ATLAS DE CULTURAS DEL AGUA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE PUEBLOS INDÍGENAS DE MÉXICO Y AGUA: TZOTZILES Dr. Daniel Murillo Licea Instituto Mexicano de Tecnología del Agua Introducción La región de Los Altos de Chiapas se localiza en el estado mexicano de Chiapas, entre los 16° y los 17° de latitud norte. Zona montañosa, con una altitud superior a los 2000 m.s.n.m., se caracteriza por temperaturas tendientes a frías. La temporada de lluvia dura seis meses que coincide con las elevadas temperaturas de verano y con canícula. La temporada de secas se da en invierno con temperaturas mínimas que suelen alcanzar grados bajo cero y, en consecuencia, con la presencia de heladas. En cuanto a su relieve, existe una alternancia entre planicies y elevaciones de roca caliza y esto produce una característica como la escasa presencia de corrientes superficiales de agua. En esta región existen, aproximadamente, 946 comunidades, que pertenecen a 15 municipios, todos considerados como predominantemente indígenas. En algunos de estos municipios hay población de habla tzotzil y de habla tzeltal. Municipios 1. Amatenango del Valle 2. Chalchihuitán 3. San Juan Chamula 4. Chanal 5. Chenalhó 6. Huixtán 7. Larráinzar 8. Mitontic 9. Oxchuc 10. Pantelhó 11. San Cristóbal de las Casas 12. Tenejapa 13. Teopisca 14. Zinacantán 15. Cancuc Altos de Chiapas Población total 6,559 12,256 59,005 7,568 27,331 18,630 16,538 7,602 37,887 16,262 132,421 33,161 26,996 29,754 20,688 452,658 Fuente: INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000. (Soares, 2006). En este punto vale una advertencia para esta cultura indígena: existen variaciones lingüísticas en diferentes comunidades y municipios. Es por ello que algunas palabras están escritas con variaciones (específicas de cada autor consultado, informante, comunidad) y se tratará de hacer diferencias específicas en los puntos de la ficha, mencionando a qué comunidad se refiere la información. Existe una cosmovisión generalizada, con pequeñas variantes por comunidades y es por ello que esta ficha será ilustrativa, mas que exhaustiva. COSMOVISIÓN: El mundo y el tiempo Para los tzotziles el mundo se representa con tres estratos principales: el cielo, la tierra y el inframundo. El inframundo está lleno de cavernas que se conectan unas con otras, es la base del mundo y es el reino de la humedad, de las aguas subterráneas. Enmedio se encuentra la tierra (Osil-balamil), el mundo del hombre que proviene de la Cuarta creación (Gossen, 1990: 46). Arriba está Winajel, el cielo, dividido en tres capas: la primera “no tiene sustancia propia; sus fenómenos visibles son, en realidad, una intensa penetración de lo que sucede en los dos niveles superiores” (Gossen, 1990: 42). En el segundo se encuentran las estrellas y la luna y en el tercero, el sol, “Nuestro padre”. El sol viaja por el cielo cada día y los puntos cardinales son identificados como lados del sol. Así, siguiendo a Gossen (1990: 53-55), los puntos cardinales son: Este: Calor creciente, cualidad de buen presagio y orientación positiva. Oeste: Calor menguante, incipiente muerte del ciclo vital, orientación negativa. Norte: El lado del cielo a la derecha, máximo calor, comparte buen presagio y orientación positiva. Sur: El lado del cielo a la izquierda, noche y mundo subterráneo, comparte orientación negativa. Como puede observarse, las categorías de puntos cardinales están dadas por el preponderante movimiento del sol. En los puntos intercardinales existen seres que detienen el cielo (Gossen, 1990: 43; Vogt, 1993: 31; Köhler, 1995: 125-126). Köhler habla acerca de que estos seres pueden encontrarse en los puntos solstilciales, más que en los puntos cardinales. (Köhler, 1995: 85-98). Así, el mundo es cuadrado para los tztoziles, quienes encuentran un cuadrado perfecto con las esquinas del mundo y un centro, que, para cada pueblo tzotzil, es el centro del universo o “el ombligo del mundo”. Así lo consigna Vogt (1993) para el poblado de Zinacantán, Gossen (1990) para el poblado de San Juan Chamula, Köhler (1995) para el poblado de San Pablo, en el municipio de Chalchihuitán, y Holland (1963) para el poblado de Larráinzar. El poblado es el centro del mundo y el orden de las cosas. Este centro del mundo alude a la ceiba sagrada, el árbol mítico de la antigua cultura maya, mencionado en el Chilam Balam y cuya efigie puede apreciarse en varias ocasiones en el Códice Dresde. El árbol sagrado ha sido modificado, a partir de la cultura sincrética de los indígenas de culturas mayances, para dar paso a la aparición de la cruz verde o azul, centro del mundo, al cual se solicita abundancia. (Murillo, 2005). Por otro lado, Gossen también hace una excelente clasificación del tiempo, basándose en trabajo de campo realizado con chamulas. Para Gossen (1990), los chamulas tienen cuatro series temporales importantes en sus relatos, que se diferencian como creaciones. Cada una de ellas ha sido más satisfactoria que la anterior, pero el elemento creador fue el sol, que trajo orden a la Tierra y permitió nuevas creaciones. Según Gossen, las categorías de tiempo se dan de la siguiente forma: Las opiniones respecto de la antigüedad de la Primer Creación varían entre 300 y 80,000 años. En cuanto a la Cuarta, jamás se dice que empezó hace más de 400 años y, de acuerdo con algunos informantes, acaso haya comenzado hace apenas 120 años, que es el máximo límite del recuerdo genealógico (Gossen, 1990: 45). Sin embargo, siguiendo al mismo autor, los chamulas identifican sucesos dentro de esta cuarta creación, que delimitan tiempos específicos. En el estudio realizado por Guiteras Holmes, las categorías de tiempo están dadas a partir de la individualidad de su informante, de la siguiente forma: Al considerar la secuencia temporal, hace la distinción entre: 1) la época en que ocurrieron cosas que no vimos nosotros ni nuestro padres, cuando comenzó el mundo y sólo dioses vivían sobre la Tierra; 2) lo que mi abuela vio y acerca de lo cual me habla; 3) lo sucedido cuando yo era pequeño; 4) lo que está pasando hoy. (Guiteras Holmes, 1986: 239). Estas dos visiones no se contradicen sino que refuerzan la idea de una memoria genealógica no mayor de 120 años para acontecimientos recientes. Además, en el testimonio del informante de Guiteras Holmes aparece un tiempo mítico (donde son protagonistas los dioses) y tres tiempos delimitados por la edad del ser humano: la vejez (lo que contaba la abuela), la niñez y la edad adulta. Mitos y leyendas u otros relatos: Existe una gran cantidad de relatos tzotziles que aluden a mitos y leyendas. No es pertinente hacer un recuento exhaustivo en este documento, aunque sí anotar algunos ejemplos representativos. De la obra magnífica de Gary Gossen (tres libros con relatos tzotziles) se toman algunos ejemplos. Otros más son retomados de la obra de Calixta Guiteras, de Enrique Pérez López y otros más de quien esto escribe, del municipio de San Juan Chamula, durante un trabajo de investigación en la comunidad de Pozuelos. El origen de los ojos de agua Los padres-madres del pasado platicaron y explicaron a sus hijos cómo surgieron los ojos de agua, los manantiales y todas aquellas fuentes de agua que hay sobre la tierra. Pues bien., decían entonces que esos ojos de agua quedaron ahí desde el día en que el Vaxakmen se orinó en los lugares por donde pasó a caminar sobre la faz de la tierra, que así fue como nacieron los manantiales, no importaba que la tierra no fuera fértil o con humedad, aunque fuera tierra reseca, en el lugar donde Vaxakmen se orinaba surgían las corrientes del vital líquido, aparecían los manantiales y pozos. Por todos los lugares donde pasó a orinarse el dios Vaxakmen, hay agua; en ocasiones encontramos manantiales a muy poca distancia, eso nos indica que Vaxakmen orinó muy seguido, pero al contrario, hubo lugares en donde nunca pasó tal vez y por eso no hay agua, la tierra es muy seca y los hombres sufren por la escasez de agua. ¿Pero quién fue Vaxakmen? ¿Por qué era muy poderoso y hacía este tipo de cosas? Vaxakmen fue un dios muy poderoso: él fue el creador, el formador y hacedor de todas las cosas, su obra más grande fue haber creado el mundo, el universo, el hombre, los animales, las plantas y todo cuanto existe aquí sobre la sagrada tierra. Sin embargo, Vaxakmen no sólo hizo las cosas, sino que les dio uso y destino a cada uno de ellos, él ayudó a construir la iglesia del Patrón San Juan, en nuestro pueblo. Este dios fue como los hombres, era muy trabajador, enseñó a trabajar la tierra para sembrar el maíz, el frijol y las verduras, que son nuestro sustento diario. Vaxakmen no sólo sabía trabajar la tierra, también era hábil para labrar la piedra, hacía metates, de él aprendieron los que todavía hoy hacen los metates que algunos aún utilizan; también fabricaba cajas y bancos de madera, sabía hacer de todo, sus conocimientos eran infinitos ya que él formó y creó todo lo que existe. (Pérez López, 1998:29-30). El popchón Hubo una creciente, dice mi madre, que casi iba a sumir la iglesia y que llegó a San Miguel, a Santa Marta y a Magdalena. Hay un animal el popchón que está tapando el sumidero. Las almas de las gentes llamaron al alma del maíz la x’Ob para que buscara el camino del agua, pero no lo pudieron hacer. Trató la x’Ob de San Pedro, la de San Miguel, la de Santa Marta, pero no pudieron. Sólo la x’Ob de Magdalena pudo matar la popchón, que tenía la cabeza dentro del sumidero. La x’Ob, la Madre del Maíz de Magdalena, bailó, engañó, cantó y por eso volteó la cabeza el popchón y ella le enterró en la cabeza el tsutsún tak’in [punta metálica de flecha], abriéndolo en dos, y corrió el agua y así se abrió el camino del agua (Guiteras Holmes, 1996: 175). La Xpak’inte’ y el temascal Cuentan que una ocasión un muchacho la encontró en la tarde cuando había mucha niebla. Dicen que este muchacho lo mandaron a buscar hierbas para el temascal. Entonces se fue a buscar, que vino por una vereda por aquí abajo, entonces que encontró a su mamá, que tenía puesto su rebozo, entonces le hablaron y que le dijeron: Apúrate porque tu papá está muy enojado y ya no nos vamos a bañar en el temascal, porque tu papá está muy bravo, nos puede pegar, mejor apúrate, nos vamos a la casa de tu abuelita. Su abuelita