UN REQUIEM ALEMÁN, op

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Notas al Programa de Prof. Pedro Machado de Castro para el Concierto de “Un Réquiem
Alemán” de J. Brahms.
UN REQUIEM ALEMÁN, op. 45, PARA SOPRANO, BARÍTONO, ORQUESTA Y CORO.
I. "Bienaventurados los afligidos..." (S. MateoV,4)
Coro (Poco andante e con espressione).
II. "Porque toda la carne es como heno..."
(S. Pedro I, 24)
Coro (Moderato in modo di marcia. Più animato. Tempo I. Un poco sostenuto. Allegro non troppo).
III. "¡Señor!, hazme conocer el final de mi existencia" (Salmos XXXVIII 5-8).
Barítono y Coro (Andante moderato).
IV. "¡Cuán amables son tus moradas..."
(Salmos LXXXIII 2/3/5).
Coro (Con moto moderato).
V. Vosotros tenéis ahora tristeza..."
(S. Juan XVI, 22).
Soprano y Coro (Andante).
VI. "Porque aquí no tenemos ciudad permanente" ( Hebreos XIII, 14).
Barítono y Coro (Andante. Vivace. Allegro).
VII. "Bienaventurados sean desde ahora, los que mueren en el Señor"
(Apocalipsis de S. Juan XIV, 13).
Coro (Maestoso).
Seguramente la gran mayoría de los estudiosos de la obra de Brahms coinciden en señalar al Réquiem
alemán como “la expresión musical más personal entre las creadas por el genial compositor hamburgués”,
según afirma el musicógrafo Philip L. Miller.
Su composición no fue solamente el recurso con el que superar el dolor que le había causado la pérdida de
dos de sus seres más queridos, sino también un esfuerzo por alcanzar una madurez o mayoría de edad en el
desarrollo de su ya brillante carrera musical, demostrando de esta forma un claro dominio de su colorista y
fundamental uso de la orquesta, buscando el equilibrio entre todas las familias instrumentales, otorgándoles
una igual importancia a todas, ya que en sus obras sinfónicas las maderas y metales adquieren un especial
sonido, producto de ese equilibrio. Todo esto, sin olvidar el afianzamiento de su peculiar estilo personal.
Johannes Brahms encontró el texto para el Réquiem alemán en una fuente que él conocía perfectamente.
Muchos afirman que cuando pensó componer esa gran obra, a partir de ese momento, no pasó un solo día sin
dedicarse atentamente a la lectura de las Sagradas Escrituras.
Un amigo, Rudolf von der Leyen, afirma que Brahms, en su estudio vienés, podía aún a oscuras acertar a
colocar siempre la mano sobre su Biblia. Sin tener mucha prisa el compositor pudo planear la que sería su
obra más extensa en el campo de la música sinfónico-coral, en el cual tenía ya algunas experiencias
anteriores. Los trabajos preparatorios del Réquiem alemán comenzaron en los inicios del año de 1861,
habiéndolos concebido en principio como una cantata con cuatro movimientos, pero el inesperado
fallecimiento de su madre ocurrido en 1865 inflamó su imaginación, pensando entonces en dar a la naciente
cantata la forma de un Réquiem. Un año más tarde la obra estaba prácticamente terminada, habiendo
finalizado los primeros cuatro fragmentos y los dos últimos de la obra.
La quinta parte que tituló “y ahora estoy lleno de tristeza” fue finalizada en el verano de 1868. Desde la
primera audición, el Réquiem alemán impresiona y apasiona al oyente activo por su imaginativa unidad.
Este Réquiem es realizado por Brahms en uno de los períodos más tristes de su vida. Durante el verano de
1864, sus padres deciden separarse. Los esfuerzos de Brahms por evitarlo no tuvieron éxito y a partir de esa
separación el compositor se vio en la necesidad de asumir la obligación de mantener y sostener a su hermano
y a su madre.
No fue hasta el 2 de febrero de 1865, hallándose en Viena, cuando Brahms recibió una carta urgente de su
hermano Fritz en la que le decía: “Si deseas ver a nuestra madre otra vez, ven inmediatamente”. Brahms no
llegó a tiempo. Este triste incidente afectó profundamente al compositor. Por otra parte, hay también
historiadores que señalan que Brahms había estado planeando una obra breve, una especie de Coral, a la
memoria del que fuera su gran amigo y protector Robert Schumann, cuya memoria también inspiró la
composición del Réquiem.
El primero de diciembre de 1867, la célebre "Sociedad de Amigos de la Música" de Viena, la misma que
había hacho posible hacía 43 años el estreno de la "Novena Sinfonía op. 125" de Beethoven, esta vez bajo la
dirección de Johann von Herbeck, ofreció a los vieneses los tres primeros movimientos o fragmentos del
Réquiem alemán.
Pero la versión casi definitiva , con la única falta del movimiento para soprano, con la utilización de textos
procedentes de los salmos, San Mateo, San Pedro, Santiago, Libro de la Sabiduría, Isaías, San Pablo, San
Juan, Eclesiastés y Apocalipsis, sería estrenada en la ciudad alemana de Bremen. La fecha elegida fue la del
Viernes Santo, 10 de abril de 1868. el propio Brahms asumiría la dirección del estreno.
