Vos sos el Dios de los pobres El lenguaje poético

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Vos sos el Dios de los pobres
El lenguaje poético-religioso de la Misa Campesina Nicaragüense
José Luis Olimón Nolasco
Uno de los ámbitos más discutidos en el filosofar acerca del lenguaje es el ámbito de lo sacro, de lo
otro, de la religión.
Como suele suceder en el filosofar, en relación con el lenguaje religioso se dan las más diversas
posturas. Entre ellas, se encuentran aquellas que le niegan cualquier tipo de sentido; las que
consideran que en ese ámbito solo caben el silencio y el lenguaje negativo; aquellas que
consideran que es posible decir algo al respecto si se utiliza el lenguaje simbólico o poético y las
que consideran que se puede utilizar incluso el lenguaje conceptual aunque sea utilizándolo en
sentido analógico porque, salvo contadas excepciones, hay un poco frecuente consenso en el
reconocimiento del lenguaje humano para hablar de todo aquello que trasciende la posibilidad de
objetivación.
Ahora bien, desde una postura que rechaza las dos posturas extremas ― aquella que sostiene que
ningún lenguaje tiene sentido en el ámbito de lo sacro y la que sostiene que en él se puede decir
algo con la precisión que se hace en otros ámbitos de realidad―, reconociendo el espacio
privilegiado que en materia sacra han de ocupar el silencio y el lenguaje negativo y que considera,
con ciertas corrientes filosóficas (y místicas) que consideran que el lenguaje poético es el lenguaje
mejor o menos peor para decir algo en torno a lo sagrado, se puede reconocer en la Misa
Campesina Nicaragüense, una auténtica joya de lenguaje poético-religioso, independientemente
de no responder a las exigencias de la normas litúrgicas.
Lo primero que se ha de decir es que se trata de un lenguaje religioso de primer nivel, es decir del
lenguaje que busca expresar una irrupción de una realidad superior en la propia vida personal o
comunitaria, “lo que se ha visto y oído”.
De ahí que, desde el punto de vista literario e independientemente de su destino para ser
cantados en determinados momentos de la celebración eucarística, los modelos utilizados
prioritariamente sean los Himnos de alabanza y las Confesiones de fe.
En el caso específico de los cantos de la misa compuesta por Carlos Mejía Godoy, encontramos
esos elementos que operan en todo lenguaje religioso, palabras y calificadores que son los que le
dan sentido a lo que se dice en el ámbito de lo sacro.
Ante todo, la palabra Dios en el que confluyen todos los calificadores. Estos, a su vez, provienen
tanto del lenguaje religioso cristiano tradicional como del lenguaje popular nicaragüense, lo que
hace de este lenguaje un lenguaje que conjuga la tradición con la novedad, ya que el Dios que ha
irrumpido en la vida de un sector del pueblo cristiano nicaragüense es el mismo Dios, pero no
igual.
De ahí que la expresión clave de los cantos de esta misa sea “el Dios de los pobres” y que el estilo
propio sea dialogal no sólo en los Himnos de alabanza: “Vos sos” sino incluso en las confesiones de
fe:” Creo en Vos”.
En cuanto a la experiencia do mana el contenido de estos cantos, se puede decir que se trata de
alguien (el pueblo sediento de paz) que ha visto a Dios y que le ha visto “en una pulpería,
vendiendo lotería, chequeando las llantas de un camión, petroleando carreteras; ir de la mano con
su gente, luchar en el campo y la ciudad, hacer fila para que le paguen su jornal, comer raspado y
protestando por un sirope con poca miel”.
De ahí que en su alabanza le diga, ya en el Canto de Entrada: ¡Vos sos el Dios de los pobres! ¡Vos
sos el Dios humano y sencillo!, ¡Vos sos el Dios que suda en la calle!,¡Vos sos el Dios de rostro
curtido!
De ahí que la alabanza de este pueblo sediento de paz en el Canto de Meditación, ya antes que
nazca el día cante así: ¡Vos sos el Pencón (alguien diligente, un trabajador muy esforzado)! ¡Vos
sos el Guía y Justiciero! ¡Vos sos el Tayacán (persona que guía a otro, otros, personas y animales)
de mi pueblo entero! Y que esta alabanza llegue a su clímax cuando canta: ¡Te alabo por mil veces
porque fuiste rebelde, luchando noche y día contra la injusticia de la humanidad!
En cuanto a las confesiones de fe, que se encuentran en el canto del Credo que, dicho sea de paso,
llegó a ser el canto más difundido de esta misa, se puede decir que se dirigen casi exclusivamente
al “Unigénito de Dios”, si bien las primeras confesiones podrían estar dirigidas al “Padre
todopoderoso creador del cielo y de la tierra”.
Probablemente en este canto se encuentran los modelos poético-literarios más bellos aplicados al
Dios de los pobres…
Es un Dios de prodiga mente, con mano de artista, de pintor primitivista…
Es un Dios creador, creativo: arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil, armador,
constructor...
En ese Dios cree y lo expresa: creo Señor firmemente que de tu pródiga mente todo este mundo
nació; creo Señor, firmemente que de tu mano de artista, de pintor primitivista la belleza floreció.
Y tres veces repite: Creo en vos arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador.
Creo en vos, constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y del amor.
En la segunda y tercera estrofa, el Credo se concentra en el Unigénito y confiesa ―en lenguaje en
parte conceptual y en parte poético, en parte apegado al texto del Credo de los Apóstoles y del
Credo Niceno-Constantinopolitano― su preexistencia, su encarnación, su pasión y muerte, su
resurrección y, aquí lo novedoso, su presencia activa (Aquí, se podría entrever, la confesión de fe
en el Espíritu Santo…).
Entre los artículos de fe más bellos (no olvidemos que se trata de lenguaje poético-religioso)
mencionaría, para concluir, tres: el de la encarnación, el de la pasión y el de la resurrección…
El primero, en que extrañamente deja de usar el lenguaje dialogal: ¡Creo que para salvar al mundo
en el vientre humilde y puro de María se encarnó!
El segundo, en que amplía la referencia a Pilato: ¡Creo que fuiste golpeado, con escarnio
torturado, en la cruz martirizado, siendo Pilato pretor ―el romano imperialista puñetero y
desalmado― que lavándose las manos quiso borrar el error!
El tercero, que confiesa la victoria sobre la muerte del Cristo compañero, del Cristo obrero: ¡Creo
en vos compañero, Cristo humano, Cristo obrero de la muerte vencedor! Y sus consecuencias para
la historia: ¡Creo en Vos [porque] con el sacrificio inmenso engendraste al hombre nuevo para la
liberación!
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