1. REFORMA AGRARIA LIBERAL

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I.
LA ECONOMÍA DEL ESTADO LIBERAL (1833 – 1930)
A – EL DESARROLLO AGRARIO
1 – LA REFORMA AGRARIA LIBERAL
El sector económico fundamental era la agricultura. En España, donde las actividades económicas
industriales y comerciales habían sido discriminadas durante el Antiguo Régimen, la posesión de la tierra
era no sólo una fuente de ingresos segura, sino también un signo de reconocimiento social. A principios
del XIX, más del 65 % de la población activa trabajaba en la agricultura. La burguesía que creó y dominó
el régimen liberal era terrateniente. No es extraño que una de sus prioridades fuera la reforma de la
estructura de la propiedad de la tierra.
Desde la Edad Media, buena parte de la tierra estaba fuera del mercado de compra-venta: las tierras
vinculadas a los títulos nobiliarios (indivisibles, no enajenables, para preservar el patrimonio de la familia
en el futuro), y las tierras amortizadas en “mano muerta”, es decir, de instituciones como la Iglesia,
Órdenes Militares, Beneficencia, Instituciones, Municipios, etc.
Esta situación había provocado un precio muy elevado de la tierra disponible, el escaso interés de los
labradores por su adquisición, las nulas inversiones en mejorar la productividad. Por ello las críticas ya
fueron muy importantes durante la Ilustración, y era una prioridad para la burguesía poner esas tierras en
el mercado, tanto por principios ideológicos (liberalismo económico), como por interés general (abaratar el
precio de la tierra) o particular (la burguesía sería la gran compradora de tierras).
1) La primera medida con efectos sobre la estructura de la propiedad de la tierra fue la abolición del
régimen señorial. Si bien ésta tenía como objetivo fundamental crear una nueva estructura social, acabar
con los privilegios y justicias señoriales, y crear unas nuevas relaciones sociales capitalistas, la abolición
de los señoríos tuvo también efectos sobre la propiedad de la tierra. Si con carácter general se transformó
los señoríos en propiedad privada de la nobleza, en aquellos lugares donde se pudo demostrar que el
origen de los señoríos era jurisdiccional, los arrendatarios pudieron acceder a la propiedad de la tierra
pagando una redención de censos a los nobles. Evidentemente, solo allí donde los arrendatarios eran
burgueses terratenientes se tuvieron las posibilidades económicas (pago de los pleitos, pago de las
redenciones) para lograr el trasvase de la propiedad de la tierra (Valencia, Cataluña).
Mientras en estas regiones se gestaba una importante burguesía terrateniente, en Castilla y Andalucía se
fusionaba la antigua nobleza con la surgente burguesía territorial.
El cultivo de la tierra continuó igual, a cargo de campesinos subarrendatarios con contratos renovables o
enfitéuticos (derechos hereditarios).
2) La segunda medida fue la desvinculación de las tierras de la nobleza. Se habló del tema en las Cortes
de Cádiz, pero sin llegar a tomar medidas. Fue en 1820, durante el Trienio Liberal, cuando se aprobó una
ley que convertía en propiedad privada y libre los bienes vinculados a los títulos (posibilitaba su venta en
2 generaciones). Tras el Trienio Fernando VII anuló la ley.
En 1836 los progresistas volvieron a poner en vigor el decreto de 1820, y en 1841 lo perfeccionaron (se
podía vender inmediatamente, no en 2 generaciones). Si bien los primogénitos se vieron perjudicados, en
general la nobleza agradeció esta reforma, ya que así podía disponer libremente de su patrimonio y no
ser unos simples receptores de las rentas que proporcionaba. La ley no obligaba a vender, pero las
sucesivas divisiones entre herederos y la libre disposición harían aflorar al mercado las tierras de la
nobleza.
3) La tercera gran medida fue la Desamortización de los bienes en “Mano muerta” (más del 15 % de la
tierra cultivable en España, mas los inmuebles urbanos), especialmente de la Iglesia y los municipios. Los
objetivos de esta desamortización:
Económicos:
Eliminación de formas de propiedad no capitalistas y su conversión en propiedad privada. Esto
conllevaría la salida al mercado de tierra y su abaratamiento, al tiempo que permitía a la
burguesía adquirir esas propiedades.
Saneamiento de la Hacienda, al ingresar cantidades en metálico, y absorber títulos de deuda
pública, con los que se podían pagar las tierras o bienes adquiridos.
Pago del ejército contra los carlistas (desamortización de 1836).
Financiación del tendido ferroviario (desamortización de 1855)
Sociales:
Eliminación del poder económico del mayor enemigo del régimen liberal, la Iglesia.
Conseguir adeptos para la burguesía: los compradores de bienes nacionales querrían que
prosiguiese el régimen liberal, tanto si eran burgueses como si eran campesinos.
Políticos:
El afianzamiento del régimen burgués, eliminando a sus enemigos (Iglesia, carlistas), saneando
la Hacienda, etc.
