ARTE DEL SIGLO XIX El arte de los siglos XIX y, sobre todo, XX se caracteriza por un cambio perpetuo en el terreno artístico, como reflejo de una sociedad deseosa de encontrar nuevas soluciones a los problemas que surgían en una sociedad en constante transformación. En el siglo XIX se suceden dos movimientos: Romanticismo y Realismo: El ROMANTICISMO es un movimiento artístico y cultural que se desarrolla en la primera mitad del siglo XIX, y es totalmente contrapuesto al Neoclasicismo. El orden y la razón habían sido las “armas” del movimiento neoclásico frente al Antiguo Régimen; una vez consolidadas las conquistas revolucionarias, los románticos exaltarán la libertad y el sentimiento. El artista no buscará la inspiración en la antigüedad clásica, sino en la Edad Media, y en lugar de exaltar la razón, otorga primacía a las emociones. En realidad el romanticismo llega a ser una pose adoptada por los artistas que quieren evadirse de la sociedad de su época, con la que no se identifican. El romanticismo es una actitud ante la vida, un canto a la pasión y al sentimiento, un grito de rebeldía contra el siglo de la razón y las Academias, y se desarrolla en el momento en que, caído el imperio napoleónico, surgen los nacionalismos, que llevan a los pueblos a buscar su identidad, su independencia y libertad. Los románticos se vuelven a la Edad Media, lo que hará surgir un HISTORICISMO en arquitectura (neogótico, neorrománico...). Es una época de apasionamiento y de gusto por lo extraño, lo exótico, lo misterioso, la soledad... e incluso aparece la obsesión por la muerte y el Más Allá. En pintura el paisaje cobra gran importancia. LA PINTURA ROMÁNTICA: En Francia la temática gira, sobre todo, en torno a las revoluciones y desastres de la época, en un canto a la libertad y el patriotismo. Los pintores románticos más importantes son: Gericault pinta La Balsa de Medusa, sobre la historia real del naufragio del barco Medusa: es un alegato social, denuncia la fragilidad de los medios de comunicación de la época. Es un estilo emotivo, pasional, que utiliza el color como principal lenguaje pictórico. Dramatismo, sentimientos desbordados. Eugene Delacroix es un pintor apasionado, dramático. Es el principal pintor romántico. Exaltación del color, que se impone a la línea del dibujo, y de los sentimientos. Cultiva el paisaje, pero destaca sobre todo en sus temas históricos y de canto a la libertad, con una gran potencia cromática. La intensidad reemplaza a la medida y el equilibrio. La barca de Dante (o Dante y Virgilio en los infiernos) es la obra por la que Delacroix se dio a conocer, siendo enviada al Salón de París en 1822 y adquirida por el gobierno. Los críticos la compararon con La balsa de la Medusa de Géricault. Esta obra ilustra la importancia de la base literaria en la temática romántica, que se acentúa en la figura de Delacroix. La obra se basa en La Divina Comedia del poeta italiano medieval Dante, concretamente en el episodio en el que este último, acompañado del poeta Virgilio, viaja al infierno y al purgatorio. En la imagen, el poeta, con un manto blanco verdoso y capucha roja, está de pie a la izquierda. Están en el quinto nivel del Infierno, donde sufren condena los coléricos. Las figuras escorzadas de los condenados están iluminadas por un potente foco y en ellos se aprecia cierta influencia de miguel Ángel y Rubens en sus robustas musculaturas. Virgilio, que le guía a través de su viaje en el infierno y purgatorio, coronado con laurel, desprende serenidad y compostura. La barca la conduce el barquero Caronte, con torso musculado y su capa azul ondeando en la tormenta luchando por salir adelante con la embarcación. Los cuerpos retorcidos de los condenados irradian desesperación y sufrimiento. Los gruesos paños ondeados al viento ponen la nota de color en una escena dominada por las tonalidades oscuras. El ambiente infernal ha sido perfectamente logrado a pesar de cierta teatralidad. El movimiento de las figuras desnudas nos muestra la desesperación humana en su límite, estado que atraía mucho a Delacroix. En la Matanza de Quíos homenajea a los colonos griegos de esa isla que se levantaron contra la dominación turca. Exaltación del nacionalismo y de la lucha por la libertad. Delacroix, al igual que otros artistas y literatos (Ej. Lord Bayron) sintió gran atracción por la guerra que los griegos sostuvieron con el Imperio Turco para su liberación y la constitución de un Estado independiente. Fruto de este interés es “La Matanza de Quíos”, una de las obras más representativas del arte romántico. Representa un grupo de griegos que ha sido masacrado por los turcos en la brutal represión que tuvo como escenario la isla de Quíos, en 1822, cuando el sultán mandó sus tropas para sofocar la rebelión. Murieron