Naamán: El comandante militar sirio que tenía lepra

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CAPÍTULO 3
Naamán: El
comandante militar
sirio que tenía lepra
¿E
s malo que un creyente ayude a un enemigo de su pueblo? La historia de Naamán, enemigo de Israel, en 2 Reyes 5 sugiere esta pregunta. Y el contexto de esta historia
es el siguiente:
David llegó a ser rey de Judá y luego de Israel alrededor del año
1000 a.C. Rápidamente conquistó Siria, incluyendo su ciudad capital,
Damasco (ver 2 Sam.8:6).Damasco se liberó del control de Israel cuando
Rezón, de Siria, libró una lucha exitosa por la independencia durante el
reinado del hijo de David, Salomón. Por esta razón, Rezón continuó
como “un adversario de Israel” (1 Reyes 11:25). 1 Unas tres generaciones más tarde, durante el reinado del rey Acab (alrededor de 875-853
a.C.), los sirios todavía enviaban grupos armados a Israel (2 Reyes 5:2).
Durante uno de esos ataques, una niñita fue capturada y llevada a
Siria. No se registra su nombre. Ella, como la samaritana anónima a
quien Jesús encontró siglos más tarde (ver Juan 4), compartió su fe antes de desaparecer, tranquilamente, de las Escrituras. Su testimonio
tuvo un efecto duradero. Mientras trabajaba como sierva de la esposa
de Naamán, ella dijo a su ama que había un hombre de Dios, un profeta
en Israel, que podía sanar la lepra de Naamán.
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MISIONEROS BÍBLICOS
NAAMÁN, GENERAL SIRIO
El modelo de misión cristiana con el que muchos han crecido es el de
misioneros en países prósperos, más desarrollados, que sirven en países
menos prósperos. Allí, atienden necesidades básicas humanas, como
medio de atender a las necesidades espirituales más profundas de la
gente. Naamán no encuadra en este esquema: él tenía dinero, poder y
conexiones. Vivía en Damasco o cerca de allí, una ciudad culta y próspera conocida por los valiosos productos de sus mercaderes, incluyendo un excelente vino, producido en sus viñas (Ezequiel 27:16-18). El río
Abana (ahora llamado Barada) proveía de suministro de agua durante
todo el año. El suelo de la región era fértil. Su reputación en el mundo
antiguo casi igualaba al de Israel: “tierra donde fluye leche y miel”.
Como comandante del ejército sirio, Naamán era el enemigo público
número uno de Israel. Él habría dado la orden para esas incursiones a los
pueblos de Israel. Después de la captura de la niñita de Israel, Naamán
debió haber llegado a ser el enemigo personal principal de su familia de
origen. Sus órdenes llevaron a su secuestro y alejamiento del hogar, de la
familia, y a la posibilidad de no crecer entre su pueblo y su religión.
¿Qué puede enseñar esta historia acerca de cómo realizar la misión
cristiana en favor de personas en cargos altos, en ambientes nacionales
políticamente sensibles, y aún durante tiempos de guerra?
“PERO LEPROSO”
“Pero leproso” (2 Reyes 5:1). 2 La lepra de Naamán arruinaba todo
aspecto de su vida. Dejó de gozar de la compañía de personas que de
otro modo habrían honrado con su presencia al comandante en jefe. No
podía ser curada con medicamentos, dinero o poder. Esta enfermedad,
altamente visible y socialmente aisladora, estaba con él a cada momento. Le impedía trabajaren público o en casa. 3
¿Fue la soledad personal o social de Naamán la que lo abrió al mensaje de la niña acerca del poder del Dios que cambia vidas?
