CUADERNOS HISPANOAMERICANOS DE PSICOLOGÍA, Vol. 10 No. 1, 39-52 INDICADORES ASOCIADOS A LA ANSIEDAD MANIFIESTA EN UNA POBLACIÓN ESCOLARIZADA Luz Helena Buitrago León1, Sandra Milena Briceño - Sánchez2 Universidad El Bosque Recibido: Junio 1 de 2009. Aceptado: Agosto 11 de 2009. Resumen Este estudio descriptivo, exploratorio y de corte epidemiológico tuvo como propósito determinar la presencia de indicadores asociados a la ansiedad manifiesta, por medio de la Escala de Ansiedad Manifiesta en Niños (CMAS – R), en un grupo de 124 estudiantes de un colegio de la localidad de Puente Aranda de la ciudad de Bogotá. La muestra estuvo constituida por adolescentes de ambos sexos, con educación básica y media vocacional y edades comprendidas entre 11 y 17 años. Para la consecución de dicho objetivo fue aplicada la escala en mención, la cual arrojó resultados que evidencian una proporción más alta de mujeres con rasgos de ansiedad manifiesta, en comparación con los hombres. El curso donde más hay estudiantes con rasgos de ansiedad manifiesta es el grado octavo y el que presenta menos alumnos con estas características es el grado noveno. Las implicaciones de este estudio serán tratadas en la discusión. Palabras clave: ansiedad, Psicología Infantil. Abstract The purpose of this descriptive, exploratory and epidemiological study was to determine the presence of indicators related to manifest anxiety. For doing so, it was applied the Children´s Manifest Anxiety Scale - R (CMAS – R) in a group of 124 students of a school at the locality of Puente Aranda in Bogota city. The sample was constituted by male and female adolescents, aged between 11 and 17 years. In order to achieve this goal, the CMAS-R was applied. Data showed a higher proportion of women with manifest anxiety traits in comparison to men. Most students with these personality traits are in the eighth grade whereas students in ninth grade presented these characteristics in lower proportion. The implications of this study will be argued in the discussion. Key words: anxiety, child psychology. Psicóloga, director del trabajo de grado, Universidad el Bosque. Correo electrónico: [email protected] Psicóloga que opta por el título de especialista en Psicología Médica y de la Salud. 1 2 Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología 39 Luz Helena Buitrago León, Sandra Milena Briceño - Sánchez Durante la infancia y la adolescencia se desarrollan ciertos miedos provenientes de la experiencia a modo de respuesta natural y propia de la evolución que, con el paso del tiempo, van desapareciendo como producto de un aprendizaje acerca de qué esperar del entorno y de las relaciones con los demás. Pero, cuando estos miedos no desaparecen y; por el contrario, empiezan a interferir en las diferentes áreas de ajuste de los niños o adolescentes, puede ser un indicador importante para afirmar que se presenta un trastorno de ansiedad. Según el Estudio de Salud Mental en Colombia realizado en el año 2003, los trastornos de ansiedad en la infancia y la adolescencia son de mayor prevalencia que otros trastornos mentales con un 9.4%. Igualmente, se indica que este tipo de trastornos aparece de forma más temprana en la vida de las personas. Por otra parte, sólo el 1.9% de la población que los sufre acude al psiquiatra para tratamiento y; en contraste, el 5.6% de estos acude al médico general. Es significativo que el 3.9% prefiere acudir a tratamientos de medicina alternativa (Ministerio de Protección Social, 2003) La mitad de los trastornos psíquicos que afectan a la población infantil y juvenil se puede diagnosticar antes de llegar a la edad adulta, pero su detección es todavía mínima y un tanto compleja. Por lo anterior, se requiere una interacción más estrecha entre este tipo de poblaciones y los profesionales de la psicología. Quizás, el interés que esto ha suscitado en la psicología de la salud ha llevado a plantear problemas de investigación que permiten acercamientos a este tipo de problemáticas en poblaciones infanto-juveniles, en donde los trastornos de ansiedad llegan a afectar de forma importante todas las áreas de ajuste de estos sujetos, en especial los contextos académicos. Por lo anterior, es necesario indagar la presencia de indicadores de ansiedad manifiesta presentes en un grupo de estudiantes escolarizados, analizando su predominio por curso y sexo. De esta manera, se pueden generar estrategias de evaluación e intervención puntuales, las cuales contribuyan a una 40 mejor calidad de vida de los niños y adolescentes, ya que este tipo de abordaje permite comprender mejor dicha problemática (Aláez, Martínez y Rodríguez, 2000). Ansiedad manifiesta en niños y adolescentes La ansiedad es un sentimiento de desasosiego, preocupación o miedo vago, que el niño experimenta ante una sensación general de aprehensión afectiva. Niños y adolescentes experimentan ansiedad en sus vidas, al igual que los adultos; ésta se manifiesta a través de respuestas que están integradas, a modo de reacciones defensivas innatas, en el repertorio de conducta de los niños; éstas son un mecanismo de vigilancia del organismo para alertar de posibles peligros. Por ello, dichas reacciones desempeñan un papel protector en la preservación del individuo y de la especie. Estas reacciones defensivas, pese a integrar el grupo de enfermedades psiquiátricas de mayor prevalencia en la niñez, no son objeto consulta. De ahí que, los niños y jóvenes que la padecen enfrentan un nivel de sufrimiento “en silencio”; igualmente, genera una repercusión emocional, social y eventualmente académica, que conlleva a acarrear psicopatologías aún más complejas cuando no es tratada a tiempo (Valiente, Sandín, Chorot y Tabar, 2003). Características básicas de los trastornos de ansiedad Al igual que otros trastornos psicopatológicos, la ansiedad cumple con ciertas características que la diferencian de otro tipo de alteraciones comportamentales. Con respecto a la ansiedad, los estudios han demostrado que existe una serie de respuestas específicas, las cuales caracterizan a los individuos a quienes se les diagnostica este trastorno. A continuación se describirán aquellas características básicas propias de este trastorno y los diferentes tipos existentes. