Crónica. El Artico está desapareciendo

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viva
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Crónica. El Artico está desapareciendo aceleradamente
misión de Greenpeace, Viva viajó a Groenlandia y
hieloAr
-frio y caliente-
Un gran desprendimiento de un glaciar
flota y se deshace en el fiordo de
Sermilik, en el sudeste de Groenlandia.
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por el aumento de la temperatura global. Junto con una
constató de primera mano el retroceso de los glaciares.
diente
cambio climatico
El aumento de la temperatura por
causa de actividades humanas
empezó en 1880, pero se aceleró
desde 1970. Tiene impacto directo
en los polos y glaciares. Se debe a
la acumulación de gases efecto que
atrapan el calor en la atmósfera.
-60%
es la
reduccion de
la superficie
del hielo en
los ultimos
40 años
La nueva condición del Artico influye
en el clima en todo el planeta.
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Texto: Marina Aizen
([email protected]) / enviada
especial a Groenlandia fotos: Pedro
Armestre (www.calamar2.com)
A
pesar de su nombreescandinavo,
Lars Mikaelsen
es el típico inuit,
el aborigen del
Artico. Alto, de
ojos rasgados,
pómulos chatos, piel morena. Su porte masculino
se realza por el cuchillo que lleva de
rigor en la cintura. Con el viento frío
pegándole en el rostro con bigotes, es
impactante verlo conducir su lancha
entre enormes y sudorosos icebergs
con la rapidez y astucia de un James
Bond, o enfrentarse como un toro al
hielo cuando éste de repente le cierra
traicioneramente el paso en el mar.
En Groenlandia, el hombre es un espejo de su territorio, porque en esta
tierra yerma, donde no crecen ni un
árbol ni un fruto, hay que saber buscar el alimento para sobrevivir. No se
puede perder oportunidad para cazar
el animal que se llevará a la mesa, cuya piel servirá luego de abrigo contra
el frío polar. Así que, cuando ese mismo hombre sagaz, en cuya alma están
marcados a fuego las montañas y los
fiordos, no reconoce sus propias costas, significa que algo está pasando. Y
que esto no es nada auspicioso.
Pero el día en que Lars condujo a
nuestra expedición hasta una entrada
del casquete polar, sobre el fiordo de
Nagtivit, no podía identificar el paisaje
que tenía frente a sus ojos, a pesar de
que las coordenadas eran las correctas
y de que había transitado por ese mismo sitio tantas veces. El enorme frente
glaciar que bordeaba el mar como un
verdadero coloso se había esfumado
en un lapso de meses, dejando en su
lugar una playa de fango por la que era
difícil caminar sin hundir bastante los
pies. Esta no es una anécdota aislada:
es la nueva normalidad en Groenlandia, cuya geografía cambia día a día por
el aumento de la temperatura.
El calentamiento climático–producido por la acumulación de gases de
efecto invernadero en la atmósfera–
está provocando un doble fenómeno
en el Artico: el deshielo cada vez mayor
del mar, al punto que en pocas décadas
podría quedarse libre de él en los meses de verano, y la desaparición de las
masas congeladas en el territorio de
Groenlandia. Cuando se estudian los
grandes acontecimientos geológicos,
uno supone que transcurren en largos
períodos, cuya magnitud completa no
se puede registrar en el lapso de una
vida. Pero lo que está pasando en esta
zona del mundo, y que afectará a todos,
incluyéndonos a nosotros que vivimos
tan lejos, está ocurriendo en menos de
una generación, en tiempo real. Los
modelos de predicción de desaparición
de los hielos son disímiles respecto del
tiempo exacto que todo el proceso llevará, pero coinciden en que éste ocurrirá indefectiblemente si no dejamos
de lado la adicción a los combustibles
fósiles, que son –paradójicamente– el
motor de la economía mundial.
