las estrategias de subsistencia en la región central de

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Nivel Cero 12
Santander, 2010
Pág. 35-51
LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA EN LA REGIÓN CENTRAL
DE LA CORNISA CANTÁBRICA. ¿CONTINUIDAD O RUPTURA?
José YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS
Departamento de Prehistoria
Universidad Complutense de Madrid
[email protected]
Alberto GÓMEZ CASTANEDO
Grupo Arqueológico Attica
Departamento de Ciencias Históricas,
Universidad de Cantabria
[email protected]
1. INTRODUCCIÓN
Desde los años de la década de 1980 las investigaciones sobre la subsistencia de la transición del Paleolítico Medio al Superior en el norte peninsular se focalizaron en los yacimientos de la Cueva del Castillo,
Cueva Morín, el Pendo y Lezetxiki. Nuevos estudios
realizados en estos sitios han mostrado la existencia de
ciertos problemas en alguno de ellos. La revisión de
esta circunstancia, además de nuevos análisis llevados
a cabo en otros sitios, puede contribuir a una renovación del estado de conocimiento que actualmente se
tiene para este periodo en esta región. Los datos que
se ofrecen en este texto proceden de los estudios tafonómicos y zooarqueológicos de los yacimientos de la
Cueva del Esquilleu, Hornos de la Peña, Cueva Morín, Covalejos, El Ruso, el Cuco, Cofresnedo y el Otero. La información obtenida contribuye a reforzar el
debate a propósito de la subsistencia en la transición
del Paleolítico Medio al Superior en el norte peninsular en general y en la cornisa cantábrica en particular.
En este sentido, se propone cierta continuidad en las
estrategias de adquisición de recursos cárnicos entre
los últimos representantes de Homo neanderthalensis y
los primeros Homo sapiens.
2. LA INVESTIGACIÓN DE LAS
ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA EN
LA TRANSICIÓN DEL PALEOLÍTICO
MEDIO AL SUPERIOR EN EL NORTE DE
LA PENÍNSULA IBÉRICA. PROBLEMAS Y
LIMITACIONES TRADICIONALES
Los estudios a propósito de la subsistencia paleolítica implican efectuar un tratamiento multidisciplinar
que incluya análisis espaciales de las estrategias de
movilidad, la gestión y adquisición de materias primas y un examen detallado de la explotación de recursos animales y vegetales. Nuestro trabajo se centra
en el análisis de las estrategias de adquisición faunís-
tica empleadas por los pobladores de la cornisa cantábrica durante la transición del Paleolítico Medio al
Superior. Este tema ya fue tratado en otros trabajos
(Altuna, 1989, 1992; Freeman, 1973; Straus 1976,
1977, 1992, 2010; Bernaldo de Quirós, 1980, 1982;
Yravedra, 2002 a, b), sin embargo nosotros proponemos datos obtenidos de otros yacimientos y desde
una óptica diferente, basada en los resultados de los
estudios tafonómicos, cuestión no abordada en los
trabajos mencionados.
Los estudios referidos, que tratan la subsistencia del
Paleolítico Medio al Superior del norte de la Península Ibérica, presentan una serie de limitaciones que
podemos resumir en los siguientes epígrafes:
- Siempre se analizan los mismos yacimientos. En
la mayor parte de los estudios citados siempre se
tratan los mismos emplazamientos: Morín, Pendo
y Castillo (Cantabria) y Amalda, Lezetxiki y Axlor
(Euskadi). Para remediar las limitaciones inherentes del estudio de los mismos sitios, en este trabajo
aportamos datos nuevos de otros lugares como el
Otero, Hornos de la Peña, el Esquilleu, Covalejos,
Morín, el Cuco, Cofresnedo y el Ruso (Cantabria)
que renuevan el marco de referencia utilizado.
- Problemas metodológicos: La ausencia de análisis tafonómicos ha condicionado la imagen del
comportamiento cinegético de neandertales y
Homo sapiens durante el Paleolítico (Altuna, 1972,
1989, 1992; Freeman 1973, Straus, 1976, 1977;
Bernaldo de Quirós, 1980), reforzando en gran
medida la idea del neandertal carroñero (Straus,
1982, 1992; Klein y Cruz-Uribe, 1994). Por el contrario, los estudios tafonómicos realizados en otros
yacimientos han demostrando empíricamente que
neandertales y Homo sapiens desarrollaron similares
estrategias cinegéticas sobre gran parte de recursos
animales en algunos sitios (Martínez, 1998, 1999,
JOSÉ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Y ALBERTO GÓMEZ-CASTANEDO
2005; Dari, 2003; Yravedra 2000, 2001, 2002 a, b,
2005, 2007; Landry y Burke, 2006). Han demostrado también que en otros lugares los homínidos
apenas tuvieron implicación en la acumulación
de restos animales (Blasco 1995; Martínez Valle,
1996; Yravedra, 2007; Marín et alii, 2009). A pesar de la importancia de este tipo de investigaciones, todavía hay autores reacios a la utilización de
la tafonomía como método de análisis (Altuna y
Mariezkurrena, 2010). Así para el yacimiento de
Amalda, algunos autores han ofrecido diferentes
interpretaciones en función de la analítica utilizada. De este modo, Altuna (1990) y Altuna y Mariezkurrena (2010) sostienen que este yacimiento
fue un cazadero de rebeco y cabra. Sin embargo,
otros autores (Yravedra, 2005, 2006, 2007, 2010),
muestran que los ungulados de talla pequeña,
como el rebeco, no fueron aportados por el ser
humano a este sitio, a diferencia de los ungulados
de mayor tamaño como el ciervo, el caballo y el
uro cuya acumulación si es de autoría humana.
Yravedra sustenta sus afirmaciones en la ausencia de trazas antrópicas sobre los restos de rebeco,
al contrario de lo que sucede en los animales de
mayor tamaño, al tiempo que entre los restos de
rebeco aparecen numerosos huesos con marcas de
diente y huellas de digestión (Cf. Yravedra, 2005).
En sus nuevos trabajos, Altuna y Mariezkurrena
(2010) continúan apoyando la autoría humana,
sin embargo otros autores (Cf. Mallye et alii, 2010
en prensa) también han discutido la implicación
humana sobre los taxones de talla pequeña en este
yacimiento y en otros de los Pirineos.
- Aplicación tafonómica polarizada en el Musteriense. Durante los últimos años, los análisis tafonómicos están cobrando una mayor importancia
(Fig. 1). Sin embargo la mayor parte de los estudios
se han centrado en lugares de época musteriense.
Tan sólo los yacimientos de A Valiña (Lugo), cueva
de Las Caldas (Asturias), El Castillo, El Horno, El
Mirón y La Fragua en Cantabria y Amalda (Euskadi) presentan niveles del Paleolítico Superior
(Fig. 1) y de ellos sólo A Valiña, El Castillo y Amalda tienen niveles del Paleolítico Superior inicial.
En este trabajo aportamos datos de varios yacimientos con niveles del Paleolítico Superior que
incrementa el número de niveles de este momento
estudiados con este tipo de aproximación (Fig. 1).
- El análisis de la subsistencia en la transición del
Paleolítico Medio al Superior debe hacerse comparando secuencias con niveles de ambos periodos. Para la Cornisa Cantábrica esto se ha hecho
en pocos casos. Las estrategias de subsistencia que
emplearon los grupos humanos en el pasado está
condicionada por varios factores, como la orografía del terreno, el clima, la disponibilidad de recursos o las preferencias conductuales. Una forma de
estudiarlas es analizar yacimientos con secuencias
Yacimientos
Niveles culturales tafonómicos
Referencias
Castillo Nivel 18 y 20
Musteriense- Auriñaciense
Dari (2003); Landry y Burke (2006)
Morín nivel 17
Musteriense
Martínez (1998, 1999, 2005)
Pendo nivel 16
Musteriense
Martínez (1998, 1999, 2005)
Lezetxiki nivel VI
Musteriense
Martínez (1998, 1999, 2005)
Esquilleu nivel I-XXX
Musteriense
Yravedra (2005, 2006 a, b)
Abauntz
Musteriense-Solutrense-Magdaleniense
Altuna et alii (2002)
Amalda nivel VII-IV
Mousteriense-Gravetiense- Solutrense
Yravedra (2005, 2006 b, 2007)
Hornos de la Peña I-V
Musteriense-Auriñaciense-SolutrenseMagdaleniense
Yravedra (2010)
Morín nivel 2-17, 22
Musteriense-ChatelperronienseAuriñaciense-Solutrense-Magdaleniense
Yravedra (inédito)
Otero nivel 2-9
Musteriense-Auriñaciense-Magdaleniense
Yravedra (inédito)
El Ruso nivel V-III
Musteriense-Auriñaciense-Magdaleniense
Yravedra (inédito)
Cobalejos nivel B-L
Musteriense-Auriñaciense.
