Expte. 6623.- 1 Reg. Int. 156 (S) En la ciudad de Necochea, a los 14 días del mes de diciembre de dos mil cuatro, reunida la Excma. Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y de Garantías en lo Penal, en Acuerdo Ordinario, a efectos de dictar sentencia en los autos caratulados “PEREZ, Miguel A. y WOLFRAN, Mirta s/Concurso preventivo (Hoy Quiebra)”, habiéndose practicado oportunamente el sorteo prescripto por los arts. 168 de la Constitución de la Provincia y 263 del Código Procesal Civil y Comercial, resultó del mismo que el orden de votación debía ser el siguiente: Señores Jueces Doctores Hugo Alejandro Locio, Jorge Horacio Costa y Humberto Armando Garate. El Tribunal resolvió plantear y votar las siguientes: C U E S T I O N E S 1ª ¿Es justa la resolución de fs. 2608/vta.? 2ª ¿Qué pronunciamiento corresponde? A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DOCTOR LOCIO DIJO: I. La autorización de venta a un tercero de un inmueble hipotecado en la presente falencia motiva la intervención de esta Alzada. El acreedor hipotecario apeló tal decisión a fs. 2.643, recurso que le fuera denegado en primera instancia y cuyo conocimiento autorizara esta Cámara conforme interlocutoria de fecha 26/02/04 (RI N° 15 (R). Los agravios del apelante corren a fs. 2.710/2.712vta.; en ellos refiere la representante del Banco de la Provincia de Buenos Aires tres agravios básicos. En el primero indica que la resolución cuestionada es agraviante por entenderse en ella que su mandante prestó conformidad expresa a la venta del inmueble gravado. Seguidamente critica el procedimiento llevado adelante para la enajenación, por estimar “que no se ha desarrollado como en derecho corresponde”. Finalmente se agravia pues “el Juez de la primera instancia destina la suma de $415.089,32 a la cancelación del crédito hipotecario a favor del Banco de la Provincia de Bs. As. sin tener en cuenta que el acreedor hipotecario (…) no es el Banco sino el Comité de Administración del Fideicomiso de Recuperación Crediticia ley 12726, del cual el Banco de la Provincia de Buenos Aires es su mandatario”. II.1. La decisión de la presente controversia requiere de un previo y cuidadoso examen de la normativa aplicable, así como del carácter de los intervinientes y de las actuaciones sucedidas en el proceso. Expte. 6623.- 2 Reg. Int. 156 (S) En este último aspecto se observa que a fs. 2541/2543vta. (cargo de fecha 20/11/03) quien arrienda el campo propiedad del quebrado formula una propuesta de compra del inmueble. Corrido traslado a la sindicatura esta responde (fs. 2549/2554vta., 01/12/03) adjuntando copia de valuación del mismo efectuada a solicitud del Banco Provincia por un ingeniero agrónomo. Refiere el órgano de la falencia que el precio ofrecido supera el valor venal del inmueble así como el posible valor a obtener en subasta; agrega igualmente que a tenor del alcance del privilegio hipotecario, incluso restaría una suma a favor de los restantes acreedores. Impulsa asimismo una forma de pago (pago total del crédito hipotecario, más los gastos en el concurso especial, a los diez días de aprobada la venta) y un modo de escrituración posterior a la cancelación del gravamen. A fs. 2575/2582 (15/12/03) la representante del Banco de la Provincia de Buenos Aires manifiesta: “vengo a prestar conformidad a lo manifestado por el señor Síndico en cuanto a la forma de efectuar el pago, por parte del oferente, del capital adeudado, con más los gastos causídicos erogados por el acreedor hipotecario”. A fs. 2583 (12/12/03) el pretenso adquirente presta conformidad a lo aconsejado por el Síndico (forma de pago y modo de efectivizar la escrituración). En resolución de fecha 18/12/03 (fs. 2599/vta.) el a quo da por presentada a la letrada representante del Banco de la Provincia y tiene presente “la conformidad expresa para la venta del inmueble hipotecado por su mandante”. Asimismo tiene presente la conformidad del oferente y ordena una medida para mejor proveer consistente en establecer la cotización de la moneda establecida como precio por hectárea. A fs. 2.605/2.607 la sindicatura explicita el modo de calcular el depósito previo y el posterior saldo. Con tal aclaración el Juez de grado procede a autorizar la venta del inmueble en cuestión (fs. 2.608/vta., 22/12/03) en los siguientes términos “atento la conformidad oportunamente expresada por el acreedor hipotecario y lo normado por el art. 213 de la LCQ autorízase a la sindicatura a proceder a la venta del campo (sic) en cuestión”. Es ésta la resolución impugnada mediante recurso interpuesto a fs. 2.643, concedido a fs. 2.698 –conforme lo resuelto por esta Cámara- y fundado a fs. 2.710/2.712vta., como indicara supra. Expte. 