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología INDICADORES ASOCIADOS A LA ANSIEDAD MANIFIESTA Los niños y adolescentes que enfrentan trastornos de ansiedad tienden a tener un tipo de pensamiento particular, que se caracteriza por ser exagerado, irracional, negativo y difícil de controlar. Este tipo de pensamiento es llamado pensamiento catastrófico reverberante (CR). Esta forma de pensar podrá dar lugar a cierto tipo de sentimientos básicos, a saber: miedo excesivo, vergüenza y preocupación. Estos sentimientos generan problemas cognitivos importantes en los niños y adolescentes ansiosos. A pesar de que el miedo, la preocupación y la vergüenza, son propios del ser humano, lo que define la enfermedad es la intensidad o la frecuencia desmedida con la que aparecen, o ambas. De esta manera, un ruido en la noche se transforma en “un asesino que viene a buscarnos”; una mala calificación es la seguridad de que “perdí el año”; el alejamiento de mis padres porque se van a trabajar es la seguridad de que “no los veré nunca más”; el agua de la playa es la convicción de que “me ahogo”; una discusión entre mis padres, “el divorcio” (Gold, 2006). La American Psychiatric Association (1995) en el Manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales cuarta edición revisada (DSM IV R), en su última versión, define un grupo de entidades nosológicas que, si bien tienen en común los elementos descritos anteriormente, se diferenciarán entre sí, de tal modo que su abordaje deberá ser diferente. A continuación se describirán exclusivamente algunos trastornos de ansiedad que se consideran de mayor importancia en la infancia y la adolescencia: 1. Trastorno por ansiedad específico: aquí, los pensamientos CR aparecerán ante un objeto o situación claramente discernible y circunscripta, ya sea animales, fenómenos de la naturaleza, maniobras médicas, situaciones, lugares, etcétera. Esto generará un miedo intenso y persistente, que podrá manifestarse en crisis de angustia severa con pérdida del autocontrol. Esto desencadena una serie de repuestas físicas que dan idea de la puesta en marcha del sistema de alarma, con manifestaciones neurovegetativas. A este cuadro se le conoce también Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología como “fobia específica”. Un tipo de fobia específica importante en la infancia es la fobia escolar. Dado que la evitación (huida) es el mecanismo más frecuente en la niñez, el ausentismo escolar es uno de los riesgos de esta entidad. En general, como el miedo a ir a la escuela es tan intenso, se puede generar una verdadera emergencia psiquiátrica. 2. Trastorno por ansiedad de separación: es el trastorno de ansiedad de mayor prevalencia en la infancia. El pensamiento CR aparecerá ante la separación del hogar o de las personas a las que el niño está afectivamente vinculado. El pensamiento CR podrá ser del tipo “nunca más voy a ver a mis padres”, “me llevan al supermercado para abandonarme allí”, “se va a caer el avión en el que van mis familiares”, “me van a secuestrar”, etcétera. El sentimiento será de preocupación intensa o miedo y podrá manifestarse con signos somáticos, especialmente cefaleas y/o epigastrálgias. Estas manifestaciones ceden ante la comprobación de que sus ideas eran irracionales; por ejemplo, al reencontrarse con sus padres a la salida de la escuela, o cuando hablan por teléfono con ellos. Este alivio casi inmediato lleva a que el niño pueda ser subestimado en sus manifestaciones. Cuando a un niño con ansiedad de separación se lo lleva a la consulta pediátrica por este tipo de dolores y la conclusión es que “no tiene nada” o que “está llamando la atención”, puede desarrollar un problema adicional a su trastorno por ansiedad, a saber: la pérdida de esperanza de poder ser ayudado, lo que puede aumentar su trastorno de base. El trastorno por ansiedad de separación es una de las causas más importantes de rechazo escolar y debe diferenciarse de la fobia escolar, ya que su tratamiento es diferente. 3. Trastorno por ansiedad social: el pensamiento CR aparecerá ante situaciones de exposición social. El sentimiento predominante es la vergüenza excesiva, con conductas de evitación y rechazo a cualquier situación en la cual haya probabilidad de avergonzarse o ser humillado. Así, los niños o jóvenes afectados por este trastorno rechazan ir a fiestas o bailes donde 41 Luz Helena Buitrago León, Sandra Milena Briceño - Sánchez no conocen a mucha gente, hablar en público, participar espontáneamente frente a la clase, etcétera. Por lo general, estos individuos son excesivamente tímidos, serios y no establecen contacto visual directo. Estas características pueden complicar la interacción adecuada con otros. Igualmente, este trastorno puede tener repercusión importante en el futuro, ya que el niño no tratado desarrollará la evitación como mecanismo de defensa primordial. Esto lo puede llevar a perder oportunidades de crecimiento personal con sus pares, por miedo. En nuestra época, la evitación también está reforzada por el uso de la computadora, los videojuegos, etcétera, que pueden generar la exclusión “del otro” por parte del niño o adolescente. 4. Trastorno por ansiedad generalizada: el pensamiento CR aparecerá ante gran número de situaciones del presente, pasado o hechos por venir. El niño o adolescente está gran parte de su tiempo “preocupado por algo”. Esto se acompaña con manifestaciones físicas de estrés: dolores (musculares, cefaleas, epigastralgias), fatiga, dificultad para concentrarse por momentos (quedan como suspendidos en sus pensamientos). A su vez, puede haber repercusión en el sueño, ya sea en los aspectos cuantitativos (insomnio o hipersomnia), o cualitativos (pesadillas). A nivel social y familiar, los padres o maestros de estos individuos los definen como muy maduros; pero sus pares a veces los rechazan porque sus códigos comunicacionales son diferentes. El nivel académico puede ser excelente, pero a costa de un gran sacrificio ya que les cuesta dejar al azar los acontecimientos, por lo que “están condenados” a cumplir con todo lo indicado. La preocupación de estos niños o adolescentes se puede detectar en las preguntas que realizan. En éstas se evidencia su preocupación por el futuro, por las guerras, por la muerte, entre otros. Por otra parte, presentan rasgos obsesivos que se ven en el orden, la necesidad de controlar todo, la preocupación por la puntualidad y la tendencia a necesitar certezas. 