Génesis actualidad sindicalismo magisterial

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militando
Génesis
y
actualidad
del
sindicalismo
magisterial
Marcha del Color de la Tierra, marzo de 2001
JESÚS VILLASECA/LA JORNADA
II Congreso Nacional Indígena, Nurío, Michoacán, marzo de 2001
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Enrique Ávila Carrillo
CARLOS RAMOS MAMAHUA
odnatilim
El sistema educativo en cualquier país se vincula
en forma estrecha con el esquema de control político, ideológico, social y económico que los estratos
hegemónicos impulsan sobre las capas poblacionales subordinadas. De tal manera se ha repetido
este esbozo, que la historia de las luchas emprendidas por los profesores de educación básica durante
el siglo XX y los escasos años de la centuria actual,
están regidas por la obtención de un mayor salario
y sobre todo por la incesante búsqueda de la democracia en la toma de decisiones en sus respectivas
organizaciones gremiales; de igual forma han destacado los continuos enfrentamientos entre autoridades y docentes por la diversa concepción que se
ha mantenido sobre la aplicación de los planes y
programas de estudio que han sido empleados en
muchas ocasiones sin el menor asomo científico
en su implantación.
Los trabajadores de la educación han nutrido
sus experiencias de lucha en diversas matrices ideológicas, que van desde el positivismo impulsado
de manera abierta por las autoridades educativas
del porfiriato, etapa en la que intelectuales de la
talla de Luis Cabrera, Justo Sierra, Gabino Barreda
entre otros, se encargaron de elaborar toda una
doctrina que giraba en torno de la aplicación de
una supuesta ciencia que introduciría a nuestro
país en el concierto de naciones civilizadas. Desde
luego, los encargados de llevar a cabo esta profunda transformación en el sistema educativo eran los
profesores mexicanos, que de inmediato iniciaron
su organización para obtener mejores condiciones
profesionales y económicas.
Por su parte, el anarcosindicalismo, que tenía
como referencia obligada a los militantes del Partido Liberal Mexicano, inició desde la primera década del siglo XX una denodada lucha por organizar
desde abajo a los maestros. En esta empresa destacó el legendario profesor anarquista Librado Rivera, quien desde su natal San Luis Potosí impulsó
ideas libertarias contra las concepciones educativas y salariales del régimen de Porfirio Díaz1.
Esta fuente ideológica será constantemente
utilizada por los profesores en sus impulsos revolucionarios: Otilio Montaño, quien redactó en
unión de Emiliano Zapata el Plan de Ayala en las
serranías poblanas, provenía de esta ideología;
igual génesis formativa tuvo Gildardo Magaña
quien, desde su natal estado de Michoacán, participó en las luchas de su gremio por aumentos salariales. Sus inquietudes políticas lo llevaron a
unirse a diversas agrupaciones opuestas a la dictadura; destacó su apoyo al Plan Político Social de
marzo de 1911 en torno a la legendaria figura de la
profesora Dolores Jiménez y Muro; posteriormente sus simpatías fueron atraídas por Andrés Molina
Enríquez quien al dar a conocer su Plan de Texcoco arrastró al profesor Magaña incluso hasta la cárcel. En la cárcel entabló una estrecha relación con
Francisco Villa al que, según sus propias palabras,
le enseñó las primeras letras; esta amistad sería de
gran valía en las relaciones políticas entre los destacamentos del Ejército Libertador del Sur y la
División del Norte.
Entre las contradicciones del movimiento
armado destacaron los brotes de organización
magisterial que eran promovidas por el ala izquierda del carrancismo: Cándido Aguilar en Veracruz y
Salvador Alvarado en Yucatán impulsaron en esas
entidades gobernadas por ellos una convención y
un congreso de maestras, respectivamente. En la
misma vertiente de organización, los maestros de
Puebla, Tlaxcala y Veracruz participaron en 1918
de manera activa en la fundación de la CROM
(Confederación Regional Obrera Mexicana).
En la ciudad de México, los profesores aglutinados en torno a la ideología ácrata estallaron, en
1919, un movimiento huelguístico que logró la
solidaridad de tranviarios, electricistas, taxistas,
panaderos, voceadores y otros sectores de trabajadores, lo cual se convirtió en uno de los primeros
enfrentamientos entre los docentes mexicanos y el
Estado presidido por Venustiano Carranza. Este
intento por obtener democracia y aumento de salario fue reprimido2 y sus principales dirigentes
cesados y encarcelados; esta actitud represiva se
va a convertir en una constante de los diversos
gobiernos frente a los maestros.
En la segunda década del siglo XX, realizó su
aparición como organizador de algunos sectores
de maestros pertenecientes a la CROM un personaje culto y de una gran capacidad oratoria, que en
muchas ocasiones colindaba los límites de la más
barata demagogia: me refiero a Vicente Lombardo
Toledano, quién fundó La Liga de Profesores del
Distrito Federal y cuya política desde el inicio
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estuvo encausada hacia la preservación de excelentes relaciones con los hombres del poder. Esta
nefasta conducción de las primeras organizaciones
magisteriales llevó, en no pocas ocasiones, a la
supeditación parcial o absoluta de los intereses de
los profesores a las necesidades del gobierno en
turno.
