interior apa 01 marzo_Layout 1 3/29/16 10:58 AM Page 265 265 La diferencia sexual en debate. Cuerpos, deseos y ficciones Leticia Glocer-Fiorini Lugar Editorial, Buenos Aires, 2015 A través de una investigación conceptual epistemológicamente sostenida en la interdisciplina, la autora, fina conocedora de la obra freudiana y de las diferentes escuelas del pensamiento psicoanalítico, señala con pertinencia en su nuevo libroque emana de su tesis de maestría realizada en el marco de la Maestría de USAL, dirigida por Moty Benyakar- las aporías de las mismas. Su lúcida y fundamentada conceptualización permite seguir el desarrollo de su pensamiento en movimiento. Su teorización se apoya en otras ciencias sociales contemporáneas para correrse del tradicional binarismo, en lo particular en lo que hace a las diferencias y variedades de las identidades sexuadas, encontrando apoyatura en el pensamiento complejo de Edgar Morin. Sus propuestas aportan al mismo tiempo rigurosidad metodológica en el modo de plantear los puntos ciegos y contradicciones de la teoría, pero también lo que la evolución de la sociedad plantea como interrogantes al psicoanálisis y al pensamiento contemporáneo en general. Leticia Glocer-Fiorini nos ofrece así un pensamiento poroso, aireado, que permite reflexionar con suma lucidez las diferencias sexuales y los cuerpos de una manera extremadamente original, sin infatuar lo cultural ni lo biológico, sino intentando repensar algunos conceptos en la intersección de los mismos. Contrariamente a algunos autores que aferrados a modelos rígidos de pensamiento postulan lo que sería el fin de un orden simbólico, la autora se pregunta si no se trata en realidad de la producción de nuevos órdenes simbólicos. No se trataría de una caída del padre como función simbólica, sino de la posibilidad de pensar una terceridad desarticulada de las homologaciones patriarcales que se nuclean alrededor de dicha metáfora. El desarrollo de su pensamiento abre la posibilidad de interrogarse e interrogar la teoría psicoanalítica, sin negar los aportes fundacionales del psicoanálisis, pero repensándolos en los pliegues y entrecruzamientos de un pensamiento complejo, integrando lo que Hegel propone con el término en alemán, la Aufhebung; es decir, una negatividad que se integra a una nueva positividad. Como lo destaca Félix Duque en Historia de la filosofía moderna (Madrid, Akal, 1998), dicho término significa a la vez suprimir, conservar y elevar. Su semántica implica la comprensión de la autosupresión (en virtud de la salida a la luz de las contradicciones internas) de las determinaciones configuradoras de la realidad y del pensamiento. Suprimir no es aniquilar, sino “poner en su sitio”, recortar ambiciones desmedidas. Esa “supresión” implica pues, una “conservación” de tal determinación, pero en un plano de integración superior (al explicar algo, este decae en sus derechos de tener existencia y sentido propios, aislados; queda, en interior apa 01 marzo_Layout 1 3/29/16 10:58 AM Page 266 266 Revista de Psicoanálisis l Tomo LXXIII l Nº 1 l 2016 cambio, integrado en una red de significatividad nueva). Dicha conservación implica simultáneamente una “elevación”, ya que algo alcanza una mayor jerarquía cuando está aunado con lo anterior, que integra y al mismo tiempo cuestiona. En ese sentido, la autora sugiere que no existen axiomas inmutables en la teoría. En lo que hace a los procesos de subjetivación sexuada, eje alrededor del cual se desarrollan sus propuestas y su fundamentación, pone en tensión permanente de manera creativa, “los itinerarios del deseo y su relación siempre conflictiva con los ideales y legalidades vigentes”. No elude así lo biológico en cuanto a las diferencias, pero se aleja de pensarlas como si la anatomía fuera un destino. Lejos de los esencialismos de las categorías de mujer-castrado, hombre-fálico, femenino-masculino, pasivo-activo, que atraviesan la teoría psicoanalítica, propone repensar dichas categorías en las cuales la otredad y el enigma, clásicamente puestos en la mujer, se desplazan hacia el otro, siendo dicho otro no más el lugar otorgado tradicionalmente a la mujer, sino que la otredad debe ser situada en la ajenidad que se sitúa en cada uno y en cada otro. Lejos de todo fundamentalismo, postula pero también funda una nueva manera de repensar la teoría psicoanalítica en lo que hace a las condiciones de mujer, hombre, femenino, masculino, género, binarismos