LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Juan Pablo Arango Posada.
factoriahistorica.wordpress.com
En julio de 2014 se cumplen cien años de haberse iniciado la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Involucró
a Europa, Rusia, Estados Unidos, el Medio Oriente y otras regiones en el conflicto más sangriento y destructivo
hasta entonces acaecido en la historia universal. En ella se utilizaron nuevas armas mortíferas como fusiles de
repetición, tanques, aviones, ametralladoras, gases venenosos y cañones de disparo rápido. Fueron movilizados
más de 70 millones de militares y murieron más de 20 millones de personas.
La contienda causó profundos estragos en la infraestructura económica europea. En Francia fueron arrasados
unos 250.000 edificios y otros 500.000 resultaron gravemente dañados; 20% de la superficie agraria quedó
devastada, la producción de carbón descendió 70% y la del acero 65%, estimándose las pérdidas totales en US
$30.000 millones de entonces. En Alemania el valor de las destrucciones se evaluó en US $1.750 millones. En
Polonia, 4,5 millones de hectáreas de tierras de cultivo y 215 millones de hectáreas de bosque fueron asoladas y
desapareció el 60% de la ganadería. En el resto de Europa oriental la escala de destrucciones fue similar.1
Los Estados europeos se coligaron en las Potencias Centrales (principalmente Alemania, Austria-Hungría y
Turquía) y los Aliados (sobre todo Francia, Gran Bretaña, Rusia, Italia, Japón y –desde 1917– Estados Unidos).
Las primeras resultaron derrotadas, derrumbándose cuatro grandes dinastías imperiales en Alemania
(Hohenzollern), Rusia (Romanov), Austria-Hungría (Habsburgo) y Turquía (Osmán), conformándose nuevos
países a partir de los desaparecidos imperios –Yugoslavia, Checoslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania y
Polonia– y sembrando las semillas de la Segunda Guerra Mundial, todavía más devastadora que su antecesora.
El detonante de la guerra fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono del
Imperio Austro-húngaro (hijo del emperador Francisco José, quien en 1879 había formalizado la alianza
austríaca con Alemania), y de su esposa Sofía, duquesa de Hohenberg, a manos de Gavrilo Princip, el 28 de
junio de 1914, en Sarajevo, la capital de la entonces provincia de Bosnia-Herzegovina.
Los jóvenes países nacidos de la descomposición del Imperio Otomano (Grecia, Bulgaria, Rumanía, Serbia,
Montenegro y Albania) buscaron expandirse a costa de sus vecinos, lo que ocasionó dos conflictos entre 1910 y
1913, conocidos como las Guerras Balcánicas. Serbia ya se había extendido considerablemente debido a dichas
conflagraciones y los nacionalistas serbios pretendían liberar a los eslavos, pues en 1908 Austria-Hungría se
había anexionado Bosnia-Herzegovina, arrebatándosela al Imperio Otomano. La rivalidad entre Rusia y
Austria-Hungría por la hegemonía en los Balcanes devino en que Rusia alentara el nacionalismo eslavo dirigido
contra los Habsburgo de Viena.
El coronel Dragutin Dimitrijević, jefe de los servicios de inteligencia militar serbios, encabezaba la sociedad
secreta Unión o Muerte, la cual planeó el asesinato del archiduque Francisco Fernando, motivando que los
austríacos, quienes habían recibido la promesa de apoyo del emperador alemán Guillermo II, presentaran a
Serbia un ultimátum inaceptable. El 29 de julio la artillería austro-húngara comenzó a bombardear Belgrado,
iniciándose la Primera Guerra Mundial.