más de 20.000 personas y los niños y las mujeres fueron esclavizados. Éste y otros hechos provocaron gran indignación en Occidente y animaron a Gran Bretaña y Francia a intervenir (más tarde lo haría Rusia) en el conflicto a favor de los griegos. Desde el punto de vista artístico, Delacroix se vale del movimiento y la perspectiva en escorzo para dar de fuerza y expresividad a la composición. Utiliza para dar realce a la escena los rostros de los vencidos, cuyo abatimiento contrasta con la soberbia del soldado turco que monta a caballo, sosteniendo entre sus manos una mujer desnuda. Predominan el color y el movimiento. El paisaje del fondo adquiere gran importancia, destacando el cielo con sus peculiares tonalidades. La Libertad guiando al pueblo es el primer cuadro de ideología política. Representa un omento de la revolución de 1830 en París. Enorme dramatismo, canto a la lucha del pueblo por la libertad. Extraordinario colorido, pasión. La libertad no está representada de una forma abstracta, sino que es una figura femenina alegórica muy sensual y real. El pueblo es la unión de clases: se representa al burgués con su sombrero de copa y empuñando el fusil, al lado un andrajoso y un herido que pide clemencia a Francia. Al fondo aparecen brumas y humos de la batalla que diluyen un barrio francés bastante realista. Mujeres en Argel representa la tendencia romántica hacia el exotismo oriental. Representa a unas concubinas en el interior de un harén. Sensualidad, erotismo, aire de misterio y aislamiento. (Delacroix viajó a África y sintió fascinación por el mundo oriental y por la luz). Hacia mitad de siglo comienza el REALISMO, como reacción ante la idealización de neoclásicos y románticos. Pretenden reproducir la realidad cotidiana. Tienen influencia del movimiento socialista y de la filosofía positivista, por lo que los artistas profundizan en la faceta social del arte; políticamente fueron republicanos y cercanos a la clase trabajadora comprometidos en la lucha política y social. En Pintura la atención se dirige hacia el paisaje y los tipos populares; frente al deseo de evasión del romanticismo, acentúan su apego a la realidad presente. Ejemplo de esta tendencia es Millet, que reivindica al campesinado, retratando campesinos resignados con su trabajo y su suerte, pero trata sus temas con suavidad y delicadeza, bañando la escena con una luz dorada que suaviza los contornos. Ejemplos son El Ángelus, Las espigadoras y El sembrador. Otro artista de esta tendencia es Honoré Daumier, cuyos temas tienen una fuerte crítica social y humanitaria, como en El vagón de tercera, donde como en gran parte de sus trabajos, desarrolla un tema reivindicativo de manera magistral: la dura vida de las clases populares en las grandes ciudades. El ambiente sórdido de los personajes genera en el espectador una sensación de ternura que confirma la concienciación del pintor sobre olas desigualdades sociales. La naturaleza grotesca en los rasgos de sus personajes, es una característica desarrollada por su condición de gran caricaturista pero también el resultado de su gran admiración por la obra de Goya. Gustave Courbet busca la realidad en los temas populares, lo que le valió el desprecio de la sociedad burguesa. Su mayor innovación es la elección de temas costumbristas como motivos dignos de los grandes formatos, que hasta entonces se reservaban a «temas elevados»: religiosos, históricos, mitológicos y retratos de las clases altas. Reivindicaba la honestidad y capacidad de sacrificio del proletariado y afirmaba que el arte debía plasmar la realidad. Entre sus obras destacan Los picapedreros, la representación del mundo del trabajo, de la dureza de la vida laboral, muy naturalista y Un entierro en Ornans que provocó un escándalo en el Salón de 1850, por el feísmo y vulgaridad de sus personajes. Se aplica un formato grande, académico, a una representación de un tema cotidiano: un entierro, en el que conviven burgueses y campesinos; el tratamiento es sobrio y sencillo. Su fuerte realismo, vinculado con las ideas socialistas, hace de ella una pintura revolucionaria. Su realismo es pesimista. “El origen del mundo” es un famosísimo desnudo femenino, largamente ocultado, que no se exhibió de manera continuada hasta fecha reciente, dada su temática escandalosa. Su único tema es un primer plano de una vagina muy real. Una imagen que aún hoy es muy fuerte, debió ser un escándalo en su momento, desafiando además con su título la idea de la Creación que aceptaba la Iglesia. “El sueño” también escandalizó por sus connotaciones homosexuales. En “Buenos días, señor Courbet (Bonjour Monsieur Courbet) se representó a sí mismo en un encuentro con otros caminantes. No hay elegantes actitudes, ni colorido sugestivo, ni