En esta etapa, la educación se vio enriquecida por las misiones culturales y las escuelas rurales, también conocidas como casas del pueblo, las
cuales en lo general tuvieron un proceso de acercamiento con las necesidades de los municipios, sin
embargo, en no pocas ocasiones la directrices
escolares chocaban de manera abierta con los usos
y costumbres de las comunidades originarias de
esta nación.
El impulso que dio José Vasconcelos a la
educación rural fue amplio, de tal forma que en
1923 existían 13 mil 487 escuelas diseminadas en
remotos lugares de nuestra geografía3. Aunado a
este esfuerzo educativo se llevó a cabo la gran
revolución pictórica que encabezaron José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro
Siqueiros.
Con el control que Lombardo Toledano tuvo
sobre la Federación Nacional de Maestros que se
constituyó a finales de 1926, se inició la aplicación
del nacionalismo revolucionario como ideología
afín a los gobiernos supuestamente emanados del
proceso armado de 1910. Con este concepto un
tanto cuanto confuso, surgieron una serie de organizaciones magisteriales que pugnaban por representar los intereses de los profesores de educación
básica; se puede afirmar que prácticamente en
todos los estados de la república existían agrupaciones creadas en torno a estas concepciones
ideológicas.
A estas incipientes congregaciones se sumaron los positivistas, que de manera natural encontraron puntos de vista convergentes con las
posiciones del nacionalismo revolucionario. También continuaban con su esfuerzo militante y organizacional los anarquistas ya mencionados y, de
manera destacada, dio inicio la propagandización
entre los maestros de las ideas marxistas, debido
sobre todo al triunfo en la Rusia zarista de la revolución proletaria encabezada por Lenin.
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Frentes, Ligas, Uniones, Confederaciones,
Federaciones, afiliaciones a organizaciones
magisteriales internacionales, fueron nombres y
actitudes que los maestros de los años 30 e inicios
de los 40 tuvieron que aprenderse y decidirse a
militar en ellas no siempre utilizando su libre albedrío sino que, en la mayoría de los casos, fueron
afiliados al iniciar su vida profesional de manera
automática y por lo tanto arbitraria a la organización sindical afín a las necesidades políticas y
sociales de la autoridad estatal en turno.
No obstante esta gran dispersión sindical que
existía, los profesores mexicanos participaron en
la llamada educación socialista del período cardenista, asumiendo como gremio los aciertos y los
fracasos de este proyecto sexenal, que dejó profundas concepciones gremiales y también corporativas en la mayoría de los docentes, práctica ésta que
se reflejaría en el quehacer político y organizativo
de los maestros mexicanos en los años posteriores.
La supeditación a los intereses del poder ejecutivo de la mayoría de las dirigencias magisteriales, los llevaba a competir en la obtención del
beneplácito de los gobiernos estatales y federales
que siguieron al régimen cardenista. Dejando de
lado los intereses gremiales y priorizando los particulares, institucionalizándose de esta forma la
corrupción en el manejo de las demandas sindicales de los profesores de educación básica.
El ingreso de México a la Segunda Guerra
Mundial en mayo de 1942, radicalizó la urgencia
del gobierno por afinar sus políticas corporativas
hacia los trabajadores en general, imponiéndoles
acuerdos, tales como: la eficiencia en el trabajo, la
cooperación de obreros y patrones en torno al
gobierno de Ávila Camacho, el máximo esfuerzo y
disciplina de los trabajadores en el proceso productivo, la absoluta suspensión de todo tipo de
paros y desde luego de la huelga, aclarándose que
en caso de conflicto, se podía acudir al presidente
de la República como árbitro supremo4. Con este
Pacto de Unidad Nacional se perdían en la práctica los derechos sociales que se habían plasmado en
el artículo 123 de la Constitución de 1917.
Esta política fue consentida por las dirigencias gremiales sin protestas significativas y admitieron sin mayores objeciones el cambio de
orientación en los planes de estudio, que dejaban
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de impulsar la educación socialista, y aceptaron la
aplicación de su antítesis educativa que fue la
escuela del amor, que inspiró el tristemente célebre Octavio Béjar Vázquez quién destruyó sistemáticamente los elementos socializadores del
proyecto cardenista.
