CATEGORÍAS GRAMATICALES Las categorías gramaticales

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CATEGORÍAS GRAMATICALES
Las categorías gramaticales reflejan las propiedades más generales y esenciales
de la estructura gramatical de la lengua. Constituyen, al mismo tiempo, los
conceptos más generales de la Gramática, cuyo objetivo, como ya sabemos, es el
estudio y descripción de esta estructura.
La estructura gramatical de una lengua no es un mero inventario de medios y formas
gramaticales, sino un sistema ordenado, y la agrupación de las formas de las
palabras en categorías gramaticales y partes del discurso es uno de los métodos
fundamentales de organización del sistema de la lengua.
La naturaleza semántica de las categorías gramaticales acerca a la gramática a la
Lógica y a la Psicología, ya que estas últimas estudian las formas del pensamiento y la
actividad psíquica del ser humano. No obstante, entre las categorías gramaticales y
las conceptuales existe una diferencia fundamental.
Analicemos las palabras que designan el concepto de cantidad: alumnos, escriben,
excelentes, doscientos, centenar, duplicar, tercero, mil, doblemente. Es evidente que
todas estas palabras dan, de una u otra forma, la idea de cantidad, de multiplicidad.
Sin embargo, la relación de este significado para con la estructura de la lengua es muy
diversa. Veamos.
La palabra mil designa un número léxicamente; al cambiar, recibe la categoría
gramatical de número, al igual que un sustantivo: mil – miles; amor – amores. Las
palabras centenar, tercero y duplicar designan cantidad de forma léxica y manifiestan
su vínculo formador de palabras con los numerales cien, tres y dos. Cuando centenar,
tercero y duplicar cambian, expresan el significado de cantidad como los sustantivos,
los ordinales y los verbos, respectivamente, con independencia de si designan
léxicamente la cantidad o no. La palabra cien, por ejemplo, designa cantidad
léxicamente, pero no cambia en número y, por ende, no posee la categoría
gramatical de número. ¿Qué podemos concluir del análisis de los ejemplos
anteriores?
La palabra tres no posee las categorías gramaticales de género y número. El
sustantivo alumno, por su parte, sí las posee. El verbo duplicar posee las categorías
de persona, número, modo, aspecto, tiempo y voz. El adverbio doblemente, por último,
no posee ninguna de las categorías gramaticales antes mencionadas.
A diferencia de las categorías conceptuales, que pueden expresarse distintamente
mediante palabras y frases concretas, las categorías gramaticales son conceptos
inherentes a la estructura gramatical de la lengua, a sus formas gramaticales, y siempre
encuentran uno u otro medio de expresar su significado gramatical.
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Tipos de categorías gramaticales
La categoría gramatical es una unidad de formas y significados gramaticales
agrupados en un paradigma. Por su finalidad y nexos con las unidades de la lengua,
las categorías gramaticales se dividen en dos tipos: morfológicas y sintácticas.
Ya habíamos visto anteriormente que las categorías morfológicas son las propias de
las palabras y sus formas. Por tanto, las categorías morfológicas son inherentes a las
palabras, independientemente de su posición en la oración (enunciado). Por
ejemplo, la palabra alumno será siempre un sustantivo con independencia de si
cumple en la oración la función de sujeto u objeto.
Las categorías morfológicas se subdividen en variativas y clasificatorias. Las
primeras agrupan las formas de las palabras en los marcos de un solo lexema. Las
segundas agrupan los lexemas con base en un significado gramatical común.
A fin de poder comprender mejor la diferencia entre estas dos clases de categorías
morfológicas, veamos los siguientes casos. La categoría gramatical de modo es una
categoría morfológica variativa del verbo, pues agrupa todas las formas
contrapuestas del mismo (indicativo, subjuntivo, condicional, imperativo) en un lexema
(lo que tradicionalmente se denomina paradigma de conjugación): hago, haga, haría,
haz.
Por su parte, la categoría de género es una categoría morfológica clasificatoria de
los sustantivos, o sea, estos se agrupan por géneros, clasificando de esta manera todo
el léxico sustantivo de la lengua. El sustantivo libro es del género masculino, y libreta,
del femenino. Y esta pertenencia a un determinado género es obligatoria, incluso en
aquellos casos en que los sustantivos no poseen marcadores de género (v.g. tozudez
(esp.), Buch (al.), fiore (it.), chaise (fr.), etc.). En estos casos se recurre a una palabra
auxiliar (el artículo) que sirve para precisar la pertenencia a determinado género.
