PENÉLOPE AUN NOS ACOMPAÑA

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PENÉLOPE AUN
NOS ACOMPAÑA
de
RAFAEL MELIA CASTELLO
Comedia en dos actos
PERSONAJES
PENELOPE
SILVIA
AMPARO
TONI
ENRIQUE
La acción, en cualquier ciudad
española.
Epoca actual.
Lados, los del espectador.
DESCRIPCION DEL ESCENARIO
Salón-comedor del piso del matrimonio Vergara, de clase
media alta. Una puerta al centro del foro, a través de la cuál
se ve el recibidor. Otras dos puertas, una a cada lateral. La de
la izquierda es el acceso al dormitorio principal, mientras que
la de la derecha conduce al resto de las dependencias de la
vivienda. Elegante tresillo en el primer término, izquierda. Dos
butacas y un centrito, en el primer término del otro lado.
Frente a este conjunto, un televisor, que ofrece casi por
completo su espalda al público. En la esquina formada por el
foro y el lateral derecho, moderno y práctico mueble bar. A lo
largo del foro, desde la puerta hasta el lado izquierdo, clásico
aparador-vitrina, en el que se aprecian objetos de valor y de
excelente gusto. Junto a este mueble, mesa y sillas de
comedor. La ambientación se culmina con cuadros y demás
objetos decorativos en las paredes y en los rincones de la
estancia. Sobre la mesa centrito, un teléfono.
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ACTO PRIMERO
AL LEVANTARSE EL TELÓN, LA ESCENA SE ENCUENTRA
COMPLETAMENTE A OSCURAS Y SOLITARIA.
TRAS UNOS BREVES
INSTANTES, SE ENCIENDE LA LUZ DEL RECIBIDOR, Y ENTRAN
SILVIA Y TONI, PROPIETARIOS DEL PISO, DE EDAD APROXIMADA
A LOS TREINTA Y CINCO AÑOS, Y QUE VISTEN DE FORMA CÓMODA
Y
ELEGANTE.
SON APROXIMADAMENTE LAS DOS DE LA
MADRUGADA DE CUALQUIER FIN DE SEMANA, DE ABRIL O MAYO
DEL TIEMPO ACTUAL.
TONI ENCIENDE LA LUZ DEL SALÓN, DIRIGIÉNDOSE DESPUÉS A
APAGAR LA DEL RECIBIDOR, AL TIEMPO QUE SU ESPOSA SE DIRIGE
HACIA LA IZQUIERDA,
CANSANCIO.
OFRECIENDO CLARAS MUESTRAS DE
CUANDO LLEGA JUNTO AL SOFÁ, SE DEJA CAER EN
ÉL, AL TIEMPO QUE LANZA UN PROFUNDO SUSPIRO...
SILVIA.-
¡Estoy muerta, cariño! ¡No te puedes imaginar las ganas que tenía de llegar a
casa!
TONI.-
(Dirigiéndose al mueble bar) Lo mismo que yo. Porque hay que ver cómo
agotan estas reunioncitas...
SILVIA.-
Sí; ya lo sé. Sobre todo, a ti. Si estuviera en tu mano, las mandarías al cuerno,
convirtiéndote en el ser más feliz del mundo.
TONI.-
Al menos no me entraría esta jaqueca que no tengo más remedio que coger
cada vez que mantenemos una de esas jodidas reuniones. ¡Porque no falla, Silvia!
Reunión en casa de quien sea... ¡y ya tengo la maldita jaqueca sobre mi! ¡Y menos mal
que hoy no nos correspondía a nosotros ser los anfitriones!
SILVIA.-
(Muy melosa, aparte del cansancio) Pero, al fin y al cabo, lo pasamos tan
bien...
TONI.-
(Se ha servido una copa) Lo pasaréis vosotros, que lo que es yo...
SILVIA.-
¡Es que, Toni, eres de una forma de ser...! (Viéndole la copa entre las
manos) ¿Otra copa? ¿No has bebido suficiente? ¿No te afecta la bebida a las jaquecas,
acaso?
TONI.-
(Se sienta en el sillón) ¿A cual de las tres preguntas quieres que conteste en
primer lugar?
SILVIA.-
Me es indiferente el orden; pero a las tres.
TONI.-
Pues, mira, si; es otra copa. Y voy a beber, naturalmente. Y en lo referente a si
me afecta o no, te diré que estoy absolutamente convencido de que no. Ya sabes
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perfectamente lo que sí me afecta...
SILVIA.-
Nuestros amigos, ya sé...
TONI.-
(Remarca) ¡Tus, Silvia! ¡Tus amigos! No olvides que esa amistad te proviene
de la edad escolar. Por cierto, que buenas amiguitas te buscaste en aquel colegio de
monjas. ¡Ni encontradas con candil!
SILVIA.-
(Se incorpora, molesta) ¡Ya me extrañaba que aun no te hubieras quejado de
alguna de ellas!
TONI.-
Te equivocas, Silvia. No me quejo de alguna, sino de todas. Porque da la
casualidad de que tan imbécil es la paleta de Amparo, como la supersabionda de Tere.
Sin olvidarnos tampoco de la escultural y sexi de Lola, continuamente moviendo su
estructura cuando camina, como queriendo significar su presencia ante los masculinos
ojos que la contemplan.
SILVIA.-
(Acusadora) ¡Que la devoran, di mejor, como es tu caso! Que bien delante de
tus narices se te mueve, para que no pierdas detalle, ¿no es verdad? ¡De eso no dices
nada! ¡Qué hipócritas sois los hombres! ¡Y todavía dices que te molestan sus
movimientos...! ¡Si se te van los ojos detrás!
TONI.-
¿Y sabes la razón? Porque me muero de ganas de decirle lo pendón que es
en su propia cara. Porque me levantaría, la abofetearía con ganas, y le plantaría un "Puta"
con todas mis fuerzas y sin temblar lo más mínimo. ¡Ya lo sabes!
SILVIA.-
(Se levanta, nerviosa) ¡Por Dios, Toni, que te conozco hace muchos años! Y
sé perfectamente que cada vez que la observas, un sentimiento bien distinto al que
acabas de manifestar, es lo que se apodera de tu mente, y pienso que también de tu
corazón.
TONI.-
(Sin alterarse en absoluto, sigue bebiendo) Estás completamente
equivocada. Lola no es mi modelo de mujer.
SILVIA.-
(Intencionada) ¿Ah, no? ¿Y quién es, en tal caso? ¿Me lo puedes decir?
TONI.-
(Pausa. Ha comprendido el significado de aquellas preguntas. Deja el
vaso sobre el centrito, se levanta, y avanza sonriente hacia su esposa) Creo que
conoces a la perfección cual es mi modelo preferido, ¿no?
SILVIA.-
(Trata de disimular, como si estuviese ofendida) ¡No me vengas con
pamplinas!
TONI.-
No lo son, Silvia; es la verdad. Para mi no hay mejor modelo de mujer que tú.
(La toma de los hombros y la atrae hacia él, besándola con pasión) ¿Te das cuenta?
¿Ves como lo eres, tonta mía?
SILVIA.-
(Se separa, sonriente) Pero me repatea que te claves tanto con mis amigas.
Ellas no son como aseguras.
TONI.-
¿Volvemos de nuevo al tema? Mira, Silvia: no me molesta que sigas
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manteniendo amistad con esas estúpidas, pero no me obligues a pensar de igual modo,
por favor. De hecho, cuando no las puedo evitar, trato de portarme de la forma más
normal posible, ¿o no es así?
SILVIA.-
(Escéptica) Sí, claro...
TONI.-
¡Pero no quieras obligarme a comulgar con ruedas de molino! ¡Esas tías son
unas plastas desde el día que las parieron! ¡Y eso nunca lo podrán evitar!
SILVIA.-
(Suspira) ¡Ay, Señor! ¿Qué podría hacer contigo?
TONI.-
(Insinuante)¿Que qué podrías hacer? ¿No tienes ninguna idea? ¿No te viene
nada a la cabeza, chiquilla?
SILVIA.-
(Cortante, pero no excesivamente) No lo que piensas. Te aseguro que esta
noche, nada de nada. Estoy hecha polvo.
TONI.-
(Va hacia ella) ¿De veras? ¿No serías capaz de aguantar un pequeño ataque
del enemigo?
SILVIA.-
¡Ni siquiera una andanada! (Decidida) Lo que es esta noche... ¡chim, pum!
TONI.-
Mujer, no seas así... Ya conoces el refrán, referente a los sábados... Y, mira:
camisa limpia ya llevo... (La vuelve a coger de los hombros)
SILVIA.-
(Se separa) ¡Pues lo lamento! Mañana será otro día. Y ahora, dispénsame,
pero no tengo más ganas que irme a la cama, y entregarme en brazos de Morfeo.
TONI.-
(Cómico) ¡Oye, tu! ¿En brazos de quién has dicho?
SILVIA.-
(Sonríe) ¡Mira que eres tonto! ¡No sé cuándo cambiarás!
TONI.-
(Galanteador) Pues es muy sencillo, y tú debías de saberlo ya... Cuando tú
quieras. Simplemente, cuando tú lo digas, amor mío...
SILVIA.-
Repito: Eres de lo que no hay. Buenas noches, Toni.
TONI.-
Buenas noches, y... Que lo pases bien en compañía de ese tal... Morfeo...
SILVIA.-
¡Tonto! (Y le envía un beso con la mano)
TONI.-
(Hace como que lo recoge) A ver lo que haces con ese fulano.
SILVIA.-
No sufras. Queda tranquilo, pues dejaré algo todavía para ti. Buenas noches,
amor. (Mutis, izquierda)
TONI QUEDA UNOS INSTANTES MIRANDO EN DIRECCION A LA
PUERTA POR LA QUE ACABA DE SALIR
DENOTA SATISFACCION
SILVIA. SU EXPRESION
, Y SOBRE TODO, AMOR.. POR FIN,
REACCIONA Y SE DIRIGE A LAS BUTACAS DEL PRIMER TERMINO,
DERECHA. ENCIENDE EL TELEVISOR Y SE SIENTA EN UNA DE
ELLAS. ESTO ULTIMO, DESPUES DE HABER TOMADO EL VASO QUE
ESTABA USANDO..
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TONI.-
(Al ver lo que emite el televisor) ¡Toma ya! ¡Erotísimo! ¡Lo que me faltaba
esta noche! (De todas formas, se acomoda a gusto en la butaca, y se dispone a
contemplar el programa) ¡Coño! ¡Menuda escena! ¡Qué suerte tienen esos actores! ¡La
madre que los parió!
SILVIA.-
(Desde dentro) ¿Qué pasa, Toni? ¿Hablas con alguien?
TONI.-
(Eleva el tono de voz) No es nada, Silvia. Perdona. Estaba comentando para
mí mismo.
SILVIA.-
Eso que se oye es la tele, ¿verdad?
TONI.-
Sí, pero no padezcas. Bajaré el volumen Perdona otra vez. (Se levanta para
bajar el volumen)
SILVIA.-
Seguro que has puesto Tele Cinco, ¿verdad? Para ver todas esas cochinadas
que hacen el sábado por la noche.
TONI.-
(Volviendo a la butaca, pacientemente) Tranquila, mujer; que no me hacen
ningún mal estas cochinadas, como dices..
SILVIA.-
No tardes en acostarte, que también has dicho encontrarte cansado.
TONI.-
No tardaré; descuida. En cuanto apure mi copa, estoy contigo.
SILVIA.-
Vale.
LA ESCENA QUEDA DURANTE UNOS INSTANTES, EN LA SIGUIENTE
SITUACION:
TONI CONTEMPLA EL TELEVISOR, Y DE CUANDO EN
CUANDO BEBE UN SORBO DE LA COPA. TRAS UNOS MOMENTOS,
ENTRA
PENELOPE, QUIEN VISTE DE FORMA ELEGANTE Y CON
INDISCUTIBLE CLASE.. MUESTRA TENER ALREDEDOR DE LOS
CUARENTA
AÑOS..
ES
UNA
MAGINIFICA
MUJER,
BELLA
Y
DISTINGUIDA. MIRA A SU ENTORNO CON INTERES Y LUEGO VA A
SITUARSE DETRAS MISMO DE
TONI. TRAS UNOS SEGUNDOS DE
SILENCIO, ROMPE A HABLAR..
PENELOPE.-
No tienes solución, Toni. Está claro que no la tienes de ningún modo.
TONI.-
(La sorpresa es inmensa, haciéndole saltar de la butaca, como por obra
de un resorte) ¿Eh? ¿Quién es usted?
PENELOPE.-
¿Te asusto? Perdona, no era esa mi intención. (Se dirige al sofá) Interesante
película, ¿no es así?
TONI.-
(Acude rápido al teléfono, al tiempo que llama a su mujer) ¡Silvia, cierra la
habitación por dentro! ¡Ciérrate, Silvia!
PENELOPE.-
¿De qué tienes miedo? ¿Crees que soy alguna ladrona? (Ríe, divertida) ¿Lo
crees de veras? No temas, que no soy nada de eso.
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TONI.-
(Golpe nerviosamente el dispositivo telefónico) ¿Qué demonios ocurre
aquí?
