lectura Isla de Nadie 03 No. 65 Suplemento de Juventud Rebelde «La literatura al alcance de todos» Domingo 08 de mayo de 2011 José Martí, Ramón Meza y Mi tío el empleado Cira Romero LA literatura de un país, como el resto de las artes, se construye con cimas y simas. La cubana no es una excepción. Si de novelas y novelistas se trata, nuestro siglo XIX aportó dos nombres considerados fundacionales: Cirilo Villaverde (18121894), autor de Cecilia Valdés; o La Loma del Ángel (1882), y Ramón Meza (1861-1911), que en 1887 dio a conocer Mi tío el empleado. José Martí, novelista también, aunque el género no le complacía, «porque hay mucho que fingir en él», dio a conocer en 1885, en el periódico neoyorquino El Latino Americano, por entregas, y bajo el seudónimo de Adelaida Ral, la titulada Amistad funesta, conocida además con otro título: Lucía Jerez. Frente a la grandeza de la obra martiana en otras manifestaciones, Tintazos El Escribano AUNQUE juraba no interesarse en los últimos tiempos por la literatura y preferir jugar largas partidas de dominó en su residencia de la localidad bonaerense de Santos Lugares, el recién fallecido escritor argentino Ernesto Sábato, Premio Cervantes 1964, llegó a concluir una ardua tarea literaria a fines del año pasado; la actualización de la antología personal que le pidiera en 1989 la editorial española Seix Barral. Allí incluyó su novela quizá palidezca, a pesar de que ha recibido en años cercanos un notable y enriquecedor acercamiento; pero como sí fue un notable crítico, se aproximó, aunque con diferentes propósitos, a Villaverde y a Meza. Al primero le dedicó un obituario en el periódico Patria. Lo llama «patriota entero», «escritor útil» y autor de una «inolvidable novela». Pero de Mi tío el empleado, fragmentos de las novelas El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador, así como de los ensayos El escritor y sus fantasmas, Apologías y rechazos y un conciso y emotivo homenaje a Borges después de su muerte. También contiene un texto de extraordinaria trascendencia cívica y moral: el prólogo del volumen Nunca más, con el que abrió en 1984 las conclusiones de la comisión que, presidida por el escritor, Ernesto Sábato. publicada en La Habana y leída por él con bastante prontitud, dejó un comentario memorable en el periódico neoyorquino El Avisador Comercial (25 de abril de 1888). Al conmemorarse este año el sesquicentenario del nacimiento de Ramón Meza y el centenario de su fallecimiento y, así mismo, en fecha próxima, el 116 aniversario de la caída de Martí, resulta per- investigó los crímenes contra la humanidad cometidos por las juntas militares en Argentina entre 1976 y 1983. *** Cuando el mercado lo exige, no valen escrúpulos. A El padrino, de Mario Puzo, le siguen saliendo colas. Ahora se anuncia la publicación el año próximo de The Family Corleone, que cuenta la historia de la famosa familia de mafiosos. Los personajes de Puzo serán retomados por el escritor Ed Falco, quien ya firmó el contrato editorial. El libro se desarrollará en la Nueva York de los años 30. Falco partirá de un guión de Puzo que nunca llegó a la pantalla. Con anterioridad dos secuelas del libro han sido publicadas: El regreso de El Padrino y El Padrino: La venganza, ambas escritas por Mark Winegardner. tinente volver a las ponderaciones martianas acerca de esta novela. En el primer párrafo, y de manera magistral, el Primer Cubano sintetiza su argumento, interesante de reproducir para, si acaso fuera necesario aún, despertar el interés del lector de hoy: «Esta es la historia del poblano don Vicente Cuevas, »Continúa en página 2 *** Una serie de cartas de amor escritas por Edith Piaf al destacado ciclista Louis Gerardin vieron la luz en Francia, donde la fallecida cantante es reconocida tanto por su prodigioso talento