Por su parte, las categorías sintácticas (y, por ende, los significados sintácticos) se
manifiestan en las palabras sólo cuando estas devienen miembros de la oración. En
otras palabras, las categorías sintácticas no son inherentes a las palabras y se
manifiestan en ellas en dependencia de su “posición” en el enunciado.
Por ejemplo, la palabra libro puede desempeñar la función de sujeto o de objeto,
dependiendo de su lugar en el enunciado: El libro resultó muy interesante (sujeto), Aún
no he leído ese libro (objeto).
Las categorías sintácticas son propias, como podemos observar, de las
combinaciones de palabras y oraciones. Las categorías principales de la oración son
sus miembros –principales (sujeto y predicado) y secundarios (objeto, atributo,
circunstancia) – y los tipos de oraciones – unimembres y bimembres. Las categorías
de la combinación de palabras se establecen a partir de dos criterios:
a)
b)
el tipo de palabra-eje de la combinación, y
el tipo de relaciones entre sus componentes.
Según el primer criterio, las combinaciones se dividen en nominales (respeto a las
instituciones), verbales (respetar las instituciones), adjetivas (cosido a balazos),
adverbiales (mejor que yo), etc.
De acuerdo con el segundo criterio, las combinaciones se dividen en atributivas (un
impulsivo y loco amor), de objeto (leer un libro) y circunstanciales (a las 5 en punto,
con la manga al codo), etc.
Los ejemplos anteriores muestran que las categorías gramaticales pueden tener
puntos de contacto con las agrupaciones léxicas de palabras, que la gramática y el
léxico pueden interactuar, generando categorías léxico-gramaticales.
Ejemplos de categorías léxico-gramaticales son: carácter abstracto/concreto,
animado/inanimado de los sustantivos; sustantividad; modo de acción en los verbos;
determinación/indeterminación en los artículos, etc.
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Las categorías gramaticales en diferentes lenguas.
Una peculiaridad de las categorías gramaticales es el hecho de manifiestan diferencias
en las distintas lenguas, así como en diferentes etapas de desarrollo de una misma
lengua. Esto quiere decir que las categorías gramaticales no pueden sino reflejar las
diferencias entre las lenguas y su desarrollo, ya que, como ya hemos dicho,
representan las propiedades generales y esenciales de una lengua.
Toda la diversidad de diferencias en las categorías gramaticales de las lenguas del
mundo puede resumirse en dos tipos fundamentales.
1.
Las lenguas se diferencian entre sí por la presencia o ausencia de
determinadas categorías gramaticales. La categoría de género del sustantivo, por
ejemplo, existe en la mayoría de las lenguas indoeuropeas, pero no en el inglés.
Alemán
Francés
Italiano
Español
der Tisch
la table
la tavola
la mesa
die Lehrerin
la maîtresse
la maestra
la maestra
das Buch
le livre
il libro
el libro
die Hände
les mains
le mani
las manos
2.
Las lenguas que poseen categorías gramaticales similares se diferencian por
los medios con los que expresan los significados gramaticales, así como por el tipo de
categoría (sintáctica, morfológica, léxico-gramatical). El análisis comparativo de las
principales categorías gramaticales en alemán, español, francés e italiano nos muestra
que, por ejemplo, las de género y número existen en todas ellas; sin embargo, el
alemán tiene tres géneros, mientras que las restantes lenguas tienen sólo dos. En lo
que respecta a la formación del plural, el español, el francés y el italiano se ayudan
fundamentalmente de artículos y flexiones, mientras que el alemán puede utilizar,
además, el llamado Umlaut. Veámoslo gráficamente en la tabla siguiente.
A este respecto Coseriu (1980: § 2.1) plantea que “...las categorías gramaticales son
clases universales realizadas en las lenguas, pero ello no implica, ni muchísimo
menos, que todas las categorías dignas de consideración en una perspectiva de
lingüística general tengan que estar funcionalmente presentes en todas las lenguas o
en todos los puntos de la gramática de una lengua dada”.
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Las partes del discurso
Las partes del discurso son las clases de palabras más generales, y se agrupan
en el interior de cada clase por la comunidad de su significado gramatical y de
sus indicadores formales.
El término “partes de la oración” goza de amplia difusión en la literatura de la
especialidad, pero, pese a que la Morfología y la Sintaxis interactúan constantemente,
preferimos utilizar el de “partes del discurso”, a fin de establecer una diferencia clara
entre la función de las palabras como clases morfológicas y su función como
exponentes de determinados significados propiamente sintácticos.
