RESPONSABILIDAD DEL ESTADO - Teoría del riesgo excepcional

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RESPONSABILIDAD DEL ESTADO - Teoría del riesgo excepcional / REDES
DE ENERGIA ELECTRICA - Conexión instalaciones fraudulentas / CULPA
EXCLUSIVA DE LA VICTIMA - Nadie puede alegar su propia culpa en su
beneficio / CULPA EXCLUSIVA DE LA VICTIMA - Creación del riesgo por
parte de los padres
Los aquí demandantes, directamente o a través de otros, permitieron hacer o
hicieron esas conexiones fraudulentas de energía, para incurrir de esa manera en
un hecho ilícito, como en efecto lo es el aprovechamiento ilegal del servicio público
de energía eléctrica, creando, además, ellos mismos, un riesgo que finalmente se
concretó en la muerte del menor. Es un principio conocido dentro de nuestro
ordenamiento jurídico que aquel que comete un acto ilícito no puede obtener
provecho de éste; en el sub - lite la parte actora no solamente realizó directamente
o a través de otros una conducta ilícita como lo es el hurto de redes de energía
eléctrica a través de instalaciones fraudulentas, sino que luego cuando se produce
el deceso del menor pretende la indemnización del daño, el cual, se repite, se
concretó en razón del riesgo patrocinado o creado para el menor y para ellos
mismos, por los propios demandantes. Para la Sala resulta inaceptable y
éticamente cuestionable prohijar que el hecho ilícito, irregular o ilegítimo, como es
la utilización de la energía eléctrica sin autorización y asesoría de la empresa
prestadora del servicio, se convierta en una fuente de enriquecimiento; o que los
daños resultantes de comportamientos ilegales de los reclamantes, inviertan su
carácter reparador o resarcitorio para tornarse en el origen de un indebido, y
censurable enriquecimiento. Mal podría patrocinar la Sala este tipo de
comportamiento ilegal, so pena de resultar, en últimas, indemnizando los daños
generados en conductas contrarias a la ley, como la referida en este proceso, por
cuanto lo ilícito, lo ilegítimo, lo irregular, no constituye, ni puede ser fuente de
enriquecimiento indebido. En las condiciones relacionadas, estima la Sala que en
el sub - lite obró un factor que rompió el nexo causal existente entre el pretendido
comportamiento omisivo de la administración y sus consecuencias dañosas, esto
es, la culpa exclusiva de la víctima. A tal conclusión se llega por la creación del
riesgo por parte de los padres al ejecutar una actividad ilícita, como lo es el hurto
de energía eléctrica, a través de la conexión fraudulenta de redes que por
encontrarse cercanas al techo de zinc del inmueble donde sucedieron los hechos,
no sólo energizaron dicho techo, sino también el alambre con el que se electrocutó
el menor, el cual se encontraba situado en el patio donde jugaba el menor con
otros niños. Es principio de derecho universalmente conocido, que no será oído
en juicio aquél que alegue su propia culpa en su favor, por lo cual, los aquí
demandantes no pueden pretender imputarle a la administración un daño que sólo
ellos causaron, por acción u omisión, con su propia conducta delictuosa.
NOTA DE RELATORIA: Consultar sentencias de 2 de febrero de 1984, Exp.
2744, Ponente: Dr. EDUARDO SUESCUN; sentencia de 8 de mayo de 1984, Exp.
2846, Ponente: Dr. EDUARDO SUESCUN.
CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
- SECCION TERCERA CONSEJERO PONENTE : GERMAN RODRIGUEZ VILLAMIZAR
Santafé de Bogotá, D.C., Veintiuno (21) de Octubre de mil novecientos noventa y
nueve (1999).
Radicación número : 11815 - INDEMNIZATORIO
ACTOR :
DEMANDADA :
LUIS ADOLFO PEREZ RAVELO Y OTROS
EMPRESA DE ENERGIA ELECTRICA DE BOGOTA
Conoce la Sala del recurso de apelación interpuesto por la parte
actora contra la sentencia proferida el 30 de noviembre de 1995 por la Sección
Tercera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, mediante la cual se
denegaron las súplicas de la demanda.
