LA FRATERNIDAD EN CLAVE DE MISERICORDIA. Conferencia de

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LA FRATERNIDAD QUE NACE DE LA MISERICORDIA
Juan Carlos Carvajal Blanco
CONSILIARIO DE LAS HHT (CENTRO DE MADRID)
I.- INTRODUCCIÓN: LA CONVOCATORIA DEL AÑO DE LA MISERICORDIA
Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de
alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la
palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y
supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que
habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra
en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el
corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado (Bula
Misericordia vultus 2).
- El titulo: La fraternidad en clave de misericordia, indica que la fraternidad se construye a partir
de la misericordia. No obstante, siendo esta afirmación cierta, nos puede llevar a un engaño:
· Podemos pensar que la misericordia es una mera estrategia para construir la fraternidad
· Y, peor aún, que en nosotros está la fuente de la misericordia y su medida
- El texto del papa Francisco, nos señalan el marco correcto de lo que vamos a tratar:
· La Misericordia es ante todo la identidad profunda de Dios respecto a nosotros
- Dios es amor (1Jn 4,16), y la dinámica de su bondad le lleva a condescender hacia la criatura
que ha creado, en especial las personas que sufren y están presas del pecado.
- Dios Trinidad se revela como misericordioso, justamente en esa condescendencia, en ese
abajamiento, en ese auxilio, en esa salvación que ofrece al ser humano, concreto.
· Para tener experiencia de la misericordia divina, es necesario reconocerse necesitado del
auxilio divino
- No se puede confesar la misericordia de Dios teóricamente: o se ha tenido experiencia personal de
la misericordia de Dios o simplemente ni se conoce su misericordia ni al propio Dios1.
- La experiencia de misericordia es experiencia de salvación y trae consigo sentimientos de alegría,
serenidad y paz.
· “La misericordia es la vía que une Dios y el hombre”
- En realidad, ninguno somos merecedores del amor divino. Ante él no podemos presentar
ninguna credencial propia que obligue a Dios a amarnos.
- Mas bien, todo lo contrario, nosotros somos una pobre criatura, que no enriquece a Dios, y, a la
primera de cambio, nos aprovechamos de él y le damos la espalda (pecado).
- Por eso, la misericordia es el puente (la vía) que Dios lanza entre Él y nosotros para superar el
abismo que nos separa y que nosotros abrimos con nuestro comportamiento
- Jesucristo crucificado es ese puente (el pontífice): el Cruz manifiesta de una vez por todas que
Dios tiene entrañas de misericordia para todos y cada uno de los seres humanos
· Pero esta vía necesariamente está mediada: nosotros, los que hemos tenido experiencia de la
misericordia del Padre, somos signos eficaces del su obrar para con los hermanos
- La misericordia es expansiva, esa es su lógica interna: “sed misericordiosos como vuestro Padre
es misericordioso” (Lc 6, 36).
- La misericordia con el hermano no solo es la prueba de haber tenido una experiencia verdadera de
la misericordia del Padre
1
“La misericordia aparece como elemento correlativo de la experiencia interior de las personas en
particular, que versan en estado de culpa o padecen toda clase de sufrimientos o desventuras. Tanto el
mal físico como el mal moral pecado hacen que los hijos e hijas de Israel se dirijan al Señor recurriendo
a su misericordia” (SAN JUAN PABLO II, Dive in Misericordia, 4)
- Es un imperativo, porque la misericordia es un dinamismo que quiere llegar a todos,
especialmente, a los que parecen, por cualquier causa, más alejados del amor divino.
- Después de lo dicho entendemos la exhortación que hace el papa Francisco: “Siempre tenemos
necesidad de contemplar el misterio de la misericordia”2.
· En efecto, nunca podemos dar por supuesta la experiencia de misericordia; siempre la tenemos
que avivar en nosotros, siguiendo la lógica que hemos expuesto.
· La contemplación no es una elucubración teórica, supone implicación personal. Solo podemos
contemplar el misterio de la misericordia en la medida en que lo vemos realizado en nuestras
vidas y nos sentimos conmovidos por él.
· Es en la confrontación personal con la misericordia que somos hechos instrumentos de la
misericordia divina hacia los demás.
II.- EL AGRADECIMIENTO: LA MISIÓN DE LA MISERICORDIA
Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este
ministerio, a mí, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo
misericordia de mí porque no sabía lo que hacía, pues estaba lejos de la fe; sin embargo, la
gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí junto con la fe y el amor que tienen su fundamento
en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo
para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente Dios me ha
tratado con misericordia: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su
paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida
eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los
siglos. Amén” (1 Tm 1,12-17).
