la cofradía de las ánimas benditas del purgatorio, de íllora

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LA COFRADÍA DE LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO,
DE ÍLLORA
- Resumen Histórico -
La Cofradía y las Fuentes documentales.
El único Libro de Cuentas de la Cofradía de las Animas del Purgatorio
que se conserva en el Archivo Parroquial comienza en el año 1649, pero viene
arrastrando el resultado de cuentas anteriores, lo que demuestra la existencia de,
al menos, otro libro más antiguo de la Cofradía, que no se encuentra en el
Archivo Parroquial.
Tampoco se han conservado los primeros documentos sobre la fundación,
constituciones, hermanos o cofrades, etc. (para el asiento de los cofrades se
compró “un libro de papel blanco enquadernado”, en el año 1651).
Sobre las constituciones, existe lo que podría ser una transcripción de las
originales, realizada aproximadamente hacia el año 1800, que están incluidas en
un Libro de Actas de la Cofradía, libro que termina con una lista de hermanos
realizada el año 1901.
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Sin embargo, localicé un documento de la Cofradía de las Animas,
evidentemente traspapelado, que se encuentra encuadernado en el libro 1º de la
Cofradía del Cristo de San Marcelo o de la Santa Vera Cruz. Se trata de una sola
hoja, foliada con el nº 103, pero que haría la número 272 de mi numeración en
el citado libro de la Santa Vera Cruz, el cual se encuentra sin foliar.
Esta hoja 103 contiene una entrega de bienes de la Cofradía de las
Ánimas, que hace un mayordomo saliente al mayordomo entrante, en presencia
del Hermano Mayor de la Cofradía, que a su vez era Alcalde Ordinario de Illora.
Pero lo más relevante, es que dicha hoja y entrega de bienes está fechada el 11
de Abril de 1597.
Es, por ello, un documento de capital importancia para situar la antigüedad
de la Cofradía de las Ánimas de Illora.
Por otra parte, el cumplimiento de unas mandas a la devoción de San
Miguel, contenidas en un testamento fechado en 1587, se dejaron a cargo de la
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. Por lo que, o bien la imagen de San
Miguel no estuvo vinculada a la Cofradía de las Ánimas desde la fundación de
ésta, o en ese año 1587 aún no se había fundado la Cofradía. De ser cierta la
segunda hipótesis la fundación de la Cofradía de las Ánimas habría que situarla
entre los años 1587 y 1597.
Respecto al Libro de Cuentas de la Cofradía de las Ánimas que se ha
conservado, se encuentra sin foliar (como ocurre generalmente con los libros de
otras Cofradías), y comprende desde el año 1649 hasta el de 1704.
Le falta la que sería la hoja 11, que contiene la última parte de las cuentas
correspondientes al año 1651. Y también la hoja 14, que contendría parte de los
gastos del año 1652.
Unas hojas del libro se encuentran encuadernadas con la parte superior de
las hojas situada abajo y la inferior arriba; o bien, fueron escritas con el libro
situado al revés, y contienen el Inventario de Bienes de la Cofradía del año 1676.
Entre los bienes relacionados en dicho Inventario de 1676, está “el libro
de asiento de los cofrades”, que, como dije más arriba, no se encuentra
actualmente en el Archivo Parroquial. Tampoco está en el Archivo un nuevo
“libro blanCo de Papel para sentar los Cofrades de las animas”, que se compró
en el año 1696.
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Terminado el Libro de Cuentas en el año 1704, sabemos de la existencia
de otro Libro de Cuentas posterior por medio del Acta de la reunión celebrada
por la Hermandad en el 16/12/1811, en donde se menciona una diligencia inserta
en el folio 16 v.to del “Libro Corriente de Cuentas”. También en el Acta de la
reunión celebrada el 09/04/1822, se menciona un acuerdo adoptado en
30/11/1782, “al f.º 23 del libro q.e empezo en 1780.”
Otros documentos de la Cofradía de las Animas del Purgatorio que se
conservan son:
- Un Libro de las Misas que se decían por las Animas del Purgatorio, que
abarca desde 1760 hasta 1782.
El número registrado de misas anuales oscila entre las 1205
misas, en el año 1777, a las 3.127, en el año 1781. Para el registro de
las misas, se numeran una por una, indicando al lado del ordinal el
religioso que la dijo, que generalmente son frailes.
Entre los religiosos que dijeron misas, en el año 1772 firma “F.r
Antonio de Sn Rogelio”. En los años 1776 y 1779,“Fr. Josef de
Yllora”. En 1780, “el P.or de Alomartes Fr. Xptoval de G.da”.
Algunos años se mencionan 50 misas que se decían por “el
anima de Franco de Rozas de la Renta de la haza que dejo [...] del
Albercon Alto”.
El citado Francisco de Rozas, “Mançebo Hixo de Juº de Rozas y
de D.ª Marina ximenez de quellar”, falleció en 1696, y dejó a la
Cofradía “tres Haças que tenia para de sus Reditos Se digan Misas por
Su Intençion”.
- El ya citado Libro de Actas, en cuyas primeras hojas se recoge una
transcripción de las Constituciones o normas de funcionamiento de la
Hermandad. El libro carece de las hojas 1, 2 y 3, por lo que el articulado
constitucional parte del número 15, situado en la hoja 4. Asimismo deben faltar
las hojas numeradas 23 a 26, pues el libro presenta unas costuras deficientes.
La primera fecha que sirve para datar este libro es el 8 de
Diciembre de 1811, en que levantó un Acta de la reunión celebrada ese
día para fijar el número de hermanos, y llega hasta el año 1901.
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El artículo 22 de las Constituciones transcritas fijaba la cuota de
entrada en la Hermandad en 4 reales, mientras que en el acta de la
reunión celebrada el 09/04/1822, “se resolvio que las entradas de
hermanos sean desde esta fha. en adelante a Sesenta r.s Cada una”,
diferencia de cuotas que da una idea de la antigüedad de las
Constituciones de la Hermandad, aunque la transcripción de las
mismas, inserta en este libro, se hiciera hacia el año 1800 (unas cuotas
de importe próximo a los cuatro reales se pagaban en otras cofradías
hacia finales del siglo XVI y principios del XVII).
- Una Elección de Cargos de la Cofradía realizada el año 1745.