Europa antes y después de la Primera Guerra Mundial
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Las causas verdaderas de la guerra
Los orígenes de la conflagración fueron las ambiciones imperialistas de las grandes potencias, que desataron la
guerra en pos de una nueva distribución de territorios, colonias y mercados. Los monopolios y el capital
financiero de las metrópolis querían ampliar las colonias para exportar hacia ellas sus capitales y mercancías y
proveerse de materias primas. Mas frente a las escasas zonas que restaban por repartir en el mundo, se impuso
la necesidad de desencadenar una guerra que satisficiera estas apetencias, de manera sobresaliente en el caso de
Alemania que disponía de una región pequeña y pocas colonias.2
Como bien lo explicaba Lenin en 1916:
“El capitalismo se ha transformado de un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulación
financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países ‘adelantados’. El
reparto de este ‘botín’ se efectúa entre dos o tres potencias rapaces, y armadas hasta los dientes
(Norteamérica, Inglaterra, el Japón), que dominan en el mundo y arrastran a su guerra, por el reparto de su
botín, a todo el planeta.”3
En El imperialismo, fase superior del capitalismo Lenin enumera los siguientes rasgos definitorios del
imperialismo, aclarando la íntima relación existente entre éste y el monopolio:
“1) La concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha
creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) La fusión del
capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este ‘capital financiero’, de la oligarquía
financiera; 3) La exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías adquiere una
importancia particularmente grande; 4) La formación de asociaciones internacionales monopolistas de
capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) La terminación del reparto territorial del mundo entre las
potencias capitalistas más importantes.”4
“El monopolio ha nacido de la política colonial. A los numerosos ‘viejos’ motivos de la política colonial, el
capital financiero ha añadido la lucha por las fuentes de materias primas, por la exportación de capital, por
las ‘esferas de influencia’, esto es, las esferas de transacciones lucrativas, de concesiones, de beneficios
monopolistas, etc., y, finalmente, por el territorio económico en general.”5
Y precisando la razón que llevó al estallido de la Primera Guerra Mundial, afirma:
“La rivalidad imperialista y la lucha entre ellos [los Estados que ejercen el dominio del mundo] se hallan
extremadamente exacerbadas debido a que Alemania dispone de una región insignificante y de pocas
colonias…”6
De la exhaustiva investigación bibliográfica que Lenin adelantó para corroborar las anteriores conclusiones, son
especialmente ilustrativos los siguientes dos cuadros sobre la situación imperialista que desencadenó la
conflagración:
Cuadro 1
Posesiones coloniales de las grandes potencias
(En millones de kilómetros2 y millones de habitantes)
Países
Colonias
1876
1914
2
Km
Habit. Km
Habit.
Inglaterra
22,5
251,9
33,5
393,5
Rusia
17,0
15,9
17,4
33,2
Francia
0,9
6,0
10,6
55,5
Alemania
–
–
2,9
12,3
EEUU
–
–
0,3
9,7
Japón
–
–
0,3
19,2
Total 6 grandes potencias
40,4
273,8
65,0
523,4
Colonias de las demás potencias (Bélgica, Holanda, etc.)
Semicolonias (Persia, China, Turquía)
Países restantes
Toda la Tierra
2
Metrópolis
colonialistas
1914
2
Km
Habit.
0,3
46,5
5,4
136,2
0,5
39,6
0,5
64,9
0,4
97,0
0,4
53,0
16,5
437,2
V. I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Editorial Progreso. Moscú, 1970. Pág. 743.
Cuadro 2
Capital invertido en el extranjero
(En miles de millones de francos)
Años
Inglaterra
Francia
1862
3,6
–
1872
15
10 (1869)
1882
22
15 (1880)
1893
42
20 (1890)
Alemania
–
–
?
?
Total
1914
Km
Habit.
33,8
440,0
22,8
169,4
11,1
95,1
3,4
77,2
9,7
106,7
0,7
72,2
81,5
960,6
9,9
45,3
14,5
361,2
28,0
289,9
133,9 1.657,0
2
1902
1914
62
75 - 100
27 - 37
60
12,5
44,0
V. I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo.
Editorial Progreso. Moscú, 1970. Págs. 757 y 758.
La correlación de fuerzas
Wikimedia Commons.
Al estallar el conflicto los Aliados tenían más población (265,5 millones versus 115,2 millones) y mayores
recursos militares (212 divisiones disponibles contra 146 y 39 barcos de guerra modernos frente a 20) que las
Potencias Centrales, gozando de un acceso oceánico más fácil para comerciar con países neutrales,
particularmente Estados Unidos. La industria británica asimismo era levemente superior a la alemana (17% del
comercio mundial en 1913 vs 12%), pero el crecimiento económico alemán –de mayor dinamismo que el del
resto de países europeos en la primera década del siglo XX–, al igual que la mayor producción de acero y
diversificación de la industria química germana facilitaban la producción, compensando el bloqueo inglés.7
Los Aliados también disponían de un mayor número de hombres en armas. No obstante, en razón de la mejor
disciplina, entrenamiento, liderazgo y armamento de los ejércitos alemanes, se puede considerar que al
comenzar el conflicto existía un equilibrio aproximado entre las Potencias Centrales y los Aliados. A pesar de lo
anterior, los británicos mantenían su ventaja numérica naval, con una superioridad de dos a uno.