vivía aquí en la comunidad de El Pinar, entonces se fueron y que se fueron en un camino muy amplio y bonito. Entonces su mamá de verdad lo empezó a buscar donde se había ido su hijo cuando vio que no regresaba y se empezó a preocupar, y así pasó la noche. Amaneció al siguiente día, entonces pensó que ya habían matado a su hijo, y estaba muy arrepentida de haberlo mandado a buscar las hierbas. Pero dicen que el muchacho lo habían llevado aquí nomás abajo, rumbo a Nitjom, en donde hay un árbol frondoso y que está hueco en el tallo, dicen que ahí lo fueron meter, que según era su mamá y que le había dicho que mejor se durmieran dentro del temascal, que para él era su temascal. Entonces cuando amaneció, según que era su mamá que le dijo que ella iba a ver cómo estaba su abuelita y que lo esperara ahí, entonces se quedó dormido otra vez. En un rato más vio que empezaba a aclarar y estaba amaneciendo, entonces vio que estaba durmiendo dentro del tallo de ese árbol, entonces no se explicaba cómo es que había llegado hasta ahí, y que se desorientó y bajó hacia Nitjom, y empezó a caminar en las lomas del campo, pero no se acordaba dónde estaba y dónde quedaba su casa. Así lo cuentan que sucedió. Entonces después que pudo recordar dónde vivía, regresó. Entonces su mamá le preguntó, por qué es que se había ido hasta ese lugar, entonces contestó que porque para él era su mamá que lo había llevado. Andrea Díaz Gómez (Murillo, 2005). La cruz y el Tzonte’witz Antes aquí en Pozuelos crecía mucha helada en la tierra. Pero un día vino un señor que se llama Miguel y me dijo: Tío, ¿por qué no ponemos nuestra cruz, así como le hacen los demás parajes, qué tal si juntamos le gente y le proponemos que se ponga una cruz en nuestra comunidad? Porque antes El Pinar y Pozuelos era el mismo paraje. Entonces le dije que estaba bien, y por eso un día platiqué con algunas personas mayores que yo y les hice la propuesta de poner una cruz en la comunidad, entonces dijeron: Si hay alguna persona que organice y le avise a la gente para que cooperen para hacer la cruz, nosotros estamos de acuerdo, pero si tú quieres organizar, adelante, te apoyamos me dijeron. Un día convoqué a una reunión a toda la gente en mi casa, entonces les platiqué nuestra propuesta, y les pareció bien, entonces lo mandamos hacer la cruz en el paraje de Sactzu y lo llevamos a Tzonte’witz en el centro ceremonial, porque ahí vive San Juan, porque el San Juan que está en la iglesia, ahí sólo junta su comida como si fuera su cocina. Sí, ahí vive. Los que saben cómo debe ser, se van a dejar ofrendas en el cerro porque ahí vive el señor. Pero es cierto que ahí vive, porque desde que fuimos a dejar la cruz en el cerro, ahora ya no ha crecido mucho la helada; sí crece todavía, pero ya es poquito, no como antes que era demasiado lo que crecía, cuando se derretía parece que hubiera caído un aguacero muy fuerte porque quedaba mucha agua. Hasta que pensamos cómo hacer disminuyó, ahora crece pero ya es poco. Sólo llevamos velas y veladoras esa vez al Tzonte’ witz, no me acuerdo cuántas llevamos de cada cosa, pero sólo eso llevamos. Entonces cuando llegamos ahí, dijeron los compañeros: ¿Ahora quién va a rezar? ¿Por qué no haces favor de rezar? me dijeron. Desde entonces me nombraron como el rezador. Salvador López Collazo. (Murillo, 2005). Los Anjeles Los Anjeles son mayores que nosotros o son primeros que nosotros y por eso quedaron como Anjeles y ahora viven en los cerros, porque ahí es la casa que les dio Jesús. No hay superiores, porque el dios los repartió parejo en cada cerro. Pero ellos también tienen hijos y pecan también como nosotros y también comen. Ellos comen maíz también, que ellos comen la esencia del maíz y lo que comemos nosotros es lo que ellos dejan. Existen varios tipos de Anjeles, existen Anjeles malos. Existen los Tzajal Anjel (Anjeles rojos), Suy Anjel (Anjeles grises) y Pop Anjel. El Pop Anjel es el que tira las milpas cuando pasa un viento fuerte. El Tzajal Anjel es el malo. Por eso cuando van a pedir en los cerros sus milpas y se mueren, quiere decir que es un Tzajal Anjel el que vive ahí. En cambio los Anjeles verdes, ésos son buenos porque son los que nos dan de comer, son los que nos dan la vida y nos cuida, ellos cuidan nuestro nahual en el cerro y en el cielo, ellos nos dan los alimentos. En cada cerro están los Anjeles verdes, nomás que están revueltos todos con los demás Anjeles, están los Tzajal Anjel, el Suy Anjel y el Pop Anjel, son Anjeles malos. Por eso cuando algunas personas que están enojados contigo, van a hablar a los Anjeles malos y nos morimos, porque dicen que le ha vendido nuestra alma a los Anjeles malos. Salvador López Collazo (Murillo, 2005). Los Totil-me’il y los Vaxakmen Los Totil-me’il es para nuestra alma, porque ellos son los que nos reúnen, hay Totil-me’il en el cielo, hay Totil-me’il en la tierra y hay Totil-me’il en los cerros. Ellos son los que nos cuidan y nos dan los alimentos, tienen una comitiva como un presidente, un secretario y unos que tienen la lista de los nombres en el cielo y en la tierra. En la tierra son los que hacen las fiestas y caminan con sus banderas, con sus tambores y sus músicas, ellos son los Totil-me’il. Por eso cuando una persona va a tapar en el camino a uno de ellos, esta persona se muere rápido. Los Vaxakmen son los que cargan la tierra, el cielo y todo lo que hay en la tierra, hicieron todas las iglesias cuando estuvieron aquí en la tierra, están en el cielo. Dicen que el Vaxakmen es el padre celestial o el padre eterno, él es el dueño de todo, todas los niveles de cielo, él lo hizo todo. Salvador López Collazo (Murillo, 2005). Los santos del Tzonte’witz Existen tres santos en el Tzonte’witz. Dos San Juan, uno menor y otro mayor, y el otro es San Lorenzo. Los Zinacantecos llegan a este lugar porque dicen que una vez la iglesia de San Lorenzo en Zinacantán se quemó, pero uno de los viejitos de Zinacantán soñó que San Lorenzo se había escapado al cerro de Tzonte’witz. Por eso existen tres lugares donde se puede rezar, y se dice que ellos son los dueños del cerro y que abastece de agua a todos los lugares aledaños al cerro, incluso hasta San Cristóbal, porque tienen manantiales y ojos de agua alrededor del cerro. Por eso llegan a dejar sus ofrendas la gente. Manuel Díaz Gómez (Murillo, 2005). La hija del dios subterráneo Hace mucho tiempo, un hombre fue a revisar sus trampas y en una de ellas halló a una inmensa serpiente. En el primer momento quiso matarIa, pero cuando el animal le pidió que la llevara a su casa, accedió a hacerlo. Resultó ser uno de los hijos del dios subterráneo. Como recompensa, el dios le entregó por esposa a una hermosa hija de piel blanca. Cuando la joven se ponía a hacer tortillas, preparaba una gran cantidad con muy poca masa. Cuando iba a buscar maíz, sólo recogía dos mazorcas; lo mismo hacía con los frijoles, de los cuales tomaba únicamente dos vainas. El hombre la regañó por recoger tan poco y le golpeó la nariz, que empezó a sangrar. La joven se restañó la sangre con una mazorca de maíz, creando así el maíz rojo. El dios subterráneo vino al rescate de su hija. La mujer les dejó a sus dos hijos una olla mágica que producía comida, pidiéndole que no se lo contaran a su padre. Los niños la desobedecieron y el padre halló la olla y la rompió. La joven regresó y se llevó a sus hijos. En ese momento, sobrevino una gran tormenta eléctrica, pues ella era la hija del dios subterráneo que produce la lluvia. (Gossen, 1990: 387). Se aconseja consultar la recopilación de cuentos completos, con separación de narrativa antigua y narrativa reciente de Gary Gossen, (lamentablemente sin traducción al español), Four creations, ficha completa en la bibliografía. (Para interrelacionar elementos, ver también: Deidades y personajes míticos relacionados con el agua, Ceremonias, ritos, fiestas y danzas, Lugares sagrados, Toponimia hídrica). Deidades y personajes míticos relacionados con el agua: Existen tres categorías para las deidades en los pueblos tzotziles. La primera corresponde a los dioses ancestrales, los Totilme’il. La segunda corresponde a las deidades de los cerros y la tercera a los santos introducidos por la doctrina cristiana. Por ejemplo, dentro de la primera categoría se encuentra el sol como deidad, llamado también “Nuestro padre” y mencionado también como Jesucristo (Gossen 1990: 43 y Köhler, 1995: 17). La primacía del sol en la cultura tzotzil es importante, ya que es el dios que creó el mundo y realizó las subsecuentes creaciones de los hombres. En este mundo politeísta aparecen otras deidades, como la diosa de la tierra y la diosa de la luna. En la cosmogonía chamula la luna es la madre del sol, quien salpicó su cara con agua caliente y por ello quedó ciega de un ojo. Con menos luz, tendría que alumbrar la tierra de noche (Gossen, 1990: 406). Pozas menciona: Chultotic, el sol, tiene su madre que es Chulmetic, la luna; tenía también un padre, pero murió hace mucho tiempo (Pozas, 1987: 231). El siguiente grupo de deidades es el de los dioses de los cerros. Generalmente, identificados como Anjeles, los dioses de los cerros tienen a su cargo el mantenimiento de ojos de agua, del bosque, de la abundancia y de los animales. Su manifestación es, también, la del rayo. Es a estos dioses que los tzotziles les rinden culto a través de las fiestas del tres de mayo, cuando inicia el periodo de siembra. Sin embargo, los dioses de los cerros mantienen una correspondencia con las entidades “santas” del cristianismo. En algunos relatos aparecen santos que se han ido a vivir a los cerros y el hecho de que en el cerro sagrado Tzonte’witz existan tres altares (uno dedicado a San Juan Mayor, otro a San Juan Menor, santos patronos de Chamula, y a San Lorenzo, patrono de Zinacantán) es una huella de este sincretismo de la cultura tzotzil. Los dioses ancestrales (Totil Me?iletik), que representan a los padres y madres antiguos, también se encuentran en los cerros. La simbología de esto es bastante complicada y merecería un estudio particular, para dilucidar los elementos de la cultura maya antigua de los elementos cristianos y qué papel juegan unos y otros en la cultura sincrética actual de los tzotziles. (Murillo, 2005). El tercer grupo de deidades de los Tzotziles son los santos