PENELOPE.-
No intentes llamar al 091. No funciona el teléfono. (TONI la mira sorprendido)
Tampoco trates de hablar con tu esposa. Está dormida, y aunque echaras la puerta al suelo,
no se enteraría de nada. Mira: hasta el televisor ha dejado de emitir esa mierda que estaba
poniendo en pantalla. Como verás, ha quedado un plano completamente fijo e inmóvil. (TONI
no da crédito a lo que ve) Por favor, ¿que estás haciendo así? Puedes volver a dejar el
teléfono como se encontraba antes. No vas a conseguir nada, sosteniéndolo en la mano. (El
hombre le hace caso, casi como si se tratase de un autómata) Eso es; así está mejor. Y,
sobre todo, te hallarás mucho más cómodo. (Se sienta en el sofá) Pero, ¿por qué no te
sientas? Estás en tu casa, Toni. Siéntate, ¿quieres? De esa forma, los dos hablaremos mucho
mejor. Y no temas, que no he venido a atracarte, ni a raptarte. He venido a... (Enérgica) Pero,
¿quieres sentarte, hombre? (TONI, tal vez asustado por las órdenes de ella, acaba por
obedecerla, sentándose en uno de los sillones) Eso es; ya era hora. ¿No crees que resulta
más cómodo para ambos?
TONI.-
(Más tranquilo, pero sin acabar de creer aquello que ve) ¿Quién eres?
PENELOPE.-
Sabía que no me reconocerías a la primera. En realidad, era lo más normal.
¿Cómo ibas a hacerlo, si nunca me habías visto hasta hoy?
TONI.-
(Insiste) ¿Quién eres? Te advierto que no estoy para bromas, y...
PENELOPE.-
(Cortándole la frase) ...¡Y estás dispuesto a echarme de tu casa, aunque sea
a patadas, lo sé! ¿No era eso lo que ibas a decir?
TONI.-
¿Quieres responderme de una vez por todas? ¿Quién demonios eres?
PENELOPE.-
¿Te diría algo mi nombre, si te confieso que él es... Penélope?
PENELOPE.-
(Entre sorprendido y extrañado) ¿Cómo? ¿Has dicho Penélope?
PENELOPE.-
Exacto. Aquí me tienes. Así me llamo.
TONI.-
(Se levanta) ¿Se puede saber qué clase de broma es ésta?
PENELOPE.-
No se trata de ninguna broma, Toni. Soy ella; exactamente la que estás
pensando.
TONI.-
(Nervioso) ¿No crees que para una noche ya está bien?
PENELOPE.-
Vosotros me llamasteis, que no yo.
TONI.-
¡No te llamó nadie! Y si lo que pretendes es quedarte conmigo, has de saber
que no estoy dispuesto a que...
PENELOPE.-
(Cortándole nuevamente, al tiempo que se levanta)... Y no estás dispuesto
a que nadie se burle de ti. Y menos que nadie, una mujer. No precisas repetir lo que ya
conozco de sobra. De cualquier forma, ¡tiene gracia! ¡Ahora resultará que nadie me invitó a
acudir a la sesión de espiritismo que os montasteis en casa de vuestros amigos! ¿Verdad que
nadie me llamó?
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TONI.-
¡Ni te invitó nadie, ni mucho menos fuiste tú quien apareció! ¿Crees que estoy
en Babia? ¿Es que imaginas que me voy a creer todas esas patrañas?
PENELOPE.-
(Irónica) ¿No las crees?
TONI.-
¡Por supuesto que no!
PENELOPE.-
Yo no estaría tan segura.
TONI.-
Pero, ¿de qué vas, tía? Mira: no sé exactamente lo que quieres, pero debes de
saber que nunca he creído en esas historias del espiritismo y otras bobadas sobre el tan
cacareado "Más allá". Así que, si se trata de una broma organizada por esos imbéciles de
amigos que me han caído en suerte, ya te puedes ir con ellos y decirles que se vayan a tomar
por donde amargan los pepinos, y perdona la expresión.
PENELOPE.-
¡Mira que eres basto!
TONI.-
¡Ahora lo veo todo claro! ¡Ellos te han enviado aquí! Como conocen mi forma
de pensar al respecto... ¡Ya está claro! Eres su cómplice. Reconozco que no está nada mal la
broma, pero... ¡en fin, chica! Puedes coger el camino de la puerta e irte por donde llegaste.
Aquí no tienes nada que hacer. Como verás, he aceptado el intento de broma, y basta. Ahora,
ya sabes lo que has de hacer: ¡Puerta, preciosidad!
PENELOPE.-
Gracias por el piropo. Porque, a fin de cuentas lo es. Un piropo agradable.
Hacía tanto tiempo que nadie me piropeaba...
TONI.-
Pero, ¿qué estás diciendo? ¿Qué piropo te he dicho yo?
PENELOPE.-
Preciosidad. Me acabas de llamar así, ¿no recuerdas?
TONI.-
(Recapacita) Bien... es posible, pero... Es un modo de hablar, ¿sabes?
PENELOPE.-
(Un tanto ofendida) ¡Ah, ya! ¿No te lo parezco entonces?
TONI.-
(Descubierto, sintiéndose incómodo) ¿Cómo? ¡No, no! ¿Preciosidad?...
¡Claro que sí! Por supuesto, ahora que te miro bien...
PENELOPE.-
(Coqueta) ¿Te lo parezco?
TONI.-
La verdad es que sí. Y mucho más, diría yo... Eres una auténtica beldad,
contemplándote como Dios manda.
PENELOPE.-
(Al escuchar las últimas palabras, cambia el semblante por completo,
mostrando gran molestia) ¿Qué has dicho? ¿Has nombrado a Dios? ¡Por favor, Toni! ¡No lo
eches todo a rodar! ¿Es que no tenías otra palabra mejor?
TONI.-
(Extrañado) ¿Qué ocurre?
PENELOPE.-
Pero, ¿que no comprendes quién soy realmente? Has mentado a ese Ser, que
para mí no significa nada. Mejor dicho, sí: me dice todo lo contrario que a ti.
TONI.-
No te entiendo.
PENELOPE.-
Ese a quien denominas Dios, para mí tiene otro nombre. El único y auténtico
que existe: Zeus.
TONI.-
¿Zeus?
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PENELOPE.-
El único, el más grande, el mío.
TONI.-
¿El tuyo? (Entiende) ¡Ah, ya! Sigues con esa manía de que eres la mitológica
Penélope, ¿no?
PENELOPE.-
Es que lo soy.
TONI.-
Reconozco en ti a una estupenda actriz. ¿En dónde te encontraron esos
imbéciles de Amparo y Enrique? Porque habrán sido ellos, ¿verdad?
PENELOPE.-
Te equivocas. Tú fuiste quien me hizo entrar en la sesión.
TONI.-
(Excéptico) ¡Sí, claro que sí!
PENELOPE.-
¿Quién, si no tú, arde actualmente en recelos de infidelidad respecto de su
esposa?
TONI.-
(Sorprendido) ¿Qué?
PENELOPE.-
(Se sienta en una butaca) ¿Quién, si no tú, estaba pensando esta noche en
la posibilidad de que Silvia te esté engañando con tu amigo Enrique? ¡Responde! ¿Quién, si
no tú? ¡Di!
TONI.-
(Ha quedado paralizado por la sorpresa. Camina lentamente hacia el
sofá, sentándose en él) Lo que acabas de decir nadie más que yo podía saberlo. Y nadie es
capaz de penetrar en el interior de mi mente, a no ser que... (Se vuelve a mirarla,
interesadísimo) ¿Qué quieres? ¿A qué has venido?
PENELOPE.-
A hacerte caso. A cumplir lo que querías. Ya sabes quien soy.
TONI.-
(Pausa. Reacciona, comenzando a creer en todo lo que le está sucediendo) No sé cómo demonios lo puedas ser, pero...
PENELOPE.-
Pero lo soy, Toni. Soy ella: la esposa de Ulises. La mitológica figura, según
vuestra mortal humanidad, que destacó como modelo y ejemplo de fidelidad conyugal. (Se
levanta y se acerca a TONI por detrás del sofá) Al mostrar mentalmente tu deseo, hiciste
que acudiera a la sesión de espiritismo. Soy Penélope. La misma que contestara por medio
del vaso a todas las preguntas que me habéis estado realizando durante la sesión.
TONI.-
(Remarca) ¡Que te han...! ¡Que te han realizado! Yo no tomé parte en el juego.
PENELOPE.-
¿Sigues creyendo que todo ha sido un juego?
TONI.-
¡Déjame tranquilo, por favor!
PENELOPE.-
No. No lo ha sido, Toni. Aquí me tienes a mí. La prueba de lo que te estoy
diciendo. Y sabes que es cierto que tú me obligaste a acudir.
TONI.-
¿Quieres decir que sólo un pensamiento ha sido suficiente?
PENELOPE.-
En efecto. Un solo pensamiento. Un deseo como el que has tenido, cruzando
a toda velocidad por tu mente. (Repite en voz alta el supuesto pensamiento de TONI) "Si
fuera de veras toda esta absurda trama... Si pudiera invitar a esta sesión a Penélope, la
mitológica mujer de Ulises, modelo y ejemplo de fidelidad conyugal... Ella podría servirme para
curar mis dudas, mis recelos... Me quitaría la venda de los ojos, en un sentido o en otro...
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Penélope sería mi mejor ayuda en estos momentos..." (Vuelve a ser ella la que habla en
vivo) Y aquí estoy. Mejor dicho, primeramente estuve allí, en casa de tus amigos. Es ahora
cuando me encuentro entre vosotros. (Pasa delante, sentándose a su lado) ¿Me crees ya?
TONI.-
No sé qué hacer; esa es la verdad.
PENELOPE.-
¿Qué otra cosa necesitas, hijo? ¡Eres más duro de lo que pensaba!
TONI.-
(Se levanta y camina por escena) Comprenderás que la cosa no resulta tan
sencilla. No encuentra uno ocasión de establecer una conversación muy a menudo con un ser
del otro mundo.
PENELOPE.-
(Ríe con ganas) ¡No está mal! Me gusta la expresión. Un ser del otro mundo.
¡Tiene gracia! Pero no te equivoques, Toni. Soy tan de éste como lo puedas ser tú. La
Mitología, no lo olvides, nació, vivió y seguirá existiendo en este viejo planeta azul. Lo que
sucede es que lo hace de un modo completamente distinto al que los humanos captáis. Pero,
de cualquier modo, me ha gustado lo que acabas de decir.
TONI.-
(Se dirige al mueble bar, para servirse otra copa) Celebro que lo aprecies
así. (Transición) No te importará que beba, ¿verdad?
PENELOPE.-
Por supuesto que no. Pero deberías cuidarte. Ultimamente, el estómago viene
dándote la lata en repetidas ocasiones.
TONI.-
(Se vuelve a mirarla, dando a entender claramente que ha acertado por
completo) ¿Hay algo que desconozcas de mí?
PENELOPE.-
No, Toni. Estoy enterada de todo.
TONI.-
(Se ha servido, y vuelve al centro de la escena, junto a PENELOPE) La
verdad es que no sé si creerte o que. Resultas tan irreal... tan fantástica...
PENELOPE.-
Pues lo soy. Ten total confianza en lo que te digo.
TONI.-
(Se siente en un sillón y bebe) ¿Y a qué has venido?
PENELOPE.-
¡Tiene gracia! ¡Tú me llamaste!
TONI.-
¡Está bien! ¡Yo te llamé! ¡Vamos a suponerlo así! Pero... ¿a qué has venido?
¡Responde!
PENELOPE.-
¿Por qué me lo preguntas, si lo sabes? (Corta pausa) A cuidar de vuestra
fidelidad.
TONI.-
Querrás decir de la de ella, ¿no?
PENELOPE.-
Y de la tuya, ¿por qué no?
TONI.-
Me interesa conocer el nivel de la suya hacia mí. Lo demás no me importa en
absoluto.
PENELOPE.-
¡Egoísmo se llama esa figura! ¿Nunca pensaste en que también a Silvia le
pueda interesar por qué caminos deambula tu fidelidad con respecto a ella?
TONI.-
(Comienza a ponerse nervioso) No sé a qué viene eso ahora. Si te he
llamado, como dices, ha sido para conocer la verdad. (Transición) ¿Silvia me es fiel?
9
PENELOPE.-
¿Y qué más te da? ¿No será mucho más importante para ti el conocer que lo
pueda ser desde hoy?
TONI.-
¡Está bien! ¡Sí! Pero, dime... ¿Te quedarás con nosotros?
PENELOPE.-
Si tú quieres, sí.
TONI.-
Y mientras estés aquí, ¿ella me será fiel?
PENELOPE.-
Completamente, pero...
TONI.PENELOPE.-
Continúa.
Tú también se lo serás a ella. (Seca)¡Lola ha terminado para ti!
TONI.-
(Le cae el vaso al suelo) ¿Qué?
PENELOPE.-
¡Adiós a Lola! ¡No hay otra solución! ¿Has comprendido? ¡Adiós a Lola!
TONI.-
Pero...
PENELOPE.-
(Aun más tajante) ¡No lo olvides! ¡Adiós a Lola!
TONI.-
(Recogiendo el vaso) ¿Qué es lo que sabes de Lola?
PENELOPE.-
De Lola... y de ti, por supuesto. Te lo he dicho hace un instante: Todo; lo sé
absolutamente todo.
TONI.-
(Se levanta y pasea nerviosamente) ¡Bah! ¡Tú no puedes saber nada! Tan
sólo se trata de un intento por tu parte de aflojarme la lengua. Entre esa mujer y yo nunca ha
existido nada.
PENELOPE.-
(Suave, pero con la mirada acusadora) Toni...
TONI.-
¡Nada! ¡Nunca existió nada!
PENELOPE.-
(Un poco más dura que antes) Toni...
TONI.-
¡Está bien! ¿Que quieres? ¿Que confiese? ¿Es eso lo que pretendes?
PENELOPE.-
No. Sólo quiero que no intentes engañarme, que nada puedes contra mí. Ya te
he dicho que...
TONI.-
(Cortándola) ... Que lo sabes todo, ¿no?
