El psicoanálisis y sus profesiones

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El psicoanálisis y sus profesiones
Publicado en Acheronta
¿Es el psicoanálisis una profesión?
La semántica habitual del término "profesión" remite al empleo, facultad u oficio
que cada uno tiene y ejerce públicamente. Según la Wikipedia "las profesiones
son ocupaciones que requieren de un conocimiento especializado, una capacitación
educativa de alto nivel, control sobre el contenido del trabajo, organización propia,
autorregulación, altruismo, espíritu de servicio a la comunidad y elevadas normas
éticas". En suma, una profesión sería una actividad especializada de trabajo.
Correlativamente, un profesional es "toda aquella persona que puede brindar un
servicio o elaborar un bien, garantizando el resultado con calidad de excelencia ".
Desde esta perspectiva, la pregunta anterior podría reformularse de las siguientes
maneras.
¿Es la práctica del psicoanálisis un trabajo, y en tanto tal, una "especialidad"
laboral? ¿Es la práctica del psicoanálisis un ejercicio profesional? En cuyo caso,
¿cual sería el estatuto del producto de dicho trabajo? ¿cómo participa o circula
ese producto en el mercado?, ¿cómo se evalúa su "calidad" o eficacia?, ¿existe
algún saber estandarizado, o criterios normativizados que permitan una
"habilitación", como en otras prácticas profesionales, a partir de los cuales se
pueda evaluar y juzgar una eventual "mala praxis" en la práctica del
psicoanálisis?, ¿cómo evaluar la "calidad" de dicha práctica?, ¿cómo se juzga la
"idoneidad" del "profesional" que la realiza?, ¿cómo se cotiza el valor de estos
servicios, es decir, cómo se fijan los "honorarios" de sus practicantes? ¿en función
del "tiempo de trabajo" del profesional? ¿en función de la "calidad" del servicio
realizado?
Lo cierto es que, por los impasses y atolladeros a los que se enfrentan estas
preguntas, no son frecuentes las ocasiones en que los psicoanalistas buscan
presentar su práctica como una "especialidad" profesional. Pero la "peste" se
propaga entonces a las "profesiones" que suelen recubrir esa práctica: la
psicología y la psiquiatría. De hecho, ¿porqué no parecen bastar, para el caso de
los psicólogos, los títulos y reglas de habilitación profesional, así como las
correspondientes regulaciones estatales de su práctica, y suele ser tan común
que los "colegios" profesionales tengan que añadir las exigencias de unos "códigos
de ética"? ¿Porqué es necesario ir más allá del plano de la "terapéutica" e
involucrarnos en una dimensión "ética"?
En un reportaje publicado en Acheronta, David Laznik diferenciaba (1) la
cuestión de los "fundamentos" de la práctica analítica de su "legitimación social",
la cual se inscribiría en el campo de la salud mental y sus correspondientes
profesiones. Laznik planteaba, entonces, un problemático equilibrio entre la
tendencia a "traicionar los fundamentos para legitimar socialmente el
psicoanálisis" y la tendencia a "apostar por los fundamentos, renegando de la
legitimación social".
En efecto, cualquier "legitimación" implica la búsqueda de una conformidad con
las "leyes" de una referencia tercera. Este problema retoma y continúa el debate
abierto por Freud en 1926 respecto al ejercicio del psicoanálisis por parte de los
"legos" (2). En ese entonces, Freud acotaba este estatuto de "legos" a los "no
médicos". Pero esa restricción respondía a la circunstancia de que, en ese
entonces, aún no existía la habilitación profesional de los psicólogos. La pregunta
de fondo que plantea Freud es si hace falta tener alguna habilitación "profesional"
(sea como médico, sea como psicólogo) para ejercer el psicoanálisis, ya que "el
motivo de esta limitación es lo que debe indagarse" (3).
