Pilar de Valderrama

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PILAR DE VALDERRAMA.
Pilar de Valderrama Alday Martínez y de la Pedrera, nació en Madrid (27/09/1889), hija de Francisco de
Valderrama Martínez, natural de Santurce (Bilbao), y Ernestina Alday de la Pedrera, de Santander. Su padre
fue abogado brillante, diputado por el Partido Liberal antes de los 25 años, y gobernador de Oviedo, Alicante
y Zaragoza. En la capital aragonesa, a los cuarenta días de nacer, la niña de ahí su nombre fue presentada a la
Virgen del Pilar. Después la familia se fue a Mardid tras la muerte del padre. Pilar recibió allí la formación
otorgada entonces a las muchachas de su clase social, y estudió como interna en el Sagrado Corazón de
Chamartín, adquirió un buen conocimiento del francés y, según recordará en un poema, era considerada algo
extraña por sus compañeras: Cuando yo era niña niña ya crecida / me llamaban rara, / porque con las otras
niñas, mis amigas, / apenas jugaba.... Cuando Pilar conoce al palentino Rafael Martínez Romarate, amigo
acomodado de Fernando(hermano de Pilar), es un flechazo. Se casan enseguida. Es junio de 1908. Ella tiene
20 años; él, 22. Son jóvenes, ricos, de gustos refinados. Según Valderrama, su marido no resultó, cariñoso con
ella y con ninguno de sus tres hijos. A éstos no los acariciaba ni besaba nunca. Al marido le gusta el teatro,
con afición especial a la escenografía y la decoración. Pilar escribe poemas, según ella a escondidas como si
cometiera un delito, aunque Las piedras de Horeb llevaba ilustraciones de su marido, lo cual parece demostrar
su aprobación.
Un día su marido le confiesa, que acababa de suicidarse una joven con la cual, a espaldas suyas, mantenía
relaciones desde hacía dos años. Pilar conocía de sobra el carácter donjuanesco de su marido, pero esto era
diferente. Se trataba de un hecho trágico que me impresionó dolorosamente, marcando un cambio en mi vida
íntima, alterando su rumbo como si se partiera en dos etapas: el antes y el después. Su primer impulso fue huir
de casa, alejarse de una persona que ya le era insoportable. Por fin dijo a su madre, ignorante de lo ocurrido,
que estaba mal de los nervios y se marchó a Segoviacon la tarjeta de presentación para Machado en busca de
sosiego. Después de algunos días mandó a Machado, a través de un botones, su tarjeta, y aquella misma
noche, el poeta se presentó en el hotel Comercio, Valderrama es ferviente admiradora de la poesía de
Machado. La leía con tanta frecuencia, recuerda en su autobiografía Sí, soy Guiomar (1981), que yo que
nunca tuve en la memoria ni los versos míos, me sabía los suyos de tanto repetirlos en silencio. Y sigue la
musa: No puedo expresar la emoción que tuve al encontrarme con él y estrechar su mano. Era el poeta tan
admirado el que estaba ante mí, con su desaliño, sí, pero con un rostro bondadosísimo, una frente ancha y
luminosa, una cabeza, en fin, admirable sobre un cuerpo alto, desgarbado y poco atractivo. Al verme, no supe
qué pasó por él, pero advertí que se quedó como embelesado, pues no cesaba de mirarme y apenas habló para
decirme cuánto sentía estar tan ocupado con los exámenes, que no podía acompañarme ni atenderme como
sería su deseo.
La pareja comienza a frecuentar un café de Cuatro Caminos, el poeta había buscado allí un escondite para sus
entrevistas con la musa. En sus cartas a la amada Machado lo llama nuestro rincón, o nuestro rincón
conventual. Valderrama, por su parte, recuerda con nostalgia, en Sí, soy Guiomar, un salón grande donde se
sentaban en unas incómodas sillas ante una mesa de mármol, acompañados siempre de algunas parejas de
empleados y obreros. Desde el primer momento, si creemos a Valderrama, ella impuso las condiciones que
debieron regir la relación, y le dijo al poeta que por fidelidad a sus creencias, a sus hijos y a sí misma no podía
ofrecerle más que una amistad sincera, un afecto limpio y espiritual, y que de no ser aceptado así por él, no se
volveríamos a ver. Y Machado, según ella, contestó: Con tal de verte, lo que sea. Valderrama reconoce que
Machado, en virtud de tal pacto, padeció la tortura de la barrera que nos separaba materialmente, su posición
frente a la diosa se parecía mucho a la del trovador medieval: amor cortés, sí; sexo, no.