5. Trastorno obsesivo compulsivo: en este cuadro, los pensamientos son más reverberantes que ca- 42 tastróficos. Se llaman pensamientos obsesivos. El individuo no puede controlarlos pese a que los critica por ridículos o inaceptables (a veces moralmente inaceptables). Ante estos pensamientos se desarrollan actos repetitivos, muchas veces sin un sentido aparente, los cuales se denomina compulsiones o rituales. El carácter ritualista está dado porque detiene momentáneamente las ideas obsesivas, liberando al paciente de este sufrimiento. Muchos pacientes saben que estos síntomas son raros y se avergüenzan de tener estas actividades o pensamientos, por lo que tratan de ocultarlos; muchos están convencidos de que si otros descubren sus pensamientos, los tildarán de enfermos mentales, por lo que el nivel de sufrimiento es mayor. 6. Trastorno por estrés postraumático: los pensamientos CR aparecen ante la exposición o el recuerdo de un hecho vivido como traumático por el niño o adolescente. El paciente tiene frecuentemente recuerdos involuntarios del trauma por medio de ideas, imágenes emociones o pesadillas. Por ello, tienden a evitar estímulos que le recuerden el trauma; es decir, evitan ir a los lugares donde el evento traumático tuvo lugar, no hablan de lo ocurrido, inhiben actividades, emociones y pensamientos, hasta el punto de sufrir períodos de disociación. La exposición al recuerdo del trauma puede causar agitación, agresividad o pánico. Además, puede haber repercusión en el sueño, en el sistema de alerta, con hipervigilancia o dificultad para concentrarse, irritabilidad, tristeza y respuesta exagerada a estímulos imprevistos. 7. Trastorno por pánico: el pensamiento CR aparece de manera súbita, con ideas como “algo malo está por pasar en estos momentos”, “me estoy muriendo”, “me estoy enloqueciendo”. Esto genera una crisis de angustia severa, con todo el cortejo neurovegetativo que implica. Esto de por sí no define al trastorno de pánico, es una crisis de pánico o angustia severa; es una experiencia muy desagradable. El cuadro podrá aparecer en el futuro, en la medida que el pensamiento CR vuelve a aparecer, pero esta vez con la idea de que “lo malo que va a pasar” es que me va a volver Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología INDICADORES ASOCIADOS A LA ANSIEDAD MANIFIESTA el “ataque de pánico”. El miedo a tener ese miedo es lo que define el trastorno, dado que el paciente, en algunos casos, no puede estar en lugares donde se siente desprotegido (centros comerciales, estadio, etcétera); esto se define como trastorno de pánico con agorafobia. Cuando esto no sucede, se presenta un trastorno de pánico sin agorafobia, el cual es poco frecuente en la niñez, pero muy frecuente en los jóvenes y adultos. Dada la descripción de los diferentes tipos de ansiedad y las respuestas características propias de cada uno de estos trastornos, es importante delimitar qué es lo común de estas respuestas y cómo éstas, al estar presentes en un individuo, pueden predominar más en alguno de los canales de respuesta: fisiológico, cognitivo o motor. Indicadores de la ansiedad manifiesta La ansiedad es una reacción emocional evocada cuando el individuo percibe una situación específica como amenazante, sin importar si existe algún peligro presente. La emoción de miedo o ansiedad en reacción a un estímulo amenazante externo puede impulsar al individuo a tomar una acción rápida y, algunas veces, drástica para evitar una situación dañina. Las respuestas fisiológicas del organismo, como son el aumento en el fluido de adrenalina, palpitaciones rápidas del corazón, aumento en la transpiración, entre otros cambios, señalan el intento de confrontar o escapar de la amenaza. Sin embargo, cuando el incidente se percibe como amenaza y en realidad no lo es, el estado emocional de ansiedad resulta una conducta inapropiada y constituye una respuesta no adaptativa para el ambiente. Este conjunto de respuestas es lo que se denomina ansiedad manifiesta (Reynolds, 1997). En el presente estudio, se tomarán en cuenta los indicadores de ansiedad manifiesta que se hacen evidentes tanto en niños como adolescentes que presentan reacciones inadaptativas. Estos indicadores hacen parte de la definición conceptual y operacional que brinda la escala CMAS-R. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología 1. Ansiedad Fisiológica: está compuesta por diez reactivos y se asocia con dificultades del sueño, nausea y fatiga. 2. Inquietud – Hipersensibilidad: consta de once reactivos; está asociada con una preocupación obsesiva acerca de una variedad de cosas, la mayoría de las cuales son relativamente vagas y están mal definidas en la mente del niño, junto con miedos de ser lastimado o aislado en forma emocional. 