grandeza. Puede hasta parecer infantil. Retratar a un pintor (a sí mismo) en mangas de camisa, con bastón debió ofender al mundillo de los artistas respetables. Pues ese es justamente su propósito. En escultura Meunier hace lo mismo que los pintores: sus esculturas de mineros denuncian la miserable existencia del proletariado fruto de la Revolución Industrial. ARQUITECTURA DEL XIX: HISTORICISMOS,EDIFICIOS DE HIERRO Y MODERNISMO. A-HISTORICISMO: La búsqueda de las raíces históricas nacionales propias del Romanticismo, dio lugar en arquitectura al estilo historicista /neogótico, neorrománico...) y más tarde al llamado eclecticismo, arte híbrido en el que se asimilan y conjugan los lenguajes arquitectónicos del pasado. Los beneficios de la Revolución Industrial fueron en parte empleados en construcciones públicas y edificios monumentales. En Francia se hizo el Teatro de la Ópera (Charles Garnier, 1860), de gran elegancia constructiva y el Sagrado Corazón (Paul Abbadie, 1876), recreación de la arquitectura bizantina, con planta de cruz griega y cinco cúpulas. También se llevó a cabo el Plan de reforma urbana de París, de Haussman. Doce avenidas radiales que parten del Arco de Triunfo de la Estrella, erigido por Napoleón. La red de viviendas que surcan estas avenidas son de estilo neorrenacentista y neobarroco. En las iglesias y catedrales francesas y alemanas se usa preferentemente el neogótico, que en Alemania se usa también en los deliciosos castillos de cuento de hadas levantados por Luis II de Baviera. En Inglaterra, la tradición gótica se impone en el Parlamento de Londres (Charles Barry), pero el exotismo que proporciona el mundo colonial se manifiesta en el Pabellón del Príncipe de Gales, en Brighton, que sigue los modelos del arte islámico indio, con preciosas cúpulas bulbosas. En España se construye la Basílica de Covadonga (Federico Aparici), que recupera el neorrománico, aunque con elementos góticos, y el Congreso de los Diputados, inspirado en el clasicismo grecorromano. En Cataluña, la Universidad de Barcelona se hace en neogótico. Pero es el neomudéjar el estilo que mejor define el eclecticismo español, que se mantuvo a principios del siglo XX: plazas de toros y estaciones de ferrocarril, donde se usa el ladrillo como material de construcción y con un repertorio decorativo basado en los arcos califales de la mezquita de Córdoba, los paños de sebka de la Giralda y las yeserías de la Alhambra. Ejemplos: Plaza de toros de las Ventas, en Madrid, Pabellón mudéjar en Sevilla (en la Plaza de América), Estación de Plaza de Armas en Sevilla… B-EDIFICIOS DE HIERRO Y CRISTAL: Las nuevas técnicas de la Revolución Industrial y los nuevos materiales hicieron posible la construcción de edificios de hierro. Este material era más barato y rápido de montar, y además permitía soluciones más atrevidas y funcionales. Se construyen puentes y se levantan torres, como la célebre Torre Eiffel de París, de 300 m. De altura, obra del arquitecto Gustavo Eiffel para la Exposición Universal celebrada en 1889 para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. Gran esbeltez, construida por un sistema complejo de arcos de hierro. Pronto se convirtió en símbolo de la ciudad. A ella se accede por medio de ascensores y tiene en su cima un mirador. El mejor exponente de estas nuevas construcciones serán estas exposiciones universales, que surgen al calor del desarrollo industrial y tienen lugar en Europa y USA. En estos edificios, las estructuras metálicas se revestían con planchas de cristal, logrando interiores luminosos (mercados, estaciones de ferrocarril, pabellones de exposiciones...). El Palacio de Cristal de Londres aplica a gran escala elementos prefabricados y formas modulares. La construcción se reducirá a un problema de montaje. Los avances técnicos europeos más el invento del ascensor, favorecieron la aparición en América del Rascacielos, con la llamada Escuela de Chicago, uno de cuyos creadores fue Louis Sullivan, autor del Auditorio de Chicago. Los primeros rascacielos se empezaron a construir tras el incendio que destruyó el centro de Chicago (1873); la reconstrucción permitió abandonar los materiales de construcción inflamables y desarrollar los edificios en altura, para resolver la necesidad de espacio y darán una nueva fisonomía a las ciudades. Esta arquitectura está estrechamente vinculada a las grandes inmobiliarias que especulan con el suelo urbano. Son edificios reducidos a un armazón metálico, que permite abrir grandes ventanas apaisadas al exterior. Su distribución es siempre idéntica: locales comerciales en los bajos, oficinas en los pisos y servicios en la planta alta. Ejemplo: Almacenes Carson, en Chicago, de Sullivan. Otro de los creadores de esta escuela de Chicago fue William Le Baron