El germen vanguardista: experimentación y ruptura en Las flores del mal de Charles Baudelaire y en Morgue y otros poemas de Gottfried Benn Florencia Sannders (UBA) El principio del siglo XX se caracterizó por el surgimiento de heterogéneas corrientes artísticas que buscaban cambiar radicalmente las ideas sobre el arte y su injerencia en la praxis vital. Estos nuevos movimientos fueron producidos por lo que Matei Calinescu, en Cinco caras de la modernidad, denomina “modernidad estética”, la cual sostenía, básicamente, una postura antiburguesa y de negación a la idea contemporánea de progreso propugnada por la “modernidad burguesa”, su antítesis (1991: 51). El objetivo de este trabajo es mostrar la manera en la que este período histórico bisagra -en el que surgen las “vanguardias históricas”- el paradigma del arte se pretende cambiar radicalmente, poniendo especial énfasis en progresiones formales y en el cuestionamiento a la noción de belleza como manera de romper con el público y de “épater le bourgeois” (Calinescu 1991: 54). Pero antes de analizar a algunos representantes de las mismas, es necesario destacar a dos de los antecesores que marcaron el camino y significaron una influencia directa para las mismas, estos son los escritores Charles Baudelaire y Gottfried Benn. Algunos gestos característicos de la vanguardia que se pueden observar en estos pioneros son la experimentación y el corte en la poesía. Por último, haremos especial énfasis en la forma de los poemas de cada representante a analizar tomando como hilo conductor del análisis las nociones modernas de evolución de la forma, la cual deriva en la crisis terminal del verso; de homogeneidad (según la cual el retorno al verso era visto como regresivo) y, finalmente, de la autonomía de la forma (Aguilar 2003: 18). 1 Antes de comenzar a trabajar con Gottfried Benn, no podemos dejar de mencionar al escritor a partir del cual –según Calinescu- la estética de la modernidad abandona el afán mimético y se convierte en una estética de la imaginación (1991: 63), y este es Baudelaire. Esta actitud anti-representacional es, desde nuestro punto de vista, el germen de las que serán las principales características de la vanguardia. Asimismo, se da en su voluntad de ruptura con su sociedad contemporánea, lo que Walter Benjamin denomina en El París del segundo imperio en Baudelaire, “la metafísica del provocador”: “Digo ¡Viva la revolución! Igual que diría ¡viva la destrucción! ¡Viva la penitencia! ¡Viva el castigo! ¡Viva la muerte! No sólo sería feliz como víctima, no me desagradaría hacer el papel de verdugo, para sentir la revolución desde ambos lados. Todos tenemos espíritu republicano en la sangre, igual que tenemos la sífilis en los huesos; estamos infectados democrática y sifilíticamente.” (2009: 46). Aquí se ve claramente cómo lo que prevalece son las ansias de ruptura radical y a cualquier costo, sin una definición demasiado rigurosa de las nociones de revolución, muerte y destrucción. Como demostraremos más adelante, es propio de las vanguardias el carácter programático de sus acciones, a pesar de lo cual ninguna de ellas constituye un plan político-económico demasiado definido de cómo se logra la intervención sobre la realidad. De la misma forma Baudelaire pretende escandalizar y romper con el público1 poniendo en jaque ideas estéticas tradicionales: su carácter puramente moderno radica en que su fuente de inspiración es su propio presente, su ahora. El pasado es lo diferente y 1 La incomprensión entre poeta-público se evidencia cuando Benjamín sostiene: “Hasta su muerte siguió estando Baudelaire mal situado en el mercado literario. Se ha calculado que con toda su obra no ganó más de quince mil francos” (1972: 46). 2 sobre lo que no se puede ahondar: recurrir al pasado para crear “ahora” sólo representaría una traba (Calinescu 1991: 58). Esta ruptura con el pasado y con los valores de la sociedad de su época se ven formalmente en la consagrada obra Las flores del mal (1857), en la cual el poeta provocador enfrenta de inmediato y sin tapujos al lector: “Si tú no has cruzado tu retórica/ con Satán, el sagaz decano,/ ¡tíralo! Pues no lo comprenderás, o me tomarás por un histérico.” (Baudelaire 2009: 46). En términos estéticos, la ruptura con el pasado se presenta con esa inquietante novedad que, en Las flores del mal, radica en el juego de binariedades entre lo que se puede considerar como “belleza canónica” y la