que están en las iglesias. En Pozuelos no existe ninguna iglesia, sólo altares particulares, así que la referencia más cercana es la iglesia de San Juan Chamula, un lugar que también merece una descripción etnográfica exacta. Según Vogt (1993: 36), 42 figuras de santos se resguardan en las tres iglesias del centro ceremonial. El patrón de la iglesia de San Juan Chamula es San Juan Bautista, que se encuentra en el altar mayor. Sin embargo, respondiendo al principio del hermano mayor y el hermano menor, existe otro San Juan que está: ...en la nave del templo junto a otros santos; esta última imagen es la que sacan en andas en procesiones, a la que le traen ramas de laurel para que las bendiga, para usarlas como remedio, en los casos de dolores y enfermedades. (Pozas, 1987: 104). También hay algunos santos que no tienen mayordomos: No todos los santos que hay en el templo tienen mayordomos; hay un grupo de santos viejos, alineados a una de las paredes del templo, a los que no se les rinde culto, no se les quema copal, no se les prende candela, nada se sabe de ellos porque nadie los conoce; estos santos no tienen mayordomos. (Pozas, 1987: 104105). Hay una modalidad de santos o cajitas habladoras y cuya función es comunicar a su dueño los designios divinos. Generalmente estos santos parlantes permanecen en custodia de las personas en sus propias casas. (Guiteras Holmes, 1986: 227). Los Anjeles Este ser sobrenatural se asemeja a los dueños de los cerros, los dueños del agua, atraen la lluvia y se transforman en rayos o en viento. Se asemejan a los chaques de la antigua cultura maya, los ayudantes del dios Chac. Los Anjeles son femeninos y masculinos, viven en los cerros y en las cuevas, habitan en los manantiales. Algunas veces se enojan y hacen que el agua escasee; ello sucede cuando el Anjel está enojado o se hace algún acto en las inmediaciones del manantial, que le molesta. En algunos casos, se ha mencionado el hecho de que dos novios estén haciendo el amor como una conducta indeseable frente a un manantial y que ha acarreado la ira del Anjel (Burguete, 2000: 245). Para señalar los diferentes modos en los que el Anjel puede enojarse, cabe recordar una observación que hizo Pozas durante su trabajo de campo en Chamula, durante la década de los cincuentas del siglo pasado: En las regiones donde el agua puede aprovecharse para el riego de los sembrados, no se hace, porque se enoja el “Ángel” (el rayo). Excepcionalmente, y pidiéndole permiso al “Ángel”, puede aprovecharse el agua para riego. (Pozas, 1986: 248). El que los cerros sean considerados sagrados obedece a la presencia de seres sobrenaturales, también, pero no sólo a ello. Los cerros son la casa del Dueño de la Tierra o del Anjel, lugares que hay que respetar y cuidar. Los cerros son los que guardan también a los animales, los naguales de los habitantes tzotziles, en corrales donde son protegidos. A este respecto, Vogt (1992: 115-116) menciona que cada ser tiene un animal compañero y que estos animales nacen al mismo tiempo que el ser al que están unidos. Los animales se encuentran en corrales en las montañas sagradas y reciben todos los cuidados de los “mayores” o ancestros. Si el animal corre peligro o es dejado fuera del corral, el alma humana padecerá enfermedades y correrá la misma suerte del nagual (Murillo, 2005). Pero los cerros no son sólo el lugar donde habitan los animales y son cuidados, sino que también son los depósitos de agua y, en gran parte de la tradición mesoamericana, los recipientes o bodegas de agua, como lo explica López Austin: “[el dios Yahwal Balamil] del interior de la tierra y a través de las cuevas libera las nubes cargadas de agua. Yahwal Balamil se ostenta como dueño de todos los productos de la tierra”. (López Austin, 2000: 110). Un elemento interesante en cuanto al Anjel, es que es el padre de la diosa del maíz, X’ob (Guiteras-Holmes, 1986: 225). En la comunidad de Pozuelos, San Juan Chamula, una habitante mencionó: Sí, esos son los Anjeles, dueños de la tierra y del agua. (...) No hace nada, no lo sé si hace algo. (...) No sé cuántos son, no lo podemos saber. (...) Así vivimos y se sabe que toda la tierra tiene dueño y que están en todos lados. (...) Ya saben dónde se puede hablar, por eso que se llevan ofrendas en cada fiesta de Santa Cruz. (...) Sólo se le llevan ofrendas que son las velas, que se hace cada año. (...) Sí, solamente los que saben rezar o hablar con los Anjeles, que se le solicita que nos tome en cuenta y que crezca lo que producimos. [PGC]. (Murillo, 2005). El Anjel en Pozuelos es categorizado como Chauk, en lengua tzotzil, y en la descripción de una entrevistada se hace patente la referencia a la tradición, de nuevo: Es un Chauk, en tzotzil así se le llama. (...) No sé cómo son, sólo dicen que son los dueños de la tierra, pero no sé cómo son. Así lo cuentan nuestros ancestros. (...) No sé cuántos son. [RMG]. (Murillo, 2005). Los Anjeles también están “en cada uno de los cerros dicen que ahí están los Anjeles” [ADG], (Murillo, 2005). Y, por supuesto, no son sólo cuidadores del agua, sino del entorno natural en general, incluyendo la fauna. Los Anjeles son seres que tienen bajo su protección a la naturaleza. Pukuj De forma general, los seres sobrenaturales son llamados Pukuj, en lengua tzotzil. Algunos de ellos se describen a continuación. El Valapa’tok Es un ser que grita, que vive en las proximidades del Tzonte’witz y con el cual es mejor no establecer comunicación: expresamente algunos pobladores de Pozuelos dicen que no hay que contestarle, porque contesta al diálogo y su visión es terrible. Tiene varias patas y su andar es errabundo, lo mismo puede desplazarse hacia un lado que hacia otro. Su presencia en absoluto es agradable y lo mejor es evitarlo. Del Valapa’tok se dice: Hay veces si lo escuchamos en la noche cuando toman trago, escuchamos cuando lo llegamos a traer nuestro marido, escuchamos que grita en el cerro que le llamamos Tzonte’witz, y escuchamos que no es una persona que está gritando. Mi abuelo decía cuando lo escuchamos dice que es Valapa’tok o es el diablo, y nos dice no le contestemos o no lo imitemos, porque algunos niños son muy traviesos y lo imitan, entonces nos dice que no le contestemos, porque si no, dice que viene a nuestro lado. Por eso sabemos que existen, en el cerro de Tzonte’witz, por eso cuando escuchamos no lo contestamos, y le digo a mis hijos que no le contesten. Mi abuelo dice que está en todas partes del mundo. Sí existe en el cerro de Tzonte’witz o en las montañas, porque se ve que está muy solitario ahí [DHD]. (Murillo, 2005). Gossen (1990:348) recopiló dos relatos sobre el Valapa’tok, en su libro sobre los chamulas y su aspecto repugnante se ve reforzado por “un horrible doble cuerpo, todo velludo”, que, además, “devoraba con sus dos bocas, defecando al mismo tiempo que comía”. En uno de los relatos de uno de sus informantes, Mariano Gómez Méndez, este ser llora por la espalda. En el otro, llora de hambre y su llanto se asocia con las lluvias del mes de junio (Gossen, 1990: 369). Los nahuales Otros seres de los que hablan los pobladores de Pozuelos son de los nahuales, las almas compañeras, con formas de animal, que tienen los indígenas tzotziles. Estos nahuales viven en el cerro y el destino de ambos seres está anudado: lo que suceda con uno, sucederá con el otro. En Pozuelos sólo se registraron algunas menciones, pero lo importante es que estos seres son protegidos por el Anjel. Mientras el Valapa' tok era un ser solitario, el nahual tiende a ocupar el territorio con los demás nahuales; mientras el Valapa’tok vivía en soledad, el nahual es protegido por el Anjel y convive con otros de su misma especie. El nahual también tiene una comunicación especial con su contraparte humana y con los dioses. Podría decirse que el nahual representa al intermediario entre el alma del hombre y el corazón de los dioses y, en ese sentido, su papel es total y absolutamente comunicativo. Un testimonio habla de la relación entre el ser humano, el nahual y el Anjel: Los Anjeles verdes, ésos son buenos porque son los que nos dan de comer, son los que nos dan la vida y nos cuidan, ellos cuidan nuestro nahual en el cerro y en el cielo, ellos nos dan los alimentos [SLC]. La Llorona En las culturas tzotziles a esta mujer pukuj se le llama también Xpak’inte’. La Llorona es una mujer que toma diversas formas, que tiene el don de transformarse en personas conocidas para la futura víctima y que., generalmente, lleva a los hombres a lugares apartados o a las simas, en donde sufren accidentes o la muerte. Un lugar identificado donde La Llorona ha llevado a algunos hombres, es precisamente el paraje de Nitjom (cerca de San Juan Chamula), donde se encuentra una serie de manantiales de uso común. (Murillo, 2005). Se le identifica con dos lugares, considerados como peligrosos. Uno de ellos es el bosque, donde busca una sima y tira a los hombres. El otro son las cuevas. El sombrerón Forma parte de un constructo cultural en la zona de los Altos de Chiapas. El sombrerón es un personaje con un sombrero grande, pequeño, y que puede ser identificado como un personaje que aparece durante la colonia española. El sombrerón en Pozuelos se describe como “Que es sombrerón y chaparro dicen, chaparro, pero [con] el sombrero negro” [SDL]. (Murillo, 2005). En otros casos es un personaje que busca la reivindicación de los indígenas y que se aparece a los viejos hacendados. Este personaje pudo haber “viajado” en la tradición oral de los tzotziles que viajaban a tierra caliente, por ejemplo, las haciendas del Soconusco, a trabajar y se identifica con esa zona de trabajadores migrantes agrícolas. También se dice que es el “dueño de la tierra, de la riqueza y del inframundo” y cuida a los animales. (López Calixto, 2000). El Negro Este es un ser también importado de las haciendas de tierra caliente, personaje que viajó en la tradición oral de los trabajadores asalariados en las haciendas cafetaleras hacia sus pueblos de origen. De todos los personajes sobrenaturales, el Negro es el que se presenta como más humano, tal vez por ello en Pozuelos se le dan características fantásticas: Dicen que existen los negros. (...) Dicen que vuela en la noche y que si nos encuentra en la noche cuando salimos dicen que nos puede llevar [ADG]. (Murillo, 2005). Procedencia: INI. Inventario original: 3519. Fondo Alfonso Fabila. Fecha: ca. 1957. Sitio: Huixtán. Autor: Alfonso Fabila. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESASINI. Fotografía: Daniel Murillo, 2004 Fotografía: Daniel Murillo, 2004 Fotografía: Daniel Murillo, 2004 Ceremonias, ritos, fiestas y danzas: El agua y los rituales del tres de mayo La celebración más importante en cuanto al agua es la del tres de mayo, en toda la región tzotzil. Identificada como inicio del periodo de lluvias, generalmente cuenta con una organización religiosa y con simbolismos y ofrendas para su realización. En la comunidad de Pozuelos, en San Juan Chamula, la celebración se realiza paralelamente en el manantial de la comunidad y en el cerro sagrado Tzonte’witz. En Pozuelos se llevan ofrendas al manantial Pozuelo y a las cavernas de rayo, además de la celebración del santo patrono, San Isidro Labrador. En cuanto a esto, un entrevistado cuenta: Para el día tres de mayo, sólo hacemos fiesta aquí. Aquí tenemos un santo que se llama San Isidro labrador y celebramos la fiesta este día, se hace el cambio del Martoma, y el santo también cambia de casa, así como de una cruz. San Isidro es el patrono de nuestra comunidad que le pedimos favor para que abogue por nosotros con Dios. [MDG]. (Murillo, 2005). En cuanto a la celebración en el cerro Tzonte’witz, es de remarcar que los habitantes de Pozuelos van primero a Chamula, al centro ceremonial, para de ahí salir hacia el Tzonte’witz. Allí confluyen habitantes de varios parajes y juntos comparten tanto los gastos como la celebración. La división del trabajo en esta celebración es importante: los hombres acuden a la celebración mientras las mujeres permanecen haciendo comida. Esta conjunción de dos elementos (el agua y el fuego) también tiene que ver con el principio de frío-caliente en la cultura tzotzil. Se considera, entonces, que el chulel (alma) de los hombres tiende a ser caliente y a tomar más calor durante la celebración, mientras que el alma de las mujeres en más fría y es por ello que quedan a cargo del fuego del hogar y de la comunidad. A continuación, presentamos el fragmento de un rezo dirigido a los dioses de la lluvia, dicho por el Va’lej de Pozuelos y grabado por quien esto escribe, mediante el trabajo de campo realizado en 2004. 1 Te pedimos que nos des vida 2 para el próximo amanecer, 3 el próximo año 4 por eso te pongo en tus manos y pies 5 nuestras velas y nos tomes en cuenta 6 y que sigamos viviendo 7 para el próximo amanecer, 8 el próximo año 9 estas ofrendas que te traemos 10 es cooperación de toda la gente 11 te traigo estos doce hilos, 12 doce velas, 13 tres veladoras, 14 tres descansadores de tu corazón 15 tómalo y recíbelo, 16 por favor San Juan, 17 tómanos en cuenta con nuestro señor Jesucristo 18 que está en medio del cielo. 19 Aquí venimos y estamos en tu tierra, 20 por eso perdónanos y háganos el favor 21 así permítanos venir a hablarte 22 para el próximo amanecer, 23 el próximo año. 24 así también que cuides a nuestro nahual 25 también están los Anjeles y los rayos, 26 te pedimos favor para que intercedas por nosotros 27 señor Jesucristo, 28 San Juan, 29 perdón por favor, 30 mándame a tu siervo, 31 a tu policía 32 el dueño del mar, 33 el dueño de los lagos 34 mándame los tres manantiales, 35 los tres ojos de agua. 36 Dios mío, 37 hay Anjel y hay rayo ahora, 38 sombra del mar, 39 sombra del cerro 40 nueve cuevas y nueve cerros, 41 jóvenes cuevas y jóvenes cerros, 42 hazme el favor de mandar a tus policías 43 y distribúyelos en cada cerro. 44 Por eso te pido favor 45 que me cuides mi paraje. 46 Estoy sentado en la tierra roja y amarilla 47 donde no manantial, 48 no hay ojo de agua, 49 no hay nada. [SLC] (Murillo, 2005). En otras comunidades la fiesta del 3 de mayo las figuras religiosas que intervienen en este rito son chamanes, mayordomos, personas ancianas, músicos, coheteros, ayudantes hombres y mujeres (Vogt, 1993: 147-148) para Zinacantán. Los rituales tienen que ver con una preparación de dinero y ofrendas para las fiestas, con el arreglo de los manantiales y sitios sagrados (los kalvarios), la realización de la fiesta que incluye una peregrinación ritual, el mofrecimiento de ofrendas y la comida final. Este recorrido ritual puede durar varios días y se puede realizar en paralelo en varios lugares sagrados. Para el caso de Zinacantán, Vogt (1993) identificó trece episodios, lo que delimita el carácter exhaustivo para describir una fiesta de estas dimensiones. El agua y el viernes santo En San Juan Chamula hay otras celebraciones importantes donde el agua juega un papel preponderante. Dentro de las festividades de la semana santa, el viernes santo, se hace lo siguiente: los treinta Pasiones, cargos religiosos también, relacionados con San Juan se reúnen para traer agua del manantial en doce cántaros, uno por cada apóstol, durante el jueves de la semana santa, por la tarde. Para el viernes, con el agua traída del manantial se lava la ropa de la figura que representa a Jesucristo. La ropa se lava en casa de la autoridad actual y el agua se prepara con manzanilla, laurel y rosas y la ropa se acomoda en cajas grandes especiales. El mayordomo correspondiente tiene a su cargo la ropa y en su casa debe guardar la caja grande que la contiene. La ropa, según una entrevistada de la comunidad de Pozuelos menciona como “Dios”: “Son muy variados, algunos son de lana, otros de mantas especiales para la ropa de Dios” [PGC], igual a la que utilizan los hombres de la comunidad. Esta actividad de lavar la ropa de los santos es común en los pueblos tzotziles y se realiza en fiestas determinadas, generalmente con los santos patronos de cada pueblo. Así lo consigna Pozas (1987), por ejemplo. (Murillo, 2005). El Carnaval En San Juan Chamula existe esta festividad, durante el mes de febrero. Se trata de una representación del caosy y del orden del mundo, de una recomposición del cosmos tzotzil a través de una fiesta y de varios aspectos rituales. En Chamula participan 2,066 personas en el carnaval (Gossen, 1999) y los principales organizadores y actores son los denominados Pasiones o Paxyonetik que representan a los barrios de Chamula. Durante el carnaval aparecen hombres vestidos de monos que representan las fuerzas del caos. El carnaval es una “destrucción ritual y reconstrucción de la sociedad chamula” (Gossen, 1999, traducción propia). Es importante porque aparecen elementos de la cosmovisión tzotzil y el carnaval está lleno de simbolismos que incluyen el ascenso del sol al cielo, tributo de agua de los manantiales de cada barrio, danzas, y el regreso del orden cósmico al mundo. Lugares sagrados: Los manantiales son pasajes, puertas de entrada de comunicación con los seres que gobiernan el universo y que delimitan su estancia a través de la tierra. Para el caso de los zinacantecos: Toda el agua proviene de la colina situada inmediatamente al norte del manantial; por lo tanto el santuario ubicado en esa colina es también un vínculo de comunicación con el Señor de la Tierra. Por otra parte, se llega a los dioses ancestrales (antepasados inmediatos de los Mayordomos) por medio de las cruces de las casas y del Kalvario, lugar de reunión de los dioses ancestrales de este grupo de pozo. (Vogt, 1993: 164). El hecho de que los actuales pobladores de los Altos de Chiapas hablen de los manantiales que fueron dejados por sus ancestros es reflejo de la identidad local y del cuidado con sus tradiciones. Son lugares importantes porque es un elemento de continuidad con su propia cultura y su propio ser, así como lo es el Tzonte’witz y los centros ceremoniales (como el de San Juan Chamula), para la reproducción de su cultura. El agua del manantial tiene otra dimensión, la simbólica. Son lugares sagrados donde habitan los Anjeles, donde se pide lluvia y mantenimientos. Todos los manantiales sagrados en los Altos de Chiapas se identifican con una cruz verde o azul, aún en parajes de uso común, como Nitjom, cerca del municipio de San Juan Chamula. Las cuevas de rayo son también lugares donde moran los Anjeles, lugares de culto, lugares de entradas al mundo sobrenatural. En cuanto a este tipo de cuevas, un entrevistado de la comunidad de Pozuelos, San Juan Chamula, menciona que: Lo que han dicho es que hay un lugar cuando lo miran donde sale el rayo. Lo miran los viejitos, lo miran donde sale el reflejo del rayo, pues no ahí es una cueva sagrada, ahí sale el rayo dicen. (...) Entonces qué vamos hacer, pues vamos a poner cruz, pues vamos a rezar cada año, ahí donde empiezan a poner las cruces o llegan a rezar cada año, ahí se empieza pues la fiesta.(...) Sí, donde llegamos a rezar nosotros allá, hay más allá arriba, y por eso así lo hacen la fiesta, ahí enfrente de mi casa, ahí hay cerca [cuevas de rayo], más adelante también hay, ahí hay bastante. Bueno dice así la gente...[MHG]. (Murillo, 2005). El cerro Tzonte’witz, lugar sagrado, tiene una significación importante en la colectividad del municipio de Chamula en general. Se trata de un lugar sagrado, donde se dan festividades y existen altares dedicados al Dueño de la Tierra o a Dios. En el cerro Tzonte’witz existen tres altares, donde se celebra el tres de mayo, donde se pide agua y abundancia en cosechas: el De San Juan Mayor, San Juan Menor y San Lorenzo. El hecho de que existan dos kalvarios dedicados a San Juan forma parte del principio del Hermano Mayor y el hermano Menor en los pueblos tzotziles. Este parece ser un principio de la cultura maya antigua, como lo Menciona Vogt (1992: 96). En la cima del Tzonte’witz existe un camino pavimentado para llegar a los tres lugares y en San Juan Mayor hay una construcción de cemento, techada, para la festividad. Tanto en San Juan Menor como en San Lorenzo hay también construcciones, de menor tamaño y más modestas. La festividad del tres de mayo se realiza en los tres kalvarios y existen cruces con los nombres de los distintos parajes, como huella de la presencia de cada uno de ellos en la celebración y culto a los seres sobrenaturales. La cotidianidad, la vigilia, el sueño y lo simbólico son parte de la misma existencia y todo está conectado, no existen diferencias sustanciales. La importancia tanto del agua como del fuego para los tzotziles de Pozuelos está patente en sus actividades cotidianas: el cuidado de la milpa, el acarreo de leña, el traer agua, teñir la lana, tejer, cocinar... Y se hace patente también al observar su forma de vida, sus costumbres, los lugares que tienen como sagrados, el espacio en sus hogares, la importancia del fogón. Todo ello también tiene un papel importante en la diferenciación frío-caliente, presente en la cultura tzotzil. El mundo sobrenatural, como lo llamamos desde nuestra cultura, juega un papel sustancial en la vida cotidiana de los habitantes de Pozuelos, pero para ellos es una dimensión de la propia vida. Los rituales que llevan a cabo los tzotziles están ubicados en tres lugares principales: El comportamiento ritual puede desplazarse lo mismo en los bosques (como por ejemplo en cuevas y delante de los pozos de agua), en las milpas (como cuando se celebran ceremonias de bendición del maíz), y en el hogar (por ejemplo, ante el altar familiar y durante las ceremonias de curación). En otras palabras, el espacio sagrado puede trascender a las otras categorías espaciales. (Gossen, 1990: 41). Procedencia: INI. Inventario original: 3519. Fondo Alfonso Fabila. Fecha: ca. 1957. Sitio: Altos de Chiapas. Autor: Alfonso Fabila. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI. Kalvario. Fotografía: Daniel Murillo, 2004. Manantial en el paraje Nitjom. Fotografía: Daniel Murillo, 2004. Fotografía: Daniel Murillo, 2004 Toponimia hídrica En los Altos de Chiapas hay varias comunidades o parajes con nombres que hacen referencia al agua. En San Juan Chamula, está Pozuelos. Chamula- Agua espesa, como de adobe. En Zinacantán están los parajes: Vo’ch’ojvo.- Cinco ojos de agua. T’zajal nab- Hondonada llena de agua. Shulbó- manantial con piedra en forma de cuernos. Navenchauc- casa del rayo. Yalentay- Lugar en que cae la helada. Masan- zancudos de agua. Jok’Ch’enomal Vo’ (Jobchenón)- Pozo de agua. Yaaltzi- Agua de perro. Chiquinibalbo- Agua por donde está el árbol de encino. Chenalhó- agua de la caverna. CONOCIMIENTO: Alma y nagualismo Dentro de los tzotziles se reconoce la existencia de un alma íntima del ser humano, lo que se denomina como Ch’ulel, instalada en el corazón de los humanos y otorgada por los dioses ancestrales. Esta alma tiene trece partes y la pérdida de una de ellas hace que la persona que la ha perdido sufra un desequilibrio. Generalmente se acude a chamanes, rezadores o curanderos para que traigan el alma de vuelta, a través de rituales específicos. Vogt ha descrito con detalle uno de esos rituales de aflicción (Vogt, 1993). Con sus especificaciones y diferencias, Köhler ha descrito otro, en la comunidad de San Pablo (Köhler, 1995) y varias observaciones sobre la pérdida de alma se encuentran en el trabajo de Guiteras Holmes (1986). Los chamanes tienen un papel importante en los pueblos tzotziles, ya que tienen los conocimientos para sanar, y estos poderes les han sido otorgados por los padres y madres a través de tres sueños por los que el aprendiz de curandero debe pasar para obtener su sapiencia (Vogt, 1993 y 1992; Laughlin, 1992). Los zinacantecos reconocen que los sueños son parte de la vida: Los asuntos diarios de la vida cotidiana, “sobre la faz de la tierra” (ta sb’a b’alamil), se resuelven en el mundo de los sueños, el mundo de los espíritus. No hay descanso durante la noche. (Laughlin, 1992: 396). Y el mismo autor menciona: Todo aquello que sea interpretado como consejo divino advierte y da cuenta de la “carga” del que sueña. No sólo se comunica íntimamente con los dioses en sus sueños, sino que puede dirigirse a ellos mediante sus rezos y pedirles ayuda. (Laughlin, 1992: 25). El Ch’ulel puede ser afectado o perderse, debido a un susto por una caída. Los chamanes serían los encargados, también, de atraer el Ch’ulel perdido. En San Juan Chamula existe la creencia de que una caída puede perjudicar al Ch’ulel. Cuando una persona cae en un cuerpo de agua su alma queda en ese lugar y hay que recogerla: Los pequeños casi siempre dejan el chulel en el agua, que es donde más juegan; los grandes, por los caminos, en el río, cuando van a las fincas. (Pozas, 1987: 214-215). Las almas de los hombres son más calientes y fuertes que las de las mujeres; los niños nacen fríos; los ancianos tienen más calor. “El servicio que se rinde a la comunidad aumenta el calor, ya que los funcionarios han estado en íntimo contacto con las deidades que gobiernan la vida y la muerte” (Guiteras Holmes, 1986: 237). El alma del tzotzil está ligada, también, a un animal, su nagual, que se considera como compañero animal. Lo que suceda a uno le sucederá al otro. Por ello, si el nagual de una persona ha sido dejada fuera del corral que hay en los cerros, por los dioses ancestrales, el hombre sufrirá una enfermedad y será labor del shamán o curandero ayudarle a que el animal vuelva a su corral y sea cuidado de nuevo (Vogt, 1993: 37-40). Algunos principios en los tzotziles Algunos autores identifican principios simbólico-culturales presentes en los pueblos tzotziles y que reproducimos someramente en este apartado. a) En las ocasiones rituales existe una marcada división del trabajo. Así, los hombres se dedican a la agricultura y a los rezos a los dioses; las mujeres se dedican a la cocina, al cuidado de los niños y al tejido. (Vogt, 1992: 93) b) Existen réplicas del universo en las comunidades tzotziles y éstas aparecen desde la disposición en las casas, la construcción de las mismas hasta en el comportamiento en los rituales. (Vogt, 1992: 93). c) Hay una dicotomía importante entre elementos mayores y menores (en el poblado de Zinacantán existe lo b’ankilal y el ¿its’inal). Así, hay pares que representan algo de mayor representación y de menor representación. (Vogt, 1992: 94). d) Existe una primacía a seguir el paso del sol, según la cultura tzotzil, al contrario de las agujas del reloj, así se invoca también la primacía de la mano derecha; el valor de la derecha es de positivo, verdadero o auténtico. (Gossen, 1990: 54). e) También hay una primacía del concepto de “arriba”, ya que lo más alto tiene características positivas y lo que se encuentra más abajo tiene características negativas que pueden ser dañinas. (Gossen, 1990: 58-59). f) La diferenciación entre lo caliente y lo frío también es una característica bidimensional en los tzotziles. Existe la primacía al calor, debido, sobre todo, a la simbología del dios sol entre este grupo indígena. Los hombres tienen más contacto con lo caliente y las mujeres con lo frío, ya que éstas últimas generalmente están descalzas en sus hogares. El ciclo vital es aumento de calor y los alimentos, rezos y bebidas (pox) en los rituales aumentan el calor del cuerpo, lo que es bueno. (Gossen, 1990: 59-60). De aquí se desprende el siguiente principio cultural. El principio del fogón podría estar alimentado por el mito de que la luna es la madre del sol, es decir, quien lo cuida y alimenta, hasta que éste crece y la enceguece, según el mito ya citado. g) La primacía de la masculinidad está más que sobreentendida en las patrifocales comunidades tzotziles. En el mito, el sol enceguece a la luna, el maíz le es dado al hombre por un dios, que lo sacó de su ingle; en los templos, los santos están ubicados a la derecha, las imágenes femeninas, a la izquierda. (Gossen, 1990: 63-66). h) La luz es primordial en este encuentro de contrarios y tiene una primacía esencial por su característica unida con el calor del sol. Lo luminoso es el día, lo bueno, lo deseable, lo que asciende. Lo obscuro es la noche, lo peligroso, cuando el mal está suelto. El vestido tradicional de los hombres chamulas es un ropón blanco, mientras que las mujeres utilizan faldas negras. (Gossen, 1990: 61-63). i) La diferenciación de hermano mayor y hermano menor se ve de nuevo aquí, en la primacía de lo antiguo sobre lo nuevo. El hombre de mayor edad es el que tiene los conocimientos, la experiencia, que debe ser consultado para las celebraciones de las fiestas o para solventar conflictos en la comunidad. Hay naguales mayores y menores, antiguos y jóvenes. La ubicación de los cargos de mayor edad al final de la fila de las procesiones demarcan el principio del sistema de cargos que ha sido mencionado líneas arriba, y que tiene que ver con la supremacía de lo viejo; en este sentido, el que encabeza la fila es el que menos rango tiene. Esto también aplica al tamaño de las velas que se utilizan en los rituales tzotziles. (Gossen, 1990: 66-69). j) Existen conductas buenas y malas. Malas son las que atentan contra el principio de perpetuación de la sociedad y se salen del orden moral. Asimismo, una conducta buena es hacer un bien para el colectivo, en reciprocidad con los demás habitantes de una comunidad. El menosprecio por los deberes (familiares, comunales o de festividades) son malas conductas que perturban el orden establecido. (Guiteras Holmes, 1986: 238239). k) Los sueños son parte de la vida y son fuente de conocimiento. Es a través de los sueños que los curanderos, H’ilol, parteras y rezadores adquieren información y conocimientos otorgados por seres sobrenaturales (Laughlin, 1992; Holmes, 1986; Gossen, 1990; Vogt, 1993, Murillo, 2005). Calendarios En cuanto a la regencia del tiempo entre los tzotziles es importante mencionar la conservación del calendario maya, sobre todo para la agricultura. En el caso del paraje Pozuelos de San Juan Chamula, se mencionó el uso del calendario maya para las labores de campo, pero este conocimiento sólo lo sabían oralmente algunas personas mayores. Se sabe que la mayoría de los pueblos tzotziles utilizan el calendario maya, que consta de “365 días, compuesto de dieciocho meses de veinte días y un mes de cinco días” (Gossen, 1990: 48). Para el caso de Larráinzar, la descripción del calendario es la siguiente: Este sistema divide los años en 18 meses de 20 días cada uno y un mes de cinco días. Cada mes de 20 días se destina tradicionalmente a determinadas actividades agrícolas. Por ejemplo, durante el mes Mukta sak (marzo 2-21) las tierras de las regiones templadas están preparadas para emplear las técnicas de roza; se planta maíz, frijol, calabaza y papa. En mok (marzo 22-abril 10), el mes siguiente, se siguen las mismas actividades de la región fría. (…) Como en