Jenney, diseñador de grandes edificios comerciales. C- EL MODERNISMO: Es un estilo eminentemente arquitectónico, pero no exclusivamente. Se hace también mobiliario, joyas, vidrieras, cerámica... Es un movimiento ornamental, que rompe con el eclecticismo y decora el fin de siglo con obras refinadas. En Francia recibió el nombre de Art Nouveau. Es un estilo de gran fantasía, en el que predomina la línea curva, basada en los tallos vegetales y en la ondulación de la melena femenina. Uno de los primeros modernistas es el belga Víctor Horta (1861-1947). Sus viviendas en Bruselas combinan la estética modernista con el empleo de nuevos materiales constructivos: Casa Tassel, donde priman los volúmenes curvos y el hierro en soportes, barandas de escalera y balcones exteriores. Las columnas de hierro simulan troncos florecidos de zarcillos, las lámparas parecen vides. Hace también edificios públicos como la Casa del Pueblo (sede del Partido Socialista Belga), con cemente y hierro y una estética modernista, inspirada en el mundo botánico Destruida en 1965). Pero el más genial arquitecto del estilo es ANTONIO GAUDÍ (1852-1926). Recibe una formación historicista, visible en sus primeros trabajos, donde se acerca a los estilos gótico y árabe. El neomudéjar predomina en la villa El Capricho, en Comillas (Santander). Planta muy movida y torre ascendente. El neogótico aparece en el Palacio episcopal de Astorga, pero pronto supera esta etapa con una inagotable imaginación que incorpora la naturaleza a la arquitectura: flores, olas, escamas... que constituyen su universo arquitectónico. La Finca Güell se la encarga el empresario Güell como villa de recreo en Barcelona, así como la Cripta de la colonia Güell, iglesia para la colonia obrera donde vivían los trabajadores de la fábrica textil Güell. El empresario le encarga también el Parque Güell, una ciudad-jardín que tiene una famosa columnata, que es una obra fundamental de la arquitectura española. En estas obras su estilo ya está formado y se define por la audacia técnica de sus arcos parabólicos y columnas inclinadas, paredes y techos ondulados...Estas fórmulas seguirá experimentándolas y llegarán a su punto culminante en la Sagrada Familia. Usa materiales tradicionales: piedra, ladrillo, fragmentos de cerámica integrados en la masa de cemento... El hierro y el cristal se usan con fines decorativos, en los enrejados de forja y en las vidrieras emplomadas. Su fuente de inspiración es siempre la naturaleza: botánica, geología, zoología. Ya en el siglo XX construye en el Paseo de Gracia de Barcelona dos obras extraordinarias: - La Pedrera, nombre por el que es conocida la Casa Milá, por simular un muro de cuevas. Es una arquitectura viva y dinámica, llena de ondulaciones: habitaciones y pasillos curvos, trapezoidales... Cada piso, cada ventana, cada balcón es de forma diferente al inferior. Es una mezcla de formas alabeadas y naturales. Enorme fantasía creadora (la esposa de Pedro Milá, el propietario, se llamaba Rosario, y Gaudí, profundamente católico, proyectó el bloque como una peana montañosa sobre la que se asentaría una escultura de la Virgen del Rosario, con San Gabriel y San Rafael. Pero la oleada anticlerical durante la Semana Trágica de 1909 atemorizó a Milá y le pidió que prescindiera de los elementos religiosos. También hizo la Casa Batlló. Se trata de una remodelación integral de un edificio previamente existente en el solar. Tiene fachada en forma alabeada. Las columnas tienen forma ósea, con representaciones vegetales. La carpintería es igualmente de superficies curvas, y las ventanas son de vidrios de colores de formas circulares. Gaudí conservó la forma rectangular de los balcones del edificio anterior, añadiendo unas barandillas de hierro con forma de antifaz. Otro elemento característico de la fachada es su revestimiento con vidrios y cerámica de vivos colores, que crean diversos efectos visuales según la luz que incide en ellos. Para su confección, picó el anterior muro y lo recubrió de mortero de cal, sobre el que colocó los vidrios (del taller Pelegrí), combinados en diferentes tonalidades; sobre estos vidrios esparció a todo lo largo de la fachada una serie de discos de cerámica. Culmina la fachada una bóveda formada por arcos cubiertos con dos capas de ladrillo, recubierta con cerámica vidriada en forma de escamas en tonos rojo, verde y azul, que recuerda el lomo de un dragón. En la parte izquierda hay una torre cilíndrica de forma bulbosa, decorada con los anagramas de Jesús (IHS), María (M con la corona ducal) y José (JHP), y rematada con la típica cruz gaudiniana de cuatro brazos, orientada a los puntos cardinales. Pero el proyecto que ocupó íntegramente su vida y donde aplica todo lo ensayado anteriormente es la Sagrada