3. Preocupaciones Sociales – Concentración: está constituida por siete reactivos; resulta útil para discriminar a los niños que tienen problemas escolares, ya que ésta se centra en pensamientos distractores y ciertos miedos, muchos de naturaleza social o interpersonal, que conducen a dificultades con la concentración y la atención. Las respuestas de la CMAS-R están dadas en una escala dicotómica. La respuesta “si” señala los sentimientos o acciones del niño, mientras que la respuesta “no” indica que el reactivo no lo describe. Evidencia empírica de la ansiedad Investigadores interesados por este tema como Sierra, Zubeidat y Fernández (2006) afirman que se han logrado avances en el estudio de los aspectos clínicos, biológicos, el tratamiento farmacológico y la terapia cognitiva conductual de los trastornos de ansiedad. Estos avances tuvieron lugar a lo largo de la década de los años ochenta, especialmente respecto a los trastornos de pánico, de estrés postraumático y obsesivo compulsivo. Ya a finales de los años setenta y durante los ochenta, mencionan que se presentó una preocupación por ampliar el conocimiento diagnóstico y terapéutico de los trastornos afectivos, mientras que, en los años noventa, se progresó en el abordaje de los trastornos de ansiedad, los cuales se consideran como los más importantes de esta época. Sin embargo, la atención que se le ha concedido a la ansiedad y a los distintos factores asociados a la misma, ha llegado tardíamente, en comparación con otros tipos de trastornos mentales. 43 Luz Helena Buitrago León, Sandra Milena Briceño - Sánchez Dadas estas condiciones, e intentando brindar más respuestas empíricas a la ansiedad, se han desarrollado estudios que hasta el momento afirman que este tipo de desórdenes son los problemas de salud mental más comunes en niños y adolescentes. Esto se debe a que, en esta etapa de la vida, se presentan muchos episodios estresantes (el inicio de la escuela, las mudanzas o la pérdida de algún familiar); todos estos eventos pueden disparar el establecimiento de un desorden de ansiedad, pero tiene que haber un precursor específico del estrés para el desarrollo de esta patología. Así mismo, los estudios epidemiológicos indican una elevada prevalencia de trastornos de ansiedad en niños que no consultan. De igual forma, investigaciones realizadas por la Fundación Novasageta (2000) demuestran que no tratar a un niño que padece trastornos de ansiedad generará que éste presente un bajo rendimiento escolar, tenga menor desarrollo de habilidades sociales y sea más vulnerable al abuso de sustancias tóxicas. Los desórdenes por ansiedad son síndromes y están muy relacionados con la depresión; pueden ser la antesala de un síndrome depresivo. Igualmente, los niños pueden desarrollar cualquiera de los desórdenes conocidos de ansiedad (algunos son más frecuentes en la infancia y otros, en etapas posteriores). Pese a la importancia de un diagnóstico a tiempo y dadas las altas tasas de prevalencia, la dificultad en el óptimo manejo e intervención de la problemática radica en que el niño no puede consultar solo, lo tiene que llevar un adulto. Para que esto ocurra, el adulto a cargo debe estar motivado e informado. Las razones de mayor motivación para consultar en salud mental infantil son los problemas de conducta y el bajo rendimiento académico. No obstante, cabe anotar que estas características no se presentan en la mayoría de los niños con trastorno de ansiedad. Dado que el pediatra es el profesional a quien se acude en primera instancia, y como la mayoría de las veces éste no cuenta con información adecuada o suficiente, se corre el riesgo de que interprete parte de 44 la sintomatología como una forma de ser del niño o como una manera de llamar la atención. Este último punto es importante como concepto; cuando un niño tiene dolores de cualquier tipo y se han descartado causas orgánicas, debemos saber que es muy poco frecuente que estos sean un invento. Pero, incluso si un niño tuviera que inventar un dolor para llamar la atención, sin duda necesita ayuda especializada. Por lo tanto, debe realizarse la consulta correspondiente con un profesional en salud mental. De hecho, los psicólogos y psiquiatras son los más indicados para realizar la evaluación e intervención en dicha patología ya que cuentan con mayor formación en aspectos biológicos, psicológicos y sociales; estos tres factores están presentes en dichos cuadros y deben ser abordados en su conjunto (Gold, 2006). Evaluación de la ansiedad Hoy en día, existen diversas pruebas que apoyan la existencia de lo que se ha denominado ansiedad. En lo que respecta a su evaluación, se puede decir que éste es un proceso complejo que, en la mayoría de los casos, implica la valoración de múltiples aspectos del funcionamiento del niño y el adolescente. Así pues, debe tenerse en cuenta un amplio espectro de componentes conductuales, afectivos, cognitivos y físicos. También se requiere el conocimiento de los cambios vinculados con la edad y las frecuencias de base de los problemas. Debe, igualmente, comprenderse al niño o al adolescente en el contexto del sistema familiar, el de los iguales y el del colegio, por lo que también deben tratarse ciertos aspectos de estos sistemas con frecuencia. Además, debe obtenerse información a partir de una gran diversidad de fuentes (el niño o adolescente, los padres, los profesores). Por lo tanto, la evaluación requiere de muchos y variados métodos, así como de la familiaridad con los instrumentos de evaluación para individuos de edades muy diferentes (Rita y Allen 1997). Precisando este último punto, Ruiz et al. (2003) afirman que el estudio de la ansiedad constituye uno de los problemas más importantes para las ciencias Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología INDICADORES ASOCIADOS A LA ANSIEDAD MANIFIESTA médicas y psicológicas en los últimos años, al cual se le han dedicado numerosos trabajos en el campo de las alteraciones emocionales. A pesar de ello, en la mayoría de las teorías contemporáneas de personalidad, la conceptuación y medición de la ansiedad han sido fuente de controversias teóricas y de hallazgos contradictorios. Además, el término se ha utilizado en forma indistinta y confusa para referirse a conceptos diferentes; por ejemplo, se le ha considerado como “el fenómeno fundamental y central de la neurosis” y muchos autores se han referido a ésta como uno de los fenómenos psicológicos más impactantes de nuestro tiempo Así bien, se han construido diversos instrumentos para su diagnóstico, a lo que se hará referencia a continuación. En este orden de ideas, cabe mencionar a Spielberger (1985, citado por Reynolds, 1997), quien, a partir de los trabajos de Cattell destacó la necesidad de distinguir entre