Cuadro 3
Correlación de fuerzas entre los países participantes en la Primera Guerra Mundial (sin EEUU), 1914
Gran Br.
Francia
Rusia
Alemania
A-Hungría
Turquía
Población
46.407.037
39.601,509
167.000.000
65.000.000
49.882,231
21.373.900
Soldados*
711.000^
3.500.000
4.423.000
8.500.000~
3.000.000
360.000
Flota mercante
11.530.000
1.098.000
486.914
3.096.000
559.784
66.878
(tons.)
Barcos de
64
28
16
40
16
guerra
Cruceros
121
34
14
57
12
Submarinos
64
73
29
23
6
Valor del
comercio
1.223.152.000 424.000.000 190.247.000 1.030.380.000 198.712.000
67.472.000
externo (£)
Producción de
6.903.000
acero**
Vías férreas***
23.441
4.333.000
4.416.000
17.024.000
2.642.000
25.471
46.573
39.439
27.545
3.882
* = en 1914 en movilización. ^ = incluyendo Imperio Británico. ~ = Cifra máxima de emergencia. ** = Tons. *** = Millas.
History Learning Site. Balance of power in World War One. Consultado febrero 19, 2014, 10:48 AM.
La revolución rusa
La revolución rusa de marzo de 1917 (febrero en el viejo calendario) depuso al zarismo, reemplazándolo por un
gobierno provisional. Kerensky, ministro de Defensa en mayo de ese año, prosiguió la participación en la
guerra, ordenando al general Kornilov emprender una ofensiva contra los austríacos, que fue detenida por los
alemanes en julio 1, los cuales para octubre controlaban la mayoría de Letonia y se acercaban al Golfo de
Finlandia. Pero el nuevo gobierno fue depuesto en noviembre (octubre en el viejo calendario) por la revolución
bolchevique, que abandonó la participación rusa en la guerra. Para avivar el sentimiento antibélico en Rusia, los
alemanes permitieron que el líder de los bolcheviques, Vladimir Ilich Lenin –quien estaba contra la
participación rusa en la guerra–, y su grupo de treinta seguidores viajaran escondidos en un vagón sellado a
través de Suecia y Finlandia desde su exilio en Suiza a San Petersburgo, a donde llegaron el 16 de abril de 1917.
El decreto de expropiación de tierras expedido por Lenin en noviembre 8, inmediatamente después del triunfo
de la revolución bolchevique, debilitó el frente oriental, suscitando la deserción de numerosos soldados, quienes
deseaban beneficiarse con la medida. En la misma fecha Lenin ofreció la paz a todas las partes beligerantes, sin
anexiones e indemnizaciones y proclamando el derecho de autodeterminación de los pueblos, y el 26 de
noviembre ordenó el cese de hostilidades unilateral contra las Potencias Centrales y Turquía, firmándose
finalmente en marzo 3 de 1918 el Tratado de Brest-Litovsk, por medio del cual se reconoció la independencia
de Finlandia, se renunció a Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y la mayoría de Ucrania y se cedió Kars,
Ardahan y Batumi a Turquía. Cuando, a pesar del armisticio, los alemanes invadieron Ucrania y prosiguieron su
ofensiva contra los países bálticos y Bielorrusia, Lenin rechazó la política de “ni paz ni guerra” propuesta por
Trotsky y aceptó los términos germanos para salvar la revolución.8 Con la creación de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, URSS, se inauguró un nuevo periodo histórico que tendría incluso más repercusiones que
la Primera Guerra Mundial: el de la revolución socialista, bajo la orientación de los postulados marxistas, que
propugnan por instaurar un nuevo tipo de sociedad encaminada a acabar la injusticia social y política. La
revolución bolchevique (en tres años estaremos conmemorando un centenario de su triunfo) ejerció una crucial
influencia en todos los confines terráqueos, alinderándose los partidos políticos y gobiernos mundiales
alrededor de la defensa o ataque de la URSS y la prosecución de la revolución socialista en otras naciones.
Vladimir Lenin: vida y obra –fotos– completo.
