el tabaco-planta americana- ha arruinado la salud de millones de seres
humanos en el Viejo Mundo y silenciar que la patata -planta también americana- ha salvado del hambre a todavía más millones de individuos.
En lo que respecta a la cultura no material, el Nuevo Mundo quedaría transformado por la presencia
de los europeos, pero a su vez transformó a éstos, a
los pueblos indígenas -que sobrevivieron a la traumática experiencia del choque de culturas- y a los
africanos que fueron llevados allí -sobre todo a las
regiones tropicales- en la mayor de las emigraciones forzosas. Juntos, aunque en desigual medida,
contribuirían a crear en América una variada y rica
constelación de nuevas provincias de la civilización
occidental originaria de Europa. Esta no quedó
menos transformada: la tradicional estructura de su
economía, de sus ciencias y de sus creencias se
tambaleó ante lo insuficiente de las respuestas que
podía dar al desafío representado por un mundo
nuevo, imprevisto y desconcertante. América constituyó un formidable estímulo para la creatividad
europea, decisivo en la revolución científica del
siglo XVII -que se inició en el XVI por hombres
como Francisco de Vitoria, José de Acosta y tantos
más- así como en el pensamiento de la Ilustración y
en los comienzos de la revolución tecnológica del
siglo XVIII.
El impacto cultural del descubrimiento de América en Asia y en África fue menos intenso, menos
profundo y más lento que en Europa, pero igualmente importante a largo plazo. E¡ proceso de
NUEVA REVISTA - MAYO 1992
transformaciones culturales desencadenado por
el descubrimiento de América no sólo afectó a
todos los aspectos materiales, técnicos, intelectuales y éticos de la vida humana, sino también,
más pronto o más tarde, en mayor o menor medida, a todos los lugares del mundo.
I
La nación y sus fastos
En esa peculiar mezcla de calendario y registro
que eran los fasti, tos antiguos romanos anotaban
sus fiestas, sus juegos, sus victorias militares, las
fechas de dedicación de sus templos y, en general,
los hechos memorables de su República. Antes y
después de ellos, ningún pueblo ha podido prescindir ni de su memoria histórica ni de cierta articulación ceremonial. En el caso de España, es
natural que esa memoria histórica se centre en la
labor pobladora, cristianizadora y culturalmente
creadora que el pueblo y el Estado españoles llevaron a cabo en América, y ello pordos razones. La pri-
Doipuoi de oito» uñoi
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17
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lugar dol mundo
mera, porque tales actuaciones constituyen lo más
importante de nuestro pasado y lo que dio a nuestra historia una dimensión universal. El segundo
motivo sería el deseo de responder a una leyenda
negra antiespañola, difundida a partir del siglo XVI
por roda Europa y utilizada como arma de propaganda en los conflictos internacionales -tanto militares como políticos y religiosos- de aquella época.
Es curioso advertir que en el amasijo de falsedades, exageraciones y verdades que componen esa
leyenda, los datos más precisos y los argumentos
más sólidos procedan de algunos de los escritores
españoles que participaron en un duro y apasionado
debate moral y jurídico acerca de la conducta de sus
compatriotas y de sus gobernantes, en lo que constituyó el primer caso -y el más sonado- de un pueblo que sometió sus propias actuaciones a un severo escrutinio ético. Dado el carácter polémico que
desde entonces ha conservado la cuestión, se explica el hecho de que algunos reaccionasen subrayando los aspectos positivos de la acción española en
América, considerando realidades lo que en buena
parte no fueron masque buenas intenciones e ignorando cualquier faceta negativa. Tal leyenda rosa, al
igual que la leyenda negra que la provocó, resultan
hoy insostenibles, aunque no falten quienes se
empecinen en mantenerlas. Ya nadie medianamente informado ignora que la conducta de los castellanos en América no fue más cruel ni violenta que la
de cualquier pueblo coetáneo, que su esfuerzo bélico resultó muy fugaz comparado con su pacífico
empeño poblador y que su comportamiento ético
estuvo más por encima que por debajo de la media
usual de la época en cualquier otro lugar del mundo.
Las epidemias de enfermedades infecto-contagiosas, que constituyeron al aspecto más catastrófico
derivado de su presencia en América, ocurrieron de
forma inevitable, por ignorarse entonces, los mecanismos de transmisión de esos males. Europa padeció numerosas invasiones y sufrió mortíferas epidemias antes de participar en su propagación y tornarse a su vez ¡nvasora. El pasado no puede juzgarse
con criterios del presente y la historia es irreversible,
con su cortejo de guerras, violencias, plagas y desastres, que ningún pueblo se ha visto libre de padecer
ni de infligir.
La España de hoy, como cualquier otra nación,
puede y debe conmemorar sus fastos, sin que tenga
que excusarse ante nadie por la conducta de los
españoles de otros siglos -de la que nosotros no
NUEVA REVISTA-HUY01992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
somos responsables- ni pedir perdón precisamente
a los descendientes de esos españoles viajeros y
emigrantes que fueron sus antecesores directos, no
los nuestros. Dice bastante en nuestro favor el hecho
de que la mayor y más costosa parte de las conmemoraciones españolas de 1992 se dirija más al futuro que al pasado, se oriente a proyectos científicos y
técnicos de cooperación iberoamericana y aspire a
vitalizar y potenciar una comunidad de naciones
libres y soberanas, que hablan el mismo idioma, que
tienen un pasado en buena parte común y muchos
intereses coincidentes, que unidas no aspiran a perjudicar a nadie, sino a beneficiarse todas ellas de los
mutuos vínculos de interés, solidaridad y afecto que
sean capaces de establecer y de reforzar.
I
Historia y debates políticos
El descubrimiento de América y su posterior
repoblación fue una secular y única empresa europea, en la que distintos pueblos y naciones se sucedieron en el protagonismo principal -que se disputaron duramente entre sí-en función de sus respectivas situaciones geográficas, o bien en virtud de ci rcunstancias históricas que, en etapas sucesivas,
favorecieron a alguno de ellos con respecto a los
demás. De lo que no parece caber duda es de la unidad subyacente del proceso, aunque cada nación
europea lo protagonizase de acuerdo con sus propias tradiciones y a través de su personalidad cultural. En no pocos países americanos, esta visión
eurocéntrica fue gravemente exagerada, hasta el
punto de informar las mitologías de los entonces
nacientes nacionalismos. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, estuvo durante mucho tiempo en
boga la idea de que Colón llegó a un mundo prácticamente desierto, iniciando con ello un proceso de
civilización, progreso continuo y perfeccionamiento
ilimitado de los modelos europeos allí implantados,
que concluye con la aparición del país más rico y
poderoso, de la sociedad más avanzada y libre del
mundo, orgullo de quienes la componen, modelo y
meta de toda la Humanidad. Mutatis mutandi, esa
mitología nacional se corresponde con las «ínclitas
razas ubérrimas» de los países del Sur o, en otro
orden de cosas, con la leyenda rosa española: para
idealización mitificadora.
Si los Estados Unidos elaboraron el mito Colón
tras la guerra de 1812, con objeto de diversificar su
galena de héroes, hasta entonces exclusivamente
británicos, depués de las guerras civiles de Indepen-
NUEVA REVISTA-MAYO 1992
dencia algunos países iberoamericanos comenzaron a mitificar su pasado precolombino, exaltando
sus raíces culturales aborígenes. Ello ha conducido a
símbolos tan equilibrados como el de la mexicana
Plaza de las Tres Culturas, presidida por un edificio
prehispánico, otro barroco y otro moderno que
representan la triple base de su nacionalidad; pero
asimismo ha llevado a los peores excesos del indigenismo, que considera la época de las civilizaciones
aborígenes como una Edad de Oro brutalmente interrumpida por la llegada de los europeos, quienes inician una oscura Edad Media destructora y retrógrada que sólo concluiría tras la Independencia.
En años recientes empieza a consolidarse otra
interpretación todavía más radical, que pretende
convertir a Colón en símbolo e inicio de un proceso
de destructora explotación que llega hasta nuestros
días. Lo caracterizan por el genocidio de los pueblos
indígenas, esclavizados por los europeos y destruidos por las enfermedades que estos llevaron consigo; por el «ecocidio» resultante de una civilización
que ha roto en todo el continente los equilibrios
naturales, que ha destruido bosques y selvas, contaminando suelos y aguas, empobrecido flora yfauna
generalizado el crimen y la injusticia. Se trata, como
alguien ha escrito en Estados Unidos, de «otro convulsivo intento de reaventarse a sí mismos, de concebir una versión del pasado que justifique el presente y, si es posible, que configure el futuro».
Protagonizan esta actitud diversas asociaciones
de «americanos nativos», afroamericanos e indios
iberoamericanos, amén de intelectuales, ideólogos
y políticos de diversas procedencias. Proclaman
una versión idealizada de la población indígena y
del mundo en que esta vivió, olvidando o ignorando que esa América tuvo también su propia historia
de civilización y opresión, de guerras ofensivas y de
crueldades, de violencia y de agresión, de esclavitud
y de canibalismo. Satanizan a Colón y a todos los
europeos que le siguieron después, a quienes acusan de haber introducido todos los males en aquel
incontaminado paraíso. Están por supuesto, en su
derecho de forjar la mitología que responda a sus
necesidades y sirva a sus fines, pero eso nada tiene
que ver ni con la verdad ni con el pasado, sino con
el presente y con los problemas políticos y sociales
de nuestros días. •
Guillermo Céspedes del Castillo es numerario de la Real Academia de la Historia.
[Procadencia de los gráficos:
La exploración del Atlántico, por Guillermo Céspedes
del Castillo, Madrid, 1991, pégs. 303 y 304}.
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y do canlbaliimo
ESPEClfll & QUINTO CENTENARIO
Dos páginas del catecismo
ilustrado de fray Pedro de
Gante, evangelizador de
los indios.
AMERICA
0 EL TERCER HOMBRE
Por Pablo Antonio Cuadra
Hunco i» nublara litanda g lo co«movl»lon y ul
•ingwlor hwmanUmo
hUpanoanurUanos, li
a lo» doi da«ubrimiantoi diados BQ i t aarf
gg •! mát imaortanlo
qw luo y • ! «I dasitibrimianto do Critto por
al indio do América
«o
N exceso de pudor histórico -un
extremismo en nuestro juicio del
pasado, que, como todo extremismo, nos oculta la realidad- ha querido poner fuera de circulación la palabra DESCUBRIMIENTO al designar el acontecimiento del 12 de Octubre de 1492.
Pero la hazaña de Colón no solamente inició
una serie de descubrimientos paralelos: el descubrimiento de América por España y Europa; el
descubrimiento de América por América...-como
dice David Vela, escritor guatemalteco: «el descubrimiento de América dio al hombre una conciencia planetaria»- sino que, además, con el descubrimiento de América comienza el desarrollo de
las ciencias humanas: etnografía, antropología,
arqueología, etcétera, y así la identidad del hombre americano -en la medida en que integraba
razas y culturas- se iba formando y perfilando
teniendo como dinámica interior el descubrir
constante de sus raíces y de su pasado. ¡PARA
AMERICA SU HISTORIA ES DESCUBRIRSE!
Ya desde el comienzo los Mayas nos sorprenden, cuando sus sabios aprenden a escribir en el
alfabeto español su POPOL-VUH y sus CHILANES
BALANES, con la genial recreación que hacen de
sus tradiciones y de sus formas literarias al descubrir la Biblia y la cultura occidental: es un caso
inaudito: reinventar la memoria, promover como
defensa un mestizaje contra el mestizaje. ¡Esto
NUEVA REVISTA MAY01992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
poco se ha profundizado! Pero es dinamismo del
descubrir sustancial a América, que siglos después expresó Darío en su salutación «AL REY
ÓSCAR»... «Mientras haya... una imposible hazaña/una América oculta que hallar, vivirá España»,
verso que lleva oculta su contraparte, pues también, mientras haya una España y un Occidente
que descubrir, ¡vivirá América!
Sólo contando con la dinámica de ambos descubrimientos se comprenden movimientos tan
profundamente americanos como el levantamiento en cadena de los municipios para la Independencia, el Barroco, o el Modernismo o las
Vanguardias.
I
Descubrir, verbo americano
Descubrir a Occidentey asimilarlos, descubrirse
a si misma e ir cobrando conciencia lentamente de
la propia identidad mestiza -suma de culturas-, ha
sido, en esencia, nuestra empresa histórica; pero
nunca se hubiera llegado a la cosmovisión y al singular humanismo hispanoamericanos, si a los dos
descubrimientos citados no se agrega el más
importante que fue y es el descubrimiento de Cristo por el indio de América.