PENELOPE.-
¡Exactamente! ¡Tú lo has dicho!
TONI.-
(Se produce una larguísima pausa. TONI queda convencido de que nada
puede contra ella, y se deja caer, abatido, en una de las butacas) Tenemos contactos
desde hace seis meses.
PENELOPE.-
Lo sé.
TONI.-
Es que ella es... tan especial...
PENELOPE.-
También lo sé.
TONI.-
La encontré una tarde por ahí... Yo circulaba tranquilo en mi coche... Ella
caminaba voluptuosamente por la acera... Me detuve, la saludé... Me indicó que se dirigía al
centro de la ciudad, y...
PENELOPE.-
Y terminasteis en tu chalet, lo sé perfectamente. Y antes de que me
interrogues, te diré que lo sé porque sí, porque lo sé todo, en lo referente a la fidelidad en la
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pareja.
TONI.-
Desde aquella tarde... ¡Has de comprenderlo, Penélope! ¡Está la tía de una
forma que...! ¡Cómo está!
PENELOPE.-
No, si yo te entiendo, ¿cómo no? Por suerte o por desgracia, se puede decir
que soy lo suficientemente experta en estos embrollos, como para no precisar de ti ni una sola
palabra más sobre el asunto. Ya puedes imaginarte que esto es el pan de cada día para mí.
(Transición) En fin, Toni, es a ti a quien le toca decidir.
TONI.-
¿Decidir? ¿El qué?
PENELOPE.-
¿Cómo que el qué? ¿Es que todavía no has comprendido?
TONI.-
Te ruego que hables más claro. No sé qué quieres que decida.
PENELOPE.-
Pues si me voy o me quedo. Sólo esto. ¿Qué contestas?
TONI.-
¿Y he de ser yo quien decida?
PENELOPE.-
Tú me llamaste. Y, claro, como cuando lo hiciste no conocías las condiciones,
y ahora sí... ¿entiendes ya?
TONI.-
(Acaba de apurar lo que le queda en el vaso) ¿Estás tratando de decirme
que si te pido que te quedes...?
PENELOPE.-
¡Adiós a Lola! Así de claro.
TONI.-
¿Y si por contra te digo que desaparezcas?...
PENELOPE.-
Podrás seguir como hasta ahora, a tus anchas, pero, claro, Silvia también
podrá...
TONI.-
¡Un momento! ¡Aun no has dado luz a mis dudas! ¿Silvia me engaña o no?
PENELOPE.-
Desde que me encuentro en esta casa, no.
TONI.-
¡Eso está bien claro! ¡Está en la cama, dormida! Pero, ¿y antes? ¡Eso es
cuanto me importa! Quiero saber si me ha engañado antes de llegar tú aquí, ¿entiendes?
PENELOPE.-
¿Y de qué te valdría conocer la verdad? ¿No te basta tener la seguridad de
que nunca más lo hará, si permanezco entre vosotros?
TONI.-
¿No me quieres decir lo que hizo anteriormente a tu llegada?
PENELOPE.-
¡Sigue flotando el egoísmo del macho! ¡No, Toni! ¡No te lo puedo decir! ¿No es
esa mi misión!
TONI.-
Me vas a dejar viviendo en un mar de inquietud...
PENELOPE.-
Digamos que es ese el precio que te cuesta el mantener la garantía de su
fidelidad hacia ti.
TONI.-
Mientras estés en esta casa, ella me será fiel, ¿no?
PENELOPE.-
Insisto: tanto como tú a ella, no lo olvides. (Transición) ¿Te interesa el precio?
TONI.-
¿Y Lola? ¿Qué podré decirle ahora?
PENELOPE.-
¿Quién te interesa más? ¿Lola o Silvia? ¡Tuya es la decisión! ¡Di! ¡Me voy o
me quedo?
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TONI.-
(Tras meditarlo unos segundos) Quédate, te lo suplico...
PENELOPE.-
Perfecto. Me alegro de tu decisión. Me quedaré, por lo tanto. Ahora ya puede
volver a echar a andar el tiempo. Todo volverá a ser igual que cuando llegué a esta casa.
(Hace chasquear los dedos) ¡Ya está! ¡Mira! Vuelve a estar en marcha el televisor. Lo
primero que deberías de hacer es desconectar el interruptor de ese aparato infernal. ¡Quita
esa mierda de película que están emitiendo! No te hará ningún bien, en la situación anímica
en la que te encuentras. (Decidida) O, mejor la apagaré yo! (Lo hace así) Y ahora, lo que
debes hacer es entrar en la habitación y acostarte al lado de tu mujer. Y olvídate de todo.
Silvia duerme, pero cuando despertéis mañana, todo lo verás de distinto modo. Te darás
cuenta de lo fatal que resulta tener sospechas de esa clase, sin motivo alguno.
TONI.-
¿Es que no lo hay? ¿Quieres decir que ella es inocente?
PENELOPE.-
Yo no he dicho eso. No trates de averiguar lo que por mí nunca podrás saber.
Y haz lo que te digo: Acuéstate con Silvia, ve... Ella se encuentra en la cama, esperándote.
TONI.-
¿Esperándome?,No sé a qué. Tú misma acabas de decir que duerme.
PENELOPE.-
Pero despertará. Ten paciencia.
TONI.-
No, si ya la tengo, ya... Y mucha más de la que imaginas.
PENELOPE.-
Lo sé, pero hazme caso, por favor. Zeus es grande, y en su infinita potestad es
capaz de conseguir los más infranqueables imposibles.
TONI.-
¿Te refieres a las pocas ganas que demuestra siempre mi esposa?
PENELOPE.-
La mujer no siempre se encuentra a punto, Toni... Es una cosa bastante
normal.
TONI.-
Pero es que en ella es demasiado, tía. ¿Sabes el tiempo que hace que...?
PENELOPE.-
(Sin dejarle terminar la frase) Un mes y cinco días.
TONI.-
(Sorprendido) ¡Qué bestia! Y, perdona... ¡Si que lo llevas bien contado!
PENELOPE.-
Eso es lo que te hace sospechar de ella, ¿no? La falta de... apetito...
TONI.-
¿No crees que es normal que sospeche?
PENELOPE.-
No, si la amas.
TONI.-
La quiero con toda mi vida.
PENELOPE.-
(Irónica) Sí, pero está Lola.
TONI.-
Lola es otra cosa. Es... como el volcán que calma mi deseo.
PENELOPE.-
Pues ve con cuidado, que en ocasiones, la lava entierra a los seres humanos.
No te vaya a ocurrir lo mismo. Sería lamentable, muy lamentable, Toni, de veras.
TONI.-
¡Está bien! Estoy dispuesto. Voy a hacerte caso. Desde ya, ¡adiós a Lola! Y,
por contra... ¡hola, Silvia!
PENELOPE.-
¡Fenomenal!
EN ESTE INSTANTE, APARECE
SILVIA POR LA IZQUIERDA,
12
VISTIENDO UN COQUETON PIJAMA, Y DANDO CLARAS MUESTRAS
DE SUEÑO..
SILVIA.-
¿Cómo has podido verme? ¿Es que tus ojos atraviesan las paredes, como
Supermán?
TONI.-
(Sorprendido) ¿Cómo? ¿Qué dices? (Al caer en la cuenta
del peligro
existente, al caber la posibilidad de que SILVIA vea a PENELOPE, le hace señas a ésta
para que se esconda, siendo correspondido por ella, con otras señas de tranquilidad,
de calma...) ¿Qué estás diciendo? ¡No te entiendo!
SILVIA.-
¡Hombre! Pues no hablo con dificultad. Te decía que me has saludado cuando
todavía me encontraba al otro lado del muro, en la habitación. He oído claramente como me
decías "¡Hola, Silvia!" ¿O no?
TONI.-
¡Ah! ¡Es cierto! ¡Hola, Silvia! ¡Hola! ¿A dónde vas? ¿Se puede saber?
SILVIA.-
Tengo sed. Voy por un zumo de fruta, al frigorífico.(Transición)¡Qué extraño!
Hace sólo diez minutos que me acosté, y aseguraría que he permanecido durmiendo durante
diez horas seguidas. Y el caso es que todavía tengo sueño. (TONI sigue haciéndole señas a
PENELOPE y SILVIA le ve) Pero, ¿qué estás haciendo? ¿Qué clase de bobadas son esas
que haces?
TONI.-
(Disimulando)¿Eh? ¡Ah, nada! No es nada. Es... una nueva forma de
exteriorizar la necesidad interior que sufre el cuerpo humano, cuando trata de expresar alguna
sensación.
SILVIA.-
(Que no ha comprendido nada) ¿Qué?... ¡Bah!... ¡Estás como una cabra!
(De repente, se da cuenta de que el televisor está apagado) ¿Y eso? ¿No estabas viendo
la tele? Está apagada. ¿Y qué demonios haces ahí de pie, y realizando esos extraños y
ridículos movimientos con las manos? ¿Te ocurre algo, Toni?
TONI.-
No, nada, nada... En seguida me voy contigo a la cama.
PENELOPE.-
Y deja ya de hacer tonterías, hombre. Entérate de una vez que ella no puede
verme. ¿Lo entiendes ya ?
TONI.-
¡Claro! ¡Ahora caigo! Sólo puedo verte yo.
SILVIA.-
¿Cómo? ¿Que quién quieres que me vea acaso?
PENELOPE.-
¡No digas nada, demonios! ¡Silvia no me ve, y está creyendo que hablas con
ella!
TONI.-
¡Es que aun no me he acostumbrado a tu presencia!
SILVIA.-
Pero, ¿qué dices? ¿De verdad que te encuentras bien? (Acude a su lado y le
coloca la mano sobre la frente) Pues no parece que tengas fiebre.
TONI.-
(Huye de su mujer, nervioso) ¡Estoy bien! ¡Estoy bien! ¡No tengo nada en
absoluto! ¡Anda, ve! ¡Corre a tomarte el zumo que querías! (Se sienta en el sofá)
13
SILVIA.-
(Se sienta a su lado) ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡A ti te ocurre algo! Esos
movimientos... Ese rostro demacrado... ¡No me gusta tu expresión, Toni!
PENELOPE.-
¡Al final lo vas a estropear, idiota!
SILVIA.-
¿Quieres que te prepare un vasito de tila? ¡Así, eso es! ¡Voy a hacerte tila. Te
tranquilizará. (Se levanta y va hacia la puerta de la derecha)
TONI.-
(Contestándole a PENELOPE) ¿Idiota? ¿Idiota, yo? ¿No se te ocurre otra
cosa que llamarme idiota?
SILVIA.-
(Se ha detenido , volviéndose rápida y sorprendida) ¿Idiota? ¿Quién te ha
llamado idiota? Te hablo de un vaso de tila.
TONI.-
¡Está bien! ¡Está bien! ¡Hazme de una puñetera vez ese dichoso vaso de tila, y
déjame tranquilo!
SILVIA.-
(Permanece mirándole unos instantes) Estás trabajando mucho últimamente. Verás cómo la tila te calmará. (Mutis por la derecha)
PENELOPE.-
Pero, ¿qué estás haciendo? ¿Cómo quieres que te diga que Silvia no me
puede ver, y que no sabe que estoy aquí? Sólo tú eres capaz de sentirme.
TONI.-
(Un poco más calmado) Ya lo sé, ya... Me he puesto un poco nervioso, eso
es todo... Creía que te iba a ver, y...
PENELOPE.-
Pues ya has visto que no. Tú, sí, puesto que has sido la mente que me ha
traído, pero nadie más es capaz de obtener esa facultad.
TONI.-
¡Pues casi la empastro, tía!
PENELOPE.-
Eso era precisamente lo que creía que ibas a hacer.
TONI.-
¡Pues ahora la hemos hecho buena también...!
PENELOPE.-
¿Por qué?
TONI.-
Si supieras la gracia que me hace esa dichosa tila...
PENELOPE.-
¿No es agradable?
TONI.-
¿Nunca la has probado?
PENELOPE.-
Toni, por favor, compréndeme... Has olvidado mi origen.
TONI.-
Es cierto. Pues, debes saber que la tila me resulta... ¡como el agua de
alcantarilla!
PENELOPE.-
¡Qué barbaridad! ¿Tanto?
TONI.-
Como te digo.
PENELOPE.-
Pues, te acompaño en el sentimiento, amigo. No hay peor cosa que tragarse
una pócima, cuando no es del gusto de quien la traga.
TONI.-
(De repente, se le ocurre una cosa) ¡Atiende! ¡Una cosa!
PENELOPE.-
(Se sienta a su lado)Dime.
TONI.-
Habíamos quedado en que te ibas a quedar en esta casa, ¿no?
PENELOPE.-
Hasta el instante en que tú me digas "vete".
14
TONI.-
Es que... No te ofendas por lo que te voy a decir, pero...
PENELOPE.-
¡Habla, por Zeus!
TONI.-
Es que... verás... Está claro que piensas quedarte, pero... ¿Siempre te voy a
tener a la vista?
PENELOPE.-
(Sonríe) Creo que sé por dónde vas, amigo.
TONI.-
¿Estás segura?
PENELOPE.-
Sí. Quieres preguntarme si tendré que estar siempre junto a ti, incluso cuando
te encuentres en plena acción de... ¡Tú ya me entiendes! Era esto lo que intentabas
preguntarme, ¿no?
TONI.-
Algo por el estilo, sí.
PENELOPE.-
(Sonríe) Ya...
TONI.-
(Con interés) ¿Y...?
