Eric Holder, Mademoiselle Chambon, Grasset, Paris, 1997 Eric Holder nos ofrece una exquisita novela que lleva por título Mademoiselle Chambon. Entre las numerosas novedades del verano este relato, más bien corto, nos aparece como una fuente refrescante de poesía y de buen hacer literario. El tema es banal. La contraportada del libro, en la edición francesa de Flarnmarion, lo resume con cierta precisión. Antonio, albañil de origen portugués, y su mujer Anna Maria, que trabaja en un taller de tafiletería, tienen un hijo, Kelvin. Viven en Montmirail de manera tranquila. Un buen día, Antonio va a buscar a Kelvin a la escuela. Se encuentra con la maestra del niño, la señorita Chambon. A partir de ese momento, un cambio fundamental se origina en sus vidas. Si el tema es banal, no lo es en absoluto el tratamiento del mismo. Varios motivos encuentran eco en la obra de Holder: el de la marginación el albañil portugués-, atractiva en sí misma y por el sujeto que la encama; el de la solterona infeliz que se encuentra de pronto con el hombre que puede despertar sus anhelos y sus ensueños más profundos. Si esos son los temas más aparentes, no son los esenciales; los esenciales se derivan sin lugar a dudas de esos primeros motivos pero van mucho más allá en profundidad y alcance. Nos parece realmente revelador e innovador un mensaje que rompe con ciertos esquemas preconcebidos. Y ese mensaje es que aquél que señala que un matrimonio feliz no está inmune a la tentación, puede caer como cualquier otro en la trampa de la red del amor. Un matrimonio sin fisuras no es una vacuna contra el amor. Muchas veces pensamos que la infidelidad, la ruptura tiene lugar a causa de la insatisfacción. Antonio es la prueba de que ello no puede escapar a la fascinación del otro, ese otro tiene el rostro de la maestra de su hijo, la señorita Chambon. El otro tópico contra el que fustiga Holder es el del sacrificio. Véronique Chambon se eclipsa de la vida de Antonio con la finalidad de respetar su matrimonio. En realidad, lo único que consigue es sumergirle en brazos de la irregularidad. ¡Dios nos proteja de los amigos! Cuando un hombre y una mujer se hallan irremediablemente atraídos el uno por el otro nada puede apagar el fuego que les empuja a fusionarse, como dice admirablemente Chamfort. Son capaces de pasar por encima de todos los convencionalismos y prejuicios. Antonio no puede vivir sin Véronique, la tiene incrustada en su piel; "Je l'ai dans la peau", confiesa a su amigo Georges. Véronique sabe que se ha enamorado por primera vez y para siempre, irremediablemente. El texto posee la belleza y la parquedad de una tragedia raciniana. Nada se halla dicho de forma explícita, los protagonistas se expresan 288 mediante signos: la reparación de una ventana, el contemplar un paisaje maravilloso. Y sin embargo, cada palabra, cada frase resumen un gesto amoroso. El amor pasa a través de los poros del libro y nos llena de desasosiego, nos interpela y nos angustia. Antonio y Véronique se pierden entre la multitud de aquellos seres que se aman y que ven frustrado su amor por el entorno, por la convención, por los prejuicios ... La gran lección del libro es que es necesario afrontar los sentimientos, cualesquiera que sea su naturaleza, cuando ellos se presentan a nosotros. Nunca podremos recuperar el amor, si lo dejamos escapar entre las espinas de la convención y de lo cotidiano. Hay que ser valientes y afrontar nuestros propios sentimientos. Ángels Santa Correspondance Roger Caillois Victoria Ocampo , Stock, Paris, 1997 La correspondencia entre Roger Caillois y Victoria Oc ampo (1) es uno de los regalos editoriales que nos ha deparado este verano. En una época como la nuestra, en que ya no quedan muchos cultivadores del género epistolar, es verdaderamente sorprendente el encontrarse con una joya exquisita que nos transporta a los felices años del siglo XIX o simplemente a principios de nuestro siglo XX. Hoy el teléfono, el fax y el correo electrónico substituyen a la carta; la gente prefiere esos nuevos medios por su rapidez y por su carácter de inmediatez pero hay que reconocer que tienen el inconveniente de ser efímeros mientras que ciertas cartas perduran a través del tiempo y nos ayudan a reconstruir las vicisitudes y los pormenores de una vida en toda su riqueza sin descuidar los pequeños detalles. No obstante, no creo que el siglo XX sea demasiado prolijo en correspondencias. Por eso algunas adquieren ese valor raro y exquisito, como si fueran los últimos vestigios de un género ya en desuso. Cabe destacar, por otra parte, la personalidad de los protagonistas en el caso que nos ocupa. Victoria Oc ampo es una intelectual argentina que desempeña en su país un importante papel cultural. Al mismo tiempo es una mujer fascinada por Francia y dedicará gran parte de su vida a la expansión de la lengua y de la cultura francesa; ello le valdrá el premio y la medalla de oro a la proyección del francés en 1965, distinción que obtendrá también Roger Caillois. Escritora, editora, inmensamente rica, ejerce en su país una notable influencia y es la referencia obligada para la intelectual europea del 289