Mostrando una gran superficialidad o un cegador prejuicio, la mayoría de los historiadores no
cristianos, pasan sobre brasas o no le conceden
importancia al extraordinario fenómeno de la conversión de todo un continente. «Por la forma en
que se llevó a cabo y la amplitud de sus resultados
-dice el historiador chileno Bravo Lira- esta evangelización en América, que se completa en los
siglos siguientes, no tiene paralelo. Es hasta ahora el más vasto y fructuoso esfuerzo misional en la
historia de la Iglesia». Posiblemente quienes guardan silencio ante este hecho sin paralelo no han
conversado en confianza con un indio boliviano, o
con un ecuatoriano o un indio náhuatl/mexicano.
Su profundidad religiosa -que ha maravillado a
poetas como Thomas Merton- me hizo pensar
una vez que el indio es naturalmente santoy cuando se lo dije al gran poeta senegalés Sedar Senghor, me contestó: Es la capacidad que también tiene el africano de descubrir lo sobrenatural en lo
natural. ¿Han visto ustedes las multitudes que se
reúnen alrededor de Juan Pablo II en sus visitas a
América? No es el número -aunque el número es
también una señal- sino esa cercanía de sus ojos
con el misterio. Parece que nos llevan siglos adelante en et acercamiento a lo inefable.
NUEVA REVISTA MAYO 1992
La mayoría de los historiadores eluden presentar la función protagónica de la religión en la formación de América. Olvidan que los dos grandes
momentos expansivos de la civilización europea
-las Cruzadas y la Conquista de América- fueron
de motivación religiosa y que, al encender esta
fuerza motora, produce transformaciones medulares en los pueblos. Podemos dividir en tres grandes etapas la historia religiosa de América.
1} La primera etapa corresponde al período
más antiguo de la prehistoria indígena, llamado
«período arcaico» que cubre desde el comienzo
de las poblaciones primitivas hasta el nacimiento
de las altas culturas. La religión de este período la
simboliza el JAGUAR, que es el culto a las fuerzas
de la naturaleza.
2) El siguiente es el período de las grandes culturas clásicas; Olmecas, Mayas, Toltecas, etcétera,
que puede ser simbolizado por la SERPIENTE, el
culto a los astros, sus leyes e influencias, a través
de calendario; y la terrible teología de que el hombre debe alimentar y mantener a los dioses con su
sangre.
3) La siguiente etapa es la decadencia o desaparición de esas culturas clásicas, el desarrollo de
imperios elementalesy militaristas y, de pronto, la
tercera gran revolución religiosa, la del PEZ: que
significa la llegada del Cristianismo y la victoria de
Cristo sobre las fuerzas de la naturaleza, sobre los
secretos siderales e incluso sobre la concepción
de la muerte. La teología del Amor muestra un
Dios-Hombre que no pide sangre sino que la da
por la redención humana.
El JAGUAR nos acerca a los egipcios, la SERPIENTE a los caldeos; el tercer paso nos incorpora
a la Biblia, es decir, ai libro del destino universal.
América se abre geográficamente, racialmente,
políticamente, teológicamente.
I
La religión Inmóvil
En este punto el espectro de América nos ofrece innumerables sugerencias para la reflexión.
Por ejemplo ésta: Las culturas indias de Meso y
Sur América tienen en su arte algo en común:
«una acusada voluntad de perseverancia». Para
esas culturas «Dios no es nuevo», la novedad no
es interesante. Dios es Viejo y Eterno: plasmar
esta representación vieja, tradicional y sacra de lo
divino es la misión del arte para el indio-nos dice
Paul Westheim. La misión del hombre precolombino no es cambiar al mundo, ni crear un nuevo
la mayoría d» lot hitforjadoras oludon prountar la funden proIngénita da la roliaidn
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América
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41
ESPECIAL
Quetzalcáatl en el Códice
Borbónico.
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omaorador
El Señor del Mar. Escultura
criolla en El Callao. Siglo
XVII.
QUINTO CENTENARIO
orden del mundo, sino conservar rigurosamente
tiva y creación) sartar de la Edad de Piedra o de los
el orden viejo v eterno.
Metales a la siguiente etapa. Estaban impedidas de
Estas civilizaciones, de profundas raíces conserromper el círculo de una repetición sin futuro. Cualvadoras, se ven de pronto y generalmente en forquier mayor avance exigía esclavitud, una dosis de
ma violenta, mezcladas, fusionadas con una civiliesclavitud cada vez mayor cuanto mayor fuera su
zación de signo contrario en sus raices. Con una
progreso, o sea una esclavitud tal que ios devolvereligión de la Buena NUEVA. Como dice el filósofo
ría al punto de partida. Ya no podían por sí solas (y
polaco Kolakowski: «te civilización de la conjunción no por su culpa) emparejarse con el proceso evolude raices griegas, latinas, judaicas y cristianas hativo del hombre histórico universal. La llegada de
sido una civilización que se ha mostrado capaz de Europa, aunque produjo con frecuencia choques
promover cambios rápidos y tumultuosos en la
brutales -más brutales cuanto mayor era la dispariciencia, la tecnología, el arte y el orden sociah. dad de técnicas y culturas- llenó ese vacío con una
(Acabamos de ver esa capacidad de cambio en la
dinámica nueva y transformadora. Pero lo que se
Europa del Este). América fue, pues, el choque de
produjo no podía menos que producirse y yo creo
una herencia inmovilista con la contraria. Para
que ese hecho-esa fusión postergada de un pedaconocer más a fondo el peso de esa inmovilidad,
zo de humanidad retrasada en su proceso con el
tomemos en cuenta este dato: la falta de animales
dinamismo occidental- estaba y está cargada de
de tiro como el caballo y el buey, que te daban funfuturo. No hemos sabido todavía -a través de una
ción civilizadora a la rueda, fue decisivo para la foreducación espiritual y científica- desarrollar todas
mación de Hispanoamérica. Esa falta de rueda fue
sus posibilidades. Todavía llevamos dentro esta
la presión mayor para que se produjera el mestizamezcla de opuestos, esta dualidad contradictoria:
je, porque las culturas indias -que conocieron la
¿cuál será su síntesis? ¿Cuál será el resultado final
rueda pero no pudieron nunca utilizarla- estaban
al fusionarse los dos ritmos y sus dos valoraciones
impedidas en su desarrollo y les era imposible (a
del tiempo y la eternidad, de la actividad como
pesar de sus extraordinarias capacidades de invenmedio y como fin, del ocio y del negocio?
I
El mito de Quetzalcóatl
Hay otro punto que merece también nuestra
reflexión. En Mesoamérica Cristo tuvo una especie
de profecía profana -como lo fue para la Europa
naciente la Égloga IV de Virgilio- y esa profecía es
eí mito de Quetzalcóatl -el mito de mayor contenido humanista de la América prehispana- tanto así
que algunos misioneros creyeron que Quetzalcóatl
no era otro que el apóstol Santo Tomás,
Quetazcóatl fue un héroe cultural, creador y fundador de cultura. Su doctrina religiosa estructura
un humanismo trascendente: aspira a que el hombre sea el soberano de sus propias decisiones y los
medios que propone para alcanzar este humanismo son el ascetismo y la sabiduría de la contemplación. Su nombre Quetzalcóatl, pájaro-serpiente
-o serpiente emplumada-, simboliza el equilibrio
entre materia y espíritu, entre fuerza y razón. Y
entre sus mandatos morales destaca su no rotundo
a los sacrificios humanos y su anti-militarismo.
Mientras predominó su doctrina, la arqueología
comprueba, como dice Covarrubias, la ausencia de
vestigios de guerra y de sistemas defensivos.
Estas ideas no podían satisfacer a los nacientes
impulsores de un primario imperialismo m¡litaris-
NUEVA REVISTA MAYO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
ta. El mito nos narra la forma en que Tezcatlipoca
engaña y traiciona a Quetzalcóatl. Lo emborracha
con pulque y lo hace caer en pecado. Entonces,
avergonzado, se exilia voluntariamente y promete volver. Parte al exilio por el mar en una balsa de
serpientes. La imagen es de impresionante belleza. Pero, para mí, lo más importante de este mito
es que, a pesar de la derrota y fracaso de Quetzalcóatl, el militarismo vencedor, que impone los
sacrificios humanos y la guerra, se ve obligado a
incorporar su memoria y sus principios morales a
la nueva religión y a la nueva cultura militarista. La
memoria del pueblo es fiel a sus ideales. Pero
entonces, el militarismo, así como lo incorpora, a
la vez lo traiciona. Y esta contradicción farisea
hace que Quetzalcóatl se convierta en el remordimiento de nuestra historia indígena. Quetzalcóatl
es un mea-culpa cultural, tan profundo y mordiente que ya todos sabemos lo que significó
Quetzalcóatt y lo que ayudó el mito de su regreso
a la victoria de Hernán Cortés sobre el militarismo
azteca y su emperador Moctezuma.
I
Arriba: Fray Bartolomé de
Las Casas.
Izquierda: Hernén Cortés,
conquistador de México.
El otro remordimiento
Pues bien, esta original característica de la historia del indio mesoamericano -de llevar dentro
de sí una figura dinámica y subversiva que hace
veces de conciencia crítica y de remordimiento
humanista contra los opresivos- vuelve a repetirse en la historia de la conquista y colonización,
cuando España impone a veces con la espada la
religión cristiana, pero suscita con ella, desde los
primeros misioneros y desde la conciencia de sus
reyes y de muchos de sus hombres de espada,
una autocrítica interna y permanente a la conquista, al dominio y a la explotación.
Lo que se ha llamado la Leyenda Negra nace de
esa autocrítica que produce el cristianismo -en
forma parecida a lo que sucedió con Quetzalcóatlal contrastar la doctrina y la práctica. Las denuncias del Padre Las Casas, de los frailes, de los teólogos, se convierten en tabla de valores morales,
y de este modo, la Leyenda Negra, acumulándose
en el subsuelo de nuestra historia, se convierte en
remordimiento. ¡Es el remordimiento de nuestra
historia contra nuestra historia!, remordimiento
que no cesa que no se apacigua en razón de esos
valores espirituales y morales exigentes y perfeccionistas que cuestionaron a nuestra política ayer
y la siguen cuestionando hoy. Salvo el pueblo
israelita. ¡Nuestra América es la única cultura que
NUEVA REVISTA - MAYO 1992
posee el remordimiento como elemento dinámico de su identidad!
Sin embargo, el remordimiento-ese elemento
bíblico inserto en nuestra historia-funciona porque somos un pueblo mestizo, es decir, el producto -a veces violento- de la dialéctica del amor.
Hispanoamérica no es la civilización de trasplante
de Estados Unidos -que se desarrolla con éxito,
según sus propias leyes, en tierra nueva- sino la
creación de un MUNDO NUEVO por una serie de
descubrimientos, encuentros, choques y fusiones. El resultado todavía en proceso lo definió
lapidariamente Bolívar «Nosomos españoles, no
somos indios; somos otra cosa».
Hispanoamérica es el lecho erótico de un tercer
hombre. Y ese tercer hombre es, fundamentalmente, la fusión de lo indio y lo hispano (o más
ampliamente de lo americano y lo europeo) con
un aporte poderoso de lo africano. En América se
vuelve a comprobar la virtud creadora de ese
aporte negro que contribuyó a forjar el Mediterrá-
la loyoitdo Nocía. »o
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43
ESPECIA? |
neo. El mestizaje fue así un proceso de integración
y el tipo nuevo que produjo es la consecuencia del
ideal de misión y del concepto del hombre del
catolicismo español, pero no sin pasar por la prueba y la contradicción con las ideas guerreras y del
trato al vencido que prevalecían entonces, no sólo
entre europeos sino entre los mismos indios.
I
En la dramático formo
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do la Rodoatión
Pasatismo vs. Futurismo
En la dramática formación de nuestra América
mestiza hay un movimiento doble y contradictorio
en su dirección: fuerzas que tienden a mantener la
mentalidad medieval y fuerzas que quieren crear
una historia nueva. Un pasatismo en lucha con un
futurismo.
Por ejemplo: Cuando Colón descubre América,
dentro de su mentalidad visionaria, prevalecen
algunas creencias y algunas imágenes del mundo
medieval; está descubriendo lo NUEVO, pero se le
interponen las teorías y fabulaciones antiguas; cree
que América es Cipango o que somos la India y por
esa medievalidad todavía se llaman indios nuestros indios. Pero contra esa resistencia del pasado,
la corona, los reyes y sus navegantes imponen el
verdadero rostro de la realidad: somos un NUEVO
MUNDO y eso nuevo funda no sólo una nueva
geografía universal sino una nueva edad.