(Taringa)
La situación de Alemania
Hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, Alemania se estaba convirtiendo en una nación altamente
industrializada, productora de una creciente gama de productos nuevos, pero tenía dificultades para importar la
materia prima que necesitaba. Con el fin de asegurar la materia prima necesaria, los germanos consideraron
esencial fundar sus propias colonias, para lo cual enfrentaban la oposición de Rusia, Japón y Gran Bretaña. Por
tanto, a Alemania le resultaba imposible extenderse económicamente por medios pacíficos.
Las importaciones germanas crecieron al menos 244% y sus exportaciones aumentaron aproximadamente 215%
entre 1887 y 1912, siendo el crecimiento de las últimas mayor en esta época que el de EEUU (173%), Gran
Bretaña (113%) y Francia (98%). Alemania se convirtió en el mayor productor de carbón, hierro y acero, y su
industria química llegó a ser la más importante de Europa. Surgieron grandes empresas que crecían
aceleradamente. Cuando también empezó a construir su propia flota mercante (hasta entonces la mayoría de las
mercancías alemanas se embarcaban en barcos británicos) los ingleses se alarmaron.9
Las colonias germanas ultramarinas, sin esperanza de recibir refuerzo desde Europa, se defendieron como
pudieron contra el ataque de los Aliados, pero eventualmente cayeron en su poder: en África Togo en el primer
mes de guerra, Camerún en febrero de 1916, Namibia en 1915 y África Oriental (hoy Ruanda, Burundi y
Tanzania continental) en 1916 y 1918; en Asia el puerto chino de Tsingtao fue capturado por los japoneses en
noviembre de 1914 y las islas Marianas, de Carolina y Marshall en el Pacífico Norte así como Samoa en el
Pacífico Sur en agosto de 1914, al paso que la Nueva Guinea alemana sucumbió por la misma época.
En lo político Alemania vivió una gran ebullición interna durante toda la guerra. En el seno de los partidos
políticos y del movimiento sindical se libró una enconada lucha por decidir si la guerra debía continuar o no.
Dicho debate estuvo antecedido desde comienzos del siglo por la polémica de si el sindicalismo debía
comprometerse con adelantar una revolución socialista reconociendo el liderazgo de los partidos de izquierda.
Se trataba de una disputa que trascendía el ámbito germano y que condujo a la división de la socialdemocracia
mundial, siendo que en la Unión Soviética se impusieron las tesis marxistas, pero en Alemania –y la mayoría de
países– desembocó en la derrota de las posiciones socialistas.
El 2 de agosto de 1914, ante el estallido de la Primera Guerra Mundial, los sindicatos suscribieron con la
patronal un acuerdo prohibiendo huelgas y prolongando todos los convenios colectivos mientras durasen las
hostilidades. Dos días después la fracción del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en el Reichstag votó a
favor de los créditos de guerra y cambió su eslogan “a este sistema, ni un hombre ni un penique” por el de “a la
hora del peligro, no traicionaremos a la patria”.10
Por su parte, los socialdemócratas alemanes de izquierda formaron el grupo ‘Internacional’, que dirigían Karl
Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Franz Mehring, Clara Zetkin y otros. El 2 de diciembre de 1914 Liebknecht
emitió su voto solitario contra la aprobación de nuevos créditos bélicos, quebrando la disciplina partidaria, pero
el 21 de diciembre de 1915 fue acompañado por otros 32 miembros del SPD en el Reichstag. La Liga
Espartaquista, así conocida por las Spartakusbriefe o “Cartas de Espartaco” que Rosa Luxemburgo publicó
ilegalmente durante la guerra, se bifurcó del SPD el 1 de enero de 1916, desplegando propaganda revolucionaria
contra la guerra imperialista, desnudando la rapaz política alemana y la traición de los jefes socialdemócratas.
Debido a los intentos de Liebknecht por organizar a los antibelicistas, fue expulsado del SPD, junto con los
demás diputados que votaron contra los créditos de guerra, siendo condenado en julio de 1916 a cuatro años de
prisión. También Rosa Luxemburgo, tras ser liberada temporalmente, estuvo encarcelada hasta el fin de la
guerra.