Yravedra 2007 (inédito)
El Cuco
Auriñaciense-Gravetiense
Yravedra (inédito)
A Valiña
Chatelperroniense
Fernández Rodríguez (2006)
Cueva de las Caldas
Magdaleniense
Mateos (1999 a, b, 2000, 2002)
Horno Cave
Magdaleniense
Costamagno y Fano (2006)
Fragua Cave
Magdaleniense
Marín (2004)
El Mirón
Magdaleniense
Marín (2009)
Fig. 1. Yacimientos de la cornisa cantábrica con estudios taxonómicos.
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Nivel Cero 12 2010
BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA
largas que permitan comparar las diferentes estrategias que se emplearon a lo largo del tiempo en un
mismo lugar. La escasez de análisis tafonómicos en
niveles del Paleolítico superior ha provocado que
no se pueda comparar un mismo yacimiento en
distintas cronologías.
Sólo en el Castillo (Dari, 2003; Landry y Burke, 2006)
y Amalda (Yravedra, 2005, 2007) se han analizado
muestras del Paleolítico Medio y del Superior, permitiendo comparar las dinámicas subsistenciales en un
mismo lugar en periodos diferentes. En ambos casos
neandertales y H. sapiens explotaron los mismos recursos, centrados en la caza del ciervo y acompañada
de caballos y uros tanto en el musteriense como el
auriñaciense del Castillo (Dari, 2003; Landry y Burke, 2006) como en el musteriense y el gravetiense de
Amalda (Yravedra, 2005, 2007). También los datos
relativos a la estacionalidad muestran semejanzas en
ambos periodos (Pike-Tay et alii, 1999).
En este trabajo incrementamos la muestra de yacimientos con secuencias largas ya que se consideran
varios lugares con niveles musterienses y auriñacienses, como Morín, Hornos de la Peña, El Otero, El
Ruso y Covalejos. El objetivo es actualizar los datos
conocidos en relación con la subsistencia de la transición del Paleolítico Medio al Superior en la cornisa
cantábrica y ofrecer nuevos datos de yacimientos no
estudiados hasta el momento.
Desde los trabajos de Altuna (1992, 1994) y Straus
(1992), las interpretaciones que se han hecho para la
subsistencia de la transición en el Norte de la Península Ibérica se han centrado en los datos de las excavaciones del Castillo, Morín, Pendo, Axlor, Amalda y
Lezetxiki. Sin embargo estos sitios presentan algunos
problemas. Así, los trabajos sobre el Castillo se centraban en las excavaciones antiguas sintetizadas en
Cabrera (1984) y Klein y Cruz-Uribe (1994) y por lo
tanto no tenían en consideración los datos procedentes de las nuevas excavaciones. Para Morín y Pendo
se asumía la autoría humana de los yacimientos y no
se consideraban otros aspectos, provocando discusiones científicas como las de L. Binford contra L.G.
Freeman a principios de la década de 1980 ( Binford,
1983; Freeman, 1983). Para Lezetxiki, Axlor y Amalda, se asumía la autoría humana de las acumulaciones óseas a partir de los datos de Altuna (1972, 1980
y 1990) sin considerar otras posibilidades.
Los recientes trabajos han mostrado que las colecciones estudiadas por Klein y Cruz-Uribe (1994)
del Castillo estaban sesgadas y que el caballo no es
el taxón predominante frente al ciervo (Dari, 2003;
Landry y Burke, 2006). Los estudios tafonómicos de
Martínez (1998, 1999, 2005) sostienen que el ser humano fue el principal agente de acumulación de unNivel Cero 12 2010
gulados en Morín 17, Pendo XVI y Lezetxiki V, pero
también que la acción de los carnívoros y de los procesos hídricos tuvieron algún impacto en las acumulaciones óseas. Montes et alii (2002, 2004) mostraron
que El Pendo es un revuelto que no puede ser considerado como un ejemplo comparativo de garantías
al registrarse un mezcla de niveles arqueológicos. Los
últimos estudios realizados en Lezetxiki también ponen de evidencia problemas geológicos y una gran
incidencia de Ursus spelaeus en las acumulaciones de
huesos de algunos niveles (Arrizabalaga et alii, 2005).
Finalmente, en Amalda, una revisión tafonómica ha
demostrado que los rebecos se corresponden con un
aporte natural no antrópico (Yravedra, 2005, 2007)
frente a la opinión inicial de Altuna (1990) y Altuna y
Mariezkurrena (2010).
3. MATERIALES
El material estudiado procede de una serie de yacimientos. La Cueva del Esquilleu de época Musteriense y los niveles Musterienses y Auriñacienses de
Hornos de la Peña, El Ruso, El Otero, Cueva Morín
y Covalejos. Junto a los materiales de estos yacimientos también aportamos algunos datos relativos a la
tafonomía de los niveles auriñacienses y gravetienses
del Cuco y los auriñacienses de Cofresnedo.
La cueva del Esquilleu (Cillorigo de Liébana, Cantabria, X:371520, Y:4790700 hoja m T. N: 1:50000
Carreña-Cabrales) se sitúa a 350 m sobre el nivel del
mar (s.n.m.), en el desfiladero de la Hermida, a 40
km de la costa. Las excavaciones de este yacimiento
comenzaron en 1997 y se prolongaron en sucesivas
campañas hasta 2006, bajo la dirección de J. Baena.
Hasta el momento se han identificado 41 niveles,
de los que 35 son de época musteriense con las siguientes dataciones absolutas: 34380±670 BP (AA37883; AMS) (nivel VI), 36500±830 BP (AA-37883)
(nivel VIF), 36500±830 BP (AA-37882; AMS) (nivel
XIF), 39000±300 (Beta-149320 AMS) (nivel XIII),
49700±1600 BP (OXA-11414 AMS) (nivel XVIII),
51034±5114BP (Mad 3299 TL) (nivel XXId) y 53491
± 5114 BP (Mad 3300, TL) (nivel XXIII) (Baena et
alii, 2005).
Hornos de la Peña (Tarriba, San Felices de Buelna,
Cantabria) se halla a 280 m s.n.m. y a 18 km de la
costa dentro del valle de los Corrales de Buelna,
caracterizado por un paisaje montañoso abierto a
varios nichos ecológicos diferenciados. Esta cueva
fue excavada en 1906 por Alcalde del Río y entre
1909-1912 por el abate H. Breuil, H. Obermaier y
J. Bouyssonie (Breuil y Obermaier, 1912). La estratigrafía publicada por Breuil y Obermaier (1912) y
adaptada por Bernaldo de Quirós (1982) muestra 5
niveles que van desde el Musteriense al Neolítico.
Nosotros nos centraremos en el nivel V, musteriense,
37
JOSÉ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Y ALBERTO GÓMEZ-CASTANEDO
y el IV y III auriñacienses, datados en 20930±370 BP
(BM-1883R-nivel III (Soto Barreiro, 2003).
El Ruso (Igollo, Camargo, Cantabria, X: 427800,
Y:4808670 UTM) se localiza en la llanura costera de
la bahía de Santander a 60 m s.n.m. y a 6 km de
la costa. La excavación del Ruso tuvo lugar en 1984
bajo la dirección de Emilio Muñoz Fernández. El yacimiento contiene 7 niveles arqueológicos que van del
Musteriense a la edad del Bronce. Nosotros nos centraremos en los niveles musterienses V y VI y el auriñaciense evolucionado, IVb, datado en 27620±180
BP (BETA-12036, AMS) (Muñoz, 1991; Muñoz y
Serna, 1999).