En este acápite nos referiremos únicamente a las partes del discurso representadas
por las palabras conceptuales (sustantivos, adjetivos, verbos, pronombres y
adverbios), ya que las auxiliares (preposiciones y conjunciones) fueron analizadas en
el acápite 6 de la unidad.
Los sustantivos constituyen una clase de palabras unidades por la comunidad del
significado gramatical de objetalidad, que expresan mediante los indicadores formales
de género y número. Los adjetivos se agrupan por la categoría de cualidad, de rasgo;
los verbos, por la categoría de procesualidad, etc.
Debemos, no obstante, señalar que, aunque cada palabra de la lengua pertenece a
una u otra clase, a una u otra parte del discurso, no cada una de ellas comparte, ni
mucho menos, todas las de los restantes miembros de la clase.
Tomemos como ejemplo la palabra amplitud. Todos sabemos que es un sustantivo
que designa un concepto objetivado (podemos inferirlo por el sufijo [–ud]; compárese
con juventud, longitud, virtud); expresa las categorías de género, así como las
funciones sintácticas de sujeto o complemento. Sin embargo, no posee la capacidad,
inherente al sustantivo, de cambiar en número.
Lo anterior quiere decir que las partes del discurso, pese a que cubren todo el léxico
de la lengua, no extienden en igual medida todas sus propiedades a todos los
miembros de la clase.
De aquí se desprende que cualquier teoría acerca de las partes del discurso debe
poner en claro no sólo los principios a seguir en la descripción de cada una de ellas,
sino también aplicarlos a la caracterización de una palabra en particular, vista como
miembro de una u otra parte del discurso.
Esto no nos debe conducir, no obstante, a la conclusión de que las partes del discurso
son grupos léxicos de palabras. Es cierto que cada parte del discurso constituye una
agrupación de palabras, pero ello no significa que la base de este agrupamiento es
puramente léxica. Sabemos, aunque sea por simple intuición, que los significados
léxicos y las formas léxicas de una palabra son individuales; dentro de una misma
clase de palabras puede haber –y de hecho hay– palabras léxicamente muy
diferentes. Por ejemplo, dentro de los sustantivos hay palabras que designan
literalmente objetos y cosas (libro, mochila, bebedero, pizarrón, etc.), las hay que
designan personas y animales (ingeniero, estudiante, profesor, perro, gato, etc.), bien
cualidades o propiedades (dureza, pereza, suavidad, bondad, firmeza, etc.), bien
acciones y estados (planificación, construcción, intercambio, vigilia, alegría, muerte,
etc.), o bien cantidad (dúo, trío, centenar, docena, etc.).
¿Qué sigue de esto? Pues que sustantivos como libro, ingeniero, bondad,
construcción y docena están infinitamente más lejos unos de otros por sus significados
léxicos, que un sustantivo y otra parte del discurso, por ejemplo, alegría, alegrarse y
alegre; escritura y escribir, etc.
Por consiguiente, el criterio léxico no puede servir de base para la agrupación de las
palabras en clases, en partes del discurso.
a) Rasgos categoriales de las partes del discurso
El primer principio de la teoría de las partes del discurso consiste en que cada parte
del discurso, como serie léxico-gramatical general de palabras, se caracteriza no por
uno, sino por cuatro rasgos categoriales:
1)
2)
3)
4)
el semántico;
el formador de palabras;
el morfológico, y
el sintáctico.
Como veremos a continuación, los rasgos semántico y sintáctico resultan más
generales y manifiestan similitud en lenguas de diferentes tipos. Los rasgos
formadores de palabras y, particularmente, los morfológicos son diversos, incluso en
lenguas emparentadas.
El rasgo semántico de una parte del discurso es su significado gramatical general.
Así, los sustantivos poseen, como ya dijimos, el rasgo de objetalidad y este agrupa
sustantivos de diferente calidad léxica, formadora de palabras y morfológica: pizarrón,
profesor, marcha, honestidad, elefante, cuarteto. El verbo posee el significado de
acción y estado, y agrupa palabras diferentes desde el punto de vista léxico, formador
de palabras y morfológico: escribir, estar, envejecer, oscurecer, llover, triplicar,
extrañar. Por su parte, los adjetivos y adverbios son portadores de rasgos: de
objetalidad y de acción y estado, respectivamente.