interpretativo como por su tormentosa vida sentimental. Las primeras reseñas hablan de la fragilidad espiritual de la Piaf y su intento desesperado por recibir amor. Edith Piaf. 02 lectura en el tintero, domingo 08 de mayo de 2011 »Viene de la portada que llegó a Cuba en un bergantín, de España, sin más seso, ciencia ni bienes que una carta en que el señor marqués de Casa-Vetusta lo recomendaba a un empleado ladrón, y con las mañas de este y las suyas, amparadas desde Madrid por los que participaban de sus frutos, paró el don Cuevas de las calzas floreadas y las mandíbulas robustas en “el señor conde Coveo”, a quien despidieron con estrépito de trombones y lujo de estandartes y banderines los “buenos patriotas de La Habana”, cuando se retiraba de la ínsula, del brazo de la rica cubana Clotilde. Esta es la vergonzosa historia, dicha con sobrio ingenio, cuidado estilo y varonil amargura». Meza concibió una novela singular, atípica, moderna, donde, quizá sin proponérselo, o quizá porque fue un artista de la palabra, logró efectos plásticos a través de un uso justo de ella, pero, además, su obra se enriquece gracias al empleo verbal de la luz y de las atmósferas creadas, esperpénticas, retorcidas, como esperpéntico y retorcido era el colonialismo español impuesto a la Isla. En sus páginas, bien lo anota Martí, queda al descubierto la desvergüenza de la burocracia de un imperio ya en decadencia, pero persistente aún en la Cuba oprimida; como también advertimos la perspicacia martiana al destacar como elemento cohesionador la destreza de Meza para observar, y como ha expresado un crítico, «ver la fibra soterrada de los fenómenos, la palabra que recoge la impresión, pues ha levantado la máscara funambulesca de estos auténticos personajes trágicos». Dice Martí que en la novela «hay ojos centellantes bajo esa careta pintarrajeada», en tanto que eleva la risa farsesca, la contorsión bucal, a una categoría estética superior: «Todo eso se cuenta en el libro —dice Martí— que parece una mueca hecha con los labios ensangrentados». Acercándose a críticos de hoy, advierte en la narración «ese aire de parodia a la copia intencionada de lo natural», a la vez que subraya cómo el autor ha dado fe artísticamente del hueco infernal que fue este «país de pillos». Nadie mejor que José Martí, engarzado ya en su preocupación por cohesionar a los cubanos en pro de la «guerra necesaria», estaba preparado para acometer una crítica poderosa a una novela que también lo fue. Convencido de que España era ya una imagen distorsionada de su antiguo esplendor, necesitaba alabar esta novela que, como él mismo apuntó, «Es un teatro de títeres, de títeres fúnebres». En el momento de publicarse, la crítica literaria cubana, excepto la debida a Martí, la rechazó. Plumas tan excelsas como las de Enrique José Varona y Manuel de la Cruz le anotaron reparos hijos de la incomprensión o la ceguera. En el siglo XX, y en particular tras el triunfo de la Revolución, la obra alcanzó la dimensión que solamente el Héroe Nacional cubano supo darle. José Lezama Lima, Cintio Vitier, Lisandro Otero, Reynaldo González y Antón Arrufat, entre muchos, han contribuido a recolocarla en su lugar. También Alejo Carpentier: «Hemos de reconocer que la novela de Meza es una singularísima novela, que escapa a las normas corrientes de la narrativa de su época». Las librerías cubanas disponen hoy de esta novela, en una nueva edición acompañada de valiosos textos críticos. Volver a Mi tío el empleado es acercarnos a un exponente singular, recio y solitario de la novela cubana del siglo XIX. juventud rebelde Bajo la pluma del poeta Son los versos del Maestro un escudo contra el desánimo y un bálsamo para los buenos sentimientos. Precursora del Modernismo es la poesía de José Martí, un aliciente para quienes desean