Familia, que no pudo terminar. Según su proceder habitual, a partir de bocetos generales del edificio improvisó la construcción a medida que avanzaba. Una de sus ideas más innovadoras fue el diseño de las elevadas torres cónicas circulares que sobresalen apuntadas sobre los portales, y que se van estrechando con la altura. Las proyectó con una torsión parabólica, que otorga una tendencia ascendente a toda la fachada, favorecida por multitud de ventanas que perforan la torre siguiendo formas espirales. Neogoticismo, pero muy personal. Las torres de perfil parabólico, están horadadas para mejorar la resistencia al viento y conseguir musicalidad. Presencia masiva de decoración vegetal. EL IMPRESIONISMO Es un movimiento esencialmente pictórico que pretende captar la realidad, que para estos pintores es la apariencia puramente transitoria de las cosas; más que una realidad existe una infinita serie de realidades. Quieren representar el paisaje con sus elementos cambiantes, sus circunstancias, que varían de un momento al siguiente; intentan atrapar la naturaleza en el cuadro, tal como la veían: es la sensación visual del instante. Quiere, para ello, unir visión y luz, por lo que la luz centra el interés de los impresionistas. La reacción hacia ellos fue de total hostilidad, lo que les hizo unirse para luchar juntos por el triunfo de sus ideales estéticos (eran amigos entre ellos). Su historia comienza en la exposición colectiva (30 artistas rechazados por los certámenes oficiales), que fue criticada cruelmente. Uno de los principales críticos fue el periodista Leroy, quien al burlarse del cuadro de Monet “Impresión. Sol Naciente”, dio involuntariamente nombre a estos artistas al llamarlos despectivamente “impresionistas”. Como método de trabajo defendían la pintura al aire libre, frente al ambiente cerrado del taller, que impedía ver los cambios que sufren las cosas bajo las luces cambiantes (amanecer, mediodía, tarde...). El modelo sería el paisaje, pero también les entusiasman los progresos (ej. estaciones de ferrocarril, barcos de vapor...) y los acontecimientos de la vida moderna. Regatas, carreras de caballos, ópera, ballet... Llegaron intuitivamente a la teoría de los colores: básicamente existen tres colores primarios (rojo, azul y amarillo) y otros tres complementarios (verde naranja y violeta), que surgen al asociar los primarios. Pero en vez de fundirlos con el pincel debe ser el ojo del espectador el que confunda los toques próximos de colores primarios. Un color puro resalta a través de su vecindad con su complementario (el efecto de combinar un color puro con su complementario era magnífico). Usan, pues, colores puros. Para ellos, además, los objetos sólo se ven en la medida que la luz incide sobre ellos, por lo que hay que estudiar el color como modalidad de la luz. Incluso un mismo tema es pintado repetidas veces sin más cambios que los matices de luz. (Monet pinta cinco vistas de la Catedral de Ruan en cinco momentos distintos. Aunque cada uno se singulariza por su peculiar manera de aplicar el pincel, su pincelada es suelta: prefieren la mancha gruesa y pastosa al retoque de las pinceladas, para captar mejor las vibraciones de la atmósfera. Usan toques yuxtapuestos de colores sueltos que, de cerca, daba la sensación de que el cuadro estaba inacabado. Por ello fueron acusados de no saber pintar, al abandonar los contornos del dibujo. Habitualmente los orígenes del Impresionismo se vinculan a EDOUARD MANET, que fue el inspirador y maestro que rompió con la pintura anterior y abrió nuevas perspectivas. Con el almuerzo campestre y Olimpia experimenta una revolución pictórica en el color, la perspectiva, la luz y el modelado. Además tiene una forma nueva de entender el desnudo. Hasta entonces se justificaba porque eran escenas mitológicas o alegóricas, pero él desnuda a una mujer cualquiera y en su Olimpia, aunque se apreció la firmeza del dibujo, la delicadeza del modelado y el colorido espectacular, la mirada directa de una prostituta era algo que la sociedad no podía aceptar. Usa grandes pinceladas que forman masas uniformes, más que toques de color. Se inspiró en Velázquez, Goya e incluso el Greco. Pero el primer impresionista auténtico es CLAUDE MONET (1840-1926). Es el paisajista del grupo y el único que se mantuvo siempre fiel al movimiento impresionista. Quería pintar lo intangible, lo impalpable; su pasión por la atmósfera lo llevó a diferentes ambientes europeos: la bruma del Támesis en Londres, la luz del sur de Francia, los fríos paisajes nevados de los fiordos noruegos... Le interesa el incesante cambiar de la luz en las diversas horas del día, lo que le lleva al serialismo: reproducciones de un mismo tema para comprobar los efectos cambiantes de la luz y el color en horas y