introducción de la estética de lo feo, lo grotesco y lo desagradable. Podríamos decir que estas “flores del mal” no despliegan solamente su delicadeza, sino que también se muestran desde otro ángulo: el de las raíces ocultas bajo tierra, el de lo putrefacto siempre en secreto. En concordancia con la tesis ya planteada, Calinescu afirma que Baudelaire es capaz de encontrar poesía en los lugares más atroces de la modernidad social (1991: 62). Concretamente, podemos localizar uno de estos tópicos de lo putrefacto en la “metáfora de la flor”, en el poema “Una carroña”: Recuerda aquel objeto que vimos, alma mía, en la templada mañana de estival: al doblar el sendero, una carroña infame sobre un lecho sembrado de piedras. (…) y miraba el cielo regio esqueleto, expandirse como una flor. Hedía tan fuerte, que sobre la hierba creíste caer desmayada (2009: 88) 3 En la imagen de la carroña comparada con una flor en expansión, se observa claramente el juego de las dualidades de lo feo/ bello. Un aspecto interesante de este juego de binomios, en Baudelaire, radica en el uso del tradicional soneto, que se ve refrescado por la novedad de la estética de lo desagradable. Esto quiere decir que si bien a nivel contenido se abandonan las actitudes miméticas, la forma -en términos de clausura del verso- no se ve cuestionada. En este punto presentaremos a Gottfried Benn con una breve reseña biográfica que servirá para una mejor comprensión de sus poemas. Benn es un escritor alemán cuya primera profesión es la medicina. En el año en el que se publicó Morgue y otros poemas se encontraba trabajando en un hospital en Berlín en el sector de patologías ginecológicas, donde la mayoría de sus pacientes eran prostitutas. Muchos de sus primeros escritos versan sobre las vivencias de un médico ejerciendo su profesión. A modo continuar con la temática de “las flores del mal”, citaremos uno de sus poemas más recordados llamado “Pequeño Áster”, el cual apareció en su primera publicación en el año 1912: El cadáver del conductor de un camión de cerveza fue alzado sobre la camilla. Alguien le había colocado entre los dientes una pequeña flor oscura — clara — lila. Cuando le saqué el paladar y la lengua desde el pecho con un largo cuchillo debajo de la piel he debido rozarla porque la flor se deslizó hacia el cerebro vecino. La guardé en el tórax entre el aserrín 4 cuando lo cosían. ¡Bebe hasta la saciedad en tu florero! ¡Descansa en paz, pequeño áster! (1991: 6) Para seguir a tono con la línea Baudeleriana, se puede afirmar que la estética de las binariedades: feo/ bello, delicado/ grotesco sigue presente en la bella flor y el cuerpo muerto del conductor. Es interesante también que el poema está dedicado a una flor y que el cuerpo está en un lugar más secundario, como si fuera sólo un pedazo de carne2: en el título está la flor e incluso la suerte de necrológica que constituye el final, está dedicado al áster. Desde el punto de vista formal sí se observa una experimentación que desentona con el clásico soneto del que hace uso Baudelaire. En el poema original en alemán la rima se construye en ABACCBDDDEEFFGB. Los cortes de los versos parecen azarosos y la ocupación del espacio en blanco es también muy irregular, algunas líneas están formadas por dos palabras y otras son tan largas que casi llegan al margen de la hoja. La publicación de estos poemas significó un escándalo también en su tiempo y los ejemplares se agotaron en poco tiempo. El germen vanguardista radica justamente en esta combinación de estética de lo grotesco, de lo putrefacto e inmundo con un juego “más comprometido” con la forma del poema. La traductora de esta primera publicación de Benn afirma al respecto, y en sintonía con lo que ya expusimos sobre Baudelaire: “Morgue significó una ruptura radical con los parámetros literarios vigentes. La combinación novedosa de temas grotescos y macabros tomados de la praxis médica, con estereotipos líricos y frases tradicionalmente poéticas revelaba no sólo 2 En general en los poemas de sus primeras publicaciones y en otros cuentos de Benn, la disección de cuerpos es una actividad rutinaria y los mismos se vuelven objetos cotidianos y desechables. 