y diversidades sexuales; identidades que no constituyen necesariamente una entelequia definitiva, sino que están siempre en movimiento. Citando a Sibilia, plantea que las subjetividades son a la vez embodied (encarnadas en el cuerpo) y embedded (embebidas en una cultura intersubjetiva). La noción de diferencia sexual, de acuerdo a las proposiciones de la autora, requiere una deconstrucción previa a una construcción a posteriori, que se independice de esquemas rígidos de pensamiento; que tenga en cuenta la clínica actual de las diversidades sexuales y cómo son vividas. En el hilo rojo de su pensamiento encontramos una reconsideración de la noción de perversión, en todo caso no ligada a una identidad sexual particular ni a un comportamiento sexual específico, sino a una forma de organización del psiquismo. La identidad no estaría dada ni por una identidad monolítica prefreudiana ni por una identidad fragmentada del post-modernismo. Postula así un “psiquismo abierto”, que considera las “fuerzas autopoiéticas y creativas” propias de los sistemas abiertos, que se aleja de los estereotipos y esencialismos de lo femenino y lo masculino, categorías fuertemente epocales. En ese sentido, sitúa el enigma ya no en lo femenino o en la mujer, como se ha hecho tradicionalmente, sino en otras categorías, como la diferencia de sexos, el misterio de los orígenes y la psicosexualidad. La autora destaca que el concepto de diferencia es “polisémico” y retoma el paradigma de la complejidad de Morin manteniendo en tensión múltiples variables que no necesariamente serán resueltas dialécticamente, permaneciendo la heterogeneidad propia de las mismas. Los conceptos ligados a la concepción freudiana del Edipo son repensados a la luz de nuevos paradigmas, enriqueciendo y complejizando la “resolución” y salida del mismo tanto en el niño como en la niña. Quizá, y es una observación personal, en la misma línea de pensamiento de la autora, cabría preguntarse si la denominación interior apa 01 marzo_Layout 1 3/29/16 10:58 AM Page 267 Revista de libros misma de padre o madre, en caso de parejas adoptantes del mismo sexo, se sostiene como terminología. Pregunto si las funciones maternas o paternas, cuando las mismas son ejercidas por fuera de la anatomía, no merecerían ser repensadas. Es difícil categorizar como “dos mamás” o “dos papás” (en función del sexo anatómico), y me pregunto si no sería necesario encontrar otros términos, más ligados a la función de cuidadores primarios que a la clásica noción cultural de madre o padre. La familia, más allá de como sea la configuración sexuada de los adultos que la componen, mantiene la función princeps respecto al niño/a que consiste en producir alteridad. La tesis de la autora, como lo dijo textualmente en su tesis y ahora en su libro: “Consiste en abrir un debate necesario para el campo psicoanalítico. Está dirigido a pensar en el impacto de las diversidades sexuales y de género en los modos de organización familiar y, fundamentalmente, en los procesos de subjetivación de sus miembros”. Y dicho debate, de manera cuidada y rigurosa, es planteado por Leticia Glocer-Fiorini con suma lucidez entrelazando los conceptos en los pliegues e intersecciones de las ciencias sociales contemporáneas con la ciencia conjetural que es el psicoanálisis, impulsando de manera aireada y con gran pertinencia un debate fructífero y necesario. Juan Eduardo Tesone El grupo interno. Psiquis y cultura Samuel Arbiser Ediciones Biebel, Buenos Aires, 2013 Me ha dado mucho placer la lectura de este libro de Arbiser, quizás en parte por la claridad y erudición con que está escrito, pero también porque recrea y se extiende conceptualmente en un campo que ha sido temerosamente relegado por los psicoanalistas. Este es un libro comprometido con una trayectoria personal, pero también con la cultura y el psicoanálisis. Trata asimismo de una época y sus patologías, que los partícipes de una cierta generación hemos compartido. Una lectura de los artículos inevitable- mente nos sitúa en el intento de resolver las encrucijadas teóricas, clínicas y sociales de las épocas que atravesamos. Requiere un largo trayecto como psicoanalista, así como también coraje y sabiduría, el penetrar en la polémica de los grupos y de lo psicosocial, con una perspectiva que sea el precipitado de la experiencia clínica, de las lecturas contemporáneas, de la preocupación por el desarrollo cultural, y que contribuya