Tras estallar la Revolución Rusa de febrero de 1917, las autoridades alemanas temían que la ola revolucionaria
repercutiera en su país. Apoyados por los líderes sindicales, se esforzaron por desarmar a la clase obrera y
contener la agitación de la Liga Espartaco a favor de la huelga de masas. En abril del mismo año, con motivo de
la reducción de la ración semanal de pan, 300 mil obreros declararon el paro. El gobierno calificó a los
huelguistas como “los peores enemigos entre nosotros” y los sindicatos adoptaron una posición similar,
aduciendo que “las huelgas deben ser evitadas… sólo un aumento de la capacidad de resistencia de Alemania
puede conducirnos a una paz rápida”. En enero de 1918, Espartaco convocó a la huelga general y en las
asambleas generales previstas en todas las fábricas, los delegados revolucionarios obtuvieron aplastantes
mayorías.
En noviembre de 1918 estalló un motín de marineros en Kiel, quienes se negaron a sacar los navíos al Mar del
Norte contra la escuadra inglesa; en pocos días la revuelta abarcó todo el país y forzó a abdicar al káiser
Guillermo II el 9 de dicho mes. Los objetivos de los revolucionarios (socialización de la industria del hierro y
del carbón, democratización de los cuerpos de oficiales y expropiación de los grandes bancos, la industria
pesada y los latifundios, entre otras), guiados por ideales socialistas, fracasaron en enero de 1919 ante la
oposición de los líderes del SPD, quienes se esforzaron por reconciliar a los partidos burgueses y la élite afín al
Káiser, permitiendo que se sofocara violentamente el levantamiento espartaquista. El 15 de enero de 1919, Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron apresados, golpeados hasta perder el conocimiento y asesinados,
disparándoles mientras dormían.
El desenlace de la revolución devino el 11 de agosto de 1919 con la rúbrica de la nueva Constitución de la
República de Weimar, la cual sólo duraría 14 años, instaurando una salida parlamentaria que refrendó un
modelo de contrarrevolución democrática. Para desarticular la revolución, Carl Legien, miembro del ala derecha
del SPD y quien ocupó importantes cargos políticos (diputado del Reichstag en 1893-1898 y 1903-1920 y
presidente de la Federación Internacional de Sindicatos en 1913), firmó el 15 de noviembre de 1918 con Hugo
Stinnes, representante de las grandes industrias, un acuerdo que otorgaba la jornada de ochos horas, convenios
colectivos de trabajo y otras reivindicaciones laborales. A cambio, los trabajadores debieron desarticular el
movimiento sindical y renunciar a proclamarse como alternativa de poder. Entre marzo 13 y 17 de 1920, cuando
Wolfgang Kapp y Walther von Lüttwitz dirigieron un golpe de Estado contra el gobierno de Friedrich Ebert
(quien siendo secretario general del SPD, en noviembre de 1918 había aceptado el cargo de canciller del Reich),
Legien, como presidente de la Federación Sindical Socialdemócrata, convocó una huelga general por tiempo
indeterminado, obligando a los golpistas a desistir y permitiendo la supervivencia de la República de Weimar.
Ya Engels había predicho, en su carta a Bebel del 11 de diciembre de 1884, que, cuando llegase el momento de
la revolución, “la democracia pura” se convertiría en “la última tabla de salvación de todo régimen burgués e
incluso feudal. En momentos revolucionarios como esos, toda la masa reaccionaria se aferra a ella y la refuerza;
todo lo que solía ser reaccionario pasa por democrático”.11
Rosa Luxemburgo
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Estados Unidos ingresa a la guerra
El ataque submarino perpetrado el 7 de mayo de 1915 contra el barco inglés SS Lusitania (con 1.700 pasajeros,
de los cuales 1.198 murieron, entre ellos 128 norteamericanos), seguido por aquéllos contra los también
británicos Arabic y Sussex, no llevaron a que EEUU declarara la guerra inmediatamente –el gobierno alemán
había prometido compensar el hundimiento de cualquier barco estadounidense, incluyendo el valor de su
cargamento–, pero cambiaron su actitud hacia Alemania. Ésta, sin embargo, había recurrido a la guerra
submarina para contrarrestar el bloqueo marítimo impuesto por Gran Bretaña, alegando igualmente que “se ha
comprobado que el barco transportaba 1.248 cajas y cada una de ellas contenía 4 proyectiles ‘Shrapel’… Esto
sumaba un total de 5.000 proyectiles con un peso de explosivos de 6.260 libras. Además de dichos proyectiles,
también transportaba más cajas de municiones y explosivos para el ejército británico”.12 Lo anterior lo
corrobora en su libro Lusitania, Colin Simpson, quien demuestra que Woodrow Wilson sabía anticipadamente
que el Lusitania transportaba seis millones de cargas de municiones además de explosivos.13
La reanudación de la guerra submarina irrestricta y el temor a una alianza de México con Alemania para
arrebatar territorios a Estados Unidos (plan descubierto por el telegrama de Zimmermann), entre otros