Luego, cuando los descubrimientos dan fatalmente a las conquistas, la tradición medieval, todavía viva, vuelve a imponerse en la empresa española y lusitana y se establece la esclavitud o el servicio
forzado o la «encomienda» sobre el vencido. Y otra
vez la fuerza nueva, motivada por el cristianismo y
sostenida y alentada por la Iglesia misionera y por
los reyes, se enfrenta con esa medievalidad exigiendo otro trato para el indio, decretando las
LEYES NUEVAS y empeñándose en una larga lucha
por lo que hoy llamaríamos JUSTICIA SOCIAL con
el vencido. ACTTTUD que nos revela la fuerza dinámica de la fe y los principios cristianos -que los historiadores no suelen tomar en cuenta-, principios
capaces, en este caso, de crear una situación completamente nueva, una ética nueva que establecía
una ruptura con todo el pasado de la historia humana, ya que el sistema de esclavitud y de trabajo forzado del vencido, no sólo era uso y costumbre de
Occidente y Oriente sino también -como acabo de
decirlo- de los mismos indios en todas sus culturas.
Así, pues, el «remordimiento» funciona; pero también algo más positivo engendrado por la dialéctica
del amor del mestizaje. David Brading, en su libro
QUINTO CENTENARIO
The First América, señala con agudeza la originalidad con que el franciscano Juan de Torquemada y
el Inca Garcilaso de la Vega desarrollan sus interpretaciones del pasado indígena de México y de
Perú, sembrando la semilla de la primera forma de
patriotismo criollo que se desarrollaría en los siglos
siguientes -encendiéndose en el culto mexicano a
la Virgen de Guadalupe y en el culto peruano a Santa Rosa de Lima- hasta adquirir su mayor esplendor
a finales del siglo XVllt; patriotismo que quiere realizar, ya en el siglo XIX, la singular fusión de un republicanismo católico con un nacionalismo insurgente aunque -como veremos adelante- algo detiene
entonces la dinámica creadora del mestizaje y
comenzamos a perder identidad imitando los
esquemas y fórmulas ajenas.
I
Vigencia del prójimo
Pero, volvamos atrás; Paralelamente al mestizaje en América y al pensamiento misionero de
teólogos y misioneros -de un Bartolomé de Las
Casas, de un Motolinía, de un Tata Vasco de Quiroga- en España se produce el desarrollo de un
pensamiento nuevo sobre la relación entre naciones. Surge el pensamiento de Suárez y de Vitoria
{Suárez influyó en la mayoría de los filósofos que
crearon el pensamiento moderno como Descartes, Espinoza, Leibniz, etc.) y Vitoria es el Padre del
Derecho Internacional o Derecho de Gentes
moderno, uno de los ingredientes de la Edad
Moderna y de su estructura pluralista.
Es decir, fue el descubrimiento doctrinario y
práctico de la OTREDAD. El concepto cristiano de
prójimo se hace sustancia social de América. En
Estados Unidos al indio se le extermina o se le
reduce a RESERVAS, excluido del mundo nuevo
que quería crear el blanco anglosajón. En Hispanoamérica el indio, con frecuencia, fue obligado a servidumbre y explotado; pero no excluido del mundo
nuevo y -al final de esa no-exclusión y gracias al
cruce a que dio lugar entre dominadores y dominados- surgió el nuevo hombre americano.
Naturalmente que el mestizaje no fue siempre
un idilio o un beatífico matrimonio. Es el segundo
acto de un choque guerrero de cuIturasy razas. Ni
siquiera podemos decir que al principio -salvo
excepciones- funcionara muy cristianamente,
pero sí podemos decir que obedecía a una falta de
prejuicios que se derivaba del humanismo católico. Comenzó produciendo, no legitimidad sino
bastardía. La familia que lamentablemente se
NUEVA REVISTA- MAYO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
Simón Bolívar.
estableció sobre el mestizaje fue una familia con
frecuencia desequilibrada y problemática. El tercer hombre -el mestizo- fue por mucho tiempo un
desclasificado. No se sabía qué hacer con él; nacía
en tierra de nadie; ni lo apreciaba la raza dominadora española, ni la dominada indígena. Pero,
poco a poco, ese Tercer Hombre fue el hombre
paradigmático de América: sumaba dos culturas
y, sobre todo, resolvía el conflicto de razas por la
dialéctica del amor. Llevaba en sí mismo la tarjeta
genética del NUEVO MUNDO. El despreciado fue
ia piedra angular. El mestizo fue América.
Yo agregaría: en ta medida que nuestro TERCER HOMBRE ha sido fiel a su empresa integradora, y ha sido creador de sus soluciones históricas y no imitador; en la medida que el dinamismo
de su historia ha sido el amor y no el odio o la indiferencia, América ha construido futuro. En cambio, la traición a ese signo ha dado como resultado inmediato la cultura de la Muerte y del Terror,
guerras civiles y dictaduras.
I
Los 3 tipos que hicieron
América
Pero todavía cabe otro enfoque sobre nuestro
TERCER HOMBRE: Si estudiamos sus realizaciones
históricas, vemos que el mestizo es heredero de los
tres factores humanos que hicieron América: el
hombre de espada, el hombre de la cruz y el hombre de toga. Cada hombre de esos forma su réplica
en el indio y de esas tres Tesis y antítesis se ha ido
formando la síntesis americana todavía en proceso. Sin embargo, de esos tres factores hay uno que
ha ido perdiendo (y que debe seguir perdiendo) su
primogenitura hasta ser absorbido por la civilidad:
es el hombre de espada. La civilización de América
avanza a la eliminación del hombre de espada y a
darle una significación civilizadora cada vez mayor
al hombre religioso y al hombre jurídico. No es que
vayamos a sacar del museo, con ímpetus fundamentalistas, una teocracia, pero sí una revalorización, una puesta en su lugar real del valor trascendente del hombre. Para América -si sigue el camino emprendido de fidelidad a sí misma- tiene un
valor decisivo y fundamental lo sagrado.
Pero estudiemos no sólo nuestra tradición sino
también nuestra traición, En una conferencia
reciente hacía ver la desviación histórica de Iberoamérica comparando las dos revoluciones de la
Independencia, la de Estados Unidos y la de los
países del Sur.
NUEVA REVISTA - MAYO 1992
Norteamérica, decía, al realizar su revolución
rompe con Inglaterra, pero no con el espíritu ni con
el impulso histórico que llevó a su pueblo a la tierra
americana; tampoco renuncia a la teología protestante, ni cuestiona su moral, sino que la revolución
estadounidense es un despliegue, hasta hoy, de las
fuerzas impulsoras de aquella primera semilla cuyo
brote en 1730 fue llamado «El gran despertar».
En cambio, nuestra revolución iberoamericana
de la Independencia lo que primero hizo, después
de exiliar o maltratar a sus libertadores, fue un corte radical anti-histórico en el conducto mismo de su
ética social. La revolución perdió así los valores éticos para legitimar su autoridad, perdiendo su fluidez en una sangrienta intermitencia de guerras y
dictaduras, en las que se sucedían en relevo ideas
importadas y utopías, generalmente deletéreas
mientras la Iglesia Católica, forjadora dei alma mestiza y último eslabón de unidad popular, se insertaba en esos antagonismos o era perseguida por los
gobiernos, no quedando, de los elementos que formaron América, más que una contienda perpetua.
Siirqo ol pomamlonto
do Suaroi y do Vitoria.
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Doroiho Intornodonal o
Porotho da Oonto»
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Modorno y do $v oitrmtura pluralista
QUINTO CENTENARIO
De esta manera nuestra alma colectiva, nuestra
identidad, sufrió la distorsión de una nefasta hipocresía: la de creer en privado una cosa y renegar
de ella -o bien ocultarla como delito- en público.
I
El mtitlie ts htrtdtrt
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América: §1 hembft dt
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pobrtial
Faltó Imaginación y buena fe
Nuestros ideólogos democráticos del tiempo
de la Independencia -según observa Octavio Pazno tuvieron la imaginación ni el realismo de los
misioneros del siglo XVI, cuando mestizaron el
cristianismo con las costumbres y mitologías precolombinas. No supieron salvar la ruptura de la
Independencia continuando el proceso integrador
mestizante. (No hubo, por ejemplo, un Jacques
Maritain que rejuveneciera el Tomismo en que
había sido formada Hispanoamérica), Al contrario: cortaron la comunicación entre Tradición y
Modernidad y nos dejaron de herencia esa «deslealtad» que nos ha costado tantas incertidumbres, ese «doble juego» -de que habla Romano
Guardini-que, por un lado, rechaza la doctrina y
el ordenamiento cristiano de la vida, y por otro reivindica para sí las consecuencias humanas de esa
misma doctrina. ¡Hemos abundado, para desgracia nuestra, en machetones y bárbaros tiranos
«defensores de la civilización cristiana!».
Sin embargo, el siglo XX -siglo sangriento de
revoluciones- ya en su crepúsculo alumbró de
pronto la más profunda e inesperada revolución:
la del desengaño. Se le había dicho al hombre que
podía recuperar el Paraíso en la tierra. Pero el Paraíso debía ser custodiado por los más feroces
policías y estar rodeado por una cortina de hierro.
Y el hombre experimentó las leyes terribles de la
nueva felicidad. Y comprendió, como dice el poema, que «el infierno es un paraíso amurallado».
¡Por eso el símbolo del desengaño es la caída de
un muro!
Pero el hombre se dio cuenta también, tal vez
un poco tarde, que la utopía del Paraíso, no sólo
era un engaño sino un peligroso virus paralizante que entumía los principales estímulos e impulsos que mantienen activo el desarrollo, sobre
todo el económico, de una civilización. La idea de
Paraíso se alimenta de la ¡dea en reposo de que
ya se llegó a la meta. Y esa pretensiosa ¡dea
redujo la producción y la creación; entumió la iniciativa y el progreso, matando el sueño del hombre. Económicamente la abundancia se quitó su
gran túnica de propaganda y vimos la flaqueza
de su miseria.
¡ Este es el momento en que cobra toda su fuerza retenida el sustancial aporte del Cristianismo al
desarrollo de Iberoamérica!
La ley dinámica del Cristianismo nunca fue
construir paraísos en la tierra. (Para el Cristiano no
hay utopía sino resurrección). PERO hay un mandato: «SED PERFECTOS COMO MI PADRE CELESTIAL ES PERFECTO». ¡Tremendo mandato! que
sirve para que nuestra aspiración a mejorar -en
nuestro desarrollo personal lo mismo que en el
político y social- nunca pueda detenerse (¡Cristo
no deja al hombre estancarse en ningún logro!) El
«remordimiento» y el espíritu crítico han sido inoculados por el cristianismo en nuestra historia para
perfeccionamiento de esa misma historia. El cristianismo participa y hace suya la lucha por la justicia, por el bienestar, y por la liberación de los pueblos; pero no puede sustituir con ella la superior y
trascendente empresa de la Redención. El reino de
Cristo impregna y atraviesa las liberaciones humanas, manifestándose en ellas, pero sin identificarse con ellas. Por eso el mandato de perfección
también significa para beneficio del hombre, que
nunca debe confundirse política y religión, economía y religión, sociología y religión: ¡Al César lo
que es del César y a Dios lo que es de Dios!
Ahora, en el ocaso de las ideologías, después
de un largo siglo de desengaños, el TERCER
HOMBRE americano se da cuenta -al repasar sus
cinco siglos de historia-que la única fuerza moral
que le ha permitido mantener la dignidad humanista, que ha mantenido encendida la ¡dea de
Derecho y de Justicia en nuestros pueblos y les ha
dado resistencia contra el Poder para no bajar en
el corazón la bandera de la libertad, que la única
llama que ha mantenido encendido el sentido crítico, inclusive en el orden estético, para que el
escritor enfrente y lance sus anatemas y sátiras
contra los vicios sociales y políticos: es la fuerza y
la llama anterior que contenía la semilla cristiana,
sembrada en la evangelizadón de América. ¡Gran
poder remordiente el de esa semilla!
I
Del terror al amor
Hemos tenido en América la experiencia terrible
de ver germinar en el vacío del amor-en el vacío de
la negación del amor- la mística del terror; y, sin
embargo, al mismo tiempo y al borde de tanto
campesino sacrificado por sus libradores, América
es el único continente que ha debatido -como primer mandamiento de su destino histórico- la preo-
NUEVA REVISTA-HUYO 1982
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
cupación y, más aún, la opción por el pobre. ¡Lástima que una teología tan profundamente vinculada
con las raices americanas -con la obra de sus
misioneros y con los ideales jurídicos inicialeshaya sido desviada sin originalidad y empobrecida
por teólogos mediocres, que no pasaron de ser
sociólogos utópicos, que rindieron tributo al marxismo y a la violencia!... ¡ la violencia, que no es otra
cosa que la falta de fe en el amor!