Viajamos a Groenlandia en julio con
la misión de Greenpeace, en el marco
de su campaña para que las Naciones
Unidas declaren el Artico santuario
protegido. Fueron cinco días intensos
en la zona sudeste de esta enorme isla,
que compartimos con los inuits. Ellos
no sólo nos llevaron a recorrer su monumental geografía –que estremece el
alma como nada que haya visto– sino
que nos alojaron en sus hogares. La expedición contó además con el liderazgo de un guía excepcional: el explorador español de desiertos polares José
Manuel Naranjo, el hombre de las mil
odiseas, entre ellas la de haber cruzado longitudinalmente Groenlandia en
tiempo récord, con un vehículo propulsado por cometas. Estuvo también
el cantante Alejandro Sanz, quien se
ofreció de voluntario para concientizar sobre los riesgos del cambio climático (ver entrevista en Clarín.com).
El grupo, en total 15 personas, se reunió en Reykjavik, la capital de Islandia, antes de partir a Kulusuk, nuestro
primer destino en Groenlandia. Lo primero que hizo José fue advertirnos de
los peligros de la expedición, como el de
caerse al agua, que puede ser fatal. “Nadie se ha muerto de calor en el Artico”,
fue la frase más célebre su sermón.
Dos horas de avión después de haber despegado de las costas islandesas, de por sí misteriosas, habíamos
llegado a la pequeña villa pesquera, de
menos de 300 habitantes, donde los
perros que se usan para los trineos se
ponen a aullar a coro, en un canto extraño parecido al viento. Las tumbas se
entremezclan con las casas de colores
enclavadas en las piedras, como si el
pasado y el presente fueran una misma cosa. Frente a la bahía, el mar está
repleto de pedazos de hielo, que son los
resabios del congelamiento del invier-
El Artico desaparece // La progresiva disminución del manto congelado marítimo, según los registros de la NASA.
1979
Primer registro
satelital
Tierra y mar,
unidos por
el hilo.
2012
Año caliente
Por el alto nivel de
deshielo, cruzaron
el Artico 49 barcos
comerciales, algo
inédito.
Polo norte
ISLANDIA
1980
RUSIA
Extensión del
hielo marino
en verano
GROENLANDIA
RUSIA
Océano
Artico
Mar de
Bering
EE. UU.
(Alaska)
CANADA
Mar de
Bering
no. Cuando la marea los junta, forman
un bloque inquietante que nuestros
inuits saben merodear con viveza.
Aunque Groenlandia es un protectorado de Dinamarca, y sus productos
alimenticios llegan a un único supermercado (dejando un tendal de basura
muy difícil de gestionar), la foca sigue
siendo el sustento básico de este pueblo, como la vaca en nuestras pampas
(también lo es, aunque en menor medida, la ballena). Lo primero que impacta es ver a la gente junto a los muelles
desollando el animal para hacer tasajo
con su carne rosada como un salmón y
conservar su cuero.
Los inuits no son esquimales. Los
eskimos son una tribu de Alaska, y su
nombre se traduce como “carne cruda”. En cambio, inuit quiere decir “ser
humano”. Y a nuestros anfitriones no
les gusta la confusión, como es natural.
Tampoco viven en iglús, una técnica
usada en el Artico canadiense. Habitan
casas perfectamente calefaccionadas y
decoradas con todo el kitsch de la casa
real danesa: tacitas de porcelana con la
cara de Margarita II junto a los viejos
retratos fuera de foco de los ancestros.
En un pueblo tan pequeño, obviamente, todos son parientes. Hay muchos
chicos y ancianos. Toda la generación
que va entre los 20 y los 40 parece estar
en otra parte.
Nuestro anfitrión en Kulusuk fue
Anta Tivek, con quien nos comunicábamos con algunos rudimentos de
inglés y palabras en kalaallisut recién
aprendidas como qujanaq (gracias),
illitaaq (de nada) y cosas por el estilo.
Su primo, Giorg, fue mi primer conductor de lancha –en esta parte del
mundo no hay calles, las avenidas son
-la inmensidadEnormes bloques de
hielo en el fiordo
de Sermilik.
