EL FINAL DEL RESCOLDO Aquella noche cuando J se lavaba los

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EL FINAL DEL RESCOLDO
JUAN F. CAMPOS
Aquella noche cuando J se lavaba los dientes frenó en seco, y
cayó en cuenta de esta singularidad, de este punto no diferenciable en su vida. Sabı́a que la cerveza que se habı́a bebido no le dejarı́a
resaca pues estaba bien merecida.
”Vale la pena escribir a estas horas, con este brand new lápiz que
me dieron de presente pascual. Pues hoy llegó al cuasi fin-stand by
este club-pseudo-hermandad pletórica de memorias, risas y socarronerı́as, ya que ahora, casi diez años después, todos parecen estar
tan lejos. Y de pronto todo es como en el año 96 back again. Llega
mi último perı́odo en la escuela querida, y da la impresión que de la
nodriza de 16 bits hemos evolucionado a la reveladora época de los
128, y mientras yo estaba en 8 ahora estoy en 32.”
J miraba la quizás última configuración del Dragón Verde, aquél
lugar donde se discutı́an virtudes y verdades, se bebı́a buena cerveza
y se fumaba buenos piticlines, ası́ es, ya no hay tiempo para analogı́as
rebuscadas. Hoy es como el útlimo capı́tulo de robotech, como la terminación del final fantasy I, simple e indescriptiblemente nostálgico,
triste, macilento y lleno de sı́mbolos secretos.
Tomás Moro, Pan de Frica, Tolkien, (y tal vez el mismo Green
Dragon) abordaban el bajel y se alejaban con esperanza en los ojos,
y se llevaban a Pink Floyd, Santana y el Vatareis. Aquella cerveza
que sabe mejor en el Dragón Verde, no volverı́a a saber igual pues,
en efecto, esto habı́a sido lo mas cercano al club S de J, allı́ donde
ocurrı́an las confesiones, las revelaciones. Y ese cı́rculo que ya era solo
triángulo y con un porvenir unidimensional, dejaba de estar aquı́ para
convertirse solo en un recuerdo, en un plan futuro, como el 18, como
un asado o algún partido de fútbol en que los falsos reı́an y se alegraban la vida mutuamente, cada uno en su simbiosis tan independiente
como un par de huevos fritos con aceite, limón y jamón.
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Y parte de J, se alejaba caminando en la nieve con Rick Hunter,
quién llevaba consigo arte, alas, un par de sueños y recuerdos amarrados firmemente con un abrazo y los mejores deseos para todos los que
se hallaban en su propio camino hacia el infinito, pues si alguna vez
estuvimos todos juntos en una vecindad compacta del origen, como
soñó un imberbe acusmático, nos encontraremos todos en el infinito,
y hablaremos de todo lo bueno que hemos conocido, nos sentaremos
de nuevo en el Green Dragon a escuchar el Punk in Drublic falso,
Rush, la Renga, Pink Floyd, Pat Metheny y Opeth, conversaremos
de homotopı́as, anarcondes, Kandinsky, Korsakov, Jeuxergos y quién
sabe cuanta nueva bazofia exultante nos espera antes de aquel insoslayable y eterno dia.
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