los tiempos prehispánicos, las tierras nuevas se preparan durante los meses de invierno. (Holland, 1963: 33). Descripción de los principales sistemas hídricos: Las fuentes de abastecimiento de agua en muchas comunidades tzotziles parten de los pozos o manantiales comunitarios, de los manantiales de uso común y de las líneas de agua entubada que provienen de otros lugares de abastecimiento, en algunos casos, el cerro Tzonte’witz. El agua en estas comunidades tzotziles proviene, entonces, tanto de la lluvia como del subsuelo. Los habitantes reconocen exactamente de dónde proviene el agua que usan en sus comunidades y también reconocen su dimensión sagrada. Generalmente los pozos son denominados como de origen ancestral, encontrado por los viejos pobladores y por ello el pueblo adopta, algunas veces, el nombre otorgado a los elementos ahí hallados. Muchas veces el agua (Véase Toponimia hídrica). Una razón poderosa para mantener los manantiales en buen estado es la presencia de los seres sobrenaturales, dioses o anjeles. Esta actitud, difícil decir si se trata de una conservacionista o que se desprende de sus creencias, ha ayudado a mantener el follaje alrededor de los manantiales, ya que se trata de lugares sagrados. El mantenimiento de los manantiales en la zona es común y la responsabilidad compartida de cuidar el entorno del mismo también. En algunas comunidades se han preparado pozos artificiales, como forma alternativa de obtener agua de lluvia, como menciona un poblador de San Juan Chamula: ...Así cuando es tiempo de lluvia, así como ahorita como está lloviendo, ahora ya tenemos pozos, no tan cercas de las casas pero así como aquí ya un pozo; mas allá ya hay otro pozo donde se deposita el agua, con pozo. Así escarbado la tierra, pues, y ahí se junta el agua. Ya cuando se junta el agua pues ahí nomás aprovechamos para tomar, o sea, ahí sirve para todo el alimento, ahí donde aprovechamos cuando es tiempo de lluvia, pero cuando no es tiempo de lluvia pues no hay nada aquí, se queda absolutamente seco, y tenemos que ir a buscar donde está el agua, así cuando era yo más joven, más niño. [MHG]. (Murillo, 2005). Y en otras comunidades, sobre todo por medio de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) se han introducido sistemas para obtención de agua de lluvia y filtros purificadores. No se ha realizado una evaluación de su funcionaiento y adopción por parte de las comunidades. Hay parajes en los que se encuentran manantiales de uso común. Pueden ser utilizados por cualquier paraje vecino. Lo interesante de estos manantiales es que también tienen cruces y, por supuesto, también habitan anjeles. El hecho de que varias comunidades puedan ir a tomar agua de estos manantiales se explica por un hecho ocurrido en el pasado, en el inconsciente colectivo y que perdura hasta nuestros días: los ancianos o los ancestros dejaron esos manantiales para uso común, sin restricciones ni nombrando dueño a nadie. Generalmente los manantiales comunes están organizados de la siguiente manera: en cada uno de ellos (así como en las cuevas cercanas) existen cruces. Frente a ellas se encuentra el manantial u ojo de agua que se divide en tres pequeños cuerpos de agua. El primero se utiliza para agua potable de los habitantes de los parajes aledaños. El segundo se utiliza para que tomen agua los animales, y el tercero es para que las mujeres laven la ropa. Así se mantiene un orden en el mantenimiento del agua y se evita la contaminación del agua potable. Generalmente es en este tercer cuerpo de agua que se encuentran piedras o tablas en donde las mujeres se hincan y tallan la ropa. La tercer fuente de agua es la entubada, que viene de otras fuentes o de los cerros, como el Tzonte’witz. Éste tiene varios ojos de agua que corren hasta formar un pequeño arroyo. Aunque los manantiales son sagrados para los tzotziles, el agua del manantial se entuba, mediante ceremonias especiales. Hay tanques en los distintos parajes para almacenar esta agua y existen grupos organizados para el mantenimiento del sistema. Las tuberías llegan hasta las casas y los pobladores tienen, generalmente, una sola llave de la que toman el líquido para lavar, hacer comida y demás tareas domésticas. Tanque de almacenamiento de agua. Fotografía: Daniel Murillo, 2005. Almacenamiento de agua en los solares de las viviendas. Fotografía: Daniel Murillo, 2005. Fotografía: Daniel Murillo, 2005 Cruces en el Tzontewitz. Fotografía: Daniel Murillo, 2005. Fotografía: Daniel Murillo, 2005 Descripción de la organización para la gestión del recurso hídrico y los otros recursos que dependen del agua: En los casos recogidos en la zona de Chamula y Zinacantán por Araceli Burguete (2000), aunque abordados desde la antropología jurídica, queda patente el sistema de negociación entre la introducción de agua entubada y las prácticas tradicionales que conllevan lo simbólico. En varios de esos casos se constata que el mayordomo encargado tuvo que ofrecer ofrendas especiales al Dueño de la Tierra o Anjel, no sólo para satisfacer su propio sistema normativo tradicional, sino para mantener en paz tanto a la comunidad como a los dioses. Como aporte de su investigación, la autora menciona: Puede verse la gran capacidad de adecuación y respuesta que las sociedades chamula y zinacanteca han desarrollado para el manejo del conflicto producido en la región por una combinación explosiva de variables que, a su vez, resulta de los cambios en la economía, la escasa oferta y el incremento de su demanda del agua y el explosivo crecimiento de la población. Así, el cuadro de disputa es permanente. Pese a esta situación crítica, la flexibilidad de los sistemas normativos indígenas ha permitido que la disputa no alcance un mayor grado de conflicto. Puede preverse que la rigidez de la aplicación de la norma estatal no permitirá a estas sociedades adecuarse a constantes transformaciones que sufren como consecuencia de su incorporación –entre otras cosas— a la economía del mercado. (Burguete, 2000: 290). Generalmente, también, existen dos tipos de organización para el cuidado del agua: el religioso y el social. El religioso ha sido mencionado en apartados anteriores y tiene que ver con la figura del Martoma Vo’ o Mayordomo del agua que encabeza todo un grupo ritual de personas que mantienen una comunicación con los dioses. La otra parte es un grupo de la comunidad que se dedica a distribuir el agua a través de las tuberías y de los tanques de almacenamiento, dan mantenimiento a las líneas de tubería y están en contacto directo con el grupo religioso. Agua y género: El enfoque cultural de las comunidades tzotziles en general es completamente patrilineal, esto da como consecuencia que la división del trabajo sea específica y que, en general, pueda resumirse en una diferenciación de tareas para el hombre y para la mujer. Esto, aunado también a las consecuencias económicas y a los cambios y adecuaciones en las unidades productivas, ha traído como consecuencia que, en la mayoría de las veces, el hombre es quien trabaja en al milpa, trae el sustento a casa y se ocupa de cargos religiosos, de la organización de fiestas y celebraciones y de llevar ofrendas a los dioses. Los rezos, la preparación de los altares, las cruces y las peregrinaciones a estos lugares sagrados son hechas por los hombres. Las mujeres tienen a su cargo el cuidado de los hijos, la preparación del alimento, el cuidado del hogar y de los animales domésticos y las labores de tejido y preparación de la ropa tradicional. Además, las mujeres son las encargadas de acarrear el agua y la leña a la casa. Pese a que esta diferenciación de tareas haga patente la reproducción de los esquemas tradicionales, en las comunidades tzotziles se observa una característica importante: si los hombres son los encargados de los rezos y de la organización de las celebraciones a los dioses, parecería que son ellos los que tienen también a su cargo la reproducción de tradiciones a través de sus relatos orales; sin embargo, se pudo observar que son las mujeres las depositarias de este saber ancestral, ya que ellas, en mayor medida, cuentan historias relacionadas con su propia tradición, leyendas y mitos, además de la descripción de algunos ritos en relación con los kalvarios y las cruces en los manantiales. La mujer en Pozuelos tiene un papel por demás importante: es la que cuida el hogar, como el centro de su existencia, pero por ello mismo cuida las tradiciones de su hogar ampliado, el lugar donde vive, el paraje y la comunidad. Las mujeres, por otro lado, participan de manera diferenciada en los rituales del tres de mayo: mientras los hombres acuden a rezar y a llevar sus ofrendas a los dioses, las mujeres preparan la comida, misma que es parte del ritual completo, ya que todas estas celebraciones terminan en comidas. Los dos elementos naturales que aparecen en el ámbito doméstico son el agua y el fuego; el agua y la leña. Con lo visto hasta este momento, se puede decir que estos dos elementos, cuando son llevados al hogar, son responsabilidad de las mujeres. Los hombres tienen a su cargo la petición de lluvia, la abundancia en los cultivos y evitar la sequía tanto fluvial como en los manantiales. El principio masculino-femenino de las culturas prehispánicas mesoamericanas se reproduce: lo masculino viene del cielo, es el agua de lluvia. Lo femenino viene de la tierra, es el agua subterránea. El día es masculino, la noche es femenina. (Murillo, 2005). Algunos autores han identificado, en otras comunidades mayances, la aparición de estas diosas, como Köhler (1995:19), en la comunidad tzotzil de San Pablo, municipio de Chalchihuitán; o Villa Rojas (1995: 423) en comunidades tzeltales en el municipio de Tenejapa (en este último caso ligadas a lagunas). La mujer acude a los manantiales, cuando el agua entubada escasea, para llevar el líquido a su hogar. En ocasiones la figura del cántaro ha cambiado y las mujeres usan recipientes de diversos materiales, pero la imagen y la función son las mismas. Llevar agua al hogar es procurar sustento, mantener la vida cotidiana, tener agua para beber. El mismo principio se aplica para la leña: mantener el fogón encendido en la cocina. Los fogones de leña que se utilizan en las cocinas de las indígenas tzotziles