I.- ANTECEDENTES PROCESALES
1.- La demanda.
Mediante escrito presentado el 14 de junio de 1991 ante el
Tribunal Administrativo de Cundinamarca, los señores Luis Adolfo Pérez Ravelo y
Sildana del Carmen Díaz de Pérez, en nombre propio y en representación de sus
hijos menores Juan Carlos, Anyela y Sandra Dorisa Pérez Díaz y la señora Dora
Inés Pérez Díaz, presentaron demanda de reparación directa para que se
declarara la responsabilidad de la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá por la
muerte del menor Julio Alisandre Pérez Díaz, ocurrida el 16 de abril de 1990 y se
condenara al pago de los perjuicios morales causados.
Sostienen los actores que la muerte de Julio Alisandre, se produjo
por falla del servicio público a cargo de la Empresa de Energía Eléctrica de
Bogotá, derivada del descuidado manejo y mantenimiento de las redes de
conducción de energía eléctrica, que incumben a la demandada.
De otro lado, afirman que la actividad de conducción de energía
eléctrica implica un riesgo excepcional y que “Sin las instalaciones del ente
público demandado, hechas para dar luz a Bogotá, no se hubiera producido la
muerte del niño Julio Alexander (sic) Pérez Díaz” (fl. 5 c.p.).
2. Los hechos.
En síntesis, se narran los siguientes:
2.1 El inmueble situado en la transversal 18 D Bis número 67 B 41
sur, de la nomenclatura urbana de Santafé de Bogotá, se hallaba conectado a la
red de suministro de energía eléctrica de la ciudad, a través de una instalación
fraudulenta, vale decir, sin conocimiento ni autorización de la Empresa de Energía
Eléctrica de Bogotá.
2.2 El cable que subrepticiamente se colocó en dicho inmueble,
rozaba el techo de zinc de la casa y debido a su deterioro, “energizó” el citado
techo y consecuencialmente los alambres que tenían contacto con él.
2.3 El 16 de abril de 1990, el niño Julio Alexander Pérez Díaz,
murió electrocutado al hacer contacto con un alambre de púas adherido al techo
de la mencionada vivienda.
3. Actuación de la entidad demandada.
La Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá, se opuso a las
pretensiones de la demanda, alegando la inexistencia de la falla del servicio, el
hecho de un tercero y la falta de vigilancia y cuidado de los responsables del
menor.
Adujo que la empresa “no ha instalado ni mucho menos homologado
la acometida que suministra energía” al inmueble donde ocurrieron los hechos y
que, por tanto, éstos fueron ocasionados por una acometida fraudulenta y no por
la actividad de la entidad demandada.
Argumentó, de otra parte, que la responsabilidad por la muerte de
Julio Alisandre Pérez Díaz, recae exclusivamente en la persona que instaló la
acometida fraudulenta sin la observancia de las disposiciones expedidas por la
Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá, de donde infiere que sí operó la causal
eximente de responsabilidad estatal consistente en el hecho exclusivo de un
tercero.
Por último, señaló que de los hechos de la demanda “se evidencia a
simple vista la falta de cuidado en la crianza del menor…” y que “la negligencia en
el cuidado del menor, manifestada en el abandono de la madre cuando ésta salía
a trabajar, dió lugar a la presente tragedia…” (fls 70 y 71 c.p.).
4. La sentencia apelada.
El a-quo desestimó las súplicas de la demanda, por cuanto consideró
que el hecho dañoso no le era imputable a la entidad demandada, en razón a que
para la fecha de los hechos (16 de julio de 1990), la entidad demandada no
suministraba energía eléctrica al inmueble en donde ocurrió la muerte del niño
Pérez Díaz, aparte de no haber recibido reporte alguno sobre el accidente, ni
adelantado investigación alguna al respecto.
Razonó el fallador en primera instancia, en el sentido de que los
habitantes del sector donde está ubicado el mencionado inmueble, habían
levantado los postes sin sujeción a las normas vigentes en la materia y que fueron
personas ajenas a la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá las que crearon la
situación de riesgo en la que pereció Julio Alisandre Pérez Díaz.
