INSTITUTO DE BIOCIÊNCIAS, LETRAS E CIÊNCIAS EXATAS CÂMPUS DE SÃO JOSÉ DO RIO PRETO PROGRAMA DE PÓS-GRADUAÇÃO EM ESTUDOS LINGÜÍSTICOS PROVA DE PROFICIÊNCIA EM LÍNGUA ESPANHOLA Instruções: Responda em português, na folha de respostas, às questões abaixo sobre o fragmento extraído do livro Mecanismos conversacionales en el español del Uruguay, organizado por Virginia Orlando. Evite responder às questões apenas citando partes do texto ou traduzindo-as. É permitida a utilização de um dicionário impresso durante a prova. Questões: 01. De acordo com o texto, em que se distinguem dialogismo e monologismo? 02. Que condições essenciais da comunicação são admitidas pela visão dialogista? Defina-as. 03. Que aspectos relativos aos contextos e aos interlocutores são enfatizados no dialogismo? Comente brevemente cada um deles. 04. Como se caracterizam as ações comunicativas na teoria dialogista? 05. Que propriedades não são normalmente reconhecidas numa concepção idealizada de diálogo? ¿Por qué hablar de "dialogismo"? Tal como ya se avanzó en Gabbiani y Madfes (2006), la discusión acerca de las propiedades lingüísticas propias de los actos sociales efectuados en diversos contextos invoca necesariamente el concepto de discurso como práctica social. Si se revisa con cuidado, la noción central (que presupone a ese concepto o le es anterior) consiste en la integración del lenguaje en el conjunto de las prácticas comunicativas - cognitivas de los discursos en contexto pertenecientes a los diferentes actores, o, dicho de otra forma, que el lenguaje es discurso (Linell 1998:4). El otro camino teórico, fuertemente transitado en el ámbito de las teorías lingüísticas y opuesto al presentado, divorcia al lenguaje (en tanto que sistema o estructura) de su uso, asumiendo a las prácticas lingüísticas (y entonces al discurso) como un aspecto parasitario de la estructura lingüística. Cada una de esas dos sendas conceptuales, con un determinado alcance epistemológico y con valor de marco analítico, serán denominadas en esta presentación como dialogismo y monologismo respectivamente. Esa suerte de asimilación del lenguaje al discurso planteada por el dialogismo no inhabilita el recurso a la categoría conceptual de estructura. De hecho, el discurso y las prácticas discursivas en sí mismas están/son altamente estructuradas: es posible generalizar, a partir de situaciones singulares, la definición de formatos, estructuras secuenciales, rutinas, estrategias recurrentes y definiciones de marco, tipos de actividades y géneros comunicativos, así como las más tradicionales unidades y reglas lingüísticas. Pero en cualquier caso, y aquí está la dirección diferente que adopta la teoría dialogista frente a la monologista, la estructura está DENTRO de prácticas discursivas, antes que aparte, por fuera y dada previamente al discurso. Ante todo, es una organización de acciones sociales, y no una estructura propia del lenguaje y de la forma lingüística exclusivamente. El uso lingüístico no puede ser tratado separadamente de la estructura lingüística: los recursos estructurales y estructuradores del lenguaje se ponen en uso en actividades cognitivas y comunicativas, se re-constituyen en y a través de esas actividades. Con esto se quiere afirmar que la estructura del lenguaje no puede ser prioritaria con relación a las prácticas comunicativas: la relación postulada entre ambas categorías es la de co-determinación. Al mismo tiempo, el discurso no es entendido por el dialogismo como los procesos que involucran individuos y estructuras sociales -o funcionamiento mental y ámbitos socioculturalesen tanto que entidades autónomas y mutuamente independientes: se asume la existencia de interdependencias dinámicas y mutuas entre individuos, actores en interacciones específicas, y contextos, invocados y emergentes en esas interacciones. Si en el monologismo los individuos y las sociedades y culturas son los primarios analíticos, en el dialogismo lo son las acciones e interacciones, es decir las prácticas discursivas en sus contextos. Cabe abundar ahora sobre algunas afirmaciones esbozadas previamente acerca del diálogo. Éste, definible como “...toda interacción a través del lenguaje (u otros medios simbólicos) entre dos o más individuos co-presentes” (Linell 1998: 13), no conlleva de por sí las condiciones de cooperación y simetría. Antes bien, esta visión dialogista prefiere asumir como condiciones básicas de la comunicación a la coordinación