adentrarse en su obra literaria. Versos sencillos, Ismaelillo y Versos libres se erigen como monumentos a la concepción de la vida cotidiana, la de un país, la del mundo todo. Porque la visión martiana lleva la sabiduría entre rimas. Ya lo escribió: «Vengo del sol, y al sol voy/Soy el amor: soy el verso!» Bosque de rosas ¡Allí despacio te diré mis cuitas; Allí en tu boca escribiré mis versos! ¡Ven, que la soledad será tu escudo! Pero, si acaso lloras, en tus manos Esconderé mi rostro, y con mis lágrimas Borraré los extraños versos míos. ¿Sufrir tú a quien yo amo, y ser yo el casco Brutal, y tú, mi amada, el lirio roto? Oh, la sangre del alma, ¿tú la has visto? Tiene manos y voz, y al que la vierte Eternamente entre la sombra acusa. ¡Hay crímenes ocultos, y hay cadáveres De almas, y hay villanos matadores! Al bosque ven: del roble más erguido Un pilón labremos, y en el pilón Cuantos engañen a mujer pongamos! Esta es la lidia humana: la tremenda Batalla de los cascos y los lirios! Pues los hombres soberbios ¿no son fieras? ¡Bestias y fieras! Mira, aquí te traigo Mi bestia muerta, y mi furor domado. Ven, a callar; a murmurar; al ruido De las hojas de Abril y los nidales. Deja, oh mi amada, las paredes mudas De esta casa ahoyada y ven conmigo No al mar que bate y ruge sino al bosque De rosas que hay al fondo de la selva. Allí es buena la vida, porque es libre— Y la virtud, por libre, será cierta, Por libre, mi respeto meritorio. Ni el amor, si no es libre, da ventura. ¡Oh, gentes ruines, las que en calma gozan De robados amores! Si es ajeno El cariño, el placer de respetarlo Mayor mil veces es que el de su goce; Del buen obrar ¡qué orgullo al pecho queda Y cómo en dulces lágrimas rebosa, Y en extrañas palabras, que parecen Aleteos, no voces! Y ¡qué culpa La de fingir amor! Pues hay tormento Como aquél, sin amar, de hablar de amores! ¡Ven, que allí triste iré, pues yo me veo! ¡Ven, que la soledad será tu escudo! A los espacios A los espacios entregarme quiero Donde se vive en paz, y con un manto De luz, en gozo embriagador henchido, Sobre las nubes blancas se pasea, Y donde Dante y las estrellas viven. Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto En ciertas horas puras, cómo rompe Su cáliz una flor,— y no es diverso Del modo, no, con que lo quiebra el alma, Escuchad, y os diré: —viene de pronto Como una aurora inesperada, y como A la primera luz de primavera De flor se cubren las amables lilas... Triste de mí: contároslo quería Y en espera del verso, las grandiosas Imágenes en fila ante mis ojos Como águilas alegres vi sentadas. Pero las voces de los hombres echan De junto a mí las nobles aves de oro: Ya se van, ya se van: ved cómo rueda La sangre de mi herida. Si me pedís un símbolo del mundo En estos tiempos, vedlo: un ala rota. ¡Se labra mucho el oro, el alma apenas! Ved cómo sufro: vive el alma mía Cual cierva en una cueva acorralada:— Oh, no está bien: me vengaré, llorando! juventud rebelde domingo 08 de mayo de 2011 el tintero y su mirada 03 Rafael Grillo (La Habana, 1970). Es escritor y periodista. Sus artículos y ensayos han aparecido en numerosas publicaciones cubanas y extranjeras. Ha obtenido varios premios, entre ellos el Jorge Ricardo Masseti, de periodismo internacional en 2006 y 2007, el Fundación de la Ciudad de Santa Clara en periodismo literario 2008 y el Luis Rogelio Nogueras de novela en 2009. Ha publicado los libros de ensayos Ecos en el laberinto y La revancha de Sísifo, el de periodismo literario Las armas y el oficio y las novelas Asesinos ilustrados e Historias del abecedario. El texto que publicamos es un fragmento de la novela Asesinos ilustrados, publicada por la Editorial Extramuros en 2010 y que el lector puede encontrar en la red de librerías Isla de Nadie —Dime Alex, ¿por qué La Isliada? Hay quienes han buscado