El Otero (Secadura, Junta de Voto, Cantabria, N:
43º21’10’’, E.0º09’30’’ hoja 18-35 plano 1/50000
Inst. Geográfico Catastral), se ubica a 60 m s.n.m.
y a 12 km de la costa. Las excavaciones de este yacimiento tuvieron lugar en 1963 bajo la dirección de J.
González Echegaray, m A. García Guinea y A. Begines Ramírez (González Echegaray et alii, 1966). Los
9 niveles arqueológicos identificados van del Musteriense al Aziliense. Nos centraremos en los niveles
musterienses (nivel 9) y en los auriñacienses (nivel 8,
6, 5 y 4). Cueva Morín (Villanueva de Villaescusa, Cantabria,
N 0º10’10’’, E 43º21’43’’ I.G.C. 1/50000 hoja 34 Torrelavega) es un yacimiento arqueológico situado a 60
m s.n.m. y 6 km de la costa. La excavación de este
yacimiento se efectuó en diferentes momentos. Carballo y Sierra en 1912, Carballo entre 1917-1919, y J.
González Echegaray y L. Freeman entre 1966-1969
(González Echegaray y Freeman, 1978). La secuencia
estratigráfica recoge un importante paquete de 22 niveles que van del Aziliense al Musteriense. Nosotros
estudiaremos en este trabajo, los niveles 5-10 Auriñacienses, el nivel 10 Chatelperroniense, y los Musterienses (niveles 11-17 y 22). Las dataciones disponibles
son para el nivel 11 Musteriense, 39770±730 BP (GiF
96264) (Maillo et alii, 2001), el nivel 8 Auriñaciense
36590±770 BP (GiF-96263) (Maillo et alii, 2001), el
nivel 6-7 30465±901 (SI-954), el nivel 5a 29710±340
BP (SI-953), el nivel 7 29515±840 BP (SI-955), el nivel 8a 27685±1285 (SI-956)-27336±735 BP (SI-952)
(González Echegaray y Freeman, 1978) y el nivel 10
Chatelperroniense, 35905±6585 (SI-951a) (González
Echegaray y Freeman, 1978).
Covalejos (Velo, Piélagos, Cantabria, UTM: X
424560, Y 4805500) se sitúa a 110 m s.n.m. y a 3
km de la costa en un paisaje de relieve suave. Las
excavaciones de este yacimiento tuvieron lugar en
1879 bajo la dirección de E. de la Pedraja, y de H.
Obermaier, R. Shallcras y L. Rozas en 1914. La
fauna analizada de este trabajo proviene de las excavaciones de R. Montes y J. Sanguino entre 1997 y
38
2003. El yacimiento presenta 2 niveles auriñacienses
datados en 30380±250 (GRA 22443-AMS - nivel B),
32840±280 BP (GRA-24200-AMS-nivel C) y 10 niveles musterienses datados entre 40650+2300-1800
BP (AMS-nivel D techo), 41640+650-530 (AMS-nivel D fondo) a 101000 BP (U/TH, nivel Q) -Sanguino y Montes, 2005-.
El abrigo del Cuco (Urdiales, Castro Urdiales, Cantabria, UTM X 481507, Y 4804428) se sitúa a 43
mm s.n.m. y a 1,5 km de la costa. La excavación del
yacimiento se desarrollo en 2006 bajo la dirección de
E. Muñoz, P. Rasines, S. Santamaría y J. M Morlote.
En total se han identificado 14 niveles gravetienses
y auriñacienses. El nivel III, gravetiense, esta datado
en 23400±250 BP (GrA-32097 AMS), el nivel XIII,
auriñaciense, es datado en 30020+160-150 BP (GrA
32436 AMS) (Muñoz et alii, 2007).
Cofresnedo (Matienzo, Ruesga, Cantabria) se halla
a 160 m s.n.m. La excavación de este yacimiento
tuvo lugar en 2000-2001 bajo la dirección de J. Ruiz
Cobo. La cueva describe ocupaciones discontinuas
de humanos y carnívoros en el Paleolítico Medio y
Superior. Las ocupaciones del Paleolítico Superior
están datadas en el nivel 4 en 31360±310 BP (GrA20267) (Ruiz Cobo y Smith, 2003).
Como se aprecia, todos los yacimientos analizados en
este trabajo son de Cantabria y presentan un rango
cronocultural parecido al estar insertos en el final del
Paleolítico Medio y comienzos del Superior (4000025000 BP). Sin embargo, todos ellos mantienen particularidades propias que los hacen únicos. Cada uno
se sitúa en entornos propios, con características ambientales y climáticas particulares. Del mismo modo,
cada sitio ha sido excavado en momentos diferentes
con distintas metodologías de excavación y recuperación de restos. De forma que encontramos sitios con
muestras sesgadas o preseleccionadas como Hornos
de la Peña o el Otero y conjuntos con materiales recuperados estos últimos años con gran cantidad de
diáfisis (Esquilleu, Covalejos, El Ruso, El Cuco, Cofresnedo). Estas características propias de cada sitio
han determinado que para poder analizar la subsistencia en la transición del Paleolítico Medio al Superior escojamos yacimientos con secuencias completas
de ambos momentos. De esta forma analizaremos
cada yacimiento de manera individual con sus particularidades propias, fijándonos en las semejanzas
o diferencias que se registran durante el tránsito del
Musteriense al Paleolítico Superior.
4. MÉTODOS
En nuestro estudio se ha dado gran importancia a la
Tafonomía como disciplina de análisis en la evaluación de los procesos que operan en los yacimientos.
Nivel Cero 12 2010
BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA
7
8
10
5
4
9
6
3
1
2
0
20 km
Fig. 2. Situación geográfica de los yacimientos tratados en el texto: 1. Esquilleu, 2. Hornos de la Peña, 3. Castillo, 4. Covalejos, 5. Pendo,
6. Morín, 7. Ruso, 8. Otero, 9. Cofresnedo, 10. Cuco.
Sin embargo, antes hemos procedido a la identificación taxonómica y a la cuantificación de las diferentes
especies animales en NISP (número de restos identificados por taxón) y MNI (número mínimo de individuos). El cálculo del MNI se ha hecho siguiendo a
Brain (1969) quien considera la lateralidad, la edad y
el sexo de cada hueso. Junto a la taxonomía, también
se ha realizado la determinación de los perfiles esqueléticos. En este aspecto destacamos la identificación
de las diáfisis, sobre la base del espesor de las diáfisis,
su sección y las propiedades de la cavidad medular y
sus superficies óseas, siguiendo los criterios de Barba
y Domínguez-Rodrigo (2005a).
Cuando la asignación taxonómica no ha sido posible,
los restos fueron atribuidos a animales de diferentes
tallas en función del peso y el tamaño, los cuales podemos resumir en: 1) animales de pequeño tamaño
comprendidos por taxones de menos de 100 kg (Capra pyrenaica, Rupicapra rupicapra, Capreolus capreolus), 2)
taxones de talla media de 100-400 kg (Cervus elaphus,
Equus caballus), 3) carcasas de animales grandes de entre 400-800 kg (Bos primigenius, Bison priscus, Dicerorhinus
hemitoechus), y 4) carcasas de animales muy grandes
como elefantes, >800 kg.
Para facilitar el análisis de los perfiles esqueléticos, se
dividieron en regiones anatómicas. Se diferencian: 1)
los huesos del cráneo que incluyen astas, cuernos, cráneo, maxilar, mandíbula y dientes; 2) los huesos axiales que incluyen vértebras, costilla, pelvis y escápula
siguiendo los criterios de Yravedra y Domínguez RoNivel Cero 12 2010
drigo (2009); 3) los huesos apendiculares superiores
conformados por húmero, fémur, radio, ulna, tibia y
rótula y 4) los huesos apendiculares inferiores que incluyen metapodios, carpos, tarsos y falanges.
El análisis de las superficies óseas y de las alteraciones que encontramos en ellas, así como las marcas de
corte, se ha hecho con la ayuda de lupas de mano de
10X-20X tal y como propone Blumenschine (1995).
Los criterios diagnósticos que hemos utilizado en la
identificación de las marcas de corte son los que proponen Bunn (1981), Potts y Shipman (1981). Para las
marcas de diente hemos seguido a Binford (1981),
Shipman (1983), Blumenschine (1988, 1995), Blumenschine y Marean (1993) y Fisher (1995). El análisis de las marcas de percusión se ha hecho siguiendo
a Blumenschine y Selvaggio (1988), Blumenschine
(1995), y Fisher (1995).