En este contexto de supuesta lucha contra el
fascismo, diversas organizaciones magisteriales,
entre las que destacaban el Sindicato Único de
Trabajadores de la Enseñanza, el Sindicato Mexicano de Maestros y Trabajadores de Educación, el
Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza Mexicana, el Sindicato Nacional Autónomo de Trabajadores de la Educación, decidieron el 30 de
diciembre de 1943 fundar el Sindicato Nacional
mostraron decididos a imponer el nacionalismo
revolucionario como base de la estructura ideológica y, por lo tanto, dedicaron su mejor esfuerzo
en impulsar una política que apoyara al régimen
de Manuel Ávila Camacho. De igual forma, pero
con finalidades diferentes, los profesores integrantes del Partido Comunista impulsaban un
Frente Popular que convergía en el apoyo al
gobierno en turno. Había un tercer grupo de maestros, en cuyo interior se encontraban resabios de
racionalismo de corte anarquista y algunos planteamientos nacionalistas. Todas estas corrientes
de opinión impulsaron la candidatura a secretario
general del maestro Luis Chávez Orozco quien
resultó electo y, en los meses que siguieron, sería
Marcha del Color de la Tierra, ciudad de México, 11 de marzo de 2001
de los Trabajadores de la Educación (SNTE)5,
después de seis tortuosos días en que las negociaciones fluctuaban entre el cómo redistribuirse los
cotos de poder y el grado de supeditación al
gobierno federal que debía tener desde su nacimiento este nuevo intento de organización de los
profesores mexicanos. Las corrientes sindicales
e ideológicas que dieron forma a la agrupación
gremial más importante del siglo XX fueron: los
lombardistas quienes, en abierta conjunción con
los integrantes del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), desde el inicio de los trabajos se
FÉLIX CÚNEO
presionado y obstaculizado en su gestoría política
y administrativa a tal grado que fue obligado a
renunciar al cargo.
El supuesto éxito del gobierno de Ávila
Camacho puede circunscribirse a la consolidación
de las organizaciones corporativas de la clase
obrera. De forma especial, un logro del militar
poblano consistió en la fundación del SNTE como
agrupación única de los maestros y, sobre todo, en
que la dirección de este flamante sindicato estaba
en manos de profesores adictos al nacionalismo
revolucionario.
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La dirigencia del SNTE sostuvo de manera
abierta e incondicional la candidatura a la presidencia de la República de Miguel Alemán (el
cachorro de la revolución, como lo había bautizado Lombardo Toledano) y, por consiguiente, el
apoyo acrítico de la cúpula magisterial a la Campaña Nacional Alfabetizadora, a la creación del
Instituto de Capacitación del Magisterio, al cambio de redacción y de espíritu del artículo tercero
constitucional que abandonaba toda mención a la
educación socialista.
Estas medidas se pudieron aplicar fácilmente
con la participación entusiasta de las dirigencias
que profesaban el nacionalismo revolucionario
como credo ideológico. En lugar del mejoramiento
de las condiciones materiales de salud y educativas de la población, lo que surgió fue un régimen
autoritario, dependiente del imperialismo y profundamente antipopular6.
Durante el sexenio alemanista, las huelgas
fueron reprimidas con mayor énfasis, las concepciones anticomunistas pronto sentaron sus reales
al interior de la organización sindical, a tal grado
que se perseguía a los maestros en las escuelas por
su manera de pensar.
La alta burocracia sindical encontró el camino expedito para enriquecerse: los fraccionamientos, las tiendas de consumo, la venta de plazas, los
hoteles, los préstamos hipotecarios, el control de
bancos, fueron algunos de los muchos negocios en
los que las dirigencias del SNTE pronto alcanzaron niveles de corrupción inimaginables.
Los sectores progresistas del SNTE intentaron organizarse para contrarrestar la ofensiva del
“charrismo” (término con el que se identificaba al
sindicalismo blanco afín al gobierno y que debe su
nombre a Jesús Díaz de León, dirigente espurio
ferrocarrilero que en 1948 solicitó la utilización
de la fuerza pública en contra de sus compañeros
en paro): así, en 1951, aglutinados en torno a las
demandas de democracia sindical, aumento salarial, asistencia social y una ley de pensiones, fundaron el Frente Nacional de Unificación
Magisterial. Sin embargo, sus integrantes pronto
enfrentaron la división de intereses entre los profesores que seguían las directrices de Lombardo
Toledano y los miembros del Partido Comunista.
Además, la gran mayoría de los puestos sindicales
en el ámbito nacional estaban ocupados por militantes del Partido Revolucionario Institucional
(PRI), lo cual de entrada entorpecía de manera sustantiva todo tipo de actividad sindical.
La antidemocracia se extendía por todo el
SNTE: la militancia degradaba a quien la ejercía y
se establecía la sumisión política como mérito para
ascender en la escala jerárquica del charrismo sindical.
La demagogia de las diversas dirigencias del
SNTE los llevaba a pronunciarse en abstracto contra el imperialismo y la reacción interna, por la
defensa de la paz, la lucha contra la desigualdad
social, pero ubicaban con especial énfasis que la
mejor manera de llevar a buen fin estos ideales era
otorgando su aval irrestricto al gobierno en turno
que emanaba de la Revolución Mexicana.
A pesar del control corporativo que se ejercía
en esta etapa sobre los maestros a escala nacional,
los movimientos de inconformidad dentro del
magisterio fueron constantes: en 1955, los profesores de Jalisco y Tamaulipas decretaron paros por
exigencias saláriales; en 1956, los trabajadores de
la educación decidieron suspender sus labores en
Sinaloa, Chihuahua, Oaxaca, Yucatán y estado de
México, con demandas fundamentalmente económicas.