6623.- 3 Reg. Int. 156 (S) tis. Hasta aquí los antecedentes procesales de la li- Cabe, en este punto, procurar desentrañar las cuestiones referidas a la legitimación sustancial del acreedor hipotecario, por ser de incidencia directa en la existencia de conformidad válida a la venta ordenada. De la documental aneja a las presentes actuaciones surge que el Banco de la Provincia de Buenos Aires es mandatario del denominado “Comité de Administración del Fideicomiso de recuperación crediticia ley 12726”. Ello a partir de los contratos obrantes a fs. 168/180 del concurso especial y fs. 2758/2780 de estos autos, así como también de las normas implicadas (ley 12726 sus modificatorias y complementarias). Su participación procesal en estos autos es, entonces, -en lo que hace al inmueble hipotecado- no como titular del crédito sino como representante del citado “Comité”. En el art. 4° del contrato de mandato (fs. 170 del concurso especial) se expresa que el Banco Provincia actúa en nombre y representación del Comité en todos los actos tendientes al cumplimiento del mandato; previamente el “Comité” encarga al Banco “la custodia y gestión de recupero de los créditos cuya propiedad fiduciaria se transmita” de donde no aparece ajustado pretender, en el presente proceso, un desdoblamiento entre lo actuado por el Banco respecto de la voluntad de su mandante (arts. 1869; 1905 y ccdtes. del C.C.). Ahora bien, sentado ello cabe preguntarse si la conformidad dada por la representante del Banco habilitaba la venta directa del inmueble hipotecado o solo abarcaba una porción (“forma de pago”) de la operación finalmente autorizada por el “a quo”. De la transcripción que efectuara supra, cabe colegir que el Banco de la Provincia estuvo de acuerdo con la venta directa propuesta por el tercero, y con las observaciones que la sindicatura efectuara a ésa proposición. No puede ser otra la interpretación a la conformidad respecto de una “(…) forma de efectuar el pago, por parte del oferente, del capital adeudado, con más los gastos causídicos erogados por el acreedor hipotecario”; en especial teniendo en cuenta el contexto en el que tal expresión es dada. Así la presentación del Banco –insisto, representando al Comité- es producto del previo traslado corrido por el a quo para que el acreedor hipotecario dé su conformidad –o no- a la propuesta del tercero, la que a su vez Expte. 6623.- 4 Reg. Int. 156 (S) recibiera observaciones de la sindicatura en cuanto a la modalidad de pago de la oferta. La “forma de pago” es un elemento constitutivo de la compraventa (arts. 1424 y sgtes. del C.C.) y si se acepta aquella es siempre respecto de una particular especie de esta última. No hay posibilidad de prestar conformidad a una forma de pago sin hacerlo necesariamente también respecto del negocio en general. Esta apreciación interpretativa se ve reforzada, en mi criterio, para el caso de un Banco –y sus representantes, claro- puesto que se entiende que su consentimiento, en casos como el presente, es el de un experto al que no cabe entregar el beneficio de la duda, teniendo en vista su especial preparación (arts. 902, 909 y ccdtes. del C.C.). Propicio entonces que el agravio primero de la recurrente sea rechazado, teniéndosele por debidamente consentida la venta del inmueble en las condiciones fijadas por el juez a consejo de la sindicatura. 