Las marcas de corte, diente y percusión se han contabilizado por sección y partes anatómicas de acuerdo
con los criterios de Domínguez-Rodrigo (1997) y Barba y Domínguez-Rodrigo (2005b). La cuantificación
de las marcas se ha hecho en base al NR de los huesos con buen estado de conservación de las superficies
óseas
5. RESULTADOS
5.1. El Esquilleu
En este emplazamiento, la cabra predomina en todos
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JOSÉ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Y ALBERTO GÓMEZ-CASTANEDO
los niveles seguida por el rebeco y el ciervo (Fig. 3).
Bos/Bison sólo aparece en los niveles VIII, XI, XIF y
XIII. En ellos, se observa un amplio espectro de movilidad que implica una adquisición de animales alejados de la zona inmediata al yacimiento, además de
la incorporación de materias primas alóctonas (Baena et alii, 2005). Al mismo tiempo la estacionalidad en
estos niveles indica ocupaciones más prolongadas en
diversas estaciones del año (Fig. 3) que difiere de lo
observado en los otros niveles en los que se registran
ocupaciones más estacionales.
El estudio tafonómico ha mostrado diferencias a lo
largo de la secuencia. Los niveles superiores (III y IV)
muestran un palimpsesto con ocupaciones humanas
poco definidas en los que los carnívoros tendrían un
papel importante en el aporte de recursos (Yravedra,
2006 a, b). En estas unidades se observa que los huesos con marcas de corte son escasos, a diferencia de
las marcas de diente que superan el 50% de los restos
(Fig. 3). La fragmentación de ambos niveles es inferior a lo observado en el resto de la secuencia, de manera que sólo el 65% y el 82 % de los restos son menores de 3 cm. a diferencia de lo visto en otros niveles,
donde más del 80 % de los huesos son menores de 3
cm. El grado de circunferencia de las diáfisis también
es diferente en el nivel III, donde un 28 % supera el
25% del radio de la circunferencia, a diferencia de los
demás niveles donde el 99% de las diáfisis tienen un
radio de circunferencia inferior al 25% (Fig. 3).
Desde el nivel VI-XIII las frecuencias de marcas de
corte, percusión y alteraciones térmicas aumentan.
Lo mismo sucede con la fragmentación de los huesos, y las evidencias generadas por carnívoros se reducen (Fig. 3). Los perfiles esqueléticos muestran un
transporte completo de las cabras al yacimiento en
todos los niveles y del ciervo en el nivel XIF (Yravedra y Domínguez-Rodrigo, 2009). Por último, en los
niveles XXI, XXIII, XXV, XXVIII y XXIX se han
documentado hogares con abundantes huesos calcinados y carbonizados, muy fragmentados, que han
sugerido para Yravedra et alii (2005) un uso como
combustible.
5.2. Hornos de la Peña
La escasa representatividad del conjunto óseo de
Hornos de la Peña está condicionada por las excavaciones del yacimiento a principios del siglo XX. A
pesar de ello, toda la muestra ha estado sometida a
los mismos condicionantes, por lo que, teniendo en
Fig. 3. Principales características zooarqueológicas y taafonómicas del Esquilleu. La estacionalidad se ha estimado mediante el desgaste
dentario de los dientes de cabra siguiendo a Pérez Ripoll (1987). Las frecuencias de marcas excluyen dientes y huesos con cortical en mal
estado. Pequeño (Capra+Rupicapra+Capreolus+Pequeños animales). Grande (Cervus+Bos+Equus+Grandes y animales intermedios).
40
Nivel Cero 12 2010
BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA
Capra
Rupicapra
Cervus
Capreolus
Equus
Bos/Bison
NISP NISP MNI
NISP MNI
NISP MNI
NISP MNI
NISP MNI
NISP MNI
2/0) 29
7(6/1)
7
Carnívoros
%MC
%MD
NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande
1(1/0) 13
2
0
13,3
28
13,3
Fig. 4. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en Hornos de la Peña. MNI: MNI (Adultos/Juveniles+Infantiles). Las
frecuencias de marcas de corte y diente son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación.
cuenta estos factores, podemos hacer algunas valoraciones sobre su fauna.
Los niveles musterienses y auriñacienses han proporcionado 655 restos En el nivel musteriense el rebeco
es el animal más abundante en NR y MNI, seguido
del caballo y el ciervo (Fig. 4). El nivel 4, auriñaciense,
muestra un predominio del caballo seguido del ciervo, rebeco, cabra, corzo y uro. En el nivel 3 destaca
el ciervo, seguido del caballo y los otros animales (Fig.
4).
El análisis tafonómico ha mostrado que tanto en el
Paleolítico Medio como en el Superior los únicos animales con evidencias de actividad humana fueron el
ciervo, el caballo y el uro. Según esto, no habría diferencias en las estrategias de selección de los cazadores
del Paleolítico medio y los del superior. Para ambos
periodos, el caballo sería la especie principal en los
niveles 5 y 4 con el 56 % y 43 % de los restos y el
58 % y 55 % del MNI respectivamente. Le sigue el
ciervo con el 43 % del NISP en los dos niveles y el 36
% y 33 % del MNI y después Bos/Bison con un MNI
inferior al 10 %.
A partir del nivel 3 se producen diferencias. En esta
unidad el ciervo es la especie principal con el 60%
del MNI y el 66 % del NISP, pero por primera vez en
este yacimiento se observa que el rebeco, la cabra y el
corzo presentan evidencias de procesamiento humano (Yravedra, 2010). Esto refleja cambios en las estrategias de adquisición humanas al ampliar la gama de
presas e incluyendo los ungulados de talla pequeña.
A partir de esta unidad los animales de talla pequeña
muestran marcas de corte, de percusión y patrones de
edad con más cantidad de individuos adultos (Yravedra, 2010).
Los ciervos, caballos y uros también tienen marcas
de diente que indican la acción de carnívoros sobre
las carcasas. Sin embargo, también tienen marcas de
corte, ligadas a procesados cárnicos que sugieren actividades antrópicas sobre los animales. La presencia
de marcas de corte en costillas y huesos apendiculares superiores (húmero y fémur) o intermedios (tibia
y radio) en los niveles 5-3, los patrones de fractura
caracterizados por la ausencia de formas cilíndricas
y las edades de los caballos y uros con predominio de
adultos, indican un aporte antrópico de estos taxones.
Nivel Cero 12 2010
Según se ha observado no hay diferencias significativas entre los taxones aportados en el nivel 5, musteriense, y el 4, auriñaciense. En ambos, el caballo y
el ciervo predominan. Las diferencias surgen a partir
del nivel 3, cuando el ciervo se convierte en la especie
principal en MNI y NISP, y los corzos, cabras y rebecos se incorporan a la gama de presas aportadas por
el ser humano.
5.3. El Ruso
Se trata de una pequeña cavidad situada cerca de
otros yacimientos cantábricos de entidad, como El
Pendo, El Juyo y Santián. El Pendo presenta materiales musterienses y auriñacienses que, según el estudio de Fuentes (1980), no muestran diferencias entre
ambos periodos, predominando en los dos el ciervo
seguido del caballo y los grandes bóvidos. El problema del Pendo es que se trata de un palimpsesto con
mezcla de materiales entre los diferentes niveles arqueológicos según Montes et alii (2002, 2004).
En Santián, destaca de nuevo la presencia del ciervo,
pero en este sitio la fauna esta descontextualizada debido a cuestiones metodológicas durante la recogida
de los restos.
Es por ello que la fauna del Ruso sea trascendental,
pues procede de la única secuencia de esta zona con
materiales contextualizados que van desde el Musteriense al Solutrense.
Los datos taxonómicos muestran al ciervo como la
especie predominante en los niveles V, musteriense,
y el IVb, auriñaciense. En ellos presenta el 71 % del
NISP y el 33-38% del MNI. El caballo es la segunda
especie más importante en los dos momentos con un
31% del MNI en el nivel V y un 20 % en el IV. Tras
estos taxones siguen los grandes bóvidos y los otros
animales. Los patrones de edad muestran coincidencia en ambos periodos, en Bos/Bison sólo hay adultos,
en los équidos predominan los individuos jóvenes con
el 66% y el 50% en el Auriñaciense y Musteriense y
en los ciervos los individuos jóvenes oscilan entre el
33% y el 50% (Fig. 5).