5.- La apelación.
La parte actora disiente del pronunciamiento del a-quo, por
considerar que la sentencia censurada radicó la responsabilidad en los
demandantes y en la víctima, quienes “nada tienen que ver con la transmisión de
energía ni con la vigilancia de las redes en esta ciudad…” (fl. 259 c.p.).
Sostiene que los particulares no tienen la capacidad legal,
económica, ni física, que les permitiera haber llevado el fluido eléctrico hasta la
vivienda en donde ocurrió el accidente, en tanto que la entidad demandada sí
realizaba efectivamente la actividad referida, y que, además, si existían
instalaciones clandestinas, era obligación de la empresa demandada ubicarlas y
desconectarlas inmediatamente.
Por último, precisa que no se dió ninguna causal de exoneración,
por cuanto la empresa demandada sí prestaba el servicio de conducción de
energía en todo el sector donde sucedieron los hechos que originaron este
proceso; que la entidad pública no demostró causal alguna de fuerza mayor y que
mal puede interpretarse el hecho de que un niño juegue en un patio, como una
conducta imprudente o negligente.
Solicita, por tanto, la revocatoria del fallo apelado para que, en su
lugar, se acceda a las pretensiones de la demanda.
6.- Alegatos de conclusión.
Ni las partes ni el Ministerio Público actuaron en esta etapa
procesal.
II. CONSIDERACIONES DE LA SALA:
Por las razones que pasan a exponerse la Sala confirmará el fallo
proferido por el a-quo.
1. Régimen de responsabilidad aplicable a los daños producidos
por redes eléctricas.
Dentro del proceso en comento, el menor Julio Alexander Pérez Díaz
murió electrocutado, dentro de las circunstancias ya señaladas por lo tanto resulta
necesario precisar el régimen de responsabilidad que orientará el presente asunto.
A nivel doctrinario y jurisprudencial ha sido admitida la aplicación de
la teoría del riesgo excepcional como fundamento de responsabilidad en el caso
de daños producidos por redes de energía eléctrica, a menos que dadas las
circunstancias fácticas de cada caso en concreto se este en presencia de una
falla probada del servicio.
Conviene recordar como el Consejo de Estado aplicó la teoría del
riesgo excepcional encuadrándola dentro del régimen de responsabilidad sin
falta. Al dejar de lado - que no absolutamente abandonadas - las normas del
Código Civil, fundamentó la responsabilidad extracontractual del Estado en la
Constitución Política, de manera especial en el título tercero que consagraba los
derechos civiles y garantías sociales del Estado de Derecho. En efecto en
providencia del 2 de febrero de 1984, expediente 2744, Consejero Ponente:
Doctor Eduardo Suescún, se expresó:
“Pero el que no haya existido falta no puede llevar al extremo de
dejar sin reparación el perjuicio causado, como lo hizo la sentencia
apelada. Si ocurrió el perjuicio y si está establecido además, que
su causa directa fué la caída de un cable de energía de la
administración, ésta debe responder: así lo indican el artículo 16
de la Constitución que establece como uno de los fundamentos
del Estado la protección de la vida, honra y bienes de los
asociados, así como el cumplimiento de los deberes sociales del
Estado; y el artículo 30 de la Constitución, que estatuye a la
propiedad como función social que implica obligaciones;
obligaciones que incluyen no sólo el deber de abstenerse de
causar daño sino también el deber de repararlo, cuando éste
llegue a producirse. Todo, sobre el principio de la igualdad de los
ciudadanos ante las cargas públicas, pilar insustituible de la
responsabilidad administrativa.”