la ansiedad como un rasgo de personalidad relativamente estable (ansiedad-rasgo) y como un estado emocional transitorio (ansiedadestado). Consecuentemente, él y sus colaboradores desarrollaron el State-Trait Anxiety Inventory (STAI), el cual se conoce en español como Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado, o (IDARE); este instrumento se utiliza para obtener medidas de ansiedad en adultos estadounidenses y de habla hispana. Por otra parte, Diaz-Guerrero y Spielberger, 1975; Natalicio y Natalicio, 1971; Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1982, (citados por Reynols, 1981) diseñaron el State-Trait Anxiety Inventory for Children (STAIC) para evaluar la ansiedad en niños estadounidenses de escuelas elementales, cuya versión española (IDAREN) fue traducida y adaptada por el psicólogo puertorriqueño Bauermeister y sus colaboradores. Historia y desarrollo de la CMAS-R Según Krause (1961, citado por Reynolds, 1997), a partir de una amplia revisión de la literatura en psicología y psiquiatría, que la ansiedad; por lo Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología general, se infiere a partir de: a) autoinformes, b) signos fisiológicos, c) conducta (postura corporal, habla, intranquilidad), d) desempeño de tareas, e) intuición clínica, y f) respuesta al estrés. Este autor anota que los autoinformes se emplean con mayor frecuencia para describir la ansiedad que un individuo experimenta. A su vez, Taylor (s.f., citado por Reynolds, 1997), informa acerca de uno de los primeros esfuerzos para derivar una medida objetiva e independiente de la ansiedad. Seleccionó reactivos del Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota (MMPI) para construir La Escala de Ansiedad Manifiesta (MAS), por su nombre original en inglés, Manifest Anxiety Scale. Según este autor, la ansiedad manifiesta era una medida de la pulsión. Por lo tanto, los individuos con mayor ansiedad lograrían medidas más altas que los sujetos que informan tener menos ansiedad. Taylor expuso 60 sujetos, 30 con una puntuación alta y 30 con una puntuación baja en la Escala de Ansiedad Manifiesta, para un experimento que condicionaba respuestas del párpado. Su hallazgo en torno a que los sujetos más ansiosos fueron superiores en la cantidad de condicionamiento exhibido ofreció apoyo para su teoría de que la ansiedad se relaciona con la pulsión o la motivación. Numerosos estudios siguieron al trabajo inicial de Taylor, conforme los investigadores utilizaban su recién desarrollada Escala de Ansiedad Manifiesta en la población adulta. Pocos años después, Castañeda, McCandles y Palermo (1956) informaron sobre su versión para niños, Escala de Ansiedad Manifiesta en Niños, o (CMAS), por su nombre en inglés, Children’s Manifest Anxiety Scale. En esencia, la CMAS utilizaba reactivos de la MAS, pero se expresaron con otras palabras para hacerlos más apropiados para los niños. Se aplicó la nueva CMAS a un total de 386 niños que cursaban del cuarto al sexto grado; el resultado fue un factor de ansiedad general al igual que una escala de mentira. En este estudio inicial, las niñas obtuvieron una mayor puntuación que los varones, tanto en 45 Luz Helena Buitrago León, Sandra Milena Briceño - Sánchez el factor de ansiedad como en el de la escala de mentira. Los niños de sexto grado obtuvieron una puntuación menor que los de cuarto o quinto grados en esta escala; sin embargo, no se presentaron otras diferencias entre tales grupos. Al mismo tiempo, se desarrolló otro estudio donde se aplicó la CMAS, con el fin de determinar si la ansiedad estaba relacionada con la dificultad en las tareas en una prueba de aprendizaje complejo; en dicho estudio, participaron niños de quinto grado, 15 varones y 22 mujeres, quienes fueron divididos casi de manera igualitaria, conforme informaron mayor o menor ansiedad en la CMAS. Se encontró una interacción significativa entre la ansiedad y la dificultad de las tareas. Esta interacción se basaba en la tendencia hacia un desempeño inferior en niños muy ansiosos en los componentes difíciles de las tareas. Sin embargo, los niños más ansiosos superaron a los menos ansiosos en los componentes de las tareas que eran menos difíciles (Reynolds, 1997). En fin, la CMAS empezó a utilizarse con más frecuencia tanto como instrumento clínico como de investigación. Esto permitió conocer algunas percepciones por parte de los maestros; por ejemplo, ellos verbalizaban que algunas palabras eran muy difíciles y que la CMAS no valoraba ciertas áreas de la ansiedad. De igual manera, querían un instrumento que pudiera utilizarse a través de los años escolares básicos y medios, del primero al último grado. Por otra parte, los investigadores que dieron utilidad a este instrumento, mencionaron que los reactivos no podían reunir todos los criterios de un buen reactivo de prueba. Tales afirmaciones se sustentan a partir de una investigación que generó una fuerte crítica estadística a la CMAS original y que proviene de los datos suministrados por Flanagan, Peters y Conry (1969, citados por Reynolds y Paget, 1981) Estos autores proporcionan datos para indicar que sólo 12 de los 42 reactivos de la CMAS realmente satisfacen los criterios de un buen reactivo de prueba. Por tanto, la revisión de la CMAS se llevó a cabo para consignar todas estas preocupaciones en 1978. 46 Los objetivos principales en el desarrollo de la revisión de la CMAS-R fueron: 1. crear una medida objetiva de la ansiedad en niños, la cual resultara adecuada para la aplicación en grupo. 2. mantener el tiempo de aplicación al mínimo requerido para la evaluación exacta, válida. 3. promover la claridad de los reactivos, los cuales deben cumplir con un buen nivel de legibilidad, de modo que la escala pueda emplearse con niños de primaria. 4. cumplir, hasta donde sea posible, estándares psicométricos contemporáneos, sin dejar de tener una escala práctica. 5. desarrollar normas a gran escala, así como información sobre las puntuaciones de ansiedad de diversos grupos de niños. 