argumentos, llevaron a Wilson a entrar en la guerra al lado de los países de la Entente.14
Habría sido difícil que el presidente estadounidense renunciara a participar en una guerra en la que se estaba
decidiendo el reparto del mundo y que le reportaría pingües ganancias económicas a su país. Ya anteriormente
había manifestado sus querencias imperialistas, proclamando que “como el comercio no conoce fronteras
nacionales y los fabricantes quieren tener el mundo como mercado, la bandera de esta nación deberá ir tras ellos
para echar abajo las puertas de las naciones que no quieran abrirse. Los ministros de Estado deben salvaguardar
las concesiones que hayan obtenido los financistas, aun cuando haya que arrollar la soberanía de las naciones
que no quieran someterse de buen grado. Hay que obtener o crear colonias, de suerte que no haya rincón del
mundo que no se tome en cuenta o que quede sin aprovechar”. Y había obrado en consecuencia en
Latinoamérica, donde en 1914 invadió México, en 1915 Haití, en 1916 República Dominicana y el mismo año
volvió a enviar una expedición militar a México para capturar a Pancho Villa, aunque sin lograrlo. Actitud en la
cual perseveraría ya finalizada la Primera Guerra Mundial, al forzar a la Liga de las Naciones a incorporar la
Doctrina Monroe en sus estatutos en octubre de 1919, incluyendo un artículo que enfatizaba el sometimiento
latinoamericano a la misma.15
Después de convertirse en imperialista, en un proceso que comenzó en la década de 1880 y desembocó en la
Guerra Hispanoamericana (1898), EEUU se esmeró en fortalecer su imperialismo financiero, el cual para la
Primera Guerra Mundial devino en que Europa perdiera su supremacía global. El peso de la economía europea
disminuyó tanto en la producción mundial (entre 1913-1923 pasó del 43% al 32%) como en el comercio
mundial (del 59 al 50%). El poderío industrial norteamericano no tenía paralelo a nivel global. En la producción
y el comercio se impuso el liderazgo de Estados Unidos y empezó a denotarse la obsolescencia del aparato
productivo europeo. En solo acero, EEUU producía tres veces más que Alemania y Austria. 16 En el movimiento
internacional de capitales, el Viejo Continente dejó de ser el gran acreedor y EEUU pasó de deudor a principal
acreedor, además de acaparar en 1918 el 39% de las reservas mundiales de oro (en 1913 concentraba solo el
26%)17, trasladándose, en consecuencia, el centro de la economía mundial de Londres a Nueva York.
Crecimiento económico de las potencias: I Guerra Mundial
La contribución económica de Estados Unidos fue decisiva en la Primera Guerra Mundial. Su abastecimiento y
préstamos a los Aliados, que llegaron a US $7 mil millones desembolsados entre 1917 y el final de la guerra,
enriquecieron enormemente a la nueva Potencia. Ya finalizado el conflicto, el Plan Dawes de 1923-1924 ayudó
a reconstruir la economía alemana, concediéndole empréstitos y la Reserva Federal disminuyó sus tipos de
interés para facilitar las inversiones en Europa, aumentar la producción norteamericana, recuperar los mercados,
reinvertir beneficios, adquirir bienes de equipo a EEUU, etc. El principal país inversor durante la década de
1920 fue EEUU; entre 1924-1930 el 60% de la financiación internacional procedía de Estados Unidos.18
Adicionalmente al Plan Dawes, Wall Street financió a las empresas alemanas desde mediados de la década de
1920 (el ingreso de capitales, US $7.000 millones, fue muy superior a lo que pagó en concepto de reparaciones
de guerra, US $2.400 millones),19 lucrándose gracias al programa de construcción militar de Hitler, desde 1930
y por lo menos hasta 1942, con lo cual el capital norteamericano devino en cómplice del nazismo germano que
desató la Segunda Guerra Mundial.20
En Europa la Primera Guerra se financió aumentando los impuestos, pero sobre todo mediante el
endeudamiento y la inflación, con el consiguiente déficit presupuestario interno y externo. Los gobiernos se
vieron ante la doble imposibilidad de financiar sus gastos y equilibrar el comercio exterior (frente al
espectacular incremento de las importaciones), por lo que apelaron a empréstitos internos (bonos cubiertos por
los ahorradores del país) y a préstamos procedentes del exterior, sobre todo de EEUU. En 1913 Francia empleó
el 20,6% de sus gastos públicos para cubrir la deuda, elevándose al 44,2% en 1931, e Inglaterra pasó del 6% en
1913 al 25% en 1929. A su vez, los deudores estadounidenses –sobre todo Francia– hicieron depender el pago
de sus deudas del pago de las reparaciones alemanas. La guerra destruyó el sistema monetario y financiero, pues
para hacer frente a los gastos bélicos, los Estados suspendieron la convertibilidad de sus monedas (el oro y las
divisas salieron de los países para pagar la deuda externa) y emitieron crecientes cantidades de papel moneda.
