Torres Villar, Miriam

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LA CONSTRUCCIÓN DE SERMONES RELIGIOSOS:
UN PRECEDENTE EN LA LINGÜÍSTICA DEL TEXTO
Miriam Torres Villar
Universidad de Sevilla
1. Introducción
En el proceso de composición de los sermones pueden verse algunos de los principios básicos
de la lingüística textual, una disciplina que comienza a destacar en el ámbito de la lingüística de
tipo humanístico a partir de los años setenta del siglo XX. La construcción de los sermones a la
luz de tratados que, especialmente en la edad media, continuaron desarrollando principios
básicos de la retórica clásica, obedece a una organización muy bien trazada en la que las
diferentes partes del texto se relacionan entre sí constituyendo unidades cada vez mayores que
contienen el máximo significado y transmiten una información completa. Por eso comienzo por
señalar la aportación de la retórica clásica en la evolución lingüística del texto pues, al fin y al
cabo, todos los tratados posteriores tomaron los principios de la tradición clásica como punto de
partida y modelo.
Me ha parecido relevante tratar en mi trabajo dos conceptos fundamentales de la lingüística
textual: la teoría del acto verbal basada en la consideración de la comunicación como un tipo de
actividad humana, y la teoría de las macroestructuras textuales. El objetivo de la escritura de
sermones era su posterior lectura en voz alta, una actividad de comunicación. Por lo tanto, la
teoría del acto verbal, la explicación de los elementos que intervienen en el proceso de esta
comunicación, me permite hacer referencia a la relación entre la elaboración de sermones y la
lingüística textual. De la misma manera, al hablar de las macroestructuras, incido en el hecho de
que es en la dispositio, en la organización de las diferentes partes que componen el texto, donde
con más claridad puede verse una teoría de la macroestructura textual.
Desde un punto de vista histórico, y teniendo en cuenta las diferencias entre oralidad y
escrituralidad, el sermón se incluye dentro de una determinada tradición discursiva cuyo
conocimiento nos permite un análisis en profundidad del género que nos ocupa. Las
dimensiones oral y escrita hacen referencia también al carácter pragmático del sermón y a la
teoría del acto verbal de la que he hablado. La construcción de éste obedecía a una estructura de
actos de habla en la que sobresalía la acción perlocutiva, y cuyo objetivo elemental era influir, a
través de la persuasión, en los receptores que atendían a la predicación.
El objetivo final de mi estudio es desarrollar todas estas ideas en el análisis de un sermón
novohispano de principios del siglo XVIII tomado del Fondo Reservado de la Biblioteca
Nacional de México. Es en la práctica donde mejor puede valorarse la relación entre la
construcción de sermones y la lingüística del texto.
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2. La tradición retórica clásica
En el primer capítulo de su Retórica, Aristóteles define esta disciplina como: «(la) facultad de
considerar en cada caso lo que puede ser convincente.» Y, para ayudar a la obtención de este
objetivo, ofrece toda una serie de principios relativos tanto al emisor como al mensaje y al
receptor, es decir, a los tres elementos básicos del proceso comunicativo. Desde ese momento,
toda la tradición retórica posterior ha señalado la necesidad de considerar aspectos como las
motivaciones que impulsan al emisor a producir un determinado mensaje, el sentimiento del
receptor ante la emisión de ese mensaje, su edad y condición social, o las características que
rodean el acto de la comunicación, para poder dar una explicación profunda de una de las
actividades humanas más importantes y globalizadoras.
Las disciplinas lingüísticas más destacadas que vienen desarrollándose desde hace más de
un siglo se han limitado a estudiar tan sólo un elemento del circuito comunicativo: la estructura
del código, es decir, del mensaje. Así lo han hecho el estructuralismo o la gramática generativa.