5 la posibilidad de romper y transformar el lenguaje, sino que además señalaba el vacío semántico de la expresión poética tradicional” (Jaffe 1991: 5). Siguiendo el rastro de la evolución formal, alcanzamos una corriente literaria y artística perteneciente –en términos de Peter Bürger- a la vanguardia3 histórica: el Dadaísmo. Tal como lo planteamos para Baudelaire, este movimiento tiene el objetivo de revolucionar el arte y la literatura con una actitud provocadora. Sin embargo, esto se da de manera mucho más programática, estableciendo el concepto de “anti-arte”, básicamente, en contra del arte burgués. En uno de sus tantos manifiestos4 explicitan: “El dadaísmo ya no se enfrenta de un modo estético a la vida, ya que hace trizas en sus partes integrantes todos los tópicos de la ética, la cultura y la interioridad…”. (Anónimo 2006: 226-227). Como intervención sobre la realidad, el movimiento se proponía destruir el andamiaje de la cultura occidental, pero otra vez sin mayores detalles: sólo con fuertes gritos. Según el teórico alemán Andreas Huyssen, a partir de Dadá, los movimientos de vanguardia se caracterizan por el ataque a la institución arte y también por la ruptura con la estética mimética –cuyo germen hallamos en Baudelaire- y por el concepto de obra de arte “orgánica y autónoma” (2002: 29). Podemos ver estos postulados en el poema “Cigarren (elementar)” (1921) de Kurt Schwitters, uno de los integrantes del movimiento Dadá Berlín. En éste también se observa 3 La idea vanguardia entra en el orden de la violencia por la propia etimología de la palabra, ya que en su principio se utilizó como un término militar para designar al grupo que constituía el frente de choque en una batalla. Baudelaire ironiza: “Del amor, de la predilección de los franceses por las metáforas militares. Aquí toda metáfora lleva un bigote” (Calinescu, 1991, p. 113). 4 El manifiesto fue el género propio de las vanguardias, con precedente de 1909 con el Manifiesto futurista de Marinetti, que se destaca por contener una violencia y agresividad extremas, y por ser una oda a la guerra. En este sentido, el manifiesto dadaísta se diferencia por su carácter antibélico, por supuesto, por ser posterior a la trágica experiencia de la Primera Guerra Mundial. De todas formas, se mantiene una constante de agresión y ansias destrucción cuando se propone destruir todos los valores rancios de la sociedad burguesa. 6 cómo se da la noción de evolución de la forma, en la que se cumple el abandono del verso por la búsqueda de la pura formalidad de las palabras, sílabas, letras y sonidos que constituyen un objeto artístico en sí mismos, alcanzando la autonomía de la misma, ya que la forma se sostiene aunque cambia el contenido: Cigarren Ci garr ren Ce i ge err err e en Ce CeI CeIGe CeIGeA CeIGeAErr CeIGeAErrEr CeIGeAErrErr CeIGeAErrErr ErrEEn EEn En Ce i ge a err err e en CI garr ren Cigarren (2006: 200-201) 7 Luego de la Segunda Guerra Mundial, este ímpetu iconoclasta y provocador de las vanguardias europeas se vio subordinado al posterior conformismo manifestado en la despolitización del arte (Huyssen 2002: 19-20). . No podemos olvidar tampoco que muchos de estos movimientos fueron utilizados como elementos de propaganda, específicamente en los años posteriores a la Revolución del ´17, o censurados por gobiernos de corte dictatorial como el Nacional Socialismo en Alemania. 8 Bibliografía Aguilar, Gonzalo (2003). “Introducción”. Poesía concreta brasileña: las vanguardias en la encrucijada modernista. Beatriz Viterbo Editora, Rosario: 11-26. Anónimo (2006) “Manifiesto dadaísta”. Maldonado Alemán, Manuel. El Expresionismo y las vanguardias en la literatura alemana. Síntesis, Madrid: 226-227. Baudelaire, Charles (2009) “Epígrafe para un libro condenado”, “Una carroña”. Las flores del mal. Edaf, Madrid: 46/ 88-89. Benjamin, Walter (1972) “El París del segundo imperio en Baudelaire”. Poesía y Capitalism. Trad. Aguirre, Jesús. Taurus, Madrid: 23-120. Calinescu, Matei (1991) “La idea de modernidad”, “La idea de vanguardia”. Cinco caras de la modernidad. Trad. Beguiristain, María Teresa. Tecnos, Madrid: 23-97/ 99-147. Benn, Gottfried (1991) Morgue y otros poemas. Fondo Editorial Pequeña Venecia, Caracas. Huyssen, Andreas (2002) “La dialéctica oculta: vanguardia-tecnología-cultura de masas”. Después de la gran división. Trad. Gianera, Pablo. Adriana Hidalgo, Buenos Aires: 19-40. Jaffé, Veronica (1991) „La mirada clínica“. Benn, Gottfried Morgue y otros poemas. Fondo Editorial Pequeña Venecia, Caracas: 4-5. Schwitters, Kurt (2006) “Cigarren (elementar)”. Maldonado Alemán, Manuel. El Expresionismo y las vanguardias en la literatura alemana. Síntesis, Madrid: 200-201. 9