a disipar esa bruma que aúna lo ideológico, lo imaginario compartido, las ceremonias y prejuicios de la época y la multiplicidad 267 interior apa 01 marzo_Layout 1 3/29/16 10:58 AM Page 268 268 Revista de Psicoanálisis l Tomo LXXIII l Nº 1 l 2016 de obstáculos que la resistencia a conocer impone. Todo concepto nuevo o áreas nuevas de investigación suscitan un rechazo inicial, como señala Freud. Ese rechazo automático a lo desconocido fue una resistencia inicial desde la institución académica. Pero como señala Arbiser, esa actividad exploratoria, ese entusiasmo por la apertura de campos inexplorados y esa sed de saber de los pioneros como Pichon-Rivière, Arnaldo Rascovsky, Liberman y Baranger, generaron y crearon una práctica clínica y una investigación teórica que necesita ser ampliada. El título del libro, El grupo interno, es también un homenaje a Pichon. El grupo interno alude a procesos de internalización e identificación, a los procesos identificatorios tempranos donde uno es otro, a las identificaciones transitorias y a las que devienen estructurantes, esa alienación primaria en otro. ¿Cómo se va conformando el mundo interior? Consultemos a los poetas, decía Freud: Walt Whitman parece ser quien mejor captó esta mirada. Su poema: Había un niño que salía todos los días, y al primer objeto que miraba en ese objeto se convertía, y ese objeto se convertía en parte de él durante ese día o parte del día, o durante años o prolongados ciclos de tiempo. Las primeras lilas se convertían en parte de él Y las hierba y las campanillas blancas y rojas y los tréboles rojos y blancos y la canción del jilguero amarillo... Todos se volvían parte de él. El grupo interno son también estas alusiones simbólicas o metafóricas que el poeta señala que se interiorizan En un capitulo muy interesante, Arbiser nos delimita otro tema muy significativo; la capacidad o la función mitopoyética de la mente, el aporte individual a una construcción grupal, el mito. Cita a Mónica Virasoro y su estudio de la evolución de los mitos como antecedentes de la filosofía y del conocimiento. En cambio, para Mircea Eliade los mitos son estructuras religiosas. Es para mí un capitulo muy interesante porque el mito, los sueños y la cultura están entrelazados con los sueños y la psicopatología, pero también con la religión y el pensamiento mágico. La función mitopoyética de la mente y el estudio del desarrollo y las etapas de los mitos son una riquísima contribución, ya que todos desarrollamos una mitología de nuestra historia y sería interesante poder diferenciar entre la historia y el nivel mítico o imaginario en que esta se desarrolla en todos los pueblos. Estudiando los mitos, se observa una evolución a través de los siglos: 1) seres vivos u inorgánicos son tomados como fuerzas vivas; 2) aparecen los demonios, como pre-dioses, ninfas, seres híbridos, faunos, sátiros; 3) los dioses se humanizan; 4) hay dioses y humanos en la tragedia, creando ideales éticos. La idea de una función mítica la diferencia del registro imaginario en que desarrollamos gran parte de nuestro registro de la experiencia vital. Lo imaginario es puntual e inmediato; en cambio lo mítico como función alude a una organización yoica con cierta producción y sentido. interior apa 01 marzo_Layout 1 3/29/16 10:58 AM Page 269 Revista de libros Arbiser estudia también las culturas del grupo en décadas previas. Las ilusiones son parte de esa función mitologizante. La preocupación lógica por la vida profesional es el tema que encara el último capítulo de este meduloso libro, testimonio de tantas cosas. Se han arrinconado la mirada analítica y el cuestionamiento de tantos aspectos místico-regresivos de la civilización: Arbiser los va rescatando. Freud nos advertía que la clínica no debería sepultar el desarrollo de nuestra ciencia. Tengamos coraje como el autor y sigamos abriendo senderos en la peligrosa jungla de la cultura precartesiana. Estos textos, que reflejan la problemática de una generación y el interesante compromiso de Samuel Arbiser, hablan de una época, de un período intelectual y profesional. Tanto los escritos como el escritor pertenecen a la juventud dorada del psicoanálisis, a un período donde la clínica, la conquista cultural, la revolución en la subjetividad, el interrogante sobre la libertad individual, el cuestionamiento a las instituciones represivas y el valor de la sexualidad o la significación de la poesía hacían de nuestro