Los enfrentamientos en la sección 9 del
SNTE, alcanzaron un alto grado en 1956, cuando
pugnas de carácter interburocrático llevaron al
profesor Abel Ramírez Acosta, dirigente progubernamental, a exigir el 30 por ciento de aumento
salarial y además planteaba en un alarde demagógico la huelga como medio de lucha para obtener
resultados satisfactorios a sus demandas. Sin
embargo, fiel a su costumbre de tomar acuerdos a
espaldas de los trabajadores, aceptó el 14 por ciento de aumento. La inmensa mayoría de los maestros de la sección 9 rechazaron esta actitud,
desconociéndolo y nombrando, meses después en
septiembre de 1956, en una asamblea realizada en
el Rancho del Charro de la ciudad de México, una
dirección encabezada por el maestro Othón Salazar. El magisterio de la sección 9, al elegir un
comité sin la aprobación de la dirigencia nacional,
estaba avanzando de manera vertiginosa en la consecución de la democracia sindical y sobre todo
realizaba esfuerzos importantes para terminar con
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la preponderancia de la ideología del nacionalismo revolucionario entre los maestros.
La respuesta de la directiva nacional se tornó
agresiva e intolerante: acordó nombrar una Comisión de Honor y Justicia para realizar una investigación sobre la supuesta actitud atentatoria contra
la unidad del sindicato, que llevaban a cabo Othón
Salazar y sus correligionarios. Los profesores
othonistas, como se les empezó a llamar, respondieron con mítines, marchas y múltiples asambleas
con padres de familia en las que se les informaba
de la problemática que enfrentaban. En 1957, se
fundó el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), organización que encabezó la lucha
durante 1957 con la finalidad de que fuera reconocido el comité electo democráticamente.
El 11 de diciembre de 1957 los profesores del
MRM plasmaron en un pliego petitorio sus
demandas: 40 por ciento de aumento al salario a
partir del 1 de enero de 1958, jubilación a los 30
años de servicio sin límite de edad, aguinaldo equivalente a 60 días, incorporación del sobresueldo
del 10 por ciento de vida cara al sueldo nominal,
extensión de los aumentos de salario a los profesores jubilados, entre las más importantes de sus exigencias7.
La ideología del nacionalismo revolucionario volvió a tomar cartas en la problemática magisterial: el 2 de diciembre de 1957, los maestros
integrantes del MRM decidieron después de
arduas discusiones otorgar públicamente su apoyo
al candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la República, Adolfo López
Mateos.
Caro ha costado al movimiento social de este
país las concesiones otorgadas al nacionalismo
revolucionario por los movimientos de masas.
El 12 abril de 1958, un mitin programado por
los profesores othonistas fue reprimido violentamente por la fuerza pública. La respuesta fue
inmediata: se acordó el paro indefinido en la sección 9 a partir del 16 de abril, el 30 del mismo mes
los maestros decidieron quedarse en guardia permanente en los patios de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y no retirarse hasta que fueran
satisfechas sus demandas.
La ocupación de la SEP, se convirtió en un
ejemplo de lucha sindical. Diariamente durante
más de un mes, se realizaron dos mítines con la
participación de padres de familia, organizaciones
solidarias y militantes sindicales. En sus intervenciones, los oradores reiteraban el apoyo y la decisión de no abandonar las instalaciones hasta
obtener solución satisfactoria.
En pleno combate político y sindical de los
profesores de enseñanza elemental, el secretario
general del Partido Comunista Mexicano, Dionisio Encinas, realizó desafortunadas declaraciones
a los medios de comunicación en las que aconsejaba a los dirigentes del Movimiento Revolucionario
del Magisterio el rápido entendimiento con los
líderes del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE8.
La solidaridad de diversos actores sociales
con el movimiento magisterial empezó a preocupar al gobierno que, el 2 de junio, resolvió de
manera parcial las demandas magisteriales. Esta
etapa de la lucha culminó con el abandono de las
instalaciones de la SEP y la realización de una
magna marcha que exigía parar la represión administrativa contra los profesores othonistas.
En 1958, la insurgencia de los ferrocarrileros, electricistas, telegrafistas, panaderos, petroleros, maestros y otros sectores sociales pusieron en
jaque a las burocracias sindicales oficiales, las
cuales se lanzaron a una ofensiva primero periodística y después, con el apoyo de todo el aparato
judicial, persiguieron y en no pocos casos lograron
el encarcelamiento de los dirigentes de estas organizaciones. La represión se consumó, a pesar de
que una preocupación constante de la dirección del
MRM en esta etapa consistió en declarar de manera reiterada que su lucha era únicamente por
aumento salarial y que no se oponían al gobierno y
mucho menos al presidente de la República e insistían en que su movimiento no era de tipo político9.
En el caso del magisterio, el 6 de septiembre
de 1958 fueron detenidos entre otros Othón Salazar y Encarnación Pérez Rivero. Según cifras oficiales, el número de profesores encarcelados fue
de 208. La respuesta del profesorado fue terminante: se declaraba el paro indefinido a partir del
8 de septiembre. La demanda prioritaria del
MRM era la inmediata liberación de los presos
políticos. Como respuesta, el Estado declaró a los
principales dirigentes formalmente presos el 12
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de septiembre y sin derecho a la libertad bajo
fianza.
