IMPRIMIR NOTICIA El Periódico - edición impresa GRAN BARCELONA REPORTAJE A cara descubierta • Barcelona otorga la medalla de honor a una ONG que trabaja para normalizar la imagen de los enfermos de sida • El presidente del grupo es seropositivo desde 1986 ÀNGELS GALLARDO BARCELONA Quién le hubiera dicho hace tres o cuatro años a Ferran Pujol Roca, infectado por el virus del sida desde 1986, que el alcalde Joan Clos lo invitaría a tomar la palabra en el Saló de Cent, repleto de personas de renombre social, y le concedería la medalla de honor de Barcelona por su consistente apoyo a los Condecoración Ferran Pujol recibe la medalla de miles de portadores del VIH que honor de Barcelona de manos del alcalde. Foto: mantienen en secreto riguroso su SERGIO LAINZ situación porque causa rechazo. Así ocurrió ayer, cuando Pujol Roca fue designado para dar las gracias en nombre de los 25 ciudadanos que, junto a él, fueron honrados por sus acciones económicas, deportivas, científicas o sociales. Hace muy pocos años, su presencia resultaba incómoda, comentó. Pujol, de 46 años, hijo de la clase media barcelonesa y ex publicista audiovisual de éxito, ha sido --y es, porque el terror que inspiró el término "sida" apenas ha cambiado-- una de las tres o cuatro únicas personas de Catalunya que exponen en público, con nombre y de cara, su diagnóstico positivo. Siempre se ha propuesto que el sida sea una enfermedad aceptada socialmente con normalidad, aunque admite que su éxito en este tema es escaso. "Yo informo de mi situación, no hago entretenimiento mediático -puntualiza--. Me horrorizan esos seropositivos que salen en televisión con peluca y gafas oscuras, de espaldas o con voz de Alien, aunque sé que decir tengo sida puede crearte muchos problemas y comprendo a quien lo oculta". Necesariamente mortal Tenía 27 años, y se sentía bien, cuando decidió hacerse el test sanguíneo que determina un contagio de sida. En aquel momento, año 1986, no servía de nada conocer el resultado. No había tratamiento. "Pedí la prueba porque soy homosexual y eso significaba ser de un grupo vulnerable", dice. Tenía el VIH. "Necesariamente mortal", se dijo a sí mismo. Tras cuatro años de tristeza, depresión, agresividad y pena por tener que morirse ya, "sin ver los Juegos Olímpicos del 92, que en el fondo no me interesaban lo más mínimo", Pujol hizo un viaje a Grecia y regresó renovado. Informó a sus padres de su infección y les comunicó que iba a ser un rostro público del sida, para que alguna vez los afectados por el VIH fueran aceptados como enfermos normales. "Mis padres respondieron como los de la película Philadelphia, dijeron: Hijo, es tu vida, haz lo que debas hacer, nosotros aceptamos lo que tú decidas". Fue un gesto inolvidable, asegura. "En aquel momento, había familias que al conocer que su hijo tenía sida compraban otra lavadora, para lavar su ropa por separado y le servían la comida en platos y cubiertos de un solo uso. Una humillación". Fundó la ONG Projecte dels Noms en 1993, expuso en público su situación e invitó al Ayuntamiento de Barcelona a colocar en su fachada principal, cada 1 de diciembre, Día Mundial del Sida, un enorme tapiz en el estarían bordados los nombres o los rostros de los miles de barceloneses que entonces morían de sida. En 1995, el alcalde Pasqual Maragall aceptó. "Fue un hecho insólito en Europa -sostiene Pujol--. El mensaje implícito decía: el ayuntamiento no sólo nos acepta, sino que cuelga el nombre de nuestros muertos en su fachada, junto a las banderas y los estandartes". Al año siguiente, la Generalitat pidió que colgaran otro tapiz igual en su fachada. Y así lo siguen haciendo. Desde 1996, Ferran Pujol ya no piensa que va a morir de inmediato. "Ese fue el año del cóctel de fármacos antisida, de los inhibidores de la proteasa que frenan al VIH --prosigue--. Su efecto era tan fulminante que se hablaba del efecto Lázaro. Los moribundos revivían en pocos días". Projecte dels Noms hace muchos años que no sólo se dedica a elaborar el tapiz. Es una de las ONG antisida más activas de España, impulsora del Día de la Prueba del Sida. Por sus locales pasan cada año una media de 150 nuevos infectados por el VIH. Su función social ya es indiscutible. Noticia publicada en la página 46 de la edición de 20/1/2006 de El Periódico - edición impresa. Para ver la página completa, descargue el archivo en formato PDF Imprimir Enviar PDF Anterior AVISO LEGAL © Ediciones Primera Plana S.A. 2005 Siguiente