Todo ello vino a agravarse con la crisis de 1929, cuando los bancos e industrias estadounidenses y europeas se
arruinaron con la desarticulación del sistema financiero mundial.21
El Armisticio y el Tratado de Versalles
A las 5:00 de la madrugada del 11 de noviembre de 1918, el documento de armisticio se firmó en el vagón de
ferrocarril del mariscal Ferdinand Foch en Rethondes, Francia, y el 18 de enero de 1919 los representantes de
los países vencedores se reunieron en la Conferencia de París, en negociaciones a las que se prohibió asistir a
los países derrotados. El Tratado de Paz de Versalles se rubricó en dicha Conferencia, el 28 de junio de 1919,
con la siguiente admonición de los derrotados: “Cediendo ante la abrumadora supremacía, pero sin cambiar
nuestra posición sobre la ignorada injusticia de los términos de paz, el Gobierno de la República alemana se
declara preparado a aceptar los términos de paz como establecen los aliados y sus países y los firmamos”.22
“Alemania perdió el 13% [76.000 kms2] de su anterior territorio y el 10% de su población [6,5 millones], todas
sus colonias –incluyendo las posesiones privadas alemanas que había en ellas–, casi toda su flota mercante y la
mayor parte de su equipamiento ferrocarrilero. Peor todavía fue que el bloqueo británico continuó en 1919, por
lo que muchos alemanes, especialmente mujeres y niños, murieron de hambre”.23
Los germanos fueron obligados a construir al menos 200.000 toneladas de barcos anuales durante cinco años
para los aliados. Tuvieron que entregar 371.000 cabezas de ganado, la mitad de su producción química y
farmacéutica y de otros productos industriales durante cinco años, así como aceptar la requisa de la propiedad
privada alemana en los territorios y colonias perdidos. También cedieron 44 millones de toneladas métricas de
carbón anuales y se prohibió que utilizaran los yacimientos de carbón de Saarland durante 35 años, los cuales
proporcionaban más carbón que toda Francia. Además la Conferencia de Londres (1920) exigió que Berlín
pagara a los aliados, como compensación, 140.000 millones de marcos-oro, lo que significaba, en su momento
inicial, el pago anual del 6% del PIB.24
“El famoso economista Keynes, delegado británico en la Conferencia de París, describió el tratado como
‘inmoral e incompetente’ y dimitió en protesta. No fue el único que protestó. Incluso Lloyd George intentó
hacer cambios al tratado, pero Clemenceau bloqueó cada intento y fue apoyado por el presidente Wilson”.25
Firma del armisticio en el vagón
del mariscal Ferdinand Foch.
labitacoradehobsbawm.blogspot.com
Nuevas perspectivas de la confrontación mundial
La Primera Guerra Mundial continuó la senda de confrontaciones bélicas entre las grandes potencias mundiales,
llevándola a una nueva cima. El Tratado de Versalles sentó las bases para una conflagración imperialista
todavía más sangrienta al imponer a Alemania unas condiciones tan onerosas que cimentaron el ascenso de
Hitler y el consiguiente estallido de la Segunda Guerra Mundial, en la cual volverían a enfrentarse los intereses
expansionistas de ésta, Japón e Italia contra las demás potencias. A ello se aunó la cruzada anticomunista
hitleriana, con su frustrada obsesión de destruir a la Unión Soviética. Aunque tal incursión le reportó a la URSS
cerca de la mitad de las muertes acaecidas durante la Segunda Guerra Mundial, la contribución rusa resultó
decisiva para el triunfo de los Aliados y su contraofensiva permitió que el Ejército Rojo fuese el primero en
llegar a Berlín.
