En busca del equilibrio tecnológico L Will Hutton y Gwendolyn Carpenter Existen cada vez más pruebas de que las tecnologías de la comunicación y la información marcan diferencias en la competitividad de las empresas, pero sólo si se afrontan y solucionan las consecuencias de un mal diseño, distribución, gestión y mantenimiento. “A media mañana, Mary está hablando con su ordenador portátil y una hoja de cálculo que le está dando problemas. ‘Acabo de salvarte, estúpido’, dice volviéndose al investigador y murmurando entre dientes. ‘Odio los ordenadores’. ‘Está bien, lo intentaré de nuevo...’”. Cita de Getting by, not getting on – Technology in UK workplaces, último informe del programa iSociety. l potencial de las tecnologías de la comunicación y la información (TCI) para transformar los entornos de trabajo es enorme. Sin embargo, este potencial no está plenamente desarrollado, por lo que la próxima revolución se basará en el impacto social de las tecnologías y en la adaptación organizativa en el trabajo, más que en la propia tecnología. Es un secreto a voces que durante las últimas dos décadas se han invertido miles de millones en nuevas tecnologías con la esperanza de transformar el entorno de trabajo, el rendimiento de las industrias y la vida laboral. E Sin embargo, el potencial de la tecnología para hacer el trabajo más efectivo sigue en gran medida sin cumplirse. Las tecnologías de la información –por el momento– ayudan a la gente a arreglarse, pero no a evolucionar. Las potentes herramientas de las TCI siguen sin perfeccionarse, debido a unas expectativas poco realistas, a la inercia de las organizaciones y a la falta de liderazgo. Para el futuro y la competitividad de la Unión Europea, es necesario analizar qué está ocurriendo en las empresas europeas y cómo puede mejorarse la situación. 1 En busca del equilibrio tecnológico El 75% de los empleados británicos utiliza un PC u otra forma de TCI en su trabajo El programa iSociety, de The Work Foundation, ha contado con un equipo de investigadores que ha examinado ocho empresas y lugares de trabajo diferentes en el Reino Unido: empresas grandes y pequeñas, de distintos niveles tecnológicos, del sector público y privado. Los ocho casos estudiados en profundidad incluían una firma de diseño digital de última generación, una multinacional de servicios para empresas, una compañía de logística global, un despacho de abogados, un ayuntamiento, un ministerio, un call center de servicios financieros y una firma de investigación de mercados. Se decidió deliberadamente realizar una investigación no basada en números, sino centrada en las organizaciones y los individuos. En lugar de examinar las infraestructuras o los sistemas tecnológicos, se analizó a los trabajadores y directivos que utilizan las TCI diariamente. Asimismo, en lugar de tener en cuenta lo que la gente decía que hacía, se estudió lo que de verdad hacía. Utilizando la etnografía, la investigación describe la compleja realidad de las organizaciones, desde el consejo de administración hasta la tienda. Las TCI se han introducido en muchos sectores de la industria, lugares de trabajo y empleos (véase el cuadro 1). El 75% de los empleados británicos utiliza hoy un PC u otra forma de TCI en su trabajo y nueve de cada diez nuevos empleos demandan conocimientos en TCI. En la mayoría de las empresas, muchos procesos estandarizados están ya informatizados. En el trabajo, las nuevas tecnologías parecen haber llegado para quedarse. Y está claro que la mayoría de la gente cree que necesita el CUADRO 1 Incremento de usuarios de ordenadores 1986 1992 2001 Porcentaje de tareas automatizadas con ordenador 100 80 60 40 20 0 Todos los empleados 2 Hombres empleados Mujeres empleadas Mujeres a tiempo completo Mujeres a tiempo parcial En busca del equilibrio tecnológico ordenador. Sin embargo, el sentimiento instintivo hacia las TCI de muchos analistas, directivos y empleados es de escepticismo, cinismo y apatía. Este sentimiento de pesimismo quedó ilustrado en “It doesn’t matter”, un artículo publicado en la Harvard Business Review. En él, Nicholas Carr sugería que la inversión en TCI ya no suponía una ventaja estratégica para una organización. El artículo fue discutido y diseccionado en muchos consejos de administración, lo que contribuyó a crear una nube de tecno-escepticismo en las empresas. Podría decirse que es una ironía, ya que hay pruebas de que las TCI sí marcan diferencias (véase, por ejemplo, la publicación de Robert Gordon, Cinco rompecabezas en el comportamiento de la productividad, la inversión y la innovación, preparado por el World Economic Forum). Es el uso de las TCI lo que marcará las diferencias tanto en los análisis macroeconómicos como en la productividad de los negocios, a pesar de la ola en contra de la tecnología. El impacto en la competitividad Por tanto, se aprecian tres grandes peligros. Primero, que las firmas continúen registrando bajas rentabilidades en su inversión, debido a una incorrecta aplicación de las tecnologías. Un sondeo de KPMG muestra que las ineficacias debidas a la falta de know-how cuestan unos 17.000 millones de libras al año. Segundo, como consecuencia de ello, la economía no obtiene los mejores resultados de la inversión en tecnología. El Reino Unido tiene una persistente diferencia en la productividad con sus principales competidores y la posibilidad de que las TCI acorten esa diferencia es mínima. Tercero, mientras la tecnología siga siendo una fuente de molestia y frustración para la mayoría de nosotros, la calidad de la vida laboral también sufrirá. De hecho, la realidad es mucho más complicada de lo que revela el análisis económico. Nuestra investigación deja claro que los lugares de trabajo son sistemas ecológicos complejos: la simple adopción de una nueva tecnología no siempre tiene resultados predecibles. La tecnología se convierte en parte de un sistema socio-técnico. La política