Cultura Ciudadana: es un enfoque, es una manera de gobernar, es entender que gobernar es en buena parte aprender y propiciar el aprendizaje. El planteamiento introductorio de esta exposición es que en Colombia y también en otras sociedades parecidas a la nuestra, para muchas personas la conciencia y la costumbre, y a veces la creencia colectiva también, justifican violar la ley. Ese sería el problema al cual he dedicado estos últimos diez años de reflexión académica y cuatro o cinco años de intervención en el terreno de la competencia electoral y del gobierno. La visión que inspira ese trabajo, resumiéndola mucho, es lograr armonía entre ley, moral y cultura; esto no significa que la ley, la moral y la cultura ordenen exactamente lo mismo. Eso sería integrismo y sería incompatible con el pluralismo moral y cultural, ideales estándares en las sociedades contemporáneas, o al menos en la mayoría de ellas, y en la nuestra muy claramente como se ve en la Constitución colombiana. Una de las características de la sociedad contemporánea es que personas con criterio moral distinto pueden sentir mutua admiración moral sobre algunas cuestiones; yo caracterizaría de esa manera el pluralismo. No es sólo que cada cual se ponga sus reglas, sino que esas reglas tengan la suficiente universalidad, la suficiente coherencia o el suficiente respaldo estético, como para recibir admiración de personas que tienen otros marcos morales. La Constitución colombiana prevé que dentro del cumplimiento de las leyes haya respeto a la diversidad cultural, a la diversidad de creencias, a la diversidad de costumbres, pero dentro del respeto a la ley. Dicho de otra manera, ‘viva el pluralismo’, pero no de tal modo que se justifique moralmente o se acepte culturalmente la ilegalidad. En Bogotá, para la construcción de una sociedad donde exista armonía entre ley, moral y cultura ha sido importante el programa de Cultura Ciudadana utilizado en la ciudad entre 1995 y 1997 y ahora de nuevo en 2001 para sembrar convivencia. Uno puede obedecer la ley por admiración por la ley, porque su objetivo es admirable. Por ejemplo, uno puede ver un objetivo supremamente valioso en la prohibición de la pólvora: la protección de la integridad física de los niños y de la piel de los niños. Entonces evitar que los jóvenes usen fuegos artificiales es la típica prohibición justificable. Uno también puede admirar la ley por su procedimiento de gestación: porque hay discusión racional ; porque es un texto escrito a muchas manos; porque cuando no hay consenso se dirime de una manera democrática donde cada persona de las que está discutiendo pesa igual, una persona, un voto, es decir, está la igualdad humana de por medio. Estas personas que legislan son elegidas de una manera democrática por el conjunto de la sociedad y tienen nuestro mandato precisamente para configurar ese tipo de leyes dentro de lo que definió la Constitución. Entonces uno puede admirar ese sofisticado proceso. Si uno admira la construcción de un edificio, diciendo, «qué maravilla que se sostenga, que nos sintamos seguros dentro de él», la seguridad de esto tiene que ver con que Página 1 de 4 © SENA 2005 creemos que una gente que discutió y razonó sobre unos planos y sobre unos cálculos, acertó. De algún modo cuando una sociedad legisla, está haciendo lo mismo, aunque frente a cosas mucho más complejas. Es impresionante la posibilidad que tiene la humanidad, desde hace algo más de dos mil años, de salirse de su vida cotidiana y redactar un texto para después tratar de vivir según él. Otro aspecto que admiro mucho en la ley es la manera en que se aplica: el debido proceso. Todo criminal es sentado al frente por el fiscal o por el juez y éstos le dicen, «tenemos estos cargos contra usted, ¿qué tiene que decir para defenderse? «. El peor de los criminales que pueda detectar una sociedad sigue siendo considerado como alguien merecedor de interlocución, como alguien que puede formular argumentos que podrían hacer variar la posición del fiscal o del juez; en ese sentido, no se le retira la dignidad humana. Eso de verdad que me parece un invento sofisticadísimo y maravilloso. También admiro la ley porque puede introducir cambios en la cultura. Cuando yo estaba en el Liceo Francés, en el último año una muchacha desapareció. Quince días después corrió el rumor de que estaba embarazada, pero nunca se conoció información oficial por parte de directivas o de profesores. Veinte años después leo en la prensa que una tutela obliga a un colegio a reintegrar a una muchacha embarazada: ‘el derecho a la educación está por encima de las políticas del colegio’: yo ese día admiré la ley. Cinco años más tarde fui invitado al Liceo a pronunciar unas palabras en la ceremonia de graduación. Ese día, para mi asombro, dentro de los graduandos pasó a recoger su diploma una joven de la mano de su pequeña hija: fue el mayor aplauso del día. Después de veinticinco años la ley había cambiado la cultura. Todas estas formas de admiración son razones para sentirse gobernado por la ley. Pero es necesario tener en cuenta que el