1.- Jesucristo el hijo mayor que busca a los hijos perdidos del Padre
a/ “Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores”
- Jesucristo en la encarnación del hijo mayor identificado con el padre de los hijos
pródigos
· Jesucristo si que es verdaderamente el hijo mayor: identificado con el Padre (“Quién me ha visto
a mi ha visto al Padre” [Jn 14,9])
· Todo lo del Padre es suyo y todo lo suyo es del Padre (“Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío”
[Jn 17,10])
· Él realiza la obra que ve realizar al Padre (“en verdad en verdad os digo: el Hijo no puede hacer
nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre, Lo que hace este, eso mismo hace también
el Hijo” [Jn 5,19])
· Él procede del amor del Padre y es su mejor reflejo hacia los que el Padre le ha dado como
hermanos (“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo” [Jn 15,9])
· El amor de Jesús es un amor de condescendencia, de entrega, de misericordia (“Habiendo
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” [Jn 13, 1])
- Jesucristo realiza en su persona la obra de reconciliación que le mandó el Padre3
· En virtud de que somos poca cosa (criaturas) y por nuestro pecado, ninguno de nosotros
seríamos dignos de estima por Dios: La justicia de Dios nos rechazaría
· La justicia de Dios queda manifiesta en Jesús crucificado (“al que no conocía el pecado, lo hizo
pecado a favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él” [2 Co 5,21])
2
“Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la
misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre” (Bula, 3)
3
“Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima
Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en
plenitud. « Dios es amor » (1 Jn 4,8.16). Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de
Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones
con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo
hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo
de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión” (Bula, 8).
· Pero esa, justicia queda consumada en el amor, porque Cristo entregó su vida por cada uno
de nosotros (“Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo;
por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su
amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros” [Rm 5,6-8])
·· En la pascua de Cristo, Dios nos ha tratado con misericordia, nos ha ofrecido el perdón y nos ha
reconciliado consigo mismo (“Nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien
hemos obtenido ahora la reconciliación” [Rm 5,11])
b/ Pablo tiene una experiencia cierta de que la misericordia de Jesucristo le ha salvado
- “Dios tuvo misericordia de mí”; “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y
yo soy el primero”; “la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí junto con la fe y el
amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús”
· Pablo sabe que Cristo se ha entregado por todos los hombres, pero por él el primero
· El “por todos”, no elimina el que Cristo se haya entregado “por mí”. Para Pablo, la salvación
misericordiosa de Cristo no es una abstracción, es una experiencia muy concreta, muy
personal, muy propia (“El Hijo de Dios, me amó y se entregó por mí” [Gal 2,20])
· Pero esa experiencia particular: el “por mí” tampoco elimina la tensión con el “por todos”, al
contrario, se establece una extrema correspondencia: La misericordia que Dios ha realizado en
él, quiere realizarla con todos (“por esto precisamente Dios me ha tratado con misericordia:
para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me
convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna” [1 Tm 1,16])
- “Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió
este ministerio”
· La experiencia de misericordia está en la base del ministerio de reconciliación que ha recibido
Pablo (“Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el
ministerio de la reconciliación” [2 Co 5,18])
· De modo, que Pablo vive toda su vida como un servicio a la llamada que Dios dirige a todos
para que se abran a su misericordia y se dejen reconciliar con él (“Nosotros actuamos como
enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de
Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios” [2 Co 5,20])
· La reconciliación con Dios genera una reconciliación entre los que son oponentes y rivales
(“No hay distinción entre judíos y griegos, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso
con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”
[Rm 10,12])
· Y genera una fraternidad nueva en torno a Cristo (“Cuantos habéis sido bautizados en Cristo,
os habéis revestidos de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” [Ga 3,27-28])
III. LA FRATERNIDAD EN CLAVE DE MISERICORDIA
1.- Todos estamos llamados a ser instrumentos de la misericordia del Padre
a/ En los próximos años, la Iglesia está llamada a realizar su misión en clave de
misericordia
¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al
encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y
lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya
presente en medio de nosotros (Bula, 5).
- Una misericordia activa: que sea testimonio de la bondad y ternura de Dios
- Una misericordia con los cercanos (creyentes) y con los lejanos (no creyentes)
- Una misericordia con un estilo y profundidad que transcienda nuestra propia medida y
llegue a ser signo del propio Dios
- Una misericordia concreta, personal. Será universal si está abierta a todos, pero solo
será real si va dirigida a personas determinadas, en sus situaciones y necesidad
personales, con unos gestos concretos4
b/ Una misericordia significativa
La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio,
que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo
hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir
ninguno […] Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella
viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben
transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar
el camino de vuelta al Padre (Bula 12)
- Nuestros contemporáneos están necesitado de misericordia
- Sin embargo, parece rechazar todo gesto de misericordia
· Le hace sentirse vulnerable, inferior…, le cuesta reconocer su verdad: es una criatura debil
y pecadora
· Por otro lado, no quiere deber nada a nadie. Recibir atención y auxilio lo vive como una
humillación
- Los cristianos debemos obrar la misericordia con delicadeza y respeto
· Mostrando que nosotros hemos sido antes objeto de la misericordia: conocemos la
situación por la que ellos pasan
· Y ofreciéndola de un modo gratuito, sin esperar más recompensa que el bien de los
destinatarios
2.- Los signos de la misericordia divina
La Iglesia debe dar testimonio de la misericordia de Dios revelada en Cristo, en toda su misión
de Mesías, profesándola principalmente como verdad salvífica de fe necesaria para una vida
coherente con la misma fe, tratando después de introducirla y encarnarla en la vida bien sea
de sus fieles, bien sea —en cuanto posible—en la de todos los hombres de buena voluntad.