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PERSONAS DE CONTACTO:
LA SIRVIENTA, LA ESPOSA, DOS REYES
La pequeña “sierva misionera” a Naamán no había sido comisionada y luego enviada con oraciones fervientes, y sostenida desde el campo local. Más bien, ella era una cautiva, posiblemente elegida personalmente por Naamán como sierva personal para su esposa. Ella pasó
días “enfrentando” a su ama. 4 Su larga, humilde, y tal vez cansadora
rutina diaria tiene eco en una línea del Salmo 123:2: “Mirando a la mano
de su señora”, alerta al movimiento más leve que la enviaría a su tarea
siguiente. Pero, esta anónima niña israelita trajo las buenas nuevas de
curación al principal enemigo nacional de Israel. Ella lo hizo sin ninguna promesa de que un Naamán sanado y restaurado cambiaría su actitud hacia Israel, el pueblo de Israel o el Dios de Israel.
Cuando el momento fue oportuno, el servicio fiel de la niña, día tras
día, debió haber impresionado a la esposa de Naamán, y abierto su mente para creer el sencillo testimonio de la niña: “Si solo el señor ‘mirara’ al
profeta que está en Samaría [la capital de Israel], él lo separaría de su
enfermedad” (2 Reyes 5:3, traducción del autor). Estas pocas palabras, en
hebreo solo diez, son las únicas que nos llegan de esta niña cautiva. Pero
iniciaron una cadena de eventos que afectarían a Naamán, a su familia, a
su nación, a Israel, y a miles de lectores de la Biblia desde entonces.
DOS REYES AYUDAN A LA MISIÓN
La esposa de Naamán compartió el testimonio de la niña con su esposo.
Él lo trasmitió al rey de Damasco, quien escribió una carta al rey de Israel.
Naamán, lleno de esperanza y con la carta en mano, viajó hacia el oeste en
su carro.
La comunicación entre líderes nacionales a veces llega a los titulares,
especialmente durante momentos de tensión internacional. Los líderes y
sus consejeros necesitan habilidades diplomáticas para evitar malos entendidos. A veces, usar los servicios de una nación neutral ayuda a la comunicación. Los dirigentes que entienden mal o reaccionan demasiado a los
mensajes de otros líderes pueden iniciar guerras. La respuesta del rey Joram de Israel a la carta del rey de Siria, llena de sospechas, mostraba el alto
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nivel de desconfianza entre Israel y Siria.
De acuerdo con 2 Reyes 5:7, Joram leyó en la carta dos mensajes que no
estaban allí. Primero, se aplicó el pedido de curación enteramente a sí
mismo: “¿Soy yo Dios, que mate y dé vida?” Luego leyó una amenaza en
ella: “Considerad ahora, y ved cómo busca occisión contra mí”. Su reacción
se hizo pública cuando rasgó su manto real, una acción afirmada tres veces
en los versículos 7 y 8. Esta era una señal pública: vio detrás de la carta una
amenaza en contra de su Nación. El equivalente actual sería “ir a los medios” con un problema para el cual el Gobierno quisiera publicidad. Esta
publicidad llevó la carta a la atención del profeta Eliseo.
Como resultado de que el rey Joram “se hizo público”, muchos israelitas
oyeron que el comandante sirio Naamán había venido a Israel para ser sanado. ¿Cómo esperaba Dios que ellos respondieran si Eliseo, el principal
profeta y sanador, sanaba a un enemigo de tan alto rango? ¿Tenía Dios un
lugar en el plan de salvación para Naamán y su pueblo? ¿Pondría Israel,
como la Nación elegida por Dios, la seguridad nacional en las manos de
Dios, liberándolos de cooperar en esta oportunidad en la testificación, al
permitir que Elíseo sanara a Naamán? ¿Cómo debían responder, sí esto resultaba ser un ruego sincero por ayuda? Después de todo, la voluntad de
Dios y la intención para con Israel era que ellos compartieran su luz con sus
vecinos: “Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
nacimiento (Isaías 60:3). ¿Cómo debían responder ellos al ruego de Naamán?
HABLAR LA VERDAD CON PODER
Naamán y sus ayudantes recibieron permiso para viajar del palacio a
la casa de Eliseo. Allí, Elíseo tenía que “hablar la verdad con poder”; en
este caso, a un comandante enemigo poderoso.