- Un Contrato de Arrendamiento de una finca de la Hermandad, del año 1779.
- Un Decreto del Vicario General del Arzobispado de Granada, del año
1777, por el que se manda al Cura de Alomartes, Don Salvador de Villarraso,
“que con ningun pretexto, impida alos Beneficiados dela Yglesia de ella [Illora],
el uso de su derecho Beneficial, en la del mencionado Lugar [Alomartes], ni
menos el que los suso dichos celebren, las Misas, y demas Funciones, que les
Corresponde, asi delas Hermandades, como delas demas que ocurran, ni
tampoco la presidencia en la Elecciones Juntas, y Cavildos que por dichas
Hermandades se celebren, ajuste Cuentas, y demas que â ellas seles ofrezca,
concurriendo en caso, de que quiera dicho Cura [...]”
El problema se había originado con motivo de “que en la Yglesia
del Lugar de Alomartes, anexo dela referida mi Yglesia Parroquial, se
ha erijido una nueva Hermandad de Animas [...] haviendo pretendido
ver el Libro de dicha Fundazion, luego que supimos de ella para
imponernos en las obligaciones de nuestro Cargo lo pedimos alos
Mayordomos dela Hermandad, y su entrega se Contradixo p.r D.n
Salvador Villarraso, Cura actual del Lugar de Alomartes, quien
respondio que no se entregaba, por que nadie tenia que hazer, ni
entender en el govierno de dicha Hermandad sino el Cura [...]”
- Por último, tenemos la Cuenta de ingresos y gastos de la Hermandad de las
Benditas Animas del año 1902 y una “Lista de los Hermanos” del año 1902 al
1903.
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Las Constituciones de la Hermandad.
Las Constituciones de la Hermandad de las Ánimas tratan esencialmente
de las obligaciones de la recogida de limosnas y del destino de éstas para
misas por las almas.
Las limosnas se recogían, por el pueblo y su término en Agosto (en
granos), el Día de los Santos Inocentes y por las noches según el turno señalado
para todos los hermanos (excepto Hermano Mayor, Mayordomos, enfermos y
ausentes).
En el mes de Noviembre se celebraba el Octavario, con Misa cantada de
Réquiem cada uno de los días, y, además, sermón y procesión el primero y
último día del Octavario, día en los que se cantaban dos responsos, uno en la
Iglesia y otro en el Cementerio.
También se decía una Misa, “por las venditas Animas”, en la mañana de
todos los lunes del año.
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El día del entierro de un hermano, debía “asistir la Hermandad Con su
Cruz y doce Achas en forma de procesión â casa del Difunto, y acompañando el
Entierro delante de la Cruz de la Parroquia hasta la Yglesia, en donde
mantendran la Cera encendida, hasta que sea Sepultado el Cuerpo” (la
redacción de este artículo debió hacerse durante los siglos en que a la mayor
parte de los fallecidos se les enterraba en la misma Iglesia Parroquial).
Se decían 18 misas “por el Alma de cada Herm.º que falleciere”, y 6 “por
el Alma de qualesquiera Muger de Herm.º”, “Padres, Madres . ó Hermanos”.
Aunque en “acta Con fuerza de Constitucion”, aprobada el 30/11/1782, se
acordó que se dijesen “Cincuenta Misas á Cada hermano def.to y veinte y cinco a
sus mugeres”, acuerdo que fue ratificado en reunión del año 1822..
Pero no sólo con los cofrades fijaba obligaciones la Hermandad, también
las tenía para cualquier vecino de Illora que falleciere, dando cuatro hachas
“para todos los Entierros delos que no fueren Hermanos, y fueren V.nos de esta
Villa”.
Por el acta de la reunión celebrada por la Hermandad el día 8/12/1811,
sabemos que “el Capitulo primero de sus constituciones” fijaba en 43 el número
de hermanos que debía de tener la Cofradía. Número que fue elevado hasta 80 en
la citada reunión “p.ª q.e por este medio este bien surtida la referida Hermandad,
p.ª la recoleccion de la Limosna diaria de Capachas, las de Agosto, Cortijos, y
demas ocurrencias de la misma Hermandad”, acordando que “no se recivan
Hermanos que pasen de los ochenta establecidos”. A pesar de ello, el número de
hermanos a finales del año 1814 era de 101.
Los últimos datos sobre el número de hermanos o cofrades procede de las
listas de los años 1901 y 1902, en la primera figuran 64 hermanos (26 mujeres y
38 hombres), y en la segunda 80 hermanos más 16 nuevos (56 hombres y 40
mujeres).
La obligación general de participar en las peticiones de limosnas y las
excepciones que por uno u otro medio se obtenían para la realización de esa
tarea, introducía una tensión permanente en el seno de la Hermandad que
obligaba a tomar acuerdos para salir al paso de las diversas circunstancias y
dificultades que surgían en la puesta en práctica de esa actividad. Veamos:
- Algunos hermanos “estavan Jubilados, sin Causas Lex.mas p.ª ello”,
acordándose que “volviesen a servir en todos los actos comunes y particulares
de la dha Hermandad, haciendoles saver esta determinacion”, según acuerdo de
la reunión citada del 8/12/1811. No obstante, y según acuerdo tomado en
26/12/1814, de nuevo “quedaron Jubilados”, los mismos hermanos, más otros
dos “p.r suplica q.e p.ª ello hicieron”.
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En Junta del año 1822, entre otros asuntos se trató de “Si se an de quitar
las Jubilaz.s =”. Acordándose que “Continuen las Jubiliz.s Constandole ala
Junta menor la Certeza q.e los pretendientes espongan p.ª ello =”.
Evidentemente, la condición de jubilado dentro de la Hermandad, suponía estar
relevado de la obligación de participar en las peticiones de limosnas.
- Otro acuerdo tomado en la reunión del 8/12/1811, fue prohibir que
Manuel Montalban (del que no está claro si era hermano) pidiera “Limosnas de
Capachas, ni otras, por ningun hermano, a quien toque y corresponda estas
petisiones, por convenir asi a la Hermandad”.
En la reunión del 08/12/1814, por segunda vez se insistió en este asunto,
pero de modo más tajante, acordándose “Que el Hermano q.e buelba a incurrir
en el delito de entregar la Capacha á Manuel Montalvan, ni a otras personas de
poco respeto, quede escluido...” . Igualmente se prohibió que por un hermano
que no pueda pedir, pidiera un hijo suyo u otra persona que no fuera hermano.