Pero las preguntas que la referencia "profesional" puede llegar a plantearle al
psicoanálisis van más lejos aún. La palabra "profesión" proviene del latín
professio, que significa acción y efecto de profesar, una de cuyas definiciones, en
el diccionario de la RAE, es "en una orden religiosa, obligarse a cumplir los votos
propios de su instituto " (como corresponde al uso de expresiones como "profesión
de fe"). Surge la pregunta entonces: ¿no encontramos, acaso, en algunas
instituciones analíticas, algunas "profesiones de fe" que testimonian de una
obediencia tanto o más obsecuente que la que parece imposibilitarse ante los
poderes públicos? De hecho, en muchos discursos "psicoanalíticos", las
referencias a la ética pueden aparecer menos "codificadas" que en los
reglamentos de los colegios profesionales, pero no funcionan por ello de un modo
menos persecutorio y superyoico, haciendo honor al sentido "profesional" de la
"acción de declarar en voz alta su fe" (4)
Podríamos decir que el problema que se plantea, de un modo más general, es la
función e incidencia de una instancia "tercera" (5) respecto al dispositivo
analítico, sea que el postulante para ese lugar sea una regulación estatal, una
"ética
profesional",
una
concepción
"terapéutica",
una
"orientación"
psicoanalítica", etc. Para este número 26 de Acheronta, invitamos a trabajar y
reflexionar sobre las dificultades y problemas que presenta la práctica del
psicoanálisis en relación a sus recubrimientos profesionales e institucionales.
Los ángulos o ejes pueden ser varios.
Un primer capítulo podría agrupar abordajes de los temas más políticos, como
las conflictivas propuestas de regulación estatal de la práctica analítica, o la
instrumentación de los variados títulos y postítulos universitarios si no de
"psicoanalista",
si
de
"especialidades"
y/o
"prácticas"
adjetivadas
psicoanalíticamente (instrumentaciones que muchas veces cuentan con el aval
explícito de instituciones psicoanalíticas), etc.
Un segundo capítulo podría reunir trabajos sobre los condicionamientos que
impone la dependencia profesional respecto a los diferentes tipos de seguros
médicos (6). Algunos de estos condicionamientos nos remontan a los viejos
debates sobre los estándares de la IPA, como por ejemplo, la cuestión del tiempo
de las sesiones. En términos más generales, reuniríamos aquí los problemas que
genera, para el manejo de la transferencia (y la contratrasferencia), esta presencia
tercera de un "otro" que establece las reglas de los intercambios económicos y/o
los estándares o formatos de la cura (honorarios, tiempo de la sesión, frecuencia
o cantidad de sesiones, orientación clínica, dirección de la cura, etc.).
Un tercer capítulo podria abordar los problemas asociados a la etapa llamada de
"formación" de los profesionales. Por ejemplo, el circuito de la derivación de
"pacientes" en los espacios "clínicos" de esas instancias de formación (7) y las
consecuencias de la intervención de dichas instancias tanto en la asignación de
los pacientes como en la supervision de las curas. Otra polémica importante es la
que resulta de la sistemática divulgación y circulación de los relatos de los
pacientes de ese tipo de servicios asistenciales, devenidos, por ese mismo
contexto, en "material clínico", sea a fines de "ilustración" o debate (en ateneos,
supervisiones, publicaciones, etc.). En suma, toda una serie de circunstancias en
que la atención en salud mental de población de escasos recursos, se asocia a la
formación de profesionales que luego sabrán ser mucho más reservados con los
relatos de sus pacientes privados.
Un cuarto capítulo podría reunir los problemas que plantea la carencia de
derechos jurídicos de las personas asistidas, como suele ser el caso de niños o
psicóticos, donde el analista no puede eludir el trato con quienes ofician de
tutores (padres, familiares, jueces, etc.), trato que lo ubica en una posición de
"responsabilidad profesional" respecto a esos terceros.