La represión laboral, policíaca y sindical a
que estaba sometido el movimiento magisterial
obligó al Pleno de Representantes de la sección 9 a
decidir el levantamiento del paro el 11 de septiembre, sin ninguna condición y sólo con algunas promesas del oficial mayor de la Secretaría de
Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz. Una de ellas se
cumplió, pues se convocó a elecciones y la planilla
del MRM, encabezada por Gabriel Pérez Rivero,
obtuvo el triunfo. El profesor Salazar no fue elegible por estar detenido en la penitenciaria de
Lecumberri, sin embargo, el triunfo fue amplio.
La actividad constante como la repartición
de volantes, pláticas, colectas de dinero, mítines
en zonas escolares, pequeñas marchas, así como
inserciones periodísticas y otras, llevadas a cabo
Marcha del Color de la Tierra, Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001
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por ferrocarrileros, electricistas, padres de familia, asociaciones de profesionistas, estudiantes y
desde luego los miembros de la sección 9, obligaron al funcionario recién instalado en la presidencia de la República, Adolfo López Mateos, a
liberar en los primeros días de diciembre a los
maestros detenidos.
Sin embargo, las confrontaciones entre el
charrismo y los profesores othonistas prosiguieron
y el movimiento fue reprimido brutalmente el 4 de
agosto de 1960, con un saldo de más de 500 heridos y varias decenas de maestros encarcelados.
Después de la represión, los apoyos de sindicatos obreros disminuyeron sobre todo por el
temor de ser tratados de igual manera; la campaña anticomunista del gobierno en contra de las
dirigencias magisteriales alcanzó niveles nunca
antes conocidos en nuestro país. Los partidos políticos con mayor presencia en la izquierda el PCM y
el Partido Obrero Campesino de México, se encontraban inmersos en discusiones internas y poco
pudieron aportar al movimiento en esta etapa, que
no fuera su propia confusión e indecisión política.
La venganza de las autoridades contra los
maestros de la sección 9 se manifestó de varias formas: se les obligó a firmar documentos de adhesión
a los charros que después eran dados a conocer en
los centros escolares, quitándoles a los profesores
toda credibilidad política y ética; se les retuvo el
salario durante más de tres meses; se les amagó con
policías en sus domicilios; en una palabra sus derechos sindicales fueron anulados y las leyes que
estaban vigentes en ese momento pasaron a ser
simplemente objetos decorativos.
ARTURO FUENTES
Con las derrotas del movimiento ferrocarrilero en 1959 y de los docentes de enseñanza primaria
en 1960, el Estado mexicano pasó a la ofensiva
contra todos aquellos sectores sociales que persistían en sostener su independencia con respecto al
gobierno y su partido el PRI: el encarcelamiento,
la represión laboral y sobre todo la negación reiterada de los derechos democráticos se convirtieron
en la constante de los regímenes de Adolfo López
Mateos y de Gustavo Díaz Ordaz. El asesinato de
Rubén Jaramillo, la persecución de los médicos, la
constante aplicación del delito de disolución
social, llevó a las cárceles mexicanas a luchadores
sociales e intelectuales de la talla de Víctor Rico
Galán, Adolfo Gilly, Gilberto Balam y otros no
menos destacados que se unieron a Valentín
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Campa y Demetrio Vallejo, quienes se encontraban encarcelados desde 1959. La masacre de
copreros en Acapulco en 1967.
La constante anulación de los derechos
democráticos e individuales consagrados en la
Constitución, que se conculcaban en todo el país,
fueron convirtiendo a las escuelas de Educación
Superior en los últimos reductos en los que se
podía discutir política con relativa libertad; sin
embargo, también la represión llegó a las universidades de Sonora y Michoacán en 1966 y 1967 respectivamente, con su consabida secuela de
violencia y encarcelamientos.
El estallido del movimiento estudiantil de
1968 de inmediato encontró eco en la reprimida
insurgencia magisterial: el MRM —que tenía en
esta etapa notoria influencia del Partido Comunista— y el Comité Coordinador de Comités de
Marcha del Color de la Tierra, Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001
Lucha Magisteriales —quienes se reclamaban
maoístas— se volcaron en apoyo de los estudiantes de educación media y superior, incluso después
de la matanza del 2 de octubre. Los maestros de
educación básica del Distrito Federal convocaron
el 12 de noviembre de 1968 a un paro de labores; la
represión estatal actuó de inmediato y cesó a 63
profesores; el movimiento se replegó y lo único
que se pudo articular fue una débil respuesta en los
patios de la SEP el 18 de noviembre exigiendo el
cese a la represión.
La última escuela en levantar el paro en el
movimiento estudiantil fue la Normal Superior de
México, cuyos alumnos y maestros decidieron
proseguir la lucha hasta el 10 de enero de 196910.
En los años posteriores, esta institución formadora
de docentes se convertiría en el gran laboratorio
social de donde egresarían una gran cantidad de
luchadores magisteriales que durante las décadas
de los 70 y 80 van a impugnar la existencia del
charrismo en el SNTE.