campo científico una fuente inagotable de entusiasmo y creatividad. Sin duda, Arbiser ha sido un trabajador de grupos de psicoterapia y un experto en clínica individual, ha penetrado en la problemática de la comunicación y en la comprensión del diálogo analítico, en las incidencias de lo interpersonal y lo intersubjetivo, pero quizás lo que lo distinga es su compromiso, su responsabilidad como intelectual de su tiempo. Porque necesitamos otras circunstancias para el psicoanálisis y también para la cultura, y así como en estos textos nos encontramos con nuevos interrogantes sobre nuestra interrelación con la civilización y sus malestares, necesitamos participar teóricamente en estas circunstancias, donde las masas religiosas o fanáticas se confrontan por motivos que aluden más a la miseria psíquica o a las regresiones psicóticas masivas, o quizás a la mitopoiesis individual o colectiva, que a los anhelos de poder económico. El psiquismo puede ser concebido como un grupo interno, poniendo un especial énfasis en la importancia de las vivencias con el mundo exterior y en la trascendencia de las identificaciones y los vínculos. En esta línea de pensamiento el grupo terapéutico se confrontaría con el grupo relacional intrapsíquico del paciente para ir transformando las estrategias vinculares, las identificaciones y el modo relacional. Es notable la presencia de David Liberman en los estudios e investigaciones de Arbiser. Quizás no ha sido suficientemente tomado en cuenta por la comunidad psicoanalítica, pero la noción de diálogo analítico, los elementos semióticos como base empírica y la interacción terapéutica son claves jerarquizadas que merecen mucha más atención y valoración. Samuel Arbiser lo ha hecho para la comprensión grupal. Es fuerte el interés de comprender la incidencia del grupo social y la familia en la constitución del psiquismo, así como la trascendencia de la comunidad o su cultura y sus modalidades en la configuración de la familia y del individuo. Fue Bleger quien insistió en dejar de lado o cuestionar las hipótesis del individuo aislado. Arbiser valora el grupo interno como configurando el psiquismo -deja de lado 269 interior apa 01 marzo_Layout 1 3/29/16 10:58 AM Page 270 270 Revista de Psicoanálisis l Tomo LXXIII l Nº 1 l 2016 lo pulsional- al lado de los conceptos de internalización e introyección, las identificaciones y las consecuencias del diálogo analítico como estrategia. Pero es notable el giro ideológico que la tecnología y la caída de ciertas perspectivas han generado o sufrido en estas décadas sobre las expectativas de desarrollo comunitario, el incremento de la religiosidad, del individualismo, de la violencia y del crimen, así como de la disminución de la creencia en la armonía o de la solución económica y la disminución de la ilusión social. Las peripecias de la vida revelan la íntima e inevitable interrelación entre la cultura y la determinación psicopatológica. A cierta cultura, cierta sintomatología, revelando la relación entre el grupo social y el grupo interno. Arbiser sostiene la responsabilidad de nuestra generación para mantener vivo el espíritu combativo de Freud, que no se limitaba al consultorio, sino a la problemática de una cultura de la desubjetivación y la hipertrofia de las estrategias del desconocimiento y la anestesia psíquica Son muchas las responsabilidades del intelectual psicoanalítico de una genera- ción que debe enfrentar la crisis del campo científico, así como la caída de la convocatoria clínica del psicoanálisis. Y esta preocupación la puedo entrever en las múltiples contribuciones de este texto que expone cuarenta años de reflexiones. Como se titulaba aquel libro de Bion, son también second thougths. Así, a través de los diferentes capítulos, va surgiendo la importancia de recuperar ciertas líneas teóricas que no se han jerarquizado suficientemente. Samuel Arbiser introduce la posibilidad de la neutralización del psicoanálisis por la molécula del imperio farmacológico y la reducción del hombre a su composición química. A veces es la cultura una herramienta contra el hombre y sus desarrollos posibles; a veces ese núcleo anticultural que todos poseemos es lo que toma preponderancia y actúa. Delimitar la diferencia ha sido también un mérito de estos escritos. Como decía el maestro Borges: “El trabajo de lectura de un texto no debería ser inferior al trabajo psíquico que el autor realizó”. Claudia Lucía Borensztejn