Y unos años después, en reunión del 09/04/1822, se prohibía “que las
Limosnas de Capachas las hagan los muchachos Como esta prohibido en otras
actas anteriores y Conforme lo han echo observar otros hermanos Mayores y q.e
en el Caso de q.e algun hermano no pueda ejecutarlo p.r sí, entregue dos r.s por
cada vez que esto se verifique =”.
- El Notario y organista Don Carlos Galindo, había “manifestado varias
veces quererse incorporar en esta hermandad y que en Lugar de otras pensiones
la Serviria gratuitam.te”; tomándose el acuerdo, en la reunión celebrada el
16/12/1811, de admitirle “por Hermano Secretario perpetuo y q.e como tal goce,
y disfrute de todos los privilegios con q.e asiste la referida hermandad a todos
sus individuos siendo de su obligaz.n trabajar sin percivir estipendio alguno por
cuantas dilig.s y demas q.e va espresado se ofrezcan, con lo q.e satisfara su
Servicio en Lugar de pedir Capachas, y otras Limosnas”.
- En Junta celebrada el 26/12/1814, se acordó excluir de la Hermandad a
cuatro cofrades que estaban residiendo fuera de Illora, admitiendo en su lugar
como hermanos a cuatro vecinos. También se determinaba que, en adelante,
cualquier miembro de la Hermandad que se ausentara de Illora quedaría
excluido, debiendo pagar una cantidad determinada si regresara tiempo después y
quisiera volver a incorporarse a la Cofradía.
- En 1816, un grupo de hermanos eludía repetida y conscientemente la
participación en la peticiones de “la Limosna de Capachas... y q.e sin enbargo de
haverles reconvenido primera, segunda, y tercera vez respondian con Soflama, y
Burlas, sin verificarse el remedio”, actitud que fue imitada por otros cofrades. El
Hermano Mayor y los Mayordomos acordaron que “se escluyesen y Separasen
de la Hermandad dando p.r Vacantes sus Plazas y q.e los de mas q.e mensionan u
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ôtros q.e en adelante no Cumplan con sus deveres sufran la pena prevenida en la
dha Constitucion del numero diez y nueve...”.
- En enero de 1817, el Cura de Illora Don Juan Antonio de Palma, había
sido “Admitido p.r Hermano, de esta Hermandad con la obligaz.n de Predicar los
dos Sermones, Aconstumbrados, en los anuales Novenarios de Animas, q.e estos
de algunos años a esta parte se han reducido a uno Solo, Costeandose el otro pr
la misma Hermandad y que ahora Solicita Se eceptue de este Cargo pidiendo la
Limosna de Capachas p.r sí u otra persona, quando le Corresponda...”. A esta
solicitud no condescendió el Hermano Mayor y Mayordomos de la Hermandad,
concediéndole “q.e Continuase con el Cargo de Predicar un Sermon delos dos a
q.e Se obligò sin embargo de perjudicarse la Citada Hermandad con el gasto del
otro;”.
El Sacerdote, respondió, de un modo que parece un tanto drástico, “q.e no
podia ni le acomodaba Seguir en la Herm.d en los Terminos q.e se proponen, y
q.e desde luego se Borrase, y Escluyese de tal herm.º...”. Baja en la Corporación
que fue aceptada por el Hermano Mayor y Mayordomos, acordando “q.e desde
esta fha. quede excluido de tal Hermano”.
Diez meses después el citado Cura Don Juan Antonio de Palma, debió de
reconsiderar su actitud, y se dirigió a la Hermandad “pidiendo volverse a
inCorporar en la herm.d con el Cargo y obligaz.n de predicar de Gratis todos los
años uno delos dos Sermones del Novenario q.e se hace en esta Yg.ª a favor delas
Venditas Animas y q.e p.r este serb.º Sele eceptuase de pedir la Lim.ª a
Constumbrada de Capachas...”. Conviene apuntar que esta petición se producía
exactamente el día 12 de octubre, o sea, unas dos semanas antes de que se
iniciara el Novenario “en el Mes de Noviembre, despues del dia de los finados”,
según el artículo 25 de las Constituciones.
Aun se volvió sobre este asunto en 1824, cuando “p.r Sup.ca q.e hizo” D.
Juan Antonio de Palma, “p.r sus verdaderos achaques se le dispenso el Sermón
q.e tenia de su Cargo de Predicar en el Octavario y en reconpensa de el ofrecio
dar todos los años una F.ª de trigo lo q.e se le concedio...”
- La Hermandad, daba “de Comer, y beber, el dia delos Santos Ynocentes
a las personas q.e se ocuparan en pedir las Limosnas de este dia, Rifar los
efectos Recolectados, y alos q.e Asisten con instrumentos, a esta demanda, en lo
q.e se causaban muy crecidos gastos é inutiles p.ª el Benef.º delas Benditas
Animas, teniendo tambien pres.te la decadencia de las Limosnas p.r las
Circunstancias de los tpos.”, por lo que mediante Acta del 08/02/1818, se acordó
omitir dicha práctica de darles de comer y beber, previniendo a las personas
encargadas que sus obligaciones debían seguir ejerciéndolas y seguir con ellas y
“q.e no an de Recivir ótro premio q.e el de estar esentos de pedir Lim.ª de
Capachas”. Lo cual aceptaron los afectados.