Pero la lingüística del texto, cuyas teorías comienzan a arraigar en la segunda mitad del siglo
XX, pretende estudiar el proceso global de la comunicación humana, considerando esencial el
aspecto social del lenguaje, aspecto desde el que deben analizarse todos los demás rasgos que
conforman ese lenguaje. En la consolidación de la disciplina, la mirada hacia la historia, hacia
las ciencias clásicas del discurso y la comunicación ha sido decisiva también para buscar
antecedentes válidos a las nuevas teorías. De ahí que haya considerado relevante comenzar mi
estudio con una referencia a la Retórica de Aristóteles, cuyas ideas son fundamentales en el
desarrollo de algunos de los conceptos que quiero mostrar en mi trabajo para después aplicarlos
al proceso de construcción de sermones. Así lo señalan por ejemplo Van Dijk (1972: 95), en una
de las obras fundacionales de la lingüística textual: Some aspects of Text Grammars, donde la
retórica es considerada un fundamento histórico clave de las gramáticas textuales; o García
Berrio (1978: 82-83) en uno de sus trabajos, al decir:
Sobre la estrategia del análisis textual, la moderna lingüística del texto se ha encontrado ya con una
larga tradición de análisis. Olvidadas, pero no superadas, es preciso contar siempre con las
enseñanzas de la Retórica, a partir de su estructura de partes mayores, inventio, dispositio y elocutio,
y sobre todo de la segmentación del texto en unidades, incorporada por la dispositio
3. Dos teorías fundamentales en la explicación de la lingüística
del texto: teoría del acto verbal y teoría de las macroestructuras
textuales
3.1. Teoría del acto verbal
La primera teoría en torno a la lingüística del texto sobre la que quiero detenerme es la del acto
verbal (Bernárdez 1982:59). Lo esencial de esta teoría, que también se encontraba en
Aristóteles, reside en el hecho de que el hombre realiza un tipo especial de actos en los que se
sirve de todos los mecanismos que le proporciona el lenguaje para obtener un fin determinado.
Por lo tanto, es necesario señalar en primer lugar que toda actividad comunicativa se inicia con
una determinada motivación que experimenta el emisor del mensaje y que es la chispa que pone
en marcha todo el proceso. Tras ese momento de motivación y como consecuencia del mismo,
el emisor determina cuáles de entre las acciones posibles que articulan el mensaje tienen mayor
probabilidad de dar el fruto deseado. En el proceso se conjugan dos aspectos más: la situación y
la finalidad, el objetivo que se persigue con la comunicación. La situación, por su parte, puede
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ser definida como el conjunto de influencias internas que, junto a la motivación inicial,
informan sobre las elecciones que el emisor debe realizar antes de transmitir su mensaje. Esta
fase determina la estructura interna del texto, define la organización del mismo antes de pasar a
su realización. Coincide, por lo tanto, con una de las actividades que se recogen en todos los
tratados de retórica desde Aristóteles: la dispositio. El siguiente paso es la realización superficial
de esa motivación. En este caso, se eligen, de entre todas las posibilidades que nos ofrece el
lenguaje, los medios lingüísticos que son más efectivos para la consecución de nuestro fin. Es
esencial, en este paso, considerar factores emotivos y expresivos, ya que nos permiten asegurar
la consecución del objetivo que había sido determinado por la primera motivación. En este
sentido, es necesario también tener en cuenta las diferencias que puede haber entre emisor y
receptor en cuanto a la experiencia verbal, diferencias que exigen una determinada estrategia
por parte del emisor en la elección de las formas lingüísticas de acuerdo a las necesidades del
receptor.1
Ordenando los datos hasta ahora expuestos, con el objetivo de ofrecer una exposición más
clara, podemos concluir: primero, que el acto comunicativo se articula fundamentalmente en
tres aspectos: una motivación inicial, la realización de esa motivación y una finalidad
determinada que se pretende obtener tras la realización de esa actividad. Cada acto de
comunicación se completa con la conjunción de esos tres aspectos; segundo, que en el proceso
de realización de esa actividad a través de actos verbales, diferenciamos dos fases: la
estructuración de la motivación inicial, donde queda trazada la organización interna del texto, y
la realización superficial de esa motivación, en la que se tienen en cuenta todas las
circunstancias a las que he hecho referencia más arriba.