2. Resuelta así la cuestión relativa a la conformidad prestada por el acreedor hipotecario a la venta directa del inmueble del fallido, el segundo agravio aparece sin sustento. Es que si el acreedor hipotecario conformó la venta –que incluía el previo pago total de su crédito privilegiado- carece de gravamen en el planteo de la cuestión relativa al modo de enajenación autorizado. Ello solo autoriza al rechazo del referido agravio (art. 260 y ccdtes. del CPC). No obstante es pertinente advertir al juez de grado que la ley falencial ve con gran disfavor la venta directa de los bienes de la falencia (art. 204 y 213 LCQ; Rouillión, A. “Régimen de Concursos y Quiebras” Astrea, 1998, p. 282; Argeri, Saúl “La quiebra y demás procesos concursales” Ed. Platense, 1980, T. 3, p. 50). De donde debió recurrir a medios más transparentes de liquidación del activo, los que, aún cuando puedan ir en desmedro de la celeridad pretendida o de la satisfacción plena del dividendo, otorgan mayor seguridad y certeza a la transferencia forzosa de tales bienes. En el caso bien pudo echarse mano a la “mejora de oferta” (es decir la convocatoria a otros interesados conf. art. 206:5° y 212 LCQ) como modo de lograr mejor publicidad, manteniendo la celeridad en la venta, ampliando el universo de oferentes y aventando la sospecha –justificada o no- de una eventual ventaja impropia a favor del único Expte. 6623.- 5 Reg. Int. 156 (S) oferente (ver Luis A. Porcelli “Venta Judicial en la quiebra – Aspectos Jurídicos y Económicos (parte segunda)” en L.L. 1997-E-1379, especialmente página 1389; en similar sentido Agustín Bosch “La liquidación de bienes en el ordenamiento concursal actual” L.L.-1997-D-1252, especialmente pág. 1259). La limitación recursiva, así como la referida inexistencia de gravamen del recurrente –una vez descartado su primer agravio- llevan a este Magistrado a consentir el modo en que se enajenó el inmueble en cuestión (doctrina art. 272 CPC), sin embargo cabe reiterar la recomendación al a quo a que, en lo sucesivo, restrinja la aplicación de la venta directa a los supuestos que la ley prevé, o en su defecto la utilice en combinación con otros mecanismos que –como la referida “mejora de oferta”- tornan más cristalino el procedimiento (arts. 204 último párrafo; doctrina art. 274 LCQ y 34:5° CPC). 3. El último agravio refiere la errada atribución de los fondos al Banco cuando –a criterio de la recurrentedebieron destinarse al “Comité”. Tampoco estimo positivamente esta queja. Es que, como se concluyó supra, la citada entidad financiera resulta ser la representante del dueño fiduciario del crédito, y con obligaciones de transferirle a éste todo monto que reciba en cumplimiento del mandato (ver contrato de mandato, fs. 172 del concurso especial y arts. 1911 y ccdtes. C.C.).De donde si el Juez de grado destinó la suma depositada a la cancelación del crédito a favor del Banco, bastará que éste perciba la suma en cuestión y la gire a su mandante –en cumplimiento de su encargo- tornando abstracta la cuestión que se plantea. Por otra parte la promiscua relación jurídica que se da en el caso entre el Banco y el Comité (donde el primero es a la vez fiduciante y mandatario y el segundo resulta ser fiduciario y mandante) escasamente aclarada por los representantes del Banco, dispensa el yerro en el que pudo haber incurrido el sentenciante de grado, propio, además, de una instancia abarrotada de causas. De donde, y por otros argumentos también debe desestimarse el agravio, el que bien pudo subsanarse por la vía de la aclaratoria (doctrina art. 166:2° CPC). 4. En cuanto a las costas de la presente incidencia estimo que, habiendo sido el “Comité de Administración del Fideicomiso de Recuperación Crediticia ley 12726” – representado por el Banco de la Provincia- quien como acreedor hipotecario suscitó la controversia, deberá enton- Expte. 6623.- 6 Reg. Int. 156 (S) ces soportar la carga de aquellas en ambas instancias, en tanto resulta vencido (art. 68 CPC). Por las consideraciones expuestas, a la cuestión planteada, doy así mi voto por la AFIRMATIVA. A la misma cuestión planteada el señor Juez doctor Costa votó en igual sentido por los mismos fundamentos. A LA MISMA CUESTIÓN PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DOCTOR GARATE DIJO: 1. Si bien concuerdo con el sentido en que mis colegas resuelven el primer agravio de la apelante no concuerdo con la resolución de la cuestión referida al modo de venta del inmueble hipotecado. Si bien parecería que habiendo el acreedor hipotecario conformado la venta –que incluía el previo pago total de su crédito privilegiado- ello derivaría en una subsecuente carencia de gravamen, ello no luce así en mi convicción. Es que no se