en tu novela algún vínculo con la epopeya de Homero, y en cambio, no lo encuentran… —Es que en realidad no hay ninguna relación. De hecho, cuando escribí mi novela y escogí ese título, ya había leído La Odisea pero solamente conocía La Ilíada a través de sus adaptaciones al cine. —O sea, que sí puede tener algún vínculo con La Odisea. —Tampoco… ¿Cuál tú le ves? —«Nadie», el nombre con que tu protagonista se hace llamar a sí mismo, es el mismo que se otorga Odiseo para confundir a Polifemo, en el episodio del cíclope y los griegos que escapan disfrazados de ovejas… —Cierto… Pero creo que es solo una coincidencia. —Nada es casual… Al menos no en tu novela, según yo lo veo. —Pues te juro que no pensé en eso… Y lo de «Isliada» es porque se me antojaba como una fusión de «Isla» y «Aislada»: dos palabras que encarnan el conflicto de mi protagonista, un joven que desea aislarse de la gente para vivir encerrado en la Isla de sí mismo. También mi juego con el título del poema homérico se justifica porque la historia de Nadie combina, a mi parecer, tanto el sentido de tragedia como el de la épica presentes en la literatura griega. Al igual que Edipo y Medea, mi personaje deviene asesino; y si bien es un antihéroe, yo encuentro mucho de proeza en sus acciones. ¿Acaso no se necesita un coraje inmenso para renunciar a la comunidad de los semejantes? —El suceso que cataliza la metamorfosis subjetiva de tu protagonista, a mí me luce un poco forzado… El personaje interpreta la famosa frase de John Donne: «Nadie es una isla completo en sí mismo», en una dirección radicalmente contraria, y pasando por alto el resto de un poema que recalca el lazo entre los seres humanos y que se lamenta de cada muerte porque con ella se pierden fragmentos de humanidad. Presiento que al poeta inglés no le haría ninguna gracia la inversión del sentido que adopta su verso en tu novela… —¿Qué es lo que intenta decirme exactamente? ¿No será que a usted le molesta, como a muchos, supongo, la manera en que yo desvirtué el mensaje «moralmente correcto» del poema, y en cambio, quieren reclamarme una supuesta «falta de verosimilitud»? Como alegato defensivo te respondo que, simplemente, hice lo que a mi entender corresponde a un autor de ficción: No traicionar la verdad de la vida, ni temer provocar, en nombre de una visión edificante de la literatura. ¿Quién puede negar que habitualmente las personas mal-interpretamos, porque interpretamos las cosas tal como nos conviene, en función de nuestros deseos particulares? Eso es lo que hace mi personaje cuando no se interesa en la totalidad del poema y desoye la perspectiva que el profesor busca trasmitir en clase. Él queda hechizado por ese primer verso, como una revelación que fecunda su mente, descubriéndole hacia dónde lo empuja su condición más Entre dos mundos viaja la historieta cubana Sahai Couso Díaz* NO es descabellado afirmar que la historieta cubana goza de una fuerte tradición cultural. Este soporte expresivo, que muchos etiquetan como noveno arte, aunque se ha enfrentado a todo tipo de vicisitudes, ha dejado un legado imprescindible en el discurso de nuestra cultura. Resaltan los nombres de excelentes dibujantes como Ricardo de la Torriente o Eduardo Abela antes del triunfo revolucionario, junto a un gran movimiento de historietistas en estos últimos 50 años, con figuras de la altura de Juan Padrón. La vida de la historieta cubana, en las últimas décadas, está ligada a los esfuerzos de la Editorial Pablo de la Torriente Brau por brindarle espacios de publicación especialmente a talentos jóvenes. La editorial, bajo el rótulo del grupo Nuevos Trazos,ha publicado en esta ocasión la historieta Entre dos mundos, de Yury Díaz Caballero. En una dimensión perdida en el tiempo, un prisionero escapa y misteriosamente se produce un