temor a la sanción legal (temor a la multa o a la cárcel) puede ser en muchos casos un factor decisivo para explicar la obediencia a la ley. Asimismo, podemos sentirnos guiados por nuestra voz interna, por el placer que nos da ser coherentes con su mandato, es decir, por cómo se derivan de ahí una cantidad de prejuicios, de reflejos, de patologías. Además, una de las consecuencias lógicas de estos axiomas es la utilización de sistemas como el chantaje o la extorsión. Si uno añade a esto el hecho de que el valor más sagrado en Colombia es la familia, se explica el resorte moral del secuestro. Eventualmente, estos tres axiomas podrían arrojar luz sobre una serie de fenómenos que tienen que ver con la corrupción, la exclusión y la violencia en Colombia. Para la investigación elaboramos una caracterización inicial de la convivencia basada en la teoría de reglas, acuerdos y confianza. De manera simplificada, hay convivencia cuando la gente sigue reglas, cuando la gente sabe hacer acuerdos y cuando se genera confianza. El tema de las reglas es lo que acabamos de exponer: ley, moral y cultura. Con respecto a la relación entre reglas y acuerdos menciono una explicación que recibí de una psiquiatra inglesa en un encuentro internacional sobre buen trato a los niños. La discusión, simplificándola mucho, fue la siguiente. Yo le pregunté a ella: «¿Por qué la gente le da tanta importanciaa los acuerdos? A mí me parece que el mundo es más Página 2 de 4 © SENA 2005 sencillo si respetamos las reglas; reglas como los derechos humanos, tradiciones y costumbres deberían bastar.» Para responderme, ella me dio un ejemplo que me sigue pareciendo contundente: «Hace sesenta años cuando usted se casaba, se iba a trabajar y al regresar a su hogar ponía las manos sobre la mesa, se producía un milagro: llegaba un plato servido. Esto sucedía porque existía una regla cultural potente que decía que la mujer debía prepararle los alimentos al hombre. Hoy en día usted se casa, después de trabajar se sienta en la punta de la mesa y es muy probable que su señora se siente en la otra punta y le diga: ‘¿será que hay algo en la nevera con lo que podamos preparar la comida?’ O ‘yo conozco un muy buen restaurante a la vuelta de la esquina’.» Entonces hay una cantidad de temas que antes eran regulados culturalmente y que hoy en día deben ser objeto de acuerdo. Resumen Competencias ciudadanas: Expresión de la cultura ciudadana Según Antanas Mockus la cultura ciudadana: es un enfoque, es una manera de gobernar, es entender que gobernar es en buena parte aprender y propiciar el aprendizaje. También es la expresión de cómo vive la civilidad un grupo social. La cultura ciudadana busca la armonía entre ley, moral y cultura. Una idea de pluralismo: Una de las características de la sociedad contemporánea es que personas con criterio moral distinto pueden sentir mutua admiración moral sobre algunas cuestiones; así se caracterizaría el pluralismo. No es sólo que cada cual se ponga sus reglas, sino que esas reglas tengan la suficiente universalidad, la suficiente coherencia o el suficiente respaldo estético, como para recibir admiración de personas que tienen otros marcos morales. Pero: ¿Cómo lograr que el pluralismo no se convierta en indiferencia a los criterios morales, que el pluralismo no se convierta de algún modo en ‘todo vale’? o en una justificación moral o cultural de la ilegalidad? 1. El pluralismo prevé que dentro del cumplimiento de las leyes haya respeto a la diversidad cultural, a la diversidad de creencias, a la diversidad de costumbres, pero dentro del respeto a la ley Página 3 de 4 © SENA 2005 2. No hay justificación moral al comportamiento ilegal y si la llegara a haber entonces tendrían que reunir estas condiciones (Tomado de . John Rawls sobre desobediencia civil: • Una de esas condiciones es el carácter públicamente asumido de la violación a la ley: La disposición a debatir públicamente esa intencionalidad moral de aquel que por razones morales viola la ley. • La disposición a reconocer que el valor otorgado al criterio moral es tan alto que uno aceptaría el castigo legal por violar la ley. 3. Dentro de esta cultura ciudadana se espera que haya obediencia a la ley. Uno puede obedecer la ley: • Por admiración a la ley, porque su objetivo es admirable. • Por su procedimiento de gestación: porque hay discusión racional ; porque es un texto escrito a muchas manos; • Por la manera en que se aplica: el debido proceso • Porque ve que la ley puede introducir cambios en la cultura. • Y en muchos casos por el temor a la sanción legal (temor a la multa o a la cárcel) 1. Hay una cantidad de temas que antes eran regulados culturalmente y que hoy en día deben ser objeto de acuerdo. 2. Una teoría positiva: la convivencia consiste en seguir reglas, en celebrar y cumplir acuerdos y en generar y reproducir confianza. Aquí no se define a la convivencia como no-violencia. 3. Desafortunadamente ésta es una sociedad de menores de edad; mi conciencia manda en mí, pero sobre los demás manda la ley o la cultura, el control social». Página 4 de 4 © SENA 2005