El pastor Barry Black, capellán del Senado de los Estados Unidos,
declaró recientemente: “Si te vas a preparar para hacer un milagro en el
que desaparezca la lepra, tienes que hablar la verdad con poder”. 5 Eliseo percibía que la gente con poder necesitaba escuchar la verdad tan
ciertamente como el resto.
La verdad que Naamán necesitaba en ese momento era que él debía
reconocer al verdadero Dios y obedecerlo. Así, Eliseo le habló en forma
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de instrucciones breves. Ni siquiera fue a saludar a Naamán a la puerta,
sino que lo dejó parado afuera, sin el “cara a cara” de la niña sirvienta
(2 Reyes 5:3, 9,10). El profeta, en cambio, le envió un mensajero anónimo, quien llegó a ser el segundo “siervo misionero” usado por Dios
para “hablar la verdad con poder”. ¿Por qué Eliseo no fue a la puerta él
mismo, y trató directamente con Naamán? La historia no explica el motivo. La sección del martes enumera cinco razones posibles; pero deja
que el lector escoja.
El mensajero anónimo que envió Elíseo trajo a Naamán las instrucciones que podían cambiar su vida. Dos actos sencillos eran todo lo que
Dios pedía. Primero, tenía que caminar hasta el río Jordán, en lugar de
seguir con su carro (versículos 9, 14). 6 Segundo, tenía que bañarse en él
siete veces. Si Naamán obedecía, Elíseo prometía un resultado doble.
Primero, su cuerpo sería restaurado a la salud de un niño; segundo, él
sería considerado limpio de su enfermedad, lo que hoy pensaríamos
como un certificado que declara a una persona libre de una enfermedad
infecciosa seria (versículo 10). Naamán tenía que decidir.
¿Se sometería él, el comandante en jefe, a estas instrucciones y estos
actos humildes?
La primera respuesta de Naamán fue emocional; “Se enojó y se fue
caminando rojo de ira” (versículo 11, traducción del autor). Detrás de
sus emociones y más importante para él, era su libertad de elección.
Como quiera que Naamán se sintiera, era totalmente libre para elegir
entre seguir o no las instrucciones. Detrás de esto estaba su libertad
para creer o no creer la oferta de curación del Dios de Elíseo.
Esta era la verdadera elección que afrontaba Naamán. Era real, porque su voluntad era libre para tomar elecciones reales. Su vida no estaba aprisionada en un esquema inmutable de causa y efecto. Su vida no
era controlada por la suerte o por los astros. Ahora era su momento de
actuar. Sus creencias anteriores en el testimonio de la niña israelita habían sido lo suficientemente fuertes como para conducirlo a territorio
enemigo, a los palacios de los reyes de dos naciones en guerra. Lo habían traído a la casa de Elíseo. ¿Lo induciría ahora a ir, a pie, los 29 kilómetros (dieciocho millas) hasta el río Jordán?
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Mientras Naamán se alejaba a zancadas, enojado, sus ayudantes lo
alcanzaron y también le hablaron la verdad con poder (versículo 13)
.Apelaron a su naturaleza de soldado, que no hubiera vacilado, o dudado, si se le pidiera algo difícil. Calmaron las emociones de Naamán lo
suficiente como para permitir que su poder de elección se hiciera cargo.
Siguió las instrucciones de Elíseo caminando hasta el Jordán, donde se
bañó siete veces. Y se sanó. Los resultados fueron espectaculares: exactamente como Elíseo había dicho que sucedería.
Pero la historia no termina aquí.
UN COMANDANTE BENEVOLENTE Y UN PROFETA NOBLE
Con sus ayudantes, Naamán regresó a la puerta de Elíseo (versículo 15),
esta vez, para testificar con gran entusiasmo del poder sanador del Dios de
Israel, el único Dios verdadero. Naamán también fue a pagar su curación,
que era precisamente lo que los sanadores conectados con su propio dios,
en Damasco, habrían esperado. Pero Elíseo rechazó la plata, el oro y la
ropa de Naamán.