EL DESHIELO
Marcada aceleración del descongelamiento a partir de la última década.
superficie
del hielo año por año
Millones
EN
MILLONES
DE KM2
2
de km
Polo norte
ISLANDIA
2012
Océano
Artico
1,5
(2008)
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Extensión del
hielo marino
en verano
GROENLANDIA
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1
EE. UU.
(Alaska)
CANADA
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el impacto
La suba de la temperatura está
amenazando el hábitat de la fauna
del Artico. Se han notado cambios
en el pelaje de las focas, que son
el sustento básico de los inuits. La
desaparición del hielo marítimo
significa una condena a muerte
para los osos polares.
2 DE 3
OSOS POLARES
PUEDEN DESAPARECER
PARA 2050
Al no tener dónde descansar en su
migración anual por comida, podrían
perecer por hambre o fatiga.
-faena-
La foca en Groenlandia es lo
que la vaca a las pampas. Sólo
que en el Artico hay que salir a
cazar para obtener el alimento.
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el fiordo lleno de estos enormes rascacielos congelados, Alejandro Sanz
reflexionaba sin perder su inspiración
poética: “Esto es tan bello... Y sin embargo, en el fondo, todos estos icebergs
yéndose hacia el mar son gritos de socorro de los glaciares”.
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-El pastel-
-en la soga-
La ley dice que hay que
matar al oso polar que
entre en un pueblo.
los fiordos– y el que nos llevó al primer
glaciar, el imponente Apusajik. Enseguida nos dijo que en los últimos años
este enorme río de hielo había retrocedido un kilómetro y medio, dejando
al descubierto una isla que nadie sabía
que existía. Un nuevo mapa.
El Artico enfría las corrientes marítimas y atmosféricas que vienen
calientes desde el ecuador, haciendo
posible la existencia del mundo tal y
como lo conocemos: el mundo al que
estábamos acostumbrados y que parecía inmutable. Un cambio en sus
condiciones climáticas, por lo tanto,
tiene consecuencias planetarias. Por
eso, ésta es la verdadera frontera del
calentamiento global, donde de alguna manera se decide nuestro futuro.
La gran masa de hielo devuelve al
espacio el 80 por ciento de la radiación
solar que se refleja en su superficie blanca, manteniendo el frío en el Polo Norte.
Cuando ésta desaparece, el mar oscuro
absorbe esta radiación, recalentándose.
Es obvio que un Artico sin hielo redundará en la suba del nivel del mar,
con el anegamiento de ciudades costeras y de naciones isleñas. El aumento de agua dulce cambiará además la
composición química de los océanos,
perturbando corrientes e intensifi-
cando fenómenos climáticos extremos –como huracanes y sequías– en
todos lados. Esto mismo repercutirá
también en la reproducción de microorganismos en los que está basada toda
la cadena trófica, lo que, por supuesto,
nos incluye como especie. Todos dependemos del océano.
En un año típico, la masa helada marítima se expande en invierno y se reduce en verano. Pero últimamente se
forma menos hielo en los períodos invernales, que están siendo más breves
–como aquí–, y se derrite mayor superficie que antes: se estima que perdió
casi un 75 por ciento de su volumen.
El achicamiento se acentuó a partir de
la década de los ‘90, coincidiendo con
la mayor acumulación de dióxido de
carbono en la atmósfera.
El panorama de los hielos continentales, como confirman los inuits, es
también alarmante. El satélite GRACE de la NASA detectó que se pierden
entre 150 y 250 kilómetros cúbicos de
hielo por año: un volumen tan grande
que es difícil de magnificar mentalmente. Los primeros en romperse son
los frentes glaciares, que tienen hasta
3 kilómetros de alto. Eso explica el tamaño de los icebergs, que recuerdan a
Manhattan. Por eso, mientras miraba
En el verano polar no hay noche. La luz
permanente hace perder la sensación
biológica del tiempo. El fenómeno tiene un beneficio extra: nunca es tarde
para empezar una nueva aventura,
para la que obligatoriamente hay que
surcar el mar en lancha y aguantarse
el viento penetrante y gélido. Nuestro
siguiente destino fue el pequeñísimo
asentamiento de Tinitequilaaq (180
habitantes), sobre el magnífico fiordo
de Sermilik, que es un espectáculo de
icebergs de todas las formas y tamaños, a los que naturalmente el cerebro
le busca un aspecto conocido, una historia posible. Tres glaciares alimentan
esas aguas; uno de ellos, el Fernis, tuvo un retroceso de 5 kilómetros en 60
años. Con el hielo de fondo, los niños
juegan al fútbol pasadas la medianoche en la única calle, con una pelota de
Winnie the Pooh de plástico. Cerca del
arco hay una piel de un oso polar colgando de una cuerda de secar la ropa.