6. determinar si la ansiedad manifiesta se trata mejor como unidimensional o si se facilita la interpretación al poseer múltiples escalas. Dichos objetivos se llevaron a cabo por medio de pruebas de campo, aplicación de la prueba, análisis de datos para el desarrollo de la misma y la selección de los reactivos. De este modo, se pretendía llegar a la estandarización en los Estados Unidos, con una población de 4.972 niños, entre 6 y 19 años de edad; así se obtendrían unas propiedades psicométricas de p < 0.01 en validez y de alfa 0.85 en confiabilidad. Método Tipo de Investigación El presente estudio es de tipo descriptivo, exploratorio, de corte epidemiológico ya que se realizó una aproximación a un fenómeno no abordado dentro de la población objeto, con el fin de determinar la frecuencia de indicadores, así como establecer pautas para posteriores fases. De la misma manera, se realizó una caracterización de los fenómenos encontrados en dicho estudio (Namakforoosh, 2000). Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología INDICADORES ASOCIADOS A LA ANSIEDAD MANIFIESTA Participantes Para el desarrollo de esta investigación, se contó con una población de 124 jóvenes, hombres y mujeres, estudiantes escolarizados que se encontraban cursando educación básica y media vocacional en un colegio privado de la localidad de Puente Aranda de la ciudad de Bogotá, y cuyas edades oscilaban entre 11 y 17 años. No presentaban psicopatologías del desarrollo y participaron de forma voluntaria en el estudio, para lo cual firmaron el consentimiento informado. El tipo de muestreo elegido para el estudio fue por conveniencia; se les solicitó a los participantes que presentaran el consentimiento informado firmado por sus padres. De los 294 estudiantes, sólo 124 cumplieron con este requisito, por lo que esta última cifra corresponde a la muestra total. Instrumento El instrumento utilizado para el presente estudio fue la Escala de Ansiedad Manifiesta en Niños Revisada CMAS-R de Reynolds (1997), subtitulada “Lo que pienso y siento”. Éste es un instrumento de autoinforme que consta de 37 reactivos; dicha prueba está diseñada para valorar el nivel y naturaleza de la ansiedad en niños y adolescentes de 6 a 19 años de edad. Además, la CMAS-R puede aplicarse de manera individual o colectiva. El niño o adolescente responde a cada afirmación, encerrando en un círculo la respuesta “Si” o “No”. La respuesta “Si” indica que el reactivo está describiendo los sentimientos o acciones del niño, mientras que la respuesta “No” indica que el reactivo; por lo general, no lo está describiendo. Si el niño tiene dificultad para leer o marcar la respuesta apropiada, el evaluador puede leer el reactivo y encerrar la respuesta en un círculo. Las respuestas “Si” se cuentan para determinar la puntuación de ansiedad total. En un esfuerzo por proporcionar más introspección clínica en las respuestas del individuo, la Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología CMAS-R cuenta con cuatro sub-escalas, además de la puntuación de ansiedad total. Estas escalas se denominan: a) ansiedad fisiológica, b) inquietud/hipersensibilidad, c) preocupaciones sociales/ concentración y d) mentira. Debido a que los resultados se derivan de las respuestas afirmativas del individuo, una puntuación elevada indica un alto nivel de ansiedad o mentira en esa subescala. Procedimiento Para el desarrollo de este estudio se llevaron a cabo los siguientes cuatro pasos: 1. Se solicitó el consentimiento informado para realizar la aplicación del instrumento. A su vez, se elaboró y entregó el consentimiento informado, para hacerlo firmar por los padres de familia; 2. una vez seleccionada la muestra desde los criterios de inclusión propuestos, se hizo la aplicación de la prueba; 3. se diseñó la base de datos y, a partir de ella, se realizó el respectivo análisis estadístico; y 4. se procedió a la discusión de los datos y la elaboración del documento final. Consideraciones éticas Según la resolución número 8430 de 1993, por la cual se establecen las normas científicas, técnicas y administrativas para la investigación en salud, se cita el capítulo uno del título dos de los aspectos éticos de la investigación en seres humanos. Además se tomaron en cuenta los siguientes aspectos: 1. Se contó con el consentimiento informado escrito del sujeto de investigación y su representante legal, con las excepciones dispuestas en la presente resolución. Se entiende por consentimiento informado el acuerdo escrito, mediante el cual el sujeto de investigación o su representante legal, autoriza su participación en la investigación, con pleno conocimiento de la naturaleza de los procedimientos, beneficios y riesgos a que se someterá; se reconoce la libre elección y no hay coacción alguna. 47 Luz Helena Buitrago León, Sandra Milena Briceño - Sánchez 2. Se obtuvo la autorización del representante legal de la institución donde se realizó el estudio. 3. Para este estudio se cumple con el artículo que hace referencia que en las investigaciones en seres humanos se protegerá la privacidad del individuo, sujeto de investigación, identificándolo sólo cuando los resultados lo requieran y éste lo autorice. 