La tafonomía nos muestra una situación similar a la
registrada en Hornos de la Peña. Ciervos, caballos y
Bos/Bison presentan evidencias de actividad antrópica. Por el contrario el rebeco, la cabra y el corzo no
41
JOSÉ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Y ALBERTO GÓMEZ-CASTANEDO
Capra
NISP
Cervus
NISP MNI
NISP MNI
Capreolus
Equus
NISP MNI NISP MNI
Bos/Bison
Carniv
%MC
%MD
%MP
NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande Pequeño Grande
V Mus
1423
3
1
179
6(4/2) 4
1
58
4(2/2) 4
1
39
6
1,9
3,5
7,5
3,4
2,2
2,6
IV b Aur
667
6
2(1/1) 117
5(3/2) 2
1
27
3(1/2) 7
2
29
6
2,5
8,4
35
8,4
0
6,4
Estacionalidad Cervus elaphus
Frecuencias de los Taxones aportados por el ser humano
V Mus
73%
50%
24%
40%
3%
10%
IV b Aur
79%
50%
18%
30%
3%
20%
Invierno-Verano y comienzo de otoño
Fig. 5. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en el Ruso. MNI: MNI (Adultos/Juveniles+Infantiles). % Marcas de corte
(MC), % Marcas de diente (MD) y % Marcas de percusión (MP) son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal
estado de conservación incluyendo en animales grandes (Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+
Rupicapra+Capreolus+indet. de talla pequeña).
muestran indicios de esta actividad, sólo a partir del
nivel III, de época solutrense, se observan evidencias
indicativas de un aporte antrópico (Yravedra et alii,
2010 en prensa).
Los patrones de fractura, la situación de las marcas
de corte y percusión en porciones de alto valor nutritivo como huesos superiores y elementos axiales y
las elevadas frecuencias de marcas antrópicas en estos huesos indican un acceso temprano a los recursos
cárnicos, por lo que el ser humano es el responsable
del aporte de ciervos, caballos y grandes bóvidos al
yacimiento (Yravedra et alii, 2010 en prensa). Por el
contrario, la escasez de trazas antrópicas en animales pequeños no permiten interpretar que hayan sido
aportados por el ser humano (Fig. 5). En cambio, la
abundancia de marcas de diente en estos animales
indica un protagonismo importante de los carnívoros
(Fig. 5). También los animales medianos y grandes
tienen marcas de diente, sin embargo las marcas antrópicas, ligadas a procesos de descarnación y desarticulación, sugieren que los carnívoros accedieron
como carroñeros después del ser humano.
Según esto, y dado que el ser humano se centra en
bóvidos, caballos y ciervos podemos concluir que
entre el Musteriense y el Auriñaciense continúan las
mismas estrategias de subsistencia, existiendo, por lo
tanto, una continuidad en ambos periodos.
5.4. El Otero
La antigüedad de las excavaciones del Otero ha condicionado que sólo hayamos analizado 700 huesos
de este yacimiento. De este modo nos encontramos
ante una muestra sesgada y preseleccionada, como
se desprende de la desproporción existente entre el
NR y el MNI, la escasez de huesos indeterminados
entre la fauna, el predominio de dientes en los perfiles
esqueléticos y la mayor representación de fragmentos
epifisiarios frente a diafisiarios (Yravedra y GómezCastanedo, 2010 a en prensa). Por lo tanto, este sesgo óseo condiciona en gran medida el estudio y las
conclusiones que pueden extraerse de esta colección.
A partir de ello, cabe decir que el ciervo es el animal
42
más importante, seguido del caballo y de otros ungulados como el rebeco, el corzo, el reno y la cabra durante toda la secuencia. Al contrastar la información
del nivel musteriense y los auriñacienses se observan
algunas diferencias. En el musteriense aparecen restos de jabalí, bastantes restos de carnívoros y el caballo es más abundante en NR y MNI que el ciervo. Sin
embargo, la muestra ósea de este nivel y los estratos 5
y 6 no son muy importantes al tener menos de 30 restos cada uno (Fig. 6). El nivel 4, más representativo,
muestra un predominio de ciervo seguido del caballo,
lo cual también se observa en los niveles 5 y 6 (Fig.
6). En todas las unidades predominan los individuos
adultos, seguidos de los juveniles e infantiles. La estacionalidad sólo se ha establecido para el ciervo en el
nivel 4, indicando una mortandad que abarca todo
el año, y en especial al comienzo del otoño y el final
del invierno.
La escasa muestra ósea ha provocado que no se pueda hacer un análisis tafonómico detallado de todos
los niveles. La ausencia de huesos postcraneales en
el musteriense no ha permitido establecer el agente
responsable de la presencia de estos animales en el
yacimiento. Entre los niveles 2-6, las marcas de corte
que tiene el ciervo en huesos apendiculares superiores
y huesos axiales sugieren un aprovechamiento antrópico de este animal, sin embargo, hay otros animales
donde la incidencia humana es incierta. En taxones
como el uro o la cabra no se han identificado marcas antrópicas y en otros, como el caballo, el corzo o
el rebeco, solo las presentan en algunos niveles (Fig.
6). En los animales pequeños, sólo se han observado
trazas humanas en el nivel 4 y la unidad 2, magdaleniense, mientras que en los otros estratos no hay indicios de actividad antrópica.
5.5. Cueva Morín
De Cueva Morín se han analizado 6.500 restos. El
ciervo es el animal más destacado seguido de Bos/
Bison y los équidos, lo cual coincide con los datos de
Altuna (1971, 1973). Al comparar los niveles del Paleolítico medio y superior observamos que entre ellos
no hay diferencias. Los animales más abundantes son
el ciervo y el Bos/Bison, teniendo el ciervo una repreNivel Cero 12 2010
BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA
NISP
Capra
NISP MNI
Rupic
NISP MNI
Cervus
NISP MNI
9 Mus 28
6
1(0/1)
6 Aur
86
14
2(1/1)
5 Aur
37
4
1(1/0)
4 Aur
408
13
2(1/1) 20
14
4(3/1) 177
Capreolus
NISP MNI
3
Bos/Bison
NISP MNI
12
2
1(1/0) 6
2(1/1)
10(8/2) 4
Equus
NISP MNI
4
2(2/0) 71
3(2/1)
Carniv
MC %
MD %
NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande
2(2/0) 7
2
1(1/0)
1(1/0)
10(9/1) 12
4(3/1) 7
2
0
0
0
0
0
20
100
40
0
0
0
0
6,3
7,7
19
18
Estacionalidad Cervus elaphus
Frecuencias de los Taxones aportados por el ser humano
9 Mus ¿?
¿?
6 Aur
20
70%
67%
30%
23%
¿?
5 Aur
18
75%
67%
25%
23%
¿?
4 Aur
190
90%
71%
10%
29%
Todo el año
Fig. 6. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en el Otero. MNI: MNI (Adultos/Juveniles+Infantiles). % Marcas de corte
y diente son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes
(Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+indet. de talla pequeña).
sentación porcentual del 40-50% del MNI según los
niveles. La principal diferencia que se observa entre
el Paleolítico Medio y el Superior es el incremento
de los ungulados pequeños (cabra, rebeco y corzo) a
partir del nivel 6, auriñaciense, y la progresiva reducción porcentual del Bos/Bison y del caballo a partir
del Gravetiense.
En los patrones de edad, Altuna (1971, 1973) tampoco ha observado diferencias entre ambos periodos, lo
mismo sucede con la estacionalidad. Según Pike-Tay
et alii, (1999) el yacimiento se ocupó desde el final del
otoño a la primavera durante el Musteriense y el Auriñaciense.
En relación con los perfiles esqueléticos tampoco se
observan diferencias. En ambos momentos, la representación de todas las secciones anatómicas en los
animales de talla media y pequeña sugieren un transporte completo de estos animales. Por el contrario, en
los animales de talla grande se observa un transporte
diferencial centrado en los elementos apendiculares
superiores en detrimento de los axiales y los apendiculares inferiores (Altuna, 1971, 1973).