Luego me encuentro con un enorme
retrato de Messi en mi habitación, confirmando la pasión global por el fútbol
y por nuestro jugador estrella.
Nuestro guía se ha propuesto que
nos compenetremos con el paisaje no
sólo desde el gran deleite estético de
la mirada, que es inmenso, sino desde
la satisfacción de haberlo conquistado con el cuerpo. Nos metemos en las
aguas del Artico con trajes de neoprene y subimos a pie la montaña, para
observar desde lo alto el casquete polar, que está brillando del otro lado del
fiordo. Para la excursión, José nos había advertido que lleváramos abrigo
extra, porque arriba estaría más frío,
pero resultó que, al final, hubo que
quedarse en remera por el calor. Pilar
Marcos, bióloga marina y coordinadora de la campaña del Artico de Greenpeace, sacó entonces un termómetro
del bolsillo y obtuvo una marca de 20
grados. Y eso que estábamos a muy pocos segundos de la latitud 66, el límite
del Círculo Polar. Luego supe que por
esos días, en Groenlandia se registró
una temperatura récord de 25.9 grados, lo que habrá sido una fiesta para
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-casquete polar-
Los hielos supuestamente perennes
de Groenlandia, hoy bajo la presión del
cambio climático y la contaminación.
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zona de riesgo
Groenlandia es hoy un protectorado
danés. El petróleo, la pesca y la
minería podrían ser fuentes de
financiamiento para una posible
independencia. Pero todo esto
profundizaría el daño ambiental.
13%
DE LAS
RESERVAS DE
PETROLEO DEL
MUNDO SE
ENCUENTRAN
EN EL ARTICO
Extraer crudo de estas aguas supone
un desafío mayor, con un gran
peligro de accidentes por el hielo.
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-dia de noche!Jugando al fútbol en
Kulusuk, pasada la
medianoche.
los mosquitos árticos, que pican con
furia como los del Chaco: lo juro.
El este de Groenlandia es la parte
más pobre de la isla (Nuuk, la capital,
queda en el oeste) y hay muchos asentamientos pesqueros abandonados,
con aire fantasmal. Quedan como testimonio de un rico pasado las tumbas,
las casas intactas, los libros tirados en
la escuela y, por supuesto, los dibujos
de los niños de las banderas blanca y
roja de la isla, siempre hecha de mayor
tamaño que la insignia danesa. Desde
1978, los habitantes del territorio se
gobiernan por sí mismos, dejando sólo
la defensa y las relaciones exteriores
en manos de Copenhague, lo que incluye el manejo de su posición estratégica en el poderoso club de naciones
del Artico: Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Noruega, Finlandia,
Suecia e Islandia. Como –eventualmente– el mar quedará descongelado
en verano, los intereses por reclamar
soberanía sobre este espacio en el que
hasta hace relativamente poco nadie
pensaba se han vuelto decisivos. En
esta zona se prepara una de las batallas
geopolíticas más complicadas del futuro próximo. El botín son inmensas
riquezas pesqueras ahora inexplotadas y petroleras. Se calcula que el 13
por ciento de las reservas mundiales
de crudo está bajo estas aguas frías.
“Lo que para el resto del mundo es un
desastre, para otros es un gran pastel”,
me dice Pilar. “Que el mar Artico esté
abierto el primer verano para una ruta
marítima es una desgracia mundial.
Tienen que escuchar a la ciudadanía”,
afirma. Por eso, la organización se propuso juntar 5 millones de firmas en 40
países para un petitorio que exige que
se proteja al Alto Artico de la pesca industrial y de la explotación petrolera.