salto temporal que lo lleva al siglo XIX cubano, específicamente a la Guerra de 1895. El personaje protagónico, de nombre Ody, es alto y musculoso, extrañamente bigotudo, y encuentra su antagonista en el malvado emperador Ramsés, gobernador del imperio Zaumetzen. El héroe, que conserva una apariencia antropomórfica en oposición al diseño «biónico» del tirano, está íntima: Asumirse como Nadie, la isla completa en sí misma, suficiente para sí, indiferente a lo demás… Yo quisiera que usted también valorara el significado de mi novela desde este otro ángulo: ¿No es con unas cuántas frases hechas, aforismos, sentencias amplificadas y fuera de contexto, extraídas de libros, slogans o discursos, con lo que vamos condicionando día a día nuestra existencia? Yo busqué subrayar esa importancia que los seres humanos podemos darle a una simple frase. El que una mera expresión resonando con visos de verdad incuestionable, pueda determinar el destino de un hombre. —Eres demasiado convincente. Te repito que me sorprende la madurez de tu pensamiento… Y te cuento, rapidito, un chisme que me enteré por casualidad. Dicen que cuando el jurado se puso de acuerdo para premiar La Isliada, es porque pensaban que era de un autor muy conocido, de mayor edad… —¿Quién? ¿Es que entonces iban a premiar La Isliada solo por eso? ¿Si hubiesen sabido que era de un escritor joven y desconocido…? —Alguien cuyo nombre no debo decirte… Y mejor cambiamos de tema… Mi siguiente pregunta es sobre la manera en que concebiste formalmente la novela. Las primeras noventa y tres páginas están escritas al estilo del Ulises de James Joyce —vaya «casualidad», otra vez se nos aparece La Odisea—. Como suele suceder en el monólogo interior, el tempo es lento, las acciones muy escasas y se revelan deformadas por la subjetividad destinado a guiar a su pueblo por el único camino que lleva a la libertad. ¿Tal vez un argumento demasiado explorado y de tradición maniquea, incluso para los más pequeños? El brusco cambio de escenario —de Zaumetzen al planeta Tierra— nos lleva a ese vasto universo que son las guerras de independencia para la cultura cubana. Un manejo oportuno de los colores cálidos, asociados a símbolos como el bohío o la palma real, acompañan la figura del Generalísimo o la insigne carga al machete. Ody, el héroe extraterrestre, es diferenciado por curiosos tintes violetas en el pelo y una altura inusual que se hace resaltar especialmente en algunas viñetas. Apoyándose en la paleta de colores se caracterizan los espacios de la campiña cubana decimonónica frente a una dimensión desconocida. Ante los colores cálidos de la primera, los tonos ocres definen este mundo paralelo junto a cierta indeterminación de los espacios, que tributan a la sensación de futuridad o irrealidad. Sin embargo, esta ilusión es rota por la nomenclatura utilizada; por ejemplo, por el nombre del emperador y las alusiones a la mitología grecolatina, pues desfilan por la historieta centauros, un cíclope y un oráculo, aunque pasados por el filtro de la ciencia ficción. Las tramas paralelas le hubieran brindado mayor riqueza a la historia, pero se pierden en una composición dispersa, que perjudica la interpretación de los llamados «espacios cerrados» entre cada viñeta. La calidad de la impresión, superior a lo acostumbrado en este tipo de publicación, favorece los valores de una historia que se apoya fundamentalmente en los gráficos. Como hijos de la denominada «era digital», los lectores modelos de esta historia, esencialmente en el período de una primera adolescencia, consideran la ciencia ficción, la robótica y los mundos paralelos como tópicos seductores. La tradición historietista cubana, desde Yakro, Matías Pérez o Pucho, han mezclado elementos fantásticos con sucesos his- del personaje. Sencillamente asistimos