Hija del famoso violinista duranguense Francisco

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03/11/2004
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2C |EL SIGLO DE DURANGO | VIERNES 12 DE MARZO DE 2004
|
ESPECIAL
Hijos, hijos políticos, nietos y bisnietos fueron el centro de la Sra. Cecilia Fournier de Torres.
FALLECIMIENTO | CECILIA FOURNIER DE TORRES FUE INHUMADA EN ESTA CIUDAD
Una vida... un sueño
Hija del famoso
violinista duranguense
Francisco Fournier
Salas, hoy se recuerda
con mucho cariño
Redacción Sociales
Fotos: Agencias |
EL SIGLO DE DURANGO
Compaginar la sensibilidad de
una nota musical con la firmeza
y tenacidad de un carácter que
ha sido forjado en duras experiencias de una vida, no es fácil,
pero la partitura estaba ahí...y
con eso comenzó una sinfonía de
cariño, respeto, disciplina y
amor...esta es su historia.
En sus últimos años, Cecilia Fournier de Torres acompañada
de su mejor amiga Chata Solano.
LAS RAÍCES
Cecilia Fournier Torres nace en
las ciudad de Tampico, Tamps.
Pero a la corta edad de tres
años sus padres se trasladaron
a radicar a la ciudad de Monterrey, N.L., se crió en un ambiente de músico, ya que su padre
fue Francisco Fournier Salas,
excelente violinista duranguense e integrante del famoso quinteto Fournier, reconocido en todo el norte e la república, su
madre María Carrasco de Fournier, quien inculco también en
sus hijos Ramón y Francisco la
sensibilidad por este bello arte.
Cecilia le gustaba tocar el
piano mientras su padre realizaba conciertos en el Hotel Ancina en la capital Regiomontana, dicho contacto con su padre
fue muy corto, ya que a los cuatro años de edad, lo pierda,
quedando la Sra. María y sus
hijos desamparados.
Un segundo matrimonio hizo que la familia se trasladara
para radicar en la ciudad de
México, pasando la jovencita
una adolescencia rodeada del
glamour de la gran ciudad, sus
edificios y los atractivos que
ofrece una gran urbe. Al llegar
las vacaciones, Cecilia visita
Durango, invitada por sus primos los Muguiro Peña, y en
una de esas temporada conoce
a Jesús Torres Galván.
ENTREGA SU CORAZÓN
Jesús Torres Galván era un industrial, dedicado a ramo de la
madera, desempeñándose en la
empresa “El Tule” con Eduardo G. de Hoyos, causando una
gran impresión en la distinguida visitante, estrechando esa
simpatía mutua que nació entre
ellos, consolidando su amor el
24 se septiembre de 1935 en el
María Carrasco de Fournier y Francisco Fournier, padres de Cecilia.
Templo de Santa Teresita en la
Ciudad de México.
Llegó nuevamente a Durango, convertida en la esposa
de Jesús Torres a la edad de 22
años, estableciendo su residencia en la calle de 5 de Febrero, cerca del entonces Hospital Civil para después cambiar su residencia a la calle de
Pasteur, donde educó a sus hijos: Beatriz María, la cual es
Religiosa de la Cruz; Alicia
Torres, casada con Armando
Herrera y Jesús Gerardo Torres Fournier.
A PRUEBA
En el año de 1951, Cecilia Fournier de Torres queda viuda después de que su esposo pierde la
lucha contra el cáncer, viviendo
nuevamente la dureza de enterrar a un ser querido y enfrentarse a la vida con nuevos bríos y
cabeza de familia para sus hijos.
“Vendía muchas cosas, las
traía de Estados Unidos y entre sus amistades las acomodaba y un tiempo también
traía plantas de ornato de la
ciudad de Monterrey, donde
tenía algunas amistades de su
infancia”, manifiesta su hija
Alicia, recordando la tenacidad y la disciplina de su mamá,
la cual recibió también el apoyo de su familia Jesús Elizondo y Ramón Fournier
“Fue dura para ella, ya
que era una mujer muy organizada, metódica y administradora. Ella nunca quizo ser
carga para nadie y hasta sus
últimos días tenía lo necesario
para vivir, incluso dejó listo lo
de sus funerales; eso habla
mucho de su independencia y
firmeza de carácter”.
CECILIA, LA AMIGA
Los ratos con sus amigas eran
muy apreciados por ella, le gustaba mucho convivir y charlar
con cada uno de ellas, sembrando en muchas una semilla que
duró para siempre, entre ella la
Chata Solano, quien la acompañó hasta sus últimos días.
Entre su grupo de amistades se anotan: Elenita Hernández Piedra, Pepita Amador, con quien se reunían una
vez por semana a cenar; Amalia Delahanty, Chocola Padilla,
José Estrada, Lupe Mijares de
Estrada, Chata Washington de
Arzac, Pepita Bermúdez, Cristina Manzanera de Ardila,
Esther Valdés de Madrazo,
Liz. José Favila, Pituka Matuk, China Mijares de Zaldívar
entre muhas más que se escapan en estas líneas y que formaron parte importante de la
vida de la Sra. Torres.
MAMÁ POR SIEMPRE
Una mamá siempre y en todo
momento es como la recuerdan
sus hijos, de mano firme y la
fuerza interior con que ella salió
de las adversidades, fue trasmitida para sus hijos, inculcando
siempre el “Hay que salir adelante, todo se puede resolver”.
Dentro de sus anhelos le
hubierta gustado mucho ha-
berse dedicado a la música, el
piano y las notas de su padre
siempre le recordaron tiempos
de amor y cariño, entre sus pasatiempos estaba jugar canasta y la costura, incluso un tiempo trabajo en esta manualidad
y con las ganancias pudo juntar
para una casita, era devota de
San Judas Tadeo, de la Virgen
de Guadalupe y siempre le pedía las bendiciones al Santo Padre Jaun Pablo II. En el año de
1982 antes de cumplir sus 80
años, sufre una caída y tiene
que usar prótesis, pero ella insistió en vivir sola, no sentirse
inválida y salir adelante conservando el amor de su familia,
la unión y estar pendiente de
hijos, nietos y bisnietos y así
fue... por algún tiempo.
EL LLAMADO DEL SEÑOR
Sus fuerzas fueron mermando
y la Sra. Cecilia Fournier de
Torres es recibida en el hogar
de su hija Licha Torres de Herrera, donde recibió los cuidados necesarios y el espacio vital para no sentirse una carga,
el 31 de enero de 2004 su corazón dejó de latir y se entregó a
los brazos del Creador recibiendo una misa de cuerpo
presente en el Templo del Sagrado Corazón de Jesús, para
luego descansar en la cripta familiar al lado de su esposo, su
mamá y su nietecita Beatriz.
“Una buena mujer, siempre
tenía una enseñanza... fue un
ser humano de un solo camino
hasta el final”, musita su hija.
Cecilia Fournier Carrasco y Jesús Torres Galván.
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