PENELOPE.-
Tengo que ser sincera contigo. No puedo ni debo engañarte. (Pausa. TONI
aumenta el interés en su semblante) Pues, sí; lo estaré. (TONI va a decir algo, pero ella,
más rápida, no le deja) ¡Pero no pases pena! Soy lo suficientemente discreta como para no
hacer acto de presencia cuando |ú no desees que lo haga.
TONI.-
(Insiste, receloso) ¡Pero estarás!
PENELOPE.-
Sí; aunque no me veas. A partir de hoy estaré junto a ti, y junto a ella, claro.
TONI.-
¿Incluso cuando... ¡ya sabes!?
PENELOPE.-
Incluso.
TONI.-
¡Pues nos has jodido, tía!
PENELOPE.-
¡No seas bestia! ¿No comprendes que eso no significa absolutamente nada?
TONI.-
¡Para ti, es posible, pero para mí, muchísimo! ¿Cómo demonios voy a entrar...
en forma, sabiendo que en algún rincón de la habitación, o en el baño, o en la cocina, o en
este mismo salón, estarán tus escrutadores ojos, enterándose con todo detalle de lo que
acontezca?
PENELOPE.-
¿Volvemos a lo de antes? ¿Qué quieres que haga? ¿Me voy o me quedo?
TONI.-
Quédate, quédate... Pero si piensas que vas a disfrutar de mirona... ¡lo tienes
claro! Porque sabiéndolo, desde este momento te aseguro que éste (Se señala la
entrepierna) "¡Requiescat in pace! ¡In secula seculorum!"
PENELOPE.-
¡Qué animal que eres!
TONI.-
¡A ver si no!
ENTRA
SILVIA POR LA DERECHA, LLEVANDO CONSIGO UN VASO
LLENO DE TILA, LA CUAL REMUEVE PARA QUE SE DISUELVA EL
AZUCAR..
15
SILVIA.-
Aquí está la tila. Tómatela y verás qué bien te sienta. Está bien claro que te
encuentras en un estado de nervios fuera de lo normal. (Va a sentarse encima
precisamente de dónde se encuentra PENELOPE, y ello provoca la normal y cómica
reacción en TONI)
TONI.-
(Estira el brazo al ver la intención de SILVIA, pero con tan mala fortuna
que tira parte del líquido del vaso sobre PENELOPE) ¡No! ¡Ahí no te sientes!
SILVIA.-
¡Toni! ¿Qué has hecho?
PENELOPE.-
(Se levanta, sorprendida y mojada, yendo hacia el primer término
izquierda) De momento, ponerme perdida. ¡Toni, podías poner más cuidado con lo que
haces! ¡Me has dejado hecha un cromo!
TONI.-
¡Mujer, tampoco es para tanto!
SILVIA.-
¿Que no? Si tirar por tierra la tila que había preparado con tanta ilusión, no lo
es... Ya me dirás lo que lo puede ser para ti! (Recoge el vaso)
PENELOPE.-
Es que no has dejado ni gota en el vaso.
TONI.-
(A PENELOPE) Lo lamento. No sabes cuánto, de veras.
SILVIA.-
También lo lamento yo.
PENELOPE.-
(Refiriéndose a la otra) No olvides que no sabe que estoy aquí.
TONI.-
Ya lo sé, ya...
SILVIA.-
Sí, lo sabes. Pero me tocará prepararte otra tila.
PENELOPE.-
¡Amigo, que mujer tienes! ¿Y todavía dices que tal y tal? Si la tienes dispuesta
a prepararte otra tila...
TONI.-
También yo me porto con ella estupendamente.
SILVIA.-
¿Con quién? ¿Con quién te portas estupendamente, Toni?
TONI.-
(Por un momento, no sabe cómo salir del lío) Con... con... ¡con la tila!
¡Cuando me la preparas en otras ocasiones!
SILVIA.-
Pero, ¿qué dices, si nunca ha sido santo de tu devoción? ¡No sé lo que es,
pero algo te pasa esta noche! ¡Estoy segura!
TONI.-
¡Que no, mujer, que estoy perfectamente!
PENELOPE.-
Si ella supiera que todo es por mi culpa...
SILVIA.-
Decididamente, voy a hacerte otra tila. (Camina hacia la derecha)
TONI.-
¡Todo es por tu culpa! ¡Y ya me estás poniendo negro!
PENELOPE.-
¡Hombre, que Silvia se creerá...!
SILVIA.-
(Volviéndose rápida) ¿Qué dices? ¿Quién te pone negro? ¿Qué quieres
decir?
TONI.-
(Trata de arreglar la cosa) ¡No, no, perdona! No hablaba contigo.
SILVIA.-
¿Que no hablabas conmigo? ¿Con quién, en ese caso?
PENELOPE.-
Que la estás empastrando más aun...
16
SILVIA.-
(Yendo hacia él) ¿Con quién hablas, Toni? ¿Sabes que tú sí me estás
comenzando a poner nerviosa a mí? ¿Qué es lo que pasa aquí esta noche?
TONI.-
(Ofuscado, se sienta en un sillón) ¡No lo sé! ¡La verdad es que no lo sé! Me
encuentro tan nervioso...
SILVIA.-
¿Quieres que llame al médico de guardia?
PENELOPE.-
Creo que lo mejor será que desaparezca de tu vista. Es la única forma de que
no puedas hablar conmigo. ¿No te parece, Toni?
TONI.-
Muy bien. Exacto. Vete ya. Es lo mejor.
SILVIA.-
(Convencida) No es necesario que me vaya. Le llamaré por teléfono, que es
como se acostumbra a hacer estas cosas.
TONI.-
¡No! ¡A ti no te digo, Silvia! ¡Tú no te muevas de aquí! ¡No me hace falta
ningún médico!
SILVIA.-
Pero, ¿no acabas de decir que vaya a llamarle?
TONI.-
¡No! ¡No era a ti! (Se apercibe de lo que acaba de decir, y no sabe cómo
arreglarlo) Quiero decir que... Si que era a ti, Silvia, pero... ¡Venga, no me hagas caso! Me
encuentro bien, muy bien.
SILVIA.-
Eso no me lo creo, ni que me lo jures. Se ve que te ha sentado la cena mal.
TONI.-
¿La cena? No. Lo que me ha sentado fatal ha sido una cosa que ha venido
después... Después de cenar.
PENELOPE.-
Sé que te refieres a mi, pero no me ofendes. Comprendo tu estado de ánimo,
y lo acepto todo.
TONI.-
Es que te sería imposible hacer otra cosa.
SILVIA.-
¿El qué me sería imposible hacer?
TONI.-
¡Nada! ¡Bailar de coronilla!
SILVIA.-
Pero, ¿qué dices?
PENELOPE.-
Os dejo, Toni. Y, no te olvides. Estaré en casa. En esta casa, aunque no me
veas.
TONI.-
Si cuando me encuentre a punto de caramelo, y con ganas de juerga, te veo
por delante... ¡no sé cómo responderé!
SILVIA.-
¡Jesús! Pues, mira: yo si que lo sé. ¡Estás que da miedo verte! (Va hacia el
teléfono) ¡Voy a llamar al médico!
TONI.-
(Le quita el aparato de las manos) ¡Tú no llamas a nadie! ¡Faltaría más!
SILVIA.-
(Sorprendida por la actitud del marido, no sabe qué hacer) ¡Esto es
inaudito! ¡Si no lo viera, no lo creería! ¿Y aun dices que no precisas de médico? ¡Ya lo creo
que sí! ¡Y tanto!
TONI.-
(Que ha colgado el teléfono) ¡Que no, mujer, que no! ¡Obedéceme, por el
amor de Dios!
17
PENELOPE.-
¿Otra vez ese nombre?
TONI.-
¡Es mi forma de hablar! ¡Lo mío, hija! ¿Me entiendes? ¡Lo mío!
SILVIA.-
Será tu forma de hablar, será todo lo tuyo que quieras, pero si entiendo el
galimatías que estás utilizando esta noche, que venga Dios y lo vea...
PENELOPE.-
¡Lo que faltaba! ¿Ella también nombra a ese Ser aborrecible? ¡Pues sí que me
ha caído buena!
TONI.-
Ella también es normal. Es como yo: humana.
SILVIA.-
¿Quién es ella? ¡Contesta, Toni! ¿Quién es humana como tú?
TONI.-
(Decidido) ¡Tú!
SILVIA.-
¿Yo? ¡Naturalmente que lo soy! ¿A qué viene esto?
PENELOPE.-
Será mejor que me vaya.
TONI.-
Ya te hubieras podido ir.
SILVIA.-
¿Otra vez? Pero, ¿a dónde demonios quieres que vaya?
TONI.-
(Harto, sin saber por dónde salir) ¡Donde te de la gana!
SILVIA.-
¿Cómo' ¿Es que estás cansado de mí?
PENELOPE.-
Me parece que cambio de opinión. Me voy a quedar. Esto está la mar de
divertido. Ya veremos cómo sales del embrollo. (Se sienta en un sillón)
TONI.-
(A PENELOPE) Mira: ¿sabes lo que te digo? ¡Que ya me tienes más arriba de
la coronilla! ¡No vayas a quedarte, que me vas a joder, preciosa!
SILVIA.-
(Aterrada) ¡Ah...! ¿Así que todo es eso?
TONI.-
(A SILVIA) ¡Que no es a ti, coño! ¿Cómo te lo he de decir? ¡No es a ti!
SILVIA.-
(Convencida de que su marido ha dejado de quererla) No, si la verdad es
que hacía mucho tiempo que lo esperaba. No sé por qué me extraño ahora. Lo sospechaba,
¡ya lo creo que sí!
TONI.-
¡No digas bobadas! ¡Tú no podías sospechar nada, pues no hay nada que
sospechar!
SILVIA.-
¡Eres un hipócrita!
PENELOPE.-
¡Esto empieza a animarse!
TONI.-
(A PENELOPE) ¡La madre que te parió!
SILVIA.-
(Casi totalmente fuera de sí) ¿Eh? ¿Qué has dicho de mi madre?
TONI.-
¡Joder, ya estoy harto! ¡No hablaba contigo!
SILVIA.-
¡Estás fuera de ti! O estás completamente loco, o eres el mayor cínico que
existe bajo la capa de los cielos.
TONI.-
(Decidido) ¡No hablaba contigo! ¡Hablo con ella! (Señala a PENELOPE)
SILVIA.-
¿Qué?
PENELOPE.-
¡No seas imbécil, Toni! ¡Ella no me ve!
TONI.-
(A SILVIA) ¡Mírala! ¿No la ves ahí, sentada? ¡es ella! ¡La que has estado a
18
punto de sentarte encima hace unos instantes, cuando derramé el vaso con la tila!
PENELOPE.-
¿Crees que la vas a convencer?
SILVIA.-
¡Toni! ¡No sigas, por favor! No estoy para bromas. Y menos, si se trata de una
de malísimo gusto.
TONI.-
¡Que no! ¡Que no es ninguna broma, Silvia! ¡Que ella está ahí, en el sofá! ¿No
sabes de quién te hablo? ¡De ella! ¡De Penélope! ¡La que acudió esta noche en casa de
Amparo a la sesión de espiritismo! ¡Penélope! ¿Entiendes ya?
SILVIA.-
(Entre incrédula y sorprendida) ¿Cómo?
PENELOPE.-
(Cómicamente, como si SILVIA pudiera verla, la saluda con la mano)
¡Hola, Silvia! ¿Qué tal?
TONI.-
¡Es Penélope! ¡El símbolo de la fidelidad conyugal!
SILVIA.-
(Traga un poco de saliva, antes de hablar) Espera un poco, Toni... Déjame
que piense... Por nuestro amor, si es que todavía existe, por lo que tú más quieras en este
mundo, dime... ¿No estás gastándome una broma?
TONI.-
¡Por supuesto que no!
PENELOPE.-
¡No, hija, no! ¡Pero está emperrado en que me puedes ver! ¡Y no sé cómo
decirle ya que no! (Se pone en pie y se dirige al mueble bar) ¡Es cabezota tu marido, rica!
¡Ya lo creo que lo es!
TONI.-
No me hagas decir lo que pienso de ti! (SILVIA se vuelve , dispuesta a
responderle, pero él se da cuenta y no se .lo permite) ¡Que no, Silvia! ¡Que no es a ti!
¡Vuelvo a estar hablando con ella!
SILVIA.-
(Al ver que ahora mira hacia el mueble bar) ¡Ah! Y ahora, se encuentra allí,
¿no?
TONI.-
Exactamente junto al mueble bar.
SILVIA.-
¡Ya! ¿Y qué hace? ¿Bebe, acaso?
TONI.-
Por favor, Silvia; no te burles.
SILVIA.-
¡Ah! ¡Tiene gracia! ¿Que no me burle yo? ¿Encima?
PENELOPE.-
¡Sabía que la ibas a fastidiar, idiota!
TONI.-
¿Otra vez me llamas idiota?
SILVIA.-
¡No te he dicho eso) ¡Pero te lo mereces! Nunca hubiera imaginado que eras
capaz de darme una nochecita como ésta.
TONI.-
(Acude, intentando mostrarse apaciguado, amoroso...) Silvia... Perdóname. Perdóname, de veras... No estoy tratando de darte la noche, como dices. Ni tampoco
vayas a pensar que he dejado de quererte, o que te amo menos que antes, sino todo lo
contrario. Cada día que transcurre, te quiero más. Y, precisamente por ese amor, quisiera
que creyeras lo que te estoy diciendo. No me preguntes el cómo ni el por qué, pues no sabría
contestarte, pero...
19
SILVIA.-
Ella está aquí, ¿no?
TONI.-
(Con cierto temor al responder) Sí; lo está.
SILVIA.-
(Le toma del brazo con ternura) ¿Penélope has dicho?
TONI.-
Penélope.