Es de suma importancia conocer y respetar esa
dirección, es decir, el sentido en que se mueve una
historia impulsada por la masa dinámica de su
pasado, y esa dirección no es otra que la que nos ha
llevado y nos sigue impulsando-no a la cerrazón y
al rechazo nacionalista, ni al odio racial, regional o
de clase- sino al ENCUENTRO, a la fusión de los
tres mundos que componen la historia universal
que son: el mundo ORIENTAL del indio, el X C I DENTAL del español y el aporte AFRICANO.
Encuentro vivo y activo que nos indica que América es la convergencia de las civilizaciones. (Vasconcelos vio en ese «encuentro» la formación de «una
raza cósmica»). América y su TERCER HOMBRE
-que Rubén Darío caracteriza como «sentimental,
sensible, sensitivo»- quiere superar (y está superando) en su literatura, en su pensamiento más
tura de cinco siglos que ha ido formando ese tercer
entrañable y en su cultura, la tiranía del LOGOS
personaje que se desprende de la obra cervantina
heredada de Occidente (no hablo del Logos del
-ese TERCER HOMBRE-: el Quijote-Sancho; el
Evangelio de San Juan, sino del racionalismo
caballero escudero; el capital-trabajo; el poesía-procerrado, de esa razón pretensiosa cuyos sueños
sa; el realismo mágico; el quetzal-cóatl o pájaro serson monstruos, según Goya) y para superado quiepiente de los presagios indios, es decir, el mestizare aportar la otra gran potencialidad, el Amor (nuesje radical -como cantaba Joaquín Pasos- de
tro EROS mestizo) «sobre cuya realización y floreci«un español todo indio,
miento -dice el escritor venezolano Guillermo
Yepes Boscán- es posible pensar la cristalización de y de un indio todo español»;
la idea de ÁGAPE como comunidad no sólo bioló- la difícil fusión del pájaro (como metáfora de espíritu) y la serpiente (como símbolo de la materia).
gicamente sino fundamentalmente espiritual».
Lo que ha estado formando nuestra historia en
La dirección de la historia de América es el
quinientos años de fusiones y confusiones, de
«OTRO», es el prójimo -la superación del egoísexperiencias fallidas, de imitaciones costosas y de
mo-. ¡Sigue pues, Quetzalcóatl prohibiéndonos los
creaciones vitales; en quinientos años de caer y
sacrificios humanos; sigue Fray Bartolomé de Las
levantarnos, lo que se ha formado es ese tercer
Casas recordándonos -frente al renacimiento del
hombre: el Cristiano americano.
Capitalismo- que no ha perdido sus peligros la
En su humanismo integral, en su equilibrio del
riqueza, ni se pueden olvidar los derechos de la
Logos y del Eros, en su valoración de la Democrapobreza I
cia después de tantas frustraciones, en sus exigencias de justicia después de tanta pobreza, hay
una inmensa reserva de porvenir. Yo creo como
Rubén Darío que la Civilización del tercer milenio
La tercera salida del Quijote
será su obra. Y repito su verso:
Considerando cuánto ha tenido de sueño y de
«La latina estirpe verá la gran alba futura!» •
realidad -de utopía y de historia- nuestra historia,
una vez afirmé en un poema que América era «la
Pablo Antonio Cuadra, nicaragüense, es uno de los poetas y
escritores universales de la lengua española.
tercera salida del Quijote». Larga salida, difícil aven-
I
NUEVA «VISTA-MAYO 1 » 2
Familia americana cuyos
miembros muestran
diversos grados da
mestizaje.
U qiio ha •«todo formando nuoitro historia on qulnlonto» ano»
do Imloiut y lonlwlonoi, do oiporiomluí
fallida», do Imltudonoi
coitoia» y do <ro«<lonos vítalo»; on qulnltnto» ano* do <aor y
lovaiiiarno». lo quo w
ha formado o» o»o torcor hombro; ol Criitinno unnricono
47
ESPECtfl & QUINTO CENTENARIO
6¿HUBO
0 NO
GENOCIDIO EN
AMERICA?
Por Demetrio Ramos
A historia del supuesto genocidio tiene
capitanía del peruano José Matos Mar. Eran los
-valga la redundancia- una larga histodías de la dictadura militar de Velasco Alvarado,
ria, que arranca de la explotación antiesen los cuales incluso se pensó que la enseñanza
pañola de los hechos pintados por el
se diera, en el Perú, en quechua.
padre Las Casas en su Brevísima relación de ¡a destrucción de las Indias publicada en
Sevilla en 1552, y por el interés del Consejo de Indias
para combatir a los levantiscos encomenderos del
Falsedad histórica
Perú. Pero fue Teodoro de Bry quien, al ilustrar con
¡ntencionalísimos grabados la edición hecha en
Hubo algún tratadista, como Mario Villarán,
Francfort en 1597, promovió el afianzamiento de la
que llegó a afirmar que la obra de difusión cultudifusión de las más disparatadas crueldades atribuí*
ral llevada a cabo por los españoles supuso «un
das a los españoles. Estos dibujos fueron reprodubárbaro proceso de deshumanización»; como
ciéndose, intencionada o ingenuamente, como ilusotros, con el pretexto de la antropología social,
tración de los hechos una y otra vez. Así se converorientaba el futuro bajo el señuelo maoista. Al
tía en verdad lo que era un increíble disparate. En el
amparo del principio de que los símbolos étnicos
siglo XVIII, Roberson, en su Historia de América,
son los que proporcionan la identidad nacional,
insertaba conceptos tan increíbles como el de que
toda la critica hacia el pasado hispánico se convir«los caciques que caían en manos de los españolestió en doctrina de fe, como se apoyó la tesis genoeran condenados... a los suplicios más crueles y cidio-etnocidio para contar con un punto de partimás infames...», sin más ni más.
da de la situación de injusticia en las actuales
I
Con
dol XXXIX
Congreso do AnurUan l t t a t , «olobrado tn
Urna OB >l moi do naosto. »o lanzo la aran
«ampona sobro • !
genocidio, g i l ha ido
robotnndo hmto hov
Pero fue hace un par de décadas tan solo, en
1970, cuando con ocasión del XXXIX Congreso de
Americanistas, celebrado en Lima en el mes de
agosto, se lanzó la gran campaña sobre el genocidio, que ha ido rebotando hasta hoy, Concretamente recordamos un Simposio especial que se
dedicó a acumular argumentos sobre el genocidio, en el que además llegó a proponerse la matización de sustituir ese término por el de etnocidio,
al sostenerse que se trató de un enfrenta miento
racial. Los representantes de varios Institutos Indigenistas se sumaron a sus conclusiones, bajo la
48
patrias.
Como prueba fundamental del genocidio se ha
ofrecido siempre, sin la menor preocupación por
la realidad, el caso de los indios tainos de la Española, que llegaron a su total extinción poco más
de mediado el siglo XVI. Pero no se tiene en cuenta, por ejemplo, que también se extinguieron los
indios de las pequeñas Antillas, donde los españoles nunca llegaron a establecerse. ¿Quién fue
entonces el que aplicó el genocidio en estas islas?
La realidad de lo sucedido en la Española tampoco tiene nada que ver en general con las cruel-
NUEVA REVISTA-MAYO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
dades de encomenderos ni con la maldad de los
españoles que allí fueron llegando. Por añadidura,
el primer núcleo extinguido no fue indio, sino
español: los pobladores de la Navidad, dejados
por Colón, en enero de 1493, de los que no pudo
encontrar ni uno a su regreso en el segundo viaje.
Por lo pronto, esta catástrofe de una pequeña
colectividad tenía que haber servido para demostrar que los indios benéficos y pacíficos descritos
por Colón en su Diario, no eran tan bondadosos
como les pintó ingenuamente.
Pero de los llegados en el segundo viaje de
Colón, que según su hijo don Hernando Colón
alcanzaban el número de 1.500 personas, poco a
poco sucedió una mortandad continua. Las Casas
nos dice, refiriéndose al mes de marzo de 1494,
que «de muertos e enfermos pocos se escapaban,
y los que del todo estaban sanos... tantos más
caían enfermos y morían, cuanto los mantenimientos eran menos y las raciones dellos más delgadas». Así «morían muchos con grande impaciencia y a lo que se teme, totalmente desesperados». Era el efecto del trópico, del que habló con
gran competencia uno de los testigos, el doctor
Chanca, al explicar que bajo los efectos del clima,
al que no estaban habituados «te gente ha adolecido en cuatro o cinco días al tercio delta». Si contabilizamos cuantos de los 1.500 hombres que llevó Colón, en ese segundo viaje, llegaron a salvar
sus vidas, quedaríamos asombrados, pues cuando Antonio de Torres regresó, informó a los Reyes
en Medina del Campo, en marzo de 1494, que quedaban vivos en la isla tan solo 900 hombres.
I
Indio peruano del
Amazonas.
tí prlmw núdoo oxtlw
guido no luo indio, lino
•«pañol: loi pobladoroí do la Húvldad.
dojudoi por Colón, on
onoro do 1493, do loi
qui no pudo »n<ontrur
ni uno u m rogroio on
ol «oqondo viajo
Causas de la mortandad
Pues bien, si sabemos que todos ellos eran
gente moza y sana, llenos de vigor cuando partieron de España y que transportaban víveres y lo
necesario para producirlos, ¿qué explicación
cabría dar? ¿Sería lícito decir que habían sido víctimas de un genocidio?
Hacerlo así, sería, efectivamente, injusto. Hubo
muertes a manos de los indios, claro es, pero la
mayoría de los que sucumbieron en esa hecatombe fueron víctimas de las fiebres tropicales, de la
que sobrevivieron los más vigorosos, pero tan
debilitados, que el hambre arrasó con muchos y
los que no, perecieron, porque enfermos se vieron forzados a trabajar o a caminar, desesperados,
enloquecidos.
NUEVA REVISTA • MAYO 1992
49
ESPEClfl £ QUINTO CENTENARIO
•nfc
Fragmento del Mapa de
Nueva Galicia. Siglo XVI
90
Igualmente es lógico que otro tanto, aunque en
sentido inverso, se produjo entre los indios, pues
ante los efectos del hambre, los españoles se vieron obligados a buscar alimentos de los que cosechaban los naturales, ya que no lograban que el trigo o los demás cultivos que ensayaron produjeran
ninguna cosecha Como los indios carecían de sentido previsor y no tenían ningún depósito de acumulación, las demandas de los españoles les resultaron intolerables, desmintiéndose así también el
supuesto colombino inicial de que daban con facilidad de aquello que tenían. Estos son los «robos»,
de los que había Las Casas, pues «los indios
comunmente no trabajaban ni querían tener más
comida de la que habían para sí», con lo que se nos
desmiente la fácil entrega de víveres.
El hecho es que asi se pasó a una situación de
hostilidad que se manifestó en distintas modalidades, pues «dellos se iban y absentaban, escondendose,.,; dellos disimulaban, porque por la mucha
gente cristiana y los caballos... no se atrevían ni
curaban de resistirles...», hasta que «comenzaron a
tomar por si venganza y hacer justicia los reyes y
caciques, cada uno en su tierra y distrito, y así mandaban matar a cuantos cristianos pudiesen». De
esta forma los que morían de hambre y enfermedad se unían los que los indios mataban a la menor
oportunidad. Y que conste que las frases que utilizamos son del propio Las Casas, quien incluso nos
habla de un cacique que «mandó matar diez cristianos que pudo haber, y envió secretamente a
poner fuego a una casa de paja donde había ciertos
enfermos».
Hubo, como consecuencia, una acción represiva, en la que se llama batalla de la Vega Real, pero
donde no pudo haber el número de muertos que
nos dice el dominico, ya que los que llevó Colón
para realizar tal castigo, ni podían ser más alia de
100 ó 150 hombres, ni estos podían tener el vigor
como para realizar una verdadera matanza, durante las horas que habrían necesitado. Eso, contando
con que los naturales no hubieran huido.
Los hechiceros indígenas apelaron entonces a
un nuevo mecanismo de castigo contra aquellos
huéspedes que veían que no se retiraban de la isla.
Era la aplicación del sistema habitual con el que se
defendían de los invasores caribes, quienes llegaban a sus costas sin trasladar impedimenta ni vituallas, pues sus canoas no permitían el transporte.
Por eso los tainos les imponían el reembarque por
hambre, quemando sus propios campos de cultivo
y retirándose a las montañas. Así también, frente a
los españoles decidieron «no sembrar ni hacer
labranzas de sus conucos, para que no se cogiese
fruto alguno en la tierra, y ellos [los indios] recogerse a los montes donde hay ciertas y muchas y
buenas raices».
