1 a qua - Ministerio Público Fiscal

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"D C
, M
s/violación con fuerza e intimidación"
CCC 29375/2007//T01/1/RH1
Suprema
Corte:
1
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 17 declaró la
nulidad de la resolución que condenó a M
D C
a la
pena única de treinta y siete años de reclusión, comprensiva de la
impuesta en estas actuaciones (causa n° 2769) a treinta años de
reclusión y de la de siete años y seis meses de prisión aplicada por el
Tribunal en lo Criminal N° 3, del departamento judicial de Morón, en
los autos n° 396. Para adoptar ese temperamento, sostuvo que sin
desconocer que los planteo s recursivos intentados por el nombrado y
su
defensa oficial
resultaban manifiestamente
extemporáneos,
la
aparente inactividad de su abogado particular durante el trámite de
unificación, lo habría privado de contar con una defensa eficaz de sus
intereses.
Por su parte, la Sala IV de la Cámara Federal de
Casación Penal, por mayoría, rechazó la apelación que interpuso el
Fiscal General contra ese pronunciamiento (fs. 3/9), lo que motivó la
presentación de un recurso extraordinario cuya denegatoria, por las
razones que lucen a fojas 26, dio lugar a la articulación de esta queja.
n
El recurrente atribuye arbitrariedad al fallo, pues
sin desconocer que su planteo involucra cuestiones vinculadas con la
correcta aplicación de normas de derecho común y procesal, considera
que lo resuelto por el a qua carece del requisito de motivación
suficiente que debe contener toda decisión judicial, toda vez que el
razonamiento para confirmar la mencionada nulidad no constituye
derivación razonada del derecho vigente al violar los principios de
preclusión y cosa juzgada, y de esa forma, despojar de certeza a una
condena firme desde hace más de cuatro años, por la sola alegación
del condenado que no pudo comunicarse con su letrado de confianza
luego que éste guardara silencio en los plazos procesales establecidos,
lo que constituye un supuesto de grave repercusión institucional (fs.
10/20).
nI
De acuerdo con esta reseña, la crítica del apelante
impone la necesidad de dilucidar si el a quo, para no vulnerar el
derecho de defensa de D C
su
tardía
manifestación
, acertó en otorgarle preeminencia a
de
recurrir
sobre
lo
dispuesto
en
el
ordenamiento procesal respecto del plazo para interponer el medio de
impugnación, que tanto él como sus asistencia técnica particular
-sustituida luego por la oficial- tenían expedita, a pesar de haber
transcurrido más de cuatro años desde que fue notificado de la pena
única que se le impuso.
Creo oportuno recordar, ante todo, que si bien las
resoluciones que declaran nulidades, como la confirmada por la
Cámara,
por
regla,
no
resultan
revisables
en
esta
instancia
extraordinaria, en la medida que no constituyen la sentencia definitiva
a que alude el artículo 14 de la ley 48 (Fallos: 301:859; 310:2733;
318:665), también es cierto que cabe equipararla a tal cuando los
agravios tienden a lograr la plena efectividad de la cosa juzgada cuyos
efectos se habrían desconocido, afectándose de modo irreparable las
garantías de la defensa en juicio y del debido proceso que también
"D Co
M
s/violación con fuerza e intimidación"
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amparan al Ministerio Público Fiscal (conf. Fallos: 199:617; 299:17;
307:2483).
Por lo demás, tampoco dicho principio es óbice para
la consideración del planteo que se pretende someter a conocimiento
de V.E., cuando la decisión respectiva, como entiendo ocurre en el sub
júdice, carece de fundamentación válida que la sustente por no
constituir una derivación razonada de las constancias de la causa, lo
que resulta incompatible con un acto jurisdiccional válido de acuerdo
con la doctrina de la arbitrariedad (conf. Fallos: 325:1404, 328:137 y
1874 ).
Pienso que ello
es así, pues comparto
con el
recurrente su crítica en torno a la seria falencia de fundamentación
que presenta lo resuelto por la mayoría, al c?nfirmar la contradicción
en la que incurrió el Tribunal Oral que avaló el estado de indefensión
que habría padecido el condenado durante el trámite previsto en el
artículo 58 del Código Penal, a pesar de reconocer que la falta de
respuesta por parte de su letrado particular que lo motivó, no indicaba
necesariamente una defensa defectuosa. Más aún, coincido en que esa
situación que se alega, si bien no le era atribuible al encausado, no
puede equipararse a un verdadero estado de indefensión que permita
subsanar la tardía interposición de los recursos
de
casación
e
inconstitucionalidad, en la medida que de las constancias que tengo a
la vista no surge por parte de D
C
, tanto al ser notificado
personalmente de la pena única como de su posterior cómputo, su
intención de revisar la primera de esas decisiones por un tribunal
superior.
Si bien solo al defensor, sea particular u oficial, le
sería exigible el conocimiento acerca de la connotación de aquella
notificación en el marco del derecho a recurrir que tiene su asistido,
no es menos cierto el desinterés que se desprende de la actitud que
éste asumió en ese momento al no expresar su desacuerdo con lo
resuelto,
sin
invocar
en
esa
oportunidad
aquella
ausencia
de
comunicación con su letrado que ya padecía, según su posterior
versión y de acuerdo al alcance que le otorgó el Tribunal Oral. Por el
contrario, insisto que recién se limitó a denunciar esta circunstancia al
tomar conocimiento del cómputo de la pena única.
Tampoco en este contexto puedo pasar por alto, tal
como lo resalta el recurrente, que esa ineficiencia que se le atribuye al
letrado de confianza del encausado y su pretensión de recurrir, fue
recién advertida por la defensa provista por el Estado que se designó
en su reemplazo, en cumplimiento del criterio de V.E. acerca de la
obligación que tienen los órganos jurisdiccionales de velar por una
defensa efectiva del imputado (Fallos: 310:1934; 319:1496; 323:1440,
disidencia del doctor Bossert), al fundar el recurso in pauperis que D
C
interpuso para manifestar su disconformidad con la pena
única, luego de transcurridos más de cuatro años desde la formal
intervención
de
dicha
funcionaria
y
sin
invocar
ninguna
otra
circunstancia o dificultad excepcional que, previa evaluación, hubiese
permitido justificar semejante demora.
Precisamente entiendo que ese proceder permite
entrever que esa tardía impugnación del condenado, se debió a su
exclusivo comportamiento y no a una deficiente asistencia técnica
legal en la que erróneamente intentan ampararse la defensa oficial y
"D C
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los magistrados del Tribunal Oral. Sostener lo contrario, implicaría
dejar librado a su capricho la justificación o no de la demora para
ejercer su derecho de ser oído y de acceder a una instancia superior en
las formas previstas por la ley, y con ello, desconocer que los plazos
procesales y el régimen de preclusión tienen por finalidad reglar la
forma en que se llegará a una decisión definitiva de certeza (conf.
Fallos: 313:711), aspecto que quedaría desvirtuado en el supuesto de
avalar la nulidad que confirmó la Cámara, atento el extenso tiempo
que transcurrió hasta que se materializó aquella intención de recurrir.
En otras palabras, significaría soslayar los efectos
de la cosa juzgada como presupuesto ineludible de la seguridad
jurídica, cuya jerarquía constitucional ha sido reconocida por V.E. en
numerosos precedentes (Fallos: 311:495 y 2058; 313:904; 314:1353;
315:2406 y 2680, entre otros).
IV
Por todo lo expuesto y demás fundamentos del señor
Fiscal General, mantengo esta queja.
Buenos Aires,
ES COPIA
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de ~r
de 2016.
EDUARDO EZEQUIEL CASAL
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