3.2. Macroestructura tex tual
En la fase de estructuración interna del texto que he identificado con el proceso retórico de la
dispositio, podemos distinguir una serie de elementos esenciales en la caracterización de la
lingüística del texto que nos permitirán también relacionar la elaboración de sermones con esta
disciplina reciente. Un texto está constituido por una idea principal, tema, y por el desarrollo de
ésta en temas secundarios que aportan información detallada en torno a ella. Es lo que se conoce
como macroestructura textual. La teoría de las macroestructuras atiende a la explicación de las
estructuras esencialmente textuales, que son las que justifican una lingüística de alcance textual
con el texto como unidad de sistema y realización. El tema, la idea nuclear del texto, se
desarrolla en otros subtemas que van constituyendo niveles ascendentes y que aportan la mayor
información, pues comunican todos los aspectos referentes al núcleo. Si un texto carece de
macroestructura, no puede percibirse como unidad de comunicación, si la secuencia de
oraciones que componen ese texto carece de macroestructura, sólo recibimos una serie de
enunciados incoherentes y, por lo tanto, no llega a constituirse como texto.
La construcción del sermón, género oratorio muy cultivado desde la edad media, que sigue
las pautas marcadas por los principios básicos de la retórica, se hace según esta organización. Y
es en el tratamiento de la dispositio donde los diferentes tratados de retórica medieval se
presentan como una teoría de las macroestructuras ante litteram. A través de la dispositio, el
material referenciado en el proceso de la inventio se transforma en material textual. El proceso
de estructuración y disposición de las ideas que el orador pretende transmitir a través del
sermón, implica ya el concepto de globalidad discursiva y, por tanto, de textualidad. Que se
consiga la ligazón entre las diferentes partes mediante elementos como la armonía y el
equilibrio, teniendo en cuenta la relación de coordinación y subordinación entre ellas, favorece
la comprensión del texto y el efecto retórico en el auditorio. El objetivo del orador era orientar
todos los componentes del sermón para influir en los oyentes por medio del lenguaje.
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4. La lingüística textual a un nivel histórico: las tradiciones discursivas
La consideración del acto comunicativo es esencial como hemos visto para acercarnos a algunos
de los principios básicos de la lingüística textual. Un estudio más detenido de ese proceso nos
permite también, por otra parte, incluir el género retórico en el que se centra este trabajo dentro
de una tradición discursiva concreta que le imprime una serie de rasgos característicos cuyo
conocimiento se hace esencial para llevar a cabo un análisis profundo de la estructura del
mismo.
Para abordar este aspecto hemos de tener en cuenta en primer lugar los conceptos de
oralidad y escrituralidad, fundamentales en la configuración del sermón. No definiré estos
conceptos en términos de oposición, pues hay entre ellos diferentes grados que nos permiten
hablar de un continuo conceptual. De ahí que considere como expresiones más precisas y
adecuadas las de «inmediatez» y «distancia» comunicativas. Estos conceptos se definen por una
serie de parámetros comunicativos bien definidos como: el grado de saber compartido entre el
emisor y el receptor, la mayor o menor participación emocional de ambos, la integración del
discurso en un contexto situacional y de acciones determinado o el grado de espontaneidad del
discurso. Estos valores paramétricos nos permiten situar cada enunciado o discurso en la línea
del continuo entre los extremos de inmediatez y distancia comunicativa. En el extremo de la
inmediatez comunicativa podemos situar lo hablado, que presenta una clara afinidad con la
realización fónica efímera. Y en el otro extremo, el de la distancia comunicativa, se posiciona lo
escrito, afín a la realización gráfica permanente. Podemos distinguir, por lo tanto, cuatro
sectores: el de la inmediatez comunicativa en el medio gráfico y en el medio fónico y el de la
distancia comunicativa tanto en el gráfico como en el fónico. Por lo general, no tenemos acceso
a los fenómenos de la inmediatez comunicativa en el medio gráfico, sobre todo en documentos
antiguos, pero sí podemos buscar señales de las formas discursivas que, al menos en una
primera fase, no se escribían.