I
Desnutrición y enfermedades
Pero el hecho es que con los españoles no dio
resultado este ardid, pues «ni se fueron ni se murieron, aunque algunos -no pocos- morían». Mas también, en paralelo, los indios se vieron obligados a
NUEVA REVISTA-MAYO 1991
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
huir de una parte a otra con sus mujeres e hijos,
muertos igualmente de hambre y enfermos «porlas
humedades de los montes y de ¡os ríos». Es la primera enfermedad que registra Las Casas como
padecida por los nativos -y que ellos se provocaron-, que creemos califica el dominio demasiado
ligeramente, pues sin duda se trataba de una primera epidemia, que se propagó de unos a otros en
aquella convivencia de los refugios de montaña. Por
eso dice que «vino sobre ellos tanta enfermedad,
muerte y miseria, de que muñeron infelicemente de
padres y madres y hijos infinitos». Y este morir «ínffnitos» no pueden ser más que una enfermedad contagiosa, favorecida por el hambre y la mayor frescura de la montaña. ¿Sería la tuberculosis?
les, perfectamente comparables con los contactos
trasoceánicos.
En México, como en Perú, se produjeron parecidos efectos en la población indígena, aunque en
volúmenes muy inferiores, por eso en ningún caso
se llegó a repetir lo sucedido en las Antillas. Hubo
catástrofes demográficas, como la que se dio en los
últimos días de resistencia de Tenochtitlan, donde
había llegado a introducirse el cólera, contagiado
por algunos de los hombres -parece que fue un
negro- de los llegados con Panfilo de Narvaez, lo
que se agravó por el sitio al que se vio sometida la
capital azteca.
Luí Caiui Indino noi
habla d> uñ cadqw
qut •aiüñdó malar
di*x trtitlaaoi
fw>
podo habar, y tavíó
tatratamanta a panar
fuago a BHB ta$a da
paja donda había «tofos aatarmet»
Se repitieron golpes negativos sobre la población indígena a consecuencia de las epidemias,
como lo registra Mendieta en su Historia EclesiástiLas Casas se permite un balance tras esta segunda tragedia -la primera fue el vencimiento de la ca Indiana, quien trató de identificar la causa de ese
«azote de los indios» en una decisión que nada tenía
Vega Real-, que valúa bien rotundamente, al decir
que «no quedaron de las multitudes que en esta que ver con los españoles, sino con un castigo diviisla de gentes había desde el año 94 hasta el de no. ¿Cómo podía explicar que a mediados de siglo
hubiera disminuido la población indígena casi a la
1506, según se creía, la tercera parte de todas
mitad? Pero en ningún caso pensó en el trauma de
ellas». Así pues, antes de que pudieran tener efecla conquista, sino precisamente en el tránsito de una
tos perniciosos la implantación de la famosa encoedad «dorada», la que llega a incluir la época del
mienda, ya habían muerto las dos terceras partes
de los indios, según lo confiesa el padre Las Casas, Virrey Mendoza, a una edad que llamó de «hierro»
con las grandes pestes de las décadas de 1540 y
por las causas dichas.
1576-1579 y también 1595-1596, a impulso siempre
Si a esto unimos el que los indios supervivientes
de
la disminución del poder mendicante,
tuvieron forzosamente que quedar afectados por
En ol <aw poroano la
esa desnutrición y enfermedades, frente a los que
En el caso peruano la realidad se atenúa, pues la nulidad n otomía,
no tenían defensa orgánica alguna, es lógico que, al disminución ya era un hecho incluso anterior a la pwti IB dliminutloit yo
implantarse la encomienda, fuera su capacidad de
guerra civil entre Atahualpa y Huáscar, ya que el «re un ho<ho Indino
trabajo mínima y que el encomendero, que descoInca Viejo murió precisamente como consecuencia enlorlor • la gutrru
nocía totalmente esos efectos de debilidad, creyera
de una epidemia, quizá determinada por el primer «¡vil oBtro Atahoalpa y
que se tratara de vagancia y de resistencia, lo que
recorrido de naves pizarristas hasta la costa tumbeHuu«ur, yo um >l Imu
trataría de vencer, con la consecuencia del agravacina. Y ello se agravó con ocasión de la lucha cuzVlo|o
murió p r x l i u miento físico y de las enfermedades contagiadas.
queña contra los ejércitos quiteños, para registrarse
Esto es, además, lo que nos demuestra la aparición,
nuevos efectos negativos tras e! levantamiento de manta lomo tonwmiien recientes excavaciones, de cementerios improManco. Siempre pues, en relación con circunstan- «lo do mu opldomlo
visados, que no pueden ser consecuencia de malos
cias que nada tienen que ver con los supuestos
tratos, sino de enfermedades generalizadas.
genocidios, sin que quiera decirse que los traslados,
Esto que parece tan sencillo, es lo que no se ha emigraciones y concentraciones de pueblos no
tuvieran también calamitosas consecuencias, como
acertado a ver, para admitir, en cambio, la incolos casos de malos tratos que pudieran darse, en
gruencia de que el encomendero, que se veía favoAmérica como en la propia Europa se dieron. Y
recido por la disposición de mano de obra indígecomo se siguen dando en los auténticos genocidios
na, se hubiera dedicado a extinguirla, en perjuicio
que todos conocemos.
propio. Las conclusiones a las que pudo llegar
Willian H. McNeill en «Plagues and Peoples«, vieLa historia tiene su lógica y su realidad, del misnen a demostrar que el hecho no era nada nuevo,
mo modo que su leyenda y la vestimenta pasional,
pues en la misma Eurasia se habían podido identique desde nuestro siglo científico hay que ir sustituficar los efectos de la confluencia de culturas, con la
yendo por las realidades contrastadas. Que no son
propagación de enfermedades, como pudo
las de Teodoro de Bry. •
demostrar con los balances de los efectos de morbilidad resultantes de la expansión de los mongo- Demetrio Ramos es miembro de la Real Academia de la Historia.
NUEVA REVISTA- MAY01992
SI
ESPECIA
DESPUÉS DEL
DESCUBRIMIENTO
Por Guillermo Morón
rooméftin, Indocmirl(u. qut múi do cómo
quUrait I lámar no i HMIOI y un vi>jo nmiliojt di quínUntoi
flñei
I europeos, ni indios, ni negros, sino
todo lo contrario. Es decir, los latinoamericanos -Hispanoamérica, Iberoamérica, Indoamérica, qué más da
cómo quieran llamarnos-somos ya un
viejo mestizaje de quinientos años. Europeos por
la procedencia, España es el origen común para
las dieciocho Repúblicas, más Puerto Rico, doscientos sesenta y tres millones de habitantes, juntamente con el Brasil nacido de Portugal, 141
millones de seres humanos; de Europa tenemos
la lengua y, con la lengua, ta manera de ser. La
política, la moral, la filosofía de los latinoamericanos es grecolatina.
Ya don Américo Castro, en brava y fértil pelea
con don Claudio Sánchez Albornoz, penetró en los
socavones del alma hispana en su historia, para
demostrar que judíos, moros y cristianos formaron la cultura española, también en un proceso de
mestizaje que duró ochocientos años. Sobre esos
mestizos españoles se realizó y realiza la ingeniería social latinoamericana.
I
La soledad de América Latina
Para comprender bien esta agitada historia de
América Latina es necesario tener en cuenta la
Historia de España que diseñó Don Ramón
Menéndez Pidal (sólo se han publicado diecisiete
tomos de los 40 que la formarán), la Historia
General de África (dos volúmenes han sido editados por la UNESCO) y la Historia General de América (20 volúmenes, de los 36 que la integran, tengo ya en circulación). Porque nuestra historia es la
confluencia, repetición y resumen de toda esa
enorme heredad, ya hecha una sota cultura con
ingredientes que le son propios y dan fisonomía.
Por todo cuanto ha ocurrido en estos quinientos
años de andadura histórica América Latina se ha
quedado sola. Sola entre los bárbaros como la
Grecia de Herodoto.
Por supuesto que así como a Europa la forman
los pueblos y estados más diversos en idiomas e
identidades -¿en qué se parecen los ingleses a los
españoles o los alemanes a los italianos, como no
sea en la asimilación de ideologías políticas heredadas de Roma?-, a la América Latina le sirven de
plataforma Hispanoamérica, la más extensa y
antigua, la lengua que llamamos castellano o
español indistintamente, Brasil con lengua primahermana doble, y El Caribe con tres idiomas europeos más. Ahora, cuando finaliza el siglo la unidad
de América Latina está sólo en las carencias y en
la retórica. Las carencias se resumen en el desolador panorama de la marginalidad, tal vez el
ochenta por ciento de una población de cuatrocientos cuatro millones (en 1987).
Muy bien, pero esa densa, conjunta y dramática presencia humana, no está muerta, está viva y
lucha todos los días y todas las noches. Es una
civilización, es una cultura donde predomina la
profunda herencia europea. Todavía hay indios y
todavía hay negros. Sus culturas pertenecen a
nuestro modo de ser hombres. Estarán siempre.
No ha habido nunca ni en el siglo XVI ni en el siglo
XX, una política de Estado dirigida al genocidio.
Todo lo contrario. Doña Isabel, aquella gran Reina
nuestra llamada por antonomasia Isabel La Católica, regañó al Almirante: ¿Quién os autorizó para
esclavizar a mis vasallos?
La soledad de América Latina es de condición interior. Están solas, en forma empedernida, las Repúblicas. ¿Sabía usted que las Repúblicas latinoamericanas son las primeras, las
más antiguas, del Universo mundo, exceptuando a los Estados Unidos? Se empeñan en ese
aislamiento, en esa patriótica y absurda soledad. Están solos los presidentes, encerrados en
los idealismos, encerrados en el poder, duros
de pelar los dictadores, inalcanzables en vani-
NUEVA REVISTA-MAY01991
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
dad los demócratas. Hay un gran desierto de
estadistas.
Sólo existen dirigentes, hábiles en la profesión
política. La carencia de grandes conductores es
también una soledad. Los políticos latinoamericanos, de cualquier pelambre, socialdemócrata,
socialcristiana, liberales o conservadores, saben
ganar elecciones. Pero no saben qué hacer con el
poder.
No oyen, no ven, no sienten. Se hacen solitarios. Están solos los pueblos, aislados por fronteras artificiales y endurecidas. No hay paso franco
para los ciudadanos, metidos en la camisa de
fuerza del nacionalismo. Dan ganas de añorar las
libertades de Don Felipe fl.
La soledad de América Latina es exterior. En los
organismos internacionales cada país anda por su
lado. En la ONU y en la OEA, como en la OPEP y
en la UNESCO, los latinoamericanos forman un
saco de gatos. Por eso los Estados Unidos invaden Panamá e invadirán otros lugares estratégicos. Por eso Europa no escucha los planteamientos sobre el presente y sobre el porvenir. Por la
soledad exterior de América Latina, España apenas se ocupa de la retórica en relación con los Quinientos Años del Descubrimiento, pero no va a
colocar ni una peseta de las muchas que le
sobran, convertidas en dólares, en ningún banco
latinoamericano.
América Latina se empeña en ser un conjunto
de Naciones, Estados, Patrias, Presidentes y Pueblos aislados, solitarios, encontrados. En lugar de
recuperar la unidad que fuimos. No más una
comunidad de naciones, sino una comunidad de
ciudadanos.
I
Unidad y destino
¿Sabía usted que el pueblo latinoamericano,
heredero de Europa (Grecia, Roma, España) es el
más antiguo y culto del continente? La tecnología
es norteamericana, la cultura es latinoamericana.
Para dejar de estar solos habrá que comenzar
por la unidad. Primero la unidad de cada país, más
profunda la democracia, más fuerte la educación
básica, más ágil y abierta la economía. Para dejar
de estar solos habrá que realizar el gran esfuerzo de
la unidad frente a los grandes polos nucleares de la
actual civilización global, los Estados Unidos de
Norteamérica y El Canadá, la Comunidad Europea
y el Japón. China tendrá su interlocutor apropiado
NUEVA REVISTA • MAV01992
en la América Latina de mediados del siglo XXI.