La tafonomía ha mostrado que la ausencia de algunas secciones anatómicas puede estar condicionada
por la acción de los carnívoros y las corrientes hídricas (Yravedra y Gómez-Castanedo 2010 b en prensa). Las marcas de diente observadas en epífisis y huesos axiales indican que los carnívoros intervinieron
en el yacimiento, del mismo modo que las elevadas
frecuencias de huesos rodados y pulidos indican que
el agua fue un factor importante en la sedimentación
(Yravedra y Gómez-Castanedo, 2010 b en prensa).
Sin embargo, las frecuencias y la distribución de marcas de corte y percusión indican que el ser humano
tuvo un gran impacto sobre las porciones cárnicas de
la mayor parte de los taxones en casi todos los niveles
(Fig. 7).
Las frecuencias de marcas antrópicas, su distribución
esquelética y la funcionalidad a la que hacen referencia sugieren que el ser humano tuvo un acceso
Nivel Cero 12 2010
cárnico primario sobre los animales de talla grande,
mediana y pequeña en algunos niveles, como el 17,
el 4, el 3 y el 2 (Yravedra y Gómez-Castanedo 2010
b en prensa). En los demás niveles también se han
observado marcas antrópicas de descarnación sobre
diversidad de taxones, sin embargo, muchos de estos niveles son poco representativos y por tanto poco
concluyentes (Fig. 7).
Según los datos taxonómicos y tafonómicos a los que
nos hemos referido tenemos una cierta continuidad
entre el Musteriense y el Auriñaciense, de modo que
en ambos momentos se cazan las mismas presas. En
los ungulados pequeños como la cabra, el rebeco y
el corzo, los datos son escasos debido a la baja representatividad de estos animales en el yacimiento, pero
en el nivel 17 están asociados a comportamientos humanos cinegéticos y entre los pocos restos que hay
de estos animales en los otros niveles, también se han
observado marcas antrópicas.
5.6. Covalejos
La muestra ósea analizada comprende 49.799 restos
muy fragmentados, de los que el 64% son indeterminados (Yravedra, 2007). En total se han revisado materiales de varios niveles musterienses y auriñacienses.
El animal mejor representado de toda la secuencia
es el ciervo, lo que coincide con las frecuencias que
aporta Castaños (2005) en un estudio preliminar.
Entre los niveles musterienses y auriñacienses no se
producen diferencias significativas, la principal es el
aumento de Capreolus y Equus en el MNI del nivel B
y la reducción porcentual del ciervo en el NISP y el
MNI en el nivel B. Entre las unidades C del Auriñaciense y el D del Musteriense no hay diferencias
taxonómicas. En las edades de las presas se observa
un predominio de adultos jóvenes de entre 5-7 años
en todos los niveles, y en la estacionalidad se observa una diferencia en la explotación de las presas, de
modo que en el Musteriense se produce durante todo
el año y en el Auriñaciense se focaliza entre el final
del verano y el comienzo del invierno (Yravedra,
43
JOSÉ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Y ALBERTO GÓMEZ-CASTANEDO
Equus
Animales Pequeños
NISP MNI NISP
MNI
Cervus
Bos/Bison
Marcas de corte % Marcas de diente % Marcas de Percusión %
NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño
Grande
Pequeño
Grande
Fig. 7. Principales Características taxonómicas y taxonómicas en Cueva Morín MNI: Las frecuencias de marcas de corte y
diente son establecidas a partir del NR excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes
(Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+indet. de talla pequeña).
2007).
pacto generado por carnívoros.
Tafonomicamente el conjunto que hemos analizado
presenta un buen estado de conservación, excepto
en los niveles C, D y H donde el 60% de los huesos
presentan rodamientos, pulidos y abrasiones producidas por fenómenos hídricos (Yravedra, 2007). Junto
a estos procesos, se han documentado otros que han
producido desconchamientos, brechificaciones, calcificaciones y, sobre todo, una intensa fragmentación
que ha provocado que la mayor parte de los restos del
yacimiento sean menores de 3 cm.
Según los perfiles taxonómicos, los patrones de edad
y los tafonómicos tenemos en Covalejos continuidad
entre las estrategias de subsistencia del Musteriense y
el Auriñaciense, ya que en ambos periodos siempre
se cazan las mismas especies en frecuencias similares,
especialmente entre las unidades D y C.
El análisis tafonómico de los huesos con un buen estado de conservación de animales de diversas tallas
muestra un aprovechamiento antrópico de todos los
recursos animales (Fig. 8). Todos ellos presentan elevadas frecuencias de huesos con marcas de corte que
se ajustan, según sus frecuencias y distribución, a consumos antrópicos primarios (Fig. 8). Además de las
trazas de actividad humana, también se han observado marcas de diente de carnívoros. Sin embargo, su
pequeño tamaño, la ausencia de huesos digeridos, la
elevada fragmentación y la superposición de marcas
de diente sobre trazas antrópicas previas sugieren un
papel secundario para la actividad de los carnívoros.
Sólo en el nivel H, el aumento de las frecuencias de
trazas de diente y los menores porcentajes de huesos
con alteraciones humanas, sugieren que en este nivel,
los ungulados pequeños pudieran sufrir un mayor im-
44
5.7. El Cuco
El Cuco ha proporcionado 12.000 NISP, muy fragmentados, que ha motivado que sólo se hayan podido
determinar taxonómicamente una pequeña parte de
estos huesos. Según Castaños y Castaños (2007), el
ciervo es el animal más abundante seguido de Bos/
Bison y Equus (Fig. 9). La gran fragmentación de los
huesos del Cuco puede estar condicionada por varios
factores. El estado fresco de las trazas de fractura sugiere patrones de fracturación intencional realizado
por carnívoros y humanos. La presencia de marcas
de corte, percusión y de diente sugieren que ambos
agentes intervinieron en el yacimiento.
Las marcas de corte en huesos con paquetes musculares nutritivos como el húmero, el fémur y los huesos
axiales están asociados a accesos cárnicos primarios.
Del mismo modo, los conjuntos con altas tasas de
fragmentación son una muestra típica de las acumulaciones óseas humanas, por lo tanto los animales del
Nivel Cero 12 2010
BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA
Cervus
Capreolus
Cap+Rup+Rang
NISP MNI NISP MNI NISP
MNI
Equus
Bos/Bison
Carnívoros
Marcas corte %
Marcas diente %
Marcas percusión %
NISP MNI NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande Pequeño
Grande
Fig. 8. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en Covalejos. Las frecuencias de marcas de corte, percusión y dientes
son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes
(Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+Rangifer+indet. de talla pequeña).
Cuco habrían sido aportados por el ser humano y
aprovechados de forma secundaria por los carnívoros
como revelan algunas marcas de diente. Más indicios
de esta actividad humana los tenemos en los grados
de circunferencia de las diáfisis, donde el 100 % presenta grados de circunferencia inferiores al 25 %.
5.8. Cofresnedo
La fauna del nivel auriñaciense estudiada por Castaños (2003) ofrece un predominio de animales de
talla media y grande como el caballo, el ciervo o los
grandes bóvidos (Fig. 9). El análisis tafonómico efectuado por nosotros ha mostrado que algunos huesos
presentan acumulaciones, pátinas y rodamientos producidos por el agua y también marcas de diente generadas por carnívoros que indican su intervención sobre los restos óseos del yacimiento (Fig. 9). Aunque la
incidencia de las marcas de diente no es importante,
los pits presentan dimensiones de entre 3,5 mm. y 5,4
mm. que sugieren la participación en el yacimiento
de carnívoros como el lobo, la hiena, los osos o los
grandes félidos.
Por otro lado, la presencia de marcas de corte y percusión (Fig. 9), la intensa fragmentación y las frecuencias de marcas que tienen los elementos apendiculares sugieren un protagonismo antrópico en la
acumulación de los restos óseos. En los animales de
talla grande y media, las marcas de corte de los elementos apendiculares superiores indican un temprano acceso cárnico a las carcasas. En los animales pequeños, la escasez de restos ha condicionado que no
hayamos podido observar más trazas, pero las marcas
de descarnamiento sobre diáfisis y huesos axiales y
algunas de desarticulación indican accesos antrópicos
primarios.