Esto debió de haberle parecido muy extraño a Naamán. Después de todo, aun los profetas necesitaban reemplazar su ropa de vez en cuando. Y
algo de esa plata y oro le podrían haber venido bien, porque Elíseo pronto
tendría que reubicar y expandir la escuela de los profetas, debido al amontonamiento (2 Reyes 6:1-7). ¡Cuánto más fácil habría sido la reconstrucción
de la escuela, y cuánto más grande, si hubiera aceptado el pago y lo hubiese usado para la nueva escuela!
Pero Eliseo lo rechazó. Él quería que Naamán comprendiera que el verdadero Dios no cura por dinero. A diferencia de otros dioses, él no hace
transacciones “equitativas”: "Yo te sano, tú me pagas, entonces estamos a
mano y arreglados; no más obligaciones para ninguno de los dos”. Dios
quería el corazón de Naamán, no su riqueza. En palabras de Eliseo: “¿Es
tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos? (2 Reyes 5:26). Recién cuando
Eliseo rechazó el pago, llegó a ser clara para Naamán esta verdad importante acerca del Dios de Israel. Sus siguientes dos pedidos mostraron que
él quería adorar correctamente al Dios que recién había descubierto.
¿Cómo se adora a Dios fuera del propio territorio? Naamán entendía
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que los dioses eran territoriales; es decir, cada tribu, cada ciudad, tenía su
propio dios, cuyos poderes disminuían tan pronto como abandonaban sus
propias regiones. Probablemente, esto era lo que pensaba Naamán cuando
le pidió dos muías cargadas de tierra de Israel para llevar a Damasco, así el
verdadero Dios tendría una base en el corazón del territorio del dios Rimón, de Siria.
Tierra santa, agua santa, huesos santos, aun piedras de recuerdo del lugar donde David mató al gigante Goliat, o madera de olivo del Monte de
los Olivos; todo eso tiene un significado especial para muchas personas.
Los bebés nacidos en las familias reales de los países escandinavos hasta
hoy son bautizados con agua del río Jordán.
Naamán también pidió permiso para entrar en el templo de Rimón de
tiempo en tiempo, como parte de sus deberes oficiales con su rey Elíseo
solo respondió: “Ve en paz" (2 Reyes 5:19). Él sintió, por el pedido de
Naamán, que el Espíritu de Dios ya estaba trabajando con su comprensión,
así como con su corazón. Creyó que la conversión de Naamán era genuina,
y que el comandante crecería en el conocimiento al paso que Dios estableciera. Un cambio drástico y súbito de creencias y estilo de vida podría separar a Naamán del rey de su familia, de sus amigos, el mismo pueblo que
Dios quería alcanzar por medio de él. Elíseo también sabía que allá, en
casa, bajo el propio techo de Naamán, la pequeña sierva israelita ayudaría
al “converso" a crecer en el conocimiento del único Dios verdadero, el
Creador y Redentor, cuyo poder alcanza a “toda nación, tribu, lengua y
pueblo” (Apocalipsis 14:6).
¡Qué historia maravillosa! Realmente, debería haber terminado aquí, pero no. Se necesitaba un capítulo más.
SIERVO DESHONESTO
Giezi había sido el ayudante personal de Elíseo por mucho tiempo, y
continuó siéndolo. Estuvo junto a Eliseo tanto en los momentos altos como
en los bajos, en los encuentros del profeta con la mujer de Sunem (2 Reyes
4:8-37; 8:1-6).Cuando el ejército sirio trató de capturar a Eliseo rodeando la
ciudad de Dotan, Giezi era su ayudante (2 Reyes 4:12; 6:15-17). Es posible
que fuera uno de los cuatro leprosos que más tarde descubrieron que Dios
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asustó al ejército sirio que rodeaba Samaria, dejando todo en el campamento (2 Reyes 6:24-7:20). 7 Después de que él y los otros leprosos satisficieron
su hambre con la comida del ejército sirio, tomaron y escondieron plata,
oro y ropa, exactamente los elementos que Naamán ofreció para pagar su
curación. Pronto, reconocieron el egoísmo de sus acciones (versículo 9).