4. Se realizó un informe de los resultados y las conclusiones obtenidas durante la investigación. Por otro lado, según la American Psychological Association (APA, 2002) los principios éticos que rigen a los psicólogos son la beneficencia y no la maleficencia, fidelidad y responsabilidad, integridad, justicia y el respeto por los derechos y la dignidad del individuo, lo cual se acoge en el presente estudio. Cabe anotar que la prueba contiene una subescala de mentira; a través de ésta se puede llegar a determinar qué tan sincero fue el sujeto al diligenciarla. Para fines del estudio y como norma específica de la CMAS-R en lo que respecta a la calificación y validación de resultados, sólo se tomaron como datos válidos aquellas pruebas que en la subescala de mentira obtuvieron puntuaciones T menores o iguales a 13 ya que este puntaje, según los criterios de calificación, indica sinceridad por parte del sujeto evaluado. Por esta razón, de los 124 estudiantes de la muestra, sólo se analizaron 116. Resultados De los resultados obtenidos a partir de la base de datos construida, la primera parte del análisis corresponde a los datos sociodemográficos de la muestra. La segunda parte señala los puntajes obtenidos en la escala de ansiedad manifiesta CMAS-R y sus respectivas subescalas; en ésta se indica si hay o no presencia de síntomas asociados a la ansiedad manifiesta y su predominio por curso y sexo. La muestra estuvo comprendida por 124 estudiantes, 62 hombres y 62 mujeres. Hubo una proporción prevalente del 14% de varones de 12 años de edad. Del mismo modo, se identifica que predomina un 12% de mujeres de 14 años de edad. Con respecto a la media de edad de los estudiantes de esta institución, ésta fue de 14 años. Por otro lado, los varones y las mujeres de 17 años de edad ocuparon una proporción más pequeña de la muestra: 3% para las mujeres y 2% para los varones. La distribución de estudiantes señaló que los hombres ubicados en grado sexto corresponden al 20%. En cuanto a las mujeres, la población que cursa grado octavo es el 15%. El curso que tiene menor porcentaje de mujeres es el grado décimo, con un 5%; finalmente, el grado con menor porcentaje de hombres es noveno, con un 2%. 48 Figura 1. Puntuación T subescalas por curso. En la figura 1 se muestran los diferentes resultados de cada una de las subescalas por curso. En los grupos de grado sexto, la subescala que obtuvo un mayor número de estudiantes fue la de inquietud/ hipersensibilidad, con 7 alumnos; a ésta le siguió la de ansiedad fisiológica, con 5 estudiantes; y la de preocupaciones sociales/concentración, con 3 estudiantes. Igualmente, en séptimo grado, las subescalas de ansiedad fisiológica e inquietud/hipersensibilidad se comportaron de manera similar, con 5 estudiantes; éstas fueron seguidas por la subescala de preocupaciones sociales/concentración, con 2 estudiantes. En el grado octavo, la subescala de ansiedad fisiológica se presentó en 9 estudiantes, seguida por las de inquietud/hipersensibilidad y preocupaciones sociales/concentración, con 6 estudiantes. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología INDICADORES ASOCIADOS A LA ANSIEDAD MANIFIESTA Así mismo, el grado noveno presenta un solo sujeto con puntuación relevante en la subescala de ansiedad fisiológica; las demás subescalas (inquietud/ hipersensibilidad, preocupaciones sociales/concentración) no se presentan en ningún estudiante. En el grado décimo, la subescala con mayor número de estudiantes fue la de ansiedad fisiológica, con 4 estudiantes; ésta fue seguida por la de inquietud/ hipersensibilidad, con 2 estudiantes, y la de preocupaciones sociales/concentración se presentó en un estudiante. En el grado once, predomina la ansiedad fisiológica, con 5 estudiantes, seguida por la de inquietud/hipersensibilidad, con 4 estudiantes y preocupaciones sociales/concentración, con 3 estudiantes. Se evidencia que el grado octavo presenta el mayor número de estudiantes con puntuaciones relevantes en las tres subescalas, con 21 alumnos, seguido por el grado sexto, con 12 estudiantes. En la figura 2 se muestra la distribución de los puntajes en las subescalas por sexo. Los varones presentan más altos puntajes en las subescalas de ansiedad fisiológica e inquietud/hipersensibilidad, con 14 estudiantes. En cuanto a las mujeres, éstas obtienen puntuaciones más altas en la subescala de ansiedad fisiológica, con 15 estudiantes. Figura 2. Puntuación T subescala por sexo. Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología Discusión El objetivo de este estudio era determinar la presencia de indicadores asociados a la ansiedad manifiesta, por medio de la escala CMAS–R, en una población de estudiantes escolarizados. De igual manera, se pretendía llegar a determinar qué indicadores predominaban más en la población a nivel de curso y sexo. Para el logro de estos objetivos, el estudio contó con una muestra de 124 estudiantes, de los cuales sólo se pudieron tomar como datos válidos 116 debido a que, en la subescala de mentira, ocho estudiantes obtuvieron puntuaciones por encima de trece. Esto indica imprecisión en los autoinformes, lo que los hace no válidos para el análisis, como lo indican los criterios de calificación e interpretación de la escala. De igual manera, Reynolds (1997) señala que si la intención de los niños o adolescentes es proporcionar información falsa, la subescala de mentira arrojará puntajes superiores a 13. Es probable que el niño “simule bondad” intencionalmente para convencer al examinador o alguna otra persona de que él es una “persona ideal” en mayor grado de lo que en realidad es. Igualmente, en muchos casos, este punto de vista idealizado no es un esfuerzo por engañar a alguien, sino una percepción generalizada o imprecisa acerca de sí mismo. En algunos casos, los niños y adolescentes con una alta calificación de mentira expresan una necesidad excesiva de deseabilidad o aceptación social. Así mismo, los altos estándares irreales establecidos por los padres o por el mismo sujeto pueden estar presentes en las experiencias anteriores de algunos niños y adolescentes que presentan una calificación de mentira excepcionalmente elevada. En otros casos, la alta puntuación parece relacionarse con sentimientos de aislamiento o rechazo social, problemas emocionales, relaciones inadecuadas con los compañeros, problemas académicos en el colegio y situaciones estresantes en el hogar por parte del individuo. Retomando lo anterior, durante la aplicación de la escala, se pudo observar que había ciertos reacti- 49 Luz Helena Buitrago León, Sandra Milena Briceño - Sánchez vos que los estudiantes no lograron comprender de una forma correcta al momento de responder “si” ó “no”. Estos reactivos fueron: “nunca me enojo”, “nunca digo mentiras” y “nunca digo cosas que no debo decir”, los cuales pertenecen a la subescala de mentira. Estos pueden ser un indicador del porqué se presentaron puntuaciones altas en ocho de los