“El caso en estudio corresponde precisamente a uno de los varios
eventos que comprende la responsabilidad sin falta, el
denominado por algunos expositores riesgo excepcional. Tiene
ocurrencia cuando el Estado, en desarrollo de una obra de servicio
público utiliza recursos … Si el riesgo llega a realizarse y
ocasiona un daño, sin culpa de la víctima, hay lugar a
responsabilidad de la administración, así no haya habido falta o
falla del servicio …”
“… El riesgo especial que obviamente implica la conducción de
energía, se produjo, con las consecuencias anotadas, sufridas por
un tercero. Debe concluirse por consiguiente que se configuran
aquí los supuestos de la responsabilidad sin falta del Estado,
condicionada en este caso por el riesgo excepcional y que por, lo
tanto, el actor tiene derecho a indemnización.”
Siguiendo la misma línea jurisprudencial, esta Corporación ha hecho
énfasis especial, el por qué el Estado debe responder, cuando a pesar de haber
prestado el servicio de energía con diligencia y cuidado, se creó un riesgo
excepcional. Así, en providencia 2846 del 8 de marzo de 1984 con ponencia del
Doctor Eduardo Suescún se consignó:
“… debe agregarse que, por otra parte, la verdadera causa del
hecho perjudicial quedó desconocida dentro del proceso. Por esto
último es preciso estudiar el presente caso no en el campo de la
responsabilidad por falla o falta del servicio, como
equivocadamente lo hizo el Tribunal, sino en el campo de la
responsabilidad sin falta por el riesgo excepcional …”
“Hay, en cambio, responsabilidad sin falta toda vez que el servicio
eléctrico oficial, al establecer la conducción de la energía en las
vías urbanas creó un riesgo excepcional para los asociados,
riesgo que a pesar de todas las previsiones llegó a ocurrir con las
consecuencias anotadas.”
Igualmente en fallo del 22 de agosto de 1989, Consejero Ponente:
Dr. Antonio José de Irisarri Restrepo se dijo:
“Y el tratamiento que la jurisprudencia ha dado a este tipo de
perjuicios, no es en materia alguna caprichoso, no obedece a
purismos académicos, sino que se ilustra en el principio de
equidad que busca dar solución a la reparación de perjuicios
ocasionados con la prestación del servicio público de energía, que
en las más de las veces, no encuentran en su origen falla del
servicio alguna.”
“Ello significa que, en múltiples ocasiones, el régimen de
responsabilidad administrativa fundado en la falla del servicio es
insuficiente para explicar la procedencia de la reparación de
perjuicios que, en términos de equidad, deben ser resarcidos no
con base en tal régimen como hizo el a-quo, sino con apoyo en la
teoría del riesgo excepcional como lo ha considerado la
jurisprudencia de la Corporación …”
Posteriormente, en sentencia del 22 de febrero de 1990, con
ponencia del mismo Consejero manifestó:
“Pero el hecho de no encontrarse claramente establecido el por
qué del accidente, no puede conllevar a dejar sin reparación a la
víctima, como lo sugiere la señora Fiscal cuando afirma que, “no
se pudo establecer en el presente caso, que los cables
conductores de la energía estuvieran en mal estado” (fl.162). Todo
lo contrario, dicha situación no es óbice para que, teniendo en
cuenta la teoría del riesgo, la responsabilidad de la entidad
demandada sea declarada en el presente proceso ya que,
precisamente, la teoría del riesgo es ajena a la noción de falla del
servicio, y se aplica en el ámbito de los perjuicios eléctricos, en los
cuales las más de las veces al azar y lo desconocido en el por qué
se producen los accidentes, están presentes.”
“Por lo anterior pues, considera la Sala que el estudio de la falla
del servicio es indiferente en el presente evento, y que la
responsabilidad de la entidad demandada debe ser con base en la
teoría del riesgo, como efectivamente se hará.”
Los antecedentes relacionados condujeron a la Sala a estudiar bajo
la óptica de la teoría del riesgo excepcional los daños provenientes de redes
eléctricas, considerando la conducción de energía eléctrica como una actividad
peligrosa en la cual se crea un riesgo excepcional, supuesto de responsabilidad
objetiva, que sólo libera a la administración, si ésta logra demostrar la fuerza
mayor, el hecho exclusivo de un tercero o la culpa exclusiva de la víctima (causa
extraña), como elementos destructores de la relación de causalidad entre el hecho
o la omisión y el daño ocasionado.