SILVIA.-
Y... ¿a qué ha venido?
TONI.-
Eso no te lo puedo decir.
SILVIA.-
¿Porque lo ignoras o por otro motivo?
TONI.-
Simplemente, no te lo puedo decir, Silvia.
SILVIA.-
Entiendo... ¿Y ella nos ve ahora?
PENELOPE.-
¡No estoy ciega, niña! ¡Naturalmente que os veo!
TONI.-
Nos ve perfectamente.
SILVIA.-
¿Y sigue ahí, junto al mueble bar? (TONI afirma con la cabeza) Está bien. Y...
¿es guapa?
TONI.-
La verdad es que sí.
PENELOPE.-
La siguiente pregunta es si lo soy más que ella, verás...
SILVIA.-
¿Más que yo?
PENELOPE.-
¿Lo ves? ¡Nunca falla!
TONI.-
Es... distinta, diferente... Ella es... sencillamente, Penélope.
SILVIA.-
(Sonríe sin demasiadas ganas de hacerlo) Está bien, cariño. Te creo. Y,
dime; ¿no crees que deberíamos dejarla a solas? Es tarde, y los dos estamos cansados.
PENELOPE.-
Es una magnífica idea, Toni. Ve a la habitación con tu mujer, anda...
TONI.-
Creo que tienes razón. Vamos.
SILVIA.-
Mañana seguiremos con todo esto, ¿no te parece?
TONI.-
Como tú quieras, Silvia. (Inician el mutis hacia la izquierda)
PENELOPE.-
(Avanza hacia el centro de la escena) Buenas noches, Toni. Y... no te
olvides: Tú fuiste quien me hizo venir. Seguiré en esta casa, por lo tanto, hasta que me pidas
que vuele de ella, ¿está claro?
TONI.-
(Se detiene, y se vuelve a mirar a PENELOPE) Todo está perfectamente
claro. Buenas noches.
SILVIA.-
(Tras dudar unos momentos) Buenas noches, Penélope. (Esta les saluda
con la mano. SILVIA acciona el interruptor que se encuentra junto al marco de la puerta
de la habitación, y se apaga la luz del salón. Tras ello, hacen mutis los dos)
PENELOPE.-
Que descanséis, amigos. (Suspira profundamente) Creo que ya es hora de
echar un trago. (Camina hacia el muebla bar) Que una, por muy personaje mitológico que
sea, también tiene derecho a una copa, cuando deja de guardar las composturas. ¡Qué sería
de mi reputación! (Busca en el mueble unos instantes, hasta que saca una botella y una
copa. Comienza a servirse. En este momento, vuelve a entrar SILVIA, quien da de
20
nuevo la luz al salón. PENELOPE se vuelve un tanto sorprendida) ¿A dónde irá ésta
ahora? (SILVIA se dirige al teléfono. Descuelga y marca) ¡A llamar al médico, seguro!
¡Querrá al final salirse con la suya!
SILVIA.-
(Procura no levantar la voz) ¿Amparo? Soy Silvia. Perdona que te llame a
estas horas, pero... ¡No, no ocurre nada! Tranquila.... Al menos, eso creo yo... Se trata de
Toni...Sí, que no sé lo que le ocurre... He dudado entre llamar al médico o no, pero al fin me
he decidido a llamaros a vosotros... ¿Sabes quién dice que se encuentra en esta casa?... ¡Sí!
¡Aquí mismo!... ¡No te lo vas a creer!... ¡Penélope!... ¡Sí, la que acudió a la sesión en tu
casa!... ¡Pues eso digo yo! ¡Precisamente él, que no cree en esos temas!... ¡No cabe duda de
que le ha afectado!... No, acaba de acostarse... Se ha quedado dormido en seguida... Estaba
rendido... Ahora parece que se encuentre mejor, pero... No sé qué decirte, Amparo... Me
tiene preocupada... Se oyen decir tantas cosas... ¿Cómo dices?... ¡Ah, ya! ¡Pues me parece
estupendo! No me hubiera atrevido a pedíroslo, pero... Es lo que intentaba que dijeras... Bien,
pues... Mañana vendréis a comer... De acuerdo... Venid y ya veremos cómo sigue... En todo
caso, si hace falta, me ayudaréis a llevarlo a algún centro médico, ¿no?... ¡Sí, sí! ¡Donde haga
falta! ¡Ya ves! ¡Menuda idea! ¡Penélope en esta casa! ¡Bien, bien... ! Conforme... Hasta
mañana, pues...Buenas noches.... (Cuelga el teléfono. Inmediatamente, realiza la acción
normal de cuando se siente un escalofrío, removiéndose toda ella, y obligándola a
poner los brazos entrelazados alrededor del torso, tratando de conseguir calor.
Seguidamente, se dirige hacia la izquierda, con intención de hacer mutis. Cuando se
encuentra a punto de atravesar el umbral de la puerta, PENELOPE deja caer la copa al
suelo, con toda su amplia voluntad de hacerlo así, provocando la correspondiente
sorpresa
en
SILVIA,
la
cuál
se
vuelve,
y
un
tanto
temblorosa
la
voz,
pregunta:)...¿Penélope?
TELON
21
SEGUNDO ACTO
EL MISMO DECORADO QUE EL ACTO ANTERIOR. LA ACCIÓN, AL DÍA
SIGUIENTE, DOMINGO, LAS CUATRO Y MEDIA DE LA TARDE.
EN
ESCENA, SENTADAS EN LAS BUTACAS, EN ACTITUD DE CONTEMPLAR LA TELEVISIÓN, PERO SIN PRESTARLE DEMASIADA
ATENCIÓN,
AMPARO.-
AMPARO y SILVIA.
Por mucho que intentes que me lo crea, no puedo creerlo. Opino que le das demasiada
importancia, hija... Si la copa cayó al suelo, sería por algún motivo normal, y no por el que
imaginas. Estoy viendo que a ti también te ha afectado como a Toni, al cuál, y ya que viene a
colación, te diré que he encontrado bastante normal.
SILVIA.-
¡Qué puedes saber tú! ¡La procesión va por dentro! Esta mañana, nada más despertarse, lo primero
que ha hecho ha sido levantarse y recorrer toda la casa de arriba a abajo, buscándola.
AMPARO.-
¡Qué barbaridad! ¿Será posible?
SILVIA.-Como lo oyes.
AMPARO.-¿Y la ha encontrado?
SILVIA.-Eso es lo más extraño: que no.
AMPARO.-¿Extraño? Deberías de alegrarte, ¿no crees?
SILVIA.-Debería, Amparo; pero no lo hago. ¿Qué te parece?
AMPARO.-Pues que estás tan idiota como él.
SILVIA.-Gracias, mujer...
AMPARO.-Pero, vamos a ver: ¿Qué Penélope ni qué bobadas? Paso porque en espíritu se pueda aparecer en la
sesión que practicamos, pero de ahí a que se aparezca de carne i huesos... ¡hay una enorme
diferencia!
SILVIA.-Es cierto, sí, pero...
AMPARO.-Además, tú no la has visto, ¿verdad?
SILVIA.-No. Solamente la ve Toni.
22
AMPARO.-¿Toni? ¿Quieres que te diga lo que verdaderamente ve tu marido? (Le hace señas para que se
acerque a ella, y SILVIA lo hace) Toni necesita crearse esa absurda aparición, para que le
dediques más atenciones, ¿comprendes? En una palabra: está tratando de que vivas un poco
más por y para él, que le des más mimo, como a los niños pequeños. Eso es todo, Silvia; ten
la seguridad de que es como te digo.
SILVIA.-Toni no es así; no te equivoques.
o lo es, ¿qué demonios intenta? ¿Es que te crees de veras que ella se encuentra aquí, y lo que todavía resulta más
la ve y habla con ella?
SILVIA.-También creía yo eso anoche, pero... ¿y la copa?
AMPARO.-¡La copa! ¡La copa! ¡Al diablo la copa! ¡Caería de donde estuviese, qué se yo! ¡No le des tanta importancia a esa tontería!
SILVIA.-No levantes tanto la voz, que nos pueden oír. No me gustaría que Toni supiera que la razón por la que
habéis venido es porque yo os llamé.
AMPARO.-No se enterará. Cuando juega al ajedrez con mi marido, abandona por completo este mundo. Lo
abandonan ambos, mejor dicho...
SILVIA.-En eso tienes razón. De todas formas...
AMPARO.-¡Que no pasa nada, chica! Ni durante la comida, ni ahora, esa Penélope ha hecho acto de presencia.
Ni lo hará, por supuesto.
SILVIA.-¡Dios te oiga!
AMPARO.-Tú aun no las tienes todas contigo, ¿eh?
SILVIA.-¿Es que las puedo tener, después del escalofrío de anoche?
AMPARO.-Tendrías alguna ventana abierta, habría una corriente de aire establecida en la casa...
SILVIA.-No, Amparo. El escalofrío resultó auténtico. Y de los que suceden cuando deben de suceder.
AMPARO.-¿Qué quieres decir?
SILVIA.-(Molesta) Que fue un claro exponente de que allí había una presencia del más allá.
AMPARO.-(Escéptica) ¡Ya!
SILVIA.-Está claro que no me crees.
AMPARO.-Pero, Silvia, ¿cómo quieres que te crea? (Se pone de pie) Vamos a ver: Si no recuerdo mal, anoche
me llamaste porque Toni creía ver cosas extrañas, esas mismas cosas extrañas que después,
una vez colgaste el teléfono, empezaste a ver tú. ¡Ya me dirás cómo quieres que reaccione,
chica!
SILVIA.-Creí que podía confiar en ti.
AMPARO.-¡Y lo puedes hacer! ¿De sobra, además, como sabes bien! Pero ¿confiar es querer que me crea un
hecho que, por más que intentes, no podrás demostrar?
SILVIA.-(Se levanta y apaga el televisor) No te interesa el programa de la tele, ¿verdad?
AMPARO.-No, no. Estaremos mejor sin ella.
SILVIA.-(Lentamente, en silencio, cruza la escena, dirigiéndose al sofá, donde se sienta) Toni es un
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extraordinario actor.
AMPARO.-(También se acerca lentamente, pero sin sentarse) Sé lo que intentas decir: Que al estar aquí
nosotros, quiere aparentar tranquilidad, ¿no?
SILVIA.-Y lo consigue.
AMPARO.-Escúchame, Silvia... Tú misma declaras que tu marido está trabajando mucho últimamente, y a que
repetidamente se encuentra estresado, ¿no? Pues eso es todo: Estrés... Puro estrés... Ayer se
impresionaría, y pasó lo que pasó. Pero, no padezcas, que ya nunca más volveremos a practicar la ouija, o al menos, cuando él se encuentre presente.
SILVIA.-Pero, ¿ y si fuera de verdad?
AMPARO.-(Va a colocarse detrás mismo del sofá) No puede serlo, Silvia.
PENELOPE.-(Saltando literalmente de la parte trasera del sofá, donde estaba oculta, para no ser pisada
por AMPARO) ¡Eh, tú, tía! ¡Si me descuido...! Está visto que no puede una ni tumbarse un
poco a descansar... No puedo decirte que mires por dónde vas, porque sería una majadería
como la copa de un pino, pero... ¡deberías caminar con más cuidado, ricura!
SILVIA.-(Como es natural, ninguna de las otras dos mujeres se apercibe de la presencia de PENELOPE)
Puede que tengas razón...
AMPARO.-Enrique opina igual que yo. Esta mañana, cuando le he puesto al corriente, su respuesta ha sido una:
Toni trabaja como un animal. Le conviene una temporadita de descanso.
SILVIA.-¿Y a quién no? A mí mismo... A ti también, Amparo. A todos. Esta vida es un asco, ¿no te parece?
AMPARO.-(Cruza al otro lado, y se sienta en un sillón) Y que lo digas. Para no equivocarte, para seguir la
debida senda, debes de ir fijándote dónde sitúas los pies.
PENELOPE.-¡Pues no serás tú quien lo haga, tía! Que bastante susto me has dado hace un instante. ¡Creí por
un momento que me los plantabas sobre la cara!
SILVIA.-Toni debería tomarse unas vacaciones. No muchas... Diez o doce días nada más...
AMPARO.-E irse de viaje contigo, por ahí... ¡Sería lo mejor!
SILVIA.-¡Pero tiene tanto trabajo últimamente...! Y el caso es que ahora está ganando un pastón, ya sabes...
Podría ser contraproducente, pues...
AMPARO.-Si enferma, todavía sería peor, ¿no crees?
SILVIA.-Tienes razón.
AMPARO.-(Se estremece, como si sintiera un escalofrío) ¡Uy! ¡Vaya escalofrío!
SILVIA.-(Con ilusión) ¿Tú? ¿Lo has notado? ¿De verdad?
AMPARO.-Si, pero no imagines lo que no es. Tal vez haya sido una puerta, o alguna ventana entreabierta...
SILVIA.-(Levantándose, nerviosa) ¡No! ¡Nada de eso! ¡Es ella! ¡Está aquí de nuevo!
AMPARO.-Pero, ¿qué demonios dices? ¡Calla y no digas tonterías!
SILVIA.-¡No es ninguna tontería! ¡Penélope vuelve a estar presente en esta sala!
PENELOPE.-No preciso decir que no me ven, pero sí me sienten. Mis efluvios de frialdad resultan demasiado
delatores. Y la verdad es que no deseo dejarme notar.
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SILVIA.-(Se dirige a distintos lugares del salón, como intentando encontrar a PENELOPE, mientras ésta,
lógicamente, la evita en todo momento) ¡Debe de estar por aquí! ¡No tengo ninguna duda!
¡Yo también he sentido ese escalofrío!