En el caso concreto que nos ocupa, el del género de los sermones, podemos concluir que su
finalidad comunicativa consistía en combinar la concepción hablada en el medio gráfico con la
concepción gráfica en el medio oral. Los sermones eran elaborados para ser predicados en
público, en voz alta, por ejemplo en actos religiosos cuya celebración implicaba un verdadero
ceremonial o tras la muerte de un personaje relevante en el ámbito de la Iglesia o la política.
Especialmente a partir del siglo XVI y, con mucha mayor profusión en el XVII,2 se imprimieron
la mayoría de los sermones predicados, por lo que el orador ya elaboraba su discurso teniendo
en mente la posterior puesta por escrito de la prédica. Podemos intuir que las diferencias entre el
sermón pronunciado y el resultado escrito eran relevantes, cuando además los sermones solían
editarse tiempo después de su predicación, por lo que el orador tenía oportunidad de elaborar el
discurso, enmendarlo o variarlo. Sin embargo, en esos documentos escritos quedan vestigios de
su original pronunciación oral, desde la elección del tema, hasta continuas arengas a un receptor
o construcciones efectistas que, sin lugar a dudas, tenían el objetivo de convencer y persuadir al
auditorio.
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5. El divino verbo grano... ejemplo de precedente en la lingüística del
texto
Ya hemos visto que la elaboración de un sermón podía obedecer a diferentes motivos, motivos
según los cuales los sermones se clasificaban en diferentes tipos que respondían a las
circunstancias determinadas por el acontecimiento en sí. En el caso del sermón que voy a
analizar, podemos considerar que el motivo primero que explica la elaboración del mismo es el
ingreso de unas indias principales en la Orden de Santa Clara en el convento de Nuestra Señora
de Cozamaluapan.3 Es, por lo tanto, un sermón panegírico compuesto a raíz del dichoso
acontecimiento. Este hecho, claro está, le sirve al orador como «pretexto» para deshilvanar en el
discurso toda una serie de ideas y valores útiles para entender las circunstancias históricas,
sociales, culturales e ideológicas en las que fue compuesto. Es decir, su contexto.
Empecemos por desgranar el tema del sermón que aparece expresado por una cita bíblica
principal seguida de otras que la completan y la complementan. La cita que corresponde al tema
está tomada de un pasaje del Evangelio según San Lucas, en concreto refiere el momento en que
el Ángel anuncia a María que dará a luz un hijo: «...concebirás y darás a luz a un hijo al que
pondrás por nombre Jesús... María dijo: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra”». La primera cita pertenece a un episodio del Evangelio de San Juan en el que se hace
referencia a la sangre de Cristo en la institución de la Eucaristía: «...mi sangre es verdadera
bebida.»; la segunda cita es del Evangelio de Lucas, cuando Jesús, al predicar en Nazaret donde
se había criado, entra en una sinagoga y se adelanta a las críticas de aquellos que le escuchan al
decir: «Seguramente me diréis... “lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también
aquí en tu patria.”» Cada una de las citas anuncia un elemento que va a desarrollarse a lo largo
del sermón y que se constituye como símbolo de las ideas que el orador pretende hacer llegar a
los receptores. La primera cita hace referencia al Verbo Divino que se hace carne por medio de
la intervención del Espíritu Santo; la segunda alude a la sangre que fecunda ese verbo, ese grano
y la tercera apunta a la evangelización de otras tierras. ¿De qué ideas son metáforas esas citas,
esos temas y de qué forma los va imbricando el predicador hasta construir el texto? La
introducción nos da la clave: «Hoy comienza a mejorar de fortuna el Mundo, porque hoy
comienzan a respirar aquellas ardientes ansias del Verbo, que fueron gloriosa expectación de los
siglos». Las indias caciques que ingresan en la Orden de Santa Clara son el fruto de la unión de
lo viejo y lo nuevo, de la predicación de los evangelizadores españoles, en este caso en concreto
los franciscanos hermanados con la Orden de Santa Clara, y del grano que ya había en las tierras
de América: «Y así sembrado el Verbo, se multiplica en dorados granos, con el siego hermoso
de la Fe de los Pueblos... para que discurra cuando tan adelantada miramos la verdad del
Evangelio en las Indias Occidentales.» Demostrar esta idea, hacerla llegar es el propósito del
sermón. Apoyándose en otras citas bíblicas, etimologías y ejemplos tomados de san Agustín,
san Ambrosio, Torquemada o Sigüenza y Góngora, el objetivo del discurso se va completando
en un proceso que consiste en ir del texto al texto. El predicador interpreta todos esos textos y a
partir de ellos construye el nuevo texto. Un ahora se sitúa como alternativa al pasado y, en ese
sentido, adquiere valor la cita del Evangelio de San Lucas: «Seguramente me diréis... “lo que
hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí en tu patria.”» Y es América la
patria nueva de la que habla, la elegida por Dios para que crezca y se multiplique de nuevo la fe.