Finalizada la Segunda Guerra, desde la década de 1970, el mundo se vería sometido a la confrontación entre
EEUU y la URSS, y posteriormente a la disolución de la última y al ascenso de Estados Unidos como principal
superpotencia global. Desde la imposición del Consenso de Washington se sufren las secuelas del
neoliberalismo, entre ellas la crisis que asuela la economía de las principales potencias y su competencia por
dominar los demás países, aguzando el control sobre sus mercados y materias primas y abaratando sus fuerzas
laborales. Para ello no tienen reparo de acudir a medios bélicos, como ocurrió en las agresiones contra Irak y
Afganistán, así como en su intervención –entre otros– en Egipto y Siria.
Ya en mayo de 1990, Francisco Mosquerai advertía que “la humanidad se precipita hacia una guerra económica
de extensión y proporciones no observadas desde los tiempos en que el trabajo forjó sobre la Tierra las primeras
mercancías y el primer intercambio de éstas; unas colosales disputas que cobijarán a todos los continentes y a
todas las razas, pero cuyos principales autores no serán ya exclusivamente las dos grandes potencias, Estados
Unidos y la URSS, sino que contarán también con la activa presencia de Europa y el Japón. El mundo dividido
por dos se ha dividido por cuatro, y quizás se partiría en cinco, si China, con más de mil millones de seres, se
acercara por su cuenta y riesgo al teatro de unos enfrentamientos hasta el presente ‘pacíficos’, pero que
cualquier desajuste en el complicado equilibrio bien podría encenderlos… A medida que el imperialismo alarga
sus tentáculos se debilita afuera y adentro. Su derrumbe será inevitable; ayudémoslo a que su desaparición sea
rápida”.
html.rincondelvago.com
Referencias
1
personal.us.es/jponce/uploads/.../Crisis%20entreguerras.pdf
“El capitalismo se ha transformado de un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa
mayoría de la población del planeta por un puñado de países ‘adelantados’. El reparto de este ‘botín’ se efectúa entre dos o tres
potencias rapaces, y armadas hasta los dientes (Norteamérica, Inglaterra, el Japón), que dominan en el mundo y arrastran a su guerra,
por el reparto de su botín, a todo el planeta.” V. I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Editorial Progreso. Moscú,
1970. Págs. 696, 765, 770 y 794.
3
V. I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. Op. Cit. Pág. 696.
4
Ibíd. Pág. 765.
5
Ibíd. Pág. 794.
6
Ibíd. Pág. 770.
7
Encyclopedia Britannica. Consultado: Abril 30, 2013, 15:31. 8
Andriessen, J.H.J. I Guerra Mundial en imágenes. Edimat Libros S. A. 2002. Págs. 468 y 473.
2
i
Francisco Mosquera, fundador del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR, murió el 5 de agosto de 1994. El
MOIR actualmente forma parte del Polo Democrático Alternativo, PDA, en Colombia.
9
Andriessen. Op. cit. Pág. 23.
Bosch Alessio, Constanza y Gaido, Daniel (UNC y UNC-CONICET). El marxismo y la burocracia sindical: La experiencia
alemana (1898-1920). 11
Ibíd.
12
Andriessen, J.H.J. Ibíd. Págs. 438, 449 y 450.
13
Simpson, Colin. Lusitania. Londres, Longman, 1972. Pág. 252. 14
Andriessen. Op. cit. Págs. 454 y 455.
15
Arango Posada, Juan Pablo. “¡Que la historia no se repita!” Tribuna Roja Nº 94, diciembre 3 de 2003. Separata especial sobre los
cien años del robo de Panamá.
16
Historia Económica Mundial. 17
www.profesorenlinea.cl.
18
Historia Económica Mundial. Op. cit.
19
Ibíd.
20
Sutton, Antony C. Wall Street and the rise of Hitler. 2000. Versión HTML elaborada por Studies in Reformed Theology.
21
personal.us.es/jponce/uploads/.../Crisis%20entreguerras.pdf 22
Andriessen, J.H.J. Op. Cit. Pág. 587.
23
Ibíd. Págs. 584 y 585.
24
Historia Económica Mundial. www.profesorenlinea.cl.
25
Ibíd. Pág. 586.
10
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