PENELOPE.-¡Vaya, hombre! ¡Aun resultará que soy una sucursal ambulante de Avidesa!
AMPARO.-¡Basta de bobadas, chica! ¡Ya está bien!
SILVIA.-(Dirigiéndose a PENELOPE) Estás aquí, ¿verdad? ¿Estás aquí? ¿Por qué no das la cara? ¿Por qué no
te dejas ver, como haces con Toni? ¡Contesta!
PENELOPE.-Porque tú no me has llamado, primor. Sólo me puede ver el anfitrión que me invitó a venir. Lo
lamento, pero no puedo hacértelo comprender, ya que es imposible que me escuches,
muchacha...
AMPARO.-(La zarandea) ¡Ya está bien, Silvia! ¡Vuelve en ti! ¡Haz el favor de reaccionar y volver a la realidad!
SILVIA.-(Sin hacerle el mínimo caso, y refiriéndose a la otra) ¡Ah, sinvergüenza! ¡Cómo te estás haciendo la
interesante! ¿Crees acaso que me hace gracia tu conducta? ¡Pues te equivocas!
AMPARO.-¡Silvia! ¡Por Dios, Silvia!
PENELOPE.-(Se sobresalta)¿Esta también? ¿Es que los humanos no sabéis hacer otra cosa que aclamaros a
ese Ser falso y maléfico? ¡Vaya monserga con el tal Dios! ¡Si que os tienen bien lavado el
cerebro!
SILVIA.-(Chillando a toda voz) ¿A qué has venido a mi casa? ¿Qué quieres de nosotros? ¿Qué es lo que
quieres de mí?
LOS GRITOS OBLIGAN A ACUDIR A ENRIQUE Y TONI.
ENTRAN AMBOS POR LA DERECHA, CON SUS ROSTROS
DESPAVORIDOS..
ENRIQUE.-¿Qué pasa?
TONI.-¿A qué viene tanto grito? ¿Qué sucede, Silvia?
AMPARO.-¡Está como desquiciada!
SILVIA.-(Sin darse cuenta de la presencia de los hombres) Si fueras como deberías de ser, darías la cara,
como una auténtica mujer. O, mejor aun: ¡como un hombre!
TONI.-(Va a su lado, y la toma de los hombros) ¡Pero, Silvia! ¿Qué dices?
AMPARO.-¡Está desconocida, Toni!
ENRIQUE.-(A AMPARO) ¿Es algo referente a... lo de anoche?
AMPARO.-¡Dice que ella está aquí!
TONI.-¡Silvia! ¡Silvia! ¡Soy yo! ¡Soy Toni!
SILVIA.-¡Es ella! ¡Está aquí otra vez, Toni! ¡Es ella!
TONI.-¡Calla! ¡Calla, Silvia! (Para disimular frente a los amigos) ¡No sé qué demonios le pasa! ¡Lo que dice no
tiene sentido! ¿Quién será esa ella que nombra? ¿Lo sabéis vosotros? (Mira a PENELOPE,
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acusador) ¿A quién se referirá?
SILVIA.-(Cogiéndolo nerviosamente del brazo) ¿No sientes el frío? ¡Es ella, Toni! ¡Está aquí!
PENELOPE.-(Desde el sitio en que se encuentra) Haz algo para calmarla, tío, que mira cómo se ha puesto.
Total, porque ha notado mis efluvios...
ENRIQUE.-¿Tienes algún sedante?
TONI.-(A PENELOPE) ¿No puedes dejarnos un tiempo tranquilos?
ENRIQUE.-¿Qué dices
PENELOPE.-¡Eh, un momento! Yo estaba muy tranquila ahí detrás de ese sofá, cuando esta tía (Refiriéndose a
AMPARO)casi me pisa. ¿Qué querías que hiciera?
TONI.-Desde que llegaste a esta casa, no has hecho otra cosa que causar embrollos.
ENRIQUE.-¡Eh, tú! ¿Qué significa eso? No creo que el que sea mejor que tú en el ajedrez, te dé derecho a decir
esa grosería.
SILVIA.-¡Es ella! ¡Es ella!
TONI.-¡Silvia! ¡Vuelve en ti, por favor!
AMPARO.-¿Quién es ella, Toni? ¿Quién es esa ella?
TONI.-¿Y yo qué coño sé?
PENELOPE.-¿Tendrá morro el tío?
ENRIQUE.-La pobre Silvia se encuentra mal,¿eh?
AMPARO.-Sentémosla ahí y tratemos de calmarla. ¿Tienes tila, Toni?
TONI.-(Se enciende al oír esto último) ¡No! ¡Más tila, no!
AMPARO.-¿Por qué? ¿Qué pasa?
TONI.-¡Porque no me da la gana!
ENRIQUE.-¡Oye, tú! ¡Esos modos...!
PENELOPE.-¡Sé hombre y cuéntales la verdad de una vez!
TONI.-¡Vete a hacer puñetas!
ENRIQUE.-(Cree que es a él) ¿Qué?
TONI.-¡No es a ti! ¡Perdona!
AMPARO.-¿Cómo que no es a él?
SILVIA.-¡Está hablando con ella! ¿Os dais cuenta ahora de que os digo la verdad?
ENRIQUE.-¡Venga, Silvia! ¡No volvamos a esa bobada!
TONI.-¡De bobada, nada! ¡Es cierto!
ENRIQUE.-Pero, ¿no acabas de decir que lo que decía no tenía ningún sentido?
TONI.-Pues lo tiene, ¡y mucho!
SILVIA.-¿Por qué no les cuentas la verdad? ¿Por qué no lo haces, Toni?
AMPARO.-Habla, Toni, por favor...
ENRIQUE.-¿Es de veras lo que nos ha contado Silvia?
TONI.-(Pausa) ¿Lo de... Penélope?
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ENRIQUE.-Sí; lo de esa dama mitológica.
AMPARO.-¿Es cierto que se encuentra en esta casa?
TONI.-(Después de tomar aliento) Lo es.
AMPARO.-¿Y que no la podemos ver, aunque queramos?
TONI.-Exacto.
ENRIQUE.-Pero, ¿por qué?
TONI.-Porque nadie más que yo la llamó anoche por medio de la mente.
AMPARO.-¡Toni, por Dios!
PENELOPE.-¿Otra vez? (Se sienta en una de las butacas)
ENRIQUE.-¿Y piensas que nos vamos a creer esa majadería?
TONI.-No me preocupa lo más mínimo que te lo creas o no. No era nuestra intención que lo supieras.
SILVIA.-Si lo saben es por mi culpa.
TONI.-(Sorprendido)¿Cómo?
AMPARO.-Silvia me llamó anoche, y me puso al corriente de todo.
TONI.-(A SILVIA) ¿Y por qué? ¿Por qué lo hiciste?
SILVIA.-Pidiendo ayuda. No podía soportar el estado en el que te encontrabas.
AMPARO.-Decidimos venir hoy a comer. De ahí la sorpresa que te has llevado esta mañana al vernos.
TONI.-Entiendo...
PENELOPE.-Que se creía que estabas loco, tío...
TONI.-¡Calla tú, joder!
AMPARO.-¿Es con ella? ¿Hablas con Penélope?
SILVIA.-Seguro que sí.
TONI.-Sí; hablo con ella. Se mete en todo.
ENRIQUE.-(Decidido) ¡Bueno, ya está bien! ¡Recoge el bolso, Amparo! ¡Y vámonos!
TONI.-¿Ya? ¿Tan pronto?
ENRIQUE.-¿Tú qué crees?
TONI.-¿Y nuestra partida? No la hemos terminado.
ENRIQUE.-Por mí, sí. Esta y las que hubieran podido seguir en adelante. (A AMPARO) ¡Vámonos, mujer!
AMPARO.-Pero...
ENRIQUE.-(Furioso) ¡He dicho que nos vamos! ¿Es que no hablo lo suficientemente claro?
PENELOPE.-Oye, Toni... Que dicen que se largan. ¿Que no les oyes?
TONI.-Ya, ya... Pero, ¿a qué vienen esas repentinas prisas, Toni?
ENRIQUE.-(Acusador, visiblemente enojado) ¿Es necesario que me explique con mayor claridad? ¡Si lo que
intentáis es reíros, os reís de vuestra tía!
AMPARO.-¡Enrique! ¿Qué dices?
ENRIQUE.-(Enérgico) ¡Que cojas el bolso, coño!
AMPARO.-(Temerosa, obedece a su marido) Va, va...Ya voy...
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SILVIA.-(Se levanta) ¿Es que no nos creéis?
ENRIQUE.-¡No, Silvia! ¡No os podemos creer! Lo que decís es demasiado increíble, ¿no os parece?
TONI.-¡Déjales, Silvia! Está bien claro que no aceptan la verdad.
ENRIQUE.-¡No! ¡Esa verdad vuestra, por supuesto que no!
PENELOPE.-Es una verdad... demasiado fantástica.
TONI.-Si quisieras dignarte a que te vieran sólo por un instante...
ENRIQUE.-Te advierto que no conseguirás que caiga en ese viejo truco. ¡No estás hablando con nadie! ¡Anda,
Amparo, vámonos ya!
PENELOPE.-Deja que se vayan, Toni. Nada conseguirás.
SILVIA.-Enrique, tú siempre habías creído en esos temas...
ENRIQ]E.-Claro que sí. En lo concerniente al espiritismo, sí. Pero en las falacias que os estáis inventando para
reíros a nuestra costa, ¡ni hablar! (Toma de la mano a su mujer) ¡Hasta la vista!, aunque...
SILVIA.-Qué?
ENRIQUE.-¡Adiós! (Y de un fuerte tirón, obliga a AMPARO a seguirle, haciendo mutis por el foro, a toda
prisa)
TRAS EL MUTIS, HAY UNA LARGA PAUSA.
PENELOPE, SONRIENTE, MIRA AL MATRIMONIO, SIN DECIR NADA, COMO
OBSERVANDO SUS MOVIMIENTOS.
SE SIENTA EN UN SILLON.
TONI,UN TANTO PREOCUPADO,
SILVIA QUEDA DE PIE EN EL MISMO
LUGAR EN EL QUE SE ENCUENTRA..
SILVIA.-No han creído una sola palabra.
TONI.-Y no les culpo. Tampoco tú me creíste anoche, ¿recuerdas?
SILVIA.-Es que debes de convenir en que la cosa es un poquito extraña, ¿no?
TONI.-¿Qué dices tú, Penélope? ¿Es realmente extraña?
PENELOPE.-¡Hombre! La verdad es que, desde vuestro punto de vista, muy normal no lo es.
SILVIA.-¿Es que no puedes dejar de hablar con ella?
TONI.-
Perdona...
PENELOPE.-¡Oye, tú, mosquita muerta! ¡Que yo también tengo derecho a conversar!
TONI.-(Enérgico) ¡No le digas eso a mi mujer!
SILVIA.-¿Qué? ¿Qué es lo que ha dicho? Algún insulto, ¿verdad?
TONI.-Deja; no tiene importancia.
PENELOPE.-Es que tú tampoco sabes reaccionar, tío...
TONI.-(Nervioso) Es que... ¡Mejor me callo!
SILVIA.-Exacto. Mejor, te callas y no sigues hablando con ella, si siempre utiliza insultos y cosas por el estilo.
PENELOPE.-¡Mira qué bien! ¡Ahora resultará que yo soy la causante de todo! ¡Tiene gracia!
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TONI.-(Se levanta y va junto a PENELOPE) Mira: debes de entender que ella no te ve, y los nervios van
aflorando cada vez más.
SILVIA.-¡Ah! Así que ahora se encuentra en esa butaca, ¿eh? ¡Vaya, vaya!
PENELOPE.-Escucha, tío. Si tanto es lo que os molesto, sólo tienes que pedirme que me vaya. ¿Cuántas veces
te lo tengo que decir?
TONI.-(Vuelve hacia el sofá, al tiempo que habla) Sabes perfectamente que no deseo que te vayas.
SILVIA.-(Sorprendida y molesta) ¡Ah, ¿no?! ¿Y por qué?
PENELOPE.-(Se levanta y acude al sofá, sentándose al lado del hombre) En primer lugar, si deseas eso,
tendrás que soportar lo que yo haga. No estoy dispuesta aguantar tus tonterías, ¿está claro?
TONI.-¡No quiero que te vayas! ¡Pero déjanos vivir!
SILVIA.-¡Exacto! ¡Muy bien dicho! No me importa en absoluto el que seas mitológica ni que tengas poder. Lo
único que quiero, como acaba de decir muy bien mi marido, es que nos dejes vivir en paz,
¿está claro, tía?
TONI.-Silvia...
SILVIA.-(Sigue hablando a la butaca) Y, si te fueras, mucho mejor.
TONI.-Silvia...
PENELOPE.-(Irónica) Queda graciosa la escena.
SILVIA.-No lo tomes a mal, pero creo que sobras en esta casa.
TONI.-(Enérgico) ¡Silvia! ¡Que ya no está ahí!
SILVIA.-¿Qué?
TONI.-Que ahora la tengo justo a mi lado.
SILVIA.-¿Ah, sí? (Corre presurosa a colocarse justo al lado contrario al que verdaderamente se encuentra
PENELOPE) ¡Escucha, preciosa...!
TONI.-¡A ese lado, no! ¡Al otro!
PENELOPE.-(Divertidamente, se pone de pie y huye hacia el mueble bar) ¡Muchas gracias, hombre! ¡No sé
por qué se lo has dicho! ¿No ves que ésta es capaz de pegarme?
SILVIA.-¡Sabes que la cosa ya se pasa, y...!
TONI.-Ya no está.
SILVIA.-¿Qué?