En diciembre de 1970, asumió la presidencia
de la República Luis Echeverría Alvarez, y con su
llegada al poder, la represión contra el sindicalismo independiente adquirió mayor contundencia:
la ocupación policíaca en 1971 de Ayotla Textil;
las huelgas rotas con inusitada violencia en General Motors, General Electric, Medalla y Kelvinator, en 1972; la represión en 1974 y 75 contra los
sindicatos de la construcción y de chóferes en el
Distrito Federal; el uso del ejército en contra de los
electricistas del SUTERM en 1975-76 que liquidó
su huelga11. Bajo esta perspectiva, la acción sindical de los maestros se tornó difícil y complicada,
ARTURO FUENTES
sin embargo, la actividad por obtener aumentos
salariales y por la vigencia de la democracia, proseguía en prácticamente todas las secciones del
país, de tal forma que en 1972 surgió en el DF el
Bloque de Delegaciones Independientes que,
durante su existencia de varios años, combatió
frontalmente al charrismo.
Las pugnas interpriístas llevaron a un grupo
gangsteril, encabezado por Carlos Jonguitud
Barrios, a la toma violenta de las instalaciones del
sindicato nacional, destituyendo a Carlos Olmos
que era integrante de otro grupo de poder del partido oficial (los roblesmartinistas). El arribo de
Vanguardia Revolucionaria —como posteriormente se autobautizaron los golpeadores aglutinados en torno al profesor Jonguitud— estableció un
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violento control sobre los órganos sindicales estatales que se resistían a quedar supeditados al control mafioso de la cúpula vanguardista.
Durante el periodo en que Vanguardia Revolucionaria controló la dirección del SNTE, se
apoyó de manera abierta la planeación, evaluación
e instrumentación de la política educativa del Estado, además se dio a la tarea de impulsar la creación
de la Universidad Pedagógica Nacional UPN) que,
según sus cálculos, le daría al SNTE el control
sobre los futuros maestros, sobre todo, debido al
rechazo que enfrentaban en las escuelas normales
del país.
El supuesto auge económico que derivaría
del descubrimiento de grandes yacimientos petrolíferos afectó de manera directa las condiciones de
vida de los maestros del sureste mexicano. Los
integrantes de la sección 7 de Chiapas se declararon en paro los primeros días de septiembre de
1979, fundaron el Consejo Central de Lucha y
obligaron a la dirigencia del SNTE a tramitar un
aumento de mil 500 pesos mensuales y a no ejercer
represalias contra los paristas.
De igual forma, en octubre de 1979, en el
poblado de Playas del Rosario, en Tabasco, se
formó el Consejo Central de Lucha, el cual acordó
luchar por el 100 por ciento de aumento salarial.
En esa misma etapa, los profesores de la
Montaña, en Guerrero, acordaron realizar una
marcha el 5 de noviembre en Tlapa; en el transcurso de la manifestación, decidieron ocupar las oficinas de la subdelegación del Programa Educativo
de la SEP; dos días después el ejército mexicano
los desalojó con lujo de violencia, el saldo fue de
30 desaparecidos y cerca de 500 profesores heridos. Como consecuencia de la solidaridad del
magisterio nacional, que indignado denostaba la
actitud gangsteril de la cúpula jonguitudista, los
charros se vieron obligados a sentarse y discutir la
problemática del magisterio de la Montaña, resolviéndose de esta manera, bajo presión, parcialmente algunas de las demandas de los profesores
guerrerenses.
También en la región de La Laguna se
declararon en paro indefinido el 23 de octubre,
crearon el Consejo Representativo de los Centros
de Trabajo y demandaban el 100 por ciento de
aumento al sobresueldo, basificación, aguinaldo
de 60 días y en la práctica sus demandas eran
semejantes a las que levantaban los maestros del
sureste mexicano12.
En este ambiente de insurgencia magisterial
que vivían los trabajadores de la educación del
país, se dio a conocer la convocatoria para realizar
el Primer Foro Nacional de Trabajadores de la
Educación y Organizaciones Democráticas del
SNTE, que se realizaría los días 17 y 18 de diciembre de 1979, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. En este
acto los maestros de prácticamente todo el país
decidieron protestar contra la represión, el control
de precios y la carestía de la vida. Pero el acuerdo
más importante de esta reunión fue integrar la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE,
que posteriormente va a ser conocida por sus
siglas: CNTE.
Desde su origen, la CNTE se enfrentó a la
tarea de unificar esfuerzos en la lucha por la democratización del SNTE; para ello se planteaba que
debería aglutinar al magisterio en su lucha en contra del charrismo sindical y combatir los métodos
de corrupción y antidemocracia de los integrantes
de Vanguardia Revolucionaria13.
Las marchas, mítines, foros, congresos, ocupación de locales sindicales, paros, plantones,
huelgas de hambre, así como su destacada participación en los Paros Cívicos Nacionales y las negociaciones con las autoridades sindicales y
estatales, se convirtieron en el principal eje aglutinador de la CNTE. Secciones como la 22 de Oaxaca, la 7 de Chiapas, la 14 de Guerrero, la 18 de
Michoacán, la 9 y 10 en la ciudad de México, la 36
del Valle de México, la 15 de Hidalgo, la 19 de
Morelos y otras fueron, con su altibajos, la columna vertebral de esta organización que ha podido en
diversas etapas detener los agresivos planes educativos y salariales del Estado mexicano en contra
de los trabajadores de la educación.