generalmente tienen la característica de estar ubicados al centro de la habitación o a la derecha de la entrada. Esto puede explicarse mediante el predominio de la derecha en los pueblos tzotziles y en el ritual específico de construcción de una casa. En el rito para construir una casa nueva se delimita el cosmos: cada uno de los cuatro palos que sostiene la choza son los pilares del universo. El techo es el cielo y debajo de la tierra se contiene el inframundo. Hay que hacer un sacrificio de una gallina y enterrarla en el centro de la habitación. Con esto quedan marcadas las dimensiones tzotziles: el cielo, el inframundo, los cuatro puntos cardinales y el centro, “el ombligo del mundo”. (Vogt, 1993: 84-90). El fogón tiene varios usos: no sólo sirve para cocinar y mantener la comida caliente, sino que sirve para calentar la habitación y secarse en tiempos de lluvias. Las mujeres también lo utilizan para teñir el hilo de lana con que hacen sus textiles. El hecho de que el fogón esté al centro puede ser la contraparte simbólica del centro del mundo, donde se encuentra el calor que, por otro lado, es una metáfora de las horas más calientes del día, cuando el sol está en su cenit. El fogón cumple, entonces, el papel crucial de mantener el calor. De proveer alimento a los habitantes de las casas. Anteriormente, en la comunidad de Pozuelos (San Juan Chamula) la gente bajaba a San Cristóbal para vender carbón y leña. Ha habido un cambio en esto, posiblemente por el uso extendido de las estufas de gas, pero una entrevistada cuenta su historia y hace mención a un elemento importante: dejaron de vender leña y carbón porque se estaban acabando los bosques: Íbamos de vez en cuando y llegábamos a ofrecer en las casas, para ver quién quería, le vendíamos principalmente a los mestizos, porque ellos son los que vivían ahí, no es como ahora que ya vienen de otros lugares como los zinacantecos y otras gentes. Pero íbamos de vez en cuando porque no se vendía bien. (...) Lo vendíamos muy barato, lo vendíamos en pesos y tostones. (...) Sí, era muy difícil, ya se empezó a vender más, cuando crecí un poco. Porque se murió mi mamá, entonces crecí con una media hermana y ella vendía carbón también, por eso miraba que si vendía un poco más. (...) Sí, era muy difícil, ahora está mejor, ahora se vende más las cosas, así como ya soy grande , ya sé qué puedo hacer y qué puedo vender, vendo mis tejidos, vendo mis hilos, otras cosas. Ahora ya no vendo leña ni carbón. (...) Porque mi esposo me dice que no acabemos con los árboles. [RMG]. (Murillo, 2005). De esta forma, el trabajo que las mujeres desarrollan para el abasto de agua y leña al interior de las unidades domésticas presenta un rasgo común a otras formas del quehacer femenino, que es la “invisibilidad social”. Es decir, el trabajo en la esfera reproductiva no es reconocido por los diferentes miembros de las familias y tampoco por la comunidad en su conjunto, dado que no es considerado trabajo propiamente dicho, por no poseer un valor de cambio. Dicha situación se refuerza y perpetua a través de los agentes externos, encargados de desarrollar políticas y programas de desarrollo comunitarios, toda vez que, en la gran mayoría de los casos, se contemplan sólo a los hombres como interlocutores válidos, partiendo de la falsa premisa de que los proyectos son “neutros” y que los beneficios se extenderán de manera automática a toda la familia y comunidad. (Soares, 2006). Por otra parte, los datos encontrados con relación a la división sexual del trabajo para el abasto de ambos recursos naturales al interior de las unidades domésticas, matizan la imagen generalizada planteada por una serie de autoras, entre ellas Bezencon (1993), de que las mujeres son las encargadas de las actividades reproductivas y, por ello, son ellas quienes recogen agua y leña. De hecho, en Pozuelos y El Pinar existe una complementariedad de funciones y solidaridad entre los miembros de las unidades domésticas, a fin de asegurar los volúmenes requeridos de los recursos naturales. De esta manera, a pesar de que sean las mujeres las principales responsables del abasto, tanto del agua como de la leña en sus hogares, llama la atención la fuerte participación de los hijos, niños y niñas y, en menor proporción, también de sus maridos. Es de destacar que a partir de los seis años de edad los niños y niñas ya tienen la obligación de acompañar sus mamás al leñado, actividad que desarrollan al regreso de la escuela y que cuenta con la misma prioridad que la propia alfabetización. (Soares, 2006). En un estudio realizado por el IMTA (Soares, 2006) en dos comunidades tzotziles se menciona lo siguiente: “Con relación al tiempo dedicado por los miembros de las unidades domésticas al aprovisionamiento del agua en los meses de escasez, encontramos que la periodicidad es elevada, dado que tienen que abastecerse de una a tres veces diariamente. De hecho las y los habitantes locales utilizan de 2 a 6 horas diarias para el abasto de agua. En principio todos las y los habitantes de las comunidades, sean hombres o mujeres, pueden acceder al agua, aunque el control y las decisiones relativas a la gestión del recurso hídrico sean tomadas por los hombres del patronato del agua de cada localidad. La existencia de una organización que regula el acceso al agua para uso doméstico, con representantes exclusivamente del sexo masculino, en comunidades en donde tanto el abasto como el manejo del agua al interior de las unidades domésticas es responsabilidad principalmente de las mujeres, refleja que son los valores sociales y estereotipos culturales que están guiando las prácticas comunitarias de organización y gestión de los recursos. De hecho la situación de exclusión de las mujeres de los espacios de toma de decisión con relación al agua para uso doméstico, no es exclusiva de Pozuelos o El Pinar, sino compartida por diferentes regiones de Chiapas, conforme lo plantean Kauffer y García (2003), quienes encontraron en su investigación sobre la presencia de mujeres en los comités de agua del estado, que existen 1,000 comités de agua distribuidos a lo largo de Chiapas y que la participación de mujeres en dichos espacios se reduce al 1%, es decir, solamente 10 comités cuentan con presencia femenina. “En estos términos, son las mujeres quienes conocen, más que nadie, las reales demandas de las unidades domésticas en lo tocante al agua, por la sencilla razón de que son ellas las responsables de manejar el agua dentro del hogar, ya sea utilizándola en el lavado de ropa, preparación de alimentos, aseo de la vivienda, entre otras actividades demandantes de dicho recurso; sin embargo son los hombres quienes determinan las prioridades para utilización del agua al interior de las unidades domésticas y también son ellos quienes establecen las sanciones para los incumplimientos. Es decir, son los hombres quienes tienen el poder de decisión, inclusive en aspectos relacionados a las actividades eminentemente femeninas. De hecho, en asamblea comunitaria en la comunidad de Pozuelos, los hombres establecieron que los meses cercanos al periodo de estiaje, el agua de las tomas domiciliarias no podría ser utilizada para lavar ropa, con la sanción de multa, con valor de $400.00 (cuatrocientos pesos), para quienes incumplieran la disposición”. (Soares, 2006). Procedencia: INI. Inventario original: 3519. Fondo Alfonso Fabila. Fecha: ca. 1955. Sitio: Chamula. Autor: Alfonso Fabila. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI Procedencia: INI. Fondo Chiapas. Fecha: ca. 1955. Sitio: Altos de Chiapas. Autor: desconocido. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI Fotografía: Daniel Murillo, 2005 Fotografía: Oritia Ruiz, 2005.Archivo personal. MECANISMOS DE EQUILIBRIO SOCIAL: En las comunidades tzotziles la aplicación de normas es muy importante y forma la base de la relación entre los miembros de la comunidad y de otras comunidades. Los lazos de identidad y religión, por ejemplo, se ven mermados con la introducción de la religión evangélica, lo que ha provocado una serie de conflictos internos y de desplazados por razones religiosas. Muchos desplazados han formado sus propias comunidades, en donde, a pesar de tratar de abrazar una nueva religión, la propia cosmovisión tzotzil está presente en el lenguaje, el vestir, las actividades como el hilado y el tejido, la comida, la construcción de casas y los patrones de asentamiento. En algunas comunidades de desplazados, como El Duraznal, los pobladores han incorporado a sus actividades la elaboración de artesanías y el riego con aguas negras, por ejemplo. “Con relación a las razones de orden religioso, los adeptos de los grupos evangélicos están en contra de los rituales del agua, debido no sólo al concepto de una variedad de dioses implícito en la cosmovisión que alimenta de simbolismo los rituales, sino también a su personificación en elementos naturales. Los conflictos religiosos por el agua, tanto en Chamula como en Zinancantán –dos municipios ubicados en los Altos de Chiapas-, llegaron a un extremo tal que coadyuvaron a la expulsión de los evangélicos del territorio, bajo el argumento que el rechazo a la participación en los rituales del agua por los habitantes puede provocar la ira de los dioses, con el consecuente agotamiento de las fuentes de agua (Burguete, 2000; Kauffer y García 2004)”, (Soares, 2006). Los mecanismos de control social son estrictos para las comunidades de los Altos de Chiapas. Las reglas de uso de los recursos naturales, igualmente deben ser observadas: las reglas para el uso del agua y de la leña, por ejemplo, son muy estrictas. El agua no se considera como posesión de nadie, de ahí se explica el acuerdo de compartir agua de distintos parajes y también así se explica la molestia cuando pobladores de otros parajes tratan de apropiarse de manantiales para uso exclusivo. Aunque la propiedad de ciertos manantiales existe, ésta se toma como parte de una comunidad en específico, no de un dueño particular. En los Altos de Chiapas el agua es un bien común y los pobladores saben cómo deben usar el agua, para lograr su, como lo llamaríamos desde el campo institucional, “uso eficiente”. Desde las reglas claras de mantener tres reservorios para usos distintos en los manantiales, hasta