“El espejo, los sueños y la memoria”

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El espejo, los sueños y la memoria
Borges  Lacan
A cargo de: Lic. Literatura Néstor Otero y Lic. Psicología Juan Pablo Mollo
19 de julio de 2002
Teatro El tablado.
Bahía Blanca
I
Néstor Otero comienza su ponencia destacando que tanto Lacan como Borges son
escritores para la relectura y que ambos arriban con rigor a núcleos temáticos afines a
diversas disciplinas.
Afirma que Borges es un autor de obra muy pareja, constante en cuanto a sus ideas
principales. Con frecuencia, en sus prólogos y epílogos se presenta como un autor
monótono, reiterativo y aburrido, condenado a una escritura que repite viejas lecturas por
ser “la lengua es un sistema de citas”. Lo curioso es la variedad de tratamiento de ciertos
temas centrales como el espejo, los sueños y la memoria.
Enfatiza que Jorge Luis Borges, por su peculiar manejo idiomático, sumado a una erudición
interdisciplinaria, es el mejor escritor de la lengua española. Su obra integra un sistema que
excede el campo literario, por eso lo compara con otros autores universales como
Shakespeare, Homero, Joyce y Dante, que son patrimonio de la humanidad porque
construyen un sistema de significados originales sobre problemas de ética, estética,
lingüística, religión, filosofía, mitología, etc.
Posteriormente Néstor Otero presenta un novedoso esquema conceptual, con eje en el
problema de la identidad y un alcance antropológico que permite secuenciar y articular
toda la obra de Borges. Alude inicialmente al mito de Proteo, una de sus recurrencias
preferidas, porque éste, como el hombre, transita sus días mudando de apariencias en la
persecución de un rostro definitivo.
Nos recuerda que Borges se complace en negar su identidad. Otra paradoja del autor que
bajo su nombre simboliza ante el mundo toda la literatura argentina. Considera que la
ostentación de un yo eufórico, es un énfasis agresivo, propio de quienes se resignan a una
sola de las facetas del infinito laberinto. Rechaza el yo como unidad conceptual para
recuperar ideas clásicas en la literatura europea, que trabajan imaginativamente entre otros
autores Shakespeare y Calderón. Para ellos, vivir, soñar y representar son sinónimos que
permiten atenuar la delicada zona que confunde la vigilia con el sueño. La vida onírica se
rescata y se recorta por la por la acción complementaria de la memoria y del olvido, pero
choca contra el espejo provocando el infinito desdoblamiento del laberinto.
Para Borges el sujeto no alcanza identidad estable porque la vida es una cronología de
facetas que se alteran con cada nueva interrogación ante el espejo. Hay una feliz asociación
en Borges entre el problema de la identidad y la lectura. El hombre curioso, asombrado
ante todo nuevo estímulo, no tiene identidad, como no puede tenerla el auténtico lector,
que entregado plenamente a su lectura asume como propio el rostro del héroe que le
entrega la novela. Néstor Otero formula que el arquetipo humano para Jorge Luis Borges es
el hombre lector. Deambula en forma imprecisa entre el espejo y la memoria, entre los
sueños y las representaciones que le ofrece el arte. Como el actor, el lector pierde
voluntariamente su inasible identidad para ser alguien, mientras las luces oscurecen al
público y aclaran la escena (Everything and nothing). De esta manera, Borges retoma el
desafío de Shakespeare: “Viviré de olvidarme” puesto que el poeta es también el
equivalente literario del actor.
La temporalidad en la que se diluye la búsqueda de una identidad, tiene para Jorge Luis
Borges constantes conceptuales referidas a la división clásica de la duración: el pasado es el
momento que activa las funciones de la memoria y del olvido, el presente es espacio fértil
para la fe y la esperanza y el futuro es la incógnita que alienta el temor y el deseo de
eternidad.
Desde la lectura de poemas como
Ajedrez, El Golem, o Poema de los dones o de
narraciones como Las ruinas circulares, Néstor Otero señala que el Dios de Borges se
aproxima al precario y circular destino humano. Dios, en persecución de su identidad se
pregunta: “¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza, de polvo y tiempo y sueño y
agonías?”
II
Juan Pablo Mollo comenzó su exposición tomando la nota a pie de página del texto Lacan
sobre La carta robada donde es citado Jorge Luis Borges (Escritos I Pág.17). Según su
opinión, esta referencia es un homenaje al escritor argentino, puesto que no se trata de una
cita convencional sino la oportunidad de Jacques Lacan, para decir que la obra de Jorge
Luis Borges es armónica con el hilo de su enseñanza.
