Los Evangelios nos hablan del principio y del fin, y la Iglesia lo

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Los Evangelios nos hablan del principio y del fin, y la Iglesia lo representa con las letras alfa y omega, pues
bien quien les habla ha llegado al omega menos uno, un andaluz, incluso cuando se va de copas habla de tomarse
la “espuela” o la penúltima, lo último que hace se lo plasman en un trozo de papel que para más detalles amarillo
tiene que ser.
Por ello quiero que disculpen algunas licencias que me voy a tomar.
Quiero agradecer a nuestras Autoridades Académicas que año tras año han colaborado con nosotros, por ello
gracias Sr. Decano, gracias Sr. Director de la Escuela de Enfermería
Igualmente a todos y a cada uno de los profesores del Departamento, sin ellos nunca hubiéramos llegado a
buen puerto. Gracias a todos
A nuestra “patera”, un patero es el que junto con el capataz dirigen los pasos de la Semana Santa Sevillana,
ella es la que ha marcado los tiempos y ha colaborado intensamente. Gracias Mayte
Este año han colaborado de un modo activo la Directora y su colaboradora de la biblioteca de la Escuela de
Enfermería, ya que han dado un curso a nuestros alumnos para realizar búsquedas bibliográficas y utilizar la
nómina de Vancouver, pero después de decir esto, a mi me suena como muy frío, queda mucho mejor si digo Fuen
y Maica, a las dos muchas gracias.
De nuevo este año hemos tenido un premio al mejor trabajo, que ha auspiciado el grupo Hospital Madrid, me
consta que lo hacen con agrado, aquí si hemos tenido brotes verdes, su actual director y la Jefe de los Laboratorios
han pasado por esta misma sala que ahora nos acoge, gracias Juan.
Se dice que lo que no se publica no existe, y para que sus trabajos “existan”, la empresa CTO continúa
colaborando con nosotros y de nuevo nos edita, con el correspondiente ISSN, el contenido de sus trabajos, gracias
Pilar
En estas Jornadas omega menos uno el broche de oro lo pone el Profesor Gracia Guillén, considerado como
el padre de la bioética en España. Gracias Diego
Sería injusto por mi parte el no agradecer a todos los profesores que han colaborado desde el primer año, a
todos estos compañeros muchas gracias.
Y ahora me dirijo a Vds.
Dentro de casi nada de tiempo van Vds. a salir a enfrentarse con su carrera profesional. Tienen miedo, y me
parece lógico, las primeras guardias son algo duras pero yo quiero que cambien el miedo por respeto al paciente,
tengan en cuenta que saben mucho más de lo que Vds. piensan y menos de lo que nosotros decimos. Faltaría más
que sus profesores dijeran otra cosa.
Han elegido un oficio precioso, que se diferencia esencialmente de otros en dos hecho importantes: como
decía D. Gregorio, el médico es ese ser que no va a contar a la hora de su muerte con el beneficio de una mentira
piadosa y que estarán toda su vida estudiando para mantenerse al día.
Quiero citarles a Gibran que decía “No progreses mejorando lo que está hecho, sino esforzándote por lograr lo
que aún queda por hacer”. Me consta que se resistan a admitir lo que les voy a decir, pero ya han empezado a
HACER. ¿Manejaban bases de datos grandes antes?. Se creían lo que otros les decían, hoy han hecho, gracias a
sus trabajos algo, poco o no tan poco de Ciencia, y en cualquier caso conocen las veredas y vericuetos para
transitar por el cerro de la investigación.
Un pecado que podemos llegar a cometer es el de creernos únicos y por ello vivir de las rentas, recuerden a R.
Tagore "No te entretengas en arrancar flores para guardarlas. Sigue caminando, y las flores alegrarán tu camino”
Dadas las características de estas Jornadas, me van a permitir que salga el andaluz que siempre he sido y
que espero seguir siendo. Yo quiero desearles a todos que tengan Ángel, Musa y Duende, pero dicho así y no
decir nada es lo mismo, para entender mi deseo, me voy a limitar a transponer, como si fuera una Directiva
Comunitaria parte del discurso sobre el Duende de Federico García Lorca, y desde ese marco haré algunos
comentarios.
El ángel guía y regala como San Rafael, defiende y evita como San Miguel, y previene como San Gabriel.
El ángel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, está por encima, derrama su gracia, y el hombre,
sin ningún esfuerzo.
En este sentido se mostraría cualquier médico, pero sin que se le considere un genio de la medicina, sin
embargo ya quisiera nuestra Sociedad que muchos de nuestro colegas fueran “Ángeles ” y no solo en el sentido
lorquiano
La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla. Puede relativamente poco, porque ya está lejana y cansada
Los poetas de musa oyen voces y no saben dónde, pero son de la musa que los alienta y a veces se los
merienda.
La musa despierta la inteligencia, trae paisaje de columnas y falso sabor de laureles, y la inteligencia es
muchas veces la enemiga de la poesía, porque imita demasiado, porque eleva al poeta en un bono de agudas
aristas y le hace olvidar que de pronto se lo pueden comer las hormigas, contra lo cual no pueden las musas que
hay en los monóculos o en la rosa de tibia laca del pequeño salón.
Me imagino al médico funcionario, que hace su trabajo porque sí, porque alguien se lo dicta, pero lo que hace
lo hace bien, y también la Sociedad lo necesita y lo demanda.
Ángel y Musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas. Pan de oro o pliegue de túnicas, el poeta
recibe normas en su bosquecillo de laureles. En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones
de la sangre.
El duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. El duende sube por dentro desde la planta
de los pies. Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de
viejísima cultura, de creación en acto.
Hace años, en un concurso de baile de Jerez de la Frontera se llevó el premio una vieja de ochenta años
contra hermosas mujeres y muchachas con la cintura de agua, por el solo hecho de levantar los brazos, erguir la
cabeza y dar un golpe con el pie sobre el tabladillo; pero en la reunión de musas y de ángeles que había allí,
bellezas de forma y bellezas de sonrisa, tenía que ganar y ganó aquel duende moribundo que arrastraba por el
suelo sus alas de cuchillos oxidados.
O el caso de Paganini, explicado por Goethe, que hacía oír melodías profundas de verdaderas vulgaridades, o el caso
de una deliciosa muchacha del Puerto de Santa María, a quien yo le vi cantar y bailar el horroroso cuplé italiano O Mari!,
con unos ritmos, unos silencios y una intención que hacían de la pacotilla italiana una aura serpiente de oro levantado. Lo
que pasaba era que, efectivamente, encontraban alguna cosa nueva que nada tenía que ver con lo anterior, que ponían
sangre viva y ciencia sobre cuerpos vacíos de expresión.
Sería el médico que resuelve el caso que sus colegas no saben por donde empezar.
No se si he conseguido transmitir mi deseo de que tengan todos Vds. Ángel, Musa y Duende, pero al menos lo he
intentado y ahora sólo me queda decirles tres cosas:
Que tengan suerte, algún día leerán algo de la suerte en la investigación
Que esta Casa y yo seguiremos estando a su entera disposición y sobre todo
Que Dios les bendiga a todos.
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