El violento enfrentamiento con la dirigencia
de Vanguardia Revolucionaria ha dejado un saldo
de varias centenas de maestros asesinados, principalmente en el estado de Oaxaca.
En 1988, el pueblo había demandado en las
urnas la vigencia de la democracia, los mecanismos de control tradicionales del PRI fueron incapaces de evitar la derrota en las elecciones
odnatilim
presidenciales. Carlos Salinas de Gortari subía al
poder como un presidente ilegítimo, las tradicionales formas de control sindical del grupo jonguitudista entraron en crisis, los maestros se
inconformaron con los bajos salarios que recibían
y desconocieron en la práctica al corrupto sistema
político sindical que había instaurado Vanguardia
Revolucionaria.
El 17 de abril de l989, estalla el paro nacional: miles de profesores, que sólo unos meses
antes estaban sometidos a la apatía y al control
charro, se lanzaron al movimiento con una energía
desconocida, discutían sobre política, sobre su
labor cotidiana, organizaban el paro, atendían a los
padres de familia. En una palabra, rompieron las
barreras que el régimen del PRI había instituido
para evitar que las masas irrumpieran en la escena
pública. Se estableció un plantón en la ciudad de
México y en prácticamente todas las capitales de
los estados se realizaron actos de protesta contra la
política salarial que aceptaba dócilmente la espuria dirección sindical.
Finalmente, el 23 de abril de 1989, Carlos
Jonguitud renunciaba a su cargo de presidente
nacional y vitalicio de Vanguardia Revolucionaria
y como asesor permanente del comité ejecutivo
del SNTE.
En su lugar, el gobierno de Salinas nombró a
Elba Esher Gordillo como secretaria general del
SNTE, profesora que creció políticamente a la
sombra del jonguitudismo y que en ese momento
era ungida por el poder ejecutivo federal para proseguir con la política de control, corrupción y
cooptación de los diversos actores del movimiento
magisterial. Cargo en el que se ha sostenido
mediante actitudes de franco gangsterismo al interior de la organización sindical. Más recientemente, los nexos de la mencionada dirigente
magisterial con el Partido Acción Nacional han
llevado a la cúpula del SNTE a enfrentar una verdadera crisis en la aplicación de su supuesta ideología: el nacionalismo revolucionario.
La situación política actual del SNTE es
lamentable: la conciencia gremial de los maestros se ha ido perdiendo conforme avanzan los
planes gubernamentales en contra de la educación pública. Durante años, la CNTE levantó una
política en contra de la ingerencia del partido
oficial en los problemas internos de la organización sindical; hoy esta ingerencia se reproduce al
interior de la propia CNTE, pero con otros actores políticos, destacando el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Como ejemplo de esta
deplorable situación está la sección 18 de
Michoacán. Los vicios burocráticos, la corrupción en la asignación de créditos, el clientelismo,
el corporativismo grotesco (con el oprobioso
pase de lista, de las mejores épocas de Fidel
Velásquez) han hecho su aparición desde hace
varios años al interior de la CNTE. El mejor
ejemplo didáctico de la descomposición al interior de la Coordinadora es la existencia de grupos que se reclaman o reclamaban miembros de
la CNTE, como la sección 10, donde los comisionados supuestamente democráticos duran ya
en su cargo 15 años ininterrumpidos e incluso
ocupan carteras en el Comité Ejecutivo Nacional, representando de manera eminentemente
corporativa a los restos de un supuesto partido
político de izquierda (el Partido Revolucionario
de los Trabajadores); además han presentado
planillas de unidad, con lo que queda del jonguitudismo y con los llamados institucionales, que
son los incondicionales de Elba Esther Gordillo
y, en el colmo de la demagogia, se autonombran
dirigentes históricos de la CNTE. Esto debe ser
frenado de inmediato en todos los centros de trabajo con explicaciones precisas.
La despolitización del conglomerado magisterial se debe, entre otras causas, a una posición
vanguardista y sectaria, con un discurso ultraizquierdista, que alejó a los maestros de base de las
asambleas. Después de lograr sus objetivos, esos
grupos sobreideologizados, se refugiaron en las
entrañas del PRD, obteniendo diputaciones y cargos públicos en los diversos gobiernos que este
partido administra a nivel nacional, dejando sumidas a las secciones 9, 10 y otras, en una crisis de la
que no pueden salir, sobre todo por la incapacidad
notoria de esas tendencias para elaborar una política con los de abajo.
Las diversas dirigencias de la CNTE han utilizado y utilizan (salvo honrosas excepciones) la
antigua presión corporativa, con métodos similares a los que impulsaba el régimen que gobernó
este país durante 70 años.
74
militando
La forma de hacer política sindical que nos
enseñaron parte del principio de que los dirigentes
interpretan las necesidades de sus agremiados.
Durante décadas, éste ha sido el común denominador de las estructuras sindicales del SNTE, así, los
acuerdos trascendentes se toman en las altas esferas de dirección y son llevados a la discusión, en el
mejor de los casos, únicamente para que sean aprobados y así legitimar su actuación, que en muchas
ocasiones ha ido en contra de las más sentidas
demandas de los maestros afiliados.
sus luchas cotidianas, las cuales indiscutiblemente
arribarán a las grandes confrontaciones que seguro
vendrán en los próximos años. Nuestra prioridad
debe ser realizar una política incluyente, no
imponer, sino convencer o ser convencidos; la
lucha magisterial no es nueva y ha conocido actitudes verdaderamente mesiánicas, cuyos dogmas
ideológicos han llevado al fracaso las luchas del
profesorado nacional.