-En blanco y negro-
Luego de una navegación entre icebergs
azules,llegamosalbordedelcasquetepolar –la parte blanca de los mapas–, donde
está la costa que Lars, el inuit, no lograba
reconocer. “Muy poca gente ha estado
aquí. Sólo los expedicionarios de los desiertos polares”, dijo José, y se me erizó
la piel. Nos colocamos los arneses, nos
ajustamos los crampones sobre las botas
de trekking, nos atamos entre todos con
sogas. Y salimos de la playa oscura para
adentrarnos en un mundo refulgente.
Cuando te quitabas los anteojos, sentías
la radiación como un fogonazo blanco
que encandilaba. Aunque aquí está el 10
por ciento de las reservas de agua dulce
del mundo, el casquete polar parece un
desierto de sal (de hecho, es posible tener
espejismos). El terreno está formado por
pedacitos de hielo. Hay montículos sobre la llanura, que de repente se hunde
en grietas cortantes de 800 metros. En
su superficie también se ven riachos. O se
escucha gotear como un cántaro desde
algún lugar subterráneo: es el hielo que
parece decir algo mientras pierde su estado de rigidez. Vemos –incluso– torrentosas cascadas dentro de las aberturas
profundas, como canillas abiertas.
Los glaciares son masas vivas que van
desplazándose hacia el mar. Sus lenguas espiraladas vomitan esos icebergs
magníficos que, de regreso, veremos flotando con el fondo de una enorme luna
llena roja, que salió y se puso enseguida.
Me habría encantado poder decir que se
trata de un mundo perfectamente blanco. Pero no. El hielo está sucio. Mientras
caminábamos por ahí produciendo una
melodía rítmica con los crampones, no
supe por qué. Me enteré después, hablando por Skype desde un café porteño
con Jason Box, una autoridad mundial
en los glaciares de Groenlandia. El me
explicó lo que es esa sustancia oscura,
que le da un gusto acre al agua helada,
un recuerdo maldito de nuestra civilización. Se trata de un resabio del mundo
industrial –el hollín de la combustión
de motores y las centrales eléctricas a
carbón–, más el residuo volátil de los
incendios forestales. Este compuesto
fertiliza con fósoforo las algas y bacterias que yacían inertes en el hielo. Al
proliferar, producen esta materia que
perfora la capa gélida como un taladro
cilíndrico. Box, al frente del proyecto
llamado Dark Snow, me explica que la
oscuridad de estas manchas concentra el calor de las radiaciones, retroalimentando positivamente el proceso
de deshielo. Estábamos tan lejos de todo y, sin embargo, era imposible eludir
el mundo al sur de nuestros pies.
Al salir del casquete polar, nos quedamos atrapados por un buen rato entre
el laberinto de grietas vibrantes, sin encontrar el camino de regreso. No fue la
última peripecia: luego, el hielo nos quiso cerrar el paso a Kulusuk, atraparnos
en el mar. Pero, así y todo, nos fuimos
de Groenlandia con el corazón partido.
Habiendo escuchado testimonios directos de la degradación de su geografía,
fue imposible no pensar en que hay un
componente de locura en todo esto. Fuimos testigos de primera mano del cambio climático. Ahora, ustedes tienen la
palabra. Y la acción.
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icEbergs,
esos
colosos
El mar calmo y repleto de colosos
de hielo. Este es el paisaje que
se observa durante horas de
navegación por el Artico. Estos
icebergs, particularmente,
provienen del fiordo de Nagtivit,
que bordea uno de los accesos al
casquete polar en el sudeste de
Groenlandia, y también del fiordo
de Sermilik, alimentado por tres
glaciares que han registrado un
notorio retroceso en los últimos
años. La vista cautivante nos
deja en silencio. La imagen de
abajo a la izquierda corresponde
a un frente glaciar antes de
romperse.
dia y luna
En el verano polar,
la noche dura un
suspiro. Pero es un
instante mágico,
irrepetible.
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