5.9. Otros yacimientos
Además de los yacimientos analizados, en la introducción se hizo mención de que en otros lugares como El
Nivel Cero 12 2010
Castillo o Amalda, con niveles del Paleolítico Medio
y Muperior, cuentan con análisis tafonómicos.
En la Cueva del Castillo, los estudios zooarqueológicos y tafonómicos de Dari (2003) y Landry y Burke
(2006) proponen al ser humano como el principal
responsable del aporte de animales al yacimiento.
Ambos estudios han determinado que la ocupación
del Castillo durante el nivel 20, musteriense, y el 18,
auriñaciense, se produjo desde el final del verano a
comienzos del invierno. Los patrones de edad muestran en ambos trabajos un predominio de adultos jóvenes en los dos niveles. Taxonómicamente los dos
estudios se muestra como el ciervo es la especie principal seguido del rebeco, el Bos/Bison y los caballos
(Dari 2003; Landry y Burke, 2006).
Según los datos existentes para el Paleolítico Medio y
el Superior, puede observarse en este caso una cierta
continuidad en el comportamiento cinegético de los
pobladores del Castillo. En ambos momentos se llevan a cabo unas estrategias parecidas que conllevan
la explotación de animales de diferentes ambientes.
En el caso de otros yacimientos próximos con cronologías musterienses, como La Flecha, los restos faunísticos identificados muestran un aspecto similar al del
Castillo con predominio de ciervo y presencia de otros
taxones como caballos, bóvidos, rebecos y cabras.
En la cueva de Amalda también se ha documentado
continuidad entre las estrategias de subsistencia del
Paleolítico Medio y el Superior. En los niveles gravetienses y en el estrato musteriense de Amalda el ser
humano se centró en la explotación de los cérvidos,
équidos y grandes bóvidos, ocupando el yacimiento
entre el verano y el otoño (Yravedra 2005, 2006 a,
2007).
En Lezetxiki, aunque no tenemos datos tafonómicos
sobre el agente responsable de la acumulación ósea
del yacimiento, taxonomicamente el nivel 5, musteriense, y el 4, auriñaciense, ofrecen una representa-
45
JOSÉ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Y ALBERTO GÓMEZ-CASTANEDO
Cervus Cap+Rup+Capreo Equus Bos/Bison Carnívoros Marcas de corte % Marcas de diente % Marcas de Percusión %
NISP
NISP
NISP
NISP
NISP
Pequeño Grande Pequeño
Grande
Pequeño
Grande
CUCO
Grav
27
9
3
34
2
50
3,1
0
2,9
0
2,1
Aur
115
14
1
14
18
14
21,2
9,5
10,1
3,6
7,3
42
27
28
72
4
28,0
20,5
7
6,4
9,3
3,5
COFRESNEDO
Aur
Fig. 9. . Principales Características taxonómicas y tafonómicas del Cuco y Cofresnedo. Frecuencias de Marcas de corte y percusión
son establecidas a partir del NR excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes
(Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+Rangifer+indet. de talla pequeña).
ción faunística similar, donde el ciervo predomina
con el 63% de los restos en el nivel 5 y el 54% en el 4,
los grandes bóvidos siguen con el 25% en la unidad 5
y el 18% de la unidad 4 y a continuación la cabra y el
rebeco (Altuna, 1972).
En relación con otros sitios con faunas conocidas del
Paleolítico Medio o el Superior, como Labeko Koba,
Axlor, Arrillor, Atxagorta, Bolinkoba, Arenillas, Rascaño, etc., la ausencia de datos tafonómicos no permite conocer la implicación que tuvo el ser humano en
la formación de estos yacimientos. La consideración
de utilizar en nuestras observaciones sólo aquellos
yacimientos que cuenten con análisis tafonómicos se
debe a que en algunos lugares, como los yacimientos
musterienses de los Moros de Gabasa (Blasco, 1995)
o Abauntz (Altuna et alii, 2002), se observaron aportes diferenciados de especies en función del agente
responsable. Así en estos lugares, el ser humano es el
principal agente de acumulación de animales como el
ciervo o el caballo, mientras que los carnívoros fueron
los máximos responsables acumuladores de cabras y
rebecos (Blasco, 1995; Altuna et alii, 2002).
9. DISCUSIÓN Y CONSIDERACIONES
FINALES
Estudiar las estrategias de subsistencia implica llevar
a cabo un trabajo multidisciplinar que contemple el
tratamiento de diferentes disciplinas. En este texto
nos hemos centrado en un análisis de esta problemática a partir del estudio zooarqueológico y tafonómico de varios yacimientos.
Planteábamos al comienzo del trabajo los problemas
que ha padecido la investigación de la subsistencia
en la transición del Paleolítico Medio al Superior en
el norte de la Península Ibérica durante los últimos
años. Con nuestro trabajo se intenta remediar esta
problemática y se aportan soluciones. Desde una
perspectiva metodológica proponemos análisis tafonómicos que nos permitan reconocer qué procesos
han intervenido en la formación de los yacimientos
y en la acumulación de los recursos animales. Frente
a la monotonía descrita en los análisis de subsistencia
focalizados en los yacimientos de Morín, Pendo, Castillo, Lezetxiki, Amalda y Axlor, ofrecemos los datos
46
de otros lugares como Hornos de la Peña, Covalejos,
Morín, Otero, El Ruso, El Esquilleu y las revisiones
estrictamente tafonómicas del Cuco y Cofresnedo.
Dentro del análisis de estos sitios se plantea el estudio
de los niveles musterienses y los del Paleolítico Superior, por lo que se amplia la gama de yacimientos de
este último periodo con análisis tafonómicos. Por otro
lado, se investiga el problema de la subsistencia desde
el caso particular de cada yacimiento, prestando especial atención a la evolución que se produce en cada
lugar, analizando las diferencias o semejanzas entre el
Paleolítico Medio y el Superior.
En función de los datos manejados y los proporcionados por otros yacimientos, como Amalda y El Castillo, podemos concluir que, generalmente, se dan las
mismas prácticas cinegéticas en el Musteriense que
en el Paleolítico Superior Inicial.
Analizando cada caso, en el Esquilleu de cronologías
musterienses, se observa como casi no cambian las estrategias cinegéticas sobre la cabra durante toda la secuencia. Sólo al final del Paleolítico Medio se amplía
la movilidad en la ocupación del yacimiento cazando
y transportando carcasas de ciervo y grandes bóvidos
en los niveles XIF y XIII.
La larga secuencia de Morín en los niveles musterienses y auriñacienses muestra cierta continuidad entre
las estrategias de subsistencia. Taxonómicamente
durante toda la secuencia predomina el ciervo con
frecuencias similares en ambos periodos. Sólo a partir del nivel 6 se dan pequeños cambios al aumentar la representación de animales de talla pequeña
como el corzo, el rebeco o la cabra. Los patrones de
edad muestran un predominio de adultos en ambos
momentos y la estacionalidad, según Pike-Tay et alii,
(1999), sugiere un aprovechamiento de las carcasas
entre el final de otoño y el comienzo de la primavera.
La Cueva del Ruso también muestra una gran continuidad en las estrategias de subsistencia entre ambos
periodos. Durante toda la secuencia el ciervo es el
animal más llevado al yacimiento, junto a équidos y
grandes bóvidos, con frecuencias similares en los dos
momentos. Por el contrario, la presencia de animales
pequeños está más relacionada con la actividad de los
Nivel Cero 12 2010
BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA
carnívoros y hasta los niveles solutrenses no hay indicios de que sean aportados por el ser humano. Los
patrones de estacionalidad indican ocupaciones discontinuas, centradas en momentos concretos como
el verano, el final de la primavera o los comienzos
del invierno en el Musteriense y desde el otoño al comienzo de la primavera en el Auriñaciense. Por último también en los dos momentos se dan estrategias
cinegéticas focalizadas en cérvidos jóvenes, menores
de 5 años.
En Hornos de la Peña la especie principal del yacimiento en los dos momentos es el caballo seguido del
ciervo y los bóvidos. Las capturas antrópicas se centran en estos animales al contrario de lo que sucede
con los ungulados pequeños que son aportados al
yacimiento por carnívoros. Es a partir del Solutrense
cuando empiezan a producirse cambios al incorporar
cabras y rebecos en las capturas.