estaciones diferentes. Es decir, pinta series en las que repite la misma vista bajo todas las iluminaciones posibles. Obras: Serie de la catedral de Ruan Serie de los nenúfares (Ninfeas), donde no existe cielo ni horizonte, sólo una vegetación densa que refleja el agua: las formas están disueltas en charcos de color. Impresión, Sol Naciente, que dio nombre al movimiento. Espectacular imagen de un amanecer, con el sol emergiendo entre la buma En este lienzo, la presencia humana sólo se intuye. Monet representa de un modo esquemático a los pescadores que salen a faenar en sus barcas, muchos de los cuales no son más que pinceladas sueltas. Tan sólo el timonel está ligeramente más detallado. Así como los rayos del sol parecen impregnar todo el cielo con tonalidades amarillo-anaranjadas, en el agua su reflejo se limita a una estrecha franja, realizada con pinceladas horizontales de color naranja que se van espaciando a medida que se acerca el espectador .La niebla es el elemento fundamental que invade la superficie, destacando esa humedad que invade la obra y que atenúa las tonalidades, es decir, el color se condiciona a esta atmósfera húmeda. AUGUSTE RENOIR (1841-1919) Prefiere las pinturas animadas por personajes, sobre todo femeninos. Su interés por la figura humana es su mayor contribución al impresionismo. Es un gran retratista. Retrató varias veces a Monet y dejó un retrato colectivo de sus amigos, charlando despreocupadamente en los veladores del Moulin de la Galette, donde refleja el placer de vivir de la Francia de su época, lleno de luz y color, donde sigue fielmente los principios del movimiento: pintura al aire libre, pincelada suelta, colores puros, eliminación del negro, sombras coloreadas, disolución del dibujo, captación de la luz sobre los objetos. Su admiración por lo clásicos, sobre todo hacia Rafael, le llevó a dudar de la viabilidad de la pintura impresionista, y pasó a usar una pincelada más académica a la vez que recuperaba el dibujo, como se puede ver en Las bañistas y Los paraguas. Consiguió introducirse en los ambientes burgueses, en parte por el abandono del impresionismo y la recuperación del dibujo. EDGAR DEGAS (1834-1917) Se interesa sobre todo por el movimiento y la captación de la luminosidad de los interiores. Es el más atípico de los impresionistas: pintó poco al aire libre. Es impresionista por su pincelada clara y el uso de colores puros. Fue el cronista de las alta burguesía (era hijo de un banquero); pintó el ambiente de los hipódromos a los que acudía la alta burguesía (En las carreras) y se adentró en el mundo del ballet y la danza, centrándose en las delicadas bailarinas, a las que pinta ensayando en la barra, atándose las zapatillas, saludando al público...El tema femenino volvió a abordarlo en una serie de obras de mujeres desnudas en la toilette: bañándose, peinándose...como si hubieran sido sorprendidas en la intimidad. Sus composiciones casi resultan instantáneas fotográficas. Usa óleo y pastel. EL POSTIMPRESIONISMO Reúne a los pintores que superaron la obstinación de los impresionistas por captar la fugacidad del momento, sin renunciar a los logras técnicos obtenidos. Son, sobre todo, tres grandes maestros que preludian las vanguardias históricas del siglo XX: Cèzanne, el cubismo; Gauguin, el movimiento “nabi” y Van Gogh el Fauvismo y el Expresionismo. También pertenece a este grupo Toulouse-Lautrec (no entra en el programa). Todos parten de la pintura impresionista, pero se cuestionan pronto la necesidad de buscar nuevos planteamientos formales, buscando una salida en la recuperación de la forma. Tienen también en común un sentido trágico en sus vidas, que se concreta en el aislamiento (Cezanne), la locura y el suicidio (Van Gogh) o la huida (Gauguin). Son el verdadero puente entre el siglo XIX y el XX, por su inconformismo, su ruptura con la tradición y, sobre todo, su enorme voluntad creadora. PAUL CÉZANNE (1839-1906). Fue un artista fracasado hasta los 50 años. Es el primer pintor del siglo XX. No concibe la pintura basándose sólo en la mirada, como los impresionistas, sino en “la vista y el cerebro”, es decir, en los sentidos y en la reflexión. Esto le llevó a centrarse en una investigación de las formas que lo acercó a los principios del cubismo, basada en la simplificación de las formas, tendiendo a la geometrización, la recuperación del dibujo y la multiplicación de los puntos de vista. “En la naturaleza todo se modela según la esfera, el cono y el cilindro y hay que aprender a pintar sobre las bases de las formas simples”, dijo. Es la base del cubismo. Simplifica la naturaleza en líneas perpendiculares y diagonales, con grandes pinceladas de color que tienen volumen. Su pintura trató pocos temas, trabajados en series con una gran minuciosidad: los jugadores de cartas, las vistas de la montaña de Santa Victoria y los bodegones de frutas se repiten una y otra vez en sus cuadros. En su magnífica Manzanas y naranjas construye simplificando las formas, modelando con planos de un color poderoso y, sobre todo, introduce una variedad de puntos de vista sorprendentes: el plato con manzanas y la mesa están vist6osa desde arriba, mientras que el frutero y la jarra tienen una perspectiva lateral. Sufrió críticas durísimas, lo que acabaría llevándolo a un aislamiento personal que se concretó en su reclusión en ell sur de Francia (en la Provenza). PAUL GAUGUIN (1848-1903) Su vida es una novela de aventuras. Fue un gran viajero. Expuso con los impresionistas, pero se alejó del grupo. Permaneció una temporada en Arles, con su amigo Van Gogh, pero acabaron peleándose. Finalmente encontró su paraíso en la Polinesia, concretamente en Tahití, y se convirtió en un gran retratista. Para él, no hay que quedarse en la apariencia, sino “buscar el fondo misterioso del alma”; busca el mundo interior usando una técnica decorativa que recuerda los esmaltes. Cree que la pintura no es el reflejo de la naturaleza, sino algo autónomo. La luz pierde en él su importancia absoluta para llegar a una exaltación del color (Principio en que se basará el fauvismo). En sus cuadros aparecen zonas anchas de colores, como si realizara vidrieras, y figuras grandes, contorneadas de manera nítida. Además renuncia a la perspectiva, suprime el modelado y las sombras: pinta objetos bidimensionales, contorneados por líneas negras, rellenando luego los espacios libres con manchas de color aplanadas (influencia delas pinturas japonesas). El color adquiere una intensidad poética excepcional. Es una mentalidad ingenua y primitiva, que será seguida por los pintores del movimiento Nabi (como Aristide Maillol; para ellos la pintura es una superficie plana en la que se suceden una serie de colores armónicamente ordenados. El tema o el contenido intelectual son secundarios). Destacan sus series de mujeres tahitianas y su obra maestra es “De dónde venimos? Qué somos? A dónde vamos?”, donde trata con su mentalidad ingenua y primitiva una civilización sin contaminar. “Mujeres de Tahití” o “Mata Mua” son otras e sus obras más conocidas. VINCENT VAN GOGH (1853-1890) Nacido en Holanda, hombre apasionado, sensible y desequilibrado. Fue un prodigio de potencia y fertilidad creadora. Murió a los 37 años y dejó 879 cuadros, pero sólo vendió un lienzo en su vida (se lo compró su hermano y protector Thèo). Trabajó como marchante de arte para una galería francesa, pero la cadena de desengaños amorosos que sufrió agravó su carácter depresivo y lo llevó a abandonar su trabajo, por lo que fue despedido. Su gran apoyo moral y económico fue su hermano Thèo. Era visto como un excéntrico peligroso. Una crisis espiritual le lleva a volcarse en la pintura y cultiva una temática social, con tonos oscuros y grises, como en los comedores de patatas o El patio de la cárcel. Se va a París y en contacto con los impresionistas su pintura se vuelve clara, colorista y alegre. Se instaló definitivamente en Arlés, donde pasó temporadas internado en un hospital psiquiátrico. Se entusiasmó con la luz de la región (Provenza) y pintó paisajes y figuras de formas serpenteantes, flamígeras, que traducen su fuego interior. Los cipreses llameantes, los suelos que parecen estremecidos por un terremoto, los edificios de líneas retorcidas aparecen en sus obras y traducen su atormentada vida de enajenado. Acabó suicidándose con un disparo en un ataque de locura. Pinta noches estrelladas, campos de trigales, olivos, cipreses, girasoles, lirios...Representa escenas de interior, como su propia habitación, y una serie de 43 autorretratos, donde ensayaba pigmentos y técnicas tomando su rostro como referencia. Algunas de sus obras más conocidas son: Iglesia de Auvers-sur Oise, donde todo parece amenazado por un cataclismo: el cielo con torbellinos de manchas azules, la iglesia gótica que parece desmoronarse, los caminos que serpentean...es un mundo patético y trágico. Habitación del pintor en Arles. En sus notas indica que quiere sugerir reposo, pero la intensidad del color y la inestabilidad de los objetos, torcidos y ondulantes, traduce la inquietud de su temperamento. Los girasoles, de formas ondulantes y tensas, que parecen traducir la angustia del artista. Florero con lirios, pintado dos meses antes de su suicidio. Refleja, como toda su obra, una exquisita sensibilidad. Intenso colorido, dibujo de gran fuerza, recortándose sobre el fondo amarillo. Sin espacio, profundidad ni modelado, rompe definitivamente con la visión pictórica heredada del Renacimiento. Es la culminación de una obra llena de magníficas creaciones. Pocas veces