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Sin embargo, por acta del 26/12/1818, los nuevos Hermano Mayor y
Mayordomos acordaban “q.e los Cuatro Rifadores, y los dos tocadores, a saber
Bernabe de Quesada, Josef Rosales, Antonio Berben, y Matias Peynado, y Ant.º y
Fran.co Garzia Covo, sin embargo de q.e los primeros an estado disfrutando los
Fueros y Sufrajios de la Hermandad, como tales hermanos, sin otra pension q.e
la de Rifar los Aguinaldos de Pascua, y otras limosnas, estando exsentos de
pedir limosna de Capachas, y q.e los segundos tambien lo an estado solo por la
pension de tocar sus Ynstrumentos en las rifas, y demas Funciones de
Animas...”, que quedasen como hermanos de la citada Hermandad “los tales
Rifadores, y tocadores... y con el Cargo de pedir las Capachas cuando por turno
les corresponda, como los demas hermanos”, ya que en el acto de su admisión se
obligaron unos a hacer las rifas y otros a tocar sus instrumentos únicamente por
ser admitidos en la Hermandad, advirtiéndoles que tampoco se les darían
“cuerdas p.ª los instrumentos, agasajos, ni gratificaziones”. Los afectados
contestaron que aceptaban lo contenido en el acta (aunque uno de los rifadores,
debido a tener su residencia en una casa de campo, no hizo la petición de la
limosna de capachas en su turno ni había nombrado otro hermano sustituto, por
lo que fue excluido y borrado “de tal Hermano”, después de que fuera requerido
y de que se ofreciera a cumplir las obligaciones contraídas, cosa que no hizo).
- Había hermanos que compensaban a la Hermandad con una fanega de
trigo “por no pedir capacha”, y otros, que eran presbíteros, diciendo un
novenario de misas.
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La economía.
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La vida económica de la Cofradía de las Animas, sigue las mismas pautas
que las demás Cofradías: una serie de limosnas en metálico, que se recogen en
las festividades de la Cofradía y en otras (como en Día de la Cruz en la procesión
al Tocón -1669-), en los testamentos, etc., y limosnas en especie, principalmente
trigo y cebada.
Las cuentas son supervisadas anualmente por el Vicario de la Iglesia y
redactadas por el Notario, que percibe sus honorarios. Periódicamente las cuentas
son también revisadas por el Arzobispo o el Visitador de las Iglesias de Granada
-con su Notario-, que percibe sus honorarios.
Debido a la fabricación de algunos ornamentos de plata, la Cofradía quedó
endeudada en el año 1655, haciendo donación de parte de la deuda el
mayordomo en el año 1657, coincidiendo con la Visita a la Iglesia de Illora y a
sus Cofradías del Arzobispo de Granada.
Se desconoce las circunstancias que provocaron el que no se dieran las
cuentas anuales en los cuatro años siguientes a 1657, lo que motivó un
requerimiento del Visitador General del Arzobispado, en el año 1661, para que se
dieran las citadas cuentas por los mayordomos correspondientes.
Hacia finales del siglo XVII y en los comienzos del siguiente, diminuye
notablemente el volumen de las limosnas tanto en trigo como en metálico, así
como de las celebraciones tradicionales, sin que quede constancia de si el motivo
fue una relajación en la petición de las limosnas u otras circunstancias. Como
indicio contamos con el hecho de que en el año 1702 la petición de limosna de
granos se hizo “por las Calles de esta dh,ª villa”, y no por las eras como había
sido habitual: se recogieron únicamente dos fanegas y once celemines de trigo,
siendo ésta la única entrada de limosnas, por todos los conceptos, en ese año.
Las cuentas de los años 1678 y 1679 no están firmadas por el notario, y
presentan errores de cálculo.
Pero el suceso que supuso una verdadera catástrofe en la actividad
habitual de la Cofradía fue la epidemia de peste del año 1681. Las primeras
cuentas que se toman después de la epidemia corresponden a los años 1685, 86 y
87, informando de que en los anteriores (1681, 82 y 83), “estubo la cofradia sin
mayordomos que la sirbieran por que murieron en la epidemia que padezio
esta villa”.
En el año 1696 falleció un devoto que dejó tres hazas a la Cofradía para
que fueran arrendadas y se dijeran misas. En la visita que hizo el Arzobispo en el
año siguiente, mandó se ejecutase este arrendamiento. Sin embargo, aunque se
fue anotando al margen de las cuentas anuales una llamada de atención sobre esta
renta pendiente, en la siguiente visita del Arzobispo, en el año 1704, quedó
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patente que las tierras habían sido sembradas por los mayordomos de la Cofradía
sin reflejar en las cuentas anuales renta alguna, por lo que ordenó que se tomasen
la medidas necesarias para exigir los pagos no realizados.
Ese mismo año 1704, al fallecimiento de una devota ésta donó a la
Cofradía otra haza de 17 fanegas de tierra de riego.
Sobre una de estas fincas, que se encontraba en el “sitio q.e llaman del
pozuelo”, se firmó un contrato de arrendamiento en el año 1779, por el que
“Sezilio Ruiz del olmo” se obligaba a pagar 220 reales anuales.
Al parecer, el Estado se incautó de numerosos Censos que se abonaban a
la Iglesia de Illora y a diferentes Cofradías, según relación del año 1810. En ese
año se inició la ocupación de Andalucía por las tropas francesas, por lo que no
queda claro si la incautación se produjo como consecuencia de las exigencias del
mando francés para que les fuesen entregadas altísimas cantidades en metálico y
joyas, o por el Estado español para sostener los gastos militares del ejército en su
lucha contra el invasor. En esa relación figura un importe de 48 reales a favor de
la Hermandad de Animas, cantidad impuesta sobre una casa.
Con relación a las casas de la Hermandad, el año 1815 (30/11) se hace una
breve referencia a cierto pleito “q.e se esta siguiendo con Feliz Mtin de Abolafia
sobre venta de las Casas de dha. Hermandad”. No está claro el papel en el
“Litigio” de el citado Feliz Martin de Abolafia, que se encontraba presente entre
los cofrades que asistieron a la reunión de la Hermandad en la que se hizo la
referencia a este tema, pero poco después (24/01/1816) el Hermano Mayor y
Mayordomos acordaron excluirlo de la Hermandad debido a que él y otro cofrade
“habian faltado repetidas veces a la obligaz.n de pedir la Limosna de
Capachas... y q.e sin enbargo de haverles reconvenido primera, segunda, y
tercera vez respondian con Soflama, y Burlas, sin verificarse el remedio...”.
En la misma reunión del 30/11/1815, se trató de la imposibilidad para
cobrar determinadas deudas (377 reales de Mariana de Fuentez; y 198 reales de
Juan Antonio de Fuentez), cuyo origen estaba en el impago de alquileres por “los
Ynquilinos de las Casas”, acordándose que se “pongan Cobro de las restantes
deudas Cuydando q.e los Ynquilinos de las Casas sean personas abonadas q.e
puedan pagar los arrendam.tos.. p.ª q.e no se verifique mas atrasos en perjuicio
de las Benditas Animas...”.