TONI.-Que ya no está ahí. Que se ha esfumado.
SILVIA.-Pero, ¿esta tía que se cree? ¿No puede estarse quieta cinco segundos?
TONI.-Silvia...
SILVIA.-¿No me dirás que vuelve a estar en otro lugar?
TONI.-(Muy tranquilo, incluso bastante divertido con la situación) Pues sí: lo está.
SILVIA.-¿Y dónde se encuentra ahora?
TONI.-(Señala) Allí.
PENELOPE.-¿Es que no voy a poder ni moverme? ¡Tú tampoco ayudas nada, tío!
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SILVIA.-(Fastidiada) Escucha, Penélope o como te llames: Estés donde estés, óyeme. No sé el motivo que te
ha conducido a esta casa. Desconozco la causa por la que dice mi marido que ha sido él, al
llamarte mentalmente. Pero lo que quiero es rogarte que por fin nos dejes en paz a los dos. En
una palabra: ¡vete ya de una vez!
PENELOPE.-Pues no sabes cuánto lo lamento. Ha de ser él quien me lo pida.
TONI.-Escúchame, Silvia: lo que quieres no puede ser. Sólo lo puedo lograr yo, y la verdad es que por ahora no
estoy dispuesto a pedírselo.
PENELOPE.-¡Muy bien dicho!
SILVIA.-¿Y puedo saber el por qué?
TONI.-No; perdona, pero no puedes. Al menos, por ahora...
SILVIA.-¿Y es esa la confianza que tienes conmigo? ¿Tanta, que te impide ponerme al corriente de lo que
sucede?
TONI.-Lo lamento, Silvia.
SILVIA.-¿Tú imaginas lo que representa para mí saber que tengo una mujer en mi casa? ¿Conocer que en todo
momento ella va estar espiándome, pendiente de lo que yo haga?
PENELOPE.-¡Vaya tía! ¡Esta se piensa que voy a disfrutar de mirona!
TONI.-Tan sólo se quedará una corta temporada. Estrictamente lo que sea necesario.
SILVIA.-¿Necesario... para qué?
TONI.-No te lo puedo decir.
SILVIA.-Tengo la sensación de que me estás engañando.
TONI.-¿Engañando? ¿En qué sentido?
SILVIA.-Siento la misma impresión que sentiría si me plantases delante de los ojos la figura de una querida tuya.
TONI.-¡Qué barbaridad! ¡Penélope no es una mujer!
PENELOPE.-(Ofendida) ¡Oye, tú!
TONI.-(Se apresura a rectificar) Al menos, una mujer de carne y huesos.
PENELOPE.-A ver si todavía la jodes más.
SILVIA.-¡Pero está aquí!
TONI.-¡Sí, pero no pasará nada, ya verás!
SILVIA.-¿Y piensas que voy a sentir deseos de hacer el amor contigo, sabiendo que ella camina por la casa,
conforme le sale del forro de sus caprichos?
TONI.-Para que tú no muestres muchos deseos no precisas de su presencia en la casa, no sé si sabrás...
SILVIA.-¡Eres idiota! (Se pone de pie y camina nerviosa por escena) ¡Ya entiendes lo que quiero decir!
PENELOPE.-Y también yo le entiendo a él. Que le haces pasar un hambre, ¡que no veas!
TONI.-¡No digas eso, Penélope!
SILVIA.-¿Eh? ¿Qué ha dicho? ¿Qué ha dicho ahora?
TONI.-Nada.
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SILVIA.-¡Ah, no! ¡Seguro que ha soltado alguna de las de ella! ¡Una jilipollez como la copa de un pino!
PENELOPE.-¡Pero, bueno...! ¡Esta mujer tuya es de aúpa! ¿Quién le ha dicho que yo acostumbro a decir
semejantes cosas?
TONI.-(A PENELOPE) Tranquila... Y tú también, Silvia... Haz el favor de tranquilizarte. (Va junto a SILVIA.
Mientras tanto, PENELOPE se sienta en un sillón) Silvia, amor mío... La vida marchará
mucho mejor a partir de ahora, ya verás. Ella está aquí precisamente para que así suceda,
¿comprendes?
SILVIA.-¿Y por qué tiene que ir mejor? ¿Es que nos iba mal, acaso?
TONI.-Por Dios, Silvia... (A PENELOPE) Y perdona otra vez.
PENELOPE.-No, si a fuerza de oír ese nombre, ya empiezo a acostumbrarme.
TONI.-Silvia: No nos iba mal, pero podríamos haber sufrido algún tropiezo, es todo. Ahora, con ella aquí, ese
tropiezo no existirá.
SE PRODUCE UNA LARGA PAUSA.
SILVIA CAMINA PENSATIVA HACIA EL SOFA, SIENDO OBSERVADA POR SU MARIDO. AL
LLEGAR AL MUEBLE, SE SIENTA, SIN ABANDONAR
SU MIRADA
PUESTA EN EL SUELO..
PENELOPE.-Ahora te pedirá que me despidas de esta casa.
SILVIA.-¡Dile que se vaya!
PENELOPE.-¿Lo ves? Nunca falla.
TONI.-(Acude al sofá) ¿Qué has dicho, Silvia?
SILVIA.-Lo has oído perfectamente. No quiero que continúe aquí.
TONI.-Silvia, amor mío... ¿Y si te dijera que aunque quiera, no puedo hacer lo que me pides?
SILVIA.-¡Haz que se vaya. Toni! ¡O ella, o yo!
TONI.-Pero, ¿qué dices? ¡Es ridículo!
PENELOPE.-Más pronto o más tarde tenía que suceder... Siempre acaba por ocurrir lo mismo.
SILVIA.-No es ridículo, Toni, sino necesario. No existe otro camino.
TONI.-Estás refiriéndote a ella, como si realmente se tratase de una amante.
PENELOPE.-Cosa que, dicha de paso, no me desagradaría en absoluto.
TONI.-No me negarás, Silvia, que eso que estás diciendo es un colosal absurdo...
SILVIA.-¿Un absurdo? ¿Y ella? ¿Por qué no le preguntas a ella? A ver lo que responde.
PENELOPE.-Puedes decirle que ahora está dando la peculiar imagen de mujer española: celosa y malpensada,
la mires por donde la mires. Y puedes añadir que ésta que tanto le molesta, no pretende otra
cosa que vuestra felicidad. Y que como vuestra felicidad pasa primeramente porque ella se
encuentre también feliz, y siendo su deseo el que ésta se las pire, ésta lo va a hacer. (Se pone
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en pie) Me voy.
TONI.-Eso ocurrirá cuando yo te lo pida, ¿no? (Camina en dirección a la otra)
SILVIA.-¿Qué demonios dice ésa ahora?
PENELOPE.-Me lo pidas o no, conozco el camino a seguir. Además, mira: (Saca una agenda y la abre,
mostrándosela a TONI) ¡Observa la cantidad de casas en que me esperan por riguroso turno!
¿Por rigurosísimo turno de demanda! ¿Entiendes?
SILVIA.-¿Puedo saber lo que pasa?
TONI.-Déjame, Silvia; a ver cómo soluciono esto.
SILVIA.-(Se levanta, enfadada, y se une al grupo) ¡No tienes nada que solucionar! ¡O ella o yo! ¡Decide!
PENELOPE.-¡Decide tú, Toni! Yo ya lo he hecho: ¡Me voy!
TONI.-¡Pero, mujer...!
PENELOPE.-¡Mira la agenda! ¡Tengo más casos por resolver!
SILVIA.-¿Qué dice? ¿Se va o qué?
TONI.-(Vencido, desarmado, vuelve a la butaca y se sienta) Se va.
PENELOPE.-(Se le acerca y comienza a acariciarle el cabello) La fidelidad puede ser eterna, Toni. Yo no
hago ninguna falta para que exista realmente. Penélope es una luz, un interruptor, si quieres,
que accionándolo, permite que penetre el rayo de vida y de paz en los corazones donde pueda
faltar en mayor o menor cantidad. Esa es la misión que Zeus me tiene encomendada.
SILVIA.-(Se sienta en la otra butaca) ¿Ya se ha ido?
PENELOPE.-Lamento lo que voy a hacer, Toni, pero es necesario. (Vuelve a chasquear los dedos) Acabo de
detener de nuevo la marcha de la vida. De no haberlo hecho así, tu mujer no nos hubiera
dejado tranquilos.
TONI.-Entiendo. (Transición) ¿Me estabas diciendo...?
PENELOPE.-(Camina por escena) Tú me hiciste venir, debido a tu deseo. Mi presencia te garantizaba esa
fidelidad que buscabas en ella. También la tuya hacia ella, es cierto. Pero, lo que quiero que
entiendas es que esa fidelidad puede existir sin la necesidad de encontrarme yo presente,
¿comprendes? Esa fidelidad debe de nacer y vivir aquí dentro de cada ser humano. (Señala el
corazón) Si así ocurre, si en el hogar matrimonial o de otro vínculo similar, por encima de todo
priva el amor, y en los corazones de quienes lo habitan, hay un pequeño rincón en donde
poder albergarse ésta que te habla, esa fidelidad triunfará por encima de todo. Se podría decir,
sin miedo al equívoco, que en esos corazones seguiría estando Penélope activa y viva.
(Pausa) Ahora ya sabéis de mi existencia. Antes de marcharme, volveré a hacer que marche
la vida otra vez. Y espero sinceramente que ninguno de los dos me tenga que llamar de nuevo.
Sería una maravillosa prueba de que todo marchaba a la perfección entre vosotros; conforme
quieres que marche. ¿Has entendido, Toni?
TONI.-Sí, creo que sí, pero querría...
PENELOPE.-(Le corta) ¡No! ¡No formules esa pregunta! ¿Qué más te da a ti? Es en el futuro en quien debes
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pensar. El pasado, ¿qué te puede importar? Tu paz interior será la que te otorgue la felicidad.
Sé feliz, Toni; de veras. Del mismo modo que yo lo fui, a pesar de conocer que mi Ulises obró
como le vino en gana , mientras me tuvo atada de pies y manos en casa, rodeada de
doncellas, tejiendo y tejiendo, sin cesar, para apartar de mí los malos pensamientos.
(Transición) Esa fue la vida de Penélope. ¿Qué me importaba lo que Ulises pudiera hacer? Lo
verdaderamente importante para mí fue lo que yo hice por él. Quiero decir, que el principal
valor de mi fidelidad estribó en cumplir todo aquello que él quiso que cumpliera, sin darle
mayor importancia al resto de suposiciones e intrigas, fueran ciertas o no, ¿entiendes? Fui una
esposa modelo. Por ello adquirí el símbolo que todavía sostengo: el de la fidelidad conyugal.
Por eso lo sigo defendiendo a capa y espada. Y eso es lo que también debes de hacer tú, Toni.
Ser para Silvia aquello que ella espera que seas. Adiós a Lola, ¿recuerdas? Pero para siempre,
Toni, para siempre... Tu vida, tu misión en la misma, responde a un solo nombre: Silvia.
Cumple con tu misión, Toni. ¡Cúmplela, por Zeus!
TONI.-Sabes muy bien que estoy dispuesto a ello, y que lo haré. Lola irá separándose de mí. De hecho, por mi
parte, ya he dado el primer paso. Pero, ¿y Silvia? ¿Hará lo mismo con Enrique, si es cierto lo
que sospecho?
PENELOPE.-Esa será su misión; no la tuya. Si me busca un huequecito en su corazón, seguiré estando en él.
TONI.-Lo que significa que entre ella y Enrique...
PENELOPE.-¡No significa nada! ¡No te angusties más! ¡Debes de hacerlo! Mira: ya te lo he dicho, pero volveré a
decírtelo otra vez. Ulises era Ulises y yo era yo. El pudo hacer lo que quiso, pero yo nada más
me preocupé de realizar aquello que él deseaba que hiciese.
TONI.-¿Y no te dolió lo que él...?
PENELOPE.-(Cortándole nuevamente) ¡Nada! Me dolía si no podía darle gusto a sus
deseos. Y es como debes de hacer tú.
TONI.-Pero, ¿y si ella me engaña?
PENELOPE.-¡Olvídalo! Y emprende un nuevo camino, pero siendo ella tal y como espera que seas. Tú ya me
tienes en tu corazón. A todo caso, solo me falta estar en el de ella, si es que no lo estoy aun. Y
tú puedes hacer que esté también.
TONI.-(Pausa)En tal caso, ¿te vas ya?
PENELOPE.-Sí. Me están esperando.
TONI.-(Se levanta y va junto a ella)¿Volverás si te llamo alguna vez?
PENELOPE.-Espero encontrarme entre vosotros, sin que me tengas que invitar a venir. (Dirige una mirada a
su entorno, mientras comienza a caminar hacia el foro) Adiós, Toni. (Le ofrece su mano)
TONI.-¿No me vas a dar ni siquiera un beso de despedida?
PENELOPE.-No. Recuerda: Soy el símbolo de la fidelidad. No debo hacer lo que me pides.
TONI.-¿Aun le eres fiel a Ulises?
PENELOPE.-Eternamente lo seré.
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TONI.-(Le da la mano) Envidio tu fuerza de voluntad. Y la suerte de ese bribón de Ulises. Y, perdona...
PENELOPE.-(Ríe) No, si tienes toda la razón del mundo, Es un bribón, ¡y de qué manera! Pero yo no debo
pensar en ese punto. (De repente, recuerda algo) ¡Ah! ¡Espera! ¡Se me olvidaba! ¡Que vuelva
a marchar la vida humana! (Chasquea los dedos) Ahora, adiós, Toni...