Para fundamentar su hipótesis, Juan Pablo Mollo articuló la referencia a la obra de Borges
con el lugar del texto sobre La carta robada dentro del conjunto de los Escritos de Lacan.
De publicación en 1966, los Escritos comienzan con el texto sobre La carta robada,
redactado en 1955, luego continúa un prólogo titulado De nuestros antecedentes y a
continuación los siguientes textos que se ordenan más o menos cronológicamente.
El texto sobre La carta robada, en ese singular orden de compaginación, es presentado
luego de una breve “Obertura a esta recopilación”, el detalle es que obertura significa
primera parte de una sinfonía, cuya armonía se repetirá a lo largo de la obra.
De esta manera Juan Pablo Mollo concluye: “La carta robada es la melodía que se repetirá
en toda obra de Lacan, y es en esa repetición que la obra de Jorge Luis Borges es armónica
con su enseñanza, puesto que éste, con algunos temas centrales, compone en su reiteración,
toda la variada música de poemas, cuentos y ensayos”
Posteriormente y a modo de introducción al título del encuentro, Juan Pablo Mollo recordó
las conferencias de Oscar Masotta, en 1969, versadas sobre el texto sobre La carta robada,
y concluyó: “El inconsciente es una memoria que nos pone en un lugar que ignoramos pero
que tiene que ver con lo que fuimos para nuestros padres y la historia de nuestros
antepasados. Somos un eslabón de un circuito con una inercia simbólica que nos determina
como el oráculo de Delfos”
El inconsciente es una memoria que habla y se revela enmascarada a través del olvido. El
olvido es el disfraz de la memoria.
¿Qué revela la memoria? La verdad del deseo puede ser revelada si hay un analista que lo
interprete, Jacques Lacan oponía la palabra plena reveladora del deseo frente a la palabra
vacía como un hablar sin decir. La verdad revelada no es la verdad como adecuación o
referencial, es decir: no importa si miento o digo la verdad, o si es verdadero o falso, sino lo
que se revela en la palabra.
A continuación Mollo retomó lo dicho por Germán García “el inconsciente freudiano es
realista porque se parece a la Memoria Sagrada de los griegos donde las palabras son las
Musas que dicen la aletehia”.
Retomando la hipótesis de Jaques Lacan “La represión viene del futuro” (Seminario I, Pág.
239) indica la singular temporalidad del inconsciente como olvido y paradójicamente
vinculado al futuro: “El inconsciente es ese capitulo de mi historia que está marcado por un
blanco u ocupado por un embuste: es el capítulo censurado. Pero la verdad puede volver a
encontrarse; lo más a menudo ya está escrita en otra parte” (Discurso de Roma Pág. 249)
Por eso, enfatizó Mollo, el olvido es la memoria más tenaz.
Destacó que el pasado no es la historia porque ésta, es el pasado historizado en el presente:
“El modo en que se ordena el pasado, determina lo siento en el presente, por eso analizar es
construir un pasado que supone previamente asumirlo.”
La memoria inconsciente se expresa de modo sutil y literal, en contra de las intenciones de
la conciencia. ¿Qué es la conciencia? Es Yo, cuya función, según Jaques Lacan, se
constituye en el espejo. Si “yo es otro” como decía el poeta, entonces donde más me afirmo
como yo y mis identificaciones, más me desconozco como sujeto del inconsciente.
Notamos que el problema de la identidad, como dice Jorge Luis Borges, no se resuelve en
el espejo. Pero además hay un problema: la envidia y la agresividad no han de faltar cuando
Narciso se mira en el espejo del mundo, el Yo espectralmente está condenado a una lógica
de suicidio y asesinato.
Luego Juan Pablo Mollo refirió: “Los sueños son como el olvido, una metáfora de otra
cosa. Lo que para otros es una improvisación arbitraria para Freud es un texto sagrado
donde no importa su valor pictórico sino su relato, porque el sueño es la realización de un
deseo. Analicen sus sueños, verán que surgen cosas insoportables y se darán cuenta que la
conciencia es selectiva y la realidad construida” y para concluir comparó, desde Freud, la
formación del sueño con el hongo y el micelio: “el contenido manifiesto es un disfraz, el
micelio y el espejo; mientras que la formación del sueño comienza desde el tronco del
hongo, los pensamientos latentes de la memoria. El sueño, los sueños, están entre el espejo
y la memoria.”
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