Moody 1 Sarah Moody SPAN 304 con María Antonia García de la Torre Los hombres que vomitan animales Los seres humanos y los animales interactúan cada día en nuestro mundo de modos diferentes. Algunas personas tienen animales como mascotas, otras van al zoológico para ver los animales, y más todavía cazan los animales. Nunca en la vida se oye que una persona vomite un animal, pero eso es exactamente lo que pasa en dos cuentos, Mariposas de Koch de Antonio Di Benedetto y Carta a una señorita en París de Julio Cortázar. Estas historias tienen mucho en común, pero son muy diferentes, también. Ambas se enfocan en un hombre que vomita un tipo de animal, más o menos, pero las razones por las que vomitan no son muy similares. Para empezar, los narradores son similares en que son de primera persona. Es decir, las historias son desde el punto de vista del protagonista. En Mariposas de Koch, nuestro narrador es un hombre que está muriéndose de la tuberculosis. Por otro lado, el narrador de Carta a una señorita en París se aloja en la casa de la mujer querida a la que le escribe. Los dos hombres relatan sus experiencias: el primero come y escupe unas mariposas y el segundo vomita muchos conejitos. La gran diferencia entre los dos (aparte del hecho de que tienen animales diferentes) es que el hombre de Mariposas piensa que vomita mariposas, pero, en realidad, no son mariposas; son cuajarones. No entiende que está muriéndose y que no está en pleno uso de sus facultades mentales. El lector empieza a darse cuenta de eso con la primera frase: “Dicen que escupo sangre, y que pronto moriré. ¡No! ¡No! Son mariposas, mariposas rojas. Veréis” (Di Benedetto 142). Por eso, el lector no puede confiar en el narrador. El hombre de Mariposas piensa que los cuajarones son mariposas porque un día, cuando estaba afuera con su burro, él probó una margarita en la que se posaba una mariposa. Él se comió la margarita y la mariposa y, según él, se comió dos Tu revista Fall 2014 Moody 2 más que volaron en su boca abierta. Cree que los cuajarones son los hijos de las mariposas. Tienen alas rojas y ojos ciegos porque crecieron dentro del cuerpo del narrador. Sin embargo, el narrador de Carta a una señorita realmente vomita conejos. Además, le da uno a su vecina, Sara de Molina. El lector aprende esto cuando el escritor dice “[El conejo] lo ponía en el trébol y al cabo de un mes. . .entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía [que era] un hobby y se callaba” (Cortázar). Así, el lector no tiene ninguna evidencia de que no sea la verdad y tiene que aplazar la incredulidad. También, el lector no recibe una explicación. Solamente, sabe que el narrador tiene un problema en que vomita conejos cada pocas semanas. El problema crece porque, finalmente, tiene 11 conejos en su casa. Si es verdad que los animales son reales o no, el lector puede ver que significan más que solamente animales. En el caso de las mariposas, son sangre literalmente, pero lo son más en sentido figurado. Es posible que simbolice el deseo del narrador de escaparse de su enfermedad. Desea poder volar lejos de la situación como si tuviera las alas de una mariposa. También, la mariposa es un símbolo de inocencia, belleza, y alegría. Todas estas cosas son lo opuesto de la idea de la muerte en muchas situaciones. Es posible que él sepa que está muriéndose pero no quiere aceptarla. Los conejos son más difíciles de explicar, porque el simbolismo no es muy obvio. Destruyen las partes de la casa que los conejos pueden alcanzar. Es posible que simbolice la destrucción que quiere hacer el narrador porque está en una casa tan perfecta, o tal vez, simplemente que no puede encargarse de la situación. No quiere tocar nada porque hacerlo arruinaría la perfección. La sensación, como los conejos, crece fuera de control, hasta que, finalmente, no puede soportarla más. Moody 3 Esta sensación se dirige a los fines de los cuentos. Los dos terminan con la supuesta muerte de los narradores. Las narraciones no lo dicen explícitamente, pero el lector puede inferir que los hombres mueren. Con el último párrafo de la carta, el lector descubre que no es una carta para hacer una conversación con la querida en París; es una nota de suicidio. Esto se hace claro en la última frase cuando el narrador escribe “No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto” (Cortázar). La conclusión de Mariposas es más abierta, pero el lector sabe que el narrador está muriéndose todavía y probablemente morirá pronto. La diferencia es que el escritor de la carta está insinuando que morirá, pero el hombre de Mariposas no sabe que lo mismo es la verdad para él. Los hombres cuentan sus historias de orden lineal, pero ocurren en el pasado. Ambos utilizan un orden cronológico para decir sus cuentos, pero para que los están repitiéndo otra vez. Con la carta, es obvio que los sucesos han pasado (o pasarán pronto, como las muertes de los conejos y el escritor). Para el hombre de Mariposas, es como si él reflexionase sobre lo que ha ocurrido y el lector lo escucha a escondidas. Ni uno ni el otro autor usa los flashbacks o sueños para impulsar la trama. Esas dos historias de hombres que comen y vomitan animales parecen muy similares por la apariencia, pero tienen muchas diferencias, también. Un hombre no es consciente y el otro sabe exactamente lo que pasa. El segundo crea la trama con el conocimiento que morirá, porque escribe una nota de suicidio. Los cuentos utilizan estilos similares de narración y tiempo, pero los cuentos mismos van por direcciones muy distintas. Moody 4 Bibliografía Cortázar, Julio. "Carta a Una Señorita En París." Ciudad Seva. Biblioteca Digital Ciudad Seva. Web. 1 Nov. 2014. <http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/carta_a_una _senorita_en_paris.htm>. Di Benedetto, Antonio. “Las Mariposas de Koch.” Taller de Escritores: Grammar and Composition for Advanced Spanish. Ed. Guillermo Bleichmar. Boston: Vista Higher Learning, Inc., 2011. 142-143. Print.