Finalmente, la Iglesia—profesando la misericordia y permaneciendo siempre fiel a ella—tiene el
derecho y el deber de recurrir a la misericordia de Dios, implorándola frente a todos los
fenómenos del mal físico y moral, ante todas las amenazas que pesan sobre el entero
horizonte de la vida de la humanidad contemporánea (Dives in Misericordia, 12)
a/ Una comunidad que profesa la misericordia de Dios y la proclama
- El acontecimiento de misericordia que es la pascua de Jesús, es un acontecimiento
real y actual
· Dios sigue teniendo misericordia de nosotros. En nuestro encuentro con Jesucristo lo hemos
experimentado y lo seguimos experimentando
· Para reconocer esto es preciso que leamos el Evangelio como Buena noticia, no en clave
moralizadora. Hemos de ir de los relatos evangélicos a nuestra vida y de nuestra vida a los
relatos evangélicos: Lo que en ellos se cuenta ha sucedido y sucede en nuestra vida.
· Aquí es fundamental que nos abramos a nuestra verdad y a la verdad de Dios para con
nosotros. Recordemos la sinceridad de Pablo en su carta a Timoteo
· Necesitamos rememorar la misericordia de Dios para con nosotros una y otra vez, personal y
comunitariamente. En nuestra historia de Hermandades, nuestra gloria, no son nuestros éxitos,
sino que “Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Sal 126125)
- La misericordia profesada nos convierte a la misericordia
· Este contemplar y acoger la misericordia divina nos convierte a la misericordia: no hace
reconocer su amor, fuente de alegría y gozo, y la necesidad que tenemos de él
4
“El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida
concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia
de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y
quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se
debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él
es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros. (Bula, 9)
· Esto nos pone en sintonía para descubrir de qué modo los otros necesitan de la
misericordia: la mirada cambia y vemos a los otros como destinatarios, también, de la
misericordia divina
· Esta experiencia nos hace más humildes, más amables, más atentos, más pacientes respecto
a los otros
b/ Una comunidad que trata de practicar la misericordia
- “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”
(Mt 5,7)
· El ejercicio de la misericordia es la piedra de toque de si verdaderamente hemos experimentado
5
o no la misericordia de Dios
· Para un cristiano el ejercicio de la misericordia, no es algo puntal, es un estilo de vida, algo que
configura nuestra existencia de hermanos y discípulos de Jesús
· Aquí el modelo es siempre Cristo y la medida de la misericordia, su entrega en la cruz:
desconcertante modelo que siempre debe ser nuestra inspiración y fuente de purificación
· La misma impotencia de poder alcanzar esta medida por nosotros mismos, no hace volver y
esperar de la misericordia divina y comprende cómo los demás necesitan de nuestra
misericordia
- Una misericordia que instaura la fraternidad
· La misericordia, que brota del reconocimiento del otro como hermano, genera reciprocidad: el
amor que tengo con el otro, mi hermano, redunda en mí; y el bien que recibo del otro, mi
hermano, es un bien para mí. La misericordia no es paternalismo
· El trato misericordioso, que tiene su fuente en la paternidad de Dios, genera igualdad:
reconocimiento e instauración de la dignidad mutua
· La misericordia tiene su gramática propia, lleva aparejada la sensibilidad por el otro, la ternura
y delicadeza en el trato, la condescendencia, paciencia…
· La verdadera misericordia siempre se consuma por el perdón y construye la fraternidad por la
reconciliación. ¡Ojo! El perdón supone la participación en el sacrificio de Cristo
c/ Una comunidad que ora y recurre a la misericordia de Dios
- La oración es un grito a la misericordia de Dios
· La limitación y el mal, en sus múltiples formas, nos acechan, quieren imponerse en nuestras
vidas. Ante ellos nuestra impotencia se hace evidente: nos saca de nosotros mismos
· La oración es la primera reacción de un cristiano ante el mal y la necesidad: en ella se
muestra la confianza en un Dios que está atento el destino de sus hijos, se compadece de ellos
y está pronto en acudir en su ayuda
· La oración clamando por la misericordia conmueve las entrañas de Dios, máxime cuando es
una oración de intercesión: la oración de un hijo que pide por su hermano al Padre común
· Más allá de nuestras expectativas, más allá de nuestros planes la oración también permite
contemplar cómo actúa la misericordia divina; no hace receptivos a ella
- La oración es una apelación de Dios al ejercicio de nuestra misericordia
· La oración sincera es una oración comprometida. Nuestra suplica a la misericordia divina se
transforma en apelación que Dios hace a la misericordia que ha puesto en nuestro corazón
· En la oración, el Señor nos interpela con su misericordia
· En la oración aprendemos a mirar a los otros con los ojos de Dios
· En la oración nos reconocemos alentados por la gracia divina para ser mediación de su
misericordia.
5
“El hombre alcanza el amor misericordioso de Dios, su misericordia, en cuanto él mismo interiormente se
transforma en el espíritu de tal amor al prójimo” (Dives in Misericordia, 14)
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