TELESCOPIO: Espío, espías, espía, espiamos, espían…

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El Clarí-n de Chile
TELESCOPIO: Espío, espías, espía, espiamos, espían…
autor Sergio Martínez (desde Montreal, Canadá)
2009-11-28 18:39:34
Cuando me enteré de que el más reciente choque diplomático entre Chile y Perú ha sido causado por un supuesto caso
de espionaje por parte de Chile, no pude dejar de trasladarme en mis memorias a esos años en que la radio era la
mayor fuente de entretenimiento y siendo niño entrando a la adolescencia, no me perdÃ-a capÃ-tulo del Gran Teatro de
la Historia.
Este era un programa de radioteatro que en ese entonces – debe haber sido entre 1958 y 1959 – hacÃ-a la adaptación
radial de la novela de Jorge Inostroza Adiós al Séptimo de LÃ-nea, y que con un magistral sentido de suspenso nos
mantenÃ-a pegados al receptor para saber, entre otras cosas, las aventuras cargadas de sensualidad de la más famosa
espÃ-a chilena creada por la ficción literaria: Leonora Latorre, supuesta amante del general peruano Juan BuendÃ-a y
que con sus encantos habrÃ-a logrado extraer importantes secretos militares que las fuerzas chilenas usarÃ-an muy bien
en su invasión y conquista de Tarapacá. ¡AsÃ- fue como ganamos la Guerra del PacÃ-fico entonces! podrÃ-a haber
afirmado alguien que siguiera las tórridas aventuras de la atractiva Mata Hari chilena y las peripecias de las tropas
chilenas en su paso por el desierto y eventualmente en su entrada y ocupación de Lima.
La novela histórica de Inostroza tuvo además otro mérito: el de por primera vez, al menos en un medio de
comunicación, presentar una visión más balanceada de la guerra. Como niño habÃ-a escuchado decenas de veces en
la escuela las heroicas palabras de Arturo Prat y en general, la narración cargada de un patriotismo rayano en el
fanatismo con el que se atosigaba a generaciones de escolares. En los hechos lo que Inostroza entregaba en su historia
era una visión diferente y alternativa al discurso oficial: resultaba – según el radioteatro – que los soldados chilenos se
emborrachaban con la infernal “chupilca del diablo―, que los peruanos habÃ-an actuado también de manera heroica y qu
particularmente la guerra de guerrillas hábilmente conducida por el general Andrés Cáceres en la sierra tenÃ-a vuelto
loco al alto mando chileno en Lima, todo esto, escuchado por la radio, me daba una versión diferente de la de los textos
escolares y los discursos celebratorios del 21 de mayo. Pero de todos esos nuevos hechos que iba aprendiendo a
medida que avanzaba el radioteatro, el hecho de que las fuerzas chilenas utilizaran un eficaz servicio de espionaje era
toda una revelación a la mirada ingenua que como niño habÃ-a tenido de la Guerra del PacÃ-fico, aun cuando los
personajes fueran nacidos de la imaginación del escritor Inostroza.
Pero dejados de lados los recuerdos infantiles, frente a frente a la realidad actual, me siento con muchas ganas de
preguntar: “y bueno ¿cual es el motivo de escándalo?― Todos los paÃ-ses tienen sus servicios de inteligencia cuya
misión principal por cierto es reunir información sobre lo que los gobiernos de otros paÃ-ses están haciendo. Los
agregados militares que existen en la mayor parte de las embajadas de todos los paÃ-ses fueron originalmente
instituidos como una manera de observarse mutuamente, fue como un gesto diplomático de decirle a los demás: miren
lo que estamos haciendo, no tenemos nada que ocultar. Bueno, ese era un decir, por supuesto que siempre los estados
han tenido mucho que ocultar. Una cosa es lo que se muestra en los desfiles militares, donde los agregados militares de
los otros paÃ-ses son puntualmente invitados a asistir, y otra cosa es lo que cada estado prepara en el secreto de sus
salas de situación, en las oficinas de sus estados mayores y en cada centro estratégico de sus fuerzas armadas.
Proteger lo que allÃ- se planea, prepara o hace es un primer deber de cada estado, pero junto a ello está el otro deber:
enterarse de lo que el vecino planea, prepara o hace en medio de similar secreto. Esa es una realidad en la cual el
espionaje desempeña un rol innegable. Esto del espionaje es como las relaciones extramatrimoniales, muchos – según
estadÃ-sticas – la mayorÃ-a, incurre en ellas, pero la clave parece ser siempre la de la discreción con la cual se hace.
Cuando ese principio de discreción se rompe, entonces surge el escándalo, pero en verdad el escándalo es más una
reacción hipócrita que un sentimiento auténtico.
En este caso del supuesto espionaje chileno hay mucho de ese juego de “Spy vs. Spy―, la historieta que en los años de
la Guerra FrÃ-a popularizara la revista norteamericana Mad. Lo más probable es que ni el supuesto espÃ-a peruano
expulsado hace unos meses por estar fotografiando instalaciones navales chilenas, ni ahora la supuesta venta de
información militar por parte de un suboficial peruano a agentes chilenos, hayan tenido un mayor impacto en términos
estratégico militares para ninguno de los dos estados involucrados. En realidad el problema no es ese. Más que los
efectos militares de incidentes como este, donde realmente se sienten sus efectos más negativos es en el plano
polÃ-tico y social.
Sentimientos de chauvismo en ambos lados de la frontera, exacerbamiento de arranques anti-chilenos en Perú y antiperuanos en Chile, esos son al fin de cuentas los efectos más deplorables de este incidente que en todo caso tiene una
inconsistencia vital que poco se ha destacado: por el lado peruano, ¿cómo es posible que un simple suboficial de la
fuerza aérea manejara o tuviera acceso a información que normalmente sólo está en manos de unos pocos oficiales
de alto rango? Ciertamente – si es efectivo que el suboficial en cuestión vendió ese tipo de información a Chile – eso no
hablarÃ-a muy bien de las necesarias medidas de seguridad que uno debe tener con sus secretos militares. Por otra
parte, si los militares peruanos son en verdad un poco más alertados en estas materias y no andan confiando sus
secretos a cualquier uniformado y si en efecto agentes chilenos compraron información a un simple sargento, eso
hablarÃ-a muy mal de la sagacidad de tales agentes, obviamente – de ser ciertas las transacciones mencionadas – lo más
probable es que el suboficial en cuestión les vendió a esos supuestos agentes chilenos información de muy bajo valor,
si es que tenÃ-an alguno, y capaz que hasta vendió fotografÃ-as que los agentes chilenos pudieron haber obtenido
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El Clarí-n de Chile
yendo al sitio de fotografÃ-a satelital de Google…
Al final parece claro que este escándalo ha sido orquestado por motivos polÃ-ticos, y lo peor es que sus consecuencias
serán negativas para una buena relación entre ambos pueblos. Como para mejor tornar mi telescopio hacia alguna otra
parte y dedicar mi atención a algo más grato, como un buen pisco sour. Y no pregunten si el pisco es peruano o
chileno…
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