El rasgo sintáctico de una parte del discurso es su función sintáctica habitual,
primaria. Por ejemplo, los sustantivos se utilizan, por lo general, como sujeto u objeto;
es su función sintáctica primaria. La función primaria del verbo es la de ser predicado,
así como la del adjetivo es ser un determinante, y la del adverbio, la de actuar como
circunstancia.
Las funciones sintácticas de las partes del discurso gozan de una mayor movilidad que
las semánticas. Gracias a ello aparecen derivados sintácticos de las partes del
discurso, es decir, formas de palabras de una u otra parte del discurso que se emplean
en funciones secundarias. Veamos la siguiente oración: En el invernadero había
orquídeas rosadas y blancas; las blancas eran más grandes y bonitas que las rosadas.
En su primera parte, los adjetivos manifiestan rasgos categoriales propios, semánticos
y sintácticos, o sea, aparecen en su función primaria. En la segunda parte, los
adjetivos conservan su significado como partes del discurso, ya que designan el rasgo
del objeto orquídeas, que fue nombrado en la primera parte. Sin embargo, están
siendo utilizados en la función de sujeto y de complemento, sufren una sustantivación
sintáctica y desempeñan el papel de derivados sintácticos. En otras palabras,
aparecen en una función secundaria.
Estos ejemplos muestran que las propiedades semánticas y sintácticas de las partes
del discurso están interrelacionados, aunque no son idénticas. El verbo, por ejemplo,
puede actuar como predicado, pero no todo predicado es verbal.
Las partes del discurso no sólo son modos de reflejo de la realidad y de representación
del pensamiento, sino también procedimientos de organización de las formas de la
lengua.
La relación entre las partes del discurso y los miembros de la oración estriba en que
las primeras, como modos de reflejo de la realidad, la representan no sólo
conceptualmente (objetalidad, rasgo, acción o estado), sino también como
componentes de una forma del pensamiento –el juicio–, el cual halla su expresión en
la estructura de la oración (enunciado).
Estas cualidades se manifiestan en los rasgos que analizaremos a continuación: el
formador de palabras y el morfológico.
El rasgo formador de palabras de una parte del discurso es el conjunto de sus
modelos formadores de palabras, el inventario de medios formadores que rellenan el
léxico de esta parte del discurso, así como la capacidad de generar una base para
rellenar el léxico de otra parte del discurso. Por ejemplo, el verbo como parte del
discurso se caracteriza, por lo menos en español, por una formación de palabras
prefijal y sufijal (seguir – proseguir, perseguir, conseguir; escribir – adscribir –
suscribir – rescribir – describir – prescribir; besar – besuquear; tocar – toquetear,
etc.). El sustantivo se caracteriza por una formación de palabras fundamentalmente
sufijal (libro – librería, libresco – librito – libraco, etc.). Por último, el adverbio se
distingue porque sus modelos y medios formadores se basan en las formas de otras
clases de palabras, fundamentalmente los adjetivos.
El rasgo morfológico de una parte del discurso es el inventario de sus formas y
paradigmas. Por este rasgo una parte del discurso puede englobar palabras variables
(como los sustantivos, los verbos y los pronombres) e invariables (como los
adverbios).
b) Principios de clasificación de las palabras por partes del discurso
El segundo principio de la teoría de las partes del discurso es el clasificatorio. Si el
primer principio (que vimos en el sub-acápite 7.3.1) presupone la consideración de
todo un conjunto de rasgos al caracterizar una u otra parte del discurso, el segundo
exige que reconozcamos que las partes del discurso son heterogéneas y que es
necesaria una tipología de las mismas.
Las partes del discurso se dividen en dos clases fundamentales: las palabras
conceptuales y las palabras auxiliares.
Las palabras conceptuales pueden funcionar como miembros de la oración (incluso
ser el único miembro) y designan conceptos independientes; las palabras auxiliares,
por su parte, no pueden ser miembros independientes de la oración y designan
conceptos que son en sí significados de las palabras conceptuales, creando formas
analíticas, combinaciones de palabras y oraciones.
Por consiguiente, la diferencia entre las palabras conceptuales y las auxiliares es
gramático-funcional: se diferencian entre sí por su finalidad, el tipo de significado
que expresan y sus propiedades formadoras de palabras. Desde el punto de vista
gramático-funcional, las palabras auxiliares se acercan a los morfemas y pueden
convertirse en estos (ver acápite 6).
Las palabras conceptuales se dividen en tres tipos: las palabras-denominaciones,
los pronombres y las interjecciones.