A nivel doctrinario y jurisprudencial se ha entendido este régimen
como fundamento de responsabilidad en cabeza del Estado cuando quiera que
éste compromete su responsabilidad en la construcción de una obra o la
prestación de un servicio, desarrollados en beneficio de la comunidad, con la
utilización de medios o recursos técnicos que colocan a las personas o a sus
patrimonios en situación de quedar expuestos a sufrir un “riesgo de naturaleza
excepcional que, dada su particular gravedad, excede notoriamente las cargas
que normalmente han de soportar los administrados como contrapartida de los
beneficios que derivan de la ejecución de la obra o de la prestación del servicio”.
Cabe recordar, así mismo, que cuando es ostensible la inadecuada
prestación del servicio de energía por parte de la entidad encargada, el régimen
de responsabilidad aplicable viene a ser el de la falla probada del servicio, en cuyo
caso la administración se exonera de toda responsabilidad, si acredita la
inexistencia de la pretendida falla, esto es, que su actuación fué oportuna, correcta
y eficiente.
2. La culpa de la víctima como causal excluyente de la
responsabilidad estatal.
Para efectos de decidir el caso examinado, conviene previamente
establecer si el comportamiento de la víctima fué causa única o concausa en la
producción del daño, o si, por el contrario, no fué relevante en el acaecimiento de
éste.
Cabe recordar que la culpa exclusiva de la víctima ha sido concebida
dentro del ámbito de la responsabilidad administrativa, como la violación de las
obligaciones a las cuales está sujeto el administrado, de tal forma que dicha
violación por parte de la víctima, puede conducir hacia una exoneración total o
parcial de la responsabilidad administrativa, de acuerdo con la trascendencia y
grado de participación del afectado o afectados en la producción del daño.
Ahora bien, esta Sala en reiteradas oportunidades ha señalado que
no toda conducta de la víctima se puede invocar como factor que destruya el
vínculo de causalidad existente entre el hecho y el daño. En efecto, para que la
culpa de la víctima exonere de responsabilidad a la administración, aquella debe
cumplir estos requisitos:
a) Una relación de causalidad entre el hecho de la víctima y el daño.
Si la culpa del afectado fué la causa única, exclusiva o determinante del daño, la
exoneración es total; si esa culpa no tuvo incidencia alguna en la producción del
evento perjudicial, se impondrá entonces la declaratoria de responsabilidad total
de la administración, a condición de que se configuren los restantes elementos
estructurales de esa responsabilidad, según el régimen aplicable a la actividad
administrativa, dentro de cuya órbita se produjo el hecho dañoso. Ahora bien, si la
actuación de la víctima fué una causa concurrente, se producirá una liberación
parcial, por la aplicación del principio de concausalidad y de reducción en la
apreciación del daño, previsto por el artículo 2357 del Código Civil.
b) El hecho de la víctima debe ser extraño y no imputable al ofensor.
Si el obrar de la víctima fué provocado, propiciado o impulsado por el ofensor de
tal manera que no le sea ajeno, no podrá exonerarse de responsabilidad la
administración.
c) Que el hecho de la víctima sea ilícito y culpable, características
indispensables y necesarias para que tal conducta configure un delito.
Con base entonces en lo anteriormente expuesto, la Sala procede a
analizar en concreto lo sucedido para determinar si obró o no la culpa exclusiva de
la víctima como eximente de responsabilidad.
3. El caso en concreto.
Dentro del proceso de la referencia se probó que no existía un
contrato de suministro de energía entre la Empresa de Energía de Bogotá E.E.B. y
la parte demandante (Comunicación No. 4412793 de agosto de 1993
Departamento de Facturación fl. 34 cdno 2). Por su parte, el reglamento de la
E.E.B. señala la necesidad de satisfacer determinados requisitos en las
construcciones, para efectos de proceder a la instalación del servicio de energía
eléctrica. Sin embargo, el inmueble donde ocurrieron los hechos, es decir, el
ubicado en la transversal 18D Bis No. 67B 41 Sur de Bogotá, se encuentra en una
zona de asentamiento subnormal, de donde resulta fácil concluir que éste no
contaba con lo exigido por la E.E.B. para la instalación de tales redes, conclusión
que cobra mayor respaldo al estar probada dentro del proceso la inexistencia del
contrato de suministro de energía entre las partes.