TONI.-Hasta siempre, Penélope... (Mutis de ella, por el foro)
SILVIA.-(Que ha vuelto a la realidad, coincidiendo con el mutis de PENELOPE. Lógicamente, no se ha
apercibido de la circunstancia.) ¿Ya se ha ido?
TONI.-Ya.
SILVIA.-Lo celebro. Y no sabes cuánto, Toni. No hubiera podido aguantar un minuto más con esa mujer en esta
casa.
TONI.-(Entra, junto a ella, dirigiéndose hacia el centro del salón) ¿Por qué no te arreglas un poco?
Podríamos salir, a dar una vuelta por ahí...
SILVIA.-He de fregar aún...
TONI.-¿Qué importa? A la noche lo harás, ¿no?
SILVIA.-No, Toni. Lo haré ahora. Además, no me apetece salir, perdona...
TONI.-Ya...
SILVIA.-No te sabrá mal, ¿verdad?
TONI.-No, claro que no. Tal vez, otro día, ¿no?
SILVIA.-Tienes razón. Otro día... (Transición) No hemos hablado todavía de lo que hoy ha ocurrido aquí. Me
refiero a Amparo y Enrique. ¿Qué opinas de su reacción?
TONI.-No quiero opinar de ese tema, dispénsame...
SILVIA.-Te entiendo.
TONI.-Puede que nosotros, en su caso, hubiéramos obrado igual, no sé... Pero la cuestión es que, aunque
hubiera sido una broma nuestra, su reacción ha resultado inesperada.
SILVIA.-Ese Enrique siempre fue un completo imbécil.
TONI.-(Sorprendido) ¿Has dicho... imbécil?
SILVIA.-Y no quito una letra. (Se sienta al lado) Del mismo modo que se lo dices a mis amigas, reconozco que
en el caso de este tío, no hay mejor calificativo que ese: imbécil. Y creído a la vez. ¡No sabes
lo que me revienta que te gane al ajedrez!
TONI.-(Insinuante) Por regla general, en ese juego siempre gana quien sabe manejar mejor las piezas en el
tablero. Una mala apertura suele desembocar casi siempre en la posterior e inevitable muerte.
SILVIA.-De todas formas es un imbécil.
TONI.-Me sorprende que pienses así de él. Creí que no te caía mal...
SILVIA.-Una tiene educación y debe disimular algunas veces, pero... ¡es un completo fantasma!
TONI.-(Respira, comprendiendo que quizá sus pensamientos pueden estar equivocados) Es decir, en una
palabra, que no te acostarías con él, ¿verdad?
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SILVIA.-¡Vaya tontería! ¿Y a qué viene eso ahora?
TONI.-No, nada. Lo que tú has dicho: Una tontería.
SILVIA.-De cualquier forma, te diré que un tío tan pedante como él me remueve las entrañas. No, Toni, no.
Enrique no es mi modelo preferido.
TONI.-¿Significa eso... que lo soy yo?
SILVIA.-¡Cómo te gusta que te regalen los oídos! Pues sí, hombre, sí. Sabes de sobra que lo has sido siempre.
TONI.-Tienes razón. Siempre lo he sabido.
SILVIA.-¡Eres un tonto presumido! No cabe duda de que careces de abuela.
TONI.-(Sonríe) Es cierto; nunca las conocí. Ni a una ni a otra. Esa es mi mayor desgracia.
SILVIA.-O, es posible que sea tu auténtica suerte, tal vez...
TONI.-(La rodea con su brazo por encima de los hombros) ¡Vamos, cariño! ¿Por qué no te arreglas un poco
y salimos? Necesito tomar un poco el aire.
SILVIA.-No, Toni; lo lamento. Ya te lo he dicho: No tengo ganas. Pero puedes irte tú, si quieres...
TONI.-Pues, mira, sí, lo voy a hacer. He tenido un día demasiado mareado y preciso esclarecer un poco mis
pensamientos.
SILVIA.-Está bien. Aquí te esperaré.
TONI.-Perfecto. (Le da un beso en la frente) Daré una vuelta por el centro y volveré. No tardaré, cariño.
SILVIA.-Como quieras. Adiós. (TONI hace mutis por el foro. SILVIA arregla algún detalle de la escena, y
después se dirige a la derecha, con intención de hacer mutis. Mas, cuando está a punto
de hacerlo, vuelve a estremecerse toda ella, a causa de un nuevo escalofrío) ¡Jesús! ¡Un
escalofrío! ¡No! ¡No será posible! (Va hacia la izquierda) ¿Todavía se encuentra aquí? (Ahora
se encamina hacia el foro) ¡Maldita sea! ¿Aun estará en casa esa pécora? (Mira a un lado y
a otro. Finalmente, se fija en un lugar imaginario de la llamada cuarta pared, o sea, la
corbata del escenario. Sonríe y se dirige hacia ella) ¡Ah, no! ¡Ahora está claro! Es esa
ventana, que se encuentra entreabierta. (Simula cerrarla) ¡Así! ¡Así está mucho mejor! ¡Tiene
gracia! Seguro que todos los escalofríos sentidos esta tarda han sido debidos a esta ventana.
¡Seguro que ha sido eso! (Piensa) Mira que si lo de la tal Penélope sólo ha sido una broma de
Toni... ¡En fin, no lo sé, pero es lo mismo! ¡Animo, Silvia! ¡A fregar tocan! (Camina hacia la
derecha, pero se detiene repentinamente) Si todo ha sido idea de Toni, hay que reconocerle
el mérito. ¡Es un excelente actor, sin duda! (Ríe) ¡Penélope! ¡Tiene gracia! ¡El símbolo de la
fidelidad conyugal! ¡Tiene muchísima gracia! (Y riendo con ganas, termina de hacer mutis
por la derecha)
CON EL MUTIS, SE PRODUCE UNA BAJADA DE LUZ, Y CASI EN
TOTAL PENUMBRA, SIMULA TRANSCURRIR UN ESPACIO DE TIEMPO.
NO MUCHO.: SOLO UNOS DIAS. CUANDO VUELVE
LA LUZ A
LLENAR EL ESCENARIO,
VISTIENDO
ENTRA POR EL FORO,
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UNIFORME DE PILOTO DE AVIACION CIVIL,
TONI. SE QUITA LA
GORRA, ECHANDOLA SOBRE UN SILLON. DESPUÉS, LLAMA A SU
MUJER..
TONI.-¡Silvia! ¡Ya estoy en casa! Se ha suspendido el vuelo, ¿sabes? (Levanta un poco más el volumen de su
voz) ¡Silvia! ¿Estás en casa o no?
SILVIA.-(Se oye su voz desde dentro) ¡Sí! ¡Sí que estoy! ¡Espera un momento, que salgo en seguida!
TONI.-Tranquila. Es que debido al mal tiempo, nos hemos visto obligados a no realizar el viaje hasta mañana.
(Pausa) No sé qué me ocurre, que estoy desecho. Cuando sucede una cosa de éstas,
siempre me altero los nervios, cosa mala...
SILVIA.-Está bien, amor... Ya salgo...
TONI.-Vale, vale... (De repente, recuerda algo, mete la mano en el bolsillo de la chaqueta del uniforme, y
saca un sobre. De dentro del mismo, extrae una carta. Simula leerla, oyéndose al mismo
tiempo la voz "en off" de la autora de la misiva, que no es otra, como en seguida se
apercibirá el espectador, que la mismísima LOLA).
LOLA("En off") ¿Se puede saber qué demonios ocurre? Hace varios días que no sé qué es de ti. Necesito verte.
Tienes que hacer los posibles por que esto sea así. ¿O es que ya no soy la que era para ti?
¿No represento nada en tu vida? Contéstame pronto. No aguanto más el que me tengas en
esta increíble situación. No está nada bien lo que estás haciendo conmigo. Quiero tu respuesta
rápida. No aguanto más, repito. Lola. (Vuelve a guardar la carta, sacando otra del bolsillo
contrario, y repitiendo la operación anterior. Simula leerla, pero esta vez, la voz "en off"
que se escucha es la propia de TONI)
TONI("En off") Lamento no haberme puesto en contacto contigo con anterioridad. Han surgido problemas.
Sinceramente, Lola; pienso que deberíamos dejar lo nuestro, porque las cosas ya no son como
antes. Estamos los dos casados y... ¡en fin!, creo que nuestras familias son lo primero, ¿no
crees? Tampoco se merecen lo que les estábamos haciendo, ¿no piensas igual? Por favor,
Lola: acepta las cosas como son. Sé que es muy duro, sí, pero será lo mejor. A pesar de todo,
pienso que la amistad nunca debemos perderla, ¿verdad? Perdona por todo, Lola. Un beso.
Toni. (Guarda la carta al mismo tiempo que entra por la izquierda SILVIA, luciendo un
cómodo pijama)
SILVIA.-Ya me tienes aquí.
TONI.-(Se levanta y va a reunirse con ella. Se besan) ¡Hola, cariño!
SILVIA.-¿Qué ha pasado? El mal tiempo, ¿decías?
TONI.-Como tantas otras veces. La información meteorológica así lo ha aconsejado. ¿Y tú? ¿Qué haces en
pijama?
SILVIA.-Aún me encontraba en la cama. No estoy demasiado bien, ¿sabes?
TONI.-¿Qué te sucede?
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SILVIA.-¡Bah! ¡Tonterías, como siempre! Un poco de jaqueca y nada más.
TONI.Ven. Sentémonos ahí. (Van al sofá y se sientan) Seguramente será cosa del tiempo también.
SILVIA.-¿Lo de mi jaqueca? Pues, sí, es muy posible. (Transición) Bésame, Toni.
TONI.-(Un tanto sorprendido) ¿Cómo dices?
SILVIA.-Que me beses.
TONI.-Claro, mujer... (Lo hace, y al mismo tiempo, asoma su cabeza por la izquierda ENRIQUE, que mira
al sofá, temeroso de ser descubierto por TONI. Pero como el beso resulta demasiado
corto, ha de volverse a esconder)
SILVIA.-Bésame otra vez, Toni. Más, mucho más, ¿quieres?
TONI.-Sí, mujer, pero, ¿qué te pasa?
SILVIA.-¡Que estoy superenamorada de ti! ¡Tú bésame! Quiero que sea un beso largo, apasionado...
¿comprendes?
TONI.-(Incrédulo) ¡Silvia! ¡Esto es una auténtica sorpresa! ¿Sabes el tiempo que hacía que no me lo pedías?
SILVIA.-¡Bésame y calla!
TONI.-¡Sí, cariño, como quieras! (Comienza a darle un nuevo beso. Lo suficientemente largo para que
ENRIQUE, muy en sigilo, camine de puntillas hacia la puerta del foro. Pero, cuando se
encuentra a un paso de ella, TONI da por finalizado el beso, por lo que ENRIQUE se
queda como una auténtica estatua sin ni siquiera pestañear) Creo que la suspensión del
vuelo de hoy ha sido lo mejor que me ha sucedido en estos últimos tiempos.
SILVIA.-¡No dejes de besarme, Toni!
TONI.-¡Como tú quieras! (Y nuevamente se vuelven a unir en un beso apasionado, mientras SILVIA, como
buenamente puede, hace señas a ENRIQUE para que desaparezca de una vez por todas,
cosa que éste por fin consigue hacer. Cuando ella supone que ha tenido suficiente
tiempo, se retira del beso)
SILVIA.-(Se levanta y mira hacia el foro, para tranquilizarse por la no presencia de ENRIQUE) ¿Sabes una
cosa, toni? Te amo. ¡Estoy locamente enamorada de ti! Creo que como nunca.
TONI.-(Se levanta también y va a rodearla con sus brazos) Y yo también, Silvia. Te quiero como nunca lo
hice antes. (Intenta besarla otra vez, pero ella se separa)
SILVIA.-¿Te preparo café?
TONI.-Excelente idea. (SILVIA cruza hacia la derecha) ¡Ah, una cosa, Silvia!
SILVIA.-(Se vuelve) ¿Sí?
TONI.-Voy a tomar unas cortas vacaciones. (Se sienta en el sofá) ¿Te gustaría realizar un viaje?
SILVIA.-(Que no lo esperaba) ¿Cómo? ¿Un viaje? No sé... Tendremos que pensarlo un poco despacio, ¿no?
TONI.-¿Por qué? ¿Qué pega existe? Estamos mejor que nunca, ¿no es así?
SILVIA.-¿Económicamente, te refieres?
TONI.-No; me refiero a lo otro... A nuestro amor...
SILVIA.-Ya...
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TONI.-¿No es cierto, acaso?
SILVIA.-Sí, Toni; es cierto.
TONI.-¿Y conoces la causa?
SILVIA.-Será porque vamos haciéndonos mayores, ¿no?
TONI.-No, Silvia. Es debido a otra causa: Todo es por ella.
SILVIA.-¿Tú crees?
TONI.-Sí, Silvia. Sólo tienes que dar un vistazo a nuestra situación. Nos amamos más que antes. Y la fuerza de
ese amor nos trae consigo el aumento de nuestra recíproca fidelidad, ¿verdad?
SILVIA.-¿Qué quieres decir? Yo siempre te he sido fiel.
TONI.-Lo sé, lo sé, amor mío... Igual que yo a ti, pero... Ahora ya nadie podrá romper nuestra fidelidad, porque
Penélope aun nos acompaña...
AL DECIR ESTA FRASE,
TONI QUEDA MIRANDO COMPLACIDO AL SUELO,
SONRIENDO, AL TIEMPO QUE
SILVIA,CON CARA DE DISGUSTO, LE
DEDICA, SIN QUE EL SE ENTERE, UN SUGERENTE
"CORTE DE
MANGAS". Y EN ESTA SITUACION, VA CAYENDO LENTAMENTE EL
T E L O N
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