CUATRO CUESTIONES RELACIONADAS CON LA ADECUACIÓN SACRIFICÁNDOSE Isabel Vicente Cada vez que oigo a algunos políticos decir que están dispuestos a hacer todos los sacrificios necesarios para que salgamos de la crisis me entran sarpullidos. Sus sacrificios nos joroban a los demás, porque lo que es con ellos no parece ir la fiesta. Diputados con piso en Madrid que reciben dietas de alojamiento, coches oficiales, móviles con los que llaman hasta a páginas de contactos, viajes gratis y dietas de todos los colores. ¡Ay lo de las dietas! La última ha sido comprobar que sus señorías en las Cortes Valencianas no pueden ir al bar de la esquina como el común de los mortales sino que disponen de comida a bajo precio gracias a que con el dinero de la Generalitat, todos subvencionamos la cafetería de las Cortes con 10.000 eurillos al mes para que a los diputados no les cueste el cafetito más de 0,75 euros. Comedores sociales llenos, bancos de alimentos que no dan abasto, gente pidiendo por la calle, trabajadores que no cobran, subvenciones que no llegan, dependientes sin ayuda, copago sanitario, colegios que se hunden, paro y miseria por todos lados, y nos gastamos 120.000 euros al año en rebajarles el precio de la cerveza a los políticos. Yo, ¿qué quieren que les diga? Más que ironía me sale la mala leche. Si aún anduvieran picando en una mina, dices: "Las criaturas, tienen que alimentarse bien y no es cuestión de que se les vaya medio sueldo en el cocido", pero estos, que a veces lo único que hacen es darle a un botón, ya me contarán... Exhaustos andan de tanto curro. Pues bien, ninguno es mileurista, pero disponen en su mismo lugar de trabajo de un restaurante con menús a partir de 5,80 euros, bocatas a 0,75 y tapitas de ensaladilla a 0,95 por obra y gracia de nuestros impuestos. No voy yo a atreverme a apuntar la de cosas que se podrían hacer con los 10.000 euros mensuales de subvención para la cafetería de las Cortes, pero seguro que diez parados agradecerían un trabajillo aunque fuera mal pagado o, si no, oye, café para todos, porque yo estoy hasta las narices de pagar el doble por el bocata de tortilla en el bar de al lado sin que ni a mi empresa ni a mis gobernantes se les ocurra subvencionarme la tostada. Ellos siguen resaltando los sacrificios que realizan para sacar a este país de la crisis como si lo pagaran de su bolsillo. Y lo peor es que igual hasta se lo creen. Yo, de momento, y dada la precaria situación que atraviesa el periodismo últimamente, me lo pido. Señores hacedores de las listas electorales, cuenten conmigo para ir a las Cortes o al Senado o al Congreso o al Parlamento Europeo... oye, o al Ayuntamiento, que yo también estoy dispuesta a sacrificarme. Información, 13 de enero de 2013 1) Comenta el uso de la ironía, el humor y el sarcasmo en el texto. 2) Comenta los rasgos del habla coloquial que se advierten en el texto. 3) Analiza la adecuación del texto de la página 99 (Manda huevos y huevas). Recuerda que en esta cuestión has de comentar todo lo relacionado con la tipología textual, el género discursivo, el ámbito de uso, las funciones lingüísticas relacionadas con la intención comunicativa, el registro idiomático y la modalización. 4) Contrasta los elementos de la modalización en el texto con el uso de la impersonalización (editorial de la página 48). AQUÍ TENÉIS UN EJEMPLO DE POSIBLES RESPUESTAS A LAS DOS PRIMERAS PREGUNTAS. EL TEXTO NO ES MÍO, SINO DE DOS DE VUESTRAS COMPAÑERAS Comenta el uso de la ironía, el humor y el sarcasmo en el texto. La ironía, el humor y el sarcasmo son recursos literarios valorativos que denotan la presencia del emisor de un texto. Son, por consiguiente, elementos modalizadores que se relacionan directamente con la subjetividad que el enunciador manifiesta en su discurso. De este modo, Isabel Vicente presenta un artículo repleto de estos elementos. En el primer párrafo utiliza la expresión "me entran sarpullidos" para referirse a la incomodidad que le provoca que los políticos afirmen que son capaces de sacrificarse cuando claramente han demostrado todo lo contrario. También la comparación "como el común de los mortales" tiene cierta connotación irónica, pues da a entender que la clase política forma parte de una "élite" a la que se le conceden ciertos privilegios de los que no pueden gozar el resto de trabajadores. Al inicio del segundo párrafo se pierde el tono humorístico que había ido adquiriendo el artículo. La seriedad de las cuatro primeras líneas refleja la gravedad del asunto que se está tratando. Sin embargo, la autora retoma el tono irónico con expresiones como "exhaustos andan de tanto curro", refiriéndose al escaso trabajo físico que los políticos realizan. El tercer párrafo continúa con el mismo estilo de toda la columna. Destacamos el sintagma "café para todos", con el cual Isabel Vicente reclama igualdad, o la oración "yo también estoy dispuesta a sacrificarme", que muestra la opinión generalizada de que a muchos les gustaría estar en la posición de los políticos, es decir, trabajando poco a cambio de un elevado sueldo y demás beneficios. En conclusión, el uso de estos recursos modalizadores sirve a la autora para hacer una crítica directa a la situación política actual, así como para aproximarse al receptor y amenizar la lectura del artículo. Comenta los rasgos del habla coloquial que se advierten en el texto. La utilización del habla coloquial en un texto periodístico supone un cambio de registro que suele tener como finalidad un acercamiento a los lectores, con quienes el emisor busca una complicidad. Se trata, en consecuencia, de un recurso modalizador. En el artículo que estamos analizando se aprecian varios rasgos propios de la lengua informal. Así, encontramos numerosas frases hechas como "me entran sarpullidos", "por obra y gracia" o "estoy hasta las narices", con las que la autora manifiesta su indignación ante la actitud de los políticos. Además, se pueden apreciar enunciados inconclusos ("ya me contarán...") que invitan al lector a seguir leyendo. Con la misma intención crítica hallamos otras características del registro coloquial, que se reflejan en los diminutivos con un valor despectivo "eurillos", "cafetito", "tapitas " y "trabajillo". Junto a estos diminutivos podemos añadir la presencia de un léxico familiar ("bocata", "curro"), la metáfora "las criaturas" y la comparación humorística "como el común de los mortales". Por otro lado, observamos el empleo de un vocabulario grosero con el que la autora refuerza su sentimiento de indignación ante dicha situación ("nos joroban", "mala leche" y "estoy hasta las narices"). La ordenación subjetiva de los elementos de la oración es otro de los recursos utilizados con asiduidad en nuestras conversaciones informales; un recurso que advertimos en enunciados como "porque lo que es con ellos no parece ir la fiesta" o "yo, ¿qué quieren que les diga?". Finalmente, el uso de apelaciones al oyente (como el último ejemplo aportado) y de exclamaciones valorativas ("¡Ay lo de las dietas!") ayudan a la autora a mostrar su presencia y a aproximarse al lector. En conclusión, podemos asegurar que todos estos rasgos del habla coloquial tienen una intención irónica y humorística, y aparecen para hacer una crítica directa a la situación política actual.