Unos meses antes, concretamente el 22/05/1815, “de Orden del Herm.º
May. y May.mos dela Herm.d de Animas de esta Villa sele pasó un óficio al P.e
Abad de S.r S.n Basilio de Granada”, dándole cuenta de que el día veinte de
citado mes “se Subastaron y Remataron las Casas de la Herm.d de Animas de
esta Villa”, y le pedían que, “p.ª otorgar las Ess.ras”, informara “Sobre qual de
ellas esta el Zenso q.e Cobra su Comunidad”, dato imprescindible para que se
continuara pagando dicho censo.
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En 1834, “D.n Jose Narvaez y Castilla Benef.do de la Yglesia Parro.l de
esta Villa” mandó por su testamento “ala Herm.d de Animas de esta dha. Villa,
una Casa pequeña q.e poseo en el Callejon de torralva la ultima q.e hay en dho,
sitio, para q.e se benda y su valor se invierta en Misas por las Almas del
Purgatorio Cuyo encargo recomiendo a dha. Hermandad y q.e me encomienden
a Dios”. Los principales datos de este testamento, se transcriben en la colección
de documentos de este trabajo.
Como las demás Cofradías, la de las Animas cuenta con una persona
(“munidor”) que realiza los trabajos preparativos de las fiestas, hace los recados,
etc.
Imágenes y Ornamentos.
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En la entrega de bienes de la Cofradía del año 1597 ya figuran las
imágenes de Nuestra Señora de la Asunción, “hecha de talla dorada questa en
su nicho en la capilla de las animas” (1676), y la de Santa Lucía, también
situada en la Capilla de las Animas de la Iglesia Parroquial.
Para la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, costeó la Cofradía un
manto de “rraso de florençia”, en el año 1650, y contaba con tres mantos en
1676. Un manto más, “de tafetan doble carmesi”, se le hizo en el año 1689.
La imagen de la Virgen tenía una corona de plata, que fue reparada en
1653 por un platero de Granada.
La imagen de Santa Lucía tenía una diadema de plata y también
contaba con tres mantos (1697).
Se desconoce si pertenecía a la Hermandad la imagen de San Miguel o si
fue debido a la epidemia de peste de 1681 que se le hizo fiesta y fue sacada por la
Cofradía, algunos años después, el día del Corpus para participar en la procesión.
La imagen de San Miguel estaba también situada “en el Altar de las
Animas” de la Iglesia Parroquial, según consta en testamentos de los años 1763 y
1771.
Existen pruebas de la devoción a San Miguel en Illora desde fechas muy
tempranas, incluso anteriores a la hoja traspapelada de un inventario de la
Cofradía del año 1597. Así, en el testamento de Pedro Martin de Alcaraz, de
fecha 26 de Septiembre de 1587, mandaba que se vendieran “un par de bueyes
de los mejores que tengo con una carreta que tengo” y “que del dho preçio se
haga un çenso para que se diga y haga una memoria que sea una mysa cantada
con su vijilia y visperas a la bocaçion del Sor San myguel El anjel [...]”
Respecto a los autores de las imágenes nada consta en los documentos.
La Cofradía tenía un pendón morado “con sus borlas y bara”, en 1597,
que fue reparado en 1653, y para el que se hizo una cruz de plata en 1656. Pero
en 1664 se hizo un nuevo pendón para la Cofradía “de tafetan carmesi”.
La última noticia sobre las imágenes de Santa Lucía y San Miguel,
procede del inventario realizado el año 1933. En este inventario, mecanografiado,
se añadieron unas anotaciones manuscritas junto a la reseña de estas imágenes :
“Se quemó”
15
Este tremendo final es como una sentencia que se ha repetido
periódicamente en nuestra historia, fruto de la intransigencia, del fanatismo o de
la incultura, que hicieron de la hoguera el lugar en donde encontrar, inútilmente,
los remedios.
Pudiera ser que la imagen de Nuestra Señora de la Asunción figure en ese
Inventario con otro nombre.
La vinculación devocional de la Cofradía de las Animas con la Virgen de
la Asunción, parece residir en un paralelismo entre la subida al cielo de la Virgen
y la elevación o salvación de las almas, para cuyo objetivo se le rogaría ayuda.
En cuanto a la devoción de la Cofradía de las Ánimas a San Miguel, en
que éste representa la victoria sobre el Mal. Siendo uno de los mayores males la
muerte física y creyendo en la posibilidad de la condenación del alma, mediante
su intercesión la Cofradía trataría de lograr la salvación de las almas y la vida
eterna.
En cuanto a la muerte del cuerpo, también la intercesión de San Miguel
podría entenderse como proyecto o colaboración en la lucha humana contra las
enfermedades, el hambre, las guerras... y la muerte.
Pero esta presencia en la vida devocional de la Cofradía de la dimensión
ideológica del Arcángel San Miguel (y de su actividad como ángel) no parece
vincular ambos aspectos, espiritual y corporal, pues siendo el objetivo de la
Cofradía el redimir y salvar las almas de los muertos (ánimas del purgatorio),
atribuían toda la eficacia para lograr tal objetivo a las rogativas y a la celebración
del mayor número de misas posible, sin utilizar también como medio eficaz para
intentar salvar aquellas almas acciones y proyectos hechos en nombre de los
fallecidos, pero en favor de las personas vivas necesitadas: los enfermos, los
pobres, los presos, los esclavos... es decir, de los que más padecían las
consecuencias del mal.
Estos dos medios para procurar la salvación del alma, si que están
presentes en muchos testamentos de personas que, además de dejar el encargo de
que fueran dichas un buen número de misas por sus alma, donaban también
algunos bienes con destino a los necesitados.
16
Fiestas y celebraciones.
17
Las fiestas que celebraba la Cofradía eran tres: la de las Animas del
Purgatorio, para la que se hacía un túmulo en la Iglesia (1651...68...), el
domingo después de los Santos. La de la Asunción de la Virgen, que constaba
de las vísperas, procesión y misa, el 15 de agosto. Y la de Santa Lucía, 13 de
diciembre, en la que en algún año también se hacían las vísperas, procesión y
misa (1665).