Los latinoamericanos son la alternativa para
los europeos. Pero si América Latina conoce a
Europa -es heredera de su cultura-, la Europa de
hoy se niega a conocer a la América Latina. Nuestro aislamiento, nuestra soledad interior y exterior, comenzaría a convertirse en cooperación y
complemento, si Europa -España la primeraconociera adecuadamente dónde están las reservas de esta civilización «occidental y cristiana», es
Por todo «yanto ha wurrido on oitoi quiñi**
tos año» do andadura
hUtorha AworUn latina M ha quodado lola.
iota ontro loi bárbaros
«orno la Gro<ia do Htrodoto
La reina Isabel La Católica.
decir, greco-latina, es decir, europea. Porque Estados Unidos sólo tiene interés en la destrucción de
esa reserva de la humanidad que es América Latina. Sin América Latina Europa se queda corta. Sin
Europa América Latina tendrá una larga soledad.
Ahora bien, así planteado el asunto principal de
la comunidad latinoamericana, ¿cuál podría ser su
destino, si es que ha de haber alguno?. Por de
pronto las tres porciones en que se divide este
hemisferio social, Hispanoamérica y Brasil que
conforman la Iberoamérica, un solo gran bloque
conectado por el parentesco de las lenguas y la
similitud de usos y costumbres, y el Caribe, deben
ser identificados en plenitud por los propios latinoamericanos. En un profundo conocimiento de
sí mismo, en cada Nación, se fundamenta la
Comunidad Europea.
Por otra parte, un proceso de crecimiento dentro
de cada país, en cada República se hace individualmente el esfuerzo nacional, dirigido a lograr el
ascenso necesario de los marginados -ya no del
todo analfabetos como antes, en el rural siglo XIX.-
Le anidad do Amórha
Latina o»ta »6lo on la»
«ronde» y on la rotórica. La» (oromloi »o
ro»wnon on ol dotólador panorama do la
morglnalidad
53
QUINTO CENTENARIO
El Capitolio de
Washington.
Ese ascenso se
detuvo en la década
de los ochenta, pero
comienza a vislumbrarse de nuevo en
algunos lugares. En
todo caso la marginalidad es el gran
peso de toda la
comunidad; la deuda extema, la rapacidad tecnológica, la
voracidad financiera, el mal hábito de
lasinvasíones norteamericanas son
poderosas fuerzas
que tienden un círculo de hierro y candela a los más de
cuatrocientos millones de latinoamericanos. La incapacidad para gobernar a
cada país, las güeras de Centro América, Colombia,
Perú, los hábitos del
despilfarro heredado de nuestros
abuelos españoles y
portugueses del
siglo XVI, la indisciplina personal y colectiva, son los principales defectos comunes a la sociedad latinoamericana.
Todo eso significa que ahora, cuando los latinoamericanos cumplen quinientos años de edad
histórica, es cuando se requiere por parte de los
dirigentes políticos, sociales, económicos y culturales el más grande esfuerzo al objeto de identificar, ascender y proyectar el pueblo común hacia la
historia compartida.
I
La cabeza del Imperio
Esta es fa gran ciudad. Lleva el nombre de un
libertador, George Washington, cuya historia es
más conocida que las caráotas negras, llamadas frijoles en México y otras partes del Nuevo Mundo. En
mi tierra se dice de alguien o algo muy conocido
que lo es más que el pan de piquito. Menos conocida en los pueblos iberoamericanos es la visión de
54
esta ciudad imperial del libertador George Washington. No sólo están el Capitolio, la Casa Blanca y
el Pentágono, el trípode sobre el cual se asienta el
poder, sino todas las avenidas, plazas, parques,
espacios abiertos y arbolados, con los macizos edificios romanos. Hay necesidad de incluir, claro está,
los catorce museos de la Smithsonian, esa particular y poderosa institución dedicada a la ciencia y a
las humanidades. El poder está visible donde quiera, incluidos los «homeleses», los «sintecho» de
diversos colores que se sientan a las puertas del
Museo de Historia Americana donde ahora estoy,
en las aceras y, a partir de la Avenida 13 para abajo,
en todas partes. El Imperio tiene sus propios desechos, su basura humana.
Si el visitante ha sido debidamente vacunado por
la intemperie contra una enfermedad llamada, vulgarmente, sensibilidad, podrá gozarde los mayores
encantos y comodidades de Washington, núcleo de
la guerra y de la paz en el mundo de hoy. Como es
primavera, los árboles están en flor, los cerezos
lucen sus colores. En mi tierra hay flores y frutas
todo el año, llueva, truene o relampaguee,
Mi viejo antecesor en el achaque de las letras históricas, Fray Pedro Simón, ya lo advirtió: se pasa de
un clima a otro, del calor al frío, del verano al invierno, en menos de una jornada. Ya se sabe, es el trópico, con el mar y sus playas, con el rio Orinoco y la
selva llamada Canaima, con los Llanos y el Pico Bolívar, allá en Mérida, más arriba de los cinco mil
metros nevados. En Washington pasa rápidamente la primavera.
¿Habrá cristianos en esta capital imperial?
¿Quién dará de comer a esta gente? Cuando llegue
el invierno, ¿cómo se protegerán del frío? Esa es
una ventaja para los pobres de mi tierra, no hay
invierno, sólo primavera y verano. Además, todavía
quedan cristianos.
Curiosamente llegan a mi memoria dos libros,
leídos en la juventud, ahora testigos del tiempo en
la bilioteca de mi casa caraqueña, Caracas no se
parece a Washington, la de hoy es una fea imitación
de Nueva York, donde está la gasolina del poder, la
Bolsa de Valores, el dinero que mueve y conmueve,
nunca a compasión. Uno de esos libros, ya quietos,
se titula Et mundo romano, un preciso y claro
manual del historiadorfrancés,del Instituto de Francia, Víctor Chapot Fue puesto en español por dos
maestros españoles, tal vez olvidados, Luis Perícot
y Rafael Ballester. Es que nada se parece tanto al
romano como este mundo americano, es decir, norteamericano. «Tenemos el más grande imperio que
ha existido», se jactaba el británico; el romano trans-
NUEVA REVISTA -MAYO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
formó al mundo, el norteamericano es mayor. Se
siente hasta en las conversaciones de pasatiempo.
Y el otro libro, famosísimo hace ahora treinta años,
es el Jesiísdel entonces profesor de historia del cristianismo en La Sorbona Ch. Guignebert. Jesús existió no porque lo mencione de pasada Tácito en sus
Anales (XV.45), sino porque está a la vista desde
hace mil novecientos noventa y dos años. ¿Habrá
un Jesús en esta enorme ciudad? El Presidente del
Imperio dirigió los bombardeos de la triste Guerra
del Golfo desde un barco de su Iglesia y desde su
campo de golf. Los Césares no eran cristianos.
A ver si recuerdo el nombre de aquel jefe bárbaro
llevado a Roma como trofeo de guerra para ser juzgado. Se llamaba Manuel Antonio Noriega, quien
cometió ef error de resistir la invasión. Vercingetorix
de la tórrida y pobre Panamá, pagará su condena,
después de la destrucción de su pueblo y de la
devastación de su reino, sin derecho a la tiranía
doméstica. Como todo abuso de poder, el acto es y
será una afrenta para todos nosotros, los latinoamericanos. Como lo será una invasión a Cuba, si el
gallego don Fidel Castro no afloja la mano de su ya
innecesaria revolución. También Atenas imponía su
democracia por tas malas. ¿Y por qué han de ser
democráticos los haitianos, pueblo irredento si los
hay, si no quieren serlo? Primero se debe ser libres,
después hay que ganar la Justicia y, al final, si sirve
de consuelo, democráticos. La democracia es una
vieja dolencia. No es una invención de los anglosajones; ya se sabe cómo la democracia se la inventaron, lentamente, los griegos del siglo VI antes de
Cristo, primero, en las islas pequeñas del Egeo, luego, en el continente. Europa descubrió tarde la
democracia; en España llegó después de existir en
sus antiguas Provincias. Aquí en Washington la gente anda democráticamente como le da la gana, descamisados, en calzoncillos, alienados, quizá, esto es,
fuera de sí cada uno, si se juzga por el modo de estar
en los sitios, en las calles, en las plazas, en los cafés,
gente gorda y a raudales, pero sin las carreras de
Nueva York, de Chicago y de San Francisco.
I
En la biblioteca del Congreso -no la tuvo Roma
porque la Cultura era helena- me pongo a revisar la
bibliografía de y sobre dos alineados que nacieron
fuera de época, quiero decir más allá del tiempo en
que anduvieron en el siglo, como diría el Padre
Pedro de Rivadeneyra para referirse a la vida de ese
otro fuera de serie llamado Ignacio de Loyola. En la
NUEVA REVISTA-MAYO 1M2
Biblioteca, destinada a servir al Congreso, si en el
Congreso leyeran libros, está todo cuanto se ha
publicado sobre Fray Bartolomé de las Casas, un
descubridor de América, y sobre Cervantes, el descubridor de España. Dos alienados, dos locos, Las
Casasy El Quijote que es Cervantes su creador, aunque don Miguel de Unamuno se resiste a esa creación porque el Caballero, el Hidalgo por antonomasia, no es creatura de ficción, es hombre real y verdadero. Ya no hay alienados, descubridores de ser
hombres, como estos de nuestra lengua y cultura.
¿Quién habrá de salir a reparar entuertos en este
mundo de la barbarie tecnológica, como cree el
maestro Francisco Rodríguez Adrados que vendrá
sobre España si se termina por eliminar los estudios
humanísticos? En las grandes librerías, almacenes
gigantes, asépticos, ordenados por computadoras,
los libros se venden a granel. Son best-sellers, los
mejor vendidos, como esa biografía de Nancy Reagan con mil páginas de chismes y maldecires. Hay
muchos Protágoras por ahí; muy pocos Sócrates.
Mientras juzgan al bárbaro panameño, un grupo
de animales racionales, llamados intelectuales, se
reúnen en un salón de la Smithsonían para leer y
discutir. En el periódico de la gran ciudad se publica
una magra reseña para advertir sobre la curiosa e
inocua reunión.
El periódico propone colocar en la puerta de esa
sala de locos, tan extraños en el ambiente de la
cabecera del Imperio, un cartelito con el aviso
común de los sitios de peligro: «Cuidado. Aquí trabajan intelectuales».
¿Y sobre qué asunto discuten esos profesores
humanistas, historiadores, literatos de diversos
lugares del mundo? Pues sobre algo sin trascendencia para una ciudad tan bien construida, tan sólidamente establecida, como es la identidad? ¿Y cuál
identidad? Imagínate tú qué tontería: la identidad
cultural de las Américas, así, en plural, la del Norte,
la del Centro y la del Sur, añadida la posible identidad de los pueblos del Caribe, incluido Haití.
Ocurrió, pues, en Washington este simposio. Si
los indígenas son aún perseguidos, como en la
Conquista; si los negros serán mayoría a mediano
plazo; si los hispanos ya penetran la sólida estructura de Roma y su entorno, como hicieron los griegos de la antigüedad; si los asiáticos forman parte
de la identidad americana. Todo en voz alta, con
entrada libre y democráticamente. Es una característica de esta ciudad: se puede criticar aunque sea
peligroso. •
Amorha Latino »o
ompoña tu s r un ionjunto d t Nq<lont».
Estado», Patria», Proildonto» v Puoblo» aillodo», «olltario», tntontrado». EB logar d>
rocopornr la unidad
aut lulmoi
Lo» latinoamtriíanos
ion la alttritatlvo para
lo» ouropoo». Poro »l
Amerita Latina conoit
a Europa -t» horodora
do %m lultura-, la Europa do hoy »o nloaa a
«onocor a la América
Latina
Guillermo Morón, venezolano, es historiador.
55
ESPEClH § QUINTO CENTENARIO
LOS TESOROS DE
FLOTAS Y GALEONES
LLEGADOS
DE LAS INDIAS
Por Felipe Ruiz Martín
Loi «pañol»* qut dttavét do
oacgoalran ton un H«n CoHtlnoato Hono do
potlbflldudn quo
•Pfovwliif. tionon pro-
foronda» marcad»,
w\ obioilw, por ti
•allaigo o la captura
do motaloi prxioso»
se
ONFORME avanzaba (a segunda mitad
del siglo XV, la madurez de Europa del
Oeste-no sólo material y culturalmente- iba agravando su viejo y eterno
^ _ ^ _ problema, la insuficiencia de numerario, de dinero contante y sonante, el medio
corriente de pago de aquello que se necesita
adquirir. El oro que se traía del Sudán era un
pequeño alivio para aquella carencia, igual que la
plata extraída de los yacimientos del Sur de Alemania y de Hungría. Entre mercaderes se remediaba la penuria acudiendo al juego de escrituras
para compensar deudas y créditos recíprocos. No
era bastante. Por eso los españoles que después
de 1492 se encuentran con un Nuevo Continente
lleno de posibilidades que aprovechar, tienen preferencias marcadas, casi obsesivas, por el hallazgo o la captura de metales preciosos. Ya Colón se
dejó llevar por esa inclinación; todavía más los
conquistadores. Ciertamente, el oro ai principio,
luego en los siglos XVI y XVII la plata, y otra ve* el
oro en el siglo XVIII, fueron las contribuciones
más patentes de América a que el progreso ininterrumpido de la que llamamos Civilización Occidental, que no cesó nunca de transformarse y de
avanzar en una determinada dirección. Le fue
posible acelerar su ritmo a una velocidad que no
había tenido antes y plantearse en los umbrales
de la Industrialización, esa «revolución» irreversible de la que han partido los formidables cambios
sucesivos que asombran y en cierto modo des-
C
conciertan al hombre de hoy, no sabiendo donde
va a ir o le llevan.