Finalmente, todos estos problemas no dejan de tener sus incidencias y efectos
sobre la práctica habitualmente considerada más propia del psicoanálisis, como
la de los consultorios privados. Por ejemplo, el valor y modificaciones de los
honorarios, el tiempo de las sesiones, los circuitos de las derivaciones, las
modalidades publicitarias, etc.,
Evidentemente, es esta un temática muy problemática. Sobre todo porque la
oposición que planteaba Laznik entre "fundamentos" y "legitimación", suele
funcionar, mas que como eventual marco referencial para el análisis de un
problema, como polos de un combate ideológico al que cada cual se ve compelido
según su implicación personal en alguna parte de toda esta telaraña. Por
ejemplo, no será raro percibir que quien trabaje en un hospital se vea llevado a
defender (antes que a pensar) el uso y difusión de los relatos de los pacientes
como "material clínico", del mismo modo que un analista de consultorio privado
se vea llevado a defender (antes que a pensar) el secreto profesional. Tampoco
será raro que quien trabaje en instancias universitarias o de formación
institucional se vea llevado a defender (antes que a pensar) la "enseñanza" de los
aspectos formales y universales de la teoría analítica, y que quien intervenga en
instancias menos institucionalizadas (seminarios, grupos de estudio, etc.) sea
llevado a defender (antes que pensar) la "transmisión" del psicoanálisis en
función de otras referencias como el estilo, o la transferencia.
En otros términos, la referencia "profesional" es quizás una de las que más nos
implica o compromete en nuestras cuestiones "personales". Lo cual no deja de ser
una paradoja si tenemos presente que la práctica analítica, a su vez, requiere del
analista que pague "con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo" (8).
Justamente, nuestra pregunta indaga sobre las incidencias que las dificultades
de la implicación "profesional" podrían acarrear respecto a esta otra implicación
requerida al analista para poder "mezclarse en una acción que va al corazón del
ser" (9).
Todos los interesados en participar de este dificil debate pueden enviar sus
propuestas de publicación (10), así como sus comentarios y/o sugerencias (11) a
[email protected]
Redacción de la revista Acheronta
Notas
(1) Reportaje a David Laznik, publicado en el número 24 (noviembre 2007) de
Acheronta
http://www.acheronta.org/laznik24.htm
(2) Sigmund Freud, "¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?", Obras Completas,
Editorial Amorrortu, Tomo XX
(3) Idem, página 171
(4) Ver "Dictionnaire étymologique de la langue française" de O. Bloch y W.von
Wartburg, Editorial PUF
(5) En la primer página de "¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?" (Obras
Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XX, página 171) Freud señala: "La
'situación analítica' no es compatible con la presencia de terceros".
Ver también "El fluido de la tercera persona ", de Guy Le Gaufey (publicado en el
número 13 de Acheronta)
http://www.acheronta.org/acheronta13/anatomie-es.htm
(6) En cada país presentan nombres y modalidades diferentes: en Argentina son
las obras sociales y medicinas prepagas, en España las mutuales, en Brasil los
"convenios", etc.
(7) Esas instancias pueden ser públicas, como en el caso de las residencias o
concurrencias en los hospitales, pero también privadas, como en el caso de los
institutos (mas o menos asociados, en muchos casos, a instituciones
psicoanalíticas)
(8) Jacques Lacan, "La dirección de la cura ", Escritos 2, Editorial Siglo XXI, nueva
edición argentina (2008), página 561
(9) Idem
(10) En el caso de propuestas de publicación, por favor, enviarlas como archivos
adosados, preferentemente en formato de word 2003
(11) Estaríamos muy agradecidos con aquellos que pudieran enviarnos una
descripción de cómo funciona la atención psicológica o de salud mental, en su
país, para conocer más en detalle el contexto "profesional" en el que se mueve la
práctica del psicoanálisis en dicho país.
www.acheronta.org
Convocatoria para el número 26 de la revista Acheronta
http://www.acheronta.org/convocatoria26.htm
(con traducción al portugues y francés)
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