1 - saber creer, opinar y la verdad

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SABER, CREER, OPINAR Y LA VERDAD
Ricardo Guichón
No es nuestra intención hacer de estas cuatro palabras un análisis profundo, sino solamente
tomarlas como referencia para poder exponer nuestra manera de pensar, y desde ya
admitimos que podemos cometer errores que estamos dispuestos a corregir.
SABER: Es una aspiración, un deseo común de todos los Seres Humanos, querer poseer un
conocimiento verdadero que nos dé la seguridad en forma definitiva.
Pero tropezamos con la evidencia de que siempre pueden aparecer nuevas interpretaciones o
descubrimientos que conduzcan a nuevas conclusiones o que modifiquen lo que habíamos
dado por seguro.
En otras palabras, todos deseamos poder construir sobre una sólida roca de principios, los
cimientos de una fortaleza que encierre la absoluta y permanente seguridad de la verdad de
nuestras conclusiones Científicas.
La historia está colmada de los fracasos de este propósito, porque constantemente las bases
científicas son refutadas por nuevos hallazgos o diferentes interpretaciones.
Como ejemplos podríamos citar:
En la época de estudiantes nos afirmaban categóricamente que las neuronas del cerebro
humano de los adultos nunca se reproducían, y ahora conocemos que no es así.
Nos informaban que en el Universo solo existían la materia y la energía corriente que
respondían a las leyes de Newton; y modernamente surge que mas del 90% del mismo estaría
constituido por materia y energía oscura que no son visibles y que son de naturaleza diferente
a la que conocemos, es decir que no son de Naturaleza Bariónica
Cuando nosotros éramos niños, nos decían y daban por cierto, que “el éter” llenaba el espacio
vacío y que el mismo era el medio en el cual se transmitían “las ondas”. Actualmente sabemos
que “el éter” no existe.
Es decir: debemos aprender a renunciar a la seguridad absoluta, aprender a conjugar menos el
verbo “SABER”.
Respecto al verbo CREER, se lo puede usar e interpretar de tres maneras diferentes:
En primer término es cuando expresa una posibilidad o una suposición, y en ese sentido
pensamos que tendríamos que aprender a no usarlo.
Nos parece que…, suponemos que…, serían mas adecuados, que emplear el verbo Creer para
referirnos a lo que es solo a una opinión.
Como nos han enseñado los lingüistas, el “Habla” habitualmente es diferente de la “Lengua”,
aunque se base en ella. Nunca es exactamente igual lo que expresan dos personas con las
mismas palabras, porque cada uno tiene su mundo, su subjetividad. “Yo soy yo y mis
circunstancias” diría Ortega y Gasset.
La aparente simpleza de decir “cada cabeza es un mundo”, encierra una verdad mucho mayor
de lo que parece, y en ese mundo las mismas palabras no tienen exactamente el mismo
sentido.
Una segunda forma es cuando lo utilizamos para referirnos a aquel que habla con autoridad
sobre un tema, a un maestro, y entonces “creemos” lo que él dice. En ese sentido es como si
suspendiéramos todo juicio crítico y “le creyéramos”. Luego se podrá usar la mente para tratar
de comprenderlo, de investigarlo por nuestra cuenta, pero en caso de discrepancias entre lo
que indagamos y ese tipo de creencias, habitualmente se suele resignar lo que analizamos por
nuestra cuenta y en cambio aceptamos (creemos) en la palabra del que tiene autoridad sobre
el tema.
Por ejemplo, creemos que el átomo está constituido por el núcleo (protones y neutrones) y los
electrones, aunque nunca nadie los ha visto, ni los podrá ver, porque la amplitud de onda de la
luz visible es mayor que las partículas del átomo.
En otras oportunidades, por el contrario no aceptamos la opinión del supuesto maestro y
seguimos nuestras propias conclusiones.
La tercera forma de analizar el verbo creer, es cuando se trata de las creencias religiosas, y a
veces también las políticas.
La FE religiosa es una forma de buscar “LA VERDAD”, diferente de la razón y de la ciencia. Es
decir que tampoco se pueden llegar a conocer los llamados “misterios de la fe”. “Se creen o no
se creen”.
La sólida roca para construir la fortaleza de un conocimiento seguro, la obtienen es este caso
de la FE y no del razonamiento consciente.
Ahí esta la diferencia entre las verdades religiosas y las científicas; las primeras están formadas
por dogmas que no se pueden rebatir, es decir no se pueden demostrar que están
equivocados, no se pueden falsear. En cambio en la ciencia las verdades son tales hasta que se
demuestre lo contrario (lo cual sucede con frecuencia).
Las creencias religiosas, como por ejemplo: “La Revelación” o cuando alguien habló inspirado
por el “Espíritu Santo”, se pueden tener como “Verdades Absolutas”, pero las mismas no dejan
de ser creencias.
Para el creyente, esa es “La Verdad”, pero es otra manera de mirar la realidad. De la misma
forma en que una obra de Arte no se puede mejorar y mucho menos refutar, resulta
inadecuado utilizar los métodos científicos para juzgar las creencias religiosas, o basarse en la
Religión para interpretar la Ciencia.
Como hemos dicho al comienzo de este artículo, puede haber otras realidades que hasta ahora
no conocemos y en ese mundo metafísico (espiritual, inmaterial) se podrían dar los fenómenos
inexplicables y contradictorios que relatan los creyentes.
Como no hay experiencias que lo avalen, solamente es cuestión de FE.
Por todo lo anteriormente expuesto, será mejor que aprendamos a decir: “me parece…, yo
pienso…, mi opinión sobre esto es…”.
En otras palabras, tendremos que acostumbrarnos a conjugar habitualmente el verbo
“OPINAR”.
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