Es por eso que debemos cambiar totalmente
nuestra forma de hacer política y crear, desde
Marcha del Color de la Tierra,
Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001
75
Por lo anterior, es necesario rediscutir nuestra forma de hacer política al interior de nuestro
sindicato, unirnos a las necesidades de los maestros de base, platicar con ellos, realizar reuniones
por centros de trabajo, donde los profesores se
puedan expresar sin llegar con el cúmulo de conocimientos que aturden y ahuyentan al docente de la
participación política. Debemos acompañarlos en
FRANCISCO OLVERA/LA JORNADA
abajo, en compañía de los maestros un verdadero
tejido sindical militante, que esté dispuesto a cambiar su realidad, pero no con paso acelerado, sino
con pasos firmes, con los pies sobre la realidad, no
pensar que nuestra interpretación del proceso sindical es la única, existen otras y debemos escucharlas, para evitar que una vez más, llevemos a
una derrota al movimiento.
odnatilim
Una de las demandas sindicales que los
educativas el impulso en la enseñanza-aprendizaje
docentes han levantado con mayor énfasis en los
debe ser puesto en las variables del mercado, la
últimos años, es la seguridad en el empleo. La
competitividad es la fuerza motriz de la educación,
política neoliberal impulsada por los últimos
según sus muy particulares puntos de vista en
regímenes priístas y el actual gobierno panista,
materia pedagógica.
considera que los sindicatos deben desaparecer y
El reto actual es grande, pero podremos salir
la defensa de la fuente de trabajo debe ser indiviadelante con unidad y perspectiva histórica.

dualizada. Según su concepción de las relaciones
laborales, el maestro está
capacitado para enfrentar
al patrón en forma personal, por eso el perverso
papel jugado por Elba
Esther Gordillo es cuestionado por amplios sectores del profesorado
nacional, puesto que la
dinámica salarial y profesional a la que ha sido
sometido el SNTE, lo ha
llevado a depender cada
vez con mayor fuerza de
los trabajadores eventuales e interinos; una exigencia de los maestros
Marcha del Color de la Tierra, Zócalo de la ciudad de México, 11 de marzo de 2001
FRANCISCO OLVERA/LA JORNADA
sindicalizados es la obtenNotas:
ción de base en el empleo, lo cual se transforma en
1. Cockroft, James D. El maestro de primaria en la Revolución
Mexicana. Ediciones Movimiento. Educación Democrática
seguridad e inamovilidad en el centro de trabajo.
No 2, Segunda edición. México, 1983. p 13.
Finalmente, considero que la lucha por salario,
2. Salazar, Rosendo. Las pugnas de la gleba. Tomo I. PRI.
democracia y seguridad en el empleo que han
Comisión Nacional Editorial. México 1972. pp 259- 260.
3. Robles, Martha. Educación y sociedad en la historia de
sido el eje de las exigencias enarboladas por los
México. Siglo XXI, Editores, S. A . segunda edición. México,
maestros durante la mayor parte del siglo XX y
1978. p 109.
lo que va del XXI, no han perdido actualidad y
4. Salinas Alvarez, Samuel, et al. Maestros y Estado. Tomo I.
Editorial Línea. México, 1984. p 194.
nuestro esfuerzo debe estar encaminado a refor5. Caminemos No. 24. Año VI. Enero de 1989. p 5.
zar, organizar y acompañar las luchas de los
6. Durand, Victor Manuel. La Ruptura de la Nación. UNAM.
maestros a nivel nacional. Una enseñanza de esta
México, 1986. pp 145 – 146.
7. Loyo Brambila, Aurora. El Movimiento Magisterial de 1958
etapa nos puede ser de gran utilidad: no es neceen México. Edit. ERA, S. A. México 1979. pp 40 – 42.
sario, ni correcto, imponer nuestros puntos de
8. Martínez Verdugo, Arnoldo. Et al. Historia del Comunismo
vista políticos, al contrario, debemos tener la
en México. Editorial ERA, S. A., segunda edición, México,
1975. p 107.
capacidad de escuchar y actuar en consecuencia
9. Alonso, Antonio. El Movimiento Ferrocarrilero en México,
con las inquietudes y necesidades de la mayoría
1958- l959. Editorial ERA, S. A. segunda edición, México,
del magisterio.
1975 p. 107- 108.
10. El Día. 11 de enero de 1969.
La perversidad de los planes educativos que
11. Semo, Enrique, coord. México un pueblo en la historia.
impulsa la SEP, presuponen que es posible presTomo 4 UAP- Nueva Imagen. México, 1982. p 204.
cindir del conocimiento de la historia, olvidar
12. Conciencia Crítica. Núm. 25, noviembre-diciembre de
1979. p 4.
las luchas que el pueblo de México ha desarrolla13. Boletín Magisterial.
do en los últimos decenios. Para las autoridades
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