Giezi quería que Naamán pagara por su curación. Tal vez los sirios habían atacado a su propia familia, y ahora quería una compensación. O, tal
vez, no pudo resistir un arresto de avaricia cuando vio la plata y el oro. El
pedido de Giezi de un pago, usando falsamente el nombre de su amo, Elíseo, era deshonesto y decepcionante, especialmente de parte de alguien
que estaba tan cerca del profeta. En palabras de un estudiante de esta historia: “¡Cuán desesperante fue el fracaso en la propia casa del profeta!” 8 La
conclusión de la historia recuerda a sus lectores las altas normas de conducta de Dios, especialmente cuando está comprometida la misión; y esto
debería incluir a todos los cristianos en todos los tiempos.
CONCLUSIÓN
El estudio de esta semana hace claro que la misión no se limita a un
solo esquema. Algunas veces, la única obra misional que se puede realizar es mediante laicos que trabajan duramente, y cuyos testimonios se
hacen creíbles por causa de su excelente y fiel servicio diario. En la era
cristiana, también la misión fue ejecutada por niñas y mujeres cristianas
cautivas, que testificaron mientras servían. Se conocen los nombres de
unas pocas, tales como Rhipsime, de Armenia, y Theognosta, de Georgia. 9 Pero los nombres de la mayoría no han perdurado. Como la niña
israelita, solo Dios conoce sus identidades. ,
Dios puede obrar por medio de “siervos misioneros” cuando las tensiones políticas y sociales impiden la obra misionera regular. Además,
el plan de Dios para la misión continúa aun aunque los misioneros cometan serias equivocaciones. Finalmente, el estudio de esta semana
muestra cómo aún una “pequeña” misionera puede iniciar algo que
conduciría a grandes resultados. Debido al sencillo testimonio de una
niña secuestrada y hecha sierva, más las palabras oportunas de otros
siervos misioneros, el comandante sirio Naamán fue sanado y converti-
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do. Entonces, para gran alivio de todos los israelitas. “Las bandas armadas sirias dejaron de invadir la tierra de Israel” (2 Reyes 6:23, traducción del autor).
Referencias
1
La palabra usada aquí es satán, “un satanás”, que en este versículo se refiere a un
adversario terrenal o enemigo. En otros versículos del Antiguo Testamento, se refiere a
Satanás, el acusador que se originó en el cielo.
2
La palabra hebrea para la enfermedad de Naamán se ha traducido como “lepra, leproso” en nuestras Biblias. Traducciones más recientes sugieren, en notas al pie, que probablemente no haya sido lo que hoy conocemos como lepra, o enfermedad de Hansen.
sino una afección cutánea menos seria.
3
Para una idea de los límites que su enfermedad imponía a Naamán, por lo menos
como hubiera ocurrido en el antiguo Israel, ver Levítico 13:43-46; Números 5:1-3.
4
La expresión hebrea lipney, “hacia los rostros", significa estar en presencia de alguien.
5
Citado en Jyremy Reid y Tim Allston, “Black: God ‘Texting Me’ Gave Shutdown
Prayers’, Adventist Review, 17 de diciembre de 2013, http://www.adventistreview.org/
church-news/god-texting-me-gave-shutdown-prayers,-barry-black-said.
6
Aquí se usa la palabra hebrea halak,,”caminar", dejando en claro que la forma del
viaje de Naamán al río Jordán debía ser a pie. no en carro.
7
Esto fue sugerido por Duane L, Christensen, en Anchor Bible Dictionary, t. 2 (Nueva
York: Doubleday, 1992), véase “Gehazi”.
8
Gerhard von Rad, God at Work in Israel (Nashville: Abingdon, 1980), p. 54.
9
Algunas de estas historias han sido reunidas y resumidas por Andrea Sterk, en “Mission from Below: Captive Women and Conversion on the East Roman Frontiers”,
Church History, 79 (2010), pp. 1-39.
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