Etapas desamortizadoras:
1 – 1797-98: Godoy, para sanear la Hacienda desamortizó bienes de instituciones benéficas.
2 – 1813-14: Cortes de Cádiz pusieron a la venta los bienes de la Corona, los requisados a los
afrancesados, Jesuitas, Inquisición, Instrucción Pública, Beneficencia y los de los monasterios o
conventos destruidos por la guerra. Su objetivo era financiar la guerra con los ingresos, y es la única con
un objetivo social, al recompensar con tierras a los soldados que estaban luchando en la guerra. Tuvo
pocas repercusiones, ya que Fernando VII la eliminó inmediatamente.
3 – 1820-23: El Trienio Liberal volvió a poner en marcha la desamortización de los bienes de las órdenes
religiosas extinguidas (eliminados o reagrupados los conventos o monasterios con menos de 24
miembros) y los de anteriores etapas. Su objetivo era obtener apoyo popular y sanear la hacienda.
Fernando VII volvió a pararla.
4- 1836-1844: Ley de Desamortización de los bienes de la Iglesia de Mendizábal. Venta de los bienes de
la Iglesia (en la práctica sólo los del clero regular). Tenía como objetivo fundamental financiar los gastos
de la guerra carlista. Detenida en 1844 por los moderados, quienes se comprometieron al mantenimiento
del clero y el culto católicos en el Concordato de 1851.
5 – 1855-56: Ley Madoz de Desamortización General de los Bienes del Estado. Se pusieron a la venta
todo lo anterior, mas los bienes del clero secular y las de propios y comunales de los ayuntamientos. Su
objetivo era acabar con las propiedades no capitalistas, sanear la hacienda y financiar la red de FFCC.
Cuando llegaron al poder los unionistas y moderados se ralentizó el proceso, pero siguieron lentamente
las ventas.
6 – 1868: Durante el Sexenio Revolucionario se puso a la venta lo que quedaba sin vender.
Los efectos de la Desamortización, y en general de toda la reforma agraria liberal fueron muy
importantes:
Se desamortizaron tierras, monasterios, conventos, hospicios, etc., que en ocasiones fueron
comprados por particulares y en otras fueron reconvertidos por el Estado en cuarteles, institutos,
etc. El patrimonio de la Iglesia fue expoliado, sus joyas, obras de arte, etc., en ocasiones
acabaron en manos de particulares, en otras se encomendó su guarda y custodia al clero
secular, y en otras se lo quedó el Estado, sobre todo obras de arte que acabaron en El Prado.
Se saneó parcialmente la hacienda. Se ha criticado que no fueron mas que parches para un
sistema fiscal atrasado y deficitario, pero lo cierto que es que se obtuvieron ingresos en
metálico, y absorbieron títulos de Deuda Pública.
Bajó el precio de la tierra al poner en el mercado miles de propiedades (aunque no se
malvendieron). Las propiedades eran previamente tasadas para luego salir en subasta. La
posibilidad de pagar con títulos de deuda por su importe nominal, hizo que para muchos
burgueses, poseedores de tales títulos, fuese una gran inversión.
También se ha dicho que perjudicó a los campesinos y benefició a la burguesía. Es cierto
(aunque también hubo algunos campesinos compradores), los nuevos propietarios dejaron el
cultivo de la tierra a los mismos arrendatarios, que en pocas ocasiones tuvieron la posibilidad de
adquirir las tierras que cultivaban. Los campesinos no podían invertir en comprar la tierra, ni
mucho menos en mejorar la explotación. La agricultura hispana siguió anquilosada en la
tradición. Pero esta reforma agraria no se hizo con un fin de ayuda social, sino con otros fines. Si
no dio tierra a los campesinos fue porque ese no era su objetivo.
Se ha dicho también que la desamortización contribuyó a la creación de grandes latifundios y la
bipolarización de la estructura de la propiedad. Es cierto que algunos burgueses se convirtieron
en grandes terratenientes, pero en general la desamortización solo acentuó la estructura de la
propiedad ya existente. Además, no sólo compraron tierras los burgueses, también lo hicieron
algunos campesinos, nobles y clérigos.
Se la ha acusado también de ser la causante del escaso desarrollo industrial hispano durante el
XIX, ya que los escasos capitales existentes en España se canalizaron hacia la compra de
tierras y no hacia otras actividades. Esto es cierto sólo en parte. Con los ingresos de la
desamortización se saneó el déficit público, y se pagó en parte la construcción del FFCC.
Además, la burguesía española era mayoritariamente agraria, no se podía pedir que de la noche
a la mañana se pusiera e invertir en industrias.
Tuvo fuertes repercusiones sociales: debilitó al clero, enriqueció aún más a la burguesía y a los
campesinos medios, y perjudicó a los campesinos pobres, que vieron cómo sus arrendamientos
históricos eran transformados en revisables, o cómo se les expropiaba, transformándolos en
mano de obra rural barata, y además ahora ya no podía aprovechar las tierras comunales para
sacar leña, pasto, etc.
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