y las estructuras impregnan la estrategia: las agendas, la dinámica de las relaciones de poder y la distancia entre los responsables de tomar decisiones y los colaboradores pueden distorsionar lo que ocurre y quién obtiene qué. Las nuevas tecnologías han dado a algunas personas más capacidad de elección y flexibilidad, sobre todo en la comunicación, donde existen múltiples opciones. Sin embargo, en otro sentido, las TCI contribuyen a crear tanto trabajo como el que ahorran. Instalar y mantener nuevos sistemas de hardware, software e infraestructura puede ser también un trabajo en sí mismo. Las nuevas tecnologías han dado a algunas personas más capacidad de elección y flexibilidad, sobre todo en la comunicación, donde existen múltiples opciones 3 En busca del equilibrio tecnológico El mal diseño, distribución, gestión y mantenimiento crea una enorme diferencia entre las expectativas y la realidad CUADRO 2 Por qué las TCI son relevantes 1. Las TCI son omnipresentes. En la última década se ha incrementado enormemente la introducción de nuevas tecnologías en los entornos de trabajo. 2. Las TCI son esenciales. Para muchas empresas y empleados, las TCI son una condición previa para desarrollar su trabajo. Sin ellas –desde los servidores y las bases de datos hasta el correo electrónico e Internet–, a la mayoría de las empresas le resultaría imposible hacer negocios. 3. Las TCI son excelentes. En este informe hemos expuesto ejemplos de buenas prácticas, en los que las TCI están mejorando la productividad o la vida laboral. Puesto que funcionan bien algunas veces, sugerimos trabajar para conseguir que funcionen mejor más a menudo. 4. Las TCI son productivas. Ahora existen pruebas claras de que la inversión en tecnología, en determinados casos, ayuda a mejorar el rendimiento de la organización. Además, muchas “soluciones” acaban no siendo tales. Una y otra vez, son las personas las que cubren los agujeros de la tecnología. Cuando los sistemas fallan, los trabajadores recurren a soluciones personales: envían múltiples mensajes en los que piden ayuda, los discos duros están a punto de estallar y miles de papeles inundan las mesas. La gestión de la información, el control y la vigilancia, las redes y la integración son, todas ellas, áreas en las que las nuevas tecnologías son menos útiles de lo que podrían ser. El efecto: menor satisfacción y compromiso El mal diseño, distribución, gestión y mantenimiento crea una enorme diferencia entre las expectativas y la realidad. En la práctica, los directivos no suelen tener interés y el personal a menudo carece de la capacidad necesaria para hacer algo mejor. El resultado es lo que iSociety describe como equilibrio de baja tecnología. Gran parte de todo esto nos recuerda algo que podríamos calificar de deprimente. Muchas organizaciones no parecen estar actuando de acuerdo con las lecciones aprendidas de la experiencia anterior con las TCI ni estar basando sus decisiones en una comprensión sólida sobre cómo puede ayudarlas la tecnología. Las consecuencias generales de esta situación no son positivas. Se ha generado una menor satisfacción en el trabajo y un grado de compromiso más bajo, al tiempo que se ha extendido el uso del ordenador. La investigación sugiere que ambas cosas podrían no estar relacionadas y que el fracaso de las organizaciones y de la industria para aprovechar la inversión en TCI también ha influido en la tendencia a la baja productividad y a la falta de compromiso. 4 En busca del equilibrio tecnológico La lección clave es que las nuevas tecnologías por sí mismas no transforman las cosas. Es uno de los muchos factores que pueden contribuir a ello. El uso apropiado de las TCI requiere una inversión complementaria considerable en profesionales, procesos, cultura y soportes. Por lo que hemos visto, parte o gran parte de esto se suele obviar. Existe una enorme diferencia entre las mejores prácticas y la realidad práctica. ¿Cómo podemos cambiar la trayectoria de los lugares de trabajo y acercarnos a un equilibrio de alta tecnología? Para empezar, necesitamos redefinir las expectativas sobre lo que la tecnología puede hacer. Para comprender cómo se utiliza la tecnología, dónde añade valor y dónde no, es vital entender la visión ecológica de una organización. Las TCI deben comprenderse como parte de un sistema complejo, un sistema que debe tener un diseño si se quiere tener la oportunidad de lograr beneficios. Nosotros sugerimos cambios en la parte de la demanda y de la oferta: cambios que alineen los incentivos para las firmas, la industria de la tecnología y el gobierno. Las TCI deben comprenderse como parte de un sistema complejo, un sistema que debe tener un diseño si se quiere tener la oportunidad de lograr beneficios En la parte de la demanda, las organizaciones necesitan trasladar esta nueva comprensión al consejo de administración y, de acuerdo con esto, actuar con nuevas estrategias y nuevos enfoques sobre el terreno. En la parte de la oferta, la industria de la tecnología puede contribuir ofreciendo nuevos soportes para las TCI. El gobierno puede ayudar tanto en el lado de la demanda como en el de la oferta. En éste, la Administración tiene que mejorar las aptitudes de los empleados y la confianza en la tecnología, basándose en los programas web que ya están en marcha; en el lado de la demanda, necesita apoyar especialmente a las pequeñas empresas, mejorando su know-how. Creemos que la gente, al utilizar las TCI de la mejor forma posible, puede conseguir trabajar mejor. Las TCI sí importan... e importarán en el futuro. El reto es conseguir que importen más. Sin embargo, aún nos encontramos en la fase inicial y sólo estamos empezando a ver la capacidad de transformar las cosas que pueden tener estas herramientas. I Will Hutton Consejero delegado de The Work Foundation. Gwendolyn Carpenter Investigadora senior de The Work Foundation. © Ideas de PwC (www.pwcglobal.com/es). 5