en la historia del arte las formas han alcanzado esta función de lenguaje del psiquismo: plasmó su realidad interior proyectándola sobre los objetos cotidianos. Contornea con fuerza las figuras y usa el color, poderosísimo, independiente de la luz. Pincelada cargada de pasta, enorme fuerza visual. Antecedente del Expresionismo. “El sembrador”, “La noche estrellada”, “campo de trigo con cuervos”, “café de noche, exterior” y “café de noche, interior” son otras de las muestras más conocidas de este pintor de trágica vida que dejó una extensa obra, hoy enormemente valorada. LA ESCULTURA DEL SIGLO XIX: Auguste RODIN Auguste Rodin es el gran escultor del siglo XIX, de gran capacidad creadora. Reaccionó contra los modelos estáticos que hacían los académicos y centró su atención en la naturaleza. Su escultura tiene puntos de contacto con el impresionismo de los pintores: abandonó intencionadamente el acabado perfecto de la obra para dejar zonas pulidas junto con otras en bruto, con acabado rugoso (como hizo Miguel Ángel con su non finito): así crea con la luz claroscuros pictóricos y contrastes próximos al impresionismo. Tiene influencia de Rubens y, sobre todo, de Miguel Ángel, cuya terribilitá le impactó enormemente. Muchas de sus obras manifiestan una vida interior y una fuerza colosal, de clara influencia miguelangelesca. Trabajó con todo tipo de materiales, técnicas y formatos. Su espíritu apasionado lo llevó hacia temas dramáticos. Obras importantes suyas son: Los burgueses de Calais, grupo en bronce de gran fuerza dramática. Son figuras retorcidas, de enorme patetismo. La escena relata un episodio de las guerras entre Francia e Inglaterra. La ciudad de Calais fu sitiada por Eduardo III de Inglaterra y tras una feroz resistencia, el rey se ofreció a respetar la vida de los pobladores de la ciudad si seis hombres notables de la ciudad, en su lugar, se rindieran ante él, junto con las llaves de la ciudad, vestidos en camisón y con una soga amarrada a sus cuellos. Esta es la escena representada. Monumento a Balzac, también en bronce, concebido como un coloso egipcio, una estatua cubo. Diseña un símbolo casi abstracto de la potencia creadora del novelista. La poderosa cabeza domina sobre los amplios ropajes y el cabello es lo que proporciona el movimiento. Gran fuerza expresiva y aproximación al impresionismo. Fu encargado por la sociedad de la Letras de Francia, perro provocó rechazo pues querían un retrato más tradicional, fiel al modelo. Rodin se negó a modificarlo y devolvió el dinero del encargo. Las puertas del Infierno, su trabajo más ambicioso y que quedó sin acabar, como le ocurrió a su admirado Miguel Ángel. Encargadas para el Museo de Artes Decorativas de París, pero el gobierno canceló el proyecto y el gigantesco pórtico (550 por 370 cm.) quedó en el taller, donde Rodin siguió añadiéndole elementos hasta su muerte. La iconografía está basada en La Divina Comedia de Dante y en los poemas del poeta Baudelaire de su obra “Las flores del Mal”, tratando de realizar una gran alegoría del amor y la condena. Algunas de las más de doscientas figuras representadas las reprodujo el autor más tarde de modo independiente, como es el caso de su famosa representación de “El pensador”, así como “Las tres sombras” o “El Beso”. Predomina el altorrelieve, llegando incluso a lo exento como es el caso de los dos ejemplos citados. El conjunto recuerda al Juicio Universal de su admirado Miguel Ángel. Son figuras retorcidas, que van abultándose desde el relieve plano al altorrelieve tridimensional. Sus contemporáneos rechazaron la mayoría de sus creaciones, salvo El Beso, aunque la crítica lo valoró y recibió encargos públicos: el público no entendía sus creaciones más personales. Tiene clarasn referencias clásicas: el dintel a modo de tímpano o el ático, así como las pilastras en las jambas, como también los es su referencia a las puertas del Baptisterio de Florencia de la Catedral de Florencia. Por otra parte el papel de la luz, los claroscuros y la poco definida línea de sus figuras, que parecen inacabadas (al igual que Miguel Ángel), son elementos que nos permiten aproximarlo a los impresionistas. El Pensador, observa desde el dintel de la puerta los horrores de los condenados. Gran influencia de Miguel Ángel. Expresa una enérgica concentración del rostro, los músculos tensos, manos fornidas, fuerza contenida... El Beso, es a la vez la exaltación de la belleza y del movimiento, con la multiplicación de planos y la suave ondulación de la superficie. Las tres sombras, en el ático de la puerta, son figuras sinuosas, de gran fuerza. En su plena madurez su obra deriva hacia formas simbólicas, como “La Catedral”, reducida a dos manos en posición orante: las formas sugieren dimensiones más allá de lo visible.