La plata de Potosí y de Méjico, tanto o mas que
el oro del Brasil, fueron combustibles esenciales
para mantener en marcha el motor que condujo a
Europa de la Edad Media a la Modernidad, el
Renacimiento a la Ilustración, pasando por esa
etapa crítica, cuyo contenido no acaba de ser
desenredado cumplidamente, y que conocemos
difusamente con el apelativo de El Barroco. Fueron de gran importancia aquellos metales, aunque de su uso no resultasen los más beneficiados
en sí mismos los hombres y los territorios que, de
un lado, los guardaban en sus entrañas y, de otro
lado, quienes los extrayeron y depuraron, acuñándolos a continuación, malbaratándolos ulteriormente. Sería absurdo afirmar que aquella
riqueza no les deparó a ellos alguna ventaja y que
fueron inútifes esfuerzos y sacrificios, considerando que la plata de Potosí y de México, como el oro
del Brasil, terminarían yendo a parar al Asia Oriental, donde se enterraron.
I
La plata antes que el oro
Punto primero a aclarar es la cantidad de plata
y de oro sacado de América y la cronolr gía puntual. Inicialmente la plata, insístese, tras comprobar temprano los buscadores, (1530} que las arenas auríferas de los ríos que al principio les atraje-
NUEVA REVISTA-MAVO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
Comercio con América.
Grabado de finales del s.
XVI
Asi pu>s, lo edad dt la
piola no dura d i n
oñoi, sino doHJtntoi,
y <ontlnúa tonltndo
rolovamla mói lardo o
p«ar dt IB lrmp<16n
dol oro qwt %• donubro
abundan!* on Minas
Gtrah dot Bfaiil dudo
1690-1700
ron, carecían de interés para el porvenir. No así las
minas argénteas que se descubren tanto en Potosí como en México hacia 1545-1546 y no dejarán
de dar rendimientos ubérrimos -al presente consta con aceptable certeza- hasta fines del siglo XVII,
y no como se creía antes hasta fines del siglo XVI.
Durante el siglo XVII se obtuvo más plata de México y del Potosí que en el siglo XVI. Así pues, la
edad de la plata no dura cien años, sino doscientos, y continúa teniendo relevancia más tarde a
pesar de la irrupción del oro que se descubre
abundante en Minas Gerais del Brasil desde 16901700, consiguiéndose hacia 1620 los más pingües
beneficios durante los doscientos años de la edad
MUEVA REVISTA- MATO 1992
de la plata el stock de ese metal, pálido mejor que
blanco que pasa a Europa, se multiplica, aunque
constantemente está fluyendo: entra principalmente, aunque no con exclusividad ni mucho
menos, en el transcurso de todo el siglo XVII -el
siglo XVI es otra historia-, por Sevilla o Cádiz, a
razón de unas 165 toneladas cada ejercicio; sale
de Amsterdam y de Londres en las expediciones
de fa Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales o de la East India Company.
El oro en el trancurso del siglo XVI y del XVII casi
desaparece de la circulación; hay algún residuo de
«escudos» pero muy corto. Lo que priva por
doquier son los «reales» castellanos, y dentro del
ESPECIAP S QUINTO CENTENARIO
tamaño o tipo de las piezas que los contienen,
pequeñas, medianas y grandes, hay una, el «real de
a ocho», el «duro», que se hace universal. Si por
1608 en Genova -y Genova es a la sazón el polo o
epicentro financiero de ese conjunto desgarrado
políticamente, no financieramente, que es la Cristiandad- se abre un banco privado que solo opera
con reales de a ocho, es por algo. Resulta que en las
«escalas» de Levante en el Mediterráneo, como en
los puertos o los mercados rusos del Báltico o los de
la China y el Japón, como mejor se abren es a
requerimiento de esos reales de a ocho. La moneda
penetra con la máxima facilidad hasta el fondo de
los espacios que están detrás, en la retrotera: ¿No
es el duro el modelo que en peso y ley adopta el
dólar de los Estados Unidos, bien que el nombre lo
tome del taler germano?
Lo G U I priva por
doquior ion loi «roaIos» «»tollaiio». y dontro dol tawflfto o tipo
do loi pioio» qoo loi
Los albores del capitalismo
«ontlonoii.
imdlanai y aroadoi.
Vamos a revisar las etapas que recorre la plata,
hoy una, ol «roal Jo o trabajosamente obtenida en el Potosí o en México.
otho», «I «doro», quo En esos yacimientos las venas están muy hondas, y
tt ha<o
allí, al pie, en la boca, se depura el mineral por el
método del brasero o, desde 1559-1562 en México
desde 1570-1572 en el Potosí, por amalgama con
azogue, y se conduce hasta el centro administrativo
más próximo para ser envasado, trasladándose a
continuación a las Antillas -salvo la necesaria para
los costes de organización de las colonias-, a fin de
transportarla por ei Atlántico hasta Sevilla o Cádiz,
en convoyes bien protegidos contra los piratas y
corsarios que los acechan.
I
En los reinos de Castilla se retiene la plata más
tiempo del que se suele suponer, hasta 1552 casi en
su integridad. Más tarde, sí, ciertamente es sacada,
y se distribuye por Europa, a la que inunda. Es verdad esa dispersión, esa sangría calculada y sistemática de los reinos de Castilla, cuando estaban
separados por una aduana rígida de Aragón, Cataluña y Valencia, de Navarra y de Vascongadas y por
supuesto de Portugal y de Francia, en tanto que las
costas son severamente vigiladas para evitar fugas.
Pero los envíos se hacen, ineludiblemente con licencia del rey, a porfía aunque con orden, y si no es fácil
conocer las cifras exactas, las partidas se pueden
agrupar por destinos.
De 1552 a 1620 van a embarcarse en Cataluña,
Valencia, Alicante o Cartagena, rumbo a Italia, al
Norte de Italia, más que a Roma, Ñapóles o Sicilia.
De 1630 a 1647 se dirigen a Inglaterra; de 1648 a
1672 a las Provincias Unidas, en especial a Holanda;
de 1672 en adelante, a Francia. Por donde pasa la
plata hispanoamericana, o con más exactitud americanohispana, contribuye el que se asome a la
escena una criatura llamada a tener dimensiones
colosales: nada menos que «el capitalismo». Efectos y causa son indiscutibles en la trabazón,
Los albores del capitalismo, proclamó Marx, se
encuentran en el siglo XVI. Ya en los reinos de Castilla se descubren manifestaciones inequívocas de
pequeño capitalismo en las décadas de 1550 y 1560,
las cuales por motivos que aquí se soslayan pero
que empiezan a ser conocidos, no cuajaron en gran
capitalismo. Pero fuera de los reinos de Castilla, con
la plata hispanoamericana, amerícohispana, sí que
hubo gran capitalismo. Precursora de ese gran capitalismo es la banca genovesa entre 1566 y 1617;
otro antecedente más claro, aunque más distante, el
entrepót, que tiene su reducto en Amsterdam y
Idolillo de oro. Tesoro de los Quimbaya. Colombia.
Museo de América, Madrid
NUEVA REVISTA-MAYO 1991
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
cuyos tentáculos -barcos, fletes, seguros, agentes
comerciales- surcan el Báltico, el Mediterráneo,
navegan por el Atlántico a las Antillas y hacen intentos de fijación en el Brasil. Por otra ruta, doblando el
Cabo de Buena Esperanza y ascendiendo por el Indico, recalan en los archipiélagos y en las costas de
China, India y Japón.
La enseña pecuniaria invariable de los holandeses en el real de a ocho proveniente de las cecas de
los virreinatos de México y del Perú o de una de las
ocho instaladas en los reinos de Castilla, las de
Segovia, Toledo y Sevilla destacando, o siendo imitación de ellos -los indígenas conocían nada más
verlos los auténticos reales de a ocho y los diferenciaban de los reales de a ocho espúreos, por lo que
no se dejaban engañar. Los catálogos de las colecciones numismáticas más famosas del mundo,
están poniendo de relieve la gran capacidad de convocatoria -digámoslo así- de que disfrutaron los
reales de a ocho teniendo en cuenta que aparecen
en los lugares más remotos.
Destaca el empuje del gran capitalismo inglés
que paso a paso se desenvuelve -no obstante las
crisis cíclicas- y consigue la plenitud sin necesidad
de aquel espectacular despegue (take-off de los
aviones que emprenden el vuelo) que brillantemente expuso por 1959 W.W. Rostowy tanta aceptación
tuvo entre los historiadores que se afanaban por
encontrar el punto de unión entre la era preindustrial con la era postindustrial, Al profundizar después en el análisis, resultó que no hubo ruptura,
pudiéndose demostrar la continuidad. Inglaterra se
adelantó evidentemente unos pocos lustros, pero
apoyándose en hazañas pretéritas, no pocas de
éstas, por añadidura, ajenas.
De ios dominios de Portugal viene el oro, en el
que desde la reforma de 1696, se insinúa el patrón
oro británico. España y sus posesiones también
aportaron su contribución al éxito, que no se hubiera coronado cuando se hizo sin los avances que el
orbe registró cuando los reales de a ocho marcaron
la pauta.
I
Pecunia belli
Los soldados mercenarios de los Habsburgo
cobraban sus estipendios -tarde, pero a la postre
sin demasiada mengua- en argénteos reales desde que fueron insuficientes los escudos áureos
que rodaban de aquí para allá, lo cual acaeció más
o menos entre 1585 y 1605. Los paganos de esos
caudales fueron los reinos de Castilla, de donde
NUEVA REVISTA-MAYO 1M2
salieron unas cantidades tan fabulosas, que da
vértigo comprobar.
Pero con independencia de que la lucha por un
ideario aunque sea utópico, nunca es estéril, aunque termine en derrota, aquellas ingentes sumas
que se gastaron en los numerosos conflictos bélicos, no se consumieron en vano. Si a la guerra y el
progreso de Werner Sombart replicó John U. Nef
con un canto a lo que la paz estimula, permanecen
las dudas sobre cómo realmente ocurrieron las
cosas, a pesar de los estragos de las guerras. En el
campo de batalla más constante y duradero de la
Edad Moderna, que fueron los Países Bajos meridionales, bastó una concordia breve, de 1609-1621,
para que brotase tal esplendor en las manufacturas
textiles. Así, uno de los motivos, al acabarse los
doce años de la tregua concertada, de no prolongarla y de reanudarse las hostilidades, fue la presión
de los núcleos pañeros de las Provincias Unidas que
preferían los horrores militares a la competencia.
I
En lo» r>in« do CmtlHa M domibro» manífo»tatlono» Inoquivoca» do poqiioiio «pitollinw tn luí dowda» d>
1550v 1560
América y el mundo oriental
Una última consideración: se ha atribuido a
Oriente el papel de cementerio ineludible de los
óbolos en que Occidente cifraba su creatividad a
duras penas conseguida, y no fueron excepción los
acuñados con la plata del Potosí y de México, en
superior medida que el posterior oro del Brasil.
Occidente no fue capaz de ofrecer a Oriente una
compensación que pudiera equilibrar lo obtenido
en aquellas tierras de modo que su balance de intercambios fue deficitario.., Hasta la Revolución Industrial, en que se vuelven las tornas. Mas lo poco y mal
que conocemos de aquellas remotas civilizaciones
denota que su pasado si no se movió con la celeridad del nuestro, tampoco estuvo en absoluta quietud. Los contactos extemos indujeron a aquellos
pueblos a apresurar su lenta evolución, predisponiéndolos a desempeñar el equilibrio en lo universal que están jugando. Un equilibrio que hubiera
sido imposible de lograr y que les ha llevado a estar
presentes en esa realidad que integra la Actualidad,
con mayúscula, y que si no es un dechado de perfección, se aleja menos del mito utópico de lo que
jamás ha estado. En la trayectoria de ese proceso
incomparable, fue importante, decisivo, un hito, lo
que los ibéricos hicieron en América. El trasiego de
la plata y del oro que transportaron es testimonio
elocuente. •
lo» loldadoi morconario» do lo» Hab»a»rao
cobraba» »u» oitipondio» -tardo, poro a la
po»tro »la doma»lada
moaa,ua- on araéiitoo»
roalo» do»do qut t u r
roa limificionto» lo»
• K u d o i oárooi quo
rodabaa do aqaí para
allá
Felipe Ruiz Martin es miembro de la Real Academia de la Historia.
n
QUINTO CENTENARIO
Fragmento del lienzo
mexicano de Tlaxcala.