Las palabras-denominaciones, como el propio término lo expresa, nombran objetos
(pared, río), fenómenos (tsunami, aurora), propiedades (blanco, belleza), procesos
(beber, alcanzar) y circunstancias (bien, mañana, mucho).
Los pronombres remiten a estos objetos, fenómenos, propiedades y circunstancias.
Por ejemplo, el pronombre este sustituye cualquier objeto o rasgo cercano, a
diferencia de ese o aquel; por su parte, el pronombre esto puede remitir a un objeto,
hecho, proceso o circunstancia ya referidos en el texto.
El significado pronominal se distingue por su egocentrismo y el papel secundario que
desempeña la nominación.
El egocentrismo se manifiesta en que los pronombres indican personas, objetos y
rasgos desde el punto de vista del hablante y del acto de habla. Yo es el que habla, tú
es la persona a la que se habla, el interlocutor; él (ella, ellos, ellas) es una tercera
persona, o bien el objeto o rasgo al que se hace referencia.
El papel secundario de la nominación con pronombres se manifiesta en el hecho de
que estos nombran a través de una denominación ya existente, o bien las indica en
una situación comunicativa concreta, por ejemplo:
- ¿Qué crees de Alberto?
- (Él) parece buena persona, pero aún no lo conozco bien.
Las interjecciones son palabras que expresan estados emocionales y sentimientos en
su manifestación directa. Es por esta razón se manifiestan como palabras y oraciones
al mismo tiempo: ¡Ay!, ¡Ja!, ¡Órale!, ¡Uf!, etc.
Las palabras-denominaciones constituyen el grupo léxico más grande y diverso; por
ello, la clasificación de las partes del discurso parte de ellas. Los grupos gramaticales
referidos a los pronombres se correlacionan, de una forma u otra, con las palabrasdenominaciones.
Las principales partes del discurso son los nombres y los verbos. Son los
componentes necesarios de cualquier oración y conforman los dos grupos léxicos
fundamentales.
Los nombres designan los objetos (animados o no, concretos o abstractos) y sus
rasgos permanentes. Se dividen en sustantivos y adjetivos.
Los sustantivos indican objetalidad y aparecen en la oración en la función de sujeto y
complemento, por lo que pueden aparecer sin o con preposición (en las lenguas
declinables expresan su función mediante el cambio de su terminación o en
combinaciones de preposición+declinación). Los sustantivos poseen, generalmente,
las categorías de género, número y caso. Tienen, además, modelos formadores que
precisan su referencia a un objeto, una persona o un concepto abstracto.
Los adjetivos expresan los rasgos de la objetalidad, y en las combinaciones de
palabras y oraciones desempeñan la función de determinantes del sustantivo y poseen
afijos formadores propios. En muchas lenguas los adjetivos concuerdan con el
sustantivo, adoptando sus categorías, como en el español (un edificio alto, una casa
bonita, unos helicópteros modernos). En otras lenguas, como es el caso del inglés, los
adjetivos acompañan a los sustantivos sin tomar sus categorías (specific purpose,
specific purposes). En algunas lenguas los numerales constituyen un grupo cerrado de
palabra, formando incluso una parte del discurso independiente.
Los verbos designan acciones y estados, y se dividen en conjugables (verba finita) y
formas verbales no conjugables (verba infinita). Los verbos propiamente dichos
designan acciones o estados, tienen formas temporales y en la oración actúan como
predicados. Por ello, pueden cambiar en tiempo y persona, adoptando formas simples
y compuestas. Los verbos tienen sus propios modelos formadores que precisan la
acción como activa o pasiva, perfectiva o imperfectiva, y en algunas lenguas tienen
formas de aspectualidad y de aspecto.
Entre las formas no conjugables del verbo destacan el participio, que combina
propiedades del verbo y del adjetivo (Los kilómetros recorridos no lo agotaron); el
infinitivo, que por sus propiedades se acerca al sustantivo y, de hecho, puede
sustantivarse (Fumar daña su salud), y el gerundio, que tiene características que lo
acercan al adverbio, por lo que puede funcionar como tal (Iban por la calle
conversando animadamente). Todos ellos constituyen grupos léxico-gramaticales
híbridos de palabras, por lo que en algunas lenguas constituyen partes del discurso
independientes.
Referencia
MENDOZA, F., Guía estratégica de la asignatura “Introducción a la Lingüística I”,
Primera reimpresión, México, Ediciones Acatlán, 2006, 122-131 pp., ISBN: 970-322980-8.
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