En Covalejos también se da esta continuidad. Todos los animales, incluidos los ungulados de tamaño pequeño como la cabra, el corzo o el rebeco son
aportados por el ser humano. La representación
taxonómica muestra que el ciervo es la especie más
seleccionada, incluido en el Auriñaciense, donde supone el 50% del MNI. La única diferencia respecto al
Musteriense es el incremento del corzo que desplaza
al Bos-Bison como segunda especie más importante en
la unidad b y, que la ocupación del yacimiento se da
por un periodo de tiempo más limitado entre el final
del verano y el comienzo del invierno. Por otro lado,
las capturas en ambos periodos se centran sobre individuos adultos próximos a los 5 años.
En el Otero los datos referentes al Musteriense son
muy escasos y poco concluyentes. En el Auriñaciense
se observa que el ciervo y el caballo son las especies
principalmente aportadas por el ser humano, y solo
al final del Auriñaciense también hay evidencias que
lo indican para los animales pequeños. En relación
con las capturas, el nivel 4 indica que se dan principalmente entre el verano y el comienzo del invierno
y que en el caso de los ciervos se suelen cazar individuos de aproximadamente 5 años de edad.
En El Cuco y Cofresnedo sólo se han dado niveles del
Paleolítico Superior. En ellos la especie predominante
es el ciervo en El Cuco y el Bos-Bison acompañada del
ciervo en Cofresnedo. Junto a estos animales aparecen también ungulados de pequeño tamaño como el
rebeco, la cabra o el corzo (Castaños, 2003; Castaños
y Castaños, 2007). El estudio tafonómico ha mostrado que todos los animales son aportados y aprovechados por el ser humano.
Además de la intervención humana que hemos mencionado en estos yacimientos, es importante destacar
Nivel Cero 12 2010
que en todos ellos, independientemente de que hablemos de niveles musterienses o del Paleolítico Superior es frecuente que intervengan otros agentes como
los carnívoros. En algunos lugares, como Amalda,
Hornos de la Peña, El Ruso o El Otero 4 su intervención ha sido la principal responsable del aporte
de pequeños ungulados como el rebeco, la cabra o
el corzo. Por otro lado en estos sitios y en todos los
demás analizados, también han intervenido como
carroñeadores de las carcasas aportadas por el ser
humano. Esto nos indica dos cosas, por un lado que
carnívoros y humanos alternaron la ocupación de los
yacimientos y por otro, que la utilización humana de
los asentamientos no debía prolongarse por grandes
espacios de tiempo, ya que las carcasas fueron manipuladas poco tiempo después por los carnívoros.
En cuanto a las estrategias cinegéticas del Musteriense y el Auriñaciense, en todos los lugares el ciervo es
la especie principal, sólo en el Esquilleu, ubicado en
un medio abrupto propio para animales de medios
rocosos, se aprecia un predominio de la cabra.
En los demás casos, ciervos, caballos y grandes bóvidos son las especies más capturadas. Incluso en algunos sitios como Abauntz, nivel musteriense, (Altuna et
alii, 2002), los Moros de Gabasa (Blasco, 1995) y en
los casos antes mencionados de Hornos de la Peña,
El Ruso, El Otero 6 o Amalda, son las únicas especies
que se cazan. Esto plantea varios interrogantes.
- El predominio de los ungulados de tamaño medio y grande como especies cinegéticas ¿Puede
relacionarse con hábitos conductuales selectivos
humanos o está más bien determinado por los
condicionantes del entorno?
- El que no se cacen en ciertos sitios ungulados de
pequeña talla ¿se debe a una cierta incapacidad
cinegética sobre estas especies?, ¿puede estar condicionado por preferencias cinegéticas sobre otras
especies?, o sencillamente, ¿se prefirió explotar
otro tipo de medios ecológicos, menos accidentados que los propios de la montaña?
Aún siendo necesarios más trabajos de futuro que
puedan ofrecer matizaciones más concretas, nosotros
proponemos algunas respuestas.
En lugares como el Esquilleu, la caza de cabra y rebeco puede estar condicionada por el entorno donde
se ubica el yacimiento, pero en otros sitios abiertos a
una variedad de nichos ecológicos también se cazan
estos animales. Así en Morín, El Castillo, Covalejos,
Otero 4, El Cuco y Cofresnedo hay evidencias cinegéticas sobre estas especies en el Musteriense y en el
Paleolítico Superior Inicial. Por tanto la incapacidad
cinegética no es una respuesta válida.
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JOSÉ YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Y ALBERTO GÓMEZ-CASTANEDO
Por otro lado el hecho de que en El Otero 6,
Abauntz, Hornos de la Peña y El Ruso no se cacen
estos ungulados puede estar relacionado con hábitos
conductuales. En estos yacimientos, la presencia de
estos animales se debe a acumulaciones hechas por
carnívoros, por lo tanto esto indica que estaban en
el entorno del yacimiento y que si no los aportaron
los cazadores musterienses o auriñacienses fue por
motivos selectivos. Paradójicamente a partir del Solutrense o el final del Auriñaciense sí se producen aportes antrópicos de estos animales en El Ruso, Abauntz
(Altuna et alii, 2002), Hornos de la Peña y El Otero 4.
Esto hace que los yacimientos permanezcan abiertos
a multitud de biotopos y que al ser tan corta la distancia entre la montaña y el mar, los movimientos estacionales de los ungulados no sean muy grandes. Ante
esto no debe extrañarnos la variabilidad taxonómica
que describen los yacimientos del norte peninsular. Si
a esto añadimos que algunos sitios fueron ocupados
durante el invierno (Morín, El Ruso, El Otero nivel
4 y Covalejos), ello puede facilitar la adquisición de
cabras y rebecos que durante los inviernos de condiciones rigurosas suelen descender a valles o territorios
de temperaturas más suaves.
Por lo tanto la presencia o ausencia de ciertos animales puede venir determinada por el entorno del
yacimiento como en el Esquilleu, los hábitos selectivos humanos y también por la gestión que se haga del
territorio o de las especies animales en función de sus
comportamientos ecológicos.
Este trabajo ha pretendido ser el inicio de estudios
posteriores que profundicen en el análisis, desde perspectivas tafonómicas, de las estrategias de subsistencia
paleolíticas en el norte de la Península Ibérica. Ante
el estudio zooarqueológico de un emplazamiento arqueológico y una vez que la fauna esta determinada,
debe hacerse un análisis tafonómico que caracterice
el grado de implicación humana en la formación del
yacimiento. El análisis bajo esta perspectiva de otros
lugares, así como el de la estacionalidad de las ocupaciones permitirá comprender mejor cómo eran las
estrategias económicas de cada lugar y cómo era la
gestión del territorio, así como las causas de la explotación diferencial de unos recursos u otros. Este
trabajo es sólo una primera aproximación al análisis
de las estrategias de subsistencia en la transición del
Paleolítico Medio al Superior de la región cantábrica. De momento, nuestros datos indican que en esos
momentos se produjo una continuidad en dichas estrategias y de ocupación de los yacimientos en cortos
espacios de tiempo que permitió la alternancia de
carnívoros y humanos en diversos yacimientos como
Amalda, Hornos de la Peña, El Ruso y El Otero 4.
En la llanura costera los cérvidos, équidos y bóvidos son frecuentes en el Cuco, Morín, Covalejos y el
Otero. En estos lugares la adquisición de recursos de
roquedo implica dos posibilidades distintas. Por un
lado puede ser una explotación de recursos alternativos procedentes de otro tipo de medios más alejados,
relacionados con una gestión del territorio de amplio
espectro; O bien puede tratarse de una captación estacional aprovechando los movimientos migratorios
que hacen los ungulados de montaña ante la rigurosidad invernal. En la cornisa cantábrica la proximidad entre la costa y la montaña se limita a poco
más de 60 km en las áreas más alejadas. Esto propicia
que en reducidos espacios se den gran cantidad de
medios abiertos a multitud de posibilidades. Los valles, colinas, llanuras y medios de relieves suaves se
alternan entre la costa y las cumbres más escarpadas.
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