y, en todo caso, a la complementaridad (construida en función de las asimetrías de conocimiento y participación). La coordinación se entiende como una forma débil de cooperación, i .e. cierto grado de reciprocidades y mutualidades, y se prefiere al establecimiento de “ideales absolutos” tales como atención mutua, voluntad de respuesta, foco compartido, planes congruentes y objetivos comunicativos comunes. Y la complementaridad tiene que ver con dos formas de asimetría inherentes a la comunicación en diverso grado: en primer lugar, la de conocimiento, que refiere al hecho mismo de la comunicación. No tendría demasiado objeto comunicarnos si todos poseyéramos la misma información. En segundo lugar, la asimetría en los roles de participación es constituyente de innumerables interacciones. Puede verse entonces que la complementaridad supone que la asimetría de conocimiento sería una condición propia de toda interacción, mientras que la asimetría de participación estará presente o no. En cualquier caso, se aboga aquí por acompasar propiedades no necesariamente reconocidas en las construcciones idealizadas del diálogo, al que se lo concibe ahora como portador de tensiones entre cooperación y competición, intersubjetividad y acción individual, “compartibilidad” (sharedness) y aislamiento, coherencia y fragmentación. Si en un nivel abstracto, el diálogo y la comunicación involucran algún grado de coordinación, coherencia y reciprocidad/mutualidad, estas propiedades nunca están enteramente presentes. La instalación de estas tensiones en la propia epistemología dialogista habilita a explorar con otro alcance las diferencias empíricas existentes en las distintas actividades discursivas. Sin embargo, aún cuando el dialogismo reconozca que el diálogo humano está sujeto a contingencias temporales, espaciales, secuenciales e interactivas, no niega que en situaciones específicas los interlocutores busquen orientarse en relación a normas de equidad. Al mismo tiempo, en muchas ocasiones la orientación está dada por normas de cortesía (vide Gabbiani y Madfes 2006). Así podría postularse un “principio de coherencia neutral local” (Foppa 1990, apud Linell 1998) en la conversación trivial (small talk), a saber, que un participante en la conversación no debería decir nada que pudiera resultar extraño frente a las opiniones, valores y deseos de sus interlocutores. Como ya se dijo antes, la teoría dialogista (que habilita a la descripción y explicación del lenguaje) es una teoría de las acciones y actividades humanas en contextos cognitivos e interactivos. El carácter de las acciones comunicativas consiste en la orientación -mutua- hacia el otro (incluso cuando el otro no está efectivamente copresente): antes que en términos intramentales e individuales, las acciones se expresan sociointeractivamente. Y a los efectos de tales acciones, serán relevantes no solo los contextos situacionales sino también los socioculturales, es decir los contextos constituidos históricamente. Cada acto cognitivo y/o comunicativo es considerado sensible a algún elemento, a menudo implícito, del contexto. Así una contribución al diálogo, ya sea ésta una única emisión o un flujo de palabras más extenso, se vuelve coherente al relacionarse a alguna cuestión de relevancia en el decurso comunicativo. Para la interpretación de una contribución por parte de los actores interactivos o del analista del proceso la pregunta que se busca responder es “¿por qué esto ahora (con relación a mí)?” (cf. Telles y Garcez 1998). En el dialogismo se enfatiza la emergencia gradual de los significados, en la medida que las emisiones se construyen sucesivamente, a menudo en colaboración con los otros interlocutores. Los planes para las emisiones son por lo general más bien vagos y parciales (de ahí su designación, como veremos más adelante, en términos de “proyectos comunicativos”), y no son individuales, puesto que requieren de la contribución del otro para su concreción (Leudar y Antaki 1988, apud Linell 1998). Estos tres aspectos (i.e., entendimiento perspectivizado, emergencia gradual de significados y contribución del otro en el andamiento de los proyectos comunicativos) atañen a los contextos locales y a las interdependencias dialógicas entre actor e interlocutores. (…) ORLANDO, Virginia. Presupuestos teóricos. In: ____ . (Org.). Mecanismos conversacionales en el español de Uruguay. Montevideo: Departamento de Publicaciones de la FHCE, 2006. p. 12-17.