trata aquí de una lite clásica sino de un proceso falencial, donde el juez debe estar atento no sólo a las partes intervinientes sino al interés general que subyace en toda la normativa concursal. A esta altura de la evolución legislativa en la materia es indiscutible el carácter de orden público que posee el régimen de la llamada “ejecución colectiva”; lo que determina que por sobre los intereses particulares, prevalece el interés de la “masa” y también el interés social. Ello se encuentra reflejado incluso positivamente –y no sólo en el espíritu de la ley concursal- en el art. 159 de la LCQ, verdadero principio que gobierna el proceso concursal en su faz liquidativa. Refiere dicho principio que “En las relaciones patrimoniales no contempladas expresamente el juez debe decidir aplicando las normas de las que sean análogas, atendiendo a la debida protección del crédito, la integridad del patrimonio del deudor y de su empresa, el estado de concurso y el interés general”. En autos la decisión de grado entiendo ha vulnerado tal principio al disponer arbitrariamente y sin publicidad ninguna la venta directa de un inmueble rural de los fallidos (la apelada decisión de fs. 2608/vta.). Es que el mismo día en que la Sindicatura estima el saldo de precio y propone el modo de efectuar la operación (escrito de fs. 2605/2607, con cargo 8 y 40 horas, de fecha 22/12/03) el Juez autoriza la venta basando su decisión en el art. 213 LCQ, sin que esa cita legal goce de una imprescindible fundamentación en el caso. Expte. 6623.- 7 Reg. Int. 156 (S) A ello se agrega que (sin estar firme el auto que decidía la venta), se libró testimonio para proseguir con la entrega de la posesión y demás actos referidos a tal inmueble (v. fs. 2609 y ss.). Doctrina y jurisprudencia coinciden en que la aplicación de la venta directa es un supuesto de excepción en el proceso falencial (Rouillión A. “Régimen de Concurso ...” Astrea, 1998, p. 282; Argeri, Saúl “La quiebra y demás procesos concursales” Ed. Platense, 1980, T. 3, pág. 50; J. D. Grispo “Tratado sobre la ley de concursos y quiebras” T. 5, pág. 353, citando a Quintana Ferreyra y Alberti) y es ese carácter el que luce en su propia letra y al cual el a quo no prestó la debida atención. Por el contrario hizo caso omiso a la triple restricción que la norma plantea para su utilización y autorizó la venta sin más. Es innegable que no se trata ni de un bien de escaso valor, ni de aquellos que por su naturaleza autorice tal enajenación, ni tampoco que se haya registrado en autos el fracaso de otro modo de venta –los que, por otra parte tampoco se intentaron-. Las razones puramente económicas esgrimidas de consuno por el, hasta hoy, arrendatario y por la sindicatura –tácitamente aceptadas por el Juez de grado- pueden resultar atendibles pero no decisivas en un proceso judicial. Ellas deberán también estar rodeadas de las garantías formales que la propia ley prevé para evitar suspicacias o beneficios impropios. Vale en este punto tener muy presente la recomendación doctrinaria que indica “A raíz que los jueces tienen a su cargo la venta judicial, su labor debe ofrecer necesaria seguridad en el ámbito jurídico pero no en el económico, hipótesis éstas distintas que no pueden ni deben confundirse” (Luis A. Porcelli “Venta judicial de bienes en la quiebra. Aspectos jurídicos y económicos (Parte primera)” en L.L. 1997-D- pág. 1222 y ss.). La existencia de una valuación no redime al procedimiento seguido. Y ello en tanto, en el presente caso, aquella corresponde a una fecha anterior en un año y cuatro meses a la oferta, dentro de un período económicamente muy cambiante y convulsionado, durante el cual -es de público y notorio- las oscilaciones de precio de los inmuebles eran moneda corriente. A las irregularidades señaladas debe adunarse la omisión de todo medio de publicidad del modo de enajenación dispuesto por el sentenciante inferior. Expte. 6623.