Lo expuesto conduce fácilmente a la Sala, a sostener que los aquí
demandantes, directamente o a través de otros, permitieron hacer o hicieron esas
conexiones fraudulentas de energía, para incurrir de esa manera en un hecho
ilícito, como en efecto lo es el aprovechamiento ilegal del servicio público de
energía eléctrica, creando, además, ellos mismos, un riesgo que finalmente se
concretó en la muerte del menor.
Es un principio conocido dentro de nuestro ordenamiento jurídico que
aquel que comete un acto ilícito no puede obtener provecho de éste; en el sub-lite
la parte actora no solamente realizó directamente o través de otros una conducta
ilícita como lo es el hurto de redes de energía eléctrica a través de instalaciones
fraudulentas, sino que luego cuando se produce el deceso del menor Julio
Alisandre Pérez Díaz pretende la indemnización del daño, el cual, se repite, se
concretó en razón del riesgo patrocinado o creado para el menor y para ellos
mismos, por los propios demandantes.
Es sabido que nadie puede alegar su propia culpa en su beneficio, ni
mucho menos para trasladársela a la administración, cuando es lo cierto, que por
parte del menor y de sus progenitores se incurrió en un protuberante error de
conducta, que bordea, además, las normas del Código Penal, al utilizar
clandestina e ilícitamente la energía eléctrica cuyos derechos no habían cancelado
conforme a la ley.
Para la Sala resulta inaceptable y éticamente cuestionable prohijar
que el hecho ilícito, irregular o ilegítimo, como es la utilización de la energía
eléctrica sin autorización y asesoría de la empresa prestadora del servicio, se
convierta en una fuente de enriquecimiento; o que los daños resultantes de
comportamientos ilegales de los reclamantes, inviertan su carácter reparador o
resarcitorio para tornarse en el origen de un indebido, y censurable
enriquecimiento. Mal podría patrocinar la Sala este tipo de comportamiento ilegal,
so pena de resultar, en últimas, indemnizando los daños generados en conductas
contrarias a la ley, como la referida en este proceso, por cuanto lo ilícito, lo
ilegítimo, lo irregular, no constituye, ni puede ser fuente de enriquecimiento
indebido.
En las condiciones relacionadas, estima la Sala que en el sub-lite
obró un factor que rompió el nexo causal existente entre el pretendido
comportamiento omisivo de la administración y sus consecuencias dañosas, esto
es, la culpa exclusiva de la víctima. Debe aclararse, sin embargo, que a tal
conclusión se llega pero no por las razones expuestas en la providencia
impugnada en cuanto se sostuvo que dicha causal eximente de responsabilidad
surgió porque los padres de la víctima no cuidaron debidamente a su hijo menor,
al permitirle jugar en el patio de la casa, razonamiento que resulta del todo
inadecuado, porque no se puede pretender que los padres prohiban a un hijo
menor, quien para la época de los hechos contaba con tan solo doce años de
edad, jugar en el patio de la casa, actividad ésta que hace parte de la naturaleza y
desarrollo armónico de cualquier niño, sino por la creación del riesgo por parte de
los padres al ejecutar una actividad ilícita, como lo es el hurto de energía eléctrica,
a través de la conexión fraudulenta de redes que por encontrarse cercanas al
techo de zinc del inmueble donde sucedieron los hechos, no sólo energizaron
dicho techo, sino también el alambre con el que se electrocutó el menor, el cual se
encontraba situado en el patio donde jugaba Julio Alisandre con otros niños.
Por otra parte, como los demandantes aducen que la Empresa de
Energía de Bogotá debe responder, por cuanto tal entidad estaba obligada a la
desconexión de las instalaciones fraudulentas de que tuviera conocimiento,
encuentra la Sala que el reglamento de la E.E.B. en su artículo 7º, preceptúa:
“Artículo 7º. Instalaciones no autorizadas por la Empresa.
