AUTOR: Jorge Septién Valentín. “El Caballero Miedoso”. Curso: 5º

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AUTOR: Jorge Septién Valentín. “El Caballero Miedoso”. Curso: 5º
Érase que se era, un caballero y su escudero de un metro y medio de altura cada uno. Los dos llevaban
armaduras relucientes y mientras el caballero sostenía una larga lanza, el escudero guardaba los escudos y
espadas.
Un buen día, el rey le pidió al hidalgo que matara a un dragón que destrozaba la mayoría de las cosechas. El
jinete salió disparado para buscar a ese dragón. Lo encontró en una tenebrosa y fría cueva comiéndose la
cosecha robada. Nuestro “héroe” sintió un escalofrío en la espalda y salió corriendo como alma que lleva el
diablo. Volvió a palacio y le dijo al rey que esa misión era demasiado complicada.
Le encomendó una tarea más fácil: liderar a las tropas en una batalla. El caballero pensó que podían herirle,
así que salió del salón del trono corriendo y se encerró en su casa de madera.
El escudero y el rey no sabían qué le pasaba al hidalgo, así que el escudero fue a hablar con él. El caballero se
lo explicó todo:
-No sé qué me pasa- dijo el jienete con una voz muy aguda. –Cuando me mandan una misión voy decidido a
hacerla, pero luego no puedo realizarla porque me entra el pánico y salgo corriendo.
-Entiendo…-Contestó el escudero
-Se supone que es un secreto, pero te lo contaré. Le temo a la oscuridad, y los truenos me aterrorizan.
-¡Creo que tengo una solución!. Gritó entusiasmado el ayudante.-Pero tendrás que esperar hasta mañana
por la mañana.
El hidalgo no podía esperar, estaba demasiado nervioso y con mucha curiosidad por saber cuá era el plan de
su fiel sirviente.
El escudero estuvo todas las horas de oscuridad explicándole el plan que había pensado el rey, para que lo
pusiera en práctica.
A la mañana siguiente el rey le pidió a gritos al caballero que salvase a la princesa que estaba en la cima de la
torre del norte del reino. Así que el jinete cogió su espada, un arco y dos flechas, y se fue a buscar a la hija
del rey. Cuando llegaron vieron una gran torre de piedra casi negra rodeada de guardias con armaduras
negras como la noche y brillaban frías como la luna.
El caballero sintió como si su corazón se parase del miedo, de hecho, estuvo a punto de salir corriendo . Pero
pensó que tenía que salvar a aquella princesa, que seguro tenía mucho miedo (aunque todavía estaba
durmiendo). Se puso en frente de todos los guardias, desenvainó su espada reluciente como el sol, y, sin
saber ni el cómo lo hizo, derrotó a todos los enemigos, tiró la puerta de la torre abajo, de una patada, y
subió las escaleras. En la cima de la torre se encontró dormida a la princesa, pero también encontró…¡Al
dragón del que huyó el otro día!. A pesar de que sentía muchísimo terror, tenía los ojos llenos de odio
mientras miraba al monstruo.
Con su espada intentó hacerle un corte, pero el arma se rompió. Anonadado miró la cara del dragón que,
segundos después, le lanzó una llamarada. Intentó hacerle daño con el arco y una flecha, pero tampoco le
hizo nada. Luego el dragón murió de esta forma tan impresionante. El caballero le lanzó la flecha que le
quedaba y el dragón lanzó una llamarada. La flecha se cubrió de fuego y le dio al dragón. El hidalgo llevó a la
princesa a casa y el jinete se volvió valiente. Luego el escudero dijo:
-Todo según mi plan, excepto lo del dragón…
Y fueron felices y comieron perdices.
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