estudiantes; es decir, se atribuye el error a fallas en la comprensión lectora, la cual se apreció en todos los cursos. En cuanto a las características sociodemográficas, se puede decir que el promedio de edad de los estudiantes del colegio es de 14 años. El porcentaje de hombres por curso es más elevado en el grado sexto y menos representativo en el grado noveno. Las mujeres constituyen un mayor porcentaje en los grados octavo y una menor proporción en el grado décimo. Cabe aclarar que estas distribuciones no son del todo homogéneas debido a que hay dos cursos por los grados sextos, séptimos y octavos. En el caso de noveno, décimo y once, sólo hay un curso, lo cual hace que los datos encontrados no sean estadísticamente representativos y no muestren frecuencias exactas de las puntuaciones de cada una de las subescalas. Los resultados hallados en las diferentes subescalas evidencian que de los 116 estudiantes de la muestra, 32 presentaron puntuaciones por encima de 60 en la subescala de ansiedad total. En cuanto al número de estudiantes con puntuaciones por encima de 13, 29 de ellos las presentan en la subescala de ansiedad fisiológica; 24, en inquietud/hipersensibilidad; y 15, en preocupaciones sociales/concentración. En cuanto a la distribución del predominio por curso, se encontró que los grados octavos presentan más características de ansiedad manifiesta respecto a otros cursos; sin embargo, estos puntajes no llegan a ser significativamente elevados. Con respecto al predominio por sexo se encontró que, en las mujeres, la ansiedad manifiesta se ve más marcada en la subescala de ansiedad fisiológica, mientras que, en los varones, la ansiedad manifiesta se relaciona más con la inquietud/hipersensibilidad 50 y las preocupaciones sociales/concentración. Tanto los varones como las mujeres presentaron puntuaciones de ansiedad manifiesta muy similares; sin embargo, sí se evidenciaron proporciones mínimas de diferencia en las subescalas, las cuales ubicaron a las mujeres por encima de los varones. Asi mismo Torres y Sandoval (2007), en un estudio epidemiológico de los trastornos mentales diagnosticados con mayor frecuencia en un centro de rehabilitación, encontraron que la proporción de individuos diagnosticados con trastornos de ansiedad era de 63 casos reportados en el caso de los hombres; en lo que respecta a las mujeres, se reportaron 62 casos. Igualmente, Alaéz, Martínez y Rodríguez (2000) hallaron que el trastorno de ansiedad predomina más en las mujeres, con un 16.5%, frente a un 11.4% en los varones. Estos dos hallazgos también coinciden con los resultados encontrados en este estudio, debido a que la diferencia de porcentajes en estos datos para los dos sexos no llega a ser del todo significativa. Estos mismos autores mencionan que las diferencias de prevalencias encontradas en estudios similares se explican, fundamentalmente, por el uso de diferentes metodologías, bien en la selección de las muestras (sus canales de acceso y el rango de edad que cubren), bien en los procedimientos de evaluación utilizados, o bien en la formación de las categorías para agrupar a los sujetos. Por otro lado, Moreno et al. (2008) mencionan que realizar inferencias respecto a cómo se manifiesta la ansiedad en los niños y adolescentes y cuál es su predominio en el tipo de respuestas, podría llegar a ser muy riesgoso. Esto se debe a que la clínica de la ansiedad es compleja en este tipo de poblaciones, dado que su presentación depende de la edad y del desarrollo emocional y cognoscitivo. Con base en estas apreciaciones y teniendo conocimiento de los resultados encontrados en este estudio, no se pueden hacer afirmaciones de predominios concretos y certeros respecto a los puntajes arrojados por la escala en la muestra de estudiantes de la institución ya que, como se mencionó anteriormente, la distribución de los alumnos por cursos Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología INDICADORES ASOCIADOS A LA ANSIEDAD MANIFIESTA no fue homogénea; esto genera alteraciones en los predominios de las subescalas por curso y sexo. Igualmente, dado que el objetivo del estudio no era diagnosticar trastornos de ansiedad en los estudiantes por medio de la aplicación de la CMAS-R, es pertinente señalar la importancia de tomar aquellos alumnos que obtuvieron puntuaciones altas para hacerles valoraciones un poco más profundas, las cuales permitan un diagnóstico certero para una posible intervención. Si bien este estudio no pretendía ser una investigación, se constituye en una aproximación a este tipo de problemática ya que ayudará a generar antecedentes relevantes para el crecimiento de la línea de investigación, medición y evaluación en la psicología de la salud. Por otra parte, es pertinente realizar una segunda fase, donde se corrobore el diagnóstico de ansiedad en aquellos participantes que puntuaron con más alto riesgo de predominio de manifestaciones de ansiedad; esto debe hacerse mediante la utilización de otros instrumentos diagnósticos, observación y entrevistas. Así mismo, con miras al desarrollo de una tercera fase, debe pensarse en la inclusión de protocolos y guías de manejo e intervención. Sin lugar a dudas, este trabajo permite la generación de nuevos conocimientos referentes al tema; a su vez, señala el gran aporte que puede brindar la CMAS-R en determinar el nivel y la naturaleza de la ansiedad en niños y adolescentes, ya que estudios de este tipo aún son escasos y ameritan mayor desarrollo. En este orden de ideas, también se deben identificar las estrategias apropiadas para llevar a cabo la realización de estudios posteriores desde la psicología de la salud, a partir de la cual se deben diseñar protocolos y guías de manejo que permitan un mejor abordaje de este tipo de problemáticas. Referencias Aláez, M., Martínez, R. y Rodríguez C. (2000). Prevalencia de trastornos psicológicos en niños Cuadernos Hispanoamericanos de Psicología y adolescentes, su relación con la edad y el género. Psicothema, 12 (4), 525-532. 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