En las primeras cuentas conservadas, correspondientes al año 1649, al
relacionar tanto las limosnas recibidas como los gastos ocasionados con motivo
de la fiesta de Santa Lucía, dichas partidas se justifican del siguiente modo:
“...que se çelebra por la dha Cofradia en Su bispera y dia por tener su capilla la
gloriosa Santa...” y “...cuya festibidad çelebra dha cofradia por estar en su
capilla su Santa ymajen...”, respectivamente.
Para las procesiones la Cofradía contaba con andas para las imágenes
(1650, 1672), siendo las primeras andas las de la imagen de Nuestra Señora, que
figura en la entrega de bienes del año 1597.
En las fiestas, especialmente en la de Animas, se decían sermones por
frailes venidos de Granada, Loja, Alcalá la Real o Santa Fe. Y en 1669, dice el
sermón, por primera vez, un fraile del convento de Illora, cuyos miembros serían
los que en adelante dijeran habitualmente los sermones.
En los actos de las fiestas participaba la Capilla musical (1651...), y en la
procesión de la fiesta de la Asunción (15 de agosto), una danza de gitanos (1650
-1689 en la fiesta de San Miguel- ). Después de la reconstrucción del órgano de
la Iglesia, hacia 1669, interviene este instrumento en algunas festividades de la
Cofradía (1669...79 y 1688, 89), en ocasiones sustituyendo a la música de capilla.
El año 1677 se hizo doble celebración de fiesta a las Animas, una en el día
habitual y otra coincidiendo con “las carnes tolendas”, y en 1678 se dijeron 16
misas “por las animas de purgatorio”.
La epidemia de peste del año 1681 evidentemente se dejó sentir en el
funcionamiento de la Cofradía. Ésta tubo interrumpidas sus actividades durante
cuatro años, de 1681 a 1684 inclusive, debido a que sus mayordomos “murieron
en la epidemia que padezio esta villa”.
Después de la epidemia de peste de 1681, reanudadas las actividades de la
Hermandad, algunos años se decía una misa cantada, “con su responso cantado
en la capilla y altar delas animas”, cada lunes (1688 y 89). En la visita del año
1697, el Sr. Arzobispo mandó que se dijeran 30 misas anuales “Para que las
Venditas animas tengan sufraxios de sus Limosnas”.
18
También a partir de la reanudación de actividades tras la epidemia, se
hacía la fiesta de San Miguel, con ocasión de su salida para la procesión del
Corpus (1688, 89, 90). Sin embargo no se hacía la tradicional fiesta a Santa Lucía
(1688, 89, 90...97). Es de notar que, con motivo de la peste que sufrió la Ciudad
de Granada en 1679 (dos años antes que la de Illora) se tuvo como protector de la
Ciudad “al gloriosissimo Arcangel Señor San Miguel en la ocasion del
contagio”.
1
En 1689 se utilizan por primera vez “cojetes y polbora para zelebrar la
fiesta de nuestra Sra dela asumzion” (1693)
Pero la actividad de la Cofradía no se recuperó plenamente después de la
epidemia del año 1681, y, aunque en 1687 debió hacerse un esfuerzo de petición
de limosnas importante, el excedente acumulado ese año se fue consumiendo
paulatinamente durante los años siguientes, a pesar de que en los últimos años
del Siglo, únicamente se celebró la Fiesta de las Animas Benditas, lo que
disminuía los gastos.
No constan los motivos por lo cuales estuvo la Cofradía sin mayordomos
en los años 1691 y 1692, en los que tampoco se hicieron cuentas ni se registra
actividad alguna de la Cofradía.
En 1693 fue mayordomo de la Cofradía de las Animas el Licenciado D.
Alfonso Roque Abolafia, que poco tiempo después mantendrá un pleito con la
Cofradía de la Santa Vera Cruz a causa de un censo, que D. Alfonso debía
satisfacer, impuesto sobre una casa del citado Licenciado y destinado a la compra
de paño para vestir a pobres de Illora.
1
“Belicas tropas conduze
Miguel, que glorioso empeña
Contra las intempestivas
Huestes de Luzbel sobervias.
De aquel General invicto
La voz imperiosa ostenta,
Diziendo: Quien como Dios,
De una vez su Omnipotencia.
Del original delito
Ardor infiel representa
Contagio, que de la culpa
Se difundiò en su inclemencia.
Nuestro defensor Miguel
Se aclame, que a la impureça
De una enfermedad le aplica
Un Angel, que la reprueva.
Nuestro saludable auxilio
Desde oy se fie a la empressa
De un Heroe, que al Cielo supo
Victorias cantarle inmensas.
(Biblioteca Nacional. Madrid)
19
En el Libro de Fábrica Menor de la Iglesia Parroquial se registra una
entrada, en el año 1759, de “los Cien Rs que anualmte paga la Cofradia delas
Animas pr todas Sus fiestas”. De este dato cabe deducir que la Cofradía había
vuelto para entonces a celebrar algunas de sus festividades tradicionales.
A través del Libro de Actas no parece que la Hermandad de las Benditas
Ánimas se viera especialmente afectada por la Guerra de la Independencia,
cuando la mayor parte de las cofradías de Illora suspendieron sus celebraciones y
actividades. Pero siendo el principal cometido de esta Cofradía el costear las
misas por las almas de los difuntos, como se cita en sus constituciones, y puesto
que ello no requería de especiales celebraciones callejeras, es probable que ésta
fuera la razón de su continuidad en aquellos momentos de ocupación militar
extranjera.
20
La Cofradía y la Iglesia Parroquial.
Es probable, que al igual que ocurría con la Cofradía de la Santa Vera
Cruz, también la Cofradía de las Animas adquiriese una Capilla de la Iglesia
Parroquial para situar en ella las imágenes de su culto. De hecho, el cuidado y
mantenimiento de la Capilla de las Animas corría a cargo de la Cofradía.
En el inventario de 1676, figuran “unos papeles que sirben de titulo de la
capilla”, que pudieran ser los documentos de titularidad por parte de la Cofradía
sobre la citada Capilla de las Animas.
En 1651, repararon y colgaron en la Capilla “los tafetanes” de color
“amarillo y carmesi”; se hicieron unos manteles para el altar y se solaron “las
sepolturas questaban desoladas en dha capilla”. En 1678 se volvió a “solar la
capilla de las animas questaba desolada”, arreglándose la tarima “questaba
quebrada”.