“Cuando las instalaciones de un inmueble hayan sido conectadas
sin la autorización de la Empresa, ésta procederá de inmediato a
desconectarlas hasta que se cumplan los requisitos exigidos,
sancionará a la persona natural o jurídica responsable, si está
inscrita en la Empresa, y en los casos en que lo considere
pertinente presentará la correspondiente denuncia penal ante la
autoridad competente” (fl. 38 cdno 2).
Sobre el particular advierte la Sala que la empresa encargada del
suministro de energía estaba obligada a la pronta desconexión de la instalación
fraudulenta, no sólo porque así lo consagra el reglamento que regula el servicio,
sino porque, además, debe realizar tal desconexión para evitar los riesgos que así
se generan. Se ha de aplicar aquí el principio constitucional que impone al Estado
el deber de garantizar la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Pero, por otro
lado, mal podría desconocerse que paralelos a los deberes del Estado para con
los ciudadanos, éstos, a su vez, tienen obligaciones correlativas, que para el subjúdice se traducen en la obligación de los habitantes del barrio de poner
oportunamente en conocimiento de las autoridades competentes la conexión
ilegal, el acto ilícito, dado el peligro inminente que conllevaba el mismo.
También ha de observarse cómo el inmueble de la referencia se
encuentra ubicado en un asentamiento subnormal, en el cual, dadas las
circunstancias sociales y económicas suficientemente conocidas, de no mediar
queja acerca de este tipo de ilegítimas conexiones, resulta no solo difícil, sino casi
imposible para la entidad demandada, enterarse del hecho irregular y en
consecuencia proceder a la desconexión. Injusto e inequitativo resultaría
imputarle totalmente la responsabilidad a la demandada por omisiones sobre
aspectos que materialmente le resultaba casi imposible conocer.
Pero ha de advertirse que no sólo existe el deber de denunciar por
parte de toda persona que sepa de la comisión de un delito; sino que también
ningún particular puede hacer lo que en la ley está prohibido, y si lo hace deberá
asumir las consecuencias dañosas de sus actos ilegales, sin pretender excusarlos
en los deberes de los demás.
En efecto, es principio de derecho universalmente conocido, que no
será oído en juicio aquél que alegue su propia culpa en su favor, por lo cual, los
aquí demandantes no pueden pretender imputarle a la administración un daño que
sólo ellos causaron, por acción u omisión, con su propia conducta delictuosa.
Vienen a propósito, para el caso examinado el juicioso concepto del
profesor español Luis Martín Rebollo al referirse a los Nuevos Planteamientos en
Materia de Responsabilidad de las Administraciones Públicas[1]:
“”… la responsabilidad no soluciona todo, ni es ninguna
panacea. El ciudadano tiene derecho a pedirle al Estado lo que el
Estado tiene el deber de darle, y si éste no lo hace o no lo hace
bien, le asiste el derecho a reclamar y, en su caso, a ser
indemnizado. Pero sólo se puede pedir al Estado, es decir, a las
Administraciones Públicas en general, lo que el Estado está
obligado a dar. No más. Caeríamos si no en un paternalismo
trasnochado que conduce, al final, a la ausencia de lo que es
también la base del propio Estado: una sociedad civil fuerte,
responsable, consolidada y exigente. Una sociedad vertebrada.”
En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de
la República y por autoridad de la ley,
F A L L A:
Confírmase la sentencia impugnada, esto es, la proferida el 30 de
noviembre de 1.995 por la Sección Tercera del Tribunal Administrativo de
Cundinamarca.
COPIESE, NOTIFIQUESE y DEVUELVASE al Tribunal de origen.
GERMAN RODRIGUEZ VILLAMIZAR
Presidente de Sala
RICARDO HOYOS DUQUE
JESUS MARIA CARRILLO BALLESTEROS
ALIER EDUARDO HERNANDEZ ENRIQUEZ
[1]
Estudios sobre la Constitución Española. Tomo III. Editorial Civitas, pág. 2825.
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