Guía Lección Quinta

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Lección Quinta. La ética y la deontología profesional.
Pregunta guía: ¿Qué deberes éticos deben vincular a los profesionales? ¿Cuáles en efecto
vinculan? ¿Mediante qué instrumentos se hacen efectivos?.
Contenidos:
1. ¿Qué es una profesión?
Los deberes éticos que estemos dispuestos a justificar para los profesionales dependen de qué
entendamos que es una profesión. Cuando se insiste en la necesidad de una ética que afecte a
las actividades económicas y profesionales, es porque se considera que quienes ejercen estas
actividades pueden causar un perjucio a otros sujetos y porque se atribuye a estas actividades
una determinada función en la sociedad que trasciende la ventaja económica de las relaciones
con los ‘clientes’. Encontramos ejemplos de ello en la abogacía.
Aunque no hay un concepto uniforme de profesión, sí suele considerarse que el desempeño
profesional se caracteriza por la independencia, la cualificación, la responsabilidad, la
confianza (que se protege mediante el secreto), la delimitación competencial y la finalidad
social que trasciende el interés del cliente y que muchas veces se relaciona con los derechos
humanos. Estas características justifican que en algunas profesiones se hayan generado
normas deontológicas administradas, muchas veces, por Colegios profesionales.
Puesto que esta es la justificación, los códigos deontológicos no pueden utilizarse para limitar
la libertad de los profesionales con argumentos moralistas y perfeccionistas, ni para imponer a
estos restricciones en su ética privada.
Otra discusión al respecto es si los deberes que se incorporen a los códigos pueden suponer
una excepción a la moral ordinaria. Con los presupuestos apuntados a lo largo del curso, en el
que la ética profesional se sitúa al servicio de los derechos y del sistema en el que estos son
posibles, la respuesta sólo puede ser negativa.
2. Autorregulación y heterorregulación de la actividad profesional
Una vez que se han justificado deberes éticos específicos para los profesionales, cobra sentido
aludir a la polémica entre quienes consideran que tales deberes éticos deben ser definidos y
asegurados mediante instrumentos jurídicos (son, por tanto, partidarios de la
heterorregulación) y quienes, por el contrario, insisten en que han de ser los propios
profesionales quienes definan los códigos y se organicen para establecer mecanismos de
control capaces de hacer eficaces sus deberes (optan por la autorregulación):
La heterorregulación, que hace referencia a la regulación jurídica, puede producirse mediante
leyes y llevarse a cabo también a través de distintos mecanismos de control, por ejemplo a
través de un sistema de licencias o a través de organismos de carácter gubernativo. Aunque los
profesionales no están exentos del cumplimiento de normas, en contra de este tipo de
instrumentos para la imposición de la ética profesional se esgrime: la posible injusticia del
Autora: Mª del Carmen Barranco Avilés
Derecho; que en ocasiones la coacción no es posible, o pueden integrarse sus costes en el
cálculo económico; que el Derecho no puede imponer una ética de máximos; que los deberes
jurídicos no tienen por qué integrarse en la moral profesional; y sobre todo, que en relación
con algunas profesiones, es incompatible con la independencia.
Por su parte, el principal argumento a favor de la autorregulación es la autonomía de los
profesionales. Por un lado, si son los agentes sociales quienes crean sus propias reglas, es
posible justificar exigencias morales más fuertes que las jurídicas. Por otro, desde el punto de
vista de la función social de la profesión, existen ciertas profesiones cuyo desempeño requiere
de una especial independencia frente al poder (abogados o periodistas son un claro ejemplo)
que puede verse perjudicada si se amplía la potestad sancionadora de la Administración.
Además, se señala que favorece la eficacia de las normas que se sienten como propias por los
profesionales.
Sin embargo, también es posible argumentar en contra que los códigos éticos pueden resultar
ineficaces, por cuanto al estar administrados por la propia profesión el corporativismo impide
su administración efectiva. Frente a este argumento, es posible afirmar que con independencia
de la responsabilidad que se derive del incumplimiento de los códigos éticos, los profesionales
conservan su responsabilidad jurídica.
Se dice también que los códigos tienen un carácter instrumental, que obedecen a razones de
marketing. Es importante, por ello, recordar la distinción entre contexto de descubrimiento y
contexto de justificación: que la explicación de la inclusión de determinados deberes en los
códigos sea mejorar la imagen del profesional, no es un impedimento para que estos deberes
tengan también una justificación ética. Más aún cuando la confianza es un elemento
fundamental para que la relación entre el profesional y el ‘cliente’ se desarrolle de un modo
satisfactorio.
Se dice también que los códigos favorecen los intereses de grupos profesionales frente al
profesional individual. La democratización de los organismos encargados de administrar el
código (los Colegios, por ejemplo) puede ser una buena ‘vacuna’.
Interesa prestar especial atención al primero de los argumentos en favor de la autorregulación,
porque, precisamente, es en relación con este argumento con el que cobra todo su sentido la
existencia, en nuestro Estado, de los Colegios profesionales. Hay ciertas profesiones cuya
función social puede verse perjudicada si no se garantiza de un modo adecuado su
independencia.
En la actividad de este tema se presenta un ejemplo concreto para la discusión sobre si en el
caso en cuestión es más recomendable la regulación o la autorregulación.
3. Los Colegios Profesionales
En España los Colegios son una institución constitucional; el artículo 36 de la Constitución
Española establece “La Ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los
Autora: Mª del Carmen Barranco Avilés
Colegios Profesionales y el ejercicio de las profesiones tituladas. La estructura interna y el
funcionamiento de los Colegios deberán ser democráticos”.
Los Colegios Profesionales, que son corporaciones de derecho público (Sentencia del Tribunal
Constitucional 89/1989,de 11 de mayo), se crean por ley estatal o autonómica y se rigen por
sus propios estatutos. Los Consejos Generales aprueban estatutos para toda la profesión.
Para ilustrar qué es una profesión y por qué se justifica que haya códigos deontológicos, se ha
mencionado a abogados, cuya colegiación es obligatoria, y a periodistas –de los que, salvo en
algunas Comunidades Autónomas, no hay colegios (Murcia, Galicia, Cataluña, Andalucía)-. El
Colegio, como corporación de Derecho Público, tiene atribuida ciertas potestades porque
persigue fines más amplios que el interés particular de los asociados.
Los Colegios tienen como función “velar por la ética y la dignidad profesional y por el respeto
debido a los derechos de los particulares y ejercer la facultad disciplinaria en el orden
profesional y colegial” (artículo 5 de la Ley de Colegios Profesionales).
Sin embargo, una cuestión es que legalmente se pueda constituir un Colegio profesional y otra,
que para el ejercicio de la profesión la colegiación se convierta en obligatoria. En este sentido,
está pendiente la aprobación de la ley que decida esta cuestión. La Ley 25/2009, de 22 de
diciembre, de modificación de diversas Leyes para su adaptación a la Ley sobre el libre acceso
a las actividades de servicios y su ejercicio (llamada Ley Ómnibus) efectúa este llamamiento.
Estamos en un momento de transición, en el que ya existe un Anteproyecto de Ley de Servicios
Profesionales. En él se establece como principioslibertad de prestación de servicios, junto con
el aseguramiento. Además, coexisten profesiones de colegiación obligatoria y voluntaria
Autora: Mª del Carmen Barranco Avilés
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