21
En 1655, se pidió limosna “por las calles” destinada a hacer una lámpara
de plata para poner en la Capilla de las Animas. En la petición se recogieron 60
reales y la lámpara tuvo un costo de 857 reales y un peso aproximado de 1,5 Kg.
Lamentablemente, al igual que ocurrió con las imágenes de San Miguel y
de Santa Lucía, esta lámpara “Se destrozó en el incendio”, según anotación
manuscrita incorporada en el Inventario del año 1933.
En 1665 se hizo un frontal para la Capilla, “de tafetan morado carmesi”.
Y al año siguiente se hizo una “colgadura” para la Capilla, en la que se
emplearon unos 48 metros de “tafetan carmesi y amarillo”, que tuvieron un
costo de 754 reales.
En 1670, se hizo obra en la capilla y altar.
De los entierros que se hacían en la Capilla de las Animas, la Hermandad
percibía la cantidad económica correspondiente (1652, 1658, 59, 1664, 69,
1688). En 1659, hubo que arreglar “el altar y la punba que tenia las tablas
quitadas”. Y en 1696 se hizo de nuevo el altar, utilizando piedra, ladrillos y
yeso.
Sin embargo, en el año 1694, estando de visita de la Iglesia de Illora el
Arzobispo D. Martín de Ascargorta, mandó: “Que el Vicario Beneficiados y
Collector no consientan ni permitan que en las dos Capillas de las Cofadrias de
las animas y Vera Cruz se entierre persona alguna si no es que sea algun
hermano pobre dela Cofadria sin que se paguen a la fabrica dos ducados por
cada Zabullim.to por que ni los hermanos que no son pobres pueden Enterrarse
sin pagar ala fabrica segun el tranze en que estan las Capillas ni las Cofadrias
pueden Vender a persona alguna el uso de las sepolturas dellas por que este
derecho como dotacion propria toca a la fabrica y no esta enagenado en
quanto a esto.”
En el año 1776 (L. 60. P. 19) se erigió en Alomartes “una nueva
Hermandad de Animas con el Santo fin del aumento del Divino Culto, y
Sufragio delas Animas del Purgatorio, por medio de los Sacrificios y otras
buenas obras que sus hermanos se obligaron a cumplir [...]”, cuyas
constituciones fueron aprobadas el 10 de Febrero de ese año. Pero cuando los
Beneficiados de la Iglesia de Illora pretendieron “ver el Libro de dicha
Fundazion, luego que supimos de ella para imponernos en las obligaciones de
nuestro Cargo lo pedimos alos Mayordomos dela Hermandad, y su entrega se
Contradixo p.r D.n Salvador Villarraso, Cura actual del Lugar de Alomartes,
quien respondio que no se entregaba, por que nadie tenia que hazer, ni entender
en el govierno de dicha Hermandad sino el Cura : con cuia respuesta ocurrimos
al Yttmo Sor Arzobispo, y de su Mandato entrego el Libro el referido Cura [...]”.
22
El funcionamiento de las cofradías, en general, no fue plenamente
independiente. Sus actividades devocionales y también económicas eran
supervisadas por los responsables de la Iglesia local y periódicamente por los de
la Iglesia Metropolitana, en sus visitas. Pero, por lo que respecta a las cofradías
de Illora o sus anejos, éste es el único caso de disputas o desacuerdos sobre cual
de las autoridades religiosas era la competente para ejercer esa supervisión y
control.
Los Beneficiados de la Iglesia de Illora entendían “que el Cumplimiento
de Missas, y otros Divinos oficios, es perculiar, y privativo del delos
Beneficiados, y asi mismo presidir los Cavildos de Elecciones y demas juntas que
celebre dicha Hermandad, y todo lo demas Corresp.te ala Economia
conservazión, y aumento de ella, como fundada en Yglesia, que es Capilla de
nuestra Yglesia Parroquial de Yllora [...] lo qual asi devera entenderse en los
Libros de dicha Hermandad, para que en tiempo alguno, se pretenda por el
Cura, que es, ô en adelante fuere posesion, en la practica de semejantes
Funciones, para todo lo qual se extensivo el auto de VS. el qual para que sirva
de Regimen alos Mayordomos, y demas Sugetos que entiendan en el manejo y
govierno de dicha Hermandad se copie en el Libro desta, a Continuazion de sus
Constituziones [...]”.
23
El tiempo después de la muerte.
Desde una perspectiva puramente antropológica, la persona individual,
tras su muerte, sigue proyectada en el colectivo social al que perteneció ’en
cuerpo y alma’, con el que compartió sus bienes y su inteligencia, lo material y lo
espiritual. Y, mientras el grupo viva, todos sus miembros pasados están de algún
modo presentes en ese grupo porque sus actos individuales forman parte, para
siempre, de la realidad del conjunto.
Desde un punto de vista físico o materialista tiene sentido considerar la
vida corporal con la única proyección citada y como definitivamente efímera.
Entendida como un regalo natural, como un ‘milagro’ de la naturaleza. Con el
mismo sentido que tiene la vida para cualquier otro ser vivo: microorganismo,
animal o planta. Pero abrir el horizonte infinito de El Alma supone una excelsa
rebelión ante la muerte, soñar o creer en la conquista del último secreto, del
último misterio que la Naturaleza reserva al conocimiento: el secreto de la Vida.
24
La interpretación sobre lo que ocurre después de la muerte de una persona
ha sido definido de formas diversas desde las primeras civilizaciones humanas.
Todas ellas han elaborado un conjunto de ritos y actividades en función del
contenido de su fe o de la posible falta de ella.
Uno de los casos más espectaculares de esta interpretación se produjo en
el Imperio Egipcio, con el embalsamamiento de los cadáveres, la construcción de
pirámides, etc.
Evidentemente, sentar una ortodoxia sobre estos temas parece
contradictorio con el punto de partida a que están sujetos: el misterio. Un
inmenso y trascendental misterio que abarca a todo el Universo.
En la religión católica la fe que resuelve la incógnita sobre el más allá de
la muerte, entiendo que se difiere hacia una resurrección futura de nuestros
mismos cuerpos y almas, y un estadio de tiempo intermedio e indefinido en
forma de espíritu o Ánima.