- 8 Reg. Int. 156 (S) Desde que la propuesta se manifiesta en el expediente falencial hasta que la venta directa es autorizada transcurre un mes escaso, dentro del cual nunca se hizo pública a terceros la operación en marcha y mucho menos a posteriori de la autorización. Tan cardinal es la importancia del conocimiento del sistema liquidatorio decidido que todo proceso de enajenación previsto en la ley establece un modo de publicidad; excepción de los bienes invendibles y de los de escaso valor (casos que exceden la venta de un establecimiento pecuario como el de autos). Así la doctrina especializada ha elevado ese recaudo a la categoría de principio; refiere Bosch que “la publicidad hace a la esencia del procedimiento (…) No se concibe una realización regular de bienes sin una publicidad adecuada y, fundamentalmente, proporcionada al activo de que se trate” (Agustín Bosch “La liquidación de bienes en el ordenamiento concursal actual” (L.L. 1997-D, págs. 1252 y ss., en especial apartado IV). Agrega el autor citado que las finalidades que se persiguen mediante la publicidad –y que detecto insatisfechas en autos- son “a) transparencia; b) asegurar fácticamente el principio de universalidad; c) obtención de mejores precios venales de los bienes; d) igualdad de oportunidades en el acceso a aquellos bienes” (ob. cit. pág. 1255). Ello luce aún más patente si se tiene en cuenta que el Juez falencial posee un ilimitado abanico de posibilidades a fin de enajenar los bienes desapoderados y procurar satisfacer intereses económicos sin soslayar reglas jurídicas. Colabora con esta idea la lesión que la ausencia de publicidad produce a los acreedores, quienes se ven privados de conocer y, consiguientemente cuestionar, –vía un eventual recurso de apelación al que se encuentran habilitados (ver J. D. Grispo “Tratado sobre la ley de concursos y quiebras” T. 5, pág. 356; comentario al art. 213)-; argumento que coadyuva a la posición que vengo sosteniendo. La arbitrariedad en la decisión por la venta directa –en tanto no se funda adecuadamente el camino excepcional tomado- la incertidumbre respecto de ser el precio ofrecido el vigente en plaza a la fecha y la completa inexistencia de publicidad desautorizan la venta directa decidida en la instancia de grado (arts. 159, 204, 213 y ccdtes. de la LCQ y 161 CPC). Propicio en consecuencia revocar la decisión de fs. 2608/vta. en cuanto ordena la venta directa del inmue- Expte. 6623.- 9 Reg. Int. 156 (S) ble en cuestión (partida 116-0005713-7, conforme boleto de fs. 2651/2654vta.). Asimismo y procurando, al sanear el procedimiento, aprovechar aquellos actos procesales útiles a la finalidad de la falencia, deberá el a quo, previo traslado al oferente (Jorge Horacio Fantasía) para que manifieste su voluntad de mantener su ofrecimiento, instrumentar un procedimiento de mejora de oferta –con adecuada garantía de publicidad- en los términos de los arts. 204; 205: apartados 3°, 4° y 5°; 206 y 208 –esencialmente último párrafo; ver Porcelli “Venta judicial de bienes en la quiebra. Aspectos jurídicos y económicos (Parte segunda)” en L.L. 1997-D- pág. 1379, en especial ap. II. 7, pág. 1389). 2. Con relación al tercer y ultimo agravio, a pesar de que en la lógica de mi voto la cuestión seria abstracta, al formar mayoría la posición contraria, que entiende que debe confirmarse la venta directa del inmueble, y en virtud del deber de expedirme y resolver todas las cuestiones planteadas –al margen de mi personal opinión minoritaria- (arts. 15 y 168 de la Const. Prov.) adhiero al voto del Dr. Locio en el aspecto señalado, así como en la forma en que resuelve la imposición de las costas (art. 68 CPC). Por las consideraciones expuestas, a la cuestión planteada, voto por la NEGATIVA. A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA EL SEÑOR JUEZ DOCTOR LOCIO DIJO: Corresponde, por mayoría, confirmar la resolución de grado -más allá de la advertencia efectuada al votar la primer cuestión- con costas al apelante vencido (art. 68 CPC).ASI LO VOTO. A la misma cuestión planteada el señor Juez doctor Costa votó en igual sentido por los mismos fundamentos. A la misma cuestión planteada el señor Juez doctor Garate votó en igual sentido por los mismos fundamentos. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente: S E N T E N C I A Necochea, 14 de diciembre de 2004.VISTOS Y CONSIDERANDO: Por los fundamentos expuestos en el precedente acuerdo, por mayoría, se confirma la resolución de grado -más allá de la advertencia efectuada al votar la primer cuestión- con costas al apelante vencido (art. 68 CPC). Devuélvase.-