El Cigala: La tristeza y el sufrimiento los he pagado con el cante

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El Clarí-n de Chile
El Cigala: La tristeza y el sufrimiento los he pagado con el cante
autor Colaboradores
2009-05-26 15:17:27
El cantaor Diego El Cigala lanzó recientemente su nuevo disco Dos lágrimas, en el cual, de nueva cuenta, ofrece sus
versiones de un puñado de boleros, desde Si te contara, de Rafael Herrera; Dos cruces, de Carmelo Larrea, y Bravo de
Ramón Jiménez, hasta Dos gardenias, de Isolina Carrillo, e Historia de un amor, de Carlos Eleta; además de una
interpretación sobresaliente de Te extraño, de Armando Manzanero, entre otras. Presentamos, con autorización de la
disquera Universal Music un extracto de la charla que sostuvo Juan Cruz con el músico, cuyo texto completo está
contenido en el librillo del álbum.
Hay mucha magia en El Cigala, y en esta casa blanca. Por aquÃ- camina como si volara, tranquilamente, piensa y
camina, Amparo, su mujer; es una presencia firme, reposada, como si fuera el pilar en el que se asienta el genio, la
música y el hombre, de Diego El Cigala, y por aquÃ- llegan del colegio, de la calle, haciendo ruido o contribuyendo a la
música, los dos hijos, unos chiquillos con los que Diego canta, o rÃ-e, o juega, mientras se le van enfriando, junto a la
nevera, dos huevos fritos...
El disco que está preparando es este Dos lágrimas, procedente de la pasión con la que el otro (el que hizo con Bebo
Valdés, Lágrimas negras) se convirtió no sólo en un cedé mundialmente famoso y vendido, sino en un disco con el que
mucha gente recuperó la emoción de escuchar...
Este Dos lágrimas ya está aquÃ-. El Cigala lo ha trabajado como quien se entrena para ir a pie a la Luna, y en esta casa,
donde nos pone el video de cómo se fue haciendo, uno ve, en primer plano, ese esfuerzo, y en segundo término, pero
muy hondo, la emoción de haberlo logrado...
En un momento, cuando él ya retoma la obligación de almorzar (o de desayunar o de cenar), tenemos al teléfono a un
gran amigo suyo, a Gabriel GarcÃ-a Márquez. Le cuenta cómo va el disco, para quién va, cómo lo está haciendo, y
Gabo, que lo ha escuchado mucho y que rÃ-e con él como rÃ-e El Cigala, por la alegrÃ-a de estar juntos, le dice al final:
Es la llamada más alegre que ha entrado por este teléfono en mucho tiempo.
Un poco de melancolÃ-a
Luego él se sienta ante una mesa blanca, sobre un sillón blanco, y se puso a hablar con nosotros hasta que el Sol
pronunció sus propias lágrimas y cayeron sobre este lugar de Madrid la tarde y la melancolÃ-a.
Dos lágrimas, ahÃ-, en la calle, y él de nuevo en casa, haciendo que la música le dijera de dónde vienen los sueños
que él aguarda.
–¿Cómo empezó todo?
–Toda mi relación con Cuba, con la música cubana y con el continente hermano comenzó sin duda cuando escuché y vi
a Bebo interpretando Lágrimas negras (de aquÃ- lo de Lágrimas negras) con Cachao para Calle 54, de Fernando
Trueba. Ésa fue la semilla que me unió para siempre a Cuba. En 2003 viajé por primera vez a La Habana para presentar
Lágrimas negras con Chucho Valdés en el Festival Cubadisco, en el Karl Marx, y entonces fue cuando yo descubrÃ- al
pueblo cubano, fue cuando me di cuenta de que tenÃ-a mucho que ver con los gitanos, por su manera de vivir, su
manera de sentir, con problemas por todos los lados. La música es su talismán y su expresión más pura.
–Una gente coral.
–SÃ-, me impresionó que la gente durmiese en la puerta del Karl Marx para comprar una entrada (carÃ-simas para los
cubanos, al menos el sueldo de uno o dos meses), aunque yo no cobré, los gastos fueron sufragados por la SGAE.
Bebo nunca ha vuelto a Cuba, pero yo ya tenÃ-a un vÃ-nculo muy especial, aprendÃ- muchÃ-simo, entre otras cosas, ya
me vine con temas nuevos que hoy están en este disco, como Dos cruces, que me cantaron Tata Güines y Changuito.
–Dos lágrimas, dos cruces...
–(RÃ-e) Compromiso y Compasión. A partir de ese viaje ya empezó la búsqueda o la necesidad musical de seguir
investigando en algo que tanto me habÃ-a emocionado. No querÃ-a que nada fuese forzado, ha sido un dejarse llevar.
–Como la tierra esperando la lluvia, que vinieran los temas.