el uso del agua entubada, forman parte de la vida comunitaria. La reprobación de ciertos actos de “robo de agua” lo demarcan de la misma forma. De hecho, la cosmovisión indígena de esta zona permite que los manantiales sean cuidados y conservados en buenas condiciones, así como el correcto uso del agua por los pobladores. En este punto hay una confluencia de los derechos consuetudinarios, las reglas de organización y uso y el mundo sobrenatural y simbólico. El manejo de los recursos forestales en la región se ha visto afectado por los procesos de urbanización y compra de tierras. Algunos terrenos del cerro sagrado de Tzonte’witz, como era la costumbre, se les daba un uso comunal entre varios parajes, como Muquem, Sactzu y Yolonab. Se podían aprovechar los árboles para construir casas, para la leña, para el mango de azadones. Después, la tierra se distribuyó entre las tres comunidades, pusieron sus callejones cada uno, y se repartieron los terrenos. El hecho de que las tierras tengan “dueños” ha provocado una desregulación de las normas y los usos del bosque de carácter comunal e indígena, cediendo paso a la tala indiscriminada de árboles, y a la amenaza creciente de la desaparición de los manantiales que abastecen de agua al resto de las comunidades de la zona. (Soares, 2006). Por consiguiente, la forma actual de conseguir leña por parte de los parajes de los Altos es a través de los árboles que tienen en sus parcelas y milpas, o acudiendo a lugares donde no hay un “dueño”. Esto ha traído como consecuencia que en muchos de los casos donde la parcela más cercana no cuenta con los recursos forestales necesarios, se tengan que invertir largas jornadas para traer la leña de más lejos, y hasta usar automóvil, en sustitución de los animales de carga. (Soares, 2006). Existe un sentido de cuidado hacia el bosque, aunque manejado desde un respeto simbólico por lo sagrado. Las fuentes de agua se cuidan debido a que son lugares sagrados. Procedencia: INI. Fondo Chiapas. Fecha: ca. 1955. Sitio: Altos de Chiapas. Autor: desconocido. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI Procedencia: INI. Fondo Chiapas. Fecha: Junio 1955. Sitio: Chamula. Autor: desconocido. Catálogo Iconografía de luz, disco 1, CIESAS-INI Fotografía: Daniel Murillo, 2005 Bibliografía etnohidráulica Burguete Cal y Mayor, Araceli, Agua que nace y muere. Sistemas normativos indígenas y disputas por el agua en Chamula y Zinacantán, Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste, UNAM, México, 2000. Cancian, Frank, Economía y prestigio en una comunidad maya, INI-Conaculta, México, 1990. Díaz Gómez, Eulogio, La sustentabilidad en el manejo comunitario del agua por los tsotsiles de los Altos de Chiapas; el caso del paraje Pozuelos, Mpio. de San Juan Chamula, borrador de tesis de maestría en Desarrollo Ruiral Regional, Universidad Autónoma de Chapingo, México, 2005. 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Existen pocos vestigios arqueológicos y ciudades importantes identificadas cerca de esa zona, como Toniná o Copanaguastla. Sin embargo, existe la hipótesis de que los grupos tzotziles y tzeltales provienen de Guatemala y que hayan habitado la misma zona que actualmente pueblan (Romano Delgado, 2002: 26). Durante la conquista se sabe que Zinacantán era un centro importante y que el señor de esa ciudad, Cuzcácuatl ofreció su apoyo a los españoles conquistadores, así que la primera expedición al área fue aproximadamente en 1524. Los chamulas fueron los que presentaron más resistencia, constante durante toda su etnohistoria. Se establece una encomienda, a cargo de Diego de Mazariegos, en 1528 y en 1531 la Corona Española decretó la formación de Ciudad Real, en territorios poblados por tzotziles, tzeltales, tojolabales y zoques (Obregón, 2003: 9-10). Frailes dominicos trataron de concentrar a los grupos dispersos de tzotziles en lugares que fueron llamados “Reducciones” y en Chamula se establecieron tres de estos centros, aunque los diversos parajes continuaron funcionando con su organización subadministrativa (Gossen, 1990: 21). Los chamulas y otros grupos de tzotziles participaron marginalmente en la revuelta tzeltal de los años 1712 a 1715 y encabezaron la rebelión Cuzcat de 1869-1870, que promovía la devolución del poder a los indígenas. Durante el periodo porfiriano las tierras agrícolas para sustento escasearon y eso provocó que, con el Movimiento Revolucionario, los indígenas fueran reclutados tanto por un bando o por otro, con la promesa de conseguir tierras. Es durante el periodo del presidente Lázaro Cárdenas que el territorio de los indígenas aumenta. En el caso de Chamula, lo hace de 240.61 a 364.56 kilómetros cuadrados. Y es a partir de 1937-38 que se les exige, mediante la oficina de Asuntos Indígenas, que el puesto mayor de organización política sea ocupado por un hombre joven, bilingüe, en lugar de un anciano monolingúe, con el fin de tener contacto más directo con los poderes federales. (Gossen, 1990: 22-23). Un hecho importante es que durante varios años las comunidades tzotziles han entrado en un proceso de “reindinización”, con hechos como la expulsión de ladinos de algunas cabeceras municipales, como Larráinzar, en 1974 (Obregón, 2003: 14). Casi veinte años después, surge el movimiento zapatista, que recupera esta tradición de defensa y expansión de espacios identitarios y territorios. Áreas ocupadas por el grupo étnico o cultura: La región de los Altos de Chiapas cuenta con 946 localidades, pertenecientes a quince municipios, distribuidas como a continuación se describe: Municipios Población total Localidades 1. Amatenango del Valle 6559 37 2. Chalchihuitán 12256 38 3. Chamula 59005 110 4. Chanal 7568 15 5. Chenalhó 27331 91 6. Huixtán 18630 53 7. Larrainzar 16538 62 8. Mitontic 7602 15 9. Oxchuc 37887 91 10. Pantelhó 16262 129 11. San Cristóbal de las Casas 132421 84 12. Tenejapa 33161 54 13. Teopisca 26996 90 14. Zinacantan 29754 48 15. Cancuc 20688 29 Altos de Chiapas 452658 946 Fuente: INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda 2000. (Soares, 2006). La región es eminentemente rural, con una concentración poblacional en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, de hecho la población de dicha ciudad abarca alrededor del 30% de la población total de los quince municipios de los Altos de Chiapas. La región de los Altos de Chiapas posee una población de 452658 habitantes, de los cuales 221036 son hombres y 231622 mujeres. Según los índices de masculinidad de cada municipio, reflejados en el cuadro II, la distribución de la población entre hombres y mujeres se mantiene con una proporción mayor de mujeres, -salvo en los casos de Chalchihuitán, Chenalhó, Oxchuc y Pantelhó-. Si bien las diferencias entre el número de hombres y mujeres en dichas localidades son prácticamente despreciables, llama la atención el bajo índice de masculinidad de Chamula. Ello puede estar reflejando la migración masculina en búsqueda de escenarios mas propicios para el desarrollo. (Soares, 2006). Formas de asentamiento: Comunidades dispersas, que se denominan con el nombre genérico de Sna (casa, en tzotzil) y que se han traducido como parajes. Es común que los habitantes llamen paraje a sus comunidades. Sistema de culto: Católico-sincrético, aunque hay comunidades de desplazados evangélicos. Sistema económico: En la mayoría de los municipios de los Altos de Chiapas el crecimiento económico se concentra en el sector primario. “Si contabilizamos los quince municipios, es decir, la totalidad de municipios de los Altos de Chiapas, la participación del sector agropecuario para el año 2000 alcanzó el 56% del total de la población ocupada por sector, cifra que tampoco es despreciable”. (Soares, 2006). “Con relación a la marginación, los municipios indígenas de los Altos de Chiapas presentan los índices más altos del estado. De hecho, de los 119 municipios existentes en la entidad, los Altos ocupan índices de marginación tan alarmantes como el lugar 111 de Cancuc o el 110 de Mitontic, entre otros. Dichas cifras son todavía más impactantes si tomamos en cuenta que Chiapas es el estado de mayor índice de marginación de la república mexicana. Desde esta perspectiva, dichos municipios son los más marginados de todo el país. Nuevamente San Cristóbal de las Casas se destaca por no pertenecer a la lista de los marginados del estado, dado que ocupa el segundo lugar de marginación, perdiendo solamente para la capital del estado Tuxtla Gutiérrez”. (Soares, 2006). Autores principales: Vogt, Evon Gossen, Gary Holmes, Calixta Guiteras DESCRIPCIÓN DE LA ECO REGIÓN Oferta de suelos y relieve: Los Altos de Chiapas están localizados en el estado de Chiapas, entre los 16° y los 17° de latitud norte. La región es montañosa, con una altitud superior a los 2000 m.s.n.m. y se caracteriza por temperaturas tendientes a frías. Existe una estacionalidad del clima en la zona, es decir: por un lado una temporada de lluvias restringida a seis meses, con sequía intraestival (canícula), que coincide con las elevadas temperaturas del verano y por el otro, una temporada seca invernal con temperaturas mínimas que alcanzan grados bajo cero, con heladas que imponen severas limitaciones a la producción agropastoril. El relieve de la zona, caracterizado por planicies de diferentes extensiones, que se alternan con conos volcánicos y con elementos de paisaje cárstico típico, está conformado por rocas calizas de aproximadamente dos millones de años. Dicha conformación paisajística impone una característica de extrema relevancia para el desarrollo de las actividades productivas en la región: la ausencia de corrientes superficiales de agua. Sus suelos se derivan de las rocas calizas y presentan las características de ser delgados, pesados, inundables, ácidos, ricos en nitrógeno total y en materia orgánica. La vegetación natural de los Altos de Chiapas esta constituida por comunidades arbóreas de pino-encino, pinares, encinares o bosques de niebla, las cuales están vinculadas a la disponibilidad de humedad. Sin embargo, en la actualidad la vegetación natural está cediendo lugar a un mosaico de cobertura vegetal estrechamente relacionado con la actividad agroforestal en la zona (Alemán, 1998). 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