Coma Dorio. Sondlno
mantuvo uno honda
«romcio «n los valor»!
hawaaoi on<ornados
por ol putblo aipaüol
sin doiprwlar la ianaro «horotoaa ano. <on
la do orlaoñ poniaiular, corría omondlda
•or w voaai
Una perspectiva nicaragüense
EL 12 DE OCTUBRE Y
SU VALORACIÓN
HISTÓRICA
Por Jorge Eduardo Arellano
N los años ochenta, algún parlamentario nicaragüense proclamó que el 12 de
Octubre debía ser considerado «El Día
de la Ingominia»; y un periodista, de
apellido arraigadamente español como
el anterior, opinó que el 11 de Octubre de 1492
habría que conmemorado como «El Día del Indio»,
por ser esta fecha la última en la que el indígena
americano gozó, como buen sauvage, su roussoniana libertad. Décadas atrás, el 12 de Octubre era
¡nstrumentalizado por una retórica obsoleta de
cierta corriente ideológica que concebía la articulación de los pueblos hispanoamericanos en una
unidad politica superior, estructurada por un
común denominador hispánico. Pero ambas posiciones extremas replantean las enconadas tendencias de interpretar un pasado definitorio.
Ese pasado, que abarca la estructura y los
mecanismos de dominación inherente a todo proceso conquistador, no debe exaltarse con nostal-
NUEVA REVISTA MAYO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
gia ni condenarse radicalmente desde la perspectiva actual. Sencillamente porque de allí, de los
formativos siglos coloniales que se derivaron del
acontecimiento colombino, procede el pueblo hispanoamericano y en concreto, a través de un mestizaje medular, el nicaragüense.
Así lo entendieron nada menos que nuestras
dos mayores glorias: Rubén Darío y Augusto C.
Sandino, el de todos ios nicaragüenses -no el confiscado por el Frente Satánico de Liquidación
Nacional-. Si el primero constituyó la voz universal
más alta y perdurable de ese mestizaje, el segundo
lo formuló en el concepto de indohispanísmo, planteándolo como lo que fue: la base étnica y espiritual
de Hispanoamérica. Además, como Darío, Sandino
mantuvo una honda creencia en los valores humanos encarnados por el pueblo español sin despreciar la sangre chorotega que, con la de origen
peninsular, corría encendida por sus venas.
En la España histórica no hay que reconocer su
expansión colonialista, sino su herencia de cultura que es parte de nuestro ser mestizo: su idioma
y religión, su literatura y tradiciones, los pensamientos y hechos de sus mejores hombres y
mujeres, No hay que hacer con ella un panegírico
ni una caricatura, Lo mismo ha sostenido, en su
redefinición teórica, la nueva Comisión Nacional
del Quinto Centenario del Descubrimiento de
América que advierte en este acontecimiento una
oportunidad para reafirmar la vinculación trascendente de la cultura Occidental y la precolombina, negándose tanto a una diatriba contra la época colonial como a una glorificación del Imperio.
En la misma España histórica hay que rescatar
los elementos positivos. Por ejemplo: ese único
fenómeno, no concebido ni ejecutado por ninguna otra nación o pueblo, que consistió en someter
desde un principio su propia política expansiva a
un severo cuestionamiento moral, como lo realizaría la emergente monarquía española del siglo
XVI. Y, al mismo tiempo, nunca olvidar su corolario: que esa reflexión crítica o autocrítica tuvo su
mayor representante en Fray Bartolomé de Las
Casas, auténtico español en cuya vida y obra tal
conciencia se tornó, hiperbólicamente, en denuncia e impugnación proféticas.
Otro elemento rescatable es el papel de la Iglesia y sus órdenes religiosas en la forjación de
nuestros pueblos, al margen de los abusos institucionalizados e independientemente del «Patronato» que unificaba el Altar y el Trono. Por su
esencial savia cristiana, la Evangelización traducida en labores misioneras, creación de pueblos y
NUEVA REVISTA MAYO 1991
tradiciones, fundación de centros educativos y de
asistencia social, etc., se transformó en una realidad vivificadora y vivificante.
En esa misma línea, es necesario referir que los
franciscanos y demás misioneros, humanistas
por excelencia, rescataron la cultura prehispánica,
como Fray Bemardino de Sahagún en su monumental Historia; e iniciaron proyectos alternativos
y humanos como el de «Tata» Vasco de Quiroga
en Patzcuaro, México. Y que aún ofrece una sistemática revaloración la obra de los jesuitas en California y en las reducciones del Paraguay: la más
cercana aproximación, según José María Peramás, a la República ideal de Platón.
En fin, la efemérides del 12 de Octubre debe
conducir a una ecuánime valoración histórica, no
a un subjetivo y prejuiciado deshago anticolonialista, mucho menos a una manipulación hispanófila de mentalidades deformadas e ignorantes.
Porque lo que ella produjo, a largo plazo, fue la
En la Eipana hl»torl<o
no hoy quo roconoior
m «pañalón coloniaHila, ilno ni horomlu
do cultura qwo oí parto
do mioitro i>r mo»tlios su Idioma y rollqloti. m lltoratura y
trodlclono». lo» poníamlonto» v ludio i Jo
m» mo|oro» hombro» y
muloro». Mo hoy qv
hacor <on olla un ponoqírito ni uno caricaturo
•1
UINTO CENTENARIO
Cristóbal Colón.
Cuadro consonado en el
Monasterio de La Rábida.
En M<arflflBB so ha II»
gado BI punto do pro•unlonar ana obra d>
toatro « • la cual »o
insoslayable interpenetración de dos sociedades
en pugna y un proceso impulsado por una pax
hispánica que no segregó sino que unificó para
engendrar nuestra existencia mestiza.
roproioita B COIOB
como lütroduitor dol
SIDA »• Imérlia
I
Distorsión
Aunque en varías ocasiones he planteado estos
puntos de vista sobre el «encuentro de dos mundos-descubrimiento de América», como oficialmente se ha designado al arribo del Almirante Cristóbal Colón al continente americano, no está de
más insistir sobre el tema, dado que plumas fanatizadas e intereses políticos y económicos pretenden
manipular la efemérides con el fin de distorsionarla y sacarle el mayor provecho. Distorsión que en
Nicaragua ha llegado al punto de promocionar una
obra de teatro en la cual se representa a Colón
como introductor del SIDA en América,
Cada quién es libre de hacer con su trasero un
tambor, pero científicamente nadie puede ocultar
los dos elementos esenciales de la realidad histórica: la continuidad y la solidaridad. La primera se
desarrolla sin que los hombres puedan evitarla,
de generación en generación, enlazando nuestro
tiempo con las épocas más remotas. Y la segunda
opera en la comunidad de naciones sin que la protagonista se de siquiera cuenta, evolucionando en
función de todos los pueblos del Universo.
Pues bien, ambos elementos incidieron en el
acontecimiento mundial del 12 de Octubre de
1492 que sólo podía ser emprendido por la sociedad occidental, en virtud de su integración en una
superior concepción de lo que Christopher Dawson llamó los cuatro factores básicos formativos
de Europa: el clasicismo griego, la organización
jurídica e imperial romana, el cristianismo universalizador y el germanismo nacionalista.
0 sea que el acceso de los europeos a América
{y no el de los indígenas de nuestro continente a
Europa), se debió a la continuidad y solidaridad
que acumularon posibilidad, medios técnicos y
tradición en los conocimientos geográficos. Y ninguno de estos elementos poseían las culturas precolombinas que, si bien tenían historia, carecían
de conciencia integral de su existencia común,
manteniéndose como un conjunto de sociedades
y grupos étnicos en muy diversos estados de evolución, sin trascender los círculos de vida cuttural
comunitaria ni alcanzar más allá de un adelantado
nivel neolítico. En resumen, no se dieron en ellas
posibilidad, medios y tradición como en la sociedad occidental.
Esta-enseñaba Mario Hernández Sánchez-Barba, mi maestro en la Universidad Complutense de
Madrid-, «estuvo capacitada para conocer, es
decir, para descubrir, mediante la solidaridad y la
continuidad en el esfuerzo que abre una posibilidad, forma una tradición y produce unos medios
técnicos». Evidentemente, el Almirante dispuso
de esa triple concurrencia, condicionado además
por las dos necesidades materiales de la época: el
oro que la economía feudal exigía para satisfacer
la desmedida fiebre de numerario y las especias,
tan necesarias para el consumo de los países
europeos del siglo XV como el petróleo para nuestros días. De esta manera se dio la época de los
grandes descubrimientos geográficos que tuvo
por móvil hallar una nueva ruta al Oriente Asiático, rico en especias y oro.
I
Vencedores y vencidos
Pero Cristóbal Colón llegaría también a interpretar con palabras el Nuevo Mundo. Como navegante, lo abrió a exploradores y conquistadores;
NUEVA REVISTA-MATO 1992
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
como escritor lo descubrió para la imaginación de
Europa, ya que de él proceden dos ideas que
pronto llegaron a ser lugares comunes: América
como tierra de abundancia, y el indio como
«noble salvaje». Es cierto que después de su descubrimiento se implantaría la dominación a través
de la conquista, legitimada en el terreno con la fórmula teocéntrica del «requerimiento» que legalizaba la esclavización de los indios y el despojo o
apropiación de sus bienes. Pero también es una
verdad irrefutable, como sostiene el maestro
Pablo Antonio Cuadra, que ninguna otra conquista -antes y después de la española-, «puede lanzar la primera piedra contra España» por haber
sido la más humanitaria y sembrado una crítica
respecto a su obra, «Esa página-enfatiza-, ninguna historia del mundo la puede presentar».
Mas tampoco hay que exagerar la nota y enfilarse en una idealización superflua. Porque la realidad es una: que nuestras naciones proceden tanto de los vencedores como de los vencidos; y que
hablamos español y pertenecemos a una galaxia
cultural hispano-americana. Pero hay todavía un
indio en nosotros «cuya procesión -observa Pablo
Antonio-, nos anda por dentro, que también mira
la historia con sus ojos». Una historia-o visión de
los vencidos-, que es imposible negar y debe
reconocerse, valorarse y exaltarse. Una historia,
en fin, que condujo inevitablemente a la fusión del
indio y el español y que, poco a poco, logró la definición y la plenitud del nicaragüense.
Desde un principio, el español aquí establecido
dejó de ser peninsular y el indígena se alejaría,
cada vez más, de sus niveles precolombinos. Más
aún: fue engendrándose -en Nicaragua sobre
todo-, un mestizaje sustancial y sustantivo. Así, la
mayoría de los futuros nicaragüenses seríamos,
fuimos y somos mestizos, triplemente mestizos,
pues «el pringue de África» también enriqueció
autonomía lingüística no vamos a persistir en la
nuestro crisol cultural. Los ejemplos se han recodañosa miopía de negar que somos nietos de Casnocido en centenares de libros.
tilla tanto como biznietos de los nahuas». Que, por
un
tiempo, hablamos en una mezcla de español del
Recordemos, nada más, que de España vinieron
siglo
XVI y náhuatl, lengua franca de donde brotó la
los ganados, las aves de corral, el trigo, el aceite, el
mayor
creación del genio popular nicaragüense: EL
vino y -por citar un dato significativo-, 199 de las
GUEGUENSE.
Que el más hermoso himno de esa
347 especies vegetales y alimenticias, o de utilidad
integración
cultural
la ejecutó Rubén Darío en su
industrial, que se cultivarían sistemáticamente en
«Salutación
del
optimista»,
texto que siempre
América. Por su lado, de aquí saldría hacia Europa
debemos
leer
y
meditar,
pues
su poder de convola papa o patata, consumida tanto por los españocatoria
de
una
comunidad
hispánica
de naciones
les que no conciben la alimentación sin ella.
-unida
por
sus
valores
históricos
y
proclamada
por
Somos, pues, mestizos -como ha escrito otro
la
España
actual-,
aún
no
ha
perdido
vigencia.
•
maestro, Guillermo Rothschuh Tablada-, «por
naturaleza y cultura, como quien dice por factores
propios y externos, y si en realidad se habla de Jorge Eduardo AreUano, nicaragüense, es poeta y escritor.
NUEVA REVISTA-MAY01992
U
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