–Efectivamente, en otro viaje estuve en casa de Jorge PerugorrÃ-a, Pichi, y ya de madrugada, muy a gusto, sonó un
disco de Rolando Laserie, El Guapo, le llamaban. Cuando escuché a ese hombre me vino a la memoria Antonio
Chaqueta, un cantaor flamenco, porque era muy parecido, la misma forma de tirar el cante. Chaqueta cantaba por soleá
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y Rolando por danzón, guaguancó o bolero, tenÃ-an esa similitud y de ahÃ- salió Compasión.
–Que está aquÃ-, en el disco.
–Claro, y me emborraché con el disco, y yo llorando dije: Pero este hombre de dónde ha salido, porque siempre habÃ-a
escuchado discos de Benny Moré y de otros grandes.
–Y cuántos grandes hay en Cuba, ¿eh, Cigala?
–MuchÃ-simos, muchÃ-simos. Y grandes a quienes no se les ha dado lo que se les tenÃ-a que dar, ¿vale? Por decirlo de
alguna manera. Cuando yo conocÃ- a Rolando Laserie por sus discos fue una emoción, fue un palo de éstos que te
dejas ahÃ- en el corazón. Ya con algunos temas empecé a pensar en las teclas, qué piano, ya contaba en mi banda con
el joven Jaime Calabush Asensio, Jumitus, a quien conocÃ- durante la grabación del disco Picasso en mis ojos y que
sustituyó a Chucho en el directo; él ha sido criado entre los dos mundos ya que, aunque es gitano, es sobrino de
Moncho (el rey de bolero), y aunque no querÃ-a prescindir de él, necesitaba la presencia de un veterano cubano que
aportara la legitimidad del sonido cubano de los años 50.
“Estaba tan emocionado con la posibilidad de poder jugar con los dos mundos y poder tener un piano cubano y un piano
gitano. Y cómo iba yo a pensar que en enero de 2007 iba a estar en BerlÃ-n, sentado en una butaca de un teatro con
Javier Bardem y Miguel Menéndez (productos de la pelÃ-cula de Camarón) viendo a Guillermo Rubalcaba; meses antes
en La Habana me habÃ-an hablado de él. Y allÃ- nos conocimos...―
Aroma a ron viejo
–Y él toca muy bien el piano.
–En fin, que Guillermo era el tipo, despedÃ-a todos esos sonidos viejos. Olor a ron añejo. Siempre busco rodearme del
consejo de leyendas, como Rubalcaba o Changuito y Tata Güines, El rey del tambor, quien ya no está entre nosotros
o está más que nunca por lo que lo recordamos, como a Juana Bacallao o a Cachao. Sólo con verlos a mi lado,
hablando entre ellos, charlando y opinando sobre lo qué mejor me iba o no me iba, ¿sabes? De verlos a ellos me causa
inspiración y tranquilidad.
“Aunque también me gusta contar con jóvenes talentos; de hecho, mi banda básica son Yelsy Heredia, procedente de
Cuba, a quien quiero agradecer su labor de puente entre la música cubana y el flamenco Sabú Suárez Escobar, de la
estirpe de los Porrina y que ha sido el artÃ-fice del cajón flamenco junto a las percusiones cubanas durante todo el
disco. Diego El Morao, mi guitarrista, quien ha colaborado con su magnÃ-fico solo en el tema Dos gardenias, y Jumitus.―
–Es como un encuentro...
–Tranquilidad musical la llamo, esa sensación de conocerte de toda la vida.
–¿Y de qué depende la calidad de esos encuentros?
–Yo creo que del espÃ-ritu, del espÃ-ritu de las personas... Y eso en la música y en la vida no tiene trampa; mientras sea
una música verdadera. Es como una pulsión humana, una comunión de sonidos negros, de sonidos puros, de sonidos
del alma.
–De lágrimas.
–Claro, te voy a contar una anécdota. El otro dÃ-a en tu tierra, tras el concierto, vino una tinerfeña que habÃ-a sufrido un
accidente de tráfico del que quedó hemipléjica hace nueve años y no habÃ-a podido llorar desde entonces, hasta que
lloró con mis lágrimas, y estaba agradecidÃ-sima y muy conmocionada. Para que veas que peor que llorar es no poder
hacerlo. En la vida hay que saber reÃ-r y saber llorar.
–Lágrimas negras.
–Lágrimas, bueno, hay que ver. Pero yo también, Juan yo también he pasado, Juan, para la edad que tengo, 40 años, y
la he pasado muy mal. Hasta que llegas, no ha sido un camino de rosas. Aunque para mÃ- siempre veo un camino de
rosas, porque no he dejado de creer nunca en lo que más me ha gustado y en ese sueño que era cantar.
–Y, además, a veces uno no sabe que está pisando un camino de espinas.
–Claro, lo pasas y te das cuenta luego que has pasado por un camino de espinas.
–No hay con qué compararlo.
–No, porque el sufrimiento de las espinas las pagaba con el canto. Entonces, cuando yo estaba muy triste o cuando
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tenÃ-a problemas, yo lo pagaba todo con el cante.
–Y ¿cómo fue ese camino, Cigala?
–Duro, duro...
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