Aquella música a través del tiempo hablaría a todos los espíritus comprensivos. Después de uno de los
pasajes en la literatura del texto bíblico, la muerte se convierte en victoria y el coro irrumpe en una gran fuga
concebida por Brahms, anticipándose en ello a la segunda Sinfonía de Mahler. El estreno constituyó el
acontecimiento de mayor trascendencia hasta el momento y causó tanto revuelo que varias semanas después
fue necesario repetirlo y durante el año siguiente en 21 ciudades diferentes.
El Réquiem alemán no fue definitivamente terminado, logrando su forma actual, hasta el verano del propio
año 1868 con el quinto movimiento ya concluido. Fue Reinecke, famoso pianista y compositor, quién ofreció
la versión definitiva, completa, del Réquiem alemán de Brahms, en la ciudad alemana de Leipzig el 18 de
febrero de 1869, en la célebre Gewandhaus. Inexplicablemente durante muchos años el Réquiem alemán fue
tachado de ateo por estar su texto en lengua alemana y no en latín como era la costumbre. Tampoco en esta
obra está clara la idea clave de la redención mediante el sacrificio de Jesucristo. Ciertamente la obra tiene
poco que ver, en relación al mensaje, con la tradicional Misa de Réquiem de la liturgia católica.
Se trata fundamentalmente de un gran oratorio fúnebre, en el que el compositor ha querido meditar sobre la
tristeza y brevedad de la vida, pero abriendo las puertas a la esperanza para todos los que conservan la fe.
Por ello la frase final de la obra resume todo su contenido espiritual: Bienaventurados sean desde ahora los
que mueren en el Señor.
I. Selig sind, die da Leid trageN
Coro
"Bienaventurados los afligidos..."
Este primer movimiento de la obra es predominantemente sombrío, con algunos detalles luminosos al final
del mismo. El compositor anula el timbre claro de los violines en esta hermosa sección de la partitura,
asignando a las violas de timbre intensamente triste, la voz principal, a veces reforzada por los violonchelos.
II. Denn alles Fleisch ist wie Gras und alle Herrlichkeit del Menschen wie des Grases Blumen. Coro.
"¡Porque toda la carne es como heno..."
Este movimiento es un perfecto ejemplo del olfato de Brahms, que siguiendo las tradiciones del pasado y
afianzando una concepción poética del siglo IXI, los violines juegan un importante papel, tanto más efectivo
a causa de la expresión del movimiento anterior. El texto sin embargo, se desliza para contemplar la feliz
herencia de la redención. Termina el fragmento en términos de una serena aceptación, de una alegría aún
más profunda que la del triunfo espiritual.
III. Herr, lehre doch mich, dass ein Ende... Barítono y Coro.
¡Señor! hazme conocer el final de mi existencia..."
Se inicia con un "andante moderato" de carácter grave protagonizado por el barítono. La búsqueda espiritual
de Brahms aun no está completada. El tema angustiado continúa presente en este fragmento, pero su apogeo
finalizará, cuando después de una noble cadencia prolongada, surge una doble fuga para el pasaje de la
"Revelación" (Las almas de los justos están en las manos de Dios).
IV. Wie lieblich sind deine Wohnungen, Herr Zebaoth
Coro.
"¡Cuán amables son tus moradas!"
Con frecuencia ha sido separado del Réquiem e interpretado independientemente, como si se tratase de un
motete, aunque cuando es utilizado de esa forma, con acompañamiento de órgano, se añora el uso de los
instrumentos de madera que tan hábilmente logra Brahms. Este fragmento posee un determinado propósito
esencial, oponiendo la gracia a la fuerza y la grandeza a la ternura.
V. Ihr habt nun Traurigkeit.
Soprano y Coro
"Vosotros tenéis ahora tristeza..."
Este fragmento utiliza una soprano solista que señala como existen dos aspectos diferentes para la búsqueda
del consuelo celestial: la individual y la universal. Tres son las fuentes en el texto que se utilizan, aunque el
tema común tiene una directa relación con la muerte de su madre. Son estas fuentes los libros de San Juan,
Isaías y Eclesiastés.
Muchos estiman que este fragmento presenta la música más conmovedora de toda la obra.
El compositor nos ofrece una rica y sutil modulación, a la vez que un intrincado desarrollo vocal con una
idea melódica que es tan atractiva en su pureza, como difícil de interpretar.
VI. Denn wir haben keine bleibende Statt ¡.Solo de barítono y coro.
“Porque aquí no tenemos ciudad permanente…”
Se inicia con la búsqueda de la ciudad eterna descrita gráficamente en el libro de los Hebreos XIII y que se
dirige hacia el triunfo sobre la muerte, proclamado en el capítulo XV de Corintios y la celebración del poder
divino en la revelación, IV capítulo.
El fragmento está estructurado con una extraordinaria habilidad y equilibrio entre la masa coral y la
orquestal.
Aquí al igual que en el final del III fragmento, Brahms glorifica el triunfo espiritual en medio de un gran
despliegue sinfónico-coral.
VII. Selig sind die Toten,die in dem Herrn sterben.Coro
“ Bienaventurados sean desde ahora los que mueren en el Señor…”
Éste movimiento “maestoso” recupera la tonalidad del inicio. La última palabra del coro “Selig”, que se va
repitiendo, resuena como al inicio de toda la obra.
Pedro Machado de Castro
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