A la lingüística del texto le interesa esencialmente el funcionamiento de la lengua que se ve
en la relación de los hablantes con el lenguaje, y con el mundo y los otros a través de ese
lenguaje. En el sermón pueden verse esas relaciones, en la construcción del mismo a través de la
motivación o motivaciones que impulsaron al predicador a elaborarlo. La comunicación viene
determinada por la ilación entre las diferentes partes del texto, por lo que es éste en su conjunto
el que constituye la máxima unidad de significado, tal y como promulga la lingüística textual.
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Bibliografía
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de María Santísima nuestra Señora da por fructo una cosecha de vírgenes. Sermón
panegírico, que en el solemne ingresso de las Religiosas Indias Caciques de la Primera
Regla de Santa Clara, predicó... México: Imp. Real Superior Gobierno.
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GARCÍA BERRIO, A. 1978. «Texto y oración. Perspectivas de lingüística textual», PETÖFI, J.S.;
GARCÍA BERRIO, A, 243- 64.
MAYORDOMO ALBADALEJO, T. 2001. «Sobre la textualidad de res y verba en las retórica
medieval: las Artes praedicandi», en Literatura y cristiandad: homenaje al profesor Jesús
Montoya Martínez. Granada: Universidad de Granada.
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REYES, G. 1994. La pragmática lingüística: el estudio del uso del lenguaje. Barcelona:
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VAN DIJK, T. A. 1972. Some aspects of Text Grammars. La Haya: Mouton.
WULF OSTERREICHER. 2004. «Textos entre inmediatez y distancia comunicativas. El problema
de lo hablado escrito en el Siglo de Oro», en CANO, R. (coord.), Historia de la lengua
española. Barcelona: Ariel.
1
Como ya ha sido señalado al principio de este estudio, también Aristóteles en la Retórica manifiesta la
necesidad de tener en cuenta aspectos como la edad del auditorio, su formación o condición social para influir
en los receptores.
2
Como sabemos, con la invención de la imprenta la difusión de los textos fue mucho mayor. A esta
circunstancia podemos añadir otras que nos permitan dar una explicación acerca del auténtico furor en los
siglos XVI y XVII por la producción de sermones. Tras el Concilio de Trento y como consecuencia de la
Contrarreforma durante el período barroco, la religión se convierte en un espectáculo dirigido al pueblo, mucho
más ceremonial. Un ejemplo de ello es que en las celebraciones de actos litúrgicos, para las que se componían
los sermones, se llegaban incluso a levantar fastuosos altares, verdadera arquitectura efímera, que
representaban el hecho religioso conmemorado.
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El divino verbo grano que sembrado en la tierra Virgen de María Santísima nuestra Señora da por fructo
una cosecha de vírgenes. Sermón panegírico, que en el solemne ingresso de las Religiosas Indias Caciques de
la Primera Regla de Santa Clara, predicó... fue predicado el 25 de marzo de 1737 por Don Juan Anguita
Sandoval y Rojas, e impreso en el año 1743. La referencia del texto en el catálogo Lafragua de la Biblioteca
Nacional de México es R.1021. LAF.
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