desde la mente del protagonista sin nombre a su transformación mental en «Nadie». Cambias de pronto, en las últimas treinta y dos páginas, a la tercera persona, con un narrador que se limita a seguir los pasos del protagonista y contar sin intromisiones de autor; nada de valoraciones ni subrayados dramáticos a pesar de la violencia de las escenas… Oí a un crítico literario comentar que La Isliada parece escrita en su primera parte por el Faulkner de Mientras agonizo; y en la segunda por el atormentado Edgar Allan Poe, luego de un tratamiento de electroshock que le permitiera alcanzar, al menos en la escritura, el laconismo de un James Mallahan Cain. ¿Qué tú respondes a eso? —(Ríe) Bueno, es cierto que había leído Mientras agonizo, gracias a Alejandro, quien me asesoró en el tiempo que estuve leyendo y preparándome para arrancar con la escritura de la novela. También conocía ya los cuentos de Poe. Y algo de James Joyce, aunque no terminé el Ulises. Sin embargo, El cartero llama dos veces de Cain solo lo leí después… Y tengo el Pacto de sangre en lista de espera. —¿Reconoces haber recibido alguna influencia de ellos? —Quizás sí, y también no… Preferiría declarar que no he intentado analizar cómo funcionó en mí ese tema de las influencias. Lo que sí puedo afirmarte es que en ningún momento me propuse: «Ahora voy a escribir como Faulkner»… tóricos deleitando a sus lectores. El resultado de muchas de estas historietas es la mezcla de divertimento con didactismo, y la actualización de las mismas para un público que convive con productos como Yugi-Oh! y los Teen Titans es imperativa. Entre dos mundos es un válido acercamiento, aunque no del todo logrado pero, eso sí, un buen inicio y una interesante oferta de entretenimiento. * Estudiante de la Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana 04 tinta fresca en el tintero, domingo 08 de mayo de 2011 juventud rebelde Una editorial para todos La Editorial Oriente celebra su aniversario 40 el 28 de mayo de 2011. Desde los primeros años de su creación adoptó el lema de Una editorial para todos, que la ha caracterizado, pues publica diversas temáticas: literatura para adultos, jóvenes y niños, cine, arte, religión, historia, divulgación científico-técnica y muchas otras. Su fundación está estrechamente vinculada al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, su principal promotor, a quien se le rendirá homenaje en una jornada cultural a desarrollarse del 25 al 28 de mayo en la ciudad de Santiago de Cuba. Con casi 2 000 títulos publicados, el sello Oriente es uno de los más prestigiosos del país, avalado por la presencia en su catálogo de importantes escritores, investigadores y especialistas de diversas disciplinas, así como por más de 12 Premios de la Crítica Literaria y Científica obtenidos en la última década. A 40 de haber iniciado su labor, Oriente ha alcanzado un peso significativo en el sistema editorial cubano, por su abarcador espectro, por su atención preferente a los autores radicados fuera de la capital del país y por la solidez de sus publicaciones. Es un libro imprescindible para especialistas, profesores, estudiantes, y todo aquel interesado en el análisis profesional de la producción artística. Luis Álvarez Álvarez (Camagüey, 1950) es doctor en Ciencias y en Ciencias Filológicas, profesor e investigador titular del Centro de Estudios Nicolás Guillén del IS A. Gaspar Barreto Argi lagos (Camagüey, 1941) es doctor en Ciencias Pedagógicas, y profesor titular consultante de la Universidad de Camagüey. Obra de exquisita orfebrería, va engarzando entrevistas, fragmentos de cartas,cuentos,novela y artículos de Lino Novás Calvo,junto a varios trabajos dedicados a él,con la finalidad de desentrañar la vida de este artista. Cira Romero (1946). Investigadora del Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor. Ha dado a conocer varios epistolarios de figuras de la literatura cubana. Fragmentos de interior,, como proyecto, obtuvo el premio Memoria en 2005, conferido por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. Poesía depurada hasta llegar a la esencia, este conjunto de textos en que la música es, a la vez, forma y sustancia, realidad y metáfora, reafirma a Lourdes González como una de nuestras más altas voces poéticas. Lourdes María González Herrero (Holguín, 1952). Ha publicado los poemarios En la orilla derecha del Nilo (Premio Julián del Casal 1999), Los días del verano (Premio Especial Bicentenario de José María Heredia 2003). La novela Las edades transparentes (Premio José Soler Puig 2005 y Premio de la Crítica 2006), entre otros. Esta obra de incuestionable profundidad, revela el comportamiento de la Iglesia católica durante el proceso de formación de la nación cubana en el siglo XIX. Rigoberto Segreo Ricardo (Velasco, Holguín, 1951). Doctor en Ciencias Históricas. Profesor auxiliar de la Facultad de Humanidades e investigador del Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad de la Universidad de Holguín. Entre sus obras están Conventos y secularización en el siglo XIX cubano (1997) y De Compostela, España. Vicisitudes de la Iglesia 2000). católica en Cuba (2 El volumen recoge una antología de textos publicados en la revista Pensamiento Crítico para ponerlos a disposición del lector actual. Fernando Martínez Heredia fue el director de la revista Pensamiento Crítico. Es investigador social e historiador. Obtuvo el Premio de Ensayo Casa de las Américas, 1989. Premio Nacional de Ciencias Sociales 2006. Actualmente es el director general del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y presidente de su Cátedra Antonio Gramsci. Es miembro del Consejo Nacional de la UNEAC. Ha publicado El ejercicio de pensar (2008), entre otros. El espacio y su relación con el desarrollo de la escritura femenina en Cuba, a través de las obras de Dulce María Loynaz, Renée Méndez Capote y María Elena Llana, es analizado en este ensayo para dialogar con el lector sobre temas tan acuciantes como la memoria cultural y la oposición identidad versus alteridad. Olga García Yero (Sancti Spíritus, 1954). Doctora en Ciencias Filológicas. Profesora e investigadora titular del Centro de Estudios Nicolás Guillén (ISA). Entre sus libros se encuentran Leer páramos lejanos y Novelar también es derretirse.. JR «LA LITERATURA AL ALCANCE DE TODOS» PUBLICACIÓN MENSUAL, SUPLEMENTO DE Las voces del tiempo se dejan oír a través de autores —José Manuel Poveda, Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, Guillermo Vidal, entre otros—,temas,personajes,géneros e intertextualidades que la autora expone y que permitirán al lector «valorar la literatura patria en su devenir». Daisy A. Cué Fernández (Chaparra, 1942). Doctora en Ciencias Filológicas, y profesora consultante de la Universidad de Oriente. Es autora de Plácido, el poeta conspirador (2007), que obtuvo el Premio de la Crítica Histórica Ramiro Guerra en 2008. [email protected] El poeta,infatigable buscador de la belleza,ha bebido en todas las aguas, ha escuchado las trompetas apocalípticas y salido victorioso en su empresa. Libro despiadado y brillante. Luis Yuseff (Holguín, 1975). Entre sus últimos libros están Salón de última espera (Casa Editora Abril, 2007) y Los silencios profundos (Edic. Holguín, 2009). Entre los premios que ha recibido están el de la Ciudad de Holguín, el Anual de Poesía América Bobia y Pinos Nuevos, en el 2003; el Calendario (2005), el Nacional de Poesía Adelaida del Mármol (2008) y el de poesía de La Gaceta de Cuba (2009). EDITORES: Marilyn Bobes y Yelanys Hernández Fusté CORRECCIÓN: Equipo de Correctores DISEÑO: Rolando Padilla Hernández