El sepulcro vacío Domingo de Pascua - Ciclo A Abril

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Domingo de Pascua - Ciclo A
Abril 20 de 2014
“Éste es el día en que el Señor ha actuado: ¡Estemos hoy contentos y felices!”
Salmo 118, 24
Entreguémonos al Padre celestial para que establezca
en nosotros a su enviado Jesucristo.
Démonos al Espíritu Santo para que nos posea y dirija;
y para que abra y disponga los corazones de los oyentes
a acoger la divina Palabra.
Encomendémonos al poder de intercesión
de Santa María Virgen, de los ángeles y de los santos,
para alcanzar estas gracias.
San Juan Eudes
Juan 20, 1-9
9,1- 41
El sepulcro vacío
1
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y
vio quitada la piedra que tapaba la entrada. 2Entonces se fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el
otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
— ¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!
3
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4Los dos iban corriendo juntos; pero el otro corrió
más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero no entró. 6Detrás de
él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; 7y además vio que la tela que
había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte.
8
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había
pasado, y creyó. 9Pues todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar.
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Algunas preguntas para ayudarte en la lectura atenta…
¿Qué día de la semana fue María Magdalena al sepulcro? Cuando María vio quitada la piedra que tapaba la
entrada del sepulcro salió corriendo, ¿A quién le contó lo que había visto? ¿Cuál discípulo entró primero al
sepulcro? ¿Qué discípulo entró al sepulcro y creyó?
P.Daniel Kerber
Algunas consideraciones para una lectura provechosa…
Después de recorrer con Jesús esta última semana de su vida terrenal, llegamos al Domingo de la
Resurrección, Jesús resucita y nos hace participar de su victoria.
El texto es la primera escena del capítulo 20 del evangelio de Juan que trata del sepulcro vacío y las
apariciones del Resucitado. En la primera parte, María Magdalena va al sepulcro y vuelve a anunciar a los
discípulos que se han llevado al Señor (vv. 1-2). En la segunda parte Pedro y el otro discípulo van al sepulcro
y allí el discípulo amado cree (vv. 3-8). Finalmente un comentario del evangelista hace alusión a la Escritura
como testimonio de la resurrección (v.9).
Estamos en el huerto donde habían sepultado a Jesús y el primer día de la semana (que luego se llamará
Domingo, es decir “día del Señor”, ver Ap 1,10), María Magdalena, que había estado a los pies de la cruz de
Jesús (Jn 19,25), va temprano al sepulcro. Al ver la piedra quitada vuelve a donde están los discípulos para
decirles que se han llevado el cuerpo de Jesús.
El peso del texto recae sobre la segunda parte, en la que Pedro y el discípulo amado corren hacia el sepulcro
vacío. La carrera indica por un lado la premura por llegar a ver, comprender, ¿creer? Por otro lado la espera
del discípulo amado que deja que Pedro entre antes al sepulcro, podría indicar el reconocimiento que las
comunidades influenciadas por la tradición del apóstol Juan, tienen de la prioridad de la autoridad del apóstol
Pedro. Pedro, que había sido hecho cabeza de los apóstoles por Jesús, sigue ocupando su lugar en las
primeras comunidades (hay que recordar que el evangelio de Juan se termina de redactar sobre el fin del
siglo I).
El autor cuida la redacción del texto y le da una importancia relevante al verbo “ver”. Hay un desarrollo
progresivo de lo que se ve. Primero María Magdalena ve la piedra quitada (v.1), luego el otro discípulo ve las
vendas (v. 5). Cuando entran con Pedro ve las vendas y el sudario enrollado en un lugar aparte (v.6.7).
Finalmente el discípulo amado “vio y creyó” (v.8). No se dice lo que vio, lo que vio es que Jesús no estaba, es
decir, no vio nada, pero todo eso lo llevó a creer.
Al domingo siguiente, Jesús, cuando se aparezca a Tomás le dirá: “¡Dichosos los que creen sin haber visto!”
(20,29) y esta bienaventuranza está dirigida a la comunidad joánica y a través de ellos a nosotros, que no
vimos, y sin embargo creemos que Jesús resucitó, y está presente con nosotros.
El texto está invitando a los lectores a dar el paso de fe, y creer de verdad en Jesús resucitado, y su presencia
viva que salva.
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En la Exhortación “La Alegría del Evangelio” el Papa Francisco nos dice que con Jesucristo siempre nace y
renace la alegría (5), acojamos esta invitación:
“Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: «Ésta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud» (Jn
3,29). Jesús mismo «se llenó de alegría en el Espíritu Santo» (Lc 10,21). Su mensaje es fuente de gozo: «Os
he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea plena» (Jn 15,11). Nuestra
alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: «Estaréis tristes, pero
vuestra tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16,20). E insiste: «Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón,
y nadie os podrá quitar vuestra alegría» (Jn 16,22). Después ellos, al verlo resucitado, «se alegraron» (Jn
20,20). El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que en la primera comunidad «tomaban el alimento
con alegría» (2,46). Por donde los discípulos pasaban, había «una gran alegría» (8,8), y ellos, en medio de la
persecución, «se llenaban de gozo» (13,52). Un eunuco, apenas bautizado, «siguió gozoso su camino» (8,39),
y el carcelero «se alegró con toda su familia por haber creído en Dios» (16,34). ¿Por qué no entrar también
nosotros en ese río de alegría?” 1
Ahora preguntémonos:
¿Necesito un signo para creer en Jesús o creo sin ver? ¿Siento la “Alegría del Evangelio” al ver que Jesús
resucitó y resucita hoy en mí? ¿Entraré en ese río de alegría del que nos habla el Papa Francisco?
A ti, en esta mañana de pascua,
nos queremos acercar con los pies descalzos de la esperanza,
para tocarte con las manos vacías de la pobreza,
para mirarte con los ojos puros del amor
y escucharte con los oídos abiertos de la fe.
Y mientras llegamos hasta ti, temblando, invocamos tu nombre,
que como música y canto resuena en lo más hondo del corazón,
donde el Espíritu, con gemidos inefables clama nuestro dolor
y con dulzura y fuerza nos impulsa en el camino del amor.
(Ana María Cànopi, y comunidad de la Abadía Benedictina Mater Ecclesiae)
1
http://www.vatican.va/holy_father/francesco/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazioneap_20131124_evangelii-gaudium_sp.html#Alegría_que_se_renueva_y_se_comunica
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Señor, con alegría te digo que creo en ti y en tu Resurrección,
mas debo también suplicarte: ¡Aumenta mi fe!
Elaboraré una tarjeta pequeña para las personas que más quiero
y les compartiré la alegría del Señor resucitado con un bello mensaje
La Resurrección de Cristo es vida para los difuntos,
perdón para los pecadores, gloria para los santos”
San Máximo de Turín
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