Toda vez que, como dice Machado en un poema no publicado en vida, Pilar le había buscado a él, no al revés,
las condiciones impuestas se podían considerar harto injustas: Tú me buscaste un día / yo nunca a ti, Guiomar,
/ y yo temblé al mirarme en el tardío / curioso espejo de mi soledad....
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Valderrama calcula, en sus memorias, que Machado le escribió unas 240 cartas a lo largo de los siete años de
su relación, de las cuales ella quemó todas menos unas cuarenta en vísperas de la Guerra Civil, escogidas al
azar las que estaban encima, sin releerla siquiera por la premura del tiempo. De las dirigidas por ella al poeta
no parece haberse salvado ninguna. La pérdida de esta correspondencia es una tragedia. Las de Machado
constituían una especie de diario íntimo, y hoy serían un documento de inmenso valor para conocerlo mejor.
Para empeorar esta situación, las cartas de Machado salvadas de las llamas fueron manipuladas después por su
destinataria cuando decidió darlas a conocer en parte. Se recurrió entonces a cortes e incluso a tratamientos
con decolorantes para borrar pasajes considerados imprudentes o arriesgados. Gracias a Cartas a Pilar, la
correspondencia existente, conservada en la Biblioteca Nacional de España, se puede leer ahora en su correcto
orden cronológico.
− Las piedras de Horeb (1923)
− De mar a mar. Madrid, Torremozas, 1984 [Poesía] Antes de su muerte quiso reunir cuanto había escrito en
ese tercio final de su vida en un libro que, si vario de tema, rindiera homenaje a Antonio Machado, no sólo
vivo en algunos de los poemas en él recogidos, sino también su propio título, de mar a mar, tomando del verso
inicial del soneto que lo encabeza, y que el poeta, lejano y añorante, le escribiera en Rocafort, en 1938.
Pilar tuvo siempre un sueño obsesivo, acrecentado a medida que los años la iban venciendo: el del olvido.
Este libro, que hoy presentamos, la recuerda. Como poetisa, como amante y como amada de un poeta noble y
bueno, que la llevó consigo hasta el final de sus días.
− Esencias: poemas en prosa y verso. Madrid, Caro Raggio, 1930 [Poesía]
− Holocausto. Madrid, [la autora], 1943 [Poesía]
− Huerto cerrado. Madrid, Caro Raggio, 1928 [Poesía]
− Sí, soy Guiomar: memorias de mi vida, 1981 [Biografía]
− El tercer mundo, En: TEATRO de mujeres, 1934 [Teatro]. Dice Valderrama en Sí, soy Guiomar que su
obra de teatro El tercer mundo, se inspiraba, en su fondo, en la relación que tenía con el poeta. Ello es
indudable, pero también en la relación, muy atormentada, que tenía en casa. Cuando el misterioso amante
italiano de Marta es arrollado por un coche frente al chalé de ésta e introducido en el mismo, nos damos
cuenta de que el marido dramaturgo de éxito demasiado ocupado con su fama y con sus proyectos para
hacerle caso a su mujer se parece mucho a Rafael Martínez Romarate. El tercer mundo es un espacio
imaginario ubicado entre el mundo del sueño y el de la vigilia, donde, a fuerza de voluntad, todo es posible,
hasta el amor prohibido por las convenciones religiosas y sociales. Yo ideé ese tercer mundo, escribe
Valderrama en sus memorias, ¡qué distinto del que ahora llaman así!, para tener plena certeza de la conexión
de nuestros pensamientos, ya que por la separación real de nuestras vidas era un consuelo sentir en esos
momentos su compañía, su calor espiritual a través de la distancia que nos separaba. Machado hizo suyo el
concepto, y se referirá con frecuencia al tercer mundo en su correspondencia con la amada.
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