En los siglos estudiados, la distinta y definitiva suerte que pudieran correr
tanto las ánimas como los resucitados, en función de la conducta que tuvieron en
su vida, fue el fundamento de una actividad ‘a posteriori’, que intentaba influir,
después de la muerte (mediante ruegos y sacrificios), para obtener aquello a lo
que, tal vez, no se fue acreedor por los actos realizados durante la vida.
-
“El qual sacrificio sea rrogando a dios nuestro señor perdone mis
pecados y de mis padres y de mi muger [...] y de todos mis hijos y tenga
por bien de llebar nuestras animas a su santa gloria...” (Año 1599).
-
“[...] y les Encargo lo hagan por my anyma qual dios depare quyEn haga
por las suyas [...]” (Año 1591]
-
“[...] y estas fiestas se digan por nuestras animas . y por las animas de
nuestros parientes y amigos y bienhechores . e por las animas de las
personas que no tienen quien haga por ellas . [...]” (Año 1567)
-
“[...] adonde dexo ordenado que sea mi cuerpo sepultado quando Dios
nuestro s.or fuere abido. que pase desta presente bida a la çelestial
gerusalen.” (Año 1598)
-
“[...] que todos los dhos bienes casas y biñas. y solares se vendan En
publica almoneda termino de nueve dias [...] y puesto todo En censos es
my boluntad que se Haga una memoria de misas rrecadas [...] por mi
anima y de mis padres, y abuelos y de los demas mis difuntos y por las
animas dela dha maria de santa ana . melchora de los rreyes y marina
rruiz . mis mugeres . [...]” (Año 1595)
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En lenguaje económico se podría decir que se intentaba ‘adquirir’, con los
bienes materiales acumulados en vida, una mejora de la suerte o un ‘seguro’ para
después de la muerte. Evidentemente, el número y calidad de los ruegos estará en
proporción a los ‘bienes disponibles’ para satisfacer el número y calidad de los
ritos religiosos, siendo los ‘pobres de solemnidad’ los que no podían dejar
encargo alguno para conseguir mejorar su destino después de la muerte (salvo un
novenario o un ruego que incluye en general a todos los difuntos, que también
parece contar con excepciones a tenor de algunos documentos:
Año 1665. (Lº 3º D Fº 30).
“Juº hijo de damian verdejo se entero en esta yglesia en [30/01/1665] años
sepultura propia sin capa dicesele nobenario –
Murio su padre damian berdejo y no pago el nobenario y asi no se dice por ser
pobrisimo. demas de 3 meses de enfermedad en una cama inpedido”.
Año 1650 (Lº 2º MC Fº 45 b)
“En 14 de setienbre de 1650 falleçio graçia jitana mujer de franco juarez jitano
no testo dijosele nobenario
1
4
7
no ay bienes de que se digan
2
5
8
3
6
9”
“en 17 de Setienbre falleçio franco juares jitano no testo dijosele nobenario
no ay bienes de que se digan
1
2
3
4
5
6
7
8
9”
Para ellos, los pobres, la medida que fijaría el futuro de su alma y de su
cuerpo, quedaría sujeta, exclusivamente, a lo realizado durante su vida en
función de ese conocimiento que según el relato bíblico permanece grabado en la
conciencia desde la pérdida del Paraíso: la distinción del Bien y del Mal, entre lo
justo y lo injusto.
26
Platón (427? – 347? antes de Jesucristo).- La Doctrina del Alma.
“Platón tomó de los viejos mitos griegos, que ya hemos encontrado en
Empédocles, las ideas fundamentales para explicar el origen y el destino de las
almas en este y en el otro mundo: el alma humana tiene origen divino; a
consecuencia de una culpa cometida, o debido a una ley universal, llegaron desde
el otro mundo a encarnarse en un cuerpo mortal, del que se librarán de nuevo con
la muerte, según la sentencia del juicio de los muertos, que les impondrá un
castigo o, por el contrario, les concederá un premio, conforme a su
comportamiento en la tierra [...]
27
Pero el alma tiene una peculiar situación intermedia entre los dos mundos:
por ser de origen divino está emparentada con las Ideas, pero ella no es Idea, sino
lo más semejante a las Ideas que existe. Mientras que éstas permanecen
eternamente inmutables, eternamente inaccesibles, perteneciendo al mundo
suprasensible, el alma, por el contrario, si bien sólo durante un corto tiempo, está
dentro de un cuerpo perecedero, que pone trabas a su naturaleza divina, y que
llega a ser su “tumba”. Pues el cuerpo la sumerge en multitud de deseos y
necesidades, oscurece su recuerdo del esplendor del ser eterno contemplado una
vez y la hace caer en una multitud de culpas y de errores, y, a menudo, le hace
olvidarse de su elevada alcurnia y verdadera determinación; a no ser que,
despertada por el mundo exterior, surja en ella el deseo de lo eterno, de su
verdadera patria, en la forma de un auténtico “eros”, que le permita reconocer la
verdadera misión que se deduce de su origen divino y de su encadenamiento a un
cuerpo mortal [...] Pues el conocer lo divino no quiere decir otra cosa, para el
alma nacida de la divinidad, que convertirse ella también en algo divino. El
conocimiento de lo eterno significa para el alma una verdadera divinización. El
camino del verdadero conocimiento, es sin embargo, el de la dialéctica, que es
por eso la reina de las ciencias. Conocer lo bello, lo bueno y lo justo quiere decir
para Platón como para Sócrates hacerse a sí mismo bello, bueno y justo, y de esta
manera acercarse lo más posible a la divinidad. Pero esto puede hacerlo
solamente aquel que puede conocer la Idea del Bien. De esta manera, el
conocimiento de lo eterno es la ciencia más elevada, y para Platón también la
más profunda religión. El cuidado de la salvación del alma se apoya en aquel
conocimiento y oscurece a todos los demás. Sólo el filósofo, el verdadero amante
de la sabiduría, que está sumido en una búsqueda incesante de lo eterno, puede
esperar que alguna vez su alma, libre de este ciclo del devenir, vuelva para
siempre a su estrella.”
(“Historia de la Filosofía Griega”, Wilhelm Capelle –Editorial Gredos-)
